Mendoza llegó a tener el 33 % de la población de raza negra, compartiendo la historiografía con Huarpes, criollos y españoles, sin embargo el tiempo se encargó de ir “aclarando” las cosas.
“Sirvieron” para
todo. Fueron los esclavos de las fincas, los primeros músicos y los soldados de
infantería de las guerras por la independencia.
Hoy todo parece “más
claro” por esta manía humana de evitar la biodiversidad a toda costa.
Juan Draghi Lucero,
que de mendocinos sabía mucho decía “La
piel de los mendocinos, que era bastante morocha, se blanqueó sensiblemente...”
¿Dónde están, que
hicieron, porque nos abandonaron? Repasemos este pedacito de historia.
¿Cuándo vinieron?
Desde hacía siglos, el comercio de esclavos de
origen africano era común en aquella Mendoza colonial. Muchos viajaban desde
África, y luego, ingresando por el Río de la Plata, eran trasladados a nuestra
provincia para cruzar la cordillera rumbo a Chile, donde eran embarcados hasta
el Virreinato del Perú.
Mendoza
fue el camino para la entrada de esclavos negros a Chile y, por lo tanto, un
punto importante en el comercio de personas.
“La ruta de acceso partía desde
Buenos Aires, pasaba por Cuyo hasta llegar a Mendoza y de allí cruzaba la
cordillera hasta el valle del Aconcagua, donde los negros eran derivados a
Santiago o Valparaíso”.
Cuando
llegaron a Mendoza los primeros africanos la cordillera estaba cerrada por las
habituales nevazones de invierno. Los esclavos vestían apenas una especie de
camiseta que les cubría desde el cuello a los pies sin protección contra el
frío. Murieron los primeros que encararon el cruce.
Como
siguieron llegando nuevas remesas en invierno, que deberían esperar hasta fines
de octubre para seguir camino, convenía a los negreros deshacerse de este
material humano lo más pronto posible. Ocasión favorable para los capitalistas
de esta provincia para la compra de "piezas" baratas. Primero eran depositadas en un galpón a pocas cuadras de los límites de
la ciudad y luego eran comercializadas y compradas por algunos hacendados o
religiosos.
El primer negro que compra la
Iglesia mendocina es un nene de 10 años que mantuvieron esclavizado en la
parroquia de Santo Domingo.
Así
inesperadamente Mendoza vio crecer su población africana, fenómeno que “rindió
muchísimo provecho material”. El esclavo, carente de todo derecho, fue la
máquina más útil conocida para toda clase de trabajos. Desde la plantación,
cuidado y cosecha de la viña, las labranzas y cuidados de las haciendas, como
el servicio personal en las casas de familia, todo lo hacían los esclavos.
¿Cuántos vinieron?
Los negros estuvieron presentes en el Río de la Plata a bordo de
los primeros buques hispanos que surcaron sus aguas. Posiblemente los primeros
correspondan al embarque que hizo Diego García en la expedición de Juan Díaz de
Solís. También estuvieron presentes con Caboto, Pedro de Mendoza y Juan Ortiz
de Zárate entre otros.
Cálculos realizados sobre el ingreso de negros esclavos desde las
costas de Brasil entre 1606 y 1655, dan un total estimado de 26.650, que en
realidad debería ser mayor, por las deficiencias que presentan los documentos
existentes en el Archivo General de la Nación.
Por todo ello es posible calcular que un número más probable de
negros esclavos ingresados desde ese origen llegó a superar los 160.000, de los
cuales el 85 % ingresaron de contrabando.
Una estimación moderada de la cantidad de negros esclavos
ingresados por la región del Plata desde la refundación realizada por Garay
hasta 1813, da la cifra de 2.358.520, ingresos, los cuales en su mayoría de
radicaron en el interior del territorio, y no en Buenos Aires.
En 1812 en Mendoza, los negros esclavos y
libres sumaban unas 4.500 personas constituyendo el 30 % de la población.
El otro 30 por ciento correspondía a los Huarpes y el 40 por ciento restante a
los españoles y criollos. Los aportes de identidad desde lo genético y lo
cultural de los negros fueron invisibilizados, cuando no negados, por la
historia oficial.
¿Qué hicieron?
Músicos de Mendoza: En la
historia mendocina fueron los negros quienes hicieron un aporte sustancial a la
música. Varios
autores hablan sobre las tertulias en casa del terrateniente mendocino Rafael
Vargas. En 1810 el señor Vargas había enviado a Buenos
Aires a 16 de sus esclavos negros para que se les enseñara la música de
instrumentos de viento, encargando a su apoderado que hiciera traer de Europa
instrumentos, música y uniformes. Después de cuatro años regresaron los negros a Mendoza formando una banda completa. Se supone que estos esclavos fueron alumnos de Víctor de la
Prada, que en 1810 dirigía una academia de música instrumental en Buenos Aires.
Esta banda “también amenizaban
con música las noches que tenía señaladas en la semana para sus espléndidas
tertulias, donde ostentaba abundante vajilla de plata y porcelana de China”
Soldados de San Martín. El
Ejército libertador de José de San Martín se nutrió de esclavos para la tarea
emancipadora. El ejército de los Andes se formó con tropas de los ejércitos del
norte y del litoral, con la base para la caballería de los cuatro escuadrones
del regimiento de Granaderos a Caballo, pero el mayor aporte en la infantería
lo hicieron los negros y libertos, que fueron unos 2.500.
Mendoza aportó 270 negros y San Juan 230. San Luis argumentó “escasez” de negros ya que la mayoría eran artesanos y sólo entregó 42 esclavos. Todos formaron parte del Batallón Nº 8 de Infantería.
“Los más valientes, los más audaces hombres del General tienen la piel negra, porque San Martín ha comprado la libertad a estos esclavos africanos con las múltiples donaciones recibidas, para reforzar con ellos su Ejército Libertador. Estos negros aceptan gustosos la nueva esclavitud que, en caso de triunfar, los llevará a la libertad”.
Músicos de San Martín: Las bandas más famosas del ejército de San Martín fueron las del Batallón N° 8, que dirigía Matías Sarmiento, y la del Batallón N° 11 de Infantería, que había obsequiado a San Martín el señor Rafael Vargas. Esta es la actual Banda Talcahuano del RIM 11 (Regimiento de Infantería de Montaña 11), con asiento en Campo Los Andes (Mendoza).
La del Batallón Nº 8 fue la primera banda que ejecutó el Himno Nacional Argentino en un país extranjero. En el Museo Histórico Nacional de Santiago de Chile se conserva un óleo que representa la Batalla de Chacabuco, obra del pintor losé Tomás Vandorse del año 1863. En este cuadro vemos a la banda del Batallón N° 8, integrada por unos 30 músicos, todos negros y colocados detrás del batallón que está cargando a los realistas en ese momento.
Mendoza aportó 270 negros y San Juan 230. San Luis argumentó “escasez” de negros ya que la mayoría eran artesanos y sólo entregó 42 esclavos. Todos formaron parte del Batallón Nº 8 de Infantería.
“Los más valientes, los más audaces hombres del General tienen la piel negra, porque San Martín ha comprado la libertad a estos esclavos africanos con las múltiples donaciones recibidas, para reforzar con ellos su Ejército Libertador. Estos negros aceptan gustosos la nueva esclavitud que, en caso de triunfar, los llevará a la libertad”.
Músicos de San Martín: Las bandas más famosas del ejército de San Martín fueron las del Batallón N° 8, que dirigía Matías Sarmiento, y la del Batallón N° 11 de Infantería, que había obsequiado a San Martín el señor Rafael Vargas. Esta es la actual Banda Talcahuano del RIM 11 (Regimiento de Infantería de Montaña 11), con asiento en Campo Los Andes (Mendoza).
La del Batallón Nº 8 fue la primera banda que ejecutó el Himno Nacional Argentino en un país extranjero. En el Museo Histórico Nacional de Santiago de Chile se conserva un óleo que representa la Batalla de Chacabuco, obra del pintor losé Tomás Vandorse del año 1863. En este cuadro vemos a la banda del Batallón N° 8, integrada por unos 30 músicos, todos negros y colocados detrás del batallón que está cargando a los realistas en ese momento.
El músico chileno José Zapiola, en su libro de memorias "Recuerdo
de Treinta Años", aporta interesantes detalles sobre las bandas del
ejército patriota:
“En 1817 entró en Santiago el
ejército que, a las órdenes de San Martín, había triunfado en Chacabuco. Este
ejército trajo dos bandas regularmente organizadas, sobresaliendo la del
Batallón N° 8, compuestas en su totalidad de negros africanos y de criollos
argentinos, uniformados a la turca. Cuando, días después de la batalla de
Chacabuco, se publicó el bando que proclamaba a don Bernardo O’Higgins Director
Supremo de Chile, el pueblo, al oír aquella música, creía estar en la gloria”.
No sólo Chile fue testigo de la bravura de los soldados negros, también
Perú conoció sus proezas. En 1820 era tambor mayor del Batallón N° 8, el Sargento
Moyano, quien tuvo parte principal en la entrega de las fortalezas del Callao,
en que fue fusilado el heroico negro Falucho (Cabo Segundo Antonio Ruiz), quien
se negó a izar la bandera española en un fuerte de El Callao y fue fusilado en
el lugar. Murió gritando: “¡Viva Buenos
Aires!”.
¿Cuándo se rebelaron?
La población negra estaba en aumento por esos años, por
lo cual, un acontecimiento político tal como un levantamiento armado de una
parte de esta población, no pudo menos que hacer temblar al poder local. Se trataba de un plan de rebelión planificado por un considerable grupo
de esclavos de origen africano decididos a obtener su carta de libertad.
El líder se llamaba Joaquín Fretes, natural de Guinea, de 24 años de
edad, músico que se ganaba la vida dando clases en los cuarteles de la ciudad.
El joven era un negro libre que había llegado a nuestra provincia desde
Santiago de Chile. El otro de los cabecillas del movimiento se llamaba
Bernardo, un esclavo mendocino de 20 años con “pasta de caudillo”, hijo de un
reconocido esclavo y maestro zapatero.
Joaquín y Bernardo cultivaron una amistad seguramente
con el mismo sueño de libertad y su gusto por la música. No eran los únicos, la
lista seguía con los esclavos Domingo, Juan, Manuel, Fructuoso y Miguel. Sus dueños
eran de familias bien posicionadas como los Aragón, Cobos, Sosa y Lima, de
Rosas y Telles, solo por nombrar algunas.
Al grupo se sumaron otros esclavos, muchos que
tenían el oficio de zapateros enseñado por el padre de Bernardo, quienes
expandieron en voz baja la información sobre la rebelión que se produciría en
Mendoza. Rápidamente, los adeptos a este plan fueron creciendo hasta alcanzar
un número aproximado de cien personas.
Para preparar esta rebelión, los esclavos invitaban
a sus adherentes a diferentes casas para celebrar alguna cena, después de
trabajar o de ir a misa.
Otro de los lugares de reunión eran las pulperías,
donde se pegaban proclamas y otras peticiones a favor de sus derechos.
Así surgieron varias ideas de levantamiento contra
las autoridades y la élite de Mendoza, mientras tanto Bernardo, ya convertido
en uno de los jefes de aquel movimiento, acopió en su casa algunas armas,
pólvora y municiones.
En realidad tanto Joaquín como Bernardo pecaban de
ingenuidad política al pretender la libertad siguiendo algunas pautas poco
prácticas. Ellos tenían documentos periodísticos que tanto en Buenos Aires como
en Santiago de Chile se había abolido la esclavitud y pretendían lo mismo en
Mendoza.
Todos los esclavos juntaron sus pocas monedas para
que un abogado les hiciera de representante frente a la Junta para pedir la
libertad a cambio de recibir armas para defender la patria.
La llegada de las fiestas religiosas, y el nuevo
aniversario de los hechos de Mayo de 1810, encendió la convocatoria de esclavos
a la formación de juntas para luchar por los derechos libertarios.
Parecía que todo se iba a desarrollar tal como lo
habían planificado. Se pactó que el inicio de la rebelión sería a las 19 horas
del domingo 3 de mayo de 1812, movilizados
con la proclama: “Viva la patria, viva la unión y nuestra excelentísima Junta del Río
de La Plata y nuestra amable libertad. Viva. ¡Viva!”.
A esa hora, un grupo de rebeldes se reuniría en el
bajo del Zanjón (hoy Canal Guaymallen), y provistos con armas intentarían tomar
el cuartel militar. Luego de esta acción, propondrían al gobierno un decreto
que diera la libertad a todos los negros.
Se comentaba que estos negros, luego de tomar el
cuartel, tenían intenciones de saquear las casas y tomar el dinero para pagar a
los soldados y después de esto adueñarse de una gran cantidad de caballos para
viajar a Buenos Aires.
Las familias de la élite política
y económica mendocina optaron por abandonar la ciudad para refugiarse a las
afueras. Asimismo, se ajustaron los controles sobre los comportamientos de los
esclavos.
Todo estaba listo, pero
debido a la rápida reacción del entonces Teniente Gobernador
de Cuyo, Coronel José (Joseph), Bolaños, el plan no llegó a concretarse. Bolaños, suspendió inmediatamente las celebraciones
públicas de conmemoración del “cumpleaños de la Patria”. Los
líderes rebeldes y sus cómplices fueron capturados y puestos a disposición del
gobierno.
El proceso criminal a estos se inició el 5 de mayo
y concluyó el 18 de julio de 1812. En él declararon negros y mulatos en su
mayoría y muy pocos blancos sospechados de estar a favor de la revuelta. Después
de calmada la revuelta, se publicaron varios bandos en donde se restringía las
juntadas de negros en los diferentes lugares habituales.
En otra instancia, una vez
encarcelados los sospechosos se tomaron los testimonios de testigos y las declaraciones
de los imputados. Entre los argumentos esgrimidos por sus defensores
se adujo que los negros merecían la libertad porque “habían sabido desempeñar sus misiones en la causa sagrada de la patria
con virtud, constancia y heroísmo, desde la entrada inglesa hasta las últimas
acciones en Tucumán”.
Muy poco tiempo después, la Asamblea del Año XIII
dictó la libertad de vientres de las esclavas y puso fin al tráfico de
esclavos.
¿Por qué no están?
Hay muchas razones para explicar porque desapareció con lo que
fuese en un momento el 33 % de la población de Mendoza.
Por un lado la terminación de la introducción masiva de negros
esclavos, la alta tasa de mortalidad, por razones de higiene, salud y
alimentación y la incidencia de las guerras de la Independencia, las civiles y las
contra Brasil y Paraguay que diezmó la población varonil. En casi todas ellas
había mas un de un Batallón de Pardos y Morenos.
Algunos autores mencionan la tendencia a “blanquear” a los hijos de
las mujeres de color al aceptar (…y muchas veces no), formar pareja (…estable o no), con hombres
blancos junto con el progresivo aumento de la inmigración blanca europea.
A lo anterior hay que agregar el agravamiento de la situación
laboral, alimentaria, sanitaria y social del negro, mulato o pardo que quedaba
en condición de libre, acompañando de manera paralela a la situación de la
población aborigen, también en disminución y de relegación social, en una
sociedad regida por el blanco.
El esclavo libre perdía la protección de la casa patronal y
quedaba liberado a las inseguridades de la sociedad liberal, que si bien le
daba una libertad, no la compensaba con protección sanitaria, educacional ni le
proporcionaba trabajo con una remuneración que le permitiera solventar las
necesidades mínimas del vivir cotidiano.
¿Dónde están los afromendocinos?
Mendoza fue uno de los lugares del país con mayor cantidad de
negros. Sobre
nuestra composición étnica, debe recordarse la década del ’80 del siglo XIX llegaron
miles y miles de inmigrantes europeos, especialmente italianos, españoles y de
otros países.
Muchos
de ellos se afincaron definitivamente en Mendoza, provincia que ofrece el caso
único de Sudamérica que, alejada a más de mil kilómetros de la costa oceánica
por la que llegaron, fijó en su suelo definitivamente a gente extranjera que
venía para hacer fortuna y regresar de inmediato a su patria.
El investigador Luis César Caballero
revela en su libro “Los negros esclavos en Mendoza: algunas genealogías”, la presencia de la herencia mulata en Mendoza.
El estudio de algunas de ellas pasa, entre otros, por:
- Los Candía o Candia, mulatos libres que vinieron desde la ciudad de Santiago de Chile a Mendoza y aportaron dos cirujanos a Mendoza.
- Los Guzmán, negros esclavos del convento de Santo Domingo de Mendoza y que fueron eximios músicos clásicos.
- Los Torres, mulato liberto pintor romántico, y sus relaciones familiares con Manuel A. Sáez (casado con su hermana Luisa), y Robustiano Torres (su hermano mayor), Pascual y Luis Suárez.
- Lorenzo Barcala, el coronel negro (que fusiló Aldao).
- Los Pallero o Palleres, los pioneros fundadores de Maipú, que por migración interna han llegado en la actualidad a tener sus descendientes en San Rafael.
Son descendientes afro los Sosa (ilustres educadores mendocinos), Andrés
Tejeda (molinero y técnico excepcional del Ejército de Los Andes), los
Gobernadores Lencinas y hasta de Armando Tejada Gómez.
También forma parte de esa herencia negra la mulata mendocina Luisa
(Antonia Petrona) Torres, hermana menor del pintor Gregorio Torres casada en
1856 con Manuel Antonio de los Santos Sáez, nuestro célebre jurista mendocino
Manuel A. Sáez.
Como dijo un escritor “Ese
espíritu libertario, triunfador que se vive en algunos lugares del mundo podría
habernos contagiado con más fuerza si no se hubiese hecho todo lo posible para
que de la famosa mezcla de razas, solo quedaran los más claritos”.
Bibliografía
BATALLER, J.C. Los esclavos negros en San Juan. www.sanjuanalmundo.com
CABALLERO, L. C. 2010. Los negros
esclavos en Mendoza, algunas genealogías. SS y CC Ediciones.
CAMPANA, C. 2014. La rebelión de los esclavos mendocinos. Diario Los Andes. Edición
impresa. Domingo 23 de Noviembre de 2014.
CONTE, G. 2008. Los negros en la
historia de Mendoza. Opinión
DRAGHI LUCERO, J. 2003. La esclavitud negra en
Mendoza. Cartas y Documentos Coloniales de Mendoza
MALLO,
S.C. y TELESCA, I. (Ed.). 2010. Negros de la Patria. Editorial SB. Buenos
Aires. 288 p.
MORALES, O.G.
2016. La revolución de los
esclavos mendocinos. INCIHUSA-CONICET
Mendoza. 24 MAY 2016. www.unidiversidad.com.a
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