Los pueblos que olvidan su historia pueden repetir los mismos errores que en el pasado.
Muchos
de los parajes de Mendoza han sido testigo del paso, alimento y abrigo de las
tropas de la guerra por la independencia.
Muchos
de nuestros antepasados han quedado olvidados a pesar que dieron su vida para
que este fuese un país en el contexto de la Gran América del Sur.
Jocolí
no fue la excepción. Su modesta vegetación actual no impidió haber dado todo lo
que tenía (sus algarrobos y su carbón), para fundir en las fraguas las armas de
la patria.
Fue
testigo del paso de las tropas que en la guerra de zapa y engaños San Martín
desarrolló y fue base de la línea de postas de correos entre Cuyo y el Norte
argentinos.
Pongamos
en valor las cosas y evitemos que las nuevas generaciones se olviden de todo
esto.
Jocolí es un pequeño paraje, puerta de ingreso del norte de la provincia de
Mendoza, que tiene tantos misterios e historias que vale la pena conocerlos.
Yo vengo de las lagunas
sin tener una fortuna
mas que caballo y recao,
también toy acostumbrao
a llegar ande otros llegan
también he andao por la Pega
cruzando por Jocolí
y al tranco de mi caballo
también m’hi güelto perdiz.
El misterio del nombre.
En varias publicaciones se dice que jocolí es el nombre en huarpe del algarrobo, sin embargo en el
idioma huarpe allentiac (que es el que se hablaba en la región), ninguna
palabra comienza con la letra jota. Tal vez haya sido una deformación de la
palabra TOCOLI, que según algunos autores la localidad se la llamaba así por el
año 1826.
Maza señala que la presencia de grandes bosques de algarrobos al
noreste del paraje Jocolí podría indicar que el topónimo tiene relación con
estos árboles, denominados nogolí (en realidad nogoí), por los indios comechingones, aunque para la toponimia puntana quiere
decir “aguas
claras” o “agua que brota de las piedras”.
Tampoco parece probable que jocolí signifique algarrobo, como muchos
dicen, ya que su fruto, la algarroba, en huarpe se denomina hane.
Jocolí también tiene un homónimo en la provincia de Neuquén, paraje
ubicado al sudeste de Zapala y de la Ruta Nacional 40. Esta localidad es
reciente ya que aparece en los mapas desde diciembre de 1993.
El valor histórico de
Jocolí
Varios son los hitos sanmartinianos que guardan relación con Jocolí.
· El aporte de
la leña para fraguar y templar las armas
de la independencia
· Ser testigo del paso de la columna sanjuanina del cruce de Los Andes
· Servir a las comunicaciones entre Mendoza y el norte y noroeste del país
Resumiendo, y utilizando vocabulario actual, Jocolí fue un proveedor
de insumos y servicios del cruce sanmartiniano de Los Andes.
- A fundir los sables de la patria
Escaseaban, además,
la pólvora y las municiones, careciéndose de medios para proveerse de ellas
pues las únicas fábricas existentes (Córdoba y La Rioja), no alcanzaban a
satisfacer la demanda del Ejército del Alto Perú.
Fueron las minas de Pismanta y Huayaguaz las que
proveyeron 27 quintales de plomo y gran cantidad de azufre, y las de Uspallata
plomo y algo de plata y otros elementos para la fabricación de pólvora y los
metales para alimentar las fraguas de Fray Luis Beltrán.
El “frailecito funde-campanas”, como lo llamó San Martín, no dudó ni un segundo en colaborar. ¿Pero de dónde iban a sacar hierro y bronce para reparar y trasladar tantos fusiles y cañones? A partir de la enorme solidaridad de la población, muchas casas se quedaron sin balcones y sin enrejados, y las iglesias sin campanas.
Pero ¿de dónde se podía sacar leña y carbón para la
fabricación de pólvora y la fundición de metales?. San Martín tenía la
respuesta.
Aún se
conservan los originales de algunos de los pedidos de San Martín (o de sus órdenes),
correspondientes entre los primeros meses de 1816 y enero de 1817 que decían: "Se necesita tomar a flete doce
carretas para conducir el carbón de
Jocolí para la Maestranza, necesidad que pongo en consideración de
V.S.". Y allí fueron las carretas a cargar hasta el Plumerillo.
- Mudo testigo del secreto sanmartiniano
El secreto de abrir un frente de batalla de casi 900 km a lo largo de toda la Cordillera, enviando 6 columnas desde La Rioja hasta San Rafael en Mendoza (aunque realmente solo las dos centrales fueron las de alto poder de batalla), solo era conocido por San Martín.
Cuando al respecto fue interrogado por uno de sus oficiales de mayor
confianza le dijo: “Si mi almohada
conociera ese secreto, la mandaría a quemar”.
El plan general incluía atravesar la Cordillera de los Andes por seis
pasos, cuatro de los cuales (dos al norte y dos al sur de las principales),
serían de caballería ligera y servirían como motivo de engaño del enemigo, pero
con objetivos claros, y dos principales con alto poder de fuego y batalla.
La actividad incluyó un complejo plan para engañar al enemigo denominado
en términos militares Guerra de Zapa, mediante el envío de espías y
conferencias (“consultas”), con indígenas difundiendo el rumor de que cruzaría
los Andes por un paso más al sur, lo cual era de mayor factibilidad.
San Martín sabía que los indígenas pehuenches del sur comunicarían estos planes a los españoles de Chile,
quienes así dispersarían sus fuerzas esperándolos por el sur con 1.000 hombres
y perdiendo el poder de resistencia en el centro.
Las primeras
columnas en salir debían ser las secundarias. Tenían que hacer trayectos más
largos para operar en simultáneo con las columnas principales. Contaban con una
tropa pequeña que representó apenas el 7 % del total acantonado. Su misión
consistía en engañar al enemigo sobre el verdadero arribo del grueso del
ejército, distraerle fuerzas, controlar puntos vitales y dejar incomunicados a
los distintos cuerpos realistas.
Para realizar
sus tareas en la provincia chilena de Coquimbo una de las columnas del norte
partió de Mendoza, pasando por Jocolí, Talacasto
y Pismanta el 9 de enero de 1817. El destacamento estaba a las órdenes del
Teniente Coronel Juan Manuel Cabot y lo acompañaron tres oficiales y 60 hombres
de los Batallones Nº 1 (Cazadores de Los Andes), del N° 8 de Línea
(Infantería), y un grupo de Granaderos a caballo. Este grupo fue reforzado con
ochenta milicianos de caballería en San Juan.
El 15 de
febrero, luego de arrollar a los realistas que presentaron pelea y tras
recorrer 540 kilómetros en 32 días, la columna entró en Coquimbo.
- Carrera de postas entre Mendoza y San Juan
La "posta" o lugar de relevo de la caballada en
las rutas de tránsito, es una institución antiquísima, oriunda de Oriente e
introducida en Europa a través de Grecia y Roma. La persona que corría con el
relevo de la caballada tenía por lo general una posada o una pulpería, sino se trataba
de un pobre puestero en medio del paisaje.
Era el eslabón indispensable para el sistema de comunicación
en épocas en que la civilización recién se iba extendiendo en un país
escasamente poblado. Con anterioridad a la posta, cada correo o viajero debía
llevar consigo una tropilla de caballos, que necesitaba para su relevo en cada
jornada.
La posta era una institución donde la persona
que corría con el relevo de la caballada tenía por lo general una posada o una
pulpería para descansar o cambiar de caballo. Por lo general, entre posta y
posta mediaban cuatro leguas (16 a 20 km).
Si bien durante el Virreinato del Río de la
Plata existían los correos en el recorrido de Mendoza a San Juan, el número de
correos se redujo significativamente después de la Revolución de 1810.
A estos primeros correos existentes en el Virreinato del Rio
de La Plata se los denominaba "propios", puesto que eran despachados
por un comerciante o una autoridad, y su costo era abonado íntegramente por
cada viaje.
La responsabilidad de las postas estaba en manos de los
Maestros de Postas, responsables de las paradas de postas donde se realizaban los cambios de caballos y la
asignación de Postillones (jinetes guías entre posta y posta), para los correos, viajeros o ganados (Ver Anexo 1).
Las primeras postas fueron establecidas en nuestro país por
el Visitador de Correos y Postas Dn. Alonso Carrio de la Vandera, que fue
comisionado para tal efecto en Madrid y llegó a Buenos Aires en 1771.
Tuvieron que pasar 44 años hasta que por disposición verbal
del Coronel José de San Martín, Gobernador Intendente de Cuyo, le impusiera al
Administrador de Correos de Mendoza, Dn. Juan de la Cruz Vargas, a mediados de
enero de 1815, la organización de un servicio de correos entre Mendoza y las
provincias del Norte, pasando por San Juan, La Rioja y Catamarca, y que se
iniciaron las gestiones para lograr el establecimiento de postas en esta ruta.
En nota del 23 de
enero de 1815 dirigida al Administrador de Correos de San Juan, Dn. Vicente
Sánchez del Carril, el Administrador de Correos de Mendoza expuso su plan,
pidiendo apoyo para lograr el pronto establecimiento de los correos.
Al día
siguiente el propio Gobernador Intendente de Mendoza dirigió una orden a su
Teniente Gobernador en San Juan, Dn. Manuel Corvalán, disponiendo que "se establezcan Casas de Postas en los
parajes de Jocoli y Guanacache, y
algún otro paraje apropiado”.
El 4 de
febrero el Gobernador comunicó la orden al Administrador de Correos, quien
informó a su colega de Mendoza sobre las gestiones emprendidas.
A fines
de febrero respondió De la Cruz Vargas, “que
no perderse un momento de tiempo en circunstancias tan imperiosas, he propuesto
al decurión Domingo Torres, para que pase al entable de las postas, o por lo
menos de puestos para que sirvan a la correspondencia del Estado, que por
propios es demorosa y dispendiosísima a esta renta, encargándole
"mucha armonía" para proceder de acuerdo. De inmediato se puso en
camino y el día 23 de febrero de 1815
pudo despacharse "por las postas" el primer correo desde San Juan a
Mendoza.
Fue
nombrado maestro de posta de la ciudad de San Juan para esta Carrera, Melchor
Sarmiento, que debía correr cuatro leguas hasta el Pocito de Tía Mariana. En
esta posta fue nombrado por maestro Pedro Jofre, para correr quince leguas a la
parada de Guanacache, a cargo de Hermenegildo Rivera.
Once
leguas se graduaron desde esta posta hasta el Árbol Solo, en que servía la
posta Clemente Segura, quien tuvo a su cargo las postas siguientes de Jocolí, a diez leguas, y la de la
ciudad de Mendoza, donde era asimismo maestro de posta para esta carrera.
La
tarifa para la nueva carrera se estableció en "un cuartillo de real por legua y caballo para las expediciones
que se despachasen de cuenta del Estado, y las de particulares a medio real por
legua", según orden del 26 de febrero de 1815.
En la
posta de la ciudad de Mendoza, para la carrera de San Juan fueron nombrados en
agosto de 1815: como Ayudante Antonio Anzorena, y como Postillones Bernardo
Ortiz, Pedro Montala, Pascual Escudero y Leandro Montaña.
A fines
de 1816 se le asignaron: como Ayudante a Clemente, Morales, y como Postillones
a Pascual Villaruel y Celedonio Selan.
En la posta
de Jocolí fueron nombrados en agosto
de 1815, como Ayudantes Miguel Palacios y Justo Soria, y como Postillones José
Antonio Chacón, Joaquín Lucero, Juan de la Cruz Palacios, y Bernardo Ríos. A fines
de 1816 se asignaron como Postillones a Nicolás Palacios y Juan Miguel
Palacios.
Tal vez
podamos encontrar aún en la zona a algunos herederos de estos sacrificados
paisanos.
En la
posta de Árbol Solo se nombraron en agosto de 1815, como Ayudante a José María
Garay, y como Postillones a Benito Puebla, Manuel Zambrano, Juan de la Rosa
Carrizo, Francisco Sosa y Pedro Artazo.
En marzo de 1816 el Administrador General de
Correos en Buenos Aires, Dn. Melchor de Albin, con el aval de del Director
Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, aprobó oficialmente el
establecimiento de correos y postas entre Mendoza, San Juan y La Rioja y se
expidió los títulos a todo el personal nombrado.
Se estimaba la distancia de Mendoza a La Rioja,
con "varios desiertos", en
unas 138 leguas. El despacho se realizaba dos veces por mes.
- Al rescate de los valores históricos
En
2015 el Director del CENS 3-487, Omar Alonso Camacho, sacó a la luz que hacía
200 años el general San Martín creó una posta de correo en el Distrito de
Jocolí. Desde entonces, toda la comunidad y el municipio trabajan para ponerlo
en valor y que se divulgue.
Por otra parte, el docente comprobó que el
Libertador pasó dos veces por el distrito lavallino.
“En su viaje
a San Juan, entre mayo y julio, hizo un descanso acá mientras se hacía cambio
de animales”, remarcó. De hecho, la tradición oral del pueblo indica que hasta
almorzó allí. “Se dice que comió ternera con cuero y que la pagó él antes de
irse”.
Un aspecto que todavía genera dudas es la ubicación
exacta de la posta ya que todavía no se han encontrado los registros que lo
marquen.
Omar Alonso Camacho, listó los hechos más
importantes relacionados con la Posta de Jocolí:
- La Estancia de Jocolí nació en la época del Virreinato del Río de la Plata como posta de descanso y cambio de animales.
- Después de la Revolución de Mayo en 1810 casi dejó de cumplir su función.
- En 1815, el general San Martín decidió crear una serie de posta de correo entre Mendoza y San Juan, entre ellas figuran la de Jocolí, Mendoza, Árbol Sólo, Guanacache, Pocito y San Juan.
·
La posta de Jocolí subsistió hasta 1880 y fue un
lugar donde estaba establecido un regimiento. Cinco años después llegó el
ferrocarril y comenzaron las grandes transformaciones que trajo el un nuevo
modelo económico.
Para festejar el bicentenario de la creación de la
Posta de Jocolí desde la Municipalidad de Lavalle lanzaron tres concursos. El
primero es de relatos y tiene que ver con recuperar lo que nos puede evocar
tener una posta creada por San Martín, el segundo es de fotografías actuales e
históricas y el tercero de objetos y artefactos.
Con
el fin de recuperar el proceso histórico de la comunidad de Jocolí, revalorizar
aspectos de la ruta y etapa sanmartiniana en la región, distintas instituciones
y referentes han iniciado un proceso de investigación.
Alonso Camacho, supo aunar a otros referentes
en este proceso. Además de la comunidad educativa, se han sumado las voluntades
de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo,
referentes de la escuela secundaria Nº 4-160 Tito Francia, el I.E.S. Nº 9-024 y
la Municipalidad de Lavalle por medio de la delegación municipal y las
direcciones de Educación y Familia; Obras Públicas; Cultura, Turismo y Deporte
además de la Biblioteca Pública y el CEIL (Centro de Educación e Investigación
Lavalle), entre otros.
Se trata de un
proyecto de investigación que busca recuperar el proceso histórico de la
comunidad de Jocolí, revalorizar aspectos de la ruta y etapa sanmartiniana en
nuestra región.
La convocatoria que tuvo como protagonista las
acciones de la gesta sanmartiniana fue el escenario para invitar a los vecinos
de Jocolí y del todo el departamento, a sumarse al trabajo de rescate de la
historia del pueblo, junto a las escuelas locales.
La iniciativa, que además fue declarada de
interés departamental por el Honorable Consejo Deliberante, incluye en su desarrollo
charlas educativas, concursos de relatos, de fotografías y de artefactos
antiguos, como así también la edición de videos didácticos y la posibilidad de
generar un museo local que resguarde estos aportes históricos logrados
realizados en el distrito de Jocolí.
- Como llegar al paraje
Las antiguas postas dieron lugar muchos años
después a las estaciones de trenes y muchos de los actuales pueblos y ciudades.
Por otro lado, las huellas que unían una posta con otras sirvieron de
antecedente de grandes rutas nacionales.
- Desde Mendoza: Por Ruta Nacional 40, unos 30 km hacia el norte. En el km 3337, antes de donde comienza zona urbana de Jocolí hay un cruce de caminos. Tomar hacia la izquierda 2 km.
- Desde Villa Tulumaya: Por Ruta Provincial 34 hacia el oeste hasta la Ruta Nacional 40. Girar al norte (derecha), y en km 3337 a la tomar a la izquierda 2 km.
Es un edificio simple
que cuenta con un sólo andén. Fue inaugurada el 6 de Junio de 1885 en el ramal
de Mendoza a San Juan capital para abastecer de agua a las locomotoras a vapor.
Un viejo mapa de 1873 muestra a Carpintería y Chañar, dos pueblos cercanos a Jocolí, que hoy prácticamente no existen.
Anexo 1
Organización de
las Postas
El Director
General de Correos les expedía los correspondientes títulos que debían
presentar al Alcalde del pueblo donde
residían y al Administrador Principal de Correos a cuya demarcación pertenecían.
Sus asignaciones eran proporcionadas a la especie de servicio que la
administración les exigía y a los efectos y número de caballerías que se emplearan.
El
Maestro de Postas gestionaba un libro de matrícula donde habían de constar
todos los dependientes de la posta tanto de número como aspirantes con las
notas que juzgaran oportunas respecto de su conducta y celo en el cumplimiento
de sus deberes. En él se hallaba también inventariado el ganado de la parada y
los efectos de cualquier clase destinados al servicio.
En las
líneas generales y transversales de primer orden tenían además los Maestros de
Postas otro libro de registro para que los viajeros y correos pudieran anotar
las faltas que adviertan en el servicio o el estado en que se hallara aquella
parada o cualquier otra inmediata. Este libro se debía presentar necesariamente
por el maestro de postas a todo correo o viajero en posta que lo reclamara.
Los Maestros
no podían ceder ni traspasar temporal ni perpetuamente sus paradas sin que
precediera la aprobación del gobierno. Cuando por un accidente imprevisto
quedara absolutamente abandonada la parada, los dos Maestros de Postas
colaterales debían comunicarse entre sí inmediatamente y sin esperar la orden
del Administrador de Correos del distrito.
Postillón era el mozo que iba a caballo delante de las postas, ganado o viajeros para guiarlos.
Los Postillones
estaban subordinados, no solo al Maestro de Postas de quien
dependían, sino a los demás en cuyas paradas se encontraban, en todo lo que
concernía al buen servicio del ramo. En los viajes, dependían igualmente de los Mayorales de las Sillas
Correos y de los Conductores de la correspondencia pública. No podían
excusarse de servir los viajes que les correspondían, ni estaba permitido que
los beneficiaran o cedieran a otros. Los Postillones de número estaban exentos
del servicio de conducción de hacienda y presos.
En cada parada
había constantemente un Postillón de guardia que era el primero en turno para
correr y en el momento en que llegaba cualquier relevo, avisaba a sus
compañeros para que se ocuparan en ensillar los caballos si fuese a la ligera o enganchar el ganado al carruaje si fuese en
ruedas.
Entre las
funciones del Postillón figuraban:
·
Cuidar, si estaba de guardia, que de noche las
luces del zaguán de la casa de postas y de la cuadra estuviesen encendidas, teniendo además dispuesto un farol de mano para que
sus compañeros hicieran las operaciones que les estaban encomendadas.
·
Acompañar siempre a los viajeros de modo que el
Maestro de Postas en cuya parada se presentaran los viajeros sin el Postillón
no estaba obligado a darles caballos hasta la llegada de éste.
·
Regular la velocidad mínima a la que debían viajar,
debiendo emplear como mucho media hora por legua (unos 10 km/hora), en viajes de particular y veinte minutos en los del servicio.
·
Conducir los pliegos o correspondencia hasta la
parada de postas inmediata y el Maestro de ésta debía disponer bajo su
responsabilidad que se continuara la conducción sin la menor demora por medio
de uno de sus Postillones hasta la próxima Administración de Correos en la cual
se abonaría al postillón lo que correspondiera por este trabajo y se arreglaría
la continuación del viaje.
·
Cambiar de caballos en cualquier caso imprevisto,
por el cual se detuviera en el camino un correo que fuera de servicio, con el
previo consentimiento del correo o de los viajeros.
·
Auxiliar y atender a los viajeros en lo posible
para lo cual, si el viaje fuese a
la ligera, debían correr siempre a corta distancia para volver con
prontitud en cualquier caída u otro acontecimiento.
·
Entregar las cartas que recibiera en el camino y entregarlas en la estafeta más inmediata a fin de que fueran incluidas y
porteadas con la correspondencia general, sin que por dicha conducción y bajo
ningún pretexto pudiera exigir retribución alguna.
Los Postillones
tenían prohibido:
·
Llevar encargos ya fueran acompañando a los correos
y viajeros, ya condujeran pliegos del gobierno.
·
Pedir a los viajeros por retribución para su gasto
de comida o con cualquier otro pretexto.
·
Exigir más de lo señalado en las tarifas, cuidando de
evitar entre sí y más con los viajeros, incomodidades y disputas que fueran
causa de detención, en cuyo caso el Postillón quedaba suspendido de oficio
hasta la averiguación del hecho.
·
Abandonar los caballos en camino si iban a la
carrera, en cuyo caso eran separados del servicio, sin perjuicio de su
responsabilidad y la de los Maestros de Postas respecto de los accidentes que
pudieran resultar de semejante exceso.
·
Dejar de usar el uniforme en acto de servicio, ni
siquiera el sombrero, en cuyo caso incurrían en suspensión.
Bibliografía
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postas en las provincias del Norte y Cuyo en la época del Congreso de Tucumán.
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Didot Freres. Paris. Atlas Map.
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