viernes, 12 de febrero de 2021

Pachamama: adhesión esnobista e ignorancia supina




Es francamente admirable que una sociedad como la nuestra quiera aprender sobre la cultura de los verdaderos dueños de estas tierras, sin embargo es repudiable que practiquen un esnobismo a ultranza ignorando su significado y trasfondo.

Ya pasó con la wiphala y algo parecido ocurre con la Pachamama, deidad de nuestros pueblos puneños y algunos países vecinos con quienes compartimos parte del antiguo imperio Inca.

Cuando nos “percibimos” indígenas, aunque no lo seamos, debemos por lo menos estudiar y aprender sus usos y costumbres y no bastardearlos “folklorizándolos” (en el mal sentido del término), y faltándoles el respeto.

Que el propio Ministerio de Cultura de la Nación “invente” cosas e ignore otras, es por otra parte mucho más grave.

A las tradiciones hay que estudiarlas y respetarlas, no bastardearlas.

Aquellas personas que siente una admiración infundada o ridícula por todas las cosas que “están de moda”, son denominadas esnob, y eso muchas veces las lleva a confundir los mensajes que expresan, particularmente si su actitud tiene difusión en algunos medios de comunicación masiva.

Hasta el Ministerio de Cultura y Educación de la Nación, en su página Web oficial comete errores imperdonables cuando, sin haberse tomado el “trabajo” de estudiar, asegura situaciones absolutamente falsas que pretende difundir por esnobismo.

No está ni bien ni mal ser esnobista, pero si adhieren por imitación y no por conciencia caen en una actitud que demuestra ignorancia supina, es decir "procede de negligencia en aprender o inquirir lo que puede y debe saberse".

La Pachamama, está a punto de ser “folklorizada” (en el mal uso del término), ya que es posible ver imágenes de estudiantes y profesores universitarios de “posición acomodada”, vestidos con ropaje urbano y una vincha “de raíz nativa”, o políticos en busca de votos, cavando un hoyo en el suelo y tirando allí todo lo que tiene a mano, imitando burdamente el verdadero sentido del tributo a la Pachamama.

Origen de Pachamama

Para la historiografía y mitología incaica, el espacio andino era concebido en dos niveles diferentes: horizontal y vertical. En el plano horizontal, los incas veían el mundo de manera dual: hanan y hurin (arriba y abajo). Estas dos mitades eran divididas, a su vez, en otras dos, dando origen a la cuatripartición. Esta división era entendida como complementariedad, oposición y reciprocidad (sol-luna; invierno-verano; hombre-mujer; tierra-agua).

A nivel vertical, el espacio estaba dividido en tres planos:

1. Hanam Pacha  o mundo “de arriba”, celestial o supra terrenal, en otras palabras lo que se ve pero no se puede controlar (sol, luna, estrellas), simbolizado por el cóndor y el águila.

2. Kay Pacha  o mundo del presente y de aquí. Es el nombre del mundo terrenal (hombre, mujer, agua, tierra), donde habitan y pasan sus vidas los seres humanos, simbolizado por el hombre y el jaguar u hombre/jaguar.

3. Ucku Pacha o mundo de abajo o mundo de los muertos, de los niños no nacidos y todo lo que estaba debajo de la superficie de la tierra o del mar, representado por un reptil.

La pachamama (o madre tierra), es una diosa que pertenece al Kay Pacha, junto con Mama wayra (o madre de los vientos), Mama nina (o madre del fuego y de la luz), Mama sara (o madre de los alimentos, particularmente papa, maíz y coca), entre otras.

Existen interesantes leyendas que cuentan que el Dios del Cielo (Pacha-Kamac), era el esposo de la Madre Tierra (Pacha-Mama), que dieron a luz dos hijos mellizos: un varón llamado INCA (el sol) y una mujer llamada KILLA (la luna). 

¿Qué representa la Pachamama?

Pachamama en quechua y aimara (pacha: mundo, tierra, universo + mama: madre), es decir Madre Tierra, es la fuente femenina de la que proviene todo el mundo material, el sustento de toda la naturaleza y toda la realidad. Los orígenes de este culto se remontan a la época preincaica.

Se trata, en definitiva, de una especie de divinidad o del centro de la cosmovisión de las etnias andinas, específicamente del Tawantinsuyu o imperio incaico.

El Collasuyu corresponde a la costa andina de la actual República Argentina, es decir parte de las provincias de Jujuy, Salta, Catamarca, La Rioja, San Juan y Mendoza, que compartimos con el norte de Chile, el sudoeste de Bolivia y una pequeña porción de Perú.

 

La Pachamama no es únicamente el planeta tierra (la esfera terrestre), sino que abarca mucho más. Es la naturaleza que está en contacto permanente con el ser humano, con quien incluso interactúa a través de diversos rituales. Es todo en su conjunto.

Para ellos la tierra no les pertenecía, sino que ellos pertenecían a la tierra. 

Se entiende que la Pachamama protege a las personas y les permite vivir gracias a todo lo que le aporta: agua, alimentos, etc. Los hombres, por lo tanto, deben cuidar a la Pachamama y rendirle tributo, cuidarla y alimentarla.

No está localizada en un lugar particular, pero se la asocia en manantiales vertientes, o apachetas (cantos de piedra formando un volumen al costado o encrucijada de caminos y lugar para rendimiento de culto).

Es una deidad inmediata y cotidiana, que actúa por presencia, y con la cual se dialoga, ya sea pidiéndose sustento o disculpándose por alguna falta cometida en contra de la tierra y por todo lo que nos provee.

No es una deidad creadora sino protectora y proveedora. Cobija a los seres humanos, posibilita la vida y favorece la fecundidad, la fertilidad y el buen parto de las mujeres.

A cambio de esta ayuda y protección, los pastores de la Puna Meridional están obligados a ofrendarle parte de lo que recibe, no solo en los momentos y sitios predeterminados por el ritual, sino en todos los acontecimientos culturales significativos, configurándose así una suerte de reciprocidad.

El culto a la Pachamama  

Como todas las tradiciones de los pueblos pre colombinos sufren algunos cambios con el paso del tiempo. Hasta nuestros días se conservan creencias y rituales relacionados con la Pachamama, practicadas todos los 1 de agosto por las comunidades quechuas, aimaras, y otros grupos étnicos que han recibido la influencia de estos, en las áreas andinas de Bolivia, Ecuador y Perú, en el norte de Chile y en el norte de Argentina.

En sus orígenes, los quechuas, los aimaras y otras etnias de la región andina (particularmente en la Puna), realizaban ofrendas en su honor, sacrificando, entre otras, camélidos para derramar su sangre.

·         Homenajes particulares

La ceremonia tradicional es un ritual que en Bolivia es llamada Challa (pago o tributo), que implica un acto de reciprocidad. Las ceremonias están a cargo de personas ancianas o de mayor autoridad moral dentro de cada comunidad. En el caso del pueblo aimara, en Bolivia, esta persona recibe el nombre de yatiri (médico o curandero).

Algunos estudiosos aseguran que el ritual más importante es el challaco, deformación de los vocablos quechuas ch'allay y ch'allakuy, que se refieren a la acción de rociar con insistencia.

En el lenguaje de los campesinos del sur de los Andes Centrales, la palabra challar se usa como sinónimo de “dar de comer y beber a la tierra”.

El challaco, abarca una compleja serie de pasos rituales que comienzan en las viviendas familiares la noche de la víspera, durante la cual se cocina una comida especial, la tijtincha, que es un alimento preparado a base de carne seca, habas y maíz, las cuales se cocinan a fuego lento, entre 12 y 13 horas.

El 31 de julio es el día de la “llamada”, dedicado a sahumar las casas, huertas y corrales para alejar a los malos espíritus. El 1 de agosto por la mañana hay una intensa actividad, herrando caballos, marcando ganado y señalando ovejas con lanas de colores. 

 

En las casas, la ceremonia comienza bien temprano con el sahumado, que es la “limpieza” de las habitaciones. A primera hora, los habitantes de cada casa agradecen y piden perdón a la Pachamama en un rezo compartido.

Luego recolectan la basura de las esquinas de los cuartos la colocan en una pala con brasas y le agregan plantas de la zona llamadas genéricamente koa (que significa “la que se transforma en otra cosa”: humo), tratándose de varias especies nativas de distintas familias botánicas como la cha cha y la tola.

Un personaje central de la fiesta es el chachero (encargado de sahumar el ritual quemando cha cha), el cual permanece de rodillas ahuyentando los malos espíritus con humo. 

Su trabajo requiere de cierta habilidad: no debe producirse fuego porque se corta el humo. Si eso sucede, le cobran una “multa”, consistente en tomar un vaso de licor “a fondo blanco”. Al tercer error, lo cambian por otro. 

La pala humeando se pasa detrás de los armarios y bajo la cama para limpiar lo negativo del año anterior y conseguir protección, según el ciclo ancestral del calendario de cultivos aborigen. 

En las casas y comercios se comienza por el frente las entradas y las puertas rociando con vino y un clavel rojo y alcohol con un clavel blanco. Primero, con el clavel rojo y el vino, se challa hacia abajo, echando gotitas al piso. Luego a la pared o hacia arriba con el alcohol, usando el clavel blanco. Para la abundancia, prosperidad y salud se pone en la entrada y en todas las orillas del inmueble papel picado amarillo.

 ·         Homenajes comunitarios

Así como el ceremonial comunitario en general se denomina challa, el hecho puntual de “darle de comer y beber a la tierra hasta que quede satisfecha” al aire libre se llama corparchada.

 

Los asistentes a la corpachada deben lucir cordones blancos y negros de lana de llama, hilado hacia la izquierda (torsión en S del huso), llamado llojke yoki, y se atan en los tobillos, en las muñecas y en el cuello, como amuletos para evitar el castigo de la Pachamama 

Al inicio de la ceremonia se suelen tomar tres hojas de coca, se las sopla al viento y se les pide a los apus (espíritus de las montañas) algún deseo. Se le sacan los cabitos a las hojas y se ponen en la boca (luego se guardan).

Luego se enuncia la siguiente frase en quechua a quien está a nuestro lado (con otras tres hojitas): jallpay kusunchis y el compañero responde urpillay soncoyay. Cada rezo es un deseo y un agradecimiento.

N. del R.: Lamentablemente no se ha podido conseguir la traducción de estos rezos, que se replican en cuantos artículos se publican periódicamente.

Luego se puede enunciar un rezo de agradecimiento al espíritu del cielo, a la Pachamama, y a los elementos que sostienen la vida: al fuego, al aire, al agua y a la tierra.

En un pozo no muy profundo, en un lugar determinado, al aire libre (si es posible cerca de un manantial o fuente de agua), se realiza la ofrenda a fin de hacer desaparecer los males de la tierra y además para agradecer, pedir y bendecir los frutos que vendrán.

En el pozo se vuelcan alimentos y bebidas consagrados especialmente: frutas, comidas tradicionales, chicha, harina, jugos y miel.

 

Los “challadores” reparten ofrendas de comida y un “servidor” de bebida reza en quechua para comenzar a arrojar en el pozo chorritos de bebidas alcohólicas, respetando siempre que el primer sorbo de la bebida es para la Pachamama.

 

En la actualidad se le ha sumado a la tradicional chicha de maíz otras bebidas como vino, cerveza, whisky y fernet. De cada una de ellas deja caer chorritos con reverencia y prueba un poco cada bebida.

En la corpachada se puede incorporar al pozo un acullico (hojas de coca mascadas), o solo la coca, la llicta. Esta es una masa semiblanda hecha a base de papas hervidas y cenizas de ciertas hierbas, con sabor salado y coloración gris oscura. Se le da forma de bollo pequeño y se mastica para hacer que el acullico de hojas de coca recupere el sabor cuando lo ha perdido después de mucho mascarlo.

Otros bocados son de tijtincha, locro, humita y papines. Más acá en el tiempo también se incorporó caña quemada con ruda macho macerada en la bebida espirituosa.

Entre otros objetos antiguamente se ofrecía mullu (molusco llamado oro rojo de los Incas), y sobre todo el feto de la llama, que, según una creencia, aseguraba la fertilidad de la tierra para que asegurara la cosecha.

Así a la tierra se le da de comer y de beber. También se suele enterrar el llojke yoki que llevan como amuleto en tobillos, muñecas y cuello.

Algunos ofrendan cigarrillos encendidos que clavan en la tierra para que la Pacha los fume: si se apagan rápido, la persona no tendrá un buen año, pero si se consumen solos (quedando una columna de ceniza), ese alguien estará en comunión con la tierra.

 

Luego de las ofrendas y el entierro se rompe un cántaro que contiene chicha y se tapa el pozo que luego se los cubre con tierra, piedras y flores, mientras se pronuncian rezos en quechua.

El grupo familiar, sus parientes y amigos participan más tarde de una comida ritual basada en el consumo de carne hervida (cabezas de llama u oveja), maíz, habas secas y mote (forma de conservar el maíz, descascarado en agua y sal).

La tarde se prolonga hasta el amanecer con cantos y bailes. 

La Pachamama, más otras deidades como Mallku (protector de las alturas), y Amaru (que aseguraba el agua de riego), conforman la trilogía de la percepción aimara sociedad-naturaleza y sus cultos son las formas más antiguas de celebración que los aimaras realizan.

Estas celebraciones varían de acuerdo a la etnia y con el paso de los años, en los que se agregan elementos post coloniales, y en varios lugares andinos, como en la tierra de los huarpes de San Juan y norte de Mendoza, se adopta para el 1 de agosto la quema de jarilla o aguaribay. 

Desde los inicios de invasión europea en estos territorios la celebración se lleva a cabo el primer día del mes de agosto, durante todo el mes, y en muchos lugares también el primer viernes de cada mes. 

Adaptación post colonial 

Cuando los primeros conquistadores españoles llegaron a comienzos del siglo XVI, se encontraron con el culto a la Pachamama. No solo lo aceptaron, sino que participaban de él, muy a pesar de algunos curas que intentaban imponer la religión de un Dios único, desconocido para los indígenas.

 

Ellos ya veneraban a Viracocha (dios creador, el señor supremo de todo el reino), a Inti, (el sol), y a Quilla (la luna), junto a la Pachamama.

 

Fueron esos conquistadores los primeros en dejar testimonio de las celebraciones hacia las divinidades incaicas, que duraban días. Para los indígenas, la tierra es la posesión más valiosa ya que cuidándola se conserva su bien más preciado, que es el alimento.

 

Algunos viajeros describieron a la Pachamama como la Venus incásica.

 

El culto a la Pachamama, se lo denomina Allpa Mamay o Ashpa Mamay, en La Rioja o Santiago del Estero, y el Pueblo Atacama llama Apata joiri.

Hoy es habitual que los quechuas, los aimaras y sus descendientes combinen el tradicional culto a la Pachamama con la religión católica, predominante en los países sudamericanos donde se asientan. Esto hace que los rituales y las ofrendas a la Madre Tierra se desarrollen de manera paralela a otras festividades y actos típicos del cristianismo. 

A pesar de esto se debe tener en cuenta que para los pueblos nativos la Pachamana encierra en si mismo el concepto de un dios y el concepto de producción (todo en un mismo “paquete”, o sincretismo), situación que no ocurre con el catolicismo, que “despega” a un dios de una producción agrícola. 

Otros sacerdotes más pragmáticos equipararon la figura de la Virgen María a la de la Pachamama, y hoy muchas familias son cristianas y “pachamamistas”.


En Bolivia, la Pachamama es identificada con la Virgen de Copacabana, en La Paz con la Virgen de Urkupiña, en Oruro con la Virgen del Socavón, y en Puno (Perú), la Pachamama es identificada con la Virgen de la Candelaria

Un antecedente artístico e histórico de este sincretismo lo constituye la representación de la Virgen Cerro del siglo XVIII, en la que el Cerro Rico de Potosí es antropomorfizado adquiriendo la imagen de la Virgen.

Los cambios de costumbres pos coloniales también influyeron en la corpachada, ya que el vino, la cerveza, la ruda y el licor de caña no se conocían en esta parte del mundo.

Otras madres tierras

Si bien otros pueblos nativos (como los Mapuches), tienen sus rituales para la Madre Tierra el 1 de agosto de cada año, no se debe confundir la Pachamama Quechua o Aimara con la Ñuke Mapu, que es un concepto mapuche más filosófico que divino o religioso.

Ñuke Mapu que significa literalmente Madre Tierra para este pueblo, a diferencia de lo que la Pachamama significa para los quechuas, no es una deidad pero sí es sumamente importante para su cultura. 

Este concepto no simboliza la tierra geológica sino que es una representación del mundo mapuche en la cosmografía y simboliza a su vez, la interrelación de los mapuches entre sí.

La forma en la que el pueblo se comunica con este “todo” es a través de los espíritus conocidos como Ngen que se encuentran en diferentes elementos de la naturaleza tales como los manantiales, los cerros y las vertientes; también los altares donde realizan sus rituales son un punto de conexión con la Ñuke Mapu.

Al comienzo de cada año el pueblo se reúne para pedir perdón por sus errores y prometer cuidar de la naturaleza y de la cultura a la que pertenecen de forma responsable. La Madre Tierra es la que recibe esas ofrendas y esas oraciones y consigue que todo se mantenga en equilibrio. 

Los Mapuches creen que la vida es un estado cíclico donde el pasado y le presente cohabitan y donde el comienzo de cada año es un nuevo renace, por eso para ellos ese comienzo de año es como un volver a empezar y proponerse mantener ese equilibrio sagrado entre pueblo y naturaleza. 

En el caso de los huarpes rinden su homenaje a la Pecne Tao.

¿Por qué el 1 de agosto?

La creencia popular indica que la Pachamama tiene hambre a la salida del invierno, y si no se la nutre con las ofrendas, o si se la ofende, no accede a la protección de cultivos y ganados de la primavera que empieza. Por ello, al sincretizarse las culturas, estas ceremonias se llevan a cabo el 1 de agosto de cada año.

El 1 de agosto se corresponde con la línea en el Oeste (Camino de los Incas o Qhapaq Ñam), en la Cruz Incaica o Chacana, trazada en un ángulo de 45º respecto al Norte o solsticio de invierno). Es la fecha en que “se empiezan a ir los fríos” y hay que prepararse para las siembras de verano. 

La Pachamama, dueña de las cosechas y del ganado, rectora de las estaciones y proveedora de vida, debe ser agasajada por el hombre como a ella le gusta. No cumplir con ella implicaría terremotos, sequías, inundaciones, heladas, incendios, granizo, huracanes, hambre, enfermedades y muerte. 

Las clásicas ofrendas enterradas van acompañadas actualmente por ferias artesanales, comidas de diferentes comunidades coyas y festivales de música y danza.

Si bien no es un feriado nacional, el ritual es vivido como un día tanto o más importante que otras celebraciones post independentistas en esta parte del país. Anualmente las principales celebraciones por la Fiesta Nacional de la Pachamama de los Pueblos Andinos en Argentina se realizan en San Antonio de los Cobres y Tolar Grande (Salta), y Purmamarca, Tumbaya, Valle Grande (Jujuy), y en varias localidades de la Puna catamarqueña o riojana.

Se realizan ceremonias a la Pachamama en ocasiones especiales (como iniciar un viaje), o al pasar por una apacheta.

El esnobismo argento

A través de los migrantes, la celebración a la Pachamama se ha hecho conocida en otros lugares, y se ha expandido a numerosas ciudades y grandes metrópolis modernas como Buenos Aires.

Los migrantes respetan a su deidad aunque estén lejos de su tierra, pero el esnobismo porteño de Argentina permite ver (desde los años noventa), gente irreverente que vuelca al suelo un poco del vino o de cerveza que está por beber “para la Pachamama”.

Otros, un poco más conscientes, cavan un pozo en el suelo e imitan irrespetuosamente (muchas veces groseramente), a la ceremonia original.

¿De qué cultura me hablan?

La página Web oficial del Ministerio de Cultura de la Nación (https://www.cultura.gob.ar/por-que-se-toma-cana-con-ruda-cada-primero-de-agosto_6220/), dice:

“Tomar caña con ruda el primer día de agosto es una costumbre que no pierde adeptos. Se cree que cumplir con este ritual atrae la salud y la suerte y aleja la envidia y los maleficios. Siete sorbos, tres tragos, uno largo, un vaso entero, y siempre en ayunas. Pero, ¿de dónde surge y qué significa?”

“Esta costumbre, enraizada en el norte argentino (más específicamente en las provincias de Misiones y Corrientes), se ha extendido por todo el país. Es una tradición milenaria, que proviene de los pueblos originarios de América que reconocían en la ruda múltiples propiedades medicinales contra parásitos y malestares gastrointestinales, además de su uso para calmar el ardor y la irritación de picaduras de bichos y alimañas. 

N. del R.: La Pachamama no pertenece a las culturas guaraníes, y por otro lado no es una costumbre milenaria (¿??) ya que la ruda es una planta originaria de países del Mediterráneo, que ingresó al continente con los españoles, por lo que ningún pueblo originario puede reconocer sus propiedades medicinales, que si conocían bien los introductores.

“Como en agosto se producían grandes lluvias, que junto al frío causaban muchas muertes en la población y en el ganado, crearon este remedio natural donde se mezcla la caña con la ruda para superar estos problemas”.

N. del R.: ¿Quién creó este “remedio popular”? ¿La muerte del ganado también “se cura” haciéndoles beber ruda y caña. Además, hay que contarles a los “genios” que llenan las páginas del Ministerio que Agosto, junto con Julio son los meses de menores lluvias en esa región, y que la temperatura media es del orden de los 17 ºC.

Originalmente se utilizaban licores fabricados con chañar, patay, tunas o algarroba, a los que se les agregaba la contrayerba o hierbas medicinales. Con la llegada de los europeos, los componentes fueron mutando hasta conformar la receta que hoy conocemos.

N. del R.: Si aseguran que la costumbre de beber caña con ruda proviene de los guaraníes, de Misiones y Corrientes (¿??), es menester decirle al Ministerio que el chañar, el patay y las tunas no crecen o se elaboran en esas provincias, y obviamente no son costumbres heredadas de las etnias Ava o Guaraníes.

Beber caña con ruda es una tradición relativamente reciente, vaya uno a saber inventada por quien, ya que esta planta, como dijimos, no es originaria de América sino del Mediterráneo y el Este de Asia.

A pesar de que la tradición (¿??), dice ser típica del noreste (¿??), del país, en los últimos años se extendió a todo el territorio argentino, aunque más por esnobismo que por convicción de mejoras personales.

N. del R.: A la Pachamana hay que darle de beber para homenajearla, no beberlo uno mismo para “homenajearse”, y al país hay que conocerlo un poco mas allá de la Av. General Paz.

El aprovechamiento de la ignorancia supina

Algunos autores bolivianos indican que el proceso de invención de la patria ancestral indígena en varios países de nuestra América del Sur “se ha basado en el pachamamismo, entendido como la construcción ideológica que instrumentaliza elementos indígenas, resaltando exotismos y fabricando otredades ficticias, con finalidades políticas y sociales ajenas a estos pueblos”.

“El abuso del “esoterismo folclórico” por parte del nacionalismo indigenista es una construcción política que responde sobre todo al tipo de “tradiciones inventadas” por las élites nacionalistas como justificación de la supuesta existencia e importancia de sus naciones”.

A las tradiciones hay que estudiarlas y respetarlas, no bastardearlas.

Bibliografía

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EL LITORAL. (2020). Día de la Pachamama: como homenajear a la Madre Tierra desde casa.  (www.ellitoral.com)

MINISTERIO DE CULTURA DE LA NACION ¿Por qué es bueno tomar caña con ruda cada primero de agosto? www.cultura.gob.ar › por-que-se-toma-cana-con-ruda-

PIGNATELLI, A. (2020). La Pachamama, los ritos de un culto a la madre tierra que perdura a través de los siglos.  www.infobae.com 

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WIKIPEDIA. Pachamama.  es.wikipedia.org › wiki › Pachamama.

 

Monografías complementarias

BURBA, J.L. (2016). La Chakana. La cruz más estudiada y menos entendida. Revisión Monográfica 10. http://100historiasargentinas.blogspot.com/

BURBA, J.L. (2016). Wiphala. La bandera que no sabemos usar. Revisión Monográfica 11. http://100historiasargentinas.blogspot.com/