Arrieros y troperos.
Alma y vida del comercio colonial y de las luchas por la independencia. Este
viejo oficio, heredado de los españoles, fue tan importante como la intensidad
de las armas y las estrategias de los contendientes.
Arrieros para llevar
vituallas de arriba para abajo, ida y vuelta, bajar la plata del Potosí, y
arriar los vacunos de San Martín en el Cruce de Los Andes.
Casi no tienen
nombre, pero se merecen que nuestros pueblos, plazas y calles los recuerden.
Algunos pasaron a la
historia, y el nombre de estos debería ser representativo de tantos otros, pero
no. Fueron miles: jóvenes, veteranos, soldados y civiles, indígenas, mestizos y
gauchos.
Hoy son pocos, pero
tan valiosos como aquellos.
Vaya acá un minúsculo
homenaje a semejante oficio que durante más de 300 años le sirvieron a la
Patria, andando por donde casi no se podía andar, y que solo el ferrocarril
pudo desplazar.