martes, 29 de diciembre de 2020

Historia con “relatos” versus la realidad Parte 3 (1813-1820)

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La presión del centralismo porteño aspira a más concentración del poder: Los Directorios.

Alvear, que “manejaba” la Asamblea del Año XIII promueve a su tío como Director Supremo, y este poco tiempo después le devuelve la gentiliza.

Muchos Directores en poco tiempo (algunos permanecieron solo 15 días), y tiempos de definiciones por el tipo de país que se pretendía.

En esos tiempos Artigas presionaba desde el litoral, San Martín pedía auxilio desde Mendoza, los congresales querían apurar la Independencia en Tucumán.

Poco tiempo después Buenos Aires y el resto de las provincias se divorcian, iniciándose un largo período de anarquía.


¡¡ Y dale con los unipersonalismos ¡!

Desde la instalación de la Asamblea del Año XIII, ésta mantuvo una superioridad política sobre el gobierno, pero a fines de 1813, dejó de reunirse casi por completo y dejó toda la iniciativa en manos del Segundo Triunvirato.

El 8 de setiembre de 1813 la Asamblea, fuertemente influenciada por las ambiciones de Alvear, decidió suspender por un tiempo sus sesiones y nombrar una comisión permanente de cinco miembros que debía convocar a los diputados en caso de necesidad.

Por la misma resolución autorizó al Triunvirato “para que obre de por sí, con absoluta independencia durante la suspensión de las sesiones”.

Esto significaba otorgar al gobierno “facultades extraordinarias”. Dice el documento: 

“La experiencia del mando y el conocimiento inmediato de nuestras transacciones han enseñado a este gobierno que, para dar el impulso que requerían nuestras empresas y el tino que nuestros negocios exigían, la concentración del poder en una sola mano es indispensable”.

Ante tales perspectivas, que anunciaban tiempos aún más difíciles, la Asamblea General Constituyente resolvió concentrar el poder en una sola persona que llevaría el título de Director Supremo de las Provincias Unidas,  que ejercería el Poder Ejecutivo. Este debería darle agilidad y mayor ejecutividad a las decisiones políticas y administrativas que debían tomarse ante la compleja situación que atravesaba el Río de la Plata.

El Directorio fue de carácter unitario, debido a que las autoridades residían en Buenos Aires y no había diputados del resto de las provincias.

Una vez establecido que se sucedería otra forma de gobierno, un Tercer Triunvirato de transición tomo el mando. San Martín, Matías de Irigoyen y Manuel de Sarratea ejercieron el poder provisoriamente de este Tercer Triunvirato hasta el nombramiento de un nuevo Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Debido a la fugacidad del gobierno (tan sólo dos días), no se aplicaron reformas y la obra de gobierno fue casi nula, siendo su única función evitar la acefalia del Poder Ejecutivo.

El siempre ambicioso Carlos María de Alvear, apoyado por un sector de la Logia Lautaro, promovió la elección del primer Director Supremo, que “cayó” en manos de su tío, don Gervasio Antonio de Posadas.

El Director se desempeñaría dos años en sus funciones, en las que era acompañado por dos secretarios, y un Consejo de Estado que lo asesoraría sobre todo en materia de política internacional.

Siguiendo la estrategia planteada por su sobrino, Posadas, renunció antes de terminar su mandato, asumiendo el mando ¿quién?, sino el mismísimo Carlos María de Alvear. 

La creación del Directorio inauguró la tradición de los poderes ejecutivos unipersonales en nuestra historia institucional, pero lamentablemente fracasó al emprender una política centralista y hegemónica sobre todo el territorio de las Provincias Unidas, pues dedicada a aplastar todo reclamo localista por parte de las provincias, fue llevando al país a sangrientas luchas fratricidas.

Al tiempo que crecía el desprestigio del Director Supremo al conocerse las gestiones que había encargado ante distintas monarquías para coronar en estas tierras a un príncipe extranjero, se afirmaban en el interior las ideas que del federalismo y las autonomías provinciales, como exigencias irrenunciables ante el avasallamiento de las pretensiones del centralismo porteño.

Aquella errática política dictatorial encontró su fin en 1820, cuando en la batalla librada en Cepeda, las fuerzas de las provincias de Santa Fe y Entre Ríos lograron derrotar las milicias que obedecían al Director José Rondeau.

Si bien tuvo inicios promisorios, con el tiempo aparecieron los problemas: en Europa, Napoleón había acabado trágicamente su campaña en Rusia y el rey español Fernando VII retornaba a su trono y se disponía a recuperar sus dominios americanos.

La suma de dificultades alcanzó su momento de mayor zozobra tras las derrotas de Manuel Belgrano en Vilcapugio y Ayohuma (octubre y noviembre de 1813), que puso fin a la Segunda expedición auxiliadora al Alto Perú.

Estas derrotas dejaron desprotegido el Alto Perú, bajo constante acecho de los realistas desde Lima. Sólo las montoneras de Martín Miguel de Güemes detenían parcialmente el avance español.

El año 1814 se inició con pronósticos pesimistas para el movimiento revolucionario iniciado en 1810. El optimismo que había alentado inicialmente la convocatoria de la Asamblea en 1813 cedió ante el temor del avance de los españoles sobre el territorio del Río de la Plata.

Fueron siete los Directores Supremos designados entre los años 1814 y 1820, sin embargo el tiempo de gobierno de cada uno de ellos fue relativamente breve:

·         Gervasio Antonio Posadas             11 meses

·         Carlos María de Alvear                   3 meses

·         José Rondeau                               (no alcanzó a asumir)

·         Ignacio Álvarez Thomas                 1 año

·         Antonio González Balcarce           15 días

·         Juan Martín de Pueyrredón             3 años

·         José Rondeau                               7 meses


Directorio de Gervasio Antonio de Posadas (enero de 1814 a enero de 1815)

Su gobierno estuvo, obviamente, influido por Alvear y por el sector alvearista de la Logia Lautaro. Declaró a Artigas “fuera de la ley y traidor a la patria”, que, en abierta lucha con Buenos Aires, no reconocía a las autoridades de la nación y continuaba luchando contra los españoles.

Creó una escuadra con la que Guillermo Brown bloqueó Montevideo y venció la flota española. Para “devolver gentilezas políticas” designó a su sobrino Alvear como jefe de las fuerzas sitiadoras de Montevideo en reemplazo de Rondeau.

Envió a Belgrano y Rivadavia en misión diplomática a Europa para obtener el reconocimiento de la Independencia por parte de Inglaterra y un arreglo pacífico con España. Designó a Alvear jefe del Ejército del Norte, pero la oficialidad se sublevó para sostener a Rondeau, y Posadas debió renunciar.


Directorio de Carlos María de Alvear (enero a abril de 1815)

Nombrado por la Asamblea, su gobierno fue muy accidentado, pues todos fueron desaciertos…como no podía ser de otra manera.

Desesperado porque Artigas hostilizaba al gobierno, los realistas amenazaban por el Norte y se temía la llegada al Río de la Plata de un ejército de 15.000 hombres al mando de Morillo, Alvear envió a Manuel José García que alcanzase a Belgrano y a Rivadavia en Río de Janeiro y les hiciera entrega de unas cartas donde ofrecía al gobierno inglés el “protectorado” de estas tierras.

Mandó tropas para batir a Artigas, pero parte de ellas se sublevaron en Fontezuelas (cerca de Arrecifes), mientras que al mismo tiempo estallaba en Buenos Aires una revolución tendiente a deponerlo.

En las calles se pidió la cabeza de Alvear y éste tuvo que huir hacia Río de Janeiro. Como resultado de esta revolución la Asamblea General Constituyente fue disuelta.

Durante su gobierno ofreció a Artigas la independencia de la Banda Oriental a cambio de la desocupación del Litoral argentino por parte de este. Debido al rechazo de Artigas, envió a Soler a ocupar la zona, nombrándolo Gobernador de Montevideo. Renunció debido a falta de apoyo político

Directorio de José Rondeau 

Fue elegido interinamente pero se hallaba al frente del Ejército del Norte, por lo que no pudo asumir, y lo substituyó el Coronel Ignacio Álvarez Thomas.

Directorio de Ignacio Álvarez Thomas (abril 1815 a abril de 1816)

Este oficial nacido en Perú, fue designado interinamente, pero fue el responsable de convocar a las provincias para un Congreso Constituyente que se reuniría en San Miguel de Tucumán.  

Intentó reocupar Santa Fe, pero sus tropas fueron derrotadas por Estanislao López.

Dada su condición de opositor a Artigas no permitió que la Banda Oriental participara del Congreso antes mencionado y renunció a su cargo, debido al fracaso en la intervención de la Provincia de Santa Fe.

 

Directorio de Antonio González Balcarce (abril a mayo de 1816)

Al hacerse cargo del gobierno recibió la noticia de que el 24 de marzo se había instalado en San Miguel de Tucumán el Congreso Constituyente que resolvió designar el 3 de mayo a Juan Martín de Pueyrredón.

Balcarce fue comunicado que hasta el arribo del nuevo mandatario su jurisdicción solo se reduciría a la Provincia de Buenos Aires.

 

Directorio de Juan Martín de Pueyrredón (mayo de 1816 a junio de 1819)

Nombrado por el Congreso de San Miguel de Tucumán, prestó eficaz apoyo a San Martín para la organización del Ejército de los Andes, y a Belgrano y Güemes para la resistencia en el Norte. Tuvo que sofocar una revolución federalista porteña, desterrando a Manuel Moreno, Dorrego, Agrelo y Pagola.

Luchó también contra los caudillos Artigas, López y Ramírez, distrayendo las tropas del Ejército del Norte. Intentó sancionar una constitución unitaria en 1819, cuyo fracaso por el fuerte rechazo de las provincias, lo llevó a la renuncia.

Directorio de José Rondeau (junio de 1819 a febrero 1820)

Designado como interino tras la renuncia de Pueyrredón, durante su gobierno continuó el apoyo a San Martín y Belgrano. Sin embargo, no obtuvo apoyo político de las demás provincias.

Rondeau intenta recurrir al Ejército de los Andes y el del Norte para combatir a los caudillos del litoral. San Martín se niega y parte del ejército del Norte, liderado por el General cordobés Juan Bautista Bustos, se subleva en la posta de Arequito (el Motín de Arequito), y se niega a apoyar al Director Supremo.

Se disuelve el Directorio y el Congreso Nacional, pero la acefalía, es cubierta por el Cabildo de Buenos Aires, aunque pierde la calidad de capital. Los caudillos de Santa Fe (Estanislao López), y de Entre Ríos (Francisco Ramírez), ambos federales y lugartenientes de Artigas, lo derrotaron en la Batalla de Cepeda. Tras las victorias federales Rondeau renuncia.

Juan Pedro Aguirre Asumió como interino tras la renuncia de Rondeau, pero debido a la derrota en Cepeda el Directorio se disolvió y debió renunciar diez días después de haber asumido.

Otro intento de re organización, y van….

Los gobiernos directorales irían poco a poco perdiendo poder. Se inició así el período denominado la Anarquía del Año XX en donde surgieron las autonomías provinciales. El país quedó desde entonces integrado por trece provincias autónomas (“los trece ranchos” según Mitre).

Bustos propugna la reorganización del país bajo el sistema federal convocando a un Congreso que realizaría sus primeras sesiones en Córdoba.

“Las facciones que se han alternado en Buenos Aires desde el 25 de Mayo de 1810 arrebatándose el gobierno las unas a las otras se creyeron sucesoras legítimas del trono español respecto de nosotros, y con un derecho ilimitado a mandarnos sin escuchar jamás nuestra voluntad”.

Es un enunciado implícito de la igualdad de todas las provincias. Partiendo de esa igualdad habrá de sostener la idea federal.

Continúa diciendo: “Es necesidad que todos nos apuremos a cimentar el nuevo sistema federal, que es el único adaptable a las presentes circunstancias y al que la mayor parte de estas provincias ha tendido continuamente”

.… pero esa es otra historia.

 

Bibliografía

DE MARCO, M.A. (2014). La Revolución de Mayo (1810-1812). En Nuestra Historia. Orbit Media S.A. Buenos Aires.

LUNA, F. (1993). 1810 y sus efectos. En: Argentina se hizo así. Vol. III ADISA. Buenos Aires.

LUNA, F. (1993). La búsqueda de una fórmula política. En: Argentina se hizo así. Vol. IV. ADISA. Buenos Aires.

ROSA, J.M. (1972). Historia Argentina. Tomo II. La Revolución (1806-1812). Editorial Oriente S.A. Buenos Aires

ROSA, J.M. (1972). Historia Argentina. Tomo III. La Independencia (1812-1826). Editorial Oriente S.A. Buenos Aires

TERNAVASIO, M. (2015). Historia de la Argentina, 1806-1852. Grupo Editorial Siglo Veintiuno. Buenos Aires.

TERNAVASIO, M. (2016). Gobernar la revolución: Poderes en disputa en el Río de la Plata. 1810-1816. Grupo Editorial Siglo Veintiuno. Buenos Aires.

 

 

 

 


miércoles, 2 de diciembre de 2020

Historia con relatos versus realidad Parte 2 (1811-1813)

 

 

Como ya dijimos, nuestra Argentina de hoy no es un país “fácil”, como tampoco lo fueron nuestros comienzos: posturas ideológicas casi irreconciliables; egos inmensos; autoritarismos imperdonables, y conceptos de Patria y Pueblo diferentes, solo por nombrar algunas.

Intereses irreconciliables entre Buenos Aires y las provincias, generaron cambios y golpes de estado institucionales velados.

La Junta Grande era considerada “muy grande” y por lo tanto poco efectiva para la toma de decisiones fundamentales.

El Cabildo de Buenos Aires la presionó para formar un nuevo gobierno, con la condición que el poder quedar en pocas manos, y si esas manos eran porteñas, mucho mejor.

Así surgió el Primer Triunvirato, y así siguió la historia en el Segundo Triunvirato, y aunque poco se sabe, también hubo un Tercer Triunvirato encabezado por San Martín, que duró lo que dura un suspiro.

El centralismo y el federalismo comenzaron a tomar forma y fuerza.

Para cambiar de formas de gobierno no existían fórmulas secretas. Siempre se buscaba alguna razón que justificara un “golpe de timón”. Muchos de nuestros próceres tenían verdadera vocación “golpista”. Algunas veces con razones valederas (como la falta de representación democrática), y otras veces solo por diferencias ideológicas.

Las profundas críticas a la “inmovilidad” de las Juntas de Gobierno necesitaban de una situación que gatillara su salida. Esta fue la Batalla de Huaqui, también llamado el Desastre de Huaqui, en que el Ejército Real del Perú a cargo de Goyeneche batió a la Primera Expedición al Alto Perú comandada por Juan José Castelli.

Este hecho significó la pérdida de las pretensiones de la Junta sobre el actual territorio boliviano, la escisión definitiva entre el Rio de la Plata y el Alto Perú y sirvió para “apurar” un cambio de gobierno.

Jugando “al achique”: El Primer Triunvirato

La Junta Grande, era considerada “muy grande” y por lo tanto poco efectiva para la toma de decisiones fundamentales.

En septiembre de 1811, el Cabildo de Buenos Aires (institución que representaba a la clase dirigente), presionó fuertemente a esta para que ordenara la creación de un nuevo gobierno. Los hombres de Buenos Aires creían necesaria la concentración del poder para proceder con energía y celeridad y volver a las tendencias centralistas de la Primera Junta.

Por presión de las provincias la Junta Grande se transformó en la Junta Conservadora (que en realidad se llamaba Junta de Conservación de los Derechos de Fernando Séptimo).

Viendo este título, ¿Estamos seguros que las primeras Juntas de Gobierno querían separarse de España?

Fue un organismo creado con la intención de equilibrar el poder omnímodo que ejercía Buenos Aires, y para no perder su protagonismo y continuar existiendo se adjudicó la misión teórica de ejercer como poder legislativo.

La Junta Grande dictó un Decreto creando un Poder Ejecutivo cuya conducta debía quedar ajustada a las disposiciones que le dictara dicha Junta, y en el mismo Decreto, dispuso que los señores Diputados de los pueblos y provincias deberían integrar la Junta Conservadora, de la cual dependerían los miembros del nuevo gobierno.

En un típico golpe de estado institucional, que sería conocido como Primer Triunvirato, (formado por Feliciano Chiclana, Manuel de Sarratea y Juan José Paso), se da lugar a mayores confusiones de roles de los protagonistas de la época.

Las relaciones entre la Junta Conservadora y el Triunvirato no estaban bien definidas. ¿Quién tenía el poder? ¿Quién ejercía el poder legislativo y el judicial?

Cuando la Junta Conservadora sancionó un Reglamento Constitucional, los triunviros lo sometieron a la decisión del Cabildo de Buenos Aires, dejando en claro que este era superior a la Junta, y alentó al Cabildo a rechazarlo.

Este Primer Triunvirato estuvo “acompañado” por Bernardino Rivadavia, como Secretario de Guerra; José Julián Pérez, de Gobierno y Vicente López de Hacienda.

Debido a que Paso y Chiclana, formaban parte del nuevo Gobierno, Buenos Aires eligió a José Francisco Ugarteche y a Fray Ignacio Grela, como diputados “suplentes”. Con esta maniobra, el nuevo organismo quedaba conformado por cinco porteños y un solo provinciano (José Julián Pérez).

Había triunfado una vez más la tendencia centralista, representantes del más absoluto “porteñismo”, cuyo más calificado adalid fue Bernardino Rivadavia, sostenedor a ultranza de que la difícil situación externa e interna que se vivía, obligaban a establecer un gobierno centralizado que, desde Buenos Aires, impusiera su autoridad sobre el resto del territorio.

Ambos organismos, el Triunvirato y la Junta Conservadora comenzaron así la gestión de un gobierno compartido, el primero como responsable del Ejecutivo y el segundo del Legislativo, pero no tardaron en distanciarse, a causa de graves divergencias políticas.

La Junta Conservadora bajo la influencia del Deán Gregorio Funes, representaba el sentir de las provincias, que también, es justo decirlo, aspiraba al predominio político ya que si bien, el Triunvirato representaba al núcleo dirigente de la capital, la Junta, aunque disminuida y desprestigiada como lo estaba, era en esos momentos la expresión del país entero.

La confusión de ambos organismos en pugna, pronto produjo graves inconvenientes a las autoridades del interior, que no sabían a qué atenerse. Predominaba el desorden institucional provocado por esta situación.

Para “cortar por lo sano” a principios de noviembre de 1811, por medio de un Decreto de Rivadavia (que lo hizo “por la suya”), la Junta Conservadora fue disuelta. Como la Junta se quejó del procedimiento, el Triunvirato la disolvió oficialmente, al final de ese mes.

Unas semanas más tarde, los diputados del interior fueron expulsados de la ciudad, acusados de haber fomentado el "Motin de las trenzas", movimiento generado por el Regimiento Patricios cuando sintió amenazado su poder por parte del Triunvirato.

Demostrando su tendencia centralista, el Triunvirato suprimió las Juntas Provinciales en diciembre de 1811, reemplazándolas por Gobernadores y sus delegados elegidos por él, los que, obviamente, eran, en su gran mayoría, porteños.

También postergó la definición de la declaración de la independencia y la sanción de una constitución. Se inició una etapa de marcado centralismo, fundamentado en que era necesaria la concentración del mando para conducir al país en medio de la guerra: las decisiones se tomaban en la Capital y debían llegar a todas las provincias.

Este centralismo llega “disfrazado” hasta nuestros días, y para muchos historiadores este fue el nacimiento del unitarismo y la debacle de las provincias.

En enero de 1812 el Primer Triunvirato sancionó el Reglamento de Institución y Administración de Justicia del gobierno Superior Provisional de las Provincias Unidas del Río de la Plata, que reemplazó la Real Audiencia por la Cámara de Apelaciones.

En algo más de 18 meses de funciones, el Triunvirato marcó como acción de gobierno:

·        Declaró la libertad de prensa.

·        Aprobó la ley de seguridad individual.

·        Creó el Gobierno Intendencia de la Provincia de Buenos Aires.

·       Ordenó a Manuel Belgrano llevar tropas patriotas a proteger el pueblo de Rosario de los ataques navales españoles que partían desde Montevideo.

·        Aprobó la utilización de la escarapela blanca y celeste, para su uso en el ejército.

·        Nombró a Manuel Belgrano General en jefe del Ejército del Norte.

·        Ordenó al Teniente Coronel José de San Martín la formación de un cuerpo especial de caballería, que sería conocido con el nombre de Regimiento de Granaderos a Caballo.

·        Prohibió la introducción de esclavos en el territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

 

El Primer Triunvirato, absolutamente influenciado por su secretario, Bernardino Rivadavia, mantuvo la política de aparente fidelidad al rey Fernando VII de España, postergando toda definición sobre el tema de la independencia y la constitución, aunque la guerra contra los realistas continuaba.

Mientras tanto el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, aliado de España en la guerra contra Napoleón Bonaparte, aconsejaba mantener el reconocimiento del rey español cautivo.

Esta fue la esta razón por la que Rivadavia le ordenó a Manuel Belgrano que guardara la bandera celeste y blanca que había presentado a las tropas en las barrancas del Río Paraná.

La estrategia centralista del Triunvirato, mirando solo los intereses de Buenos Aires, era replegarse a posiciones defensivas y negociar cualquier salida “cómoda” a sus intereses:

 

·         Dejar avanzar a las fuerzas de Portugal y Brasil y sobre la Banda Oriental, en apoyo de los realistas de Montevideo.

·         Negociar un armisticio con el Virrey Francisco Javier de Elío, por el que se puso fin al sitio de Montevideo.

·         Dejar a la Banda Oriental, a los pueblos entrerrianos de Gualeguay, Gualeguaychú y Concepción del Uruguay, en poder español.

·         Ordenar a Belgrano, a cargo del Ejército del Norte, que, en caso de un avance realista, se replegara hasta Córdoba, abandonando la totalidad de la provincia de Salta, que en ese momento incluía también las actuales provincias de Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca.

El principal jefe de los gauchos de la Banda Oriental, José Gervasio Artigas, rechazó el acuerdo celebrado entre el Triunvirato y los realistas y se trasladó al Campamento de Ayuí, seguido por gran parte de la población oriental, episodio conocido como el Éxodo del Pueblo Oriental.

En julio de 1812, Bernardino Rivadavia “descubrió” una conspiración de españoles contra el gobierno. Durante las investigaciones (basadas en pruebas y confesiones extremadamente sospechosas), Rivadavia extendió la acusación a Martín de Álzaga, héroe de la época de las invasiones inglesas, y a un extenso grupo de partidarios, casi todos españoles.

Álzaga y sus presuntos seguidores fueron sometidos a un proceso criminal secreto y expeditivo, por el cual fueron condenados a muerte.

Las ejecuciones comenzaron el 4 de julio y, en total, fueron ejecutados más de 30 hombres, incluidos jefes militares, frailes y comerciantes, y sus bienes fueron expropiados.

Caben entonces las dudas de que la conspiración haya sido real o si en realidad la inclusión de Álzaga entre los acusados no haya sido una venganza personal de Rivadavia por una vieja afrenta.

La acción de los miembros del Triunvirato estuvo limitada por sucesivas luchas por el poder. Con este gobierno, los morenistas lograron neutralizar a sus adversarios, pero las luchas internas y la amenaza de una invasión por parte de Brasil  minaron su poder.

Mientras tanto los hermanastros José de San Martín y Carlos de Alvear, recién llegados de España, organizaron una sociedad secreta, la Logia Lautaro, con la finalidad de luchar por la independencia y la organización constitucional en América, fortalecer la unidad política y militar de la revolución y planear una estrategia global frente al poder de los españoles.

A principios de octubre llegó a la capital la noticia de que, contrariando las órdenes del Triunvirato, Manuel Belgrano, jefe del Ejército del Norte, había enfrentado la invasión realista en la batalla de Tucumán, logrando una importante victoria. Esta noticia derrumbó el prestigio que podría haber mantenido el Triunvirato.

José de San Martín, conjuntamente con los miembros de la Logia Lautaro y la Sociedad Patriótica coincidió en privilegiar la organización del Ejército Libertador y la declaración de la Independencia.

La renovación de los triunviros estaba estipulada para octubre de 1812. Aprovechando esta situación, la logia intentó llegar al poder apoyando la candidatura de Bernardo de Monteagudo, pero “para variar”, el Triunvirato logró el rechazo de Monteagudo y la elección de Pedro Medrano, allegado de Rivadavia, asegurando la continuidad de su política.

Al ver cerrado el camino al gobierno la Logia planificó un golpe de estado que se produjo el 8 de octubre de 1812. En la madrugada, con las tropas del Regimiento de Granaderos a Caballo, bajo el mando de San Martín, y del Batallón de Arribeños, al mando de Francisco Ortiz de Ocampo las tropas ocuparon la plaza.

Después de ciertas vacilaciones, renunció el Triunvirato y el Cabildo, como depositario del poder, constituyó un Segundo Triunvirato, que estaba en sintonía con la Logia Lautaro. La elección fue luego ratificada por el pueblo.

El Segundo Triunvirato

El Cabildo cedió ante las exigencias de los revolucionarios y nombró un nuevo Triunvirato que gobernó las Provincias Unidas del Río de la Plata durante 15 meses entre el 8 de octubre de 1812 y el 31 de enero de 1814, compuesto originalmente por Juan José Paso, Nicolás Rodríguez Peña y Antonio Álvarez Jonte, siendo reemplazados por José Julián Pérez, Gervasio Posadas y Juan Larrea.

Del nuevo gobierno no tomó parte ningún militar, “para evitar que se creyera que era surgido de un golpe de estado” (¿?).

Antes de tomarles juramento a los miembros del gobierno, se les impuso la obligación de convocar, a la mayor brevedad posible, una Asamblea General Constituyente en que estuvieran adecuadamente representadas todas las provincias, que declarara la independencia y sancionara una constitución.

Los principales actos de gobierno de 15 meses del Segundo Triunvirato fueron:

·         Ordenar el arresto de Bernardino Rivadavia quien fue obligado a alejarse de la capital. También a Juan Martín de Pueyrredón se le ordenó retirarse a San Luis y el sacerdote y periodista Vicente Pazos Kanki (rival de Bernardo de Monteagudo), fue detenido y desterrado.

 

·         Establecer, con sede en Buenos Aires, la Asamblea General Constituyente, conocida como Asamblea del año XIII.

 

·         Crear la Escuela de Medicina bajo la dirección de Cosme Argerich, la misma sería una de las bases para la fundación de la Universidad de Buenos Aires. 

·         Crear la Intendencia de Cuyo en los actuales territorios de Mendoza, San Juan y San Luis.

 

·         Crear la Escuadra Naval


Resumiendo: Nada dejaba conforme a todos. Los intereses del puerto seguían siendo muy fuertes, y el poder militar no era precisamente federal. A la Primera Junta la tildan de no representativa, a la Junta Grande la acusan de inoperante por supernumeraria, y se crean los Triunviratos.

Nadie sabía a ciencia cierta quien tenía el verdadero poder. El Cabildo (con funciones municipales), era de Buenos Aires, no representativo de todas las ciudades y pueblos del interior, sin embargo terminó imponiendo sus pretensiones de ejercer todo el poder desde la Capital.

La Asamblea del año XIII fue el momento más radical de la revolución: libertad de prensa, libertad de vientre, extinción del tributo, la mita y el yanaconazgo, supresión de títulos de nobleza y exclusión de la fórmula de juramento de fidelidad al rey Fernando.  

Alvear, “por la suya” cambia el juramento en nombre de la nación, y los representantes de las provincias sienten que pierden poder frente a los centralistas. Esto, obviamente, generó un conflicto por ser percibida como avasallamiento a los derechos de representación particular y reclamos de autonomía.

Se definían dos tendencias:

·         La centralista, con una forma de gobierno indivisible y centralizado, soberanía única e indivisible; ordenamiento unitario para las provincias del ex Virreinato y preponderancia de Buenos Aires por su condición de capital del Virreinato y cabeza de la revolución.

Proponía congresos rioplatense dominado por grupos porteños centralistas con el control de las designaciones del Poder Ejecutivo (primero el Segundo Triunvirato y luego en 1814 un Director Supremo)

·         La federalista proponía la autonomía para las ciudades, la soberanía segmentada y la igualdad a todas las ciudades como sujetos de derechos soberanos. El epicentro fue la Banda Oriental, bajo el liderazgo de José Gervasio Artigas

Otra movida unitaria: Los Directorios

La llamada Aasamble del año XIII, dictaminó, a fines de 1813 la creación de un cargo unipersonal que ejercería el Poder Ejecutivo. El Directorio fue de carácter unitario, debido a que las autoridades residían en Buenos Aires y no había diputados del resto de las provincias.

… pero esto es otra historia

 

Bibliografía

DE MARCO, M.A. (2014). La Revolución de Mayo (1810-1812). En Nuestra Historia. Orbit Media S.A. Buenos Aires.

LUNA, F. (1993). 1810 y sus efectos. En: Argentina se hizo así. Vol. III ADISA. Buenos Aires.

LUNA, F. (1993). La búsqueda de una fórmula política. En: Argentina se hizo así. Vol. IV. ADISA. Buenos Aires.

ROSA, J.M. (1972). Historia Argentina. Tomo II. La Revolución (1806-1812). Editorial Oriente S.A. Buenos Aires

ROSA, J.M. (1972). Historia Argentina. Tomo III. La Independencia (1812-1826). Editorial Oriente S.A. Buenos Aires.

TERNAVASIO, M. (2015). Historia de la Argentina, 1806-1852. Grupo Editorial Siglo Veintiuno. Buenos Aires.

TERNAVASIO, M. (2016). Gobernar la revolución: Poderes en disputa en el Río de la Plata. 1810-1816. Grupo Editorial Siglo Veintiuno. Buenos Aires.

 


sábado, 31 de octubre de 2020

La Rubia Moreno. Algo más que una pulpera


 

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Cuando escuché por primera vez esa zamba llamada La Rubia Moreno en la voz del “turco” Cafrune, quedé sorprendido por la descripción de esta mujer. La “ví” cientos de veces, ya que la letra de don Cristóforo Juárez permitía que la imaginación volara.

Ahora que tengo tiempo de meditar las cosas y tratar de documentarlas, veo que mi imaginación se quedó corta. La Rubia Moreno era mucho más que una pulpera.

Valiente como pocas y comprometida política y socialmente, merece que conozcamos un poco más de su corta, pero rica historia. Parte de su vida está poco documentada y se mezcla con la leyenda, pero como dijo el poeta: “cuando se mezcla la leyenda con la historia, es mejor quedarse con la leyenda”.

Quien fue “la rubia”


Habría nacido en 1840 en Santiago del Estero. Su familia, de origen vasco francés, dedicados al traslado de carretas entre Tucumán y Rosario, se establecieron en “los pagos del Dulce” con un comercio de ramos generales, que incluía la pulpería.

Este estaba ubicado en la bajada del antiguo camino del El Polear, cerca del Río Dulce, aproximadamente donde hoy se encuentra el barrio Misky Mayu (nombre del Rio Dulce en quechua), en La Banda, al sudeste de la ciudad Capital. 

El matrimonio esperaba la llegada de un varón, pero la naturaleza quiso que naciera una hermosa niña de cabellos rubios y ojos claros. Como el nombre ya estaba elegido, y nadie estuvo dispuesto a cambiarlo la llamaron Santos. 

Como nadie quería reconocer su nombre de Santos para llamarla, se la conocía como “La Rubia Moreno”. 

De niña le enseñaron a cazar animales en el monte y a “eludir acciones indebidas”. Dicen que maneaba hacienda con tanta o más habilidad que los varones y que jugaba muy bien al “visteo”, un juego en que luego de tiznarse los dedos se jugaba a la espada, donde perdía el que se dejaba manchar la cara. 

Luego siguió el juego usando palitos tiznados, lo cual, naturalmente, la preparó para el uso del puñal, que su padre le regaló cuando cumplió los 15 años. Ella acostumbraba llevarlo adelante, del lado izquierdo, no atrás como lo hacían los gauchos. Completando su imagen se asegura que era muy buena jugando al truco y a la taba. 

Siendo adolescente murió su mamá, y fue su padre quien la crio y educó en las tareas rudas de la vida de campo de aquella época. Cuando la joven tenía unos 20 años, su padre decidió que le ayudara en el negocio de la familia.

 

Según cuenta Cristóforo Juaréz, autor de la letra de la zamba que la recuerda, y que lo había escuchado de don Clodomiro Carabajal (hombre nacido en 1866), la Rubia Moreno hablaba español y quechua, sabía leer y escribir, y se destacó por ser una buena nadadora que competía con el oleaje del río en las crecidas.

 

Su padre la puso a llevar la cuenta de los que cruzaban y la carga que llevaban por el paso de Horno Bajada sobre el Río Dulce. 

Dicen las mentas que Santos Moreno era una bellísima mujer, rubia, de ojos verdes, con una presencia que se destacaba en aquél lugar. Más allá de su carácter duro, con gestos imperativos y acostumbrada mandar y dar órdenes (posiblemente como consecuencia de la adaptación al ambiente de la pulpería), era frecuentada por quienes pasaban por ese camino, generalmente soldados, reseros y troperos. 

La identificación con el medio llegaba a tal punto que las ropas femeninas usuales en la época las había cambiado por una falda roja, cuyo origen sería un poncho, los cabellos ceñidos por una vincha y calzada con alpargatas. 

Se dice que cuando entraba en la pulpería se hacía un silencio casi marcial, ante el respeto y la imponencia de aquella joven que imponía sus pasos en los tablones con un talero (rebenque corto y grueso), en su mano. 

La guerrillera 

Las luchas políticas de la época no le fueron ajenas. Se convirtió en ferviente adherente al partido liberal, que en Santiago del Estero lideraban los unitarios Ramón Antonio ‘Antonino’ y Manuel Baldomero Taboada Ibarra, aliados de Mitre y, paradójicamente, sobrinos del líder federal Juan Felipe Ibarra. 

Para entonces, la Rubia Moreno, a sus 27 años,  ya era esposa de Juan Manuel Barrionuevo, aunque hay autores que dudan de que haya tenido una pareja estable. 

En este marco, y ante el inminente enfrentamiento con las fuerzas federales de Felipe Varela, fue ella quien convenciera a su padre y a su esposo a hacer un importante aporte a la causa de los Taboada, con una gruesa parte del patrimonio familiar, incluyendo hacienda vacuna y caballos. 

Además, los convenció para que se alistaran en sus tropas, llevando también a sus peones. 

El 10 de abril de 1867 tuvo lugar uno de los más  cruentos enfrentamientos de las guerras civiles argentinas: la batalla del Pozo de Vargas (La Rioja), de la cual la historiografía y el folklore han escrito muchas páginas y versiones. 

Los federales fueron rechazados y obligados a la dispersión propia de las derrotas, sin embargo la “Rubia Moreno” no podía festejar el resultado: su propio padre fue muerto a degüello. 

La militante social

El negocio familiar quedó a su cargo. Su fama y respeto la hicieron intocable. Allí se sembraba como para alimentar a una tropa de paso, se acopiaban cuero, lana, lazos, riendas, jerguillas, bozales y tejidos de todo tipo.

 

Sus fiestas de carnaval con las consabidas “trincheras” eran de renombre. La fama de su dueña y su buen trato hizo de ella la madrina preferida de todos los niños, los que luego de crecidos la llamaban Mamá Rubia. 

La Rubia Moreno no tuvo hijos de sangre, pero se llenó de hijos “del corazón” cuando les daba de comer, los vestía y los calzaba a todos los changuitos de sus pagos aunque su estado de pobreza no se lo permitiera. 

Ya que estaba los hacía bautizar y en muchos casos, hasta tenía que ponerles nombre, y lo mismo acontecía con más de un paisano que precisaba una palabra de aliento o apoyo. 

Pobre y abandonada 

Hacia 1870, cuando los Taboada perdieron su poder, ella perdió lo poco que le quedaba, asediada por la oposición quienes la identificaban políticamente “taboadista”.

El ocaso encontró a la Rubia Moreno en la más absoluta soledad y pobre, y el nuevo poder político la despojó de todos sus bienes. Nada se sabe de su esposo. Murió cerca de 1890, en la pobreza, cuando tendría solo 50 años. Sus restos, descansan hoy en el cementerio La Misericordia en Santiago del Estero, al lado del calicanto, según se dice.

Homenajes y reconocimientos  

La historia oficial nos tiene acostumbrados a que cuando muere “una persona común”, aunque haya sido notable durante su vida, no tiene reconocimiento alguno, pero por suerte existe la trasmisión oral de los hechos, los poetas y los músicos. 

A escasos 7 km del centro de Santiago del Estero se levanta una histórica finca que rememora un capítulo valioso en la luchas por la defensa de los ideales imperantes, enalteciendo, con su nombre, a una aguerrida mujer.

La figura de la Rubia Moreno perdura en la zamba que por título lleva su nombre, con versos de Cristóforo Juárez, musicalizada por Agustín Carabajal y registrada en SADAIC  el 18 de mayo de 1966, y que dice:

 

Rubia Moreno, pulpera gaucha
de falda roja, vincha y puñal.
No había viajero que no te nombre
por el antiguo camino real.


Hecha entre el bronco bramar del Dulce
solo sabía tu voz mandar.
Eran tus ojos dos nazarenas
bravas espuelas en el mirar.


Rubia Moreno guarda mi pueblo
a orillas del río natal.
Tu nombre heroico como figura,
como figura de cuño real.


Juntito al vado, tu rancho amigo
alzaba al cielo su banderín.
Por los carriles de cuatro vientos
venía el alerta de algún clarín.


¿Tuviste amores?..., ¿tuviste celos?...
Rubia pulpera sin corazón.
Eras más brava que las leonas
de los juncales del Albardón

 

Ahora que la conocés un poco mas, escuchá la versión de Jorge Cafrune en: 

https://www.youtube.com/watch?v=xkNoNEtg9RA

 

Bibliografía 

 

CUELLO, R. (2016). Historia de la zamba "La Rubia Moreno". EL FORO DE LOS CANTORES DEL ALBA :: HISTORIA. https://cantoresdelalba.foroactivo.com/.

 

LA BANDA DIARIO. (2009. LA RUBIA MORENO. https://labandadiario. com/rubia-moreno

 

LA GAZETA. DOÑA SANTOS MORENO “LA RUBIA MORENO” mujer santiagueña que se convirtió en leyenda ejemplar. www.lagazeta.com.ar

 

SABOLDELLI, C. (2014). La “Rubia Moreno”, capitana. Serie: Caciques, cautivas y algunos héroes sin recuerdo. Especial para UNO. https://www.unoentrerios.com.ar/a-fondo/la-rubia-moreno-capitana-928253.html.

 

WIDMANN MIGUEL, E.F. (2017). La Rubia Moreno. IberInfo.   Historias y Sucesos. Buenos Aires. https://iberinfonoticias.wixsite.com/buenos-aires/ 

 

Revisiones relacionadas

BURBA, J.L, (2016). Pozo de Vargas. ¿Quién escribe la historia y quien la canta? Revisión Monográfica 8. http://100historiasargentinas.blogspot.com/

BURBA, J.L. (2018). Felipe Varela. El señor de Guandacol. Revisión Monográfica 75. http://100historiasargentinas.blogspot.com/