miércoles, 31 de marzo de 2021

Potosí: de gran Ciudad Imperial a vergüenza internacional

 

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Tenemos mucha vinculación con el Potosí. Nos llamamos Argentina por él. Argentum en latín quiere decir plata, aquel lujoso metal por el que vivió (…y viven), y murió (…y mueren), tanta gente. Tenemos Rio de la Plata, Ciudad de la Plata, somos rioplatenses junto con los uruguayos, pero ya no nos acordamos del Cerro Rico o Sumaj Orck'o, ni hacemos nada por él.

Un tesoro natural deseado y atacado por todos lados y en todos los tiempos, desde los Incas por el Norte, los guaraníes por el Este hasta los invasores españoles por el Sur, y a pesar que está colapsando por las interminables galerías cavadas, aún da pelea.

El 80 % de la plata que existe hoy en el mundo salió de allí.

A él no le importa que lo hayan nombrado Patrimonio de la Humanidad, seguramente solo quiere conservar su forma natural, y, tal vez, darle abrigo a los lugareños que lo respetan.

Ante su descubrimiento pre incaico y la pretensión de explotar sus riquezas los nativos escucharon una voz que dijo “no se puede extraer nada, ya que está reservado para otros”, pero nunca quedó claro quiénes fueron, son y serán los otros.

Lo cierto es que, a pesar que ya no queda mucha plata, el estaño y el zinc de sus entrañas siguen teniendo un alto valor y lo siguen perforando.

Hoy le cerro se desmorona casi irremediablemente y mueren en promedio 14 mineros artesanos por mes.

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El cerro de Potosí, conocido también como Cerro Rico de Potosí, y en quechua como Sumaj Orck'o o 'cerro hermoso', también conocida como Orck'o Potocchi que significa "cerro que brota plata", es una montaña de los Andes ubicada en la ciudad de Potosí (Bolivia), o antigua Villa Imperial de Potosí, con una altitud aproximada de unos 4.800 m s.n.m.

Cuando llegaron los colonizadores españoles alcanzaba una cota de 5.200 metros de altitud, pero hoy llega a los 4.702. El Instituto Geográfico Militar de Bolivia calcula que hoy el desmoronamiento es de 0,3 mm por minuto.

Cerro de Potosí dio nombre a la ciudad homónima que se pobló a su alrededor algunos años después del descubrimiento.

Es famoso porque en época de la colonia española tenía las vetas de plata más importantes del mundo y este cerro es considerado como la fuente de plata más rica de la historia de la humanidad.

De esta mina salió el 80% de toda la plata del mundo, la cual aumentó la riqueza de todo el planeta, pero no a sus dueños. Esta riqueza produjo la construcción de nuevas ciudades e imperios y sirvió para financiar algunas de las maravillas del mundo.

La mayor mina de su interior, se llama Pailaviri, y hoy es propiedad del Estado. Está dividida en 17 niveles a los cuales se puede acceder mediante un elevador, que de tres en tres metros, alcanza los 240 metros de profundidad. Pailaviri trabaja continuamente desde hace casi 500 años, (se inició su explotación en 1545), siendo la mina más antigua cercana a la ciudad.

La temperatura en el interior de la mina puede variar unos 45 ºC entre el exterior y los niveles más bajos. Hacia arriba del nivel de ingreso, a unos 70 metros de altura, nos encontramos con el "Tío", representación del demonio o deidad horrenda poseedora de las minas, a quien se hacen ofrendas para sacar el metal de sus entrañas.

El cerro de Potosí es tan importante para los bolivianos que se encuentra representado en el escudo nacional del país.

Aquellas épocas del imperio

Huayna Cápac (Mancebo Poderoso), fue el undécimo y antepenúltimo rey inca del Tahuantinsuyo (nombre del imperio). Habría nacido en 1468, Tomebamba (Perú), y fue padre, entre otros de Atahualpa y abuelo de Túpac Amaru

Huayna Cápac fue famoso por sus riquezas que causaron admiración al mundo, tuvo grandes cantidades de níquel y de cobre. Los primeros historiadores y cronistas españoles relataron que, tenía en su palacio estatuas de cobre de los reyes predecesores, y cuantas alhajas y utensilios sirven en un palacio. Tenía en la puna un recreo o jardín (hecho a mano), de árboles, flores y yerbas de cobre.

Esta y muchas más obras de cobre fino de su palacio la echaron en la laguna de Chucuito (ubicada sobre el lago Titicaca al sudeste de la localidad de Puno), cuando los españoles entraron al Perú, para que no gozasen tan rico tesoro.

No hay que admirarse de la abundancia de este metal que tenían junto al palacio, pues entonces no lo llevaban a España ni se lo tragaba el mar. El cobre y el níquel permanecían en el reino del Perú y no se exportaban al exterior.

A lo largo de los siglos, el Cerro Rico de Potosí gozó de fama continental y mundial por su explotación de plata por parte de la población de Cantumarca (luego Villa Imperial del Potosí), población nativa preincaica con 2.500 habitantes en el inicio de la exploración minera, establecida a unos 2 km al oeste del cerro.

Era el centro de población minera, metalúrgica y comercial más grande de la cultura andina y participaba del camino real del Inca por el comercio del trueque argentífero y transporte de plata del Sumac Orcko y del Porco (40 km al sudoeste de Potosí), al Cuzco y otras regiones del territorio incaico.

Los pobladores de Cantumarca, conocían de su riqueza argentífera en el Sumac Orcko, y los nativos no podían ignorar la consistencia mineralógica del cerro, pero habiéndolo consagrado, decidieron no explotarlo, situación explicable por sus sentimientos religiosos, y porque los metales preciosos solamente eran utilizados en obras suntuarias, por carecer entre ellos del valor monetario.

Los caracaras (habitantes de Cantumarca), además de ser defensores del cerro, de las invasiones guaraníes y chiriguanos, eran también vigilantes de la huaca (adoratorio sagrado donde el demonio les hablaba y hacían sus sacrificios), ubicado en la cumbre del Sumac Orcko, en honor a la Pachamama.

Huayna Cápac hizo una visita por todas las tierras que gobernaba, y llegó por estas regiones, a la laguna de Tarapaya, al noroeste de Potosí, donde tomó un descanso de su largo viaje.

Entre este lugar y Cantumarca vislumbró el cerro y dijo: “esto sin duda tendrá en sus entrañas mucha plata” y mandó a sus vasallos que viniesen de Colque Porco (otro centro minero), a labrar el cerro.

Así lo hicieron. Habiendo traído sus instrumentos, subieron al cerro, registraron sus vetas y estando para comenzar el trabajo, oyeron un espantoso estruendo y una voz que dijo: “Pachacamac janac pachapac guaccaichan” (“el señor lo guarda para otro dueños que vendrán después”).

Asombrados los nativos de oír estas razones desistieron del intento, y se refirieron el estruendo con la palabra "Potojsi" (que quiere decir dio un gran ruido), y de donde derivó después el nombre de Potosí.

La mayoría de los historiadores ven en esta variante una deliberada influencia de los españoles en la leyenda, para legitimar sus labores y saqueos en el cerro.

Como ha pasado en otros casos, la imaginación popular y las especiales características del cerro, dieron lugar a numerosas y curiosas leyendas como esta. Nadie habló más del Cerro Rico.

Diego de Huallpa fue un quechua que, a mediados del siglo XVI, se le atribuye el re descubrimiento accidental de plata en la actual ciudad de Potosí.

La leyenda cuenta que, en enero de 1545, este indígena buscaba una de sus llamas perdida en un cerro prendió una fogata para soportar el frío de la noche. Por la mañana, descubrió un hilito de plata que había fundido a flor de roca que sobresalía de los restos de la fogata que encendió la noche anterior. Se trataba de una veta rica en plata

En abril un grupo de españoles encabezados por el capitán Juan de Villarroel tomaron posesión del Cerro Rico, tras confirmar el hallazgo de Huallpa, e inmediatamente establecieron un poblado.

La leyenda que conocemos sobre el descubrimiento, si bien ya hace a la historia de Potosí como un descubrimiento casual, a la vez permite aseverar que se trataba de un secreto muy bien guardado por los aborígenes propios de la zona.

La población indígena, en tanto, sufría una explotación infrahumana. Decenas de miles de indígenas fueron sometidos a la mita, un sistema que ya era habitual en el incario, pero cuyo uso intensificaron los españoles, y creció aún más a instancias del Virrey Francisco Álvarez de Toledo, ante la falta de mano de obra para la minería.

A los mitayos (como se llamaba a los indios sometidos mita), se les hacía trabajar hasta 15 horas diarias, cavando túneles, extrayendo el metal manualmente o con pequeñas herramientas. Ya en aquella época eran muy frecuentes los derrumbes y otros accidentes, que ocasionaban la muerte de cientos de trabajadores.

Las rebeliones eran ahogadas a sangre y fuego. Es probable que hasta 15.000 indígenas hayan muerto en la explotación de la plata, entre 1545 y 1625.

Potosí comenzó a crecer a un ritmo desenfrenado. En 1573 Potosí tenía la misma población que Londres y más habitantes que Sevilla, Madrid, Roma o París. Hacia 1650, un nuevo censo adjudicaba a Potosí 160.000 habitantes.

La producción de plata llegó a su punto máximo alrededor del año 1650 (100 años de explotación), momento en el cual las vetas empezaron a agotarse, y Potosí entró en un camino cuesta abajo del que no pudo recuperarse jamás.

Nuestro nexo con el Rey Blanco

Los incas irradiaron esplendor y riqueza por toda América del Sur en tiempos anteriores a la conquista española. Juan Díaz de Solís en 1516 tuvo conocimiento, por boca de náufragos de una expedición española anterior, de la existencia de grandes yacimientos de oro y plata

Fue quien descubrió el Rio de la Plata (“llamóse primero rio de Solis”). En 1516, su tripulación encalló en la isla brasileña de Santa Catalina, donde escucharon a los aborígenes referirse a una sierra de plata situada en el interior de la selva formada por cerros del precioso metal, lo que despertó y reforzó sus ansias de riqueza.

Las extraordinarias riquezas traídas desde México y Perú provocaron en España un gran interés por la conquista. Pedro de Mendoza, un noble español que había oído hablar de una Sierra de Plata cerca del río descubierto por Solís en 1516, firmó en 1534 una capitulación con el rey Carlos I.

En ella se le confería el título de Adelantado, Gobernador, Capitán y Alguacil Mayor de las tierras que descubriera y poblase.

Los guaraníes que realizaron grandes invasiones frustradas hacia las tierras incaicas del Perú se encargaron de divulgar la fama de la Sierra de la Plata (que la describían como de plata maciza). La noticia era parcialmente cierta, deformada por el reflejo incaico, y mal calculada en su ubicación, que creían llegar remontando el actual rio Paraná.

La Sierra de la Plata  fue una leyenda que se alimentaba por el uso de objetos en plata que veían en los pueblos originarios de la región. La leyenda estaba asociada con la del Rey Blanco. Actualmente se considera que la leyenda de la Sierra de la Plata tuvo su origen en el Cerro Rico de Potosí y que el Rey Blanco habría sido el Inca Huayna Cápac. 

En el siglo XVI, el estuario de los ríos Uruguay y Paraná era nombrado por los españoles y portugueses como Río de la Plata, el de la era debido a que se creía que remontando el curso llegarían a la Sierra de la Plata. Fue así que tuvo su inicio la exploración y colonización de la Cuenca del Plata de la mano de don Pedro de Mendoza y otros adelantados.

Lo más cerca al mito es el famoso Cerro Rico de Potosí en Bolivia.

Cuando a comienzos del siglo XVI Alejo García  (un navegante portugués), recorrió la región y descubrió las riquezas de aquellas tierras, los españoles apenas comenzaban la colonización de las costas panameñas y colombianas y los portugueses recién iniciaban la ocupación de la actual costa brasilera. Ninguna de las dos coronas sabía de la existencia del rico Imperio Inca, que recién sería descubierto en 1528 por Francisco Pizarro.

Años más tarde el Camino real, desde Buenos Aires a Lima, fue la vía de extracción de los minerales hacia España.

Potosí hoy

Potosí se muere. Sólo quedan los templos (la mayoría cerrados), sus calles retorcidas, las agencias de viaje, los restaurantes y el mercadeo minorista, que son el nuevo filón de cara al turista en la actualidad. Ya nadie quiere ver esa triste realidad con una población mayoritariamente de la etnia quechua que, sobre todo, vive de la minería, como siempre.

Ese Potosí (al que le extrajeron el 80 % de la plata del mundo), dio lugar al dicho “cpn esa plata se podría realizar un punte entre él y España”, sin embargo, este puente se también podría haber quedado cubierto con los cuerpos de los esclavos que murieron trabajando en la mina.

El exhausto Cerro Rico esconde una de las mayores desgracias del mundo. No solo las infames condiciones de trabajo de los mineros, alguno de los cuales viven en el entorno de la bocamina junto a sus familias en la más precaria de las condiciones, sino que además dentro de las entrañas de la mole trabajan cientos de niños y niñas con edades comprendidas entre los 10 y los 17 años.

Aunque muchos compaginan su trabajo con los estudios, la necesidad de sus familias hace que incluso los más pequeños de la casa ayuden a sus padres en la extracción de zinc y estaño. Ya no queda casi plata, se la llevaron toda sin dejar nada a cambio.

Los buenos precios actuales de este último atrae a adolescentes de otras regiones que quieren o necesitan hacer dinero rápido.

El problema es en parte subsanado por organizaciones como el Centro de Promoción Minera (CeProMín) o la Asociación Solidaridad con las Mujeres (MUSOL). Ambas procuran rescatar a los menores del interior de la montaña y ofrecerles una salida educacional o laboral más acorde. Tienen varias escuelas en las laderas donde les dan comida, apoyo escolar y agua caliente.

También asesoran y dan apoyo a las mujeres que trabajan en el cerro, como las que vigilan las bocaminas, las palliris, o las palieres (las que muelen a golpes las rocas buscando mineral), quienes en un entorno dominado por los hombres, el alcohol y la coca reciben demasiadas agresiones.

Quizás para cambiar un poco el ánimo podamos escuchar, mientras leemos esta historia unas hermosas versiones de Minerito Potosino de los “genios” salteños Manuel J. Castilla y Eduardo Falú.

Minerito potosino
De estaño es tu corazón;
Cuando sales de la mina
Orillando la oración,
Te va cuidando la sombra
La Virgen del Socavón.
Minerito potosino
De estaño es tu corazón.

Hasta el fondo de la tierra
Con el alba ya te vas,
Con el barreno te quedas
Golpeando la oscuridad,
Y yo me quedo pensando
Si a la tarde volverás.
Hasta el fondo de la tierra
Con el alba ya te vas.

Minerito potosino No te quieras enterrar,

Déjalo hundido al estaño
Como sombra de la sal
Que siempre se queda adentro
El que lo quiere sacar.
Minerito potosino
No te quieras enterrar.

Bien abajo llueve el cerro
Triste sobre tu sudor;
Pailaviri, puna arriba,
Nos está quemando el sol;
Minerito potosino
De estaño es tu corazón.

¡Ay! El minero,
gajo de metal,
la tierra lo traga
junto con el carnaval


Versión de Eduardo Falú               https://www.youtube.com/watch?v=GlbQiYRl9AU

Versión de Jorge Cafrune              https://www.youtube.com/watch?v=ILdXa9xhX9U

Versión de Los Altamiranos           https://www.youtube.com/watch?v=Po9sj2udCi8

 

Explotaciones como Mina Candelaria, del siglo XVII, aún sigue dando trabajo pero está que como la mayoría de las demás: obsoletas y descuidadas. No tienen raíles, ni ingenieros. Sin sistemas de ventilación, pocas vagonetas y ninguna medida de seguridad, el peso de la montaña es soportado por vigas desvencijadas que crujen de la gran cantidad de décadas que llevan puestas.

Miembros de las 55 cooperativas existentes en la actualidad, excavan artesanalmente “donde les da el pálpito, en cualquier dirección y de cualquier modo, por eso los derrumbes arrastran vidas. Se estima que la media de vida de un trabajador no supera los 35 o 40 años, aunque aparentan 20 años más: los gases, los derrumbes y la silicosis se los llevan por generaciones.

“En la mina todo es estrecho, polvoriento y agobiante. Los gases lo impregnan todo y el acceso por algunos túneles llega a ser realmente complicado. Dentro, en la profundidad, se encuentran los mineros. De 6 de la mañana a 5 de la tarde se esfuerzan por encontrar una plata que ya casi no existe.

En su época de esplendor el cerro ofrecía vetas de plata de metro y medio de ancho, hoy encontrar alguna de centímetro y medio ya es todo un éxito. La que queda es de poca calidad, de una Ley baja, y se exporta principalmente a Asia para la fabricación de electrónica. Los expertos no le dan más de 10 años a la plata de Potosí hasta agotarse por completo.

Cuando eso ocurra el sustento de Potosí se habrá acabado, y es que si hace cinco años se contaban 16.000 mineros hoy hay apenas 10.000”.

El Cerro Rico ha sido designado Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad por la UNESCO en 1987, y en 2015 ha sido declarado Patrimonio en Riesgo.

A pesar de los trabajos de relleno comenzados en marzo de 2015 para mantener erguida la montaña, la cima se hunde.

Hace ocho años se volvió a quejar con un tremendo socavón que desde entonces pone en peligro a los mineros que trabajan en las cotas más altas. La UNESCO ya había solicitado en 2011 paralizar los trabajos próximos al hundimiento producido en junio de 2010 y que afectó la estructura superior del yacimiento.

Pero los mineros no se van a ir, ni quieren oír hablar de reubicaciones. Quisieran salir con los pies por delante si consiguen rescatar sus cuerpos. Lo dicen con las agallas propias de su profesión y la energía que les da el masticar continuamente las hojas de coca. No le tienen miedo a la muerte.

Aunque mueren de manera más lenta: la falta de higiene, de servicios médicos, las enfermedades respiratorias, el alcohol o la desnutrición desarma a los trabajadores, hasta el punto de que mueren unos 14 hombres al mes (10 por derrumbes y gases y 4 por cáncer de pulmón).

El clásico dicho “vale un Potosí” derivado de aquel elocuente pasaje escrito por Cervantes en El Quijote será lo único que perviva. Cuentan que la montaña tiene estaño y zinc para seguir la explotación durante 200 años más.

Muchos lugareños reconocen que la montaña está al borde del colapso, que no soporta más heridas y que se tragará con ella la antigua y colonial ciudad. Una defunción anunciada pero que aún es capaz de dar el 70 % del producto mineral boliviano, concesión que posiblemente sea su herida de muerte.

 

Bibliografía

FUENTE, A. (2015). Esplendor y muerte en Potosí. https://elpais.com/elpais/2015/12/23/planeta_futuro/1450872042_779930.html
FUERTES LÓPEZ, J. A. (2016). La historia detrás del Cerro Rico de Potosí. https://elpotosi.net/cultura/20160331_la-historia-detras-del-cerro-rico-de-potosi.html

GISBERT, T. (2010). El cerro de Potosí y el dios Pachacámac. Chungara (Arica), Revista de Antropología Chilena. . Volumen 42, N° 1, 2010. Páginas 169-180. http://dx.doi.org/10.4067/S0717-73562010000100028

RUIZ, R. (2017). Potosí, de capital del mundo al olvido. https://www.eldiario.es/viajes/viajes_con_historia/potosi-capital-mundo-olvido_1_3402107.html
WIKIPEDIA. Cerro Rico. https://es.wikipedia.org/wiki/Cerro_Rico#
WIKIPEDIA. Huayna Cápac. https://es.wikipedia.org/wiki/Huayna_C%C3%A1pac#

WIKIPEDIA. Minas de Potosi. https://es.wikipedia.org/wiki/Minas_de_Potos%C3%AD