martes, 11 de septiembre de 2018

¡Y a se fue, y ya se fue, el burrito cordobés!



Los porteños siempre le temieron a Córdoba por lo que la docta significaba en materia política, y no se perdieron la oportunidad de burlarse,  seguramente con motivos, de Miguel Juárez Celman.

Una vez más un provinciano les “había robado” la nominación a Presidente de la Nación, y esta vez no estaban dispuestos a dejarla pasar.

A la seguidilla del sanjuanino Sarmiento, de los tucumanos Avellaneda y Roca, les llegaba (de la mano del “zorro del desierto”), este ignoto cordobés con ínfulas aristocráticas.

Pero como el poder corrompe y no respeta lealtades, la salida de Juárez Celman con el tiempo fue inevitable, y al grito de “Y ya se fue, y ya se fue, el burrito cordobés”, la poblada porteña que, aunque ganadora de la Revolución del Parque, despedía la cobardía de don Miguel.


lunes, 3 de septiembre de 2018

A grandes males, ninguna solución. Los niños de nuestra historia



Muchas veces, y por razones fortuitas, pensamos que somos una sociedad evolucionada, sin embargo el repaso de algunos aspectos de nuestra historia, y la llegada de esta a los días que nos tocan vivir, indican todo lo contrario, particularmente cuando hablamos de los niños.

Al parecer nuestra historia está atravesada por niños de “primera” (los de las clases “decentes”), y de “segunda” (los de las otras).

La historia del cuidado de nuestros niños se la puede inscribir desde la Casa de los Niños Expósitos de Buenos Aires, hasta el Hospital de Niños Dr. Pedro de Elizalde, pasando por las no menos conocidas Casas Cunas.