Intereses irreconciliables entre
Buenos Aires y las provincias, generaron cambios y golpes de estado
institucionales velados.
La Junta Grande era considerada “muy
grande” y por lo tanto poco efectiva para la toma de decisiones fundamentales.
El
Cabildo de Buenos Aires la presionó para formar un nuevo gobierno, con la
condición que el poder quedar en pocas manos, y si esas manos eran porteñas,
mucho mejor.
Así
surgió el Primer Triunvirato, y así siguió la historia en el Segundo
Triunvirato, y aunque poco se sabe, también hubo un Tercer Triunvirato
encabezado por San Martín, que duró lo que dura un suspiro.
El
centralismo y el federalismo comenzaron a tomar forma y fuerza.
Para cambiar de formas de gobierno no existían fórmulas secretas.
Siempre se buscaba alguna razón que justificara un “golpe de timón”. Muchos de
nuestros próceres tenían verdadera vocación “golpista”. Algunas veces con
razones valederas (como la falta de representación democrática), y otras veces
solo por diferencias ideológicas.
Las profundas críticas a la “inmovilidad” de las Juntas de Gobierno
necesitaban de una situación que gatillara su salida. Esta fue la Batalla de
Huaqui, también llamado el Desastre de Huaqui, en que el Ejército Real del Perú
a cargo de Goyeneche batió a la Primera Expedición al Alto Perú comandada por
Juan José Castelli.
Este hecho significó la pérdida de las pretensiones de la Junta sobre el
actual territorio boliviano, la escisión definitiva entre el Rio de la Plata y
el Alto Perú y sirvió para “apurar” un cambio de gobierno.
Jugando “al achique”: El
Primer Triunvirato
La Junta Grande, era considerada “muy grande” y por lo tanto poco
efectiva para la toma de decisiones fundamentales.
En septiembre de 1811, el
Cabildo de Buenos Aires (institución que representaba a la clase dirigente), presionó
fuertemente a esta para que ordenara la creación de un nuevo gobierno. Los
hombres de Buenos Aires creían necesaria la concentración del poder para
proceder con energía y celeridad y volver a las tendencias centralistas
de la Primera Junta.
Por presión de las provincias la Junta Grande se
transformó en la Junta Conservadora
(que en realidad se llamaba Junta de Conservación de los Derechos de
Fernando Séptimo).
Viendo este título, ¿Estamos seguros que las primeras Juntas de Gobierno
querían separarse de España?
Fue un organismo creado con la intención de equilibrar
el poder omnímodo que ejercía Buenos Aires, y para no perder su protagonismo y
continuar existiendo se adjudicó la
misión teórica de ejercer como poder legislativo.
La Junta Grande dictó un Decreto creando un Poder
Ejecutivo cuya conducta debía quedar ajustada a las disposiciones que le
dictara dicha Junta, y en el mismo Decreto, dispuso que los señores Diputados
de los pueblos y provincias deberían integrar la Junta Conservadora, de la cual
dependerían los miembros del nuevo gobierno.
En un típico golpe de estado institucional, que sería conocido como Primer Triunvirato,
(formado por Feliciano Chiclana, Manuel de Sarratea y Juan José Paso), se da
lugar a mayores confusiones de roles de los protagonistas de la época.
Las relaciones entre la Junta Conservadora y el Triunvirato no estaban
bien definidas. ¿Quién tenía el poder? ¿Quién ejercía el poder legislativo y el
judicial?
Cuando la Junta Conservadora sancionó un Reglamento Constitucional, los
triunviros lo sometieron a la decisión del Cabildo de Buenos Aires, dejando en
claro que este era superior a la Junta, y alentó al Cabildo a rechazarlo.
Este Primer Triunvirato estuvo “acompañado” por
Bernardino Rivadavia, como Secretario de Guerra; José Julián Pérez, de Gobierno
y Vicente López de Hacienda.
Debido a que Paso y Chiclana, formaban parte del nuevo Gobierno, Buenos Aires eligió a José Francisco Ugarteche y a Fray Ignacio Grela, como diputados “suplentes”. Con esta maniobra, el nuevo organismo quedaba conformado por cinco porteños y un solo provinciano (José Julián Pérez).
Había triunfado una vez más la tendencia
centralista, representantes del más absoluto “porteñismo”, cuyo más calificado
adalid fue Bernardino Rivadavia, sostenedor a ultranza de que la difícil
situación externa e interna que se vivía, obligaban a establecer un gobierno
centralizado que, desde Buenos Aires, impusiera su autoridad sobre el resto del
territorio.
Ambos organismos, el Triunvirato y la Junta
Conservadora comenzaron así la gestión de un gobierno compartido, el primero
como responsable del Ejecutivo y el segundo del Legislativo, pero no tardaron
en distanciarse, a causa de graves divergencias políticas.
La Junta Conservadora bajo la influencia del Deán
Gregorio Funes, representaba el sentir de las provincias, que también, es justo
decirlo, aspiraba al predominio político ya que si bien, el Triunvirato
representaba al núcleo dirigente de la capital, la Junta, aunque disminuida y
desprestigiada como lo estaba, era en esos momentos la expresión del país
entero.
La confusión de ambos
organismos en pugna, pronto produjo graves inconvenientes a las autoridades del
interior, que no sabían a qué atenerse. Predominaba el desorden institucional
provocado por esta situación.
Para “cortar por lo
sano” a principios de noviembre de 1811, por medio de un Decreto de Rivadavia
(que lo hizo “por la suya”), la Junta Conservadora fue disuelta. Como la Junta se quejó del procedimiento, el Triunvirato la disolvió
oficialmente, al final de ese mes.
Unas semanas más tarde, los diputados del interior fueron expulsados de
la ciudad, acusados de haber fomentado el "Motin de las trenzas", movimiento
generado por el Regimiento Patricios cuando sintió amenazado su poder por parte
del Triunvirato.
Demostrando su tendencia centralista,
el Triunvirato suprimió las Juntas Provinciales en diciembre de 1811,
reemplazándolas por Gobernadores y sus delegados elegidos por él, los que,
obviamente, eran, en su gran mayoría, porteños.
También postergó la definición de la declaración de la independencia y la sanción de
una constitución. Se inició una etapa de marcado
centralismo, fundamentado en que era necesaria la concentración del mando para
conducir al país en medio de la guerra: las decisiones se tomaban en la Capital
y debían llegar a todas las provincias.
Este centralismo llega “disfrazado” hasta nuestros días, y para muchos
historiadores este fue el nacimiento del unitarismo y la debacle de las provincias.
En enero de 1812 el Primer Triunvirato sancionó el Reglamento de Institución y Administración de Justicia del
gobierno Superior Provisional de las Provincias Unidas del Río de la Plata,
que reemplazó la Real Audiencia por la Cámara de Apelaciones.
En algo más de 18
meses de funciones, el Triunvirato marcó como acción de gobierno:
·
Declaró
la libertad de prensa.
·
Aprobó
la ley de seguridad individual.
·
Creó
el Gobierno Intendencia de la Provincia de Buenos Aires.
· Ordenó
a Manuel Belgrano llevar tropas patriotas a proteger el pueblo de Rosario de los ataques navales españoles que
partían desde Montevideo.
·
Aprobó
la utilización de la escarapela blanca y celeste,
para su uso en el ejército.
·
Nombró
a Manuel Belgrano General en jefe del Ejército del Norte.
·
Ordenó
al Teniente Coronel José de San Martín la formación de un
cuerpo especial de caballería, que sería conocido con el nombre de Regimiento de Granaderos a Caballo.
·
Prohibió
la introducción de esclavos en el territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
El Primer Triunvirato, absolutamente influenciado por su secretario,
Bernardino Rivadavia, mantuvo la política de aparente fidelidad al rey Fernando VII de España, postergando toda
definición sobre el tema de la independencia y la constitución, aunque la
guerra contra los realistas continuaba.
Mientras tanto el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda,
aliado de España en la guerra contra Napoleón Bonaparte, aconsejaba mantener el
reconocimiento del rey español cautivo.
Esta fue la esta razón por la que Rivadavia le ordenó a Manuel Belgrano
que guardara la bandera celeste y blanca que había
presentado a las tropas en las barrancas del Río Paraná.
La estrategia centralista del Triunvirato, mirando solo los intereses de
Buenos Aires, era replegarse a posiciones defensivas y negociar cualquier
salida “cómoda” a sus intereses:
·
Dejar
avanzar a las fuerzas de Portugal y Brasil y sobre
la Banda Oriental, en apoyo de los realistas de
Montevideo.
·
Negociar
un armisticio con el Virrey Francisco Javier de Elío, por el que se
puso fin al sitio de Montevideo.
·
Dejar
a la Banda Oriental, a los pueblos entrerrianos de Gualeguay, Gualeguaychú y Concepción del Uruguay, en poder español.
·
Ordenar
a Belgrano, a cargo del Ejército del Norte, que, en caso de un avance realista,
se replegara hasta Córdoba, abandonando la totalidad de la provincia de Salta, que en ese momento incluía
también las actuales provincias de Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca.
El principal jefe de los gauchos de
la Banda Oriental, José Gervasio Artigas, rechazó el acuerdo
celebrado entre el Triunvirato y los realistas y se trasladó al Campamento de
Ayuí, seguido por gran parte de la población oriental, episodio conocido como
el Éxodo del Pueblo Oriental.
En julio de 1812, Bernardino Rivadavia “descubrió” una conspiración de
españoles contra el gobierno. Durante las investigaciones (basadas en pruebas y
confesiones extremadamente sospechosas), Rivadavia extendió la acusación a Martín de Álzaga, héroe de la época de las invasiones inglesas, y a un extenso grupo de
partidarios, casi todos españoles.
Álzaga y sus presuntos seguidores fueron sometidos a un proceso criminal
secreto y expeditivo, por el cual fueron condenados a muerte.
Las ejecuciones comenzaron el 4 de julio y, en total, fueron ejecutados más de 30 hombres, incluidos jefes militares,
frailes y comerciantes, y sus bienes fueron expropiados.
Caben entonces las dudas de que la conspiración haya sido real o si en
realidad la inclusión de Álzaga entre los acusados no haya sido una venganza
personal de Rivadavia por una vieja afrenta.
La acción de los miembros del Triunvirato estuvo limitada por sucesivas
luchas por el poder. Con este gobierno, los morenistas lograron neutralizar a
sus adversarios, pero las luchas internas y la amenaza de una invasión por
parte de Brasil minaron su poder.
Mientras tanto los hermanastros José de San Martín y Carlos de Alvear,
recién llegados de España, organizaron una sociedad secreta, la Logia Lautaro, con la finalidad de luchar por la independencia y la organización
constitucional en América, fortalecer la unidad política y militar de la
revolución y planear una estrategia global frente al poder de los españoles.
A principios de octubre llegó a la capital la noticia de que,
contrariando las órdenes del Triunvirato, Manuel Belgrano, jefe del Ejército
del Norte, había enfrentado la invasión realista en la batalla de Tucumán, logrando una importante
victoria. Esta noticia derrumbó el prestigio que podría haber mantenido el
Triunvirato.
José de San Martín, conjuntamente con los miembros de la Logia Lautaro y
la Sociedad Patriótica coincidió en privilegiar la organización del Ejército Libertador y la declaración
de la Independencia.
La renovación de los triunviros estaba estipulada para octubre de 1812.
Aprovechando esta situación, la logia intentó llegar al poder apoyando la
candidatura de Bernardo de Monteagudo, pero “para variar”, el Triunvirato logró
el rechazo de Monteagudo y la elección de Pedro Medrano,
allegado de Rivadavia, asegurando la continuidad de su política.
Al ver cerrado el camino al gobierno la Logia planificó un golpe de
estado que se produjo el 8 de octubre de 1812.
En la madrugada, con las tropas del Regimiento de Granaderos a Caballo, bajo el
mando de San Martín, y del Batallón de Arribeños, al mando de Francisco Ortiz de Ocampo las tropas
ocuparon la plaza.
Después de ciertas vacilaciones, renunció el Triunvirato y el Cabildo,
como depositario del poder, constituyó un Segundo Triunvirato, que
estaba en sintonía con la Logia Lautaro. La elección fue luego ratificada por
el pueblo.
El Segundo Triunvirato
El Cabildo
cedió ante las exigencias de los revolucionarios y nombró un nuevo Triunvirato que gobernó las Provincias Unidas del Río de la Plata durante
15 meses entre el 8 de octubre de 1812 y el 31 de enero
de 1814,
compuesto originalmente por Juan José Paso, Nicolás
Rodríguez Peña y Antonio Álvarez Jonte, siendo reemplazados por José Julián Pérez, Gervasio Posadas y Juan Larrea.
Del nuevo gobierno no tomó parte ningún militar, “para evitar que se creyera que era surgido de un golpe de estado” (¿?).
Antes de tomarles juramento a los miembros del gobierno, se les impuso
la obligación de convocar, a la mayor brevedad posible, una Asamblea General
Constituyente en que estuvieran adecuadamente representadas todas las
provincias, que declarara la independencia y sancionara una constitución.
Los principales actos de gobierno de 15 meses del Segundo Triunvirato
fueron:
· Ordenar el arresto de Bernardino Rivadavia quien fue obligado a alejarse de la capital. También a Juan Martín de Pueyrredón se le ordenó retirarse a San Luis y el sacerdote y periodista Vicente Pazos Kanki (rival de Bernardo de Monteagudo), fue detenido y desterrado.
·
Establecer,
con sede en Buenos Aires, la Asamblea General Constituyente, conocida
como Asamblea del año XIII.
· Crear la Escuela de Medicina bajo la dirección de Cosme Argerich, la misma sería una de las bases para la fundación de la Universidad de Buenos Aires.
· Crear la Intendencia de Cuyo en los actuales territorios de Mendoza, San Juan y San Luis.
· Crear la Escuadra Naval
Resumiendo: Nada dejaba conforme a todos. Los intereses del puerto seguían siendo muy fuertes, y el poder militar no era precisamente federal. A la Primera Junta la tildan de no representativa, a la Junta Grande la acusan de inoperante por supernumeraria, y se crean los Triunviratos.
Nadie sabía a ciencia
cierta quien tenía el verdadero poder. El Cabildo (con funciones municipales),
era de Buenos Aires, no representativo de todas las ciudades y pueblos del
interior, sin embargo terminó imponiendo sus pretensiones de ejercer todo el
poder desde la Capital.
La Asamblea del
año XIII fue el
momento más radical de la revolución: libertad de prensa, libertad de vientre,
extinción del tributo, la mita y el yanaconazgo, supresión de títulos de
nobleza y exclusión de la fórmula de juramento de fidelidad al rey Fernando.
Alvear, “por
la suya” cambia el juramento en nombre de
la nación, y los representantes de las provincias sienten que pierden poder
frente a los centralistas. Esto, obviamente, generó un conflicto por ser
percibida como avasallamiento a los derechos de representación particular y
reclamos de autonomía.
Se definían
dos tendencias:
·
La centralista,
con una forma de gobierno
indivisible y centralizado, soberanía única e indivisible; ordenamiento
unitario para las provincias del ex Virreinato y preponderancia de Buenos Aires
por su condición de capital del Virreinato y cabeza de la revolución.
Proponía congresos
rioplatense dominado por grupos porteños centralistas con el control de las
designaciones del Poder Ejecutivo (primero el Segundo Triunvirato y luego en
1814 un Director Supremo)
·
La federalista proponía la
autonomía para las ciudades, la soberanía segmentada y la igualdad a todas las
ciudades como sujetos de derechos soberanos. El epicentro fue la Banda
Oriental, bajo el liderazgo de José Gervasio Artigas
Otra movida unitaria: Los
Directorios
La llamada Aasamble del año XIII,
dictaminó, a fines de 1813 la
creación de un cargo unipersonal que ejercería el Poder Ejecutivo. El
Directorio fue de carácter unitario, debido a que las autoridades residían
en Buenos Aires y no había diputados
del resto de las provincias.
… pero esto es
otra historia
Bibliografía
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Gobernar la revolución: Poderes en disputa en el Río de la Plata. 1810-1816.
Grupo Editorial Siglo Veintiuno. Buenos Aires.
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