Formadores de guarangos en la cultura
argentina
Al decir de Félix Luna, “los porteños de aquella época padecían necesidades, y no tenían ningún elemento para sobrevivir ni podían fabricarlo, y es así como comienzan a vivir del contrabando, recurso cómodo, y una triste manera de nacer como ciudad”.
A pesar de los primeros
esfuerzos de Hernandarias, los porteños adquirieron la costumbre sistemática de
burlar la ley. Les tocó en suerte un
ambiente favorable y un puerto que marcaron a fuego gran parte de las
divisiones entre los habitantes de lo que sería luego la Argentina.
Conocer como se formó esa
sociedad “argentina” cuyo modelo se trató de exportar al resto de la geografía,
nos permite explicar de alguna manera porque estamos así (y porque seguiremos
así), si no cambiamos algunas cosas.
Los
antecedentes
En las vísperas de la
fundación de Buenos Aires en 1580 ya existían tres ciudades, que, aunque
pobres, pretendían ser prósperas: Santiago del Estero, Tucumán y Córdoba. Las
tres unidas por el camino a la plata del Potosí (fuente de la riqueza de los
conquistadores españoles).
A alguien se le planteó (un
tal Juan Matienzo), la necesidad geopolítica de “una puerta a la tierra”, es decir una salida al Atlántico, mas o
menos donde don Pedro de Mendoza había fundado la primera Buenos Aires. Así
nació la Buenos Aires de Juan de Garay, que de ser “la más pobre ciudad de las Indias”, va buscando un destino que no
encuentra hasta bastante tiempo después.
Al decir de Félix Luna, los
porteños de aquella época padecían necesidades, y no tenían ningún elemento
para sobrevivir ni podían fabricarlo, y es así como comienzan a vivir del contrabando, recurso cómodo, y una triste
manera de nacer como ciudad. A pesar de los primeros esfuerzos de Hernandarias
(Hernando Arias de Saavedra), los
porteños adquirieron la costumbre sistemática de burlar la ley.
“Formación”
de clases urbanas
Para formar clases urbanas,
primero hay que hacer urbanismo. Juan de Garay repartió, a pesar de que no
fueran de él, las tierras circundantes al puerto. Los “solares” urbanos
(terrenos de 600 a 2.400 m2), hacia la periferia las “chacras” (de
aproximadamente 125 ha), y en el “despoblado” las “estancias” (de
aproximadamente 1.900 hectáreas).
La sociedad de Buenos Aires,
por su posición dominante del puerto, fue de algún modo “formadora” de la
cultura argentina, aunque se diera en diferentes etapas.
En aquella época los
pobladores criollos y españoles se llamaban “vecinos”, entendiéndose por tales
a aquellos que cumplían con dos requisitos: poseer propiedades “heredadas” del
reparto de los “solares” de los adelantados españoles y formar parte de su
propio gobierno.
Algún tiempo después, con el
auge del comercio esclavo, se genera una “clase social” que se denominó
“estantes” (que está
presente o permanente en un lugar), o “posibles”, formada por negreros
portugueses, “aportuguesados” y flamencos, con mucho dinero, pero excluidos de
ser “vecinos” ya que carecían de
propiedades y por lo tanto no podían
acceder a cargos de gobierno, Su estatus social era muy bajo a pesar del
dinero, y estaban obligados a arrendar.
Los “posibles” no estaban dispuestos a que esta situación perdurara, y con
el poder del dinero van comprando fraudulentamente posiciones de cargos
gubernamentales del Cabildo, ingresando así “por izquierda” a la categoría de
“vecinos”.
Con el paso del tiempo los “posibles” se empiezan a transformar en los
“principales”, una nueva oligarquía mercantil de origen oscuro y muy
enriquecida por el comercio ilícito. Se autodenominaron la “gente sana del
vecindario” o “la gente decente”. Las diferencias sociales y políticas ya eran
evidentes respecto a los “vecinos”.
Comenzaron a ocupar (con construcciones estables), el centro de la ciudad,
desplazando a los “vecinos” de origen patricio (pero empobrecidos), a la
periferia. Ya estaban en “condiciones legales” de ser regidores, alcaldes,
funcionarios administrativos, clérigos y militares. Los gobernadores y virreyes
quedaron cooptados por el poder del dinero. ¿Será este el origen de las “corpo”
actuales?
Fueron formando parte de los “enriquecidos” (… que hoy llamaríamos nuevos
ricos), como también los llamaba la gente, los bolicheros prósperos, los
quinteros laboriosos, y los “tenderos” (cualquier tipo de comercio urbano). Los
bolicheros eran españoles de Asturias y Galicia. Como con el dinero solamente
no bastaba para llegar a “principal”, serían conocidos como “orilleros”.
También los llamaban guarangos (guaran
en idioma querandí significa ruidoso).
Los “orilleros” o “inferiores” también eran matanceros de frigoríficos,
peones de correos de postas, huerteras (solo mujeres ya que los varones
despreciaban esta tarea), y peones de
arreos y vaquerías. Solo tienen derecho a formar parte de las milicias urbanas
y fueron desposeídos de importancia social, política y económica.
Esta categoría social de “dependientes” (ya que dependían de los
“principales”), tenías roces permanentes con estos aprendiendo “urbanidad”,
pero si bien ganan posiciones económicas no ascienden socialmente. Sus hijos si
lo pudieron hacer luego ya que los enviaban a
educar con los jesuitas.
Poco
tiempo después pudieron comprar esclavos negros para los trabajos domésticos
más sacrificados que ellos ya no estaban dispuestos a hacer. Entre los esclavos
y libertos también generaron diferencias de categorías. Los originarios de
Guinea eran más requeridos por su fortaleza física que los de Angola.
Los aprendices debían trabajar cinco
años sin retribuciones hasta aprender el oficio y pasar a la siguiente
categoría. Los oficiales, ya rentados, debían trabajar al menos durante dos
años para “rendir concurso” y pasar a maestro. Recién ahí podían abrir su
propio comercio.
La
naturaleza ayuda a este Buenos Aires en crecimiento. Baguales y ganado bovino
cimarrón abunda en el paisaje. Las pasturas y el agua son abundantes y todo
parece florecer en ese ambiente donde pocos querían “vivir del campo”.
Ni
siquiera los nativos de la región (Pampas y Querandíes), tenían necesidad de
trabajar la tierra, solo era cuestión de organizarse para atrapar el ganado
vagabundo. Tiempo mas tarde se organizaron las “vaquerías”, verdaderas cacerías
de vacunos solo para extraer el cuero, en ese tiempo un bien muy preciado…. y
casi gratis.
Buenos
Aires, desde ese momento intentó “exportar el modelo” clasista, excluyente y
xenofóbico pero solo lo consiguió parcialmente, la mayoría de las veces con la
complicidad de “los del interior”.
Los del interior
La
“revolución social a la inversa” llevada a cabo en el ámbito porteño, donde los
“vecinos” fueron desplazados por los “pudientes” del puerto no se repitió en el
interior. Aquí los “vecinos” mantuvieron sus tierras que le daban jerarquía
social. Ocurrió con los madereros de
Litoral, los elaboradores de aguardiente de uva de Cuyo, los olivareros de La
Rioja y Catamarca o los algodoneros de Tucumán.
Como
las condiciones naturales eran diferentes a la “pampa húmeda”, a los animales
hubo que criarlos en vez de cazarlos y a los pastos, los granos y los árboles
hubo que sembrarlos y cuidarlos.
Localidades
que se encontraban en el “camino al oro del Perú” como Córdoba, Tucumán y Salta
generaron una clase de poderosos mercaderes que producían yeguarizos, carretas
y tejidos. Estos nuevos ricos pudieron evolucionar económicamente mientras los
problemas de aduanas no existieron. A partir de allí todo fue ruinas y luchas.
Los
poblados de interior no copiaron “el modelo”
y desarrollaron el propio, donde los “orilleros” no eran los antiguos
pobladores sino que eran indígenas y mestizos dedicados a las artesanías (en
madera los varones y en tejidos las mujeres).
Las
diferencias sociales y económicas entre los “principales” y los “orilleros” no
eran muy notables. Los “principales” (blancos y “aclarados”), fueron
despreciados por la sangre mestiza del interior.
Mientras
que en Buenos Aires prácticamente todas las uniones matrimoniales eran entre
blancos (aunque de distinta ascendencia), en el interior se exteriorizaba con
orgullo la unión de la “princesa incásica” con el conquistador español.
Epílogo
Seguramente
a nuestro país le costará mucho salir de la antinomia entre porteños y
provincianos, pero en la medida que en algún rincón se mantenga el centralismo
como forma de poder gubernamental, nos irá mal.
Cuando
las cosas salen mal, y ese mal se mantiene en el tiempo, ya no habrá culpables
o inocentes. Todos tendremos una alícuota de verdad y una de culpa. Nada
aparece en el horizonte cercano que permita creer que esta situación cambiará.
Como
dijo un comediante “si nosotros somos los
del interior ¿ellos son los del exterior?”
Las
asimetrías entre Capital y Provincias siguen existiendo, y solo para dar
ejemplos cotidianos para no profundizar en las políticas económicas
centralistas y en la invisibilidad de nuestros problemas, vemos como se
comportan los medios de difusión masiva “nacionales” en algunos ejemplos
sencillos y vulgares:
- Dan el pronóstico del tiempo para Capital Federal, ahora llamada CABA (¿Ciudad Autónoma? ¿Autónoma de qué o quién?
- Las promociones de viajes dan precios de pasajes aéreos solo desde Buenos Aires hacia el interior pero no a la inversa ni entre provincias.
- Los accidentes automovilísticos, las violaciones, los baches de las calles, las inseguridades, parece que solo ocurren en Buenos Aires.
- La caída de granizo es solo importante si ocurre en Buenos Aires y solo preocupa por los abollones de los automóviles, mientras que “en el campo” se lleva la ilusión de un año de trabajo.
- Cuando “algo” pasa en el interior, nos muestran como bichos raros
Algunos ingenuos
afirman que las diferencias entre Capital y Provincias son puramente formales o
son uno de los tantos mitos, pero no son tales...
Si fuese así entonces
expliquen porque el PGB (Producto Geográfico Bruto para el año 2011), o lo que
es lo mismo el PPA (Paridad del Poder Adquisitivo), de Capital y de Buenos
Aires es de $ 1.022.500 x 1.000, y el de algunas provincias como Santiago del
Estero no llega a $ 29.000 x 1.000.
Solo la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires (que no produce nada, salvo servicios), el PGB es de
casi $ 390.000 x 1.000, es decir mas de 13 veces que la “madre de ciudades”.
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