Grupos
de jóvenes “acomodados”, recurrieron a las fuerzas armadas, a intelectuales de
renombre y a los altos poderes de la iglesia católica del momento para que les
ayudaran a “poner las cosas en orden”, por las buenas o por las malas.
Los
trabajadores rurales e industriales (que legítimamente reclamaban mejoras
laborales), fueron la “población objetivo”, y contra ellos fueron quienes
tristemente se autodenominaron Liga Patriótica Argentina.
Esta es
su triste historia
Ante
tanto relato vacío de algunos historiadores y periodistas “especializados”, tal
vez sería oportuno aclarar algunos conceptos que suelen usarse como sinónimos.
País, patria y nación. Parecidos pero no
iguales.
El
idioma español es complejo. Prisión y cárcel son sinónimos, pero prisionero y
carcelero son antónimos
Del
mismo modo las palabras país, patria y nación suelen ser palabras ambiguas
utilizadas como sinónimos, y los términos derivados (paisano, patriota y
nacionalista), tampoco lo son.
Analicemos
esto…
·
País
El país (palabra derivada del francés pays, que
a su vez, procede del latín pagus),
es
definido como un territorio. Este territorio, tiene
características geográficas y culturales propias, que puede constituir una
entidad política dentro de un Estado.
Es también definido como un conjunto de habitantes.
Se utiliza como sinónimo de Estado y por lo tanto es conjunto de instituciones políticas dotadas de territorio, población y soberanía.
Hay quienes lo definen también como sinónimo de nación, o territorio.
El término paisano en términos genéricos es
definido como un natural del mismo país, fuertemente
asociado a un ambiente rural, campesino o aldeano.
·
Patria
La patria, está definida como la tierra natal o
adoptiva ordenada como nación, a la
que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y
afectivos. Es el lugar o país en que se ha nacido.
El significado
suele estar unido a connotaciones políticas o ideológicas, y por ello es objeto
de diversas interpretaciones, así como de uso propagandístico.
La “madre patria” es
un término que dice relación entre una nación de
origen y una colonia o
el origen étnico de
un grupo de inmigrantes.
El término patriota (palabra derivada del griego = 'compatriota'), está referido al sentimiento afectuoso que vincula
a un individuo con su patria,
a la que se siente ligado por unos determinados valores, cultura e historia. Es
el equivalente colectivo al orgullo que siente una persona por pertenecer a una
nación.
El concepto de patriotismo se
identifica con el sentido de tribalismo.
Se refiere a la posesión de una fuerte
identidad cultural o étnica que separa a un individuo como un miembro de un
grupo, del individuo miembro de otro grupo.
·
Nación
La nación
(palabra derivada del latín natio,-ōnis ='lugar de nacimiento', 'pueblo,
tribu'), está definida como un conjunto de los habitantes de un país regido por el mismo Gobierno en el territorio.
La palabra nación tiene
dos acepciones: la nación política (en el ámbito político),
es un sujeto político en el que
reside la soberanía
constituyente de un Estado.
Por otro lado la nación
cultural es un concepto socio-ideológico más
subjetivo y ambiguo que el anterior, se puede definir a grandes rasgos como una
comunidad humana con ciertas
características culturales
comunes, a las que dota de un sentido ético-político.
En sentido laxo, nación se emplea con
variados significados: Estado, país,
territorio o habitantes de ellos, etnia, pueblo y
otros.
Este concepto ha sido definido
de muchas maneras diferentes por los estudiosos en esta cuestión sin que se
haya llegado a un consenso al respecto.
En otras palabras, las
naciones hacen a la persona; las naciones son los constructos de las
convicciones, fidelidades y solidaridades de las personas.
Una simple categoría de
individuos (por ejemplo, los ocupantes de un territorio determinado o los
hablantes de un lenguaje dado), llegan a ser una nación y cuando los miembros
de la categoría se reconocen mutua y firmemente ciertos deberes y derechos en
virtud de su común calidad de miembros.
Es ese reconocimiento del
prójimo como individuo de su clase lo que los convierte en nación, y no los
demás atributos comunes, cualesquiera que puedan ser, que distinguen a esa
categoría de los no miembros de ella.
Para algunos autores no
son las naciones las que crean el nacionalismo,
sino a la inversa, es el nacionalismo quien inventa la nación.
El término nacionalista está asociado a una ideología y
movimiento sociopolítico que surgió junto con el concepto de nación,
propio de la Edad
Contemporánea, en las circunstancias históricas de la
llamada era de las Revoluciones.
El nacionalismo está más orientado hacia el
desarrollo y el mantenimiento de una identidad nacional basada en
características compartidas como la cultura, el idioma, la etnia, la religión,
los objetivos políticos o la creencia en un ancestro común y busca preservar la
cultura nacional.
A menudo también implica un sentimiento de orgullo
por los logros de la nación, y está estrechamente relacionado con el concepto
de patriotismo. En algunos casos, el nacionalismo se refirió a la creencia de
que una nación debería poder controlar el gobierno y todos los medios de
producción.
Como ideología, el
nacionalismo pone a una determinada nación como el único referente identitario,
dentro de una comunidad política
Parte de dos principios
básicos con respecto a la relación entre la nación y el Estado:
·
El principio de la soberanía
nacional: que mantendría que la nación es la única
base legítima para el Estado.
·
El principio de nacionalidad:
que mantendría que cada nación debe formar su propio Estado, y que las
fronteras del Estado deberían coincidir con las de la nación.
El término nacionalismo se
aplica tanto a las doctrinas políticas como a los movimientos nacionalistas:
las acciones colectivas de movimientos
sociales y políticos tendientes
a lograr las reclamaciones nacionalistas.
En ocasiones también se
llama nacionalismo al sentimiento de
pertenencia a la nación propia, algo en principio identificable con el patriotismo,
pero distinto si va más allá del sentimiento e incorpora contenido doctrinal o
acción política en un sentido concreto.
Los conceptos que pueden tener
en común son: la gente y el territorio, sin embargo algo en cada una de esas
palabras tiene una impronta diferente.
·
País: está asociado a la gente en un TERRITORIO, que no necesariamente es de la
misma nacionalidad ni pertenece a la misma cultura.
·
Patria: está asociada a gente unida por AFECTOS a su tierra, y ese solo concepto
que involucra a los sentimientos unidos a la cultura, hace la diferencia.
· Nación: está asociada a gente ORGANIZADA en un territorio, que no necesariamente pertenece a la misma cultura ni a una misma nacionalidad, pero que ha adoptado un sistema político que le permite convivir.
· ¡ ¡¡ Viva la Patria ¡!
·
Dios
y la Patria os lo demanden
·
Saquemos
adelante nuestro País
· Defendamos
los valores de la Nación: soberanía
política, independencia económica y justicia social
Tal vez
queremos decir lo mismo, …quizás no. Desde los inicios de nuestros días como país,
siempre hubo dirigentes que confundieron patria con gobierno y compatriotas que
no pensaban como ellos, como enemigos
Ya
Mitre le había indicado a Sarmiento que a los caudillos federales no había que
tratarlos como adversarios políticos sino como delincuentes armados, y por lo
tanto la lucha no era política, entonces el poder de policía y la represión
sería “más fácil y justificada”.
Esta
mezquindad de pensamiento y sus propios intereses quizás llevó a grupos
“acomodados” a imponer sus ideas por la fuerza de las armas.
La formación de la Liga Patriótica Argentina
La Liga Patriótica Argentina fue un
grupo político no partidista argentino que promovía un nacionalismo de derecha
(antisemitismo, fascismo clerical, nacionalismo y racismo).
La Liga incluía tanto organizaciones paramilitares, como círculos
sociales formales, actuando como grupos de choque, hostigando mediante acciones
violentas a las organizaciones sindicales y grupos de trabajadores en huelga.
Ofrecía mano de obra alternativa para reemplazar a los huelguistas
(“rompe huelgas”), y desarrollando toda una acción social, educativa y de
propaganda a favor de un pensamiento nacionalista y opuesto a las tendencias
marxistas y anarquistas que se estaban extendiendo entre los trabajadores como
consecuencia de la inmigración europea.
Su base de apoyo era transversal a los dos principales partidos
políticos de la Argentina, contando entre sus filas a destacados dirigentes
tanto de la Unión Cívica Radical como
del Partido
Autonomista Nacional y los partidos conservadores que
tomaron el lugar de este último después de 1916.
Si bien su accionar data de las huelgas de finales de 1918, su aparición pública tuvo lugar
durante la represión ocurrida en la llamada Semana Trágica
de 1919,
durante el gobierno de Hipólito Yrigoyen.
El primer nombre tuvo la organización fue el de Comisión Pro Defensores
del Orden. Las primeras reuniones de la asociación se llevaron a cabo en La
Confitería Paris, y días más tarde se trasladaron al edificio del Centro Naval, en la calles Florida y Córdoba, en la ciudad
de Buenos Aires.
En el Centro Naval, los por entonces contraalmirantes Manuel Domecq García y Eduardo O'Connor repartieron armas automáticas
a grupos de jóvenes de familias “reconocidas socialmente”, pero fue recién
el 19 de enero, una vez concluida la huelga (que
dejó un saldo de 700 muertos y 4.000 heridos), que la Liga Patriótica Argentina
se constituyó oficialmente, bajo el lema Patria y Orden.
O’Connor dijo que
Buenos Aires no sería otro Petrogrado (hoy San Petersburgo, Rusia) e invitaba a
la “valiente muchachada” a atacar a los “rusos y catalanes en sus propios
barrios si no se atreven a venir al centro”. Los jovencitos “patrióticos”
partieron del centro naval con brazaletes con los colores argentinos y armas
automáticas generosamente repartidas por Domecq, O’Connor y sus cómplices.
Domecq García ocupó la presidencia en forma
provisional hasta que fue elegido Manuel Carlés como presidente
y Pedro Cristophensen como
vicepresidente.
¿Quién era Carlés?. Nacido en Rosario, Manuel Carlés era un alto dirigente de la
Unión Cívica Radical. Además era profesor del Colegio Militar
de la Nación y de la Escuela
Superior de Guerra.
Su liderazgo estaba afianzado por aquellos vínculos que tenía con
diversas facciones políticas y con oficiales del Ejército, a quienes
conocía por haber sido sus alumnos.
Como diputado, durante las celebraciones del Centenario, Carlés había
pronunciado un discurso en 1910, en el que prefiguraba el pensamiento
nacionalista de la Liga:
“Si
hay extranjeros que abusando de la condescendencia social ultrajan el hogar de
la patria, hay caballeros patriotas capaces de presentar su vida en holocausto
contra la barbarie para salvar la civilización.”
Los fines de la Liga eran:
“Estimular, sobre todo, el sentimiento de argentinidad tendiendo a
vigorizar la libre personalidad de la Nación, cooperando con las autoridades en
el mantenimiento del orden público y en la defensa de los habitantes,
garantizando la tranquilidad de los hogares, únicamente cuando movimientos de
carácter anárquico perturben la paz de la República. Inspirar en el pueblo el
amor por el ejército y la marina.
Los miembros de la Liga se comprometen, bajo su fe y honor de
argentinos, a cooperar por todos los medios a su alcance, e impedir:
1°
La exposición pública de teorías subversivas contrarias al respeto debido a
nuestra patria, a nuestra bandera y a nuestras instituciones.
2°
Las conferencias públicas y en locales cerrados no permitidos sobre temas
anarquistas y marxistas que entrañen un peligro para nuestra nacionalidad.
Se obligan igualmente a
usar de todos los medios lícitos (¿??), para evitar que se usen en las
manifestaciones públicas la bandera roja y todo símbolo que constituya un
emblema hostil a nuestra fe, tradición y dignidad de argentinos.
Además buscaba luchar "Contra los indiferentes, los
anormales, los envidiosos y haraganes; contra los inmorales, los agitadores sin
oficio y los energúmenos sin ideas. Contra toda esa runfla sin Dios, Patria, ni
Ley, la Liga Patriótica Argentina levanta su lábaro de Patria y Orden... No
pertenecen a la Liga los cobardes y los tristes".
Como se desprende del texto, “iban por todo”
sin importar demasiado las ideas de otros, las herramientas utilizadas o el
calibre de sus armas.
La Liga funcionaba con una Junta Central y con brigadas. Las hubo de
trabajadores, de estudiantes, de maestros, de mujeres, entre otras, las que
trabajaban tratando de neutralizar las posibles influencias revolucionarias ya
sea dictando conferencias que tenían como principal objetivo la difusión de
preceptos de moral cívica o bien interviniendo en los conflictos como fuerza
paramilitar.
La eficacia con que actuaban estas brigadas era reconocida por la institución:
"mil cuatrocientas […] esparcidas en toda la República, han
impedido que el mal y los malos hagan de las suyas, las mismas mil
cuatrocientas brigadas han conseguido que el bien y los buenos
triunfen...".
También llegaron a formar algunos sindicatos paralelos, pero éstos no
llegaron a tener trascendencia.
Bajo el lema "Patria
y Orden" se propusieron como fines exclusivos:
Estimular "sobre todo el sentimiento de la argentinidad,
manteniendo vivos y animados en todo momento en el espíritu de los
conciudadanos […] el recuerdo del heroísmo y sacrificio generoso de los
antepasados, que nos dieron la patria, inculcando […] la noción clara de las
obligaciones que pesan sobre todos los argentinos de agradecimiento hacia
aquellos antepasados..."
Carlés y otros voceros de la LPA denominaron
a esta ideología como “humanitarismo práctico”, entre otras formas, la cual
estaba caracterizada por sus raíces nativas, socialcatólicas, positivistas y
claramente antimarxistas.
El Papa León
XIII, un inspirador, ya decía en 1891:
(…) poner íntegra y fielmente
el trabajo que libre y equitativamente se ha contratado; no perjudicar de modo
alguno al capital, ni hacer violencia personal contra sus amos; al tratar de
defender sus propios derechos, abstenerse de la fuerza y no armar sediciones,
ni asociarse con hombres malvados y pérfidos que falsamente les hagan concebir
desmedidas esperanzas.
La rama femenina
Al margen de los hechos de violencia hacia los huelguistas, por los que
se hizo famosa, la Liga también desarrolló inicialmente una labor de “asistencia
social” hacia las trabajadoras, y cuyos propósitos
estaban orientados, por un lado, a la “moralización” de las mismas, quienes
debían evitar ser atraídas por ciertos pasatiempos fuera del horario de
trabajo, como beber en los bares y coquetear en las plazas o tomar lecciones de
tango.
Jorgelina Cano, presidente de la Comisión Central de Señoritas, decía:
“No
es nuestro programa la obra filantrópica inspirada en el alivio transitorio del
dolor ajeno o el socorro oportuno al afligente que lo reclama. Aspiramos a
resolver el hondo problema con un criterio más humanitario, más eficaz y que
mire muy adelante el porvenir. Buscamos la educación, de la clase trabajadora,
buscamos enaltecerla con el ejemplo de nuestras virtudes, de nuestra actividad
y de nuestro espíritu fraternal.
Por otro lado, el objetivo de estas escuelas era el de mejorar la
posición de las trabajadoras a través de la enseñanza de habilidades
elementales, tales como leer y escribir, o bien brindar instrucción primaria en
aritmética, mecanografía, costura, bordado, etc. Todo ello sumado a los cursos
de economía hogareña, cuidado de niños e higiene, preparaba a estas
trabajadoras inmigrantes para ser “verdaderas señoras”.
En cuanto a la formación en los valores, las liguistas buscaban
inculcarlos en las trabajadoras inmigrantes en función de construir este
mencionado perfil de ciudadano argentino: valores tales como nobleza en el
trabajo, obediencia a la ley, paciencia, responsabilidades con la familia y el
país, patriotismo, puntualidad, entre otros, eran considerados capitales.
Por otra parte se indicaba que el socialismo y el anarquismo no eran
compatibles con las doctrinas de Dios y de la Patria, y que por tanto,
resultaban peligrosos por su carácter disolvente.
Los ataques al 11
La
ideología de la Liga se emparentaba con lo más reaccionario de la derecha
católica argentina. Promovieron la xenofobia fomentando el odio y la
desconfianza hacia los inmigrantes, particularmente aquellos provenientes de
Rusia y los países del Este en los que veían a agentes soviéticos. Desconfiaban
de los partidos políticos a los que veían como blandos frente al avance de las
ideologías obreristas
La
Liga preanuncia los que serán los elementos fundamentales del nacionalismo
elitista argentino: autoritarismo, rechazo a la inmigración extranjera,
antisemitismo, admiración por las fuerzas armadas, patriotismo fanatizado y
anticomunismo.
Se
hará famosa por sus actividades paramilitares, especialmente por sus ataques a
barrios obreros, la quema de bibliotecas populares, sindicatos e imprentas, a
las sedes sindicales, las bibliotecas obreras, a la sede de los periódicos
socialistas y anarquistas para incendiarlo y destruirlo todo bajo la mirada
cómplice de la policía y los bomberos.
La
mantenían con importantes donaciones “las mejores familias”, cuyos jóvenes
integraban (manejando los coches “de papá”), los grupos de choque. El
entrenamiento lo daban militares de alta graduación y el “auxilio espiritual”,
algunos miembros de la jerarquía eclesiástica.
El barrio judío de
Once en Buenos Aires fue atacado con saña por las bandas patrióticas que se
dedicaban a la “caza del ruso”. Allí fueron incendiadas sinagogas y las
bibliotecas Avangard y Paole Sión. Los terroristas de la Liga atacaban a los
transeúntes, particularmente a los que vestían con algún elemento que
determinara su pertenencia a la colectividad.
La cobarde agresión
no respetó ni edades ni sexos. Los “defensores de la familia y las buenas
costumbres” golpeaban con cachiporras y las culatas de sus revólveres a
ancianos y arrastraban de los pelos a mujeres y niños.
Tras conocer estos
incidentes que tomaron por sorpresa a los vecinos del Once, en algunos barrios
como en La Boca, los vecinos comenzaron a preocuparse y a ocuparse, anunciando
a los chicos de la Liga, que si se animaban a atacar, no la pasarían nada bien.
Allí, en la barriada
conocida como la “Tierra del Fuego” (porque estaba habitada por muchos
anarquistas que habían pasado por el penal de Ushuaia), los estaban esperando.
Hombres, mujeres y niños, armados con lo que tenían preparaban la defensa.
Desde las terrazas
les tiraban agua hirviendo y piedras y los francotiradores abrían fuego contra
los coches de la Liga. Cuenta el oficial de policía Romaríz, que:
“Se nos hacía
fuego desde varios lugares a la vez: desde lo alto de las azoteas, por las
ventanas abiertas de las casas de madera, y aun desde los zaguanes. Estábamos
bloqueados y en el más completo aislamiento, ya que nadie concurría en nuestro apoyo
o protección. Me asaltó en esas difíciles circunstancias la idea de que de allí
no saldríamos con vida. Pensé que la revolución, que adjudicábamos
a un sector circunstancial de la población, tomaba las graves proporciones de
una insurrección armada de todo el pueblo.”
Participación en la Semana Trágica
En diciembre de 1918 los
empleados de los Talleres Metalúrgicos Vasena de la ciudad de Buenos Aires
entraron en huelga pidiendo mejores condiciones
laborales.
La huelga llevó a que la empresa contratara, por medio de la Asociación Nacional del Trabajo, obreros
rompehuelgas para intentar seguir funcionando. El disturbio entre los obreros
en huelga y los rompehuelgas terminó con cuatro muertos y, finalmente, la
intervención de la policía, que disparó con armas largas contra la multitud.
Como consecuencia de ello se desató una huelga general con disturbios de
mayor entidad, en donde las tensiones acumuladas estallaron. Fue en ese momento
cuando, por primera vez, aparecieron grupos de particulares que colaboraban con
las autoridades en la represión o, como decían ellos, en la defensa del orden.
Los voluntarios se inscribían en el Centro Naval o en las comisarías con
el fin de formar parte estas guardias cívicas. Sería ese el nacimiento de lo
que, poco después, tomaría oficial y públicamente el nombre de “Liga Patriótica
Argentina”.
El fin de la Semana Trágica no
terminó con el accionar de la Liga que continuó reuniéndose asiduamente. Apenas
15 días después de la formación oficial de la Liga, esta ya contaba con 9.800
miembros, 4.500 reclutados por los delegados vecinales (parroquias de San Juan
Evangelista, Santa Lucía, Villa Devoto, San Carlos Sur y Villa
Urquiza), y 5.300 adheridos directamente en la Secretaría General.
Por su parte, el general Luis Dellepiane, jefe de la
represión, afirmaría que los hechos podrían haberse evitado “haciendo desaparecer uno por uno a los
cabecillas, sin ningún arresto legal”.
Escribía
Osvaldo Bayer:
“Cuando
muchos años después tratamos de que los terrenos donde había comenzado el drama
–los de los establecimientos Vasena, que habían sido demolidos– pasaran a
llamarse “Parque Mártires de la Semana Trágica”, justamente el dirigente
Augusto Vandor se opuso y propuso llamarla “Plaza Martín Fierro”. Nombre que
hoy lleva.
Claro,
del pasado no se habla porque estaban involucrados Yrigoyen, los radicales, el
ejército y personajes de la “guardia blanca” que luego pasaron a ser próceres:
Manuel Carlés, el Perito Moreno, el cura Miguel D’Andrea e, infaltable, el
estanciero Martínez de Hoz, hijo de aquel presidente de la Sociedad Rural que
recibió de Roca 2.500.000 hectáreas de la tierra donde vivían antes los pampas
y los ranqueles, bisabuelo del murciélago que luego fue ministro de Economía de
la dictadura responsable de la desaparición de personas. Toda una estirpe
familiar heredera del autollamado “liberalismo positivista” del roquismo.
Participación en los conflictos patagónicos
Cuando en noviembre de 1920
se desató la huelga general de peones rurales en la provincia de Santa Cruz,
hecho popularmente conocido como la Patagonia Rebelde, la Liga se alistó para
frenar el paro.
El 22 de febrero de 1921 se
firma un acuerdo entre peones y la patronal que da fin a la primera de las
huelgas.
Las tropas dirigidas por Héctor Benigno
Varela retornan a Buenos Aires en mayo de ese año,
pero lejos de cumplirse el convenio, la patronal comienza una serie de
represalias contra los participantes de las huelgas con refuerzos
parapoliciales integrados por miembros de la Liga.
De acuerdo con ese propósito, el 10 de julio de 1921,
se reunieron en el Hotel Argentino de Río Gallegos un grupo considerable
de personalidades de la ciudad, con el objetivo de llevar a la práctica la
represión. Luego de un corto debate, se resolvió constituir una brigada local
de la Liga.
La Liga tuvo una actuación destacada en el conflicto que finalizó en
enero de 1922,
con un saldo de 1.500 trabajadores muertos.
El 7 de enero arribó
el vapor "Asturiano" a
Río Gallegos, con Manuel Carlés a bordo para rendir homenaje y condecorar a
Varela y sus hombres.
Golpe de estado de 1930
La crisis económica mundial de 1929 tuvo
graves consecuencias en la Argentina. El desempleo y otros problemas provocaron
gran malestar social y político que desembocó, en septiembre de 1930, en el
primer golpe de estado de
la historia argentina.
El golpe que derrocó a Hipólito Yrigoyen fue
ejecutado por militares pero contó con la adhesión de políticos opositores (conservadores
y radicales
antipersonalistas), de algunos sectores del pueblo, entre los
que se incluía la Liga Patriótica Argentina.
En la mañana del 6 de septiembre, José Félix Uriburu partió
del Colegio Militar
de la Nación al frente de un grupo de cadetes y de un
batallón de artillería, intimando la entrega del gobierno. El presidente
Yrigoyen renunció ante las autoridades militares de la ciudad de La Plata y luego fue detenido y
enviado a la isla Martín García.
Según testimonios de la época:
“La Liga Republicana convocaba a la
oposición frontal, el llamado Klan Radical trató de neutralizar a
los opositores con la violencia, y ésta llamó al combate callejero a la Liga
Patriótica Argentina. La violencia ganó la calle, los incidentes menudearon y
el ambiente de crisis económica, política y social se tornó, para muchos,
insoportable.
Los radicales llegaron,
incluso, a hacer fraude electoral, utilizaron al ejército para las
intervenciones federales y aparecieron contradiciendo ideales y banderas que
habían difundido o agitado para fundar en esos signos una nueva legitimidad.
Esa legitimidad nunca
había superado cierta innata precariedad. El propio yrigoyenismo contribuyó a
herirla de muerte. Oficialismo y oposición fueron cómplices, a su manera, de la
agonía de la Argentina de los partidos.
Los “famosos” de la Liga
La intolerancia no era patrimonio solo de los militares, sino también de
los políticos, los sacerdotes, los profesionales de varias ramas o los hombres
de ciencia, algunos de ellos utilizados como pantalla detrás de los cuales
actuaban las “fuerzas de choque y adoctrinamiento”.
Entre los personajes más “ilustres” que pasaron por la Liga se
encuentran nombres como los de:
Joaquín Samuel de Anchorena; Luis Dellepiane; Estanislao Zeballos; Luis Agote; Francisco P. Moreno; Miguel De Andrea; Ángel Gallardo; Jorge Mitre;
Carlos
Tornquist; Miguel Alfredo Martínez de Hoz; Federico
Martínez de Hoz; Julio A. Roca
(hijo); Leopoldo Melo, Lisandro de la Torre; Manuel María de
Iriondo; Félix Bunge,
Carlos M. Noel;
Vicente Gallo; Ezequiel Pedro Paz; José A.
Cortejarena; Celedonio Pereda; Saturnino Unzué, Antonio Lanusse y Pastor S. Obligado
Algunos se justificaban diciendo que:
"la civilización nacional engendró la Liga Patriótica Argentina,
que nació para reunir a todos los hombres sanos y enérgicos con el fin de
colaborar con la autoridad para mantener el orden y vigorizar los sentimientos
esenciales del alma nacional, que por lo eterno funda la patria"
¿Disolución?
Como vimos, la Liga fue impulsora del golpe militar
encabezado por José Félix Uriburu contra la presidencia de Yrigoyen. Uriburu,
con su gobierno de facto, había liquidado los tiempos políticos de la llamada
Década Infame.
Con posterioridad al golpe
de 1930 y
el posterior regreso a la democracia con los gobiernos de la llamada Concordancia,
la Liga Patriótica inicia un paulatino camino de desaparición. Su costado más visible,
el de la confrontación callejera directa, fue abandonado por sus dirigentes y
poco a poco también se fue diluyendo su acción social y cultural, así como
fueron espaciándose sus congresos y otras reuniones públicas.
La principal explicación de este deterioro puede encontrarse en el éxodo
de sus militantes, una vez afianzadas sus ideas nacionalistas, hacia otras
formaciones políticas con contenidos políticos más extremos.
La década del ’30 fue testigo de una renovación dentro de la derecha
nacionalista que, a diferencia de la Liga Patriótica, buscaba la incorporación
de las masas a la vida política del país aunque bien compartían el punto de
partida: la armonía entre clases y el mantenimiento del orden social.
Las ideas de Carlés, que pueden hacerse extensivas en gran medida al
pensamiento de la Liga, estuvieron fuertemente influenciadas por un naturalismo
de base religiosa, dentro de las líneas más progresistas del conservadurismo
argentino.
Por otra parte, estaba imbuido por un fuerte patriotismo y una fe
ilimitada en el progreso argentino, sustentado por la libre iniciativa privada
(liberalismo económico), y por la educación, fundamental a su juicio.
Al mismo tiempo, y pese a considerar centrales las Fuerzas Armadas y la
Iglesia Católica dentro de la cosmovisión jerárquica que tenía, adscribía
plenamente a la democracia republicana y a la defensa de la Constitución
Nacional.
Por
el otro lado, y en consonancia con el auge de las ideas fascistas en Europa,
también en Argentina, se va formando un grupo de jóvenes nacionalistas que se
percibían a sí mismos como una “nueva generación”, una vanguardia literaria con
nuevas propuestas estéticas, que buscaban diferenciarse de aquellos
nacionalistas del centenario y que, a diferencia de la Liga, expresaban un
desprecio por la democracia representativa y las instituciones de lo que
llamaban “el liberalismo”.
Para esta nueva tendencia dentro del nacionalismo argentino, la cuestión
inmigratoria ha dejado de ser una preocupación: el problema ya no se encuentra
en el inmigrante como un factor disolvente de la sociedad y la nación
argentina, sino que se encuentra en el propio sistema democrático que se busca
reformar.
A los conservadores en general (incluyendo la Liga Patriótica), este
“combate contra la democracia” les resulta totalmente ajeno desde lo
ideológico, más allá de que, circunstancialmente, puedan tejerse alianzas entre
los dos grupos, basados especialmente en el miedo que les produce un enemigo
común, como lo era en ese momento el yrigoyenismo.
Los jóvenes aglutinados en el periódico La Nueva
República publicado
hasta 1931, “levantaron
sus armas para enfrentar a la democracia y al liberalismo, hijos de la Revolución Francesa,
la Ilustración y el
mundo moderno, que fueron el basamento ideológico sobre el cual se construyó el
Estado nacional.
El ataque ahora apunta directamente contra la soberanía popular,
asociada a menudo con el “obrerismo bolchevizante”. De tal manera, se propone
una lucha en dos frentes, por un lado, una tarea intelectual cuyo fin sea la
desarticulación de los sofismas democráticos y liberales, y por el otro, una
lucha política contra los adversarios de la nacionalidad y el orden, es decir,
contra la izquierda.
Es a partir de este punto que comienza a gestarse lo que el autor
italiano Loris Zanatta llama
"El Mito de la Nación Católica" que se impondría como dogma a partir
de la próxima interrupción del orden constitucional, la Revolución de 1943.
Esta nueva concepción nacionalista entraba en conflicto con la visión
democrática liberal - conservadora de la Liga Patriótica y llevaba implícito el
concepto (inspirado en el fascismo italiano), de “Tercera Posición”.
Este no sólo implicaba superar la dicotomía capitalismo – comunismo. La
verdadera dualidad que había que superar era entre comunismo y democracia
liberal.
En ese momento la doctrina de la Iglesia los señalaba como dos flagelos
de igual gravedad. Argentina, con sus profundas raíces culturales católicas,
decían, estaba en condiciones de dar a luz una nueva forma de estado católico
superior a esas opciones.
Aunque
en los primeros momentos del régimen militar de 1943, ex miembros y otros
afines a la Liga participaron de puestos de gobierno, terminó imponiéndose la
versión más dura del nacionalismo, lo que prácticamente vació de contenido a la
agrupación, convertida cada vez más en un grupo minúsculo y sin ninguna
injerencia real.
En 1969,
50 años después de que la Liga viera la luz, ésta contaba con apenas 560
miembros. En ese entonces, su presidente, Jorge Kern declaraba
que la Liga era "una institución desvinculada de toda bandería
política", pero asegurando que la Liga mantenía una inalterada
admiración por su fundador, Manuel Carlés, quien era "un
inolvidable patriota".
Con posterioridad a esa fecha, ya no se encuentran nuevas referencias a
la Liga, a sus dirigentes ni a sus reuniones, con lo que debe presumirse su
desaparición.
Luego de “desaparecida” la Década Infame (el anhelo más preciado por la
Liga y la oligarquía), no volvieron a ser “solicitados sus servicios” y así
pasaron a retiro, sin embargo, la burguesía, frente a otros momentos de ascenso
obrero donde sintió peligrar su poder, no dejó de recurrir a bandas armadas de
este tipo como la Alianza Libertadora Nacionalista (1943), la Guardia
Restauradora Nacionalista (1960) o la Triple A (1974).
En las Notas sociales del diario La
Nación del jueves 1 de diciembre de 2005 se
publicó el siguiente anuncio:
“La Liga Patriótica
Argentina, con el fin de reunir fondos para sus obras, ha organizado un
encuentro que se realizará pasado mañana, a las 18.30, en el Quincho 1806, en
los Cuarteles de Palermo del histórico Regimiento Patricios. El teniente
coronel (R) doctor Ernesto D. Fernández Maguer ofrecerá una breve disertación
sobre "Pasado, presente y proyectos de la Liga Patriótica Argentina".
Al finalizar se servirá un vino de honor.
Esto llevó a error a algunas personas que pensaron que el mismo grupo
había permanecido en actividad secreta durante 35 años. En realidad el Teniente
Coronel Ernesto
Fernández Maguer, un ex veterano
de la Guerra de Malvinas,
comenzó desde la misma finalización de la guerra una intensa tarea de difusión
de la historia y de homenajes a los excombatientes y veteranos.
Al adoptar el nombre “Liga Patriótica Argentina”, le rinde tributo a
aquel viejo proyecto nacionalista con el que se siente identificado, pero sin
que haya una continuidad institucional entre ambas formaciones.
En la actualidad, la tarea principal de esa nueva Liga Patriótica es,
justamente, la organización de homenajes a los veteranos de Malvinas.
Y así seguimos…
Bibliografía
BAYER, O. (2006). La Semana Trágica. Página12. https://www.pagina12.com.ar/ diario/contratapa/
CEPEDA MATÍAS (2013). La Liga Patriótica y la construcción de nuevos ciudadanos: el “humanitarismo práctico”. XIV Jornadas. Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza. https://www.aacademica.org/000-010/751 https://ri.conicet.gov.ar
MELLADO, M.V. (2007). La Liga Patriótica Argentina: Una aproximación a
las redes asociativas de los elencos políticos y culturales de Mendoza
(1919-1930). Entrepasados.
Revista de Historia.
PETROVSKAIA, N. (2017). A 98 años de su fundación. La Liga Patriótica:
patria, orden y sangre obrerahttps://www.laizquierdadiario.com/La-Liga-Patriotica-Patria-Orden-y-sangre-obrera
PIGNA, F. La Liga Patriótica, asesina. El Historiador. https://www.elhistoriador.com.ar/ la-liga-patriotica-asesina/
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.