lunes, 29 de agosto de 2016

Arbolito. La justicia ranquel


Arbolito era el seudónimo popular de un jefe Ranquel llamado Nicasio Maciel, aliado a las tropas federales de Juan Manuel de Rosas. Se dice que el nombre popular le vino por una representación de este aborigen flaco, alto, huesudo y de abundante cabellera, que estando siempre de guardia, recortaba en el horizonte una imagen similar a la de un pino.
Pasó a la historia por  haber vengado la muerte de miles de sus pares, lanceando y degollando al responsable de tales cacerías (el Coronel Federico Rauch), en el combate de las Vizcacheras, en 1829.


Contexto histórico
A principios de 1829 el consejo de ministros del General Lavalle inventó el sistema de las “clasificaciones”, o sea la “lista negra” de todos los adversarios conocidos de esa situación, con el objetivo de asegurar o desterrar a los federales más conspicuos. 

Entretanto la reacción armada estallaba en casi toda la República y los caudillos federales del interior se preparaban. La Legislatura de Córdoba le confirió al Gobernador Bustos “facultades extraordinarias”, y éste se aprestó a defenderse del ataque que se le anunciaba y era fácil prever. 

El General Quiroga declaró públicamente que se dirigía a restaurar las autoridades de Buenos Aires, y levantó una fuerte división en Cuyo. El Gobernador Ibarra se dio la mano con el de Tucumán y formaron otro cuerpo de ejército para defenderse ambos.  

El General López, gobernador de Santa Fe, le declaró al general Lavalle que no le reconocía como gobernador de Buenos Aires y que cortaba con él toda relación de provincia a provincia.

La lucha sobrevino desde luego.  El Coronel Juan Manuel de Rosas, del campo de Navarro se había dirigido a Santa Fe para informar al gobernador López sobre la situación de Buenos Aires, asegurándole que el General Lavalle estaba reducido en la ciudad, y que toda la campaña le era hostil. 

En la campaña sur de Buenos Aires fuertes grupos de milicianos armados, buscaban su incorporación en los puntos que indicaba Rosas desde Santa Fe. 
Lavalle era reconocido como jefe visible los unitarios que circunscribían su política a “abrir camino con el sable” a la Constitución de 1826. El órgano oficial de los unitarios de 1828 condensaba esa política escribiendo:
  
“… Al argumento de que si son pocos los federales es falta de generosidad perseguirlos, y si son muchos, es peligroso irritarlos. Nosotros decimos que, sean muchos o pocos, no es tiempo de emplear la dulzura, sino el palo… sangre y fuego en el campo de batalla, energía y firmeza en los papeles públicos… Palo, porque sólo el palo reduce a los que hacen causa común con los salvajes.  Palo, y de no los principios se quedan escritos y la República sin Constitución”

Lavalle envió al General José María Paz, al frente de la Segunda División del Ejército republicano, para que sofocase la resistencia de los jefes en las provincias del interior.

Mientras tanto él iniciaba su cruzada en Córdoba dirigiéndose con 1.500 veteranos al encuentro de López y de Rosas, quienes engrosaban su ejército con grupos numerosos de milicianos armados.

Era la guerra del viejo y astuto caudillo López, que no comprometía su gente en combates serios, pero que hostigaba continuamente a su adversario, presentándole por todos lados grupos de caballería bien montada, mientras él se apoderaba de los recursos, y conseguía llevarlo más o menos debilitado hacia un punto donde le caía entonces con todas sus fuerzas.  

Los veteranos de Lavalle se veían por primera vez impotentes ante la pericia y astucia de esos dos jefes de milicias que obtenían en las dilatadas llanuras la ventaja singular de destruir su ejército regular, sin aceptar combates, sin presentarlos tampoco y dueños de los recursos y de los arbitrios de que aquél no podía echar mano.

Con todo, Lavalle comprendió la táctica especial de sus adversarios.  Ayudado de algunos hacendados adictos a su causa pudo montar sus soldados en caballos selectos y obligar a López y a Rosas a los combates de Las Palmitas y de Las Vizcacheras. En este último muere del General Rauch a manos del jefe ranquel Arbolito.
En esas épocas los aborígenes tenías luchas y alianzas permanentes con las tropas unitarias y federales. Mientras que los ranqueles (rankülches), aparecieron como aliados de los federales, los pampas cabalgaron al lado de los unitarios.
Estos alineamientos no fueron automáticos, y las alianzas que formaron las diversas nacionalidades, poco tuvieron que ver con la adhesión a los principios centralistas o a los federales, sino que se explicaban por la dinámica interna del pueblo mapuche.
¿Quién era Rauch?
Federico (Friedrich), Rauch, nacido en Weinheim (en ese momento Prusia, actualmente Alemania), llega a la Argentina en 1819 invitado por Bernardino Rivadavia para extender la frontera de la "civilización" sobre la "barbarie". Se trataba de un mercenario que también había servido a las órdenes de Napoleón.
Llegó a las Provincias Unidas del Río de la Plata y se incorporó inmediatamente al ejército con el grado de Teniente Segundo. Al año siguiente recibió el ascenso a Capitán y a Sargento Mayor en 1821. Fue trasladado al Regimiento de Húsares de Buenos Aires o Húsares de Plata, en el que permaneció el resto de su carrera militar y alcanzó el grado de Coronel, cuando solo tenía 33 años.
Fue contratado por el gobernador Martín Rodríguez, para realizar campañas contra los indios que estaban al sur de la frontera. Rauch (que en ese momento estaba del lado de Rosas), adquiere fama por lograr la matanza de numerosos indios.
Su táctica era simple. Atacaba por sorpresa y con gran violencia, asesinando a todo indio que se le cruzara, sin importar sexo ni edad.
La oligarquía quedó encantada con la rapidez y eficacia con que Rauch "limpiaba" las tierras, es por eso que asciende rápidamente en la escala militar.
En 1926 el presidente Rivadavia, tentado por la eficacia del genocida prusiano llegado hacía 7 años, le asigna la tarea de eliminar a los Ranqueles de las pampas.
Rauch parte de inmediato hacia el sur y en poco tiempo extiende la frontera de manera importante, favoreciendo así a mas de 500 terratenientes que recibieron grandes porciones de tierra arrebatadas a los Ranqueles de manera gratuita. 
Armó expediciones hacia Sierra de la Ventana, arrebató miles de cabezas de ganado, destruyó los toldos e hizo prisioneros, habiendo arrebatado a las comunidades de esa zona del Puelmapu (territorio mapuche y etnias relacionadas como Tehuelches, Ranqueles y Pampas), mas de 70 mil kilómetros cuadrados.

Un relator de la época escribía: "Persigue a los derrotados hasta el exterminio en los vericuetos de la Sierra de la Ventana...",

Rivadavia lo llamaba "noble patriota”, y en reconocimiento le envió una esquela que decía: “Deseando presentar al Sr. Coronel Federico Rauch, una expresión especial de aprecio que hace de sus distinguidos y relevantes servicios, le envió una espada en memoria del honor con que ha usado la suya sosteniendo la causa pública”. 
Rauch también se tomaba su tiempo para escribir una que otra frase "patriotica" tales como:
  •      “Hoy 26 de enero, degollamos a 27 Ranqueles para ahorrar balas”.
  •       “Los Ranqueles no tienen salvación, porque no tienen sentido de la propiedad privada”. 
  •      “El hombre libre no sirve” 
  •       “Los Ranqueles son anarquistas, la teoría de la libertad hay que eliminarla”  

Tres versiones de un mismo hecho
Es sabido que la “historia la escriben los ganadores”, y esta se transformó generalmente en la historia oficial, aunque el revisionismo argentino se ha encargado de poner sobre el tapete “otras historias”.
Las tres versiones de la muerte del General Rauch tienen cosas en común: el lugar (Las Vizcacheras), la fecha (28 de marzo de 1829), que Arbolito es el responsable de la muerte, y casi nada mas.
Versión Oficial: lo matan nativos traicioneros
A los libros llegó la versión oficial que luego fue reproducida por Fortuny en un dibujo “mandado a hacer”.

Dicha versión relata que en el Combate de Viscacheras (donde se deja ver que el combate era una emboscada al ejército), Rauch, sable en mano y solo, sin ayuda de su tropa trata de pelear con 13 nativos que lo bolearon, lancearon y luego degollaron, sugiriendo que fue una emboscada, sin atribuir la muerte a nadie en particular sino a todos los aborígenes traicioneros.

·     Versión revisionista 1: lo mata Arbolito solo en una emboscada
Una primera versión revisionista indica que Arbolito había estudiado las tácticas de Rauch, y la costumbre de adelantarse al galope a sus hombres sable en mano. Lo espera agazapado en una hondonada, y cuando Rauch pasa le bolea el caballo, lo lancea y lo degüella.

Versión revisionista 2: lo mata Arbolito o un federal durante el combate
Versiones mas recientes indican que, en Viscacheras se enfrentaron un contingente federal de aproximadamente 600 hombres y otro unitario, de número similar.
Las tropas leales a Lavalle (el responsable de fusilar de Dorrego), eran comandadas por Rauch (poco tiempo antes respondía a Rosas), quien marchaba al frente de sus Húsares de Plata y contaba con otras unidades.

Del lado federal, comandado por Paguitruz, alias Mariano Rosas  (un Ranquel criado por Juan Manuel de Rosas), participó Prudencio Arnold, quien más tarde escribió sus memorias. Cuenta en su libro "Un soldado argentino", que Rauch, con la ventaja de comandar tropas veteranas de la guerra del Brasil, les venía pisando los talones,.

Los federales llegaron a Las Vizcacheras casi al mismo tiempo que un nutrido contingente de Ranqueles, que combatirían a su lado. Dice Arnold: 

"en tales circunstancias el enemigo se avistó. Sin tiempo que perder, formamos nuestra línea de combate de la manera siguiente: los escuadrones Sosa y Lorea formaron nuestra ala derecha, llevando de flanqueadores a los indios de Nicasio; los escuadrones Miranda y Blandengues el ala izquierda y como flanqueadores a los indios de Mariano; el escuadrón González y milicianos de la Guardia del Monte al centro, donde yo formé".

Rauch arrolló el centro de los federales y se empeñó a fondo sin percibir que sus dos alas eran derrotadas. Se distrajo y pronto se vio rodeado de efectivos a los que supuso suyos.

"cuando estuvo dentro de nosotros, reconoció que eran sus enemigos apercibiéndose recién del peligro que lo rodeaba. Trató de escapar defendiéndose con bizarría, pero los perseguidores le salieron al encuentro, cada vez en mayor número, deslizándose por los pajonales, hasta que el cabo de Blandengues, Manuel Andrada le boleó el caballo y el indio Nicasio lo ultimó... Así acabó su existencia el coronel Rauch, víctima de su propia torpeza”
La cabeza de Rauch fue arrojada en la puerta de la casa materna de Prudencio Arnold (a quien Rauch había jurado matar), y luego llevada en triunfo a la ciudad de Buenos Aires y arrojada en una calle céntrica como un desafío.
La sociedad porteña, por otro lado, homenajeó de la manera más lujosa de la época a los restos de Rauch, y para “consolidar su postura política”, poblados y calles de nuestro país llevan el apellido del “heroico guerrero”.
Arbolito también tuvo sus homenajes, aunque muy recientemente: una escuela de Azul y varias calles de pueblos y ciudades tomaron su nombre como reivindicación histórica.

Una banda argentina de folk-rock lleva el nombre de Arbolito como homenaje al jefe Ranquel.





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