martes, 18 de julio de 2017

Rudecindo, el hermanito de Julio


¿Vendrá de familia eso de “roba pero hace”? ¿Quién inventó este dicho popular? Si roba, confundiendo el poder que le da el estado para quedarse con lo ajeno, en realidad “no hace”.

Estos hermanos Roca, que gozaron de inmenso poder cuando fueron gobierno (…y cuando no lo fueron también), “hicieron cosas, pero a costillas de otros”.
Rudecindo aprovechó el poder de su hermano como Presidente de la Nación para quedarse con lo ajeno, y se apropió de más de 600.000 hectáreas de la actual Provincia de Misiones a través de argucias legales.

Estos argumentos falsos, pero presentados con agudeza, siguen hoy debatiéndose en los tribunales, a pesar de pasaron 136 años.

Pero Rudecindo no se conformaba con eso. El Primer Gobernador de Misiones (impuesto por su hermano), también “gozaba” del prestigio de esclavizar y torturar aborígenes, en esas tierras y en tantas otras como pudo. Cosas de familia ¿vio?.

La familia
Rudecindo Roca era el cuarto hijo de esta prolífica y patricia familia tucumana (los Roca/Paz), nacido siete años después, en 1850, que su hermano más famoso, Julio Argentino, quien fuera Presidente de la Nación en dos oportunidades.

Don José Segundo Roca Tejerina fue el padre de Rudecindo y Julio Argentino entre nueve hermanos, donde solo una era mujer. Su esposa era una tucumana de Monteros, llamada Agustina Paz Mariño. La familia era muy pobre, al punto que, para poder hacer estudiar a sus hijos (Marcos, Celedonio y Julio), debió hacerlo en Concepción del Uruguay, por contar este colegio con una beca o subsidio del gobierno.

José Segundo, soldado desde la adolescencia y jefe de milicias en Tucumán, guerreó a las órdenes de San Martín, Paz, Álvarez de Arenales y Alvear, entre los argentinos, y de Simón Bolívar y Antonio José de Sucre, entre los americanos.

Unitario en los comienzos luchó contra Facundo Quiroga en La Ciudadela, y, luego de la Batalla Famaillá en 1841, se retiró para emprender una empresa familiar de producción de caña de azúcar, la que no fue muy próspera y quebró. Su hijo Rudecindo le seguiría (al menos en este aspecto), sus pasos.

A pesar de ello, y honrando su palabra, dio instrucciones a sus letrados para devolver los créditos recibidos con sus bienes. Pedía a sus acreedores que le dejasen "tan sólo lo necesario para sostener y hacer la cosecha en cada año, y evitar de este modo la necesaria y consiguiente pérdida que ellos, y yo precisamente, sufriríamos en la subasta, en caso contrario." 

El juez citó a los acreedores a audiencia, y los acreedores aceptaron por unanimidad la propuesta de Roca. Algunos de sus hijos no fueron consecuentes con la honorabilidad de su padre.

Tiempo después Don José peleaba a favor de la Confederación en tiempos de Rosas. A los 66 años, este viejo Coronel partió a la Guerra del Paraguay (donde ya peleaban cinco de sus hijos), conduciendo el contingente de Guardias Nacionales de Tucumán. Llegando a Corrientes enfermó gravemente y falleció.

La mayor parte de sus hijos tenían “vocación inmobiliaria” y los expedientes catastrales del país así lo indican. Alejandro, Agustín, Ataliva o Pedro (además de Rudecindo y Julio Argentino), tuvieron, y tienen hoy sus sucesores, grandes posesiones.

Por esas cosas de la vida Ataliva recibió en la pila bautismal el extraño nombre en recuerdo y homenaje de un indígena de las montañas del Perú, que había salvado a su padre años antes, levantándolo maltrecho de entre los soldados muertos en un encuentro y curando luego sus heridas. Ni él ni sus hermanos guardaron el respeto de su padre por los nativos.

Marcos y Celedonio, murieron muy jóvenes en la Guerra del Paraguay y dos hijos menores de la pareja fallecieron cuando niños. 

Antecedentes y contexto de la época
En el año 1830 la provincia de Corrientes invade y absorbe a Misiones, aprovechando que el ejército misionero se hallaba ausente, porque estaba participando en la guerra contra el Imperio del Brasil.
En esta época el espacio misionero es importante debido a razones estratégicas, económicas y militares. Por ello se disputarán su dominio Asunción, Buenos Aires, el Imperio del Brasil y las provincias argentinas de Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe.
La importancia económica de Misiones radicaba en los campos de pastoreo del sur, la riqueza maderera existente en su extensa selva y las grandes extensiones naturales de yerba mate. En tanto que era estratégica para el Paraguay (y por ello debía obtener su control),  porque le garantizaba el tráfico comercial con los puertos del Océano Atlántico.
Durante el siglo XIX Paraguay incursionó en repetidas oportunidades en el territorio de Misiones, pero esta presencia se hará fuerte a partir de 1838, cuando en la actual Posadas, se construya una fortificación amurallada, la cual será denominada: " Trinchera de los paraguayos ".
Esta fortificación le garantizará al Paraguay el pleno control de la ruta comercial: Asunción - Villa Rica - Encarnación - Posadas - San Borja - Porto Alegre. El Paraguay ocupa la región misionera debido a que Juan Manuel de Rosas (encargado de las relaciones exteriores de las Provincias Unidas del Río de la Plata), no reconoce la independencia del Paraguay, ya que lo considera como una provincia argentina.
Por ello, luego de que Rosas impide la libre navegación de los ríos (con la intención de ahogar económicamente al Paraguay y obligarlo a incorporarse a las Provincias Unidas),  el Dictador Perpetuo del Paraguay (tal la denominación de su cargo), Gaspar Rodríguez de Francia, ordena la ocupación de Misiones.
Esta ocupación se prolongará hasta el año 1865, año en que se inicia la Guerra de la Triple Alianza. Luego de finalizada la guerra, por el Tratado de Paz Argentino - Paraguayo de 1876, el Paraguay abandona definitivamente sus pretensiones sobre el territorio de Misiones. Se acuerda definitivamente que el límite entre ambos países será la línea establecida por el río Paraná, situación que no volverá a  ser modificada. En algún momento la frontera estuvo más allá del Río Paraná, sobre el actual territorio paraguayo.
El 17 de octubre de 1876, siendo Presidente Nicolás Avellaneda, se dicta una ley para iniciar la colonización de Misiones. Ante el avance de la Nación sobre espacios en los cuales Corrientes se sentía con derechos de ejercer jurisdicción, y a los que consideraba parte integrante e indivisible de su propio territorio, el Gobernador José Luis Madariaga, crea una Comisión para organizar una Colección de Documentos probatorios de los derechos que asistían a la Provincia de Corrientes, en el diferendo con el Gobierno nacional respecto.
Cuando la rebelión del gobernador Bonaerense Tejedor, en 1880, la provincia de Corrientes se alió a las de Buenos Aires resistiendo al Partido Autonomista de Roca, enemistad que tendría serias consecuencias para los correntinos. En Corrientes se produjo una sublevación y hasta fuerzas correntinas invadieron Entre Ríos.

Avellaneda intervino la provincia y los correntinos quedaron en muy mala posición política a pesar que durante la intervención se implantaron dos gobiernos del mismo signo político que Roca.

En 1881 la élite de la Provincia de Corrientes profundiza la enemistad con Julio Argentino Roca por haber apoyado a Carlos Tejedor durante los sucesos de 1880. La “Cuestión Misiones” vuelve al ruedo.
Rudecindo, desde Corrientes, en carta a su hermano Presidente del 26 de octubre de 1881, deja bien expresado su apetencia sobre el territorio de Misiones, antes de su nombramiento como Gobernador.

“... he hablado a tu nombre respecto al Sr. Cáceres y me ha encargado te diga que lo recomendará a sus amigos a fin de que sea Electo diputado. ¿Qué me dices de Misiones? Se expide o no la cámara de diputados en aquel proyecto pasado por el senado nacionalizando aquel territorio?...”

A imitación de la Colección de Documentos reunida por el Gobierno de Corrientes, y valiéndose en buena medida de una interpretación distinta de los mismos papeles presentados por los correntinos, el libro apela a la historia para resolver la “Cuestión Misiones”, y es la primera vez que se plantea y busca resolver un conflicto entre el Gobierno nacional y un estado provincial recurriendo al pasado.
La obra es publicada y apadrinada por el Estado Nacional, es decir Julio Argentino Roca, quien la menciona en el mensaje presidencial del 25 de mayo de ese año, que reivindica “…entre las tierras de propiedad inmediata de la Nación, las de Misiones; calculándolas en 2.450 leguas cuadradas a contar del Aguapey”.
Poco después, el 5 de julio de 1881, Roca presenta ante el Congreso un Proyecto de ley que, tras una extensa fundamentación, en un solo artículo nacionaliza el territorio de Misiones “… cuyo límite al Oeste quedará fijado por el cauce principal del río Aguapey desde su desembocadura en el Uruguay hasta el paralelo 28º de latitud Sud y de allí por la línea meridiana hasta el río Paraná”.
Vanamente, los correntinos intentan frenar la nacionalización con un Manifiesto dirigido al Congreso y una Refutación del Mensaje de Roca. La Ley de federalización se sanciona el 20 de diciembre de 1881. Los correntinos y sus antagonistas del momento, consideraron funesto ese año. Unos, por la pérdida territorial, los otros porque, con injustificable urgencia, sancionaron una Ley por la cual se “vendió” casi todo el territorio de la actual Provincia de Misiones.
La “compra – venta” de tierras
En 1881 ya estaba en la agenda de la política nacional la Cuestión Misiones. El convulsionado estado político de Corrientes y la federalización de Misiones, de la que ya se hablaba, llevaron a la Legislatura correntina a sancionar secretamente una ley que autorizaba al Poder Ejecutivo a vender tierras fiscales en Candelaria y San Javier.

En aquel momento en que el actual territorio de Misiones era “correntino”, autorizaba al Poder Ejecutivo de Corrientes a vender aquellas tierras, permitiendo que se enajenasen en manos de 38 compradores (entre ellos Roca), una superficie equivalente a algo más de dos millones de hectáreas, generando “los latifundios que pesan y pesarán en los destinos de Misiones”.

El 28 de junio se reglamentó la Ley, y ya en agosto se escrituraron diez lotes, y antes de fin de año 18 parcelas ya estaban en manos privadas. La adjudicación de los 20 restantes se hallaba en trámite.
En este episodio, que se conoce como "La noche triste de los misioneros", se enajenaron, a precio vil, casi todo el territorio de la actual Provincia de Misiones (Figura 1), sacando a la venta predios de 25 leguas castellanas cuadradas cada una (unas 67.000 hectáreas).(*)

La Ley imponía una “escrupulosa” normativa: cada adquirente podía comprar una sola parcela de hasta 25 leguas cuadradas; a establecerse en por lo menos dos lados ciertos, aunque estos fuesen tan vagos e inciertos como 'la Sierra Grande', 'las faldas Sierras', 'el cerro Santa Ana', el arroyo Piraí Miní o Piraí Guazú, confundiendo su emplazamiento.

Lo que sí, invariablemente se menciona en la Ley, son los ríos Paraná, Grande de Curitiba o Iguazú, Uruguay, Pepirí Guazú. Esta imprecisa geografía (que daba cabida a una desmesurada ambición), fue justamente la que determinaría que la Rectificación posterior diera al Territorio Nacional de Misiones una amplia franja de tierras centrales, sin enajenar, marcando impensadamente el rumbo que seguiría el desarrollo del proceso de colonización oficia, hoy estructurado por la Ruta 14.

Siendo Rudecindo Roca Jefe del Regimiento 3º de Línea, acantonado en Corrientes, participó de la subasta en la que se traspasaron a manos privadas la totalidad de las Altas Misiones. Para “disimular” y “blanquear” la operación, los predios pasaban de un comprador a otro rápidamente.

De los 38 “compradores” originales, 29 venden, pero en 11 de esos traspasos de dominio aparece el nombre de Rudecindo Roca como comprador definitivo o como temporario ya que en algunos casos se aparta, haciendo que la Escritura recaiga en el comprador que lo hace en tercer término.

Corrientes “vendió” las tierras. Los principales compradores fueron Gregorio Lezama, aquel  homenajeado con su nombre del parque de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, (607.464 hectáreas), Bernardino Acosta (337.480 hectáreas), Rudecindo Roca (265.180 hectáreas) y Antonio Gallino (entonces gobernador de Corrientes), 161.990 hectáreas.

Parte de la “jugada inmobiliaria” fue obligarle a parte de su tropa a participar como compradores iniciales. El hecho (sospechoso) no escapó a los miembros del Congreso cuando se discutían los derechos correntinos para retener Misiones.

Los Diputados denunciaron esa situación, y por eso, al redactarse en Senadores el texto de la ley que fijó los límites de Corrientes, se incluyó un artículo que dejaba sin efecto las ventas de tierra de 1881. Misteriosamente, en los distintos pases de las Cámaras, el artículo se transforma en artículo “de forma”.

Existen hipótesis que indican que esta separación fue en venganza por aquellas disputas políticas por la presidencia entre Roca  y Tejedor donde Corrientes apoyo a este último.

Favoritismo y corrupción
El 22 de diciembre de 1881, por ley se federalizó a Misiones, separándola de la Provincia de Corrientes, creándose el Territorio Nacional de Misiones.  El 11 de enero de 1882 Rudecindo Roca fue nombrado primer Gobernador por su hermano, el Presidente de la República.

(*) N.A. Si se tratase de leguas castellanas (1 = 2.331 ha), esta superficie sería de  58.000 hectáreas

La nueva capital fue el pueblo de Corpus que pasó a ser llamado “Ciudad de San Martín”, sin embargo el Gobernador residía en la actual ciudad de Posadas que seguía perteneciendo a Corrientes. Durante su gestión logró “por las buenas” acrecentar el territorio federalizado con la ciudad de Posadas, pasando a ser la capital de Misiones. 

La actual Casa de Gobierno fue la casa de familia y sede del gobierno de Rudecindo, que mandara a construir con empleados públicos y que después, en una “jugada maestra”, le vendiera al Estado Nacional.

Figura 1 – Parcelización de la Provincia de Misiones

El Gobernador correntino Antonio Gallino, y luego la Legislatura Provincial fueron “apretados” por fuerzas roquistas. Una noche se encontraba Gallino en la tranquila Ciudad de Corrientes jugando una partida de ajedrez, cuando al salir del bar se dispone a regresar a su hogar. En ese momento es asaltado en la calle por sujetos que lo abordan en actitud poco gentil, pero logra distinguirlos. 

Se trataba de soldados del 3º Regimiento de Línea, vestidos de civil. Gallino fue secuestrado por soldados de Rudecindo pues este le comunicó posteriormente a su asunción como Gobernador en Misiones que llevaría adelante el poblamiento del territorio y que con esto el gobierno de Corrientes debía darse por satisfecho en el pago de la venta de tierras en este territorio, sin esperar que se cancelaran las letras de cambio.

Gallino (a pesar que luego se quedó a título personal con más de 160.000 hectáreas del actual territorio misionero),  le respondió que esto no podía ser bajo ningún punto de vista y que debía hacer efectivo las obligaciones adquiridas canjeando las letras por dinero en efectivo.
Esa noche soldados del 3º Regimiento de Línea lo ataron de pies y manos lo “subieron” a una embarcación haciéndolo cruzar el río Paraná y mantenerlo cautivo, en el Chaco.
Desde la perspectiva de Rudecindo Roca no era un rapto, era para salvarlo de la “turba revolucionaria” en la ciudad de Corrientes que quería acabar con su vida. 
El incalificable atentado fuerza la renuncia del gobernador de Corrientes, razón por lo cual Rudecindo decidió hacer una “revolución” en Corrientes y cambiar el gobernador por uno más comprensivo.
La Legislatura correntina, tan presionada como complaciente, cede por Ley en 1882 la localidad de Posadas. Por la ley Nº 1.437 del 30 de julio de 1884 Posadas fue incorporada al Territorio Nacional de Misiones y declarada su capital, y en 1885, el Gobierno nacional acepta.

Rudecindo Roca, formó parte de esa raza de políticos que confundió sus intereses personales con las propiedades del estado. Roca creó colonias y escuelas, también  utilizaba mano de obra del estado para trabajar en sus propiedades.

Esclavismo y rebelión
Rudecindo fundó un establecimiento azucarero conocido como “Ingenio San Juan” (hoy conocido como campo San Juan), pocos kilómetros al sur de la localidad de Santa Ana. Allí esclavizó a nativos Pampas, Ranqueles, Tobas, Matacos y muy probablemente Guaraníes, que trajo secuestrados en distintas tandas con la “noble intención” de civilizarlos por medio del trabajo.
Impulsaba un ingenio privado de escala y un polo azucarero, en esta colonia nacional destinada a competir con los centros del NOA. Para el Ingenio San Juan, destina una pequeña porción de sus muchas propiedades rurales (200 hectáreas), y mano de obra indígena, e instala maquinaria francesa de última generación comprada mediante un préstamo del Banco de la Nación.
El General se fundió a pesar de tener a su servicio, en calidad de encomenderos, toda una tribu numerosa de indios de La Pampa, “trasplantados a lejanas tierras por el delito horrendo de defender bravamente la tierra de sus padres…”. Probablemente esa haya sido la razón principal de la declinación de la empresa.
Rudecindo Roca había traído inicialmente indios del Chaco y Formosa, apresados durante la campaña del General Manuel Salas en 1879. Esos indígenas, mediante la solicitud a su propio hermano, el Presidente de la Nación, fueron enviados a trabajar a su propiedad en Misiones.
También han registrado que en la zona del ingenio azucarero, entre 1897 y 1898, vivían unas 499 personas, la mayoría jornaleros de Salta.
Unos 300 indígenas trabajaban en las plantaciones, y tenían sus viviendas en la planicie del lugar. Procedían de la pampa y la región chaqueña donde se llevó a cabo el genocidio de los pueblos originarios conocido como  “la conquista del desierto”.
Tampoco trepidó Roca en confundir razones de estado con satisfacción de las demandas de su ingenio azucarero, ni en dar carácter de subversión armada en Candelaria, y reprimir con la fuerza pública los reclamos de los indios que allí trabajaban.
Seguramente por el maltrato recibido, o quizás por poco cuidado para evitar las fugas, la mayoría de esos grupos indígenas emigraron del ingenio, por ello Rudecindo echó mano de un importante grupo de indios Pampas que se hallaban recluidos en la isla Martín García para que reemplazaran a aquellos.
Estos estaban encabezados por Yancamil (o Llancamil), y su hermano Simón, un viejo guerrero ranquel  de gran predicamento entre sus pares, conocido porque peleó en el combate de Cochicó (al sur de Mendoza).
Desde su arribo se registraron numerosas rebeliones, y en el Juzgado de Paz de Santa Ana está la descripción de la sublevación, con relatos de 30 testigos ante la Policía.
Estos aborígenes provocaron una gran revuelta ya que “entre los indios pampas reinaba el descontento por el maltrato al que eran sometidos por Jordán Hummel, el administrador o ‘mayordomo’ del ingenio, muy especialmente por haber puesto a trabajar a las mujeres en el corte de caña”.  Otro testigo afirmó que, además del maltrato hacia las mujeres, los indígenas forzados a trabajar allí no recibían los alimentos necesarios.
La tensa situación se agravó en las primeras horas del 23 de junio de 1888, cuando el indio Juan Centeno (un contemporizador en las relaciones entre la patronal y los indígenas), recibió la novedad de parte de un indio llamado Huincá que ese día habría de producirse una gran movilización en contra del administrador del ingenio.
Centeno, que no se sumaría a la protesta, avisó inmediatamente a la mujer del administrador, a algunos empleados y al propio mayordomo, el cual, según infiere el documento judicial, “no tomó en serio la amenaza”. Siguen narrando los testigos que “cerca del mediodía, un empleado advierte que los guardias del establo habían sido reducidos y despojados de sus armas. A las 12, los pampas se alzaron, y con sus machetes de cortar caña, lanzas y palos tomaron las dependencias del ingenio”.
Inmediatamente se dirigieron a la casa de Jordán, el mayordomo, y los encerraron. De las oficinas extrajeron armas escondidas en baúles, distribuyéndoselas entre los rebeldes, en especial, rifles Remington y machetes, de acuerdo a lo que mencionaron los testigos de la sublevación.
Mientras un grupo de nativos tomaba como rehenes para garantizar la fuga a los familiares del administrador, el grueso de las familias de los pampas se embarcaban en naves del ingenio que se encontraban anclados en el puerto. Rato después los indios armados “emprendieron marcha en la misma dirección llevándose rehenes”, según relataron los testigos ante el juez de Santa Ana.
Yancamil, con su improvisada tropa, permaneció manteniendo como rehenes a la mujer e hijo del subadministrador, Daneri, a la mujer e hijo de Jordán, a la mujer del peón Antonio Barbosa y a otro peón. Un par de canoas, que cruzaban el río Paraná hacia la costa paraguaya, iban trasladando de a 20 rebeldes, mientras Yancamil se trasladaba por la costa argentina esperando la llegada de las embarcaciones para seguir trasladando su gente hacia el Paraguay.
Mientras esto ocurría, llegaba al ingenio una patrulla policial que de inmediato fue tras los pasos de Yancamil. Pronto se hizo la noche y los sublevados lograron alcanzar la costa paraguaya, no sin antes dejar sanos y salvos los rehenes tomados durante la sublevación. Los indios pampas se fugaron en su totalidad. Los relatos de época indican que “249 indios se fugaron al Paraguay a través del río Paraná”.
Yancamil nunca aceptó su exilio y regresó a su tierra natal, La Pampa, donde falleció a edad muy avanzada.
El establecimiento funcionó entre 1883 y 1904. Mitos del Pombero (duende de la cultura Guaraní), y leyendas sobre hechos macabros (como de gente que moría en la fábrica),  sobreviven en torno a este sitio.
Luego de las dos grandes sublevaciones indígenas (1886 y 1888), la empresa pasó a manos de Otto Bemberg (ex dueño de la cervecería Quilmes), quien la desmantela en 1904. 
Los escasos 21 años de funcionamiento con la convivencia entre la innovación tecnológica y mano de obra forzada, llaman la atención sobre el fracaso de una gran inversión con evidentes ventajas políticas de un ingenio que producía azúcar, alcohol y miel.
Mitre (que no es precisamente un respetuoso de los derechos de los aborígenes), decía que lo que hacía Rudecindo Roca eran crímenes de lesa humanidad porque se fusilaban prisioneros desarmados y se tomaban prisioneros a mujeres y niños.
Para un sector del espectro político no era lo correcto pero era cuestionable que un gobierno estuviera minando su propia legitimidad al desoír lo que eran “avances de la civilización”.

Andanzas por el sur
En 1897 existían ciertos rumores acerca de las ambiciones de Chile de conquistar territorios argentinos corriendo los límites fronterizos. Por esta razón, el gobierno ordena una serie de medidas a llevar adelante.

En primer lugar le encomienda al General Rudecindo Roca una expedición que, partiendo del fuerte General Roca (…todo queda en la familia), marche hacia el asentamiento de la tribu del cacique Curruhuinca. En esta expedición debían advertirle al cacique “que no traicionara al país donde había nacido e hiciera oídos sordos a las intenciones de extranjeros”. A fines de 1897, la División de los Andes, comenzó el recorrido.

En los primeros meses de 1898 Rudecindo Roca da a conocer que ha sido ocupado como campamento fijo el Valle del Lago Lacar, situado al oeste de la Vega de Chapelco, por el Regimiento 3 de Caballería de Línea. A partir de ese momento se consagra la ocupación de este lugar y resuelven nombrar una comisión presidida por el Coronel Celestino Pérez, Jefe del Regimiento 3º de Caballería, a los fines de estudiar el terreno y elegir el punto más adecuado para la formación de un pueblo que se lo llamará “San Martín de los Andes”.

Pérez obedece las órdenes de fundar el poblado mientras que Rudecindo estaba en ese preciso instante a unos 80 kilómetros al noreste, en el bosque por las que hoy son las Termas de Epulafquen.

A pesar de ello es él quien se atribuye la fundación del pueblo con todos los honores y beneficios económicos que eso significa, pero la historiografía moderna intenta poner las cosas en su lugar.

Estudios de documentos, que hasta el 2002 estaban en manos privadas, el fundador de esta ciudad aquel 4 de febrero de 1898 no fue el General Rudecindo Roca, como se pensaba y señala la historia oficial, sino el olvidado Jefe del Regimiento 3 de Caballería, Celestino Pérez, a quien, según la tradición castellana debía obtener tal reconocimiento.

Esta “apropiación de méritos” parece tener su fundamento en el origen uruguayo de Celestino Pérez, quien no acreditó ante las autoridades militares de la época su acta de nacimiento.

Las autoridades decidieron imponer el nombre de Coronel Pérez a la hoy calle céntrica donde se encuentra el Concejo Deliberante. Hicieron colocar una placa cuyo destino hoy se desconoce, y grabar una medalla que en una de sus caras dice:

El pueblo de San Martín de los Andes a su fundador, Coronel Celestino Pérez
4 de febrero de 1898

Cosas del “destino”, mientras que hasta su muerte, en 1916, Celestino Pérez le reclamaba al Gobierno Nacional un adicional de 400 pesos de la época por haber participado de la campaña sur (que se pagaba a otros militares de igual grado y destino pero que él no percibía por razones ignoradas), en la margen sudeste del lago Lacar los restos de Rudecindo Roca se encuentra en un mausoleo en su honor orientado hacia la cuenca del lago y el valle donde está la ciudad.

Los “bienes” y los males de Rudecindo.
Según el  expediente Nº 5.829, Archivo de Tribunales de la Capital Federal titulado “Sucesión del General Rudecindo Roca”, el inventario de sus bienes incluye:
  •   160.000 hectáreas en el ex Territorio Nacional de Misiones (Departamentos de Candelaria y Alto Paraná (algunas en condominio con socios)
  •        80.000 hectáreas en La Pampa
  •        8.000 en Rio Negro y
  •      300 hectáreas en Morón, provincia de Buenos Aires (vendidas estas últimas por sus herederos para la formación de los cuarteles de Campo de Mayo)
  •       Varias manzanas y lotes en la ciudad de Posadas.
  •    Una casaquinta en la calle Bacacay, en el Barrio de Flores (su residencia familiar en los últimos años de su vida)
  •     Una quinta en Totoral, localidad serrana del norte de la provincia de Córdoba.

Roca fue acusado por defraudación al Estado argentino en 1890 (Figura 2), y hasta Domingo Faustino Sarmiento lo había cuestionado por cómo se había repartido la tierra en Misiones.
Como ya se dijo, la mayor parte de los hermanos de Julio y Rudecindo tenían “vocación inmobiliaria”, a tal punto que Ataliva Roca dio lugar a que el propio Sarmiento inventara el verbo "atalivar" que se conjugaba en privado cuando se presumía que alguien obtenía un provecho espurio en alguna gestión gubernamental o particular.
Ante tan importante inventario, queda por rescatar el alto salario “que habrían tenido” los militares de aquella época por los “méritos y sacrificios” realizados en favor de la patria.

Litigios contemporáneos. La justicia tardía no es justicia.
Han pasado 126 años y todavía en Misiones persisten las huellas de una escandalosa apropiación de la tierra en manos de un grupo de latifundistas. Recién ahora la Justicia “hizo un poco de justicia” y admitió la posesión de un puñado de familias sobre las tierras que anotó para sí Rudecindo Roca.
Son cinco las familias que ahora son titulares por ocupación de las tierras que eran de Roca en el municipio de Colonia Alberdi, donde el entonces coronel tenía 950 hectáreas.
Todavía quedan propiedades en Garuhapé y en Gobernador Roca, el municipio fundado en su honor y donde mejores tierras tenía.
Misiones nació así, latifundista. Pasaron muchos años para que la producción se transformara en minifundista. Pero todavía persisten en la provincia 262 contribuyentes que son dueños de más de 930 mil hectáreas, un tercio de la superficie de la provincia.
Figura … - Tapa del expediente de acusación
(en anexo parte de este)


El General Rudecindo Roca fallecería a los 53 años, el 28 de noviembre de 1903, en la ciudad de La Plata, creyendo que había sido un gran Gobernador y que había fundado una impactante ciudad. Sus sucesores agradecidos.



Anexo

Acusación contra el Coronel Roca, por defraudación al fisco

Buenos Aires, 1890
(Durante la Presidencia de Carlos Pellegrini)

Aclaración

No se ha querido dar importancia a las denuncias hechas en la prensa, sobre la administración de Misiones, y no porque esas acusaciones fueran de carácter leve para que el Gobierno no interviniese, si no porqué el acusado, hermano de D. Ataliva y del actual Ministro del Interior, se llama, como ellos, Roca.

De otro modo no se concibe, ni puede haber dos opiniones opuestas a este respecto, después de los hechos que estamos  presenciando y que son de actualidad: ¿Por qué los Gobernadores de Rio Negro y Santa Cruz acusados por faltas mucho menos graves que el de Misiones, renuncian inmediatamente de su cargo, y el Gobierno interviene para esclarecer los hechos, mientras el de Misiones ni se defiende ni renuncia, y la superioridad calla?

Dos fon los móviles que motivan la diferencia del procedimiento en casos tan análogos; uno es que esos Gobernadores de Rio Negro y Santa Cruz tienen dignidad, y el otro que su apellido no es Roca; y en cuanto a lo primero, el Gobernador de Misiones general D. Rudecindo Roca, prefiere adoptar el consejo que dice: «El ruido pasa y el provecho queda en casa», y respecto a lo segundo, cuenta que el apellido que lleva, lo lleva desgraciadamente una figura que es uno de los principales motores de la desconcertada máquina gubernativa en el Gabinete Nacional.

Repartición de Misiones y renuncia de Gallino
Cuando desde las columnas del «Censor» Sarmiento acusaba de iniquidad el modo como entre él entonces coronel Rudecindo Roca y Gallino se habían repartido de mancumum et insolidum, el Territorio de Misiones, las palabras del gran patriota y estadista, fueron conceptuadas como desahogos de loco, pero más tarde y de improviso, vimos embarcarse en un buque de la Armada Nacional al Presidente de la República con dirección a Corrientes para intervenir con su autoridad y arreglar las divergencias que el hermano Rudecindo había tenido en la repartición con Gallino, no creyendo oportuno que otro interviniese en asuntos de tanta intimidad como eran esos, acordándose sobre todo del adagio que “los trapos sucios se lavan en casa” .

Como la intervención tuvo el resultado que deseaba, de vuelta a esta Capital traía consigo al destronado Gobernador que por no haber querido satisfacer las insaciables pretensiones de Roca que quería tragarse todo Misiones, haciéndole presión como jefe de las fuerzas interventoras que lo sostenían en el Gobierno, lo mandó maniatado al Chaco a firmar su renuncia p a r a que lo sucediese el Dr. Derqui, quien en la combinación para arruinar a Gallino, había prometido grandes ventajas en la infame adquisición de los terrenos de Misiones.

Creo que pocos serán los que no conozcan como entre Gallino y Roca, se han repartido el pedazo de tierra más rico que tiene la República Argentina, pero en caso que algunos creyesen exagerado cuanto asevero, no tienen más que pedir en el Departamento de Ingenieros Nacionales de esta Capital, o en la mesa topográfica de Corrientes, el plano general de Misiones, y en letras gordas , entre rayas de distintos colores, encontraran la mayor parte de los nombres de los jefes y oficiales de la guarnición interventora, al mando del entonces coronel Rudecindo Roca, como solicitantes de 25 leguas; a estos agrégueseles algunos parientes de este, y los de Gallino, sin excluir la mayor parte de los empleados que formaban parte de esa administración Provincial, y se convencerán de cuanto se ha dicho.

Como en esa época la corrupción aun no había invadido como hoy todas las capas sociales, se creyó que por honra del país, el Gobierno Nacional anularía todas esas ventas, y castigaría con su intervención a los autores de tamaño escándalo, pero pronto el pueblo se desengañó, al conocer que en el decreto federalizando Misiones, el Gobierno sancionaba en la misma ley todas las ventas hechas por el Gobierno de Corrientes, y a eso había respondido el precipitado viaje del Presidente a esa Capital dejando todo arreglado con el Dr. Derqui, autorizando de ese modo el negocio más escandaloso y que allí aterrorizó a cuantos lo conocían.

Como pasaron esos terrenos  más tarde al dominio de Roca y Gallino en su mayor parte, se puede ver por los traspasos de venta a favor de estos, sin contar que muchos de esos solicitantes o fingidos propietarios, traspasaron sus derechos directamente a un tercer comprador y mientras Gallino y Roca embolsaban el importe de esas ventas sin ningún escrúpulo, los solicitantes que figuraban en los títulos, apenas recibían en recompensa algunas promesas para mejorar su posición, que la mayor parte de las veces no fueron cumplidas, como sucedió con el que en vida se llamó Manuel Herrera solicitante de 20 leguas, cuya muerte y traspaso , aún quedan en el misterio, y que los deudos del malogrado Capitán podrían con razón entrar a averiguar.

Indiferencia de los Poderes Nacionales
«El Diario» «La Nación» «El Nacional» y muchos otros diarios extranjeros y de provincias y más que todos el «Amigo del Pueblo» de Concordia han hecho campaña contra esa administración y su administrador, que se revuelve complacido entre los tipos más despreciados de Misiones, como lo fue Garrido, y lo son hoy Guesalaga, Ayala, Esquive, Lobos, Calvo y Mujica, que en su calidad de autoridades de campaña, daban rienda suelta y libre tránsito a los robos de hacienda que se hacían en todas partes, sobretodo en la vecina provincia de Corrientes, y que no pocas veces sus dueños fueron a encontrar en el mismo establecimiento del Gobernador General D. Rudecindo Roca, adonde se consumían algunas.

Cuando esos diarios ya habían publicado esas denuncias mi humilde nombre y el de D. Juan B. Romero, no habían aun salido a la palestra, y cuando en el Rio de la Plata emprendimos ambos campaña contra el Gobernador de Misiones, se calificó de personal sin comprender (digo mal, comprender se comprendió, confesar no), que tratándose de asunt s que afectan una comunidad y la dañan, degradan y la espolian, no hay personalismo.

En vista de esta criminal parcialidad del poder y el partidismo, me decidí a intentar un paso fuerte contra toda mi voluntad, porque hubiera deseado evitarlo; pues hay borrones de que ciertos apellidos debían verse libres, cuando han de pasar fatalmente a la historia.
Don Rudecindo Roca ha sido un defraudador del Tesoro público; lo es todavía, porque no ha devuelto lo que ha defraudado ni ha purgado su delito. 

Acusado como tal, vergüenza da el decirlo, la administración del Dr. Juárez, aceptó la denuncia facilitando su comprobación, mientras la actual hace cuánto puede para dejar la acusación entre los papeles mojados.
Afortunadamente comprendiendo que pudiera llegar un momento en que se nos quisiera a los denunciantes, que somos dos, negar personería, exigimos la parte que la ley acuerda al denunciante en esta clase de asuntos; por mi parte, no para percibirla, sino para destinarla a una obra patriótica, cual es la de emplearla en facilitar los medios, al que careciere de ellos, para iniciar juicios contra los empleados defraudadores del fisco. Sirva esta declaración de compromiso.

Si el Gobierno no ha podido perseguir los ladrones que el meeting deseaba por falta de concretismo en los cargos en nuestra denuncia no sucede lo mismo, se dice quién es el defraudador, lo que ha defraudado y en que ha defraudado, fijándole cantidades, señalándole los recibos falsos, los falsificados etc. etc. y ya que se admitió la denuncia ¿por qué hasta ahora no ha hecho levantar el sumario correspondiente y suspendido al Gobernador de Misiones don Rudecindo Roca?

Ya lo dije antes, por ser hermano del Ministro del Interior. Veré si después de esta publicación, tendrán valor de seguir tapando los desmanes de D. Rudecindo.

He aquí ahora los documentos de denuncia de la defraudación, cuya tramitación corre por el Ministerio de Hacienda Nacional.

GAUDENCIO CORTÉS. Buenos Aires, Diciembre 10 de 1890.

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