lunes, 3 de julio de 2017

Andresito. Otro olvidado de la historia, y van …


Fue el Güemes del Noreste, responsable de cuidar la frontera litoral de las invasiones luso brasileñas, sin embargo pocos lo conocen.

Los de siempre (los porteños que escribieron la historia “oficial”), lo denostarán por ser mestizo, federal, artiguista y patriota.

Luchó al lado de Belgrano y Artigas. Fue impulsor de ideas revolucionarias para la época como la reforma agraria, la defensa de los aborígenes y la liberación de los esclavos.


Su actividad política y militar fue corta, como su propia vida, sin embargo merece estar en nuestra historia como el caudillo que era, con todo lo que eso significaba en ese momento.

¿Quién era Andresito?
Andrés Guazurarí o Andrés Guaçurarý y Artigas habría nacido en la reducción jesuítica de Santo Tomé (en la antigua Gobernación de Misiones, hoy Provincia de Corrientes), el 30 de noviembre de 1778. Conocido popularmente como Comandante Andresito, fue uno de los primeros caudillos federales de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Mestizo de padre blanco y madre Guaraní, fue educado por los sacerdotes herederos de los jesuitas aprendiendo matemáticas, ciencias naturales, e idiomas (castellano y portugués, además del guaraní natal, que leía y escribía con fluidez), música y religión (convirtiéndose en un católico muy devoto). 
Hombre bajito, bien proporcionado de cuerpo, robusto, cara redonda, huellas de viruela sobre ella, poca barba, nariz pronunciada, pómulos salientes, mirada penetrante, pelo negro chuzo, valiente y supersticioso. Para la clase dominante de entonces era “hijo bastardo”, así que debió vivir con su madre.
Algunos historiadores lo describen: "… Como buen indio guaraní, Andrés era callado y taciturno. No sabía reír, apenas dibujaba, de vez en cuando, la sombra de una sonrisa en su rostro carnoso, ligeramente rojizo y lampiño, pero sus ojos, pequeños y entreabiertos, tenían, en cambio, un fulgor singular.
En 1801, cuando la reducción fue destruida por bandeirantes portugueses, se trasladó a la Banda Oriental, donde conoció a José Artigas, poniéndose a su servicio en el Regimiento de Blandengues, donde adquirió los conceptos de organización militar, verticalismo y disciplina que años después inculcaría a sus ejércitos.
“En su mirada y a través de las parcas expresiones del indio,  Artigas descubrió signos inequívocos de valor y lealtad, y descubrió asimismo, al baqueano y rastreador que va en derechura a los vados del río ocultos en la maraña del bosque, o las sendas que permiten avanzar entre los juncos del bañado, o la huella que entre los altos pastos ha dejado la patrulla invasora, o los atajos, que acortan las distancias y por los cuales, sorpresivamente, se logra atacar las retaguardias enemigas …
Llegó a ser Gobernador de la Provincia Grande de Misiones (Figura 1), y fiel colaborador de Belgrano y Artigas en las luchas de la independencia.
Su apellido ha sido motivo de muchas formas interpretativas debido en parte a la mezcla de idiomas de su geografía: español, guaraní y portugués. Guasú rarí significa en guaraní venado arisco, aunque Guazú también significa en guaraní  "grande".
José Gervasio Artigas lo apadrinó y lo adoptó como hijo, por lo que le permitía la firma como Andrés Artigas.  Dicha adopción le significó el apodo de los luso-brasileños como Artiguinhas (o pequeño Artigas) o Andrés Tacuarí.
Se conoce que estuvo sucesivamente unido a dos mujeres: Melchora Guazurú y Benedicta Blanco. 

Figura 1 – Provincia Grande de Misiones en 1811
 Sus inicios militares
El protagonismo histórico de Andrés Guazurarí se inicia cuando en 1811 se sumó a las tropas de Manuel Belgrano en el intento de la expedición para liberar al Paraguay de los realistas.
Belgrano fue ascendido a Coronel de Patricios y enviado al Paraguay  “rebelde” con la misión que se reconozca a la junta de gobierno y “enfriar” las posturas revolucionarias.
Don Manuel declaró su falta de conocimientos para la guerra, pero terminó aceptando la responsabilidad. En el camino funda Curuzu Cuatiá, gana la batalla de Campichuelo pero pierde Paraguari y Tacuarí.
Luego acompañó a Belgrano hasta la Banda Oriental con el mismo objetivo, sin embargo al ser desplazado Belgrano de la dirección de las tropas y ser suplantado por el unitario José Rondeau, Guazurarí decidió adherir a los federales liderados por José Gervasio Artigas.
Sus campañas
Su lucha se orientó hacia dos objetivos: la lucha contra las fuerzas extranjeras que invadieron el territorio misionero y la defensa de los principios federalistas sustentados por Artigas.
Hacia fines de 1812, ya como Comandante de las Misiones Occidentales, Andrés Guazurarí logró desalojar a las tropas paraguayas que habían ocupado el Departamento de La Candelaria (ubicado en el suroeste de la actual provincia argentina de Misiones).
Andresito fue designado por Artigas en 1815, Comandante General de Misiones, cargo que ocupó hasta 1816.
El Dr. Gaspar Rodríguez de Francia (considerado el ideólogo que llevó adelante el proceso de la independencia del Paraguay de las Provincias Unidas del Río de la Plata, del Imperio del Brasil y de la Corona española),  so pretexto de inconducta de las fuerzas artiguistas en su frontera, dispuso la ocupación de los pueblos misioneros de la banda oriental del río Paraná.
El Capitán paraguayo Francisco Antonio González se apoderó en agosto de 1815 violentamente de los pueblos de Candelaria, Santa Ana, Loreto, San Ignacio y Corpus. Posteriormente lo reemplazó el comandante José Isasi.
Artigas ordenó a Andresito que impida el avance paraguayo y que los haga repasar el río Paraná. Organizó una fuerza de 500 aborígenes de infantería y caballería. Recuperó Candelaria, Santa Ana, San Ignacio Miní, Loreto y Corpus.
Asumió el gobierno de Misiones con el cargo de Comandante General y se instaló en Candelaria, ejerciendo un gobierno recto y justo, procediendo en todo conforme a la orientación política artiguista.
Recuperó los pueblos misioneros sobre el Paraná. Los Cabildos de los nativos volvieron a funcionar regularmente durante su gobierno, y se encargaron de administrar las estancias y yerbatales comerciando con las demás provincias.
Instaló una fábrica de pólvora en Concepción y ordenó la construcción de rústicos hornos para fabricar chuzas. Toda su organización fue interrumpida por la invasión portuguesa.
Los portugueses habían ocupado en 1801 (a raíz de la “guerra de las naranjas”, un breve conflicto militar que enfrentó a Portugal contra Francia y España), los 7 pueblos misioneros al este del río Uruguay, reteniéndolos sin derechos, pero el gobierno de Buenos Aires, entretenido en otros quehaceres portuarios no permitieron su recuperación.
Era intención de Andresito la reconquista de las misiones Orientales e inicia la marcha con 1.000 hombres desde Santo Tomé en 1816, y obtiene un triunfo en Sao Joao Velho (hoy territorio brasileño).
Por proclama hace saber a los 7 pueblos misioneros (Figura 2), sus intenciones. Instaló su campamento en Itaquí (frente a Alvear, Corrientes).
Los luso-brasileños tenían su campamento en Sao Borja. Se produce un combate en Rincón de la Cruz en el que triunfa Andresito y recibe la adhesión de los naturales de la región.
Figura 2 – Los 7 pueblos misioneros en el Virreinato del Rio de la Plata 
Andresito sitió Santo Tomé y Sao Borja el 21 de septiembre de 1816, con éxito inicial, pero, aparentemente su clemencia para con los sitiados, le permitió a Chagas pedir y recibir refuerzos con los que, luego lo derrotaría. Existe una carta de Artigas, en la que le reprocha amablemente a su hijo adoptivo esta actitud, insinuándole que “en algunas circunstancias es necesario el degüello”. Hay otras circunstancias que reafirman este carácter compasivo de Andresito.

Los luso-brasileños se resisten, después reciben refuerzos y derrotan a Andresito obligándolo a retirarse repasando el río Uruguay.
La causa secreta de la invasión no fue la de recuperar las Misiones Orientales (Figura 3), sino impedir la propagación del artiguismo en las erráticas fronteras, y ver realizado el viejo sueño de Portugal de llegar hasta las fronteras del Río de la Plata.
El objetivo era la ocupación de los Pueblos Libres ingresando una columna por Misiones para tomar Corrientes y bajar por el Paraná hasta Santa Fe, y la otra combatiendo a Artigas en la provincia Oriental. Luego ambas convergirían sobre Entre Ríos para acabar con la última resistencia. Este plan fue abandonado por las resistencias encontradas y solo invadieron la Banda Oriental.
Los portugueses atacan en 1817 en la cercanía de la barra del Aguapey. Por órdenes del gobernador de Río Grande do Sul, los luso-brasileños saquearon e incendiaron los pueblos de Yapeyú, La Cruz, Santo Tomé, Santa María y Mártires.
Saquearon Apóstoles, San José y San Carlos y llevaron cuanto había de valor.
Dos veces más atacaron los portugueses pero los ejércitos de Andresito los derrotaron en Apóstoles y San Carlos.
Figura 3 - Las Misiones Orientales durante las guerras de independencia
y contra la invasión luso-brasilera (1811-1819).
Luego del combate de San Carlos, Andresito instaló su cuartel en Tranquera de Loreto y vigiló los movimientos de los paraguayos y de los portugueses. Recibió las órdenes de Artigas de marchar sobre Corrientes para restablecer la autoridad federal, resentida por un golpe militar dirigido por el capitán José F. Vedoya adherido al centralismo porteño.
Se produjeron dos encuentros armados, uno en Caa-Catí y otro en Saladas en 1818, ambos posibilitaron el triunfo de Andresito, que fue designado Gobernador de Corrientes hasta abril de 1819.
Durante su mandato reorganizó el gobierno civil y ningún pueblo dejó de tener autoridad constituida. En ese momento había un enfrentamiento entre el patriciado de las ciudades capitales y las masas rurales.
Su presencia no fue bien recibida por los sectores latifundistas de la provincia, herederos muchos de ellos de los encomenderos españoles,  quienes se negaron a asistir a una representación en su honor brindada por “ese indio”. Andresito desairado los obligó al día siguiente a “debutar en estas cosas del trabajo” y a limpiar minuciosamente la Plaza.
La sociedad correntina estaba acostumbrada, desde la época de las colonias, a encomiendas donde no existían los sueldos y se trabajaba por la comida. A los hijos se los tenía en las casas de viejas familias como "criados", con la paga del plato diario.
Los nativos y los esclavos eran la base de todas estas actividades. Andresito se abocó a la tarea de liberar indios y esclavos y realizó el reparto de tierras a los que las necesitaban y a los que las querían para trabajarlas. Siguió, como siempre, los principios artiguistas  de confiscación de las propiedades mal habidas y mal trabajadas de “los malos europeos y peores americanos” para entregárselas a “los negros libres, los zambos de toda clase, los indios y los criollos pobres”.
También serían agraciadas las viudas pobres, en caso de tener hijos, y los casados tendrían prioridad antes que los solteros. Una condición fundamental fue que “el agraciado propenda con su trabajo y hombría de bien a su felicidad y a la de su Provincia”.
Mientras liberaba esclavos tomaba prisioneros la misma cantidad de “hijos de los posibles” (las clases mas acomodadas), y cuando sus madres imploraron piedad, Andresito les recordó el dolor de las madres de quienes habían sido tomados por la fuerza para servirlas a ellas.
Las misiones jesuíticas del litoral también ayudarían a darle forma al actual territorio argentino. Jesuitas y guaraníes defendieron su territorio de los bandeirantes portugueses y se opusieron a la permuta de los 7 pueblos guaraníes a cambio de la Colonia del Sacramento, sin embargo, por el Tratado de Permuta, España terminó cediendo. Posteriormente, a fines del Siglo XIX, perderíamos otra gran porción de nuestro territorio, equivalente a la  superficie actual de la Provincia de Misiones (3.000.000 de hectáreas), mediante el laudo del Presidente Cleveland a favor de Brasil.
En 1819 el ejército de Artigas no contaba con suficientes medios ni hombres para resistir a los invasores. Sólo Andresito volvió a la lucha abatiendo guarniciones enemigas y tomando posición de los pueblos de las misiones orientales. Se instaló en San Nicolás.
Quiso atacar a Francisco das Chagas Santos (comandante portugués de las Misiones Orientales), pero el asalto fracasó y los luso-brasileños se retiraron y pidieron refuerzos a Porto Alegre y a Alegrete.
La derrota de Andresito y las instigaciones porteñas animaron a los portugueses a pasar a la ofensiva al mando del brigadier das Chagas Santos. Andresito marchó al sur intentando contactarse con Artigas, pero no lo consiguió.
Chagas con refuerzos retomó San Nicolás. Bajo su mando fueron destruidos los pueblos jesuíticos misioneros al este del río Uruguay.
Andresito decide volver y en su contramarcha chocó con las poderosas fuerzas brasileñas en Itá-Curuví en Julio de 1819. El combate fue violento. Debió retirarse y dispersar sus tropas con la consigna de reunirse en la otra banda del río Uruguay. Algunos lo consiguieron, otros grupos fueron alcanzados por los enemigos y se produjeron sangrientos entreveros.
Cuando Andresito se preparaba para cruzar el río con un pequeño grupo, fue sorprendido por una fuerte patrulla que lo tomó prisionero.
El principio del fin
Fue llevado a pie a la cárcel de Porto Alegre, con cueros frescos atados en el cuello que al irse secando se contraían dificultándole la respiración. Debió trabajar en obras públicas. Luego fue llevado a Río de Janeiro con otros compañeros y luego a la isla Das Cobras. Se cree que murió prisionero en las mazmorras de la cárcel  probablemente en 1821.
Otra versión señala que el español Francisco de Borja Magariños gestionó y obtuvo su libertad en Rio de Janeiro, poniendo fin a su calvario en abril de 1821, pero tras una riña callejera fue nuevamente encarcelado. Tras un nuevo calvario y un nuevo sumario, el 3 de julio de 1821 Andrés Guazurarí arribó a Montevideo donde se pierden sus rastros.
Poco se sabe sobre aquel hombre que había dicho “El derecho es el ídolo y objeto de los hombres libres por quien se ven empapados en su propia sangre”. Nada se sabe de su destino y mucho sobre la paciente labor de quienes siguen tratando infructuosamente de enterrarlo en el olvido para siempre.
Paradójicamente, el mismo año de su derrota se firmó en Montevideo el llamado Tratado de la Farola, por el cual los nacidos en la Banda Oriental que abandonaron a José Gervasio Artigas y pasaron a formar parte del pro brasileño Club del Barón (antecedente del Partido Colorado), ceden las Misiones Orientales al ya reino de Brasil a cambio de la construcción de un faro en la Isla de Flores.
La entrega de las Misiones, así como la Banda Oriental (hoy República del Uruguay), fueron parte del acuerdo por el que Brasil anexó territorios y Buenos Aires eliminó su principal foco federal de resistencia a su centralismo.
Vivió y murió en el anonimato, luchando por la causa federal que le supo transmitir el gran Caraí Guazú (Gran Señor), Artigas, según sus propias expresiones.
Los enemigos de Artigas y de Andresito no lograron matarlos, pero intentaron hacerlo desaparecer de nuestra historia. Mitre le escribe a Vicente Fidel López (los autores de la historia “oficial”): “Los dos, usted y yo, hemos tenido la misma predilección por las grandes figuras y las mismas repulsiones contra los bárbaros desorganizadores como Artigas, a quienes hemos enterrado históricamente”
Con la desaparición de Andresito Misiones perdió uno de sus mejores hombres. Su acción permitió que esta provincia quedara definitivamente anexada a nuestro territorio, por eso es que tanto a Güemes en el Noroeste como a él en el Noreste, la patria les debe tantos reconocimientos. Hoy solo Salta y Misiones reconocen a sus héroes como se merecen, mientras que los intereses centralistas de Buenos Aires los ignoran. 
Hace relativamente poco tiempo la provincia de Misiones emitió un Decreto para que se investigue el paradero de su cuerpo, y se repatrien sus restos.
La Comisión de Legislación General de la Cámara de Diputados de la Nación dictaminó, por unanimidad, que “se considere el reconocimiento del grado militar de Comandante General a Andrés Guaçurarý (o Andrés Guazurarí), y sea revindicado en la historia de la emancipación, como así también, la creación de una comisión especial con el objetivo de repatriar los restos del héroe misionero”».
Algunos autores  aseguran que “Si Andresito y sus hombres no hubieran detenido a los portugueses, San Martín no podría haber seguido con su campaña libertadora...”

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