Fue el Güemes del Noreste, responsable de cuidar la frontera litoral de las invasiones luso brasileñas, sin embargo pocos lo conocen.
Los de siempre (los porteños
que escribieron la historia “oficial”), lo denostarán por ser mestizo, federal,
artiguista y patriota.
Luchó al lado de Belgrano y
Artigas. Fue impulsor de ideas revolucionarias para la época como la reforma
agraria, la defensa de los aborígenes y la liberación de los esclavos.
Su actividad política y
militar fue corta, como su propia vida, sin embargo merece estar en nuestra
historia como el caudillo que era, con todo lo que eso significaba en ese
momento.
¿Quién
era Andresito?
Andrés Guazurarí o Andrés Guaçurarý y Artigas
habría nacido en la reducción jesuítica de Santo Tomé (en la antigua Gobernación de Misiones, hoy Provincia de Corrientes),
el 30 de noviembre de 1778. Conocido popularmente como Comandante Andresito, fue uno de los primeros caudillos federales de las Provincias Unidas del Río de la
Plata.
Mestizo de padre blanco y madre Guaraní, fue educado por los sacerdotes
herederos de los jesuitas aprendiendo
matemáticas, ciencias naturales, e idiomas (castellano y portugués, además del
guaraní natal, que leía y escribía con fluidez), música y religión
(convirtiéndose en un católico muy devoto).
Hombre
bajito, bien proporcionado de cuerpo, robusto, cara redonda, huellas de viruela
sobre ella, poca barba, nariz pronunciada, pómulos salientes, mirada
penetrante, pelo negro chuzo, valiente y supersticioso. Para la clase dominante de entonces era “hijo
bastardo”, así que debió vivir con su madre.
Algunos historiadores lo describen: "… Como buen indio guaraní, Andrés era
callado y taciturno. No sabía reír, apenas dibujaba, de vez en cuando, la
sombra de una sonrisa en su rostro carnoso, ligeramente rojizo y lampiño, pero
sus ojos, pequeños y entreabiertos, tenían, en cambio, un fulgor singular.
En 1801,
cuando la reducción fue destruida por bandeirantes
portugueses, se trasladó a la Banda Oriental, donde conoció a José Artigas,
poniéndose a su servicio en el Regimiento de Blandengues, donde adquirió los
conceptos de organización militar, verticalismo y disciplina que años después
inculcaría a sus ejércitos.
“En su mirada y a través de las parcas
expresiones del indio, Artigas descubrió signos inequívocos de valor y
lealtad, y descubrió asimismo, al baqueano y rastreador que va en derechura a
los vados del río ocultos en la maraña del bosque, o las sendas que permiten
avanzar entre los juncos del bañado, o la huella que entre los altos pastos ha
dejado la patrulla invasora, o los atajos, que acortan las distancias y por los
cuales, sorpresivamente, se logra atacar las retaguardias enemigas …”
Llegó a ser Gobernador de la Provincia Grande de Misiones (Figura 1), y
fiel colaborador de Belgrano y Artigas en las luchas de la independencia.
Su apellido ha sido motivo de muchas formas
interpretativas debido en parte a la mezcla de idiomas de su geografía:
español, guaraní y portugués. Guasú rarí
significa en guaraní venado arisco, aunque Guazú también significa en guaraní "grande".
José Gervasio Artigas lo apadrinó y lo adoptó como hijo, por lo que le permitía la firma como
Andrés Artigas. Dicha adopción le
significó el apodo de los luso-brasileños como Artiguinhas (o pequeño Artigas) o Andrés Tacuarí.
Se conoce que estuvo sucesivamente unido a dos mujeres: Melchora Guazurú
y Benedicta Blanco.
Figura 1 – Provincia Grande de Misiones en 1811
Sus inicios militares
El protagonismo histórico de Andrés Guazurarí se inicia cuando en 1811 se
sumó a las tropas de Manuel
Belgrano en el intento de
la expedición para liberar al Paraguay de los realistas.
Belgrano fue ascendido a Coronel de Patricios y
enviado al Paraguay “rebelde” con la
misión que se reconozca a la junta de gobierno y “enfriar” las posturas
revolucionarias.
Don Manuel declaró su falta de conocimientos para la
guerra, pero terminó aceptando la responsabilidad. En el camino funda Curuzu
Cuatiá, gana la batalla de Campichuelo pero pierde Paraguari y Tacuarí.
Luego acompañó a Belgrano hasta la Banda
Oriental con el mismo objetivo,
sin embargo al ser desplazado Belgrano de la dirección de las tropas y ser
suplantado por el unitario José Rondeau, Guazurarí decidió adherir a los federales liderados por José Gervasio Artigas.
Sus campañas
Su lucha se orientó
hacia dos objetivos: la lucha contra las fuerzas extranjeras que invadieron el
territorio misionero y la defensa de los principios federalistas sustentados
por Artigas.
Hacia fines de 1812, ya como Comandante de las Misiones Occidentales, Andrés Guazurarí
logró desalojar a las tropas paraguayas que habían ocupado el Departamento
de La Candelaria (ubicado en el suroeste de la actual provincia argentina de Misiones).
Andresito fue designado
por Artigas en 1815, Comandante
General de Misiones, cargo que ocupó hasta 1816.
El Dr. Gaspar Rodríguez
de Francia (considerado el ideólogo que llevó
adelante el proceso de la independencia
del Paraguay de
las Provincias
Unidas del Río de la Plata, del Imperio del Brasil y de la Corona española), so pretexto de inconducta de las fuerzas
artiguistas en su frontera, dispuso la ocupación de los pueblos misioneros de
la banda oriental del río Paraná.
El Capitán paraguayo
Francisco Antonio González se apoderó en agosto de 1815 violentamente de los
pueblos de Candelaria, Santa Ana, Loreto, San Ignacio y Corpus. Posteriormente
lo reemplazó el comandante José Isasi.
Artigas ordenó a
Andresito que impida el avance paraguayo y que los haga repasar el río Paraná.
Organizó una fuerza de 500 aborígenes de infantería y caballería. Recuperó
Candelaria, Santa Ana, San Ignacio Miní, Loreto y Corpus.
Asumió el gobierno de
Misiones con el cargo de Comandante General y se instaló en Candelaria,
ejerciendo un gobierno recto y justo, procediendo en todo conforme a la
orientación política artiguista.
Recuperó los pueblos
misioneros sobre el Paraná. Los Cabildos de los nativos volvieron a funcionar
regularmente durante su gobierno, y se encargaron de administrar las estancias
y yerbatales comerciando con las demás provincias.
Instaló una fábrica de
pólvora en Concepción y ordenó la construcción de rústicos hornos para fabricar
chuzas. Toda su organización fue interrumpida por la invasión portuguesa.
Los portugueses habían
ocupado en 1801 (a raíz de la “guerra de las naranjas”, un breve conflicto militar que enfrentó a Portugal contra Francia y España),
los 7 pueblos misioneros al este del río Uruguay,
reteniéndolos sin derechos, pero el gobierno de Buenos Aires, entretenido en
otros quehaceres portuarios no permitieron su recuperación.
Era intención de
Andresito la reconquista de las misiones Orientales e inicia la marcha con
1.000 hombres desde Santo Tomé en 1816,
y obtiene un triunfo en Sao Joao Velho (hoy territorio brasileño).
Por proclama hace saber
a los 7 pueblos misioneros (Figura 2), sus intenciones. Instaló su campamento
en Itaquí (frente a Alvear, Corrientes).
Los luso-brasileños
tenían su campamento en Sao Borja. Se produce un combate en Rincón de la Cruz
en el que triunfa Andresito y recibe la adhesión de los naturales de la región.
Figura
2 – Los 7 pueblos misioneros en el Virreinato del Rio de la Plata
Andresito
sitió Santo Tomé y Sao Borja el 21 de septiembre de 1816, con éxito inicial, pero, aparentemente su clemencia para
con los sitiados, le permitió a Chagas pedir y recibir refuerzos con los que,
luego lo derrotaría. Existe una carta de Artigas, en la que le reprocha
amablemente a su hijo adoptivo esta actitud, insinuándole que “en algunas
circunstancias es necesario el degüello”. Hay otras circunstancias que
reafirman este carácter compasivo de Andresito.
Los
luso-brasileños se resisten, después reciben refuerzos y derrotan a Andresito
obligándolo a retirarse repasando el río Uruguay.
La causa secreta de la
invasión no fue la de recuperar las Misiones Orientales (Figura 3), sino
impedir la propagación del artiguismo en las erráticas fronteras, y ver
realizado el viejo sueño de Portugal de llegar hasta las fronteras del Río de
la Plata.
El objetivo era la ocupación
de los Pueblos Libres ingresando una columna por Misiones para tomar Corrientes
y bajar por el Paraná hasta Santa Fe, y la otra combatiendo a Artigas en la
provincia Oriental. Luego ambas convergirían sobre Entre Ríos para acabar con
la última resistencia. Este plan fue abandonado por las resistencias
encontradas y solo invadieron la Banda Oriental.
Los portugueses atacan
en 1817 en la cercanía de la barra del Aguapey. Por órdenes del gobernador de
Río Grande do Sul, los luso-brasileños saquearon e incendiaron los pueblos de
Yapeyú, La Cruz, Santo Tomé, Santa María y Mártires.
Saquearon Apóstoles,
San José y San Carlos y llevaron cuanto había de valor.
Dos veces más atacaron los portugueses pero los ejércitos de Andresito los derrotaron en Apóstoles y San Carlos.
Dos veces más atacaron los portugueses pero los ejércitos de Andresito los derrotaron en Apóstoles y San Carlos.
Figura 3 - Las Misiones Orientales durante las guerras de independencia
y contra la invasión luso-brasilera (1811-1819).
Luego
del combate de San Carlos, Andresito instaló su cuartel en Tranquera de Loreto
y vigiló los movimientos de los paraguayos y de los portugueses. Recibió las
órdenes de Artigas de marchar sobre Corrientes para restablecer la autoridad
federal, resentida por un golpe militar dirigido por el capitán José F. Vedoya
adherido al centralismo porteño.
Se
produjeron dos encuentros armados, uno en Caa-Catí y otro en Saladas en 1818, ambos posibilitaron el triunfo de
Andresito, que fue designado Gobernador de Corrientes hasta abril de 1819.
Durante
su mandato reorganizó el gobierno civil y ningún pueblo dejó de tener autoridad
constituida. En ese momento había un enfrentamiento entre el patriciado de las
ciudades capitales y las masas rurales.
Su presencia no fue bien
recibida por los sectores latifundistas de la provincia, herederos muchos de
ellos de los encomenderos españoles, quienes se negaron a asistir a una
representación en su honor brindada por “ese
indio”. Andresito desairado los obligó al día siguiente a “debutar en estas cosas del trabajo” y a
limpiar minuciosamente la Plaza.
La
sociedad correntina estaba acostumbrada, desde la época de las colonias, a
encomiendas donde no existían los sueldos y se trabajaba por la comida. A los
hijos se los tenía en las casas de viejas familias como "criados",
con la paga del plato diario.
Los
nativos y los esclavos eran la base de todas estas actividades. Andresito se
abocó a la tarea de liberar indios y esclavos y realizó el reparto de tierras a
los que las necesitaban y a los que las querían para trabajarlas. Siguió, como
siempre, los principios artiguistas de confiscación de las
propiedades mal habidas y mal trabajadas de “los
malos europeos y peores americanos” para entregárselas a “los negros libres, los zambos de toda
clase, los indios y los criollos pobres”.
También serían
agraciadas las viudas pobres, en caso de tener hijos, y los casados tendrían
prioridad antes que los solteros. Una condición fundamental fue que “el agraciado propenda con su trabajo y
hombría de bien a su felicidad y a la de su Provincia”.
Mientras liberaba
esclavos tomaba prisioneros la misma cantidad de “hijos de los posibles” (las clases mas acomodadas), y cuando sus
madres imploraron piedad, Andresito les recordó el dolor de las madres de
quienes habían sido tomados por la fuerza para servirlas a ellas.
Las misiones jesuíticas del litoral también ayudarían a darle forma al
actual territorio argentino. Jesuitas y guaraníes defendieron su territorio de
los bandeirantes portugueses y se
opusieron a la permuta de los 7 pueblos guaraníes a cambio de la Colonia del
Sacramento, sin embargo, por el Tratado de Permuta, España terminó cediendo. Posteriormente, a fines del Siglo XIX, perderíamos otra
gran porción de nuestro territorio, equivalente a la superficie actual de la Provincia de Misiones
(3.000.000 de hectáreas), mediante el laudo del Presidente Cleveland a favor de
Brasil.
En 1819 el ejército de Artigas no contaba con suficientes medios ni
hombres para resistir a los invasores. Sólo Andresito volvió a la lucha
abatiendo guarniciones enemigas y tomando posición de los pueblos de las
misiones orientales. Se instaló en San Nicolás.
Quiso atacar a Francisco das Chagas Santos (comandante portugués de las Misiones Orientales), pero
el asalto fracasó y los luso-brasileños se retiraron y pidieron refuerzos a
Porto Alegre y a Alegrete.
La derrota de Andresito
y las instigaciones porteñas animaron a los portugueses a pasar a la ofensiva
al mando del brigadier das Chagas Santos. Andresito marchó al sur
intentando contactarse con Artigas, pero no lo consiguió.
Chagas con refuerzos
retomó San Nicolás. Bajo su mando fueron destruidos
los pueblos jesuíticos misioneros al este del río Uruguay.
Andresito decide volver
y en su contramarcha chocó con las poderosas fuerzas brasileñas en Itá-Curuví
en Julio de 1819. El combate fue violento. Debió retirarse y dispersar sus
tropas con la consigna de reunirse en la otra banda del río Uruguay. Algunos lo
consiguieron, otros grupos fueron alcanzados por los enemigos y se produjeron
sangrientos entreveros.
Cuando Andresito se
preparaba para cruzar el río con un pequeño grupo, fue sorprendido por una fuerte
patrulla que lo tomó prisionero.
El principio del fin
Fue llevado a pie a la
cárcel de Porto Alegre, con cueros frescos atados en el cuello que al irse
secando se contraían dificultándole la respiración. Debió trabajar en obras
públicas. Luego fue llevado a Río de Janeiro con otros compañeros y luego a la
isla Das Cobras. Se cree que murió prisionero
en las mazmorras de
la cárcel probablemente en 1821.
Otra versión señala que
el español Francisco de Borja Magariños gestionó y obtuvo su libertad en Rio de
Janeiro, poniendo fin a su calvario en abril de
1821, pero tras una riña callejera fue nuevamente encarcelado. Tras un
nuevo calvario y un nuevo sumario, el 3 de julio de 1821
Andrés Guazurarí arribó a Montevideo donde se pierden sus rastros.
Poco se sabe sobre aquel
hombre que había dicho “El derecho es el ídolo y objeto de los hombres
libres por quien se ven empapados en su propia sangre”. Nada se sabe de su destino y mucho
sobre la paciente labor de quienes siguen tratando infructuosamente de
enterrarlo en el olvido para siempre.
Paradójicamente, el mismo año de su derrota se firmó en Montevideo el
llamado Tratado de la Farola, por el cual los nacidos en la Banda Oriental que abandonaron a José
Gervasio Artigas y pasaron a formar parte del pro brasileño Club
del Barón (antecedente del Partido Colorado), ceden las Misiones Orientales al ya reino de Brasil a cambio de la
construcción de un faro en la Isla de Flores.
La entrega de las Misiones, así como la Banda Oriental (hoy República
del Uruguay), fueron parte del acuerdo por el que Brasil anexó territorios y
Buenos Aires eliminó su principal foco federal de resistencia a su centralismo.
Vivió y
murió en el anonimato, luchando por la causa federal que le supo transmitir el
gran Caraí Guazú (Gran Señor),
Artigas, según sus propias expresiones.
Los enemigos
de Artigas y de Andresito no lograron matarlos, pero intentaron hacerlo desaparecer
de nuestra historia. Mitre le escribe a Vicente Fidel López (los autores de la
historia “oficial”): “Los dos, usted y
yo, hemos tenido la misma predilección por las grandes figuras y las mismas
repulsiones contra los bárbaros desorganizadores como Artigas, a quienes hemos
enterrado históricamente”
Con la desaparición de
Andresito Misiones perdió uno de sus mejores hombres. Su acción permitió que
esta provincia quedara definitivamente anexada a nuestro territorio, por eso es
que tanto a Güemes en el Noroeste como a él en el Noreste, la patria les debe
tantos reconocimientos. Hoy solo Salta y Misiones reconocen a sus héroes como
se merecen, mientras que los intereses centralistas de Buenos Aires los
ignoran.
Hace relativamente poco tiempo la provincia de Misiones emitió un Decreto
para que se investigue el paradero de su cuerpo, y se repatrien sus restos.
La Comisión de Legislación General de la Cámara de Diputados de la
Nación dictaminó, por unanimidad, que “se
considere el reconocimiento del grado militar de Comandante General a Andrés
Guaçurarý (o Andrés Guazurarí), y sea revindicado en la historia de la
emancipación, como así también, la creación de una comisión especial con el
objetivo de repatriar los restos del héroe misionero”».
Algunos autores aseguran que “Si Andresito y sus hombres no hubieran
detenido a los portugueses, San Martín no podría haber seguido con su campaña
libertadora...”
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