Los que nos criamos en algún hogar con reminiscencias
italianas (de hecho mi viejo era italiano), más de una vez cantamos cosas que
de niños no comprendíamos, tal es el caso de: "E non é vero che é morto
Garibaldi, pum, Garibaldi, pum, Garibaldi, pum”.
Admirados por muchos y
denostado por tantos otros, esta especie de raro superhéroe que aparecía en
muchos continentes “casi simultáneamente”, tiene su historia en la Argentina.
Quizás debamos conocerla
para no interpretar que este corsario (…y a veces pirata), líder de varias
revoluciones en Italia en defensa de la libertad y la independencia, también se
paseó por estos rincones.
Peleó contra Brown y Urquiza
y fue manifiestamente anti rosista. Sarmiento dijo de él: “Garibaldi es una gloria argentina”
¿Quién fue ese polémico Garibaldi que tiene en América del
Sur tantos recuerdos y monumentos?
¿Quién
era Giuseppe?
Giuseppe Garibaldi (en realidad se llamaba Joseph
Marie Garibaldi), nació en 1807 Niza
(actual territorio francés), que en ese momento pertenecía al Reino de
Piamonte.
Hijo de un pescador de Liguria, fue un militar y marino autodidacta que
actuó fundamentalmente en la política italiana.
Junto con el Rey de Cerdeña, Víctor Manuel II, fue uno de los
principales líderes y artífices de la unificación de Italia durante el segundo y
tercer cuartos del siglo XIX
A los 27 años participó en el
movimiento de la Joven Italia de Giuseppe
Mazzini
(el gran
profeta del nacionalismo italiano), ganando
los galones de Capitán en la Marina del Piamonte.
Lo apodaron Cleómbroto, como el mítico Rey de
Esparta que viviera entre 380 a 371 a. C.
Su insurrección en el Piamonte,
le costó una condena a muerte después de su captura, tras
ser considerado uno de los cabecillas de la revuelta.
¿Quién fue esta especie de superhéroe latino que se codeaba con reyes,
que discutía ardientemente en su función como Diputado en varias ocasiones, que
se encontraba con la amante de Bolívar, que recibía apoyo de Alejandro Dumas,
que fundaba fábricas, enseñaba matemáticas y a leer, creaba cuarteles de
bomberos y rechazaba ofrecimientos de Abrahán Lincoln?
Políglota (además de su
idioma materno, hablaba español, francés, portugués e inglés), Garibaldi tuvo
una formación cosmopolita, internacional o supra nacionalista; relaciones
determinantes con los saint-simonianos (adeptos del socialismo utópico), con
muchas amistades fuera de Italia y una gran admiración por Francia.
De
Europa a América del Sur
Viéndose obligado a huir, escapó a Niza desde donde, luego de
varias etapas en Europa, partió desde Marsella hacia Sudamérica en
el bergantín Nautonnier, haciéndose pasar por un tal Borrel (en
referencia al mártir revolucionario Joseph Borrel), siendo seguido por otros
camaradas de la Joven Italia.
Llegó al puerto de Río
de Janeiro en enero de 1835. Una vez llegado a su nuevo destino, se afincó en Rio Grande do
Sul. Su espíritu de aventurero revolucionario logró que este joven
de 29 años, encontrara en estas tierras otra lucha contra la tiranía en “pro de
los republicanos”.
Años más tarde, en sus
Memorias se explayaba sobre su pensamiento político:
“Odio la tiranía y la mentira con el profundo
convencimiento de que ellas son el origen principal de los males y de la
corrupción del género humano. Soy republicano, porque éste es el sistema de gobierno
de las gentes justas”.
Esta lucha era la
promovida por el General Bento Gonçalvez da Silva y que conmocionaba al
territorio de Río Grande do Sul y que enfrentara a las tropas argentinas en la
Guerra contra Brasil.
Los conservadores brasileños consiguieron la destitución de Bento
Gonçalves da Silva como comandante militar de la Provincia de Río Grande del
Sur, y esto fue el puntapié que dio comienzo a la Revolución Farroupilha, que se
inició en 1835 y que se extendería por diez años.
La Guerra de los Farrapos o
la Revolución Farroupilha son
los nombres por los cuales se conoció el conflicto republicano y posteriormente
separatista en la entonces provincia
de Río Grande del Sur, alcanzando la región de Santa Catarina (República Juliana), al sur
del Brasil.
Durante este período Río Grande se constituyó en una república
independiente (República Riograndense) cuyos
presidentes fueran Bento Gonçalves da Silva y Gomes Jardim.
En 1837, Garibaldi se embarcó en el buque mercante “Mazzini”, provisto
de patente de corso y comenzó así su carrera de marino, corsario y a veces,
pirata, en las costas de América del Sur.
Viajó a Montevideo,
que estaba inmerso en la guerra del presidente uruguayo depuesto Manuel Oribe
(apoyado por el Gobernador de Buenos Aires Juan Manuel de Rosas), contra el
gobierno de facto presidido por el general Fructuoso Rivera instalado en
Montevideo y asistido por Brasil y las flotas francesas e inglesas.
Garibaldi
participó del lado de Rivera en apoyo de lo que se conoció como el Gobierno de
la Defensa, y durante el sitio de Montevideo (por parte de fuerzas rosistas
apoyadas por las fuerzas leales a Oribe), fue el almirante a bordo de lanchones
y el general que comandó a la legión italiana, cuyos miembros fueron los
primeros “camisas rojas”, el atuendo garibaldino que caracterizó después a
todos los que lucharon por la liberación de su pueblo en distintos puntos de
Europa.
Por tres años
alternó entre las riberas sureñas del Brasil y los puertos de la Banda Oriental
y al frente de republicanos del Río Grande, llegaron a instalar la “República
de Piratim” y a dominar el Estado de Santa Catalina.
A tal renombre llegaron sus hazañas, que en 1839, hasta el mismo Juan Bautista
Alberdi (en ese momento radicado en Montevideo), dedicó su crónica dramática
“La Revolución de Mayo a los “Republicanos de Río Grande”.
Durante estas luchas, Garibaldi, herido de bala en
el cuello y perseguido él y su tripulación por los orientales, debió remontar
el Paraná con destino a Gualeguay. Allí fueron detenidos por las autoridades de
la provincia entrerriana y luego llevados a prisión. A los dos meses, y por
intervención del Gobernador Pascual Echagüe (aliado a Urquiza), fue puesto en
libertad.
Por estos pagos
Tres años después, en 1842, al servicio de Fructuoso Rivera
(encarnizado anti rosista), se encontraba en Montevideo.
Había llegado desde
Brasil por tierra, convertido en tropero, pero una vez más las luchas internas
sudamericanas le proporcionaron un nuevo motivo para intervenir en ellas.
“La República Oriental me brindó muy pronto
ocupación. Me fue ofrecido y acepté, el mando de la corbeta “Constitución”, de
dieciocho cañones. La Escuadra Oriental estaba mandada por el Coronel Coe,
americano, y la de Buenos Aires por el general Brown, inglés”. (n.r.:
Brown era Almirante y su nacionalidad irlandesa)
En realidad, lo que le
encomendaba al presidente Fructuoso Rivera, era navegar con un trasporte de
armas hasta Corrientes, provincia aliada con la causa anti rosista, y así
afianzar la influencia oriental en el territorio del litoral y para cumplir esa
misión Garibaldi debía sortear el ejército del caudillo Oribe (aliado a Rosas),
que se encontraba en Paraná.
La flotilla comandada
por Garibaldi comenzó con escaramuzas desde su partida mientras remontaba el
río Paraná hacia Corrientes perseguido por el Almirante Brown.
En la costa correntina
recibe apoyo el Gobernador Ferrer, pero Garibaldi sabe que esto es insuficiente
y se prepara para defenderse de Brown, sabiendo que está en desventaja.
Años más tarde el relato
del italiano manifiesta a las claras la admiración por Brown, al que llamaba “la primera celebridad marítima de la
América meridional, con justos títulos, porque había mandado la escuadra de
Buenos Aires en tiempo de la guerra de la independencia contra la dominación
española”.
El fuego entre ambas
escuadras, en lo que se llamó Combate de Costa Brava, se prolongó hasta la
noche y los dos contendientes, sufrieron importantes daños.
Garibaldi intentó hundir
las naves de Brown armando un “jangada” de explosivos, pero este truco no
funcionó y sólo alcanzó a dilatar el desastroso final que se preveía. Una
retirada forzosa. Mientras esto ocurría, aguas arriba, el Comandante Villegas
había desertado con sus tropas y naves, dejando solo a Garibaldi, con sus muy
fuerzas menguadas.
En la madrugada del 17,
Garibaldi luego de arengar a lo que quedaba de su tripulación, viendo que la
batalla estaba perdida, decidió la retirada y ordenó la quema de sus propias
naves.
Una vez embarcados los
heridos y los víveres, Garibaldi dispuso que se rociara aguardiente sobre los
objetos combustibles de sus naves. Desgraciadamente, su tripulación, compuesta
de tropas de varias nacionalidades, al ver tal cantidad de bebida, se embriagó
a tal punto que quedó imposibilitada de moverse.
Al desembarcar, fueron
perseguidos por las tropas de la infantería de Brown, hasta que la imponente
explosión de la santabárbara de la flotilla de Garibaldi detuvo la persecución,
por lo que éste y el resto de sus hombres pudieron vadear el río Espinilla
(confluente del Paraná), y de allí seguir a pie hasta Esquina, en la provincia
de Corrientes.
Guillermo Brown, luego
de vencerlo en frente a la costa correntina, tuvo la oportunidad de apresarlo y
de hacer cumplir la orden de Rosas de ejecutarlo, pero la admiración entre los
dos adversarios era mutua, y el Almirante evadió la orden superior diciendo:
“Déjenlo que se escape, Garibaldi es un valiente”.
Meses más tarde,
atravesando la provincia y luego de ser vencidos en un breve combate librado en
Arroyo Grande, llegaron a Montevideo a fines de 1842.
Garibaldi, a las órdenes del General Paz, y al mando de
600 hombres de la Legión Italiana (“los
camisas rojas”), se encontró con que
esta plaza, por orden de Juan Manuel de Rosas, estaba siendo sitiada por las
tropas de Oribe.
Entre 1842 y 1845 muchas fueron las acciones que
encontraron a Garibaldi peleando del lado de los Unitarios argentinos y sus
socios uruguayos apoyado por las tropas francesas e inglesas: batallas navales
con Brown; desembarco y toma de fuerzas rosistas, ocupación de la isla Martín
García; toma de guarniciones en Gualeguaychú, Paysandú y Salto y escaramuzas
con Urquiza y Oribe.
Un veterano del sitio de
Montevideo lo recuerda así;
“Garibaldi llevaba a sus soldados al combate
habiéndoles lo mismo que si estuviese en el cuartel, con dulzura, no con gritos
espantosos, ni con ninguna de esas paradas que he visto a tantos jefes”.
“En la pelea era el primero en desenvainar el
sable, dirigiéndose enseguida a la tropa, a la cual proclamaba, sin aludir a
los oficiales. Hablaba el castellano perfectamente, como he dicho, y también el
francés, pero con los soldados lo hacía en italiano, en un italiano puro, sin
sombra de genovés, ni de ningún dialecto”
El Congreso de la Banda
Oriental lo ascendió a General, pero, Garibaldi en una nota, sin dejar de
agradecer el ascenso, terminó por rechazarlo.
Durante el resto del año
1846 se encontró en numerosas
acciones militares y en 1847 fue
designado jefe de todas las fuerzas de defensa de la plaza de Montevideo,
funciones que cumplió durante muy poco tiempo, puesto que en agosto del mismo
año se embarcó hacia Italia, para iniciar su heroica trayectoria en pos de la
unidad italiana.
Habían pasado 12 años de
estadía en estas tierras.
De vuela a Italia
Noticias de su buen
hacer como militar y estratega llegaron hasta Europa, adonde regresó en 1848 para luchar en Lombardía contra el
ejército austriaco y dar un primer paso hacia la unificación de Italia, que fue
su objetivo durante las tres siguientes décadas. Su intento de hacer retroceder
a los austriacos no prosperó y debió refugiarse primero en Suiza y
posteriormente en Niza.
A finales de 1848,
sin embargo, el papa Pío IX, temeroso de las fuerzas liberales, abandonó Roma,
adonde se dirigió Garibaldi junto a un grupo de voluntarios.
En febrero de 1849 fue elegido diputado republicano
en la asamblea constituyente, ante la cual defendió que Roma debía convertirse
en una república independiente. En abril, se enfrentó a un ejército francés que
intentaba restablecer la autoridad papal, y lo propio hizo en mayo ante un
ejército napolitano.
Si bien no tenía
opción alguna de evitar la caída de la ciudad, su lucha se convirtió en uno de
los más épicos y recordados pasajes del Risorgimiento.
El 1 de julio, Roma
fue finalmente asaltada, y Garibaldi y sus hombres se refugiaron en el
territorio neutral de San Marino. Condenado por segunda vez al exilio, residió
en Tánger, Staten Island (Nueva York) y Perú, donde regresó a su antiguo oficio
de capitán de buque mercante.
En 1854, Cavour, el primer ministro piamontés,
creyó que si le permitía volver a Italia, Garibaldi se alejaría del republicano
Mazzini. Para ello, le concedió el mando de las fuerzas piamontesas en lucha
con las austriacas.
Venció en Varese y
Como, ambas en mayo de -, y entró en
Brescia al mes siguiente, con lo cual el Reino de Lombardía se apropió del
Piamonte.
Conseguida la paz en
el norte del país, Garibaldi se dirigió a Italia central. Víctor Manuel II, rey
piamontés, dio al principio su apoyo a un ataque contra los territorios
papales, pero a última hora le pareció demasiado peligroso y le obligó a
abandonar el proyecto.
Garibaldi aceptó la
renuncia y se mantuvo fiel, pero la cesión de Niza y Saboya a Francia por parte
de Cavour y Víctor Manuel le pareció un acto de traición y decidió actuar por
su cuenta.
Como por el norte un
acuerdo era imposible, decidió forzar la unificación conquistando el Reino de
Nápoles, bajo soberanía borbónica. En mayo de 1860, al frente de un ejército de un millar de hombres (la
expedición de los mil o de los «camisas rojas»), se apoderó de Sicilia y en
septiembre entró en Nápoles, que cedió a Víctor Manuel II.
En 1861 se proclamó el nuevo Reino de
Italia, pero desde sus inicios Garibaldi se mantuvo en la oposición, pues Roma
continuaba siendo ciudad papal. Con la consigna de «Roma o la muerte», intentó
durante años luchar contra el poder pontificio, sin demasiado éxito, hasta que
en 1862, en la batalla de
Aspromonte, cayó herido y fue hecho prisionero.
Tras ser amnistiado,
pasó a presidir el Comité Central Unitario Italiano y ofreció sus servicios a
Francia. Fue elegido diputado para la Asamblea de Burdeos (1871) y diputado al Parlamento italiano (1875), el cual pocos años antes de su muerte le asignó una pensión
vitalicia por los servicios prestados.
El final
En el prefacio a sus Memorias, Garibaldi trazó un resumen de
su azarosa existencia al señalar:
“Mi vida ha sido impetuosa:
compuesta del bien y el mal, como creo está la mayor parte de la gente. Tengo
la conciencia de haber buscado siempre el bien para mí y para mis semejantes.
Si alguna vez hice el mal, fue sin quererlo.
Odio la tiranía y la mentira
con el profundo convencimiento de que ellas son el origen principal de los
males y de la corrupción del género humano.
Soy republicano, porque este
es el sistema de gobierno de la gente justa, sistema modelo cuando se adquiere
y, por consecuencia, no se impone con la violencia y la impostura.
T
olerante y no exclusivista,
soy incapaz de imponer a alguien por la fuerza mi republicanismo”.
En
sus últimos años se retiró a la isla de Caprera, donde falleció el 2 de junio de 1882
a los 75 años.
Reconocimientos y detractores
Por
sus luchas en Italia y Sudamérica, desde siempre se le ha llamado el “héroe
de dos mundos”.
El poeta nicaragüense Rubén Darío (de extracción conservadora y liberal), lo llamó "prodigioso mosquetero de
la Libertad y aventurero de la Gloria".
Le dedicó además el artículo "El hombre de la camisa roja" y
una estrofa de su "Oda a Mitre" (1906), sobre la sustancial emigración italiana a la Argentina:
"Jamás
se viera una lealtad mayor
que
la del león italiano
al
amigo de América que amó en fraterno amor.
De
Garibaldi y Mitre las dos diestras hermanas
sembraron
la simiente de encinas italianas
y
argentinas que hoy llenan la simiente de rumor."
Sarmiento dijo de él “Garibaldi
fue una gloria argentina”
En Nicaragua, detrás de la parroquia (hoy catedral) de Granada se admira
una placa que dice: “Aquí vivió Giuseppe Garibaldi Héroe de dos mundos en
1851”.
El uruguayo Carlos M.
Rama es el que mejor ha perfilado su vigencia:
“En primer lugar, José Garibaldi definió su
personalidad, si no de gran complejidad, por lo menos de muy definidos
caracteres, capaz de interesar admirativamente a sus contemporáneos.
La misma intrepidez del Héroe, su altruismo nunca
desmentido para ofrecer su vida, y la de sus familiares, al servicio de la
Humanidad, y de Italia en primer término, es uno de sus puntos centrales más
impresionantes, teniendo en cuentas que su causa era la de los humillados
frente a los poderosos.”
“Un segundo tema es su desprendimiento, el
desinterés pecuniario, la generosidad rayana en el perjuicio a sus vitales
intereses, que preside todos sus actos. En un momento de introducción a las
pautas brutales al capitalismo ascendente, este rasgo era explicablemente
llamativo. Pero Garibaldi era también un líder democrático concitó la
admiración y la adhesión porque representaba las ideas de las masas y era el
portaestandarte de un sector revolucionario nacionalista”.
El diplomático John
Foster escribió del líder italiano:
“…es muy modesto, con un grado extraordinario de
simpleza; no quiere ser reconocido y pasa bajo el nombre de Capitán Ansaldo.
Fue originalmente marino y se distinguió como Almirante en la Escuadra de
Montevideo en conflictos diversos contra la flota de Buenos Aires al mando de
nuestro compatriota Brown.
Su actitud es particularmente amable. Pero sus ojos
inquisidores revelan determinación en sus decisiones. Su famosa barba roja,
aunque reducida, no deja de ser respetable.
Ni en su vestimenta ni en su trato hay indicios del
espíritu ardiente e inquieto que lleva dentro sí. Carpaneto (n.r.:
un subalterno y amigo), me dijo que él,
Garibaldi, dejó Roma de la misma manera que entró en ella: sin un centavo. Yo
me imagino que se está preparando para retornar a Italia cuando las
circunstancias lo permitan”.
Es llamativo la cantidad de reconocimientos en forma de monumentos
(impulsados por la masonería), que Garibaldi cosechó en todo el mundo:
· Rosario (Argentina): Plaza Italia, en el Parque de la Independencia. Monumento en mármol de
Carrara. Realizado por el artista italiano Alessandro Biggi en 1885.
· Rosario (Argentina): patio externo del Hospital Italiano Garibaldi. Obra del escultor
italo-argentino Erminio Blotta.
· La
Plata (Argentina):
Ubicado en Villa
Garibaldi, al Sur de la ciudad.
· Buenos
Aires (Argentina):
Plaza Italia. Monumento inaugurado el 19 de junio de 1904.
· Porto
Alegre (Brasil): Monumento a Anita y Giuseppe Garibaldi.
· São José do Norte (Brasil).
· Guayaquil (Ecuador): Busto ubicado en la Plaza Garibaldi en el centro urbano de la ciudad.
· Budapest (Hungría).
· Nueva
York (Estados Unidos): Washington Square Park, Lower Manhattan.
· Taganrog (Rusia).
· Repubblica di San Marino: Primer monumento del mundo dedicado a Garibaldi, obra de Stefano Galletti, en 1882.
· Niza (Francia): Ciudad donde nació.
· Rovigo (Italia); Obra del escultor Ettore Ferrari
Librepensador, reclamaba la separación de la Iglesia y el Estado e
impulsó la educación obligatoria, gratuita y laica.
Rechazaba el ateísmo, la indiferencia y el “miserable materialismo”, pero fue denostado por los católicos al
enfrentarse al papa Pío IX, quien durante su pontificado (el más largo de la
historia), proclamó el control de la Iglesia sobre la ciencia, la educación y
la cultura en los Estados Pontificios.
Se opuso tanto a las demandas de un gobierno constitucional como a la
unificación de Italia para defender su condición de Papa-Rey, con poder
terrenal en el centro de la península.
También existe otros detractores que afirman que en América fue
esclavista, pirata y ladrón de caballos y lo acusan de masón (de hecho lo fue
tardíamente militando en la logia Asilo di Vertud y en la Les Amis de la Patrie ), a la orden de los ingleses,
antimonárquico, organizador de saqueos, asesinatos de civiles, organizador de células mafiosas en Sicilia
(la Ndrangheta en
Calabria y la Camorra en Nápoles), contratante de mercenarios y ladrón del
Banco de Palermo para corromper a los oficiales borbones (Reino de las Dos
Sicilias).
Bibliografía
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