martes, 29 de enero de 2019

Ancestros visionarios. El sirviñaco



Desde hace algún tiempo creemos que vivir con alguien sin pasar por un registro civil o una iglesia es una cuestión moderna.

En el mundo entero la Tasa de Nupcialidad va cayendo y la de divorcios va aumentando, lo que obliga a algunas sociedades a crear figuras distintas al matrimonio a través del cual las parejas alcanzan ciertos beneficios que les permiten brindarse una mayor protección social.

En la Argentina se llaman Uniones Convivenciales (UC), y fueron recientemente incluidas en el Código Civil. En Chile le llaman Acuerdo de Vida en Pareja (AVP).

Estas alternativas tienen su mayor y mejor antecedente en el sirviñaco, antigua práctica incaica.

Los viejos se nos adelantaron, y a pesar de que fueron combatidos por la “conquista” española, hoy sigue más vigente que nunca.

¿Querés ver?

Matrimonios y algo más

El matrimonio es una antigua institución social, presente en gran cantidad de culturas, que establece un vínculo conyugal entre personas, reconocido y consolidado por medio de prácticas comunitarias y normas legales, consuetudinarias, religiosas o morales. 

El origen etimológico de la palabra matrimonio no es claro. Se suele derivar de la expresión "matris munium" provenientes del latín: "matris", que significa madre y "munium", que significa cuidado.

Si esto es así significaría "cuidado de la madre por parte del marido/padre”. Otra posible derivación provendría de "matreum muniens", significando la idea de defensa y protección de la madre, implicando la obligación del hombre hacia la madre de sus hijos.

Sea como fuese hoy todos deberían cuidar y defender a todos.

La Real Academia Española de la Lengua (RAE), define al matrimonio como la “unión de hombre y mujer, concertada mediante ciertos ritos o formalidades legales, para establecer y mantener una comunidad de vida e intereses”. Claro está que la RAE no se actualizó con la realidad del mundo actual, aunque reconoce el sirviñaco, aunque lo admite con n y no con ñ.

Lo cierto es que el matrimonio como institución está en franco retroceso. Cada vez más las parejas entienden que no es necesario “registros” para vivir en pareja.

En la Argentina la Tasa de Nupcialidad, es decir la cantidad de casamientos por cada 1.000 habitantes (que es de aproximadamente 3 por mil), está cayendo y hoy se encuentra alrededor de 2,8 por mil, cuando hace algunos pocos años se ubicaba en 3,5 por mil.

Pero eso no es todo, sobre la cantidad de matrimonios civiles consagrados, por ejemplo en la ciudad de Córdoba, en 2016 se divorciaron el 74 % y en el 2017 el 89 %.

En la ciudad de Buenos Aires estos divorcios se producen a partir de los 10 años desde su institucionalización formal (“firmar la libreta”), en parejas que en promedio tienen 35 años las mujeres y 44 años los varones.

Todos estos números tienen decenas de explicaciones por parte de sociólogos y demógrafos, ya que depende de un sinnúmero de variables: económicas, de maduración psíquica, de “incompatibilidad de caracteres”, etc.
Para que buena parte de todo este “descalabro” social no ocurra, los incas practicaban el sirviñaco o “matrimonio a prueba” como lo define la RAE.

Propuestas nuevas, respuestas viejas: el sirviñaco

Desde hace algún tiempo creemos que vivir con alguien sin pasar por un registro civil o una iglesia es una cuestión moderna. Algunas sociedades crean las Uniones Convivenciales (UC), que en Argentina fueron recientemente incluidas en el Código Civil, y en Chile le llaman Acuerdo de Vida en Pareja (AVP).

Se trata de una figura distinta al matrimonio a través del cual las parejas alcanzan ciertos beneficios que les permiten brindarse una mayor protección social.

Estas alternativas tienen su mayor y mejor antecedente en el sirviñaco, antigua práctica incaica.

El sirviñaco o sirviñacu (castellanización de sirvinacuy, o servinakuy), también llamado tanta qhatu (que en quechua significa reunión prenupcial o “matrimonio a prueba”, por la que los novios ensayan vida marital), es una costumbre muy antigua de la región andina de Perú, Chile, Bolivia y Argentina, que actualmente se sigue celebrando.

Se trata de una convivencia de los novios previa al matrimonio, que puede durar de seis meses a un año. Después de este tiempo, si la convivencia fue exitosa, el novio tiene que hablar con los padres de la novia y pedir permiso para casarse con ella. Si los padres están de acuerdo, se celebra una boda que consagra la unión entre los novios siguiendo antiguos rituales.

Todo estaba bien hasta que, en los tiempos de la conquista española, la Iglesia Católica intentó eliminar esta costumbre considerada poco cristiana, pero no tuvo mucho éxito.

Denostaron, particularmente a la mujer a la que llamaban concubina. Una concubina no es sinónimo de amante carnal, es una mujer que mantiene una relación estable de pareja sin haber pasado por las instituciones formales.

Concubina proviene del latín concumbere formado por el verbo cumbere que quiere decir acostarse, lo que significa “acostarse con uno”. Por prejuicios culturales esa palabra en español carece de sinónimo.

Los pueblos indígenas siguieron celebrando el sirviñaco hasta nuestros días demostrando que no era ninguna picardía y garantizaba la estabilidad matrimonial entre la población campesina. 

La primera parte del sirviñaco consiste en la comunicación de la pareja por medio de la “espejeada”, rito que consiste en la iluminación de espejos con los rayos solares, desde cerros lejanos determinados por ellos, precisando su significado.

Generalmente en la fiesta del Carnaval estas parejas celebran su “compromiso” intercambiando sus ganas de casarse (kasarachi), y a partir de este instante comienza el amañamiento, es decir unirse en pareja, sin casorio, formando un nuevo hogar.

En caso de que el sirviñaco resulte satisfactorio para ambos contrayentes, la regla consuetudinaria es contraer matrimonio definitivo, sujeto a las normas de duración de cada comunidad.

En caso de que el sirviñaco no sea satisfactorio para los contrayentes, cualquiera de ellos puede dar por terminada la relación, sin que suponga ningún perjuicio moral o legal. De existir hijos, tradicionalmente permanecen al cuidado de la madre, aunque más recientemente se aplican crecientemente las normas de cuidado compartido establecidas en la Convención sobre los Derechos del Niño.
Tal sabiduría del pueblo incaico evitaba a una persona vivir "hasta que la muerte los separe" con una pareja que resultara indeseable. Es una tendencia que en la actualidad y en el mundo entero, aumenta fuertemente. 
La Comunidad Indígena de Amaicha del Valle (Tucumán), una de las pocas, sino la única, que no perdió sus tierras y que se las ratificaron por Cédula Real del año 1716, reconoce a la institución del sirviñaco en sus documentos de convivencia, conformando una alianza al respecto con la hermana Comunidad India de Quilmes.  

La Comunidad de Amaicha habita un extenso territorio que, en la actualidad cubre desde el Abra de El Infiernillo, continuando por las Cumbres Calchaquíes hacia el Norte, hasta el cerro Pabellón y, en dirección Oeste, hasta la ribera este del Río Santa María.

Tan fortalecida está esta antigua costumbre que en la Constitución Política en su Artículo 29, al referirse a los derechos de herencia de tierras dice:

“Se podrá adquirir los derechos de comunero (miembro de la comunidad), por vínculo matrimonial (sirviñaco, etc.), reconocido por las autoridades tradicionales. En caso de disolución dichos derechos se perderán en forma automática, interviniendo, si fuese necesario, dichas autoridades.

Quienes promovieron internacionalmente el vocablo sirviñaco fueron ni más ni menos que Jaime Dávalos y Eduardo Falú a través de una melodía cantada en ritmo de bailecito y que dice:
SIRVIÑACO 
(Bailecito)

Letra: Jaime Dávalos. Música: Eduardo Falú

Yo te’i dicho: nos casimos;
vos diciendo que tal vez.
Sería bueno que probimos,
pa’ ver eso qué tal es.

Te propongo sirviñaco,
si tus tatas dan lugar;
pa’ l' alzada del tabaco,
vámonos a trabajar.

Te compraré ollita nueva,
en la feria 'e Sumalao.
Es cuestión de hacer la prueba
de vivirnos amañaos.

Y si tus tatas se enteran,
ya tendrán consolación.
Que todas las cosas tienen,
con el tiempo, la ocasión.

Y si Dios nos da un changuito,
a mí no me ha de faltar
voluntad pa’ andar juntitos,
ni valor pa’ trabajar.

Te propongo como seña
pa’ saber si me querís,
cuando vas a juntar leña,
silbame como perdiz. 
El autor de la letra y el compositor de la música le dieron autenticidad absoluta al adoptar el género de bailecito.
Esta es una danza picaresca, también de influencia incaica, que tiene origen en danzas europeas y que llegaron al continente y se amalgamaron con las costumbres y cultura nativas. Se la considera una danza criolla, resultado del encuentro de diferentes culturas.
Danza sincopada de galanteo de parejas sueltas e independientes, de movimientos vivos. Se baila con pañuelo en la mano derecha y paso básico con pasos llenos de coquetería y donaire reflejando así el juego amoroso que los une.
En este caso está escrita en un vocabulario en ese modo indígena de expresarse que habla el castellano con construcciones propias del quechua, además de confundir entre sí las diversas vocales.
Es una que se toca y baila en Bolivia y en el norte de Argentina. La primera versión musical publicada en Argentina corresponde a Andrés Chazarreta (1916), y la segunda, a Manuel Gómez Carrillo (1920).
El sirviñaco no solo no morirá sino que cada vez toma mas vigor como costumbre práctica, útil y sencilla tendiente a aumentar la larga vida de las parejas.

Bibliografía
ALVAREZ, N. La Familia: una institución en cuestión. Los cambios de la razón doméstica. Facultad de Humanidades – UNMdP. www.ubiobio.cl/
BERESOVSKY, A.  2018. Casamientos y divorcios cada vez más cerca.
          https://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/
COMUNIDAD INDIGENA AMAICHA DEL VALLE. 2004. Constitución política de la Comunidad indígena de Amaicha del Valle. PJ 3276.
JOFRE LARENAS, C. 2011. Día del encuentro de dos mundos. Proyecto Acuerdo de Vida en Pareja (AVP). separadosdeChile.cl. http://www.elmorrocotudo.cl/noticia/sociedad/dia-del-encuentro-de-dos-mundos
MARQUEZ, C. Sirviñaco http://www.folkloredelnorte.com.ar/cancionero/
MINISTERIO DE SALUD DE LA NACION. Secretaria de políticas, regulación e institutos. Dirección de estadísticas e información de salud. 2015. Estadísticas Nupciales del Ministerio de Salud de la Nación.
PALLARO, B. 2017. Qué porcentaje de parejas se divorcia y cuánto suelen durar los matrimonios. Radiografía de las uniones en CABA. https://www.lanacion.com.ar/
REVISTA LEEMOS. Palabras que buscan palabras.  http://www.revistaleemos.com/palabras-que-buscan-palabras/
WIKIPEDIA. Matrimonio. https://es.wikipedia.org/wiki/Matrimonio


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