viernes, 22 de febrero de 2019

Quiroga. Un muerto oculto por intolerancia política



La intolerancia política en nuestro país ha sido una constante desde sus inicios. Tal vez el caso de la tumba de Facundo Quiroga sea una demostración más de que no solo no soportamos las ideas ajenas, sino que también las queremos combatir a lo que diese lugar.

Facundo fue asesinado en 1836, y luego de mucho deambular, su féretro “se perdió” en 1877, cuando los descendientes de sus adversarios intentaron profanar el sepulcro.

Pasaron casi 130 años hasta que recién en el año 2004 un grupo de expertos lo descubre encerrado en una doble pared del mausoleo familiar.

Sus descendientes aún no autorizan la extracción de ADN y por lo tanto la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos no lo pueden declara­r Sepulcro Histórico Nacional, como lo pretenden algunos historiadores.

La muerte de Facundo
Facundo Quiroga había sido comisionado por Rosas para viajar al norte y mediar en un conflicto bélico entre dos provincias federales (Salta y Tucumán). Este viajó, y en febrero de 1835, y después de la exitosa misión a favor de Rosas, regresaba a Buenos Aires a través de Córdoba. Estuvo reunido con Ibarra en Santiago del Estero, quien le ofreció una guardia de seguridad para el viaje ya que se sospechaba de un eventual ataque, cosa que el riojano no aceptó.

El 16 de febrero fue tomado por sorpresa en Barranca Yaco (al norte de la ciudad de Córdoba), por un pequeño grupo armado, bajo las órdenes del Capitán Santos Pérez, que le dio muerte a él y a su comitiva. Maestranzas de la comitiva que venían atrasados fueron testigos de los asesinatos. Tenía 42 años.
El asesinato de Facundo Quiroga por parte de Santos Pérez sigue lleno de hipótesis sobre el o los autores intelectuales. ¿Quién lo mandó a matar?
La primera hipótesis indicaría que los hermanos Reynafé le tenían inquina a Quiroga por su enemistad con Estanislao López, siendo aliados incondicionales al caudillo del litoral, y por la insistencia de Facundo para imponer gobiernos en Córdoba.
López está alerta, siempre listo para cortarle el avance por intermedio de los Reynafé, mientras Juan Manuel de Rosas asiste desde lejos a entredichos entre Quiroga y López en el que nada tiene que perder, y quizá sí mucho que ganar.
La segunda hipótesis indica que Rosas celaba profundamente a Quiroga por el prestigio que este ganaba en las provincias interiores (en las que Juan Manual ni siquiera conocía), y era contrario al pensamiento del riojano sobre el modelo de país que proponía.
Al parecer Rosas, que sabía de la profunda enemistad de los hermanos Reynafé con Quiroga, habría alentado a estos para asesinarlo.
La muerte de Facundo habría sido favorable a Rosas, ya que, al desembarazarse de los hermanos Reynafé (e indirectamente de Estanislao López por ser “padrino” de estos), le permitió controlar Córdoba y postergar indefinidamente los congresos que requerían las provincias para lograr la organización constitucional de la Nación en un Estado Federal, imponiendo su poder hegemónico.
La tercera hipótesis, elevada por algunos autores, señala que Estanislao López fue efectivamente el autor intelectual de la muerte de Quiroga. Esta merece relativizarse, pero hay que admitir que López nunca se llevó bien con Facundo, quien nunca dejó de acusarlo de “gaucho ladrón de caballos” (le robó su famoso caballo “Moro” y nunca se lo devolvió), y, además, lo responsabilizaba de haberle facilitado el paso del General Paz por Santa Fe cuando se trasladaba para reconquistar Córdoba y después derrotarlo en las batallas de Oncativo y La Tablada.
La cuarta hipótesis indica que los Reynafé atribuyeron la muerte de Quiroga a gauchos bandoleros, y cuyo responsable intelectual era Felipe Ibarra, el perpetuo caudillo santiagueño. Esta acusación, Ibarra, la desechó con pruebas contundentes.  
Unos días antes del 16 de febrero había advertido a su amigo Quiroga de que podían llegar a matarlo en su paso por Córdoba y le sugería desviar su itinerario por las provincias de Cuyo.
Fuera quien fuese el instigador, lo cierto es que un certero tiro en un ojo terminó con la vida de Facundo. Varios autores coinciden en que el reuma doloroso del riojano le impedía montar largos tramos a caballo, y que si hubiese podido hacerlo, seguramente se salvaba de su muerte.
Le escribió a Rosas: "Mi salud sigue en una alternativa cruel. Los ratos de despejo no compensan los del decaimiento y destemplanza que sufro; sin embargo yo pugno contra los males y no desmayo si del todo no me abandonan las fuerzas".
El “restaurador” le envió una fórmula casera para el reumatismo, preparado con base en ajo machacado, polvo dulce de mercurio y aceite para frotarse sobre las articulaciones doloridas. No tuvo oportunidad de usarla porque, para entonces, ya había sido motivo del asesinato político.
Primera estación: una ciudad pretendida por el federalismo

El cuerpo de Facundo Quiroga fue velado en la capilla ardiente de la Posta de Sinsacate (unos pocos kilómetros al sur de Barranca Yaco), y luego trasladado a la Catedral de Córdoba,

Segunda estación: un gesto para parecer correcto

Desde Córdoba, a pedido de su esposa, y por un decreto de Rosas, en febrero de 1836, fue trasladado con grandes honores a la iglesia de San Francisco, en Flores. Una suntuosa carroza pintada de rojo, flanqueada de autoridades militares y gente del pueblo, le rindió honores.

Tercera estación: el lugar elegido

Su viuda hizo un primer sepulcro más modesto que el existente en la sección 14 del ex Cementerio del Norte (hoy Cementerio de la Recoleta), y ese mismo año de 1836 fue sepultado a escasos 20 metros de la entrada. Pasaron más de 40 años de “paz en los sepulcros”.

El actual fue construido en 1870 por la familia Demarchi, descendiente directo de Quiroga. La cripta está presidida por la Virgen de La Dolorosa, tallada en mármol de carrara traída desde Milán y realizada por el escultor Antonio Tantardini, amigo de la familia.

De acuerdo con el testimonio de la familia, en 1877, al morir Juan Manuel de Rosas en Southampton, Inglaterra, un grupo de seguidores del restaurador organizó una misa en su memoria en Buenos Aires.

El gobierno nacional se opuso a semejantes honores y se exacerbaron los ánimos de los descendientes de las víctimas de Rosas.

Ante el intento de homenaje, otro grupo marchó al cementerio para mancillar los símbolos federales, entre los que se encontraba la tumba de Quiroga.

Un grupo enardecido enlazó desde un caballo la Virgen La Dolorosa y trató de derribarla sin conseguir su objetivo. Cuenta Luis Demarchi (sexta generación descendiente de Facundo Quiroga):

“Ante el temor de que ultrajaran sus restos, mi tatarabuelo (Antonio Demarchi, casado con su hija menor María de la Mercedes Quiroga), procedió a esconderlo y evitó que su nombre aparezca en los registros".

Cuarta estación: a salvo de los intolerantes

Durante 127 años la tumba de Quiroga había desaparecido. El Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas solicitó a la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, en diciembre de 2003, que su tumba fuera declara­da Sepulcro Histórico Nacional, pero para ello se debía tener certeza donde estaban los restos de Quiroga.

Un grupo de investigadores (historiadores, arqueólogos, antropólogos, arquitectos urbanos, físicos e ingenieros), tenían evidencias que el féretro de Quiroga se encontraba en el panteón de los Demarchi.

El trabajo arqueológico, hecho con todos los controles posibles, se realizó a partir de dicha solicitud. Se iniciaron varias investigacio­nes con el objeto de tener certeza de la presencia de los restos de Quiroga en el mauso­leo que, en el cementerio de la Recoleta, se indicaba como el lugar donde fuera inhumado en 1836.

Los estudios, utilizando un geo radar, certificaron la existencia de una cavidad o pared hueca dentro del sepulcro. Se realizó un orificio de 20 por 40 cm en la pared y se encontró el féretro de bronce, parado, de Quiroga.

Junto al ataúd verdoso, por la aleación del cobre que posee el bronce, también se hallaron dos cruces de hierro.

El hallazgo, que tuvo lugar el 9 de diciembre de 2004, reforzó aquel mito de que el caudillo quiso ser enterrado de pie.

Esta versión carece de rigor histórico, y el propio Demarchi manifestó:

"En 1877 se lo escondió detrás de una pared que mandó (su tatarabuelo), a construir, y la única forma en que cabía el féretro era de manera vertical".
No fue una excentricidad del "Tigre de los Llanos", el haber sido enterrado de pie “para mirar de frente al Creador y hacerle frente al juicio de la historia”. Ningún documento certifica este supuesto anhelo del controvertido caudillo, transformado en un mito a lo largo de la historia.

¿Otra estación más?

Un proyecto de Ley, presentado y aprobado por la Cámara alta en el año 2004, para trasladar los restos de Facundo Quiroga a su provincia natal ha puesto a la defensiva a las cinco ramas de descendientes del caudillo, que rechazan cualquier traslado del militar.

Las familias Demarchi Quiroga, Quiroga Curro, Quiroga Ruiz Huidobro, Quiroga Davel Obligado y Gaffarot Quiroga (descendientes directos), presentaron un petitorio con en el que dejaron expresa constancia de su oposición al traslado de los restos del caudillo, por temor a que su figura sea utilizada con fines políticos por sectores del justicialismo.

Dijo Luis Demarchi. "Nosotros, sus descendientes, tenemos un compromiso de orgullo, y admiración por su figura y por una cuestión de respeto entendemos que no se debe interrumpir su descanso. Por eso nos parece que la mejor manera de preservarlo es declarando sepulcro histórico a su última morada."

La Comisión Nacional de Monumentos y de Lugares Históricos y un decreto presidencial son las vías para concretar esos honores. Según señaló el presidente del Instituto Juan Manuel de Rosas, la iniciativa es limpiar y reacondicionar la bóveda y colocar nuevas placas que recuerden la memoria del caudillo.
La familia no permitió examinar el contenido del sarcófago ni someterse a análisis de ADN. Hasta que esto no ocurra no podrá ser designado Sepulcro Histórico Nacional.

La intolerancia política es una “marca registrada” de nuestro país, y esta corta historia es una prueba más de ello.

Bibliografía
ESPOSITO, S. Los restos de Facundo Quiroga. www.cementeriorecoleta.com.ar /news/quiroga.htm
FRAZZI, P. y SCHÁVELZON, D. 2005. Informe del estudio de la bóveda de Facundo Quiroga en la Recoleta.  Metodologías Científicas aplicadas al Estudio de los Bienes Culturales, p. 488–492. En: PRIMER CONGRESO ARGENTINO DE ARQUEOMETRÍA, Rosario 27 y 28 de octubre de 2005. Editores: Adrián Pifferetti y Raúl Bolmaro. Humanidades y Artes Ediciones, ISBN 987-22224-7-9, Rosario, Provincia de Santa Fe, Argentina.
GAFFOGLIO, L. Hallan los restos de Facundo Quiroga ocultos en una bóveda de la Recoleta. https://www.lanacion.com.ar/679317
LOPEZ MATO, O. 2018. Facundo Quiroga, la leyenda del caudillo que fue enterrado de pie. https://www.infobae.com/historia/2018/02/16/
O’DONNELL, P. 2008. Facundo Quiroga. En: Caudillos federales. El grito del interior. Grupo Editorial Norma. Buenos Aires. p. 173-204
RHM BUENOS AIRES. Rincones, Historias y Mitos de Buenos Aires. http://rhmbuenosaires.blogspot.com/

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