La intolerancia política en
nuestro país ha sido una constante desde sus inicios. Tal vez el caso de la
tumba de Facundo Quiroga sea una demostración más de que no solo no soportamos
las ideas ajenas, sino que también las queremos combatir a lo que diese lugar.
Facundo fue asesinado en
1836, y luego de mucho deambular, su féretro “se perdió” en 1877, cuando los
descendientes de sus adversarios intentaron profanar el sepulcro.
Pasaron casi 130 años hasta
que recién en el año 2004 un grupo de expertos lo descubre encerrado en una
doble pared del mausoleo familiar.
Sus descendientes aún no
autorizan la extracción de ADN y por lo tanto la Comisión Nacional de Museos, Monumentos
y Lugares Históricos no lo pueden declarar Sepulcro Histórico Nacional, como
lo pretenden algunos historiadores.
La muerte
de Facundo
Facundo Quiroga había
sido comisionado por Rosas para viajar al norte y mediar en un conflicto bélico
entre dos provincias federales (Salta y Tucumán). Este viajó, y en febrero de 1835, y después de la exitosa misión a
favor de Rosas, regresaba a Buenos Aires a través de Córdoba. Estuvo reunido
con Ibarra en Santiago del Estero, quien le ofreció una guardia de seguridad
para el viaje ya que se sospechaba de un eventual ataque, cosa que el riojano
no aceptó.
El 16 de febrero fue
tomado por sorpresa en Barranca Yaco (al norte de la ciudad de Córdoba), por un
pequeño grupo armado, bajo las órdenes del Capitán Santos Pérez, que le dio
muerte a él y a su comitiva. Maestranzas de la comitiva que venían atrasados
fueron testigos de los asesinatos. Tenía 42 años.
El asesinato de Facundo Quiroga por parte de
Santos Pérez sigue lleno de hipótesis sobre el o los autores intelectuales. ¿Quién
lo mandó a matar?
La primera hipótesis indicaría
que los hermanos Reynafé le tenían inquina a Quiroga por su enemistad con Estanislao
López, siendo aliados incondicionales al caudillo del litoral, y por la
insistencia de Facundo para imponer gobiernos en Córdoba.
López está alerta,
siempre listo para cortarle el avance por intermedio de los Reynafé, mientras
Juan Manuel de Rosas asiste desde lejos a entredichos entre Quiroga y López en
el que nada tiene que perder, y quizá sí mucho que ganar.
La segunda hipótesis indica que Rosas
celaba profundamente a Quiroga por el prestigio que este ganaba en las
provincias interiores (en las que Juan Manual ni siquiera conocía), y era
contrario al pensamiento del riojano sobre el modelo de país que proponía.
Al parecer Rosas, que
sabía de la profunda enemistad de los hermanos Reynafé con Quiroga, habría
alentado a estos para asesinarlo.
La muerte de Facundo habría sido favorable a Rosas, ya que, al
desembarazarse de los hermanos Reynafé (e indirectamente de Estanislao López
por ser “padrino” de estos), le permitió controlar Córdoba y postergar
indefinidamente los congresos que requerían las provincias para lograr la
organización constitucional de la Nación en un Estado Federal, imponiendo su
poder hegemónico.
La tercera hipótesis, elevada por algunos autores,
señala que Estanislao López fue efectivamente el autor intelectual de la muerte
de Quiroga. Esta merece relativizarse, pero hay que admitir que López nunca se
llevó bien con Facundo, quien nunca dejó de acusarlo de “gaucho ladrón de caballos” (le robó su famoso caballo “Moro” y
nunca se lo devolvió), y, además, lo responsabilizaba de haberle facilitado el
paso del General Paz por Santa Fe cuando se trasladaba para reconquistar
Córdoba y después derrotarlo en las batallas de Oncativo y La Tablada.
La cuarta
hipótesis indica que los Reynafé atribuyeron la muerte de Quiroga a gauchos
bandoleros, y cuyo responsable intelectual era Felipe Ibarra, el perpetuo
caudillo santiagueño. Esta acusación, Ibarra, la desechó con pruebas
contundentes.
Unos días
antes del 16 de febrero había advertido a su amigo Quiroga de que podían llegar
a matarlo en su paso por Córdoba y le sugería desviar su itinerario por las
provincias de Cuyo.
Fuera quien fuese el instigador,
lo cierto es que un certero tiro en un ojo terminó con la vida de Facundo.
Varios autores coinciden en que el reuma doloroso del riojano le impedía montar
largos tramos a caballo, y que si hubiese podido hacerlo, seguramente se
salvaba de su muerte.
Le escribió
a Rosas: "Mi salud sigue en una
alternativa cruel. Los ratos de despejo no compensan los del decaimiento y
destemplanza que sufro; sin embargo yo pugno contra los males y no desmayo si
del todo no me abandonan las fuerzas".
El “restaurador”
le envió una fórmula casera para el reumatismo, preparado con base en ajo
machacado, polvo dulce de mercurio y aceite para frotarse sobre las
articulaciones doloridas. No tuvo oportunidad de usarla porque, para entonces, ya
había sido motivo del asesinato político.
Primera
estación: una ciudad pretendida por el federalismo
El cuerpo de Facundo
Quiroga fue velado en la capilla ardiente de la Posta de Sinsacate (unos pocos
kilómetros al sur de Barranca Yaco), y luego trasladado a la Catedral de Córdoba,
Segunda estación: un gesto para parecer correcto
Desde Córdoba,
a pedido de su esposa, y por un decreto de Rosas, en febrero de 1836, fue trasladado con grandes
honores a la iglesia de San Francisco, en Flores. Una suntuosa carroza pintada
de rojo, flanqueada de autoridades militares y gente del pueblo, le rindió
honores.
Tercera estación: el lugar elegido
Su viuda hizo un primer sepulcro más
modesto que el existente en la sección 14 del ex Cementerio del Norte (hoy
Cementerio de la Recoleta), y ese mismo año de 1836 fue
sepultado a escasos 20 metros de la entrada. Pasaron más de 40 años de “paz en
los sepulcros”.
El actual fue construido en 1870 por la familia Demarchi, descendiente directo de
Quiroga.
La cripta está presidida por la Virgen de La Dolorosa,
tallada en mármol de carrara traída desde Milán y realizada por el escultor
Antonio Tantardini, amigo de la familia.
De acuerdo
con el testimonio de la familia, en 1877,
al morir Juan Manuel de Rosas en Southampton, Inglaterra, un grupo de
seguidores del restaurador organizó una misa en su memoria en Buenos Aires.
El gobierno
nacional se opuso a semejantes honores y se exacerbaron los ánimos de los
descendientes de las víctimas de Rosas.
Ante el
intento de homenaje, otro grupo marchó al cementerio para mancillar los
símbolos federales, entre los que se encontraba la tumba de Quiroga.
Un grupo
enardecido enlazó desde un caballo la Virgen La Dolorosa y trató de derribarla
sin conseguir su objetivo. Cuenta Luis Demarchi (sexta generación descendiente
de Facundo Quiroga):
“Ante el temor de que ultrajaran sus restos, mi
tatarabuelo (Antonio Demarchi, casado con su hija menor María
de la Mercedes Quiroga), procedió a
esconderlo y evitó que su nombre aparezca en los registros".
Cuarta estación: a salvo de los intolerantes
Durante 127 años la tumba de Quiroga había
desaparecido. El
Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas solicitó a la
Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, en diciembre de 2003, que su tumba fuera declarada
Sepulcro Histórico Nacional, pero para ello se debía tener certeza donde
estaban los restos de Quiroga.
Un grupo de investigadores (historiadores,
arqueólogos, antropólogos, arquitectos urbanos, físicos e ingenieros), tenían
evidencias que el féretro de Quiroga se encontraba en el panteón de los
Demarchi.
El
trabajo arqueológico, hecho con todos los controles posibles, se realizó a
partir de dicha solicitud. Se iniciaron varias investigaciones con el objeto
de tener certeza de la presencia de los restos de Quiroga en el mausoleo que,
en el cementerio de la Recoleta, se indicaba como el lugar donde fuera inhumado
en 1836.
Junto al
ataúd verdoso, por la aleación del cobre que posee el bronce, también se
hallaron dos cruces de hierro.
El hallazgo,
que tuvo lugar el 9 de diciembre de 2004,
reforzó aquel mito de que el caudillo quiso ser enterrado de pie.
Esta versión
carece de rigor histórico, y el propio Demarchi manifestó:
"En 1877 se lo escondió detrás de una pared
que mandó (su tatarabuelo), a construir, y la única forma en que cabía el féretro era de manera
vertical".
No fue una excentricidad del "Tigre de los
Llanos", el haber sido enterrado de pie “para mirar de frente al Creador y hacerle frente al juicio de la
historia”. Ningún documento certifica este supuesto anhelo del
controvertido caudillo, transformado en un mito a lo largo de la historia.
¿Otra estación más?
Un proyecto
de Ley, presentado y aprobado por la Cámara alta en el año 2004, para trasladar
los restos de Facundo Quiroga a su provincia natal ha puesto a la defensiva a
las cinco ramas de descendientes del caudillo, que rechazan cualquier traslado
del militar.
Las familias
Demarchi Quiroga, Quiroga Curro, Quiroga Ruiz Huidobro, Quiroga Davel Obligado
y Gaffarot Quiroga (descendientes directos), presentaron un petitorio con en el
que dejaron expresa constancia de su oposición al traslado de los restos del
caudillo, por temor a que su figura sea utilizada con fines políticos por
sectores del justicialismo.
Dijo Luis
Demarchi. "Nosotros, sus
descendientes, tenemos un compromiso de orgullo, y admiración por su figura y
por una cuestión de respeto entendemos que no se debe interrumpir su descanso.
Por eso nos parece que la mejor manera de preservarlo es declarando sepulcro
histórico a su última morada."
La Comisión
Nacional de Monumentos y de Lugares Históricos y un decreto presidencial son
las vías para concretar esos honores. Según señaló el presidente del Instituto
Juan Manuel de Rosas, la iniciativa es limpiar y reacondicionar la bóveda y
colocar nuevas placas que recuerden la memoria del caudillo.
La familia no permitió examinar el contenido del
sarcófago ni someterse a análisis de ADN. Hasta que esto no ocurra no podrá ser
designado Sepulcro Histórico Nacional.
La
intolerancia política es una “marca registrada” de nuestro país, y esta corta
historia es una prueba más de ello.
Bibliografía
ESPOSITO, S. Los restos de Facundo
Quiroga. www.cementeriorecoleta.com.ar
/news/quiroga.htm
FRAZZI, P. y
SCHÁVELZON, D. 2005. Informe del estudio de la bóveda de Facundo Quiroga en la Recoleta. Metodologías Científicas aplicadas al Estudio
de los Bienes Culturales, p. 488–492. En: PRIMER CONGRESO ARGENTINO DE
ARQUEOMETRÍA, Rosario 27 y 28 de octubre de 2005. Editores: Adrián Pifferetti y
Raúl Bolmaro. Humanidades y Artes Ediciones, ISBN 987-22224-7-9, Rosario,
Provincia de Santa Fe, Argentina.
GAFFOGLIO, L. Hallan los restos de Facundo Quiroga ocultos en una
bóveda de la Recoleta. https://www.lanacion.com.ar/679317
LOPEZ MATO, O. 2018. Facundo Quiroga, la
leyenda del caudillo que fue enterrado de pie. https://www.infobae.com/historia/2018/02/16/
O’DONNELL, P. 2008.
Facundo Quiroga. En: Caudillos federales. El grito del interior. Grupo
Editorial Norma. Buenos Aires. p. 173-204
RHM BUENOS AIRES. Rincones, Historias y Mitos
de Buenos Aires. http://rhmbuenosaires.blogspot.com/
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