martes, 30 de abril de 2019

Batallón de “naturales”. ¿Eufemismo o reconocimiento?



Algunos grupos de aborígenes formaron parte de las fuerzas armadas y jugaron un rol importante en las luchas por nuestra independencia.

Como no podía ser de otra manera, lo llamaron Batallón de Naturales.

¿Los otros batallones eran “artificiales”? o al colocarles este nombre estaban realmente reconociendo “que eran de acá, de esta naturaleza”, y por lo tanto ellos “no eran naturales sino “implantados” por el sistema.

Si eran “naturales de estos pagos o nativos de este lugar” estaban reconociendo elípticamente que eran los dueños de la tierra y por lo tanto las “conquistas” y “campañas” contra el indio estaban mas cerca de un vejamen que de un proyecto de “civilización”.

Si bien los nativos formarían parte de lo que luego se llamaría Batallón de Castas (negros, pardos y morenos), en esta oportunidad nos referiremos solo a la participación de los aborígenes, ya sean pampeanos, litoraleños o misioneros.

Expertos lingüistas y académicos del idioma aseguran que el español que hablamos en Argentina es uno de los que menos se ajustan a las normas, y es considerado uno de los “peores” teniendo en cuenta “lo que se dice” y “lo que realmente se quiere decir”.

Veamos algunos ejemplos:

A aquellas mujeres que ejercen “la mas antiguas de las profesiones” (concepto totalmente falso), se les llama eufemísticamente:
·         Mujeres de la vida (¿las otras son de la muerte?)
·         Mujeres de la calle (¿las otras son de la vereda?)
·         Mujeres de vida liviana (¿las otras son de vida pesada?)

A los hijos nacidos de “matrimonios mal habidos” se les llama:
·         Hijos naturales (¿los otros son artificiales?)
·         Hijos no reconocidos (¿los otros son “reconocidos” en todos lados?

A los alimentos logrados sin el uso de agroquímicos de síntesis se les llama:
·         Alimentos orgánicos (¿los otros son inorgánicos? ¿minerales?)
·         Alimentos naturales (¿los otros son artificiales?)

Utilizamos las palabras sin reconocer su verdadero sentido y alcance con una liviandad que sonroja a otros hispanoparlantes del mundo.

Los “naturales” del batallón
Vaya esta pequeña introducción para hablar de algunos grupos de aborígenes que formaron parte de las fuerzas armadas que jugaron un rol importante en las luchas por nuestra independencia y que, como no podía ser de otra manera, lo llamaron Batallón de Naturales.

Reflexionemos:
¿Los otros batallones eran “artificiales”? o al colocarles este nombre estaban realmente reconociendo “que eran de acá, de esta naturaleza”, y por lo tanto ellos “no eran naturales sino “implantados” por el sistema.

Si eran “naturales de estos pagos o nativos de este lugar” estaban reconociendo elípticamente que eran los dueños de la tierra y por lo tanto las “conquistas” y “campañas” contra el indio estaban mas cerca de un vejamen (maltratar, perseguir a alguien, perjudicarle o hacerle padecer),  que de un proyecto de “civilización”.

Si bien los nativos formarían parte de lo que luego se llamaría Batallón de Castas (negros, pardos y morenos), en esta oportunidad nos referiremos solo a la participación de los aborígenes, ya sean pampeanos, litoraleños o misioneros.
  
Los comienzos de la participación
Como sabemos, las relaciones entre los aborígenes de estos pagos y los españoles (y mas tarde los criollos), pasaron por todas las etapas en sus relaciones durante los mas de 270 años que pasaron desde que llegaron los españoles y portugueses a estas tierras.
Muy tempranamente los aborígenes americanos fueron parte de la defensa del territorio en aquellos momentos en manos de la corona española.
En 1590, una década después de la segunda fundación de Buenos Aires, se formaron las primeras milicias del Río de la Plata, integradas por:
·         1 compañía de caballería
·         1 compañía de infantería

Para defender las misiones jesuíticas del ataque de los bandeirantes lusobrasileños y de indígenas no reducidos, se formaron compañías de milicias en los pueblos guaraníes que debieron mantenerse permanentemente.
En 1636 el gobernador Pedro de Lugo y Navarra autorizó a las milicias guaraníes a portar armas de fuego, lográndose el triunfo contra los bandeirantes en la Batalla de Mbororé 1641.
El virrey del Perú eximió a los guaraníes de la mita en 1649 en reconocimiento de su vigilancia de las fronteras.
Esas milicias fueron empleadas por los gobernadores en diversos conflictos, así como en las entradas al Chaco en persecución de los guaycurúes:
·         En 1644 600 indios guaraníes fueron utilizados por el gobernador Hinestroza en su lucha contra el obispo Bernardino de Cárdenas.
·         En 1649 4.000 guaraníes fueron utilizados para derrocar al obispo Cárdenas. Ese año el virrey confiscó y prohibió el uso de armas de fuego por los guaraníes.
·         En 1652 colaboraron en la lucha por rechazar a los bandeirantes que pretendían atacar Asunción.
·         En 1676 400 milicianos guaraníes participaron en defensa de los pueblos de indios dependientes de Villa Rica, atacados por bandeirantes, siéndoles restituido el uso de armas de fuego.
·         En 1680 3.300 indígenas de los pueblos del río Uruguay, llamados por el gobernador José de Garro, cooperaron el 3 de agosto en la toma de la recién fundada Colonia del Sacramento. La fuerza al mando del coronel Vera y Mujica estaba integrada también por 120 milicianos de Buenos Aires, 80 de Corrientes y 60 de Santa Fe.
·         En 1688 volvieron a colaborar con los paraguayos en contra de los bandeirantes.
·         En 1697 2.000 guaraníes fueron enviados a Buenos Aires por la llegada de flotas francesas.
·         En 1700 2.000 guaraníes volvieron a trasladarse a Buenos Aires ante el peligro de un ataque danés.
·         En 1702 2.000 guaraníes, al mando del maestre de campo Alejandro Aguirre, vencieron a indígenas aliados de los portugueses.
·         En 1704 4.000 guaraníes concentrados en Santo Domingo Soriano, junto con 2.000 milicianos de Santa Fe, Buenos Aires y Corrientes, colaboraron en la toma de Colonia del Sacramento.
·         En 1724 2.000 milicianos guaraníes fueron movilizados para luchar contra la Revolución de los Comuneros, siendo derrotados cerca del río Tebicuary. Luego el virrey ordenó alistar unos 6.000 guaraníes que no entraron en combate.
·         En 1732 7.000 guaraníes fueron movilizados en previsión de una invasión comunera.
·         En 1735 el Gobernador de Buenos Aires, Bruno Mauricio de Zabala, recuperó el Paraguay con la ayuda de 6.000 guaraníes y 100 dragones de Buenos Aires. Unos 3.000 de esos guaraníes participaron en la toma de Colonia del Sacramento.
·         En 1761 los corregidores de 25 pueblos de Misiones respondieron al Gobernador Cevallos que contaban con mas de 8.000 milicianos con escasas armas de fuego. De ellos, el pueblo de Santa Ana contaba con 1.000 hombres, el de San Borja con 350 y el de San Ignacio Miní con 250.

Una Real Instrucción del 28 de noviembre de 1764 mandó establecer las milicias provinciales en el Virreinato. En cumplimiento de la Real Instrucción, el Gobernador de Buenos Aires, Pedro de Cevallos, el 15 de diciembre de 1765 creó un Cuerpo de Castas, que no tenía instructores veteranos ni cuadros orgánicos, y sus milicianos eran empleados en servicios entre los que se contaban negros libres y pardos, pero también formaban parte:
·         Cuerpo de Indios Guaraníes de Buenos Aires: 6 compañías de caballería con 300 hombres en total.

·         Cuerpo de Indios Ladinos de Buenos Aires: 6 compañías de caballería con indígenas que hablaban castellano, con un total de 300 hombres.

En aquella época el concepto de “ladino” se refería a una persona que habla con facilidad alguna o algunas lenguas además de la propia.

Algunos años más tarde el Virrey Vértiz, en una política de acercamiento hacia los nativos, pactó en 1778 con el Cacique Negro, llamado Chanel (tehuelche septentrional o Guenaquén), la cesión de una franja de tierra por el valle desde la desembocadura del Negro hasta el arroyo Sauce Chico (al norte de Bahía Blanca), y por eso fue mirado con desconfianza por los demás caciques de la zona.

Se cuenta que, “tuvo una actitud de generosidad y nobleza al sellar una paz sólida y duradera con el gobierno de Buenos Aires”.

El Deán Gregorio Funes en su “Ensayo de Historia Civil” escribía:
“La plaza de Buenos Aires ofrecía un medio de dar mejor consistencia a la seguridad de las fronteras, que el de la fuerza armada. Hacía tiempo que los indios habían contraído el gusto a ciertas comodidades de la vida, que desconocieron sus mayores. La glotonería, y el puro ocio no eran ya las únicas bases de su felicidad; por consiguiente el círculo de sus necesidades ya no era tan estrecho corno el antiguo”.

“Los hombres se docilizan (sic) con el trato, como las piedras de los ríos con el roce continuo. Allegada a esta causa, una inmunidad absoluta de derechos con que se les trata, y el pleno goce de una tranquila independencia, puede decirse que están ya dados los primeros pasos de su cultura, y aun pronosticarse que vendremos a componer una sola familia.” 

En los tiempos del Virrey Loreto (1784 - 1789), después de sangrientos combates con los indígenas, comenzó a cimentarse la paz con recíprocas concesiones, comenzando con un canje de prisioneros entre los cuales se encontraba un hermano del famoso cacique Negro.
Las milicias fueron reorganizadas a partir del "Reglamento para las Milicias, disciplinas de Infantería y Caballería del Virreynato de Buenos Ayres, aprobado por S. M. y mandado observar inviolablemente", aprobado por Real Cédula de enero de 1801.
De acuerdo a ese Reglamento fueron disciplinados diversos cuerpos de milicias, incluyendo algunos de castas, sin embargo no fueron regladas las dos compañías de naturales de artillería existentes en Montevideo.
En 1803, el número de indígenas incorporados al núcleo de población blanca de los territorios (definitivamente tomados por Buenos Aires), era bastante considerable.

Ellos pasaron a engrosar lo que entonces se conceptuaba como clases inferiores de la sociedad, integradas por los negros, indios, zambos, mestizos hispano-indios, y mulatos, de acuerdo con los cánones y la costumbres del coloniaje, el cual, a pesar de su férrea estructura, permitía que dichos elementos fueran asimilados, poco a poco, por la civilización europea. 

Los naturales que vivían en el desierto durante la Primera Invasión Inglesa de 1806 permitieron con su actitud pacífica los preparativos militares de hispanos y criollos, que no debieron distraer tropas de los fortines.
Luego de la Primera Invasión Inglesa, las comunidades indígenas de la actual Provincia de Buenos Aires, le ofrecieron al Cabildo su ayuda para derrotar “a los colorados”, denominación que los nativos les dieron a los ingleses por el color de sus uniformes.
Una vez producida la reconquista de la capital del virreinato las milicias de Buenos Aires fueron reorganizadas.
En agosto de ese año los 167 hombres que integraban las compañías de granaderos de pardos libres y de morenos libres de Buenos Aires, y los 600 milicianos de castas reunidos por el Teniente Juan del Pino durante la reconquista, fueron la base del Batallón de Castas o Batallón de Naturales, Pardos y Morenos de Infantería.
Fue Manuel Martin de la Calleja, español de nacimiento, y Capitán del Regimiento de Vizcainos, por su relación próxima con los indios, quien acercó y presentó en el Cabildo de Buenos Aires una delegación de 16 caciques Pampas y Tehuelches que se manifestaron dispuestos a ayudar a los porteños y pelear contra los invasores ingleses.

El 15 de septiembre entró a la sala del Ayuntamiento de dicha Ciudad el cacique Pampa Catemilla que, valiéndose de intérprete, presentó sus cumplidos, recordando la tristeza que él y su gente experimentaron al saber la caída de la Capital, y su alegría posterior al saberla reconquistada, por lo que daba la enhorabuena, consigna el acta correspondiente que:

“… ratificó la oferta de gente y cavallos que á nombre de diez y seis casiques había hecho el indio Felipe ;   que solo con objeto de proteger á los Cristianos contra los colorados, con alusión a los Ingleses, havian hecho paces con los Ranqueles, con quienes estaban en dura guerra, bajo la obligación estos de guardar los terrenos desde las salinas hasta Mendoza, é impedir por aquella parte qualquier insulto á los Cristianos ; haviendose obligado el exponente con los demás Pampas á hacer lo propio en toda la costa del Sur hasta Patagones”. 

La “inteligencia militar” indígena no descontaba un ataque desde el oeste a través de la Cordillera de los Andes, ya que el plan inglés incluía atacar la costa de Chile, a fin de posesionarse de este país, impidiendo el envío de sus refuerzos al Plata.

Esto se vería materializado en la expedición del General Crawford a las costas americanas del Pacífico austral, fuerza que luego recibió orden de reunirse con el General Samuel Auchmuty (militar estadounidense al servicio británico quien comandó la ocupación de Montevideo en 1807 para luego delegarle el mando, a los tres meses, a sir John Whitelocke), en vista de la Reconquista de Buenos Aires.
En octubre el Batallón de Naturales tenía un total de 352 plazas al mando del Teniente Coronel José Ramón Baudrix. El cuerpo estaba integrado por 2 compañías de granaderos y 7 de fusileros formadas por indígenas que vivían en Buenos Aires.
Mientras tanto, don Domingo Ugalde, Comandante del Cuerpo de Indios, Pardos, y Morenos, destinado a la artillería, manifestó en el Cabildo el 2 de diciembre de 1806:

“la imposibilidad en que se hallaban de uniformarse estos miserables por sus ningunas facultades, al paso que se dedicaban gustosos a adquirir la disciplina, y manifestaban el maior entusiasmo para defender la Patria”.

En el acta de la Sesión del 22 de diciembre de 1806, celebrada por el Ayuntamiento de Buenos Aires existe la constancia que los jefes indígenas volvieron a ofrecer, al Cabildo porteño, sus guerreros.

Prometían cooperar en la defensa del territorio en peligro con no menos de 20.000 lanceros que disponían de 100.000 caballos. Diez caciques Pampas pidieron permiso para entrar en la Sala, y habiéndolo obtenido entraron, tomaron asiento y arengaron por medio de intérprete en la forma siguiente:

“Hemos querido conoceros por nuestros ojos, y llevamos el gusto de haverlo conseguido…queremos sean los primeros a embestir a esos colorados que parece aun os quieren incomodar.

Nada os pedimos por todo esto (…) mandad sin recelo, ocupad la sinceridad de nuestros corazones, y esta será la maior prueba y consuelo que tendremos: así lo esperamos executareis, y será perpetuo vuestro nombre en los mas remoto de nuestros súbditos, que a una voz claman por vuestra felicidad, que deseamos sea perpetua en la unión que os juramos”.

Los capitulares ordenaron se le entregaran 3.000 pesos para satisfacer la necesidad a que se refería, lo cual motivó que los soldados indios pudieran lucir conjuntamente con sus camaradas negros y pardos, los distintivos que daban a su regimiento fisonomía propia.

Esta fuerza auxiliar en un caso de apuro hubiera dado mucho trabajo a cualquier enemigo, no sólo por su bravura reconocida, sino por su conocimiento del terreno y el espíritu que la animaba.

Lo anterior, es suficiente para demostrar el verdadero estado de animo de la tribus pampeanas ante el conflicto bélico suscitado en el Rio de la Plata, revelando, asimismo, que los vínculos de aquellas con los colonos ribereños, habían llegado a un grado ponderable de desarrollo, debido principalmente a las facilidades comerciales que los indios habían conseguido de los españoles y criollos, según sus propias afirmaciones insertas en el acta transcripta.

Por otra parte, esta última revela que la vigilancia de las costas bonaerenses desde la desembocadura del Salado hacia el sur, aun no ocupadas por España, exceptuando el puerto de Patagones, no se reducía a meras palabras, lo cual era mucho para las autoridades del Virreinato, puesto que un desembarco en las misma de un ejército numeroso y aguerrido, hubiera significado un serio peligro para la seguridad de su Capital.

Entre los cuerpos que se constituyeron para defender la Capital del Virreinato de la segunda invasión inglesa en 1807 estaba el Batallón de Naturales, compuesto por 4 compañías de 60 hombres cada una, es decir un total de 240 plazas, cantidad comparable con la de otros cuerpos que como el español de Montañeses y el criollo de Húsares de Pueyrredón sólo contaban con: 200 y 204 hombres respectivamente.

Los soldados nativos que integraron el ejército de la Defensa de Buenos Aires, ostentaron los mismos símbolos e idénticos ideales que sus pares, fraternidad consagrada pocos años después por la Revolución de Mayo, al reconocer los derechos del indígena como parte integral de su programa emancipador. 

Los nativos que ya estaban asimilados a la civilización española luego de más de 290 años de convivencia, habían revelado su alto espíritu cívico al constituir un batallón. No querían ser menos que los componentes de las agrupaciones de Patricios, Arribeños, Vizcaínos, Andaluces, Gallegos, Montañeses y miñones (vascos), que formaron otros tantos cuerpos militares.

Los aborígenes del Oeste y del Sur (que estaban del otro lado de la frontera bonaerense, más allá de las Guarda de Luján, del Salto, o del Monte), también estaban molestos ante la noticia de que nueva invasión amenazaba a la Capital de quienes mantenían relaciones de vecindad (…a veces con buenas razones, otras a punta de lanza), pero a los cuales ya no odiaban con el furor de antes.

Estos ofrecimientos no fueron plenamente aceptados por los cabildantes, temerosos que miles de indígenas armados fuesen un riesgo para la tranquilidad de la ciudad, sin embargo aceptaron que custodiasen la costa de la actual provincia de Buenos Aires, sin entrar en los poblados.
Los “naturales” fueron equipados por el Cabildo de Buenos Aires y quedaron al mando del Alférez de Fragata Domingo de Ugalde. En junio de 1807 el cuerpo estaba constituido por 4 compañías de pardos, 2 de naturales indígenas y 2 de morenos.
El Batallón de Naturales combatieron a sangre y lanza a los ingleses, oportunidad en que estos fueron definitivamente rechazados. Pasado el hecho se condecoraron a los líderes aborígenes, considerados “fieles hermanos”.

Algunos autores aseguran que tanto los ofrecimientos de los nativos como su participación, escondían segundas intenciones al aprovechar las circunstancias de este acercamiento para realizar “inteligencia” y tener ventajas posteriormente según su propia conveniencia.

Los “naturales” en el Mayo revolucionario
Inmediatamente después de la Revolución de Mayo, el 29 de mayo de 1810 la Primera Junta de Gobierno de las nacientes Provincias Unidas del Río de la Plata organizó por decreto las unidades militares de Buenos Aires, elevando a Regimientos veteranos de 1.116 plazas a los batallones de milicias urbanas de infantería transformándose el Batallón de Castas en el Regimiento de Castas.
Desde ese día se inicia su larga y fecunda vida institucional el Ejército Argentino, siendo por lo tanto la Infantería quien la materializa, sin embargo se toma como fecha de nacimiento del Arma de Infantería el 13 de Setiembre de 1806, ya que fue ése el día en que se creó el Cuerpo de Patricios, siendo su primer jefe el Coronel Cornelio Saavedra.
La primera Infantería argentina estuvo constituida por:
·         Regimientos Nº 1 al 5.
·         Granaderos de Fernando VII.
·         Castas o de Naturales Pardos y Morenos.
·         Regimiento de Infantería de Buenos Aires o Fijo.
El 8 de junio de 1810, la Junta dispuso por decreto que las compañías de naturales indígenas que integraban el Batallón de Castas se integrasen a los regimientos N° 2 Patricios y N° 3 Arribeños, bajo sus mismos oficiales, por lo que el Regimiento de Castas pasó a ser conocido como Regimiento de Pardos y Morenos.
“La Junta no ha podido mirar con indiferencia que los naturales hayan sido incorporados al cuerpo de castas excluyéndolos de los batallones españoles a que corresponden.
Por su clase y expresas declaraciones de su Majestad, en lo sucesivo no debe haber diferencia entre el militar español y el militar indio: ambos son iguales y siempre debieron serlo, porque desde el principio del descubrimiento de estas Américas quisieron los reyes católicos que sus habitantes gozasen los mismos privilegios que los vasallos de Castilla.
El Regimiento, formó parte de las fuerzas argentinas durante la Primera Campaña al Alto Perú, participando asimismo en la expedición a Paraguay de Manuel Belgrano, y en las expediciones a la Banda Oriental del Uruguay en la Batalla de Las Piedras.
El Regimiento de Castas tuvo una participación activa de la Segunda y Tercera expedición al Alto Perú integrando las filas del Ejército del Norte, participando en las Batallas TucumánSaltaVilcapugioAyohuma y Sipe-Sipe.
Indios “amigos”
Ya en 1760 comienza un plan sistemático, aunque no muy bien ordenado, para el exterminio del “indio” que comenzaba a comprometer los negocios de los hacendados.

A partir de aquí se empieza a desarrollar la política de “indios amigos” e “indios enemigos”.

Mas de 50 tratados de paz fueron firmados entre 1662 y 1884, año en que se borran las últimas esperanzas de compartir con los nativos espacios comunes en igualdad de condiciones.

Esta política continuó hasta fines de 1800 y fue llevada a cabo por Urquiza, Rosas y muchos de los de su época, que por conveniencia mutua formaban parte de la tropa que los acompañaba en sus campañas contra los “indios enemigos”.

El concepto de “amigo” y enemigo” era absolutamente inestable y dependía de la simpatía con el gobierno de turno y las ventajas de lograr víveres y recuperación “formal” de tierras.

Durante el Siglo XIX la situación entre los nativos, y con los nativos fue extremadamente compleja, guiada generalmente por fuertes interese económicos (tierras, salinas, caballadas, hacienda).

El proceso de “araucanización”  (proceso de expansión y difusión de un conjunto de rasgos culturales de los araucanos chilenos en el actual territorio argentino), dio lugar a fuertes interacciones étnicas que dan lugar a confusas clasificaciones de los asentamientos aborígenes.

Cuando la política de la época (unitarios y federales – confederados y bonaerenses), se metió en el ruedo, se produce un “todos contra todos” cambiante en el tiempo según las traiciones en las amistades y el incumplimiento de los mas de 100 pactos de paz firmados.

Veamos algunos casos paradigmáticos de caciques incorporados a los ejércitos nacionales:
·         Juan Calfucurá fue un cacique (lonco) mapuche que en 1830, luego de atravesar la Cordillera, se instaló con su tribu en la pampa argentina, llamado por los boroanos, que eran perseguidos por Juan Manuel de Rosas decidido a castigarlos por haber incumplido el Tratado de Paz que habían firmado con él.
Los caciques boroanos, pidieron la protección de Calfucurá, pero éste llegó después de que éstos, ya habían parlamentado y acordado nuevamente la paz con Rosas, por lo que trataron de impedir que Calfucurá maloneara y atacara poblados y establecimientos instalados en la provincia de Buenos Aires.
Calfucurá, al verse traicionado decidió tomar venganza y en 1834, en la llamada “masacre de Masallé”, mató a los caciques boroanos y a los hombres de sus tribus, incendió y destruyó sus tolderías y ante el resto de los caciques de la región, se proclamó, “por voluntad del dios “Güenechén”, Jefe supremo del gobierno de las Salinas Grandes (o cacique general de la Pampa).
A partir de entonces inició una feroz escalada de la violencia contra el blanco y contra las tribus que no acataban sus órdenes, cubriendo de sangre los territorios de la frontera sur de la provincia de Buenos Aires.
En 1841, cuando se convenció de la imposibilidad de imponerse sobre tantos enemigos que se había creado, entró en tratos con Rosas, logrando que éste reconociera su liderazgo, otorgándole el grado de Coronel del Ejército de la Confederación.

·         Ignacio Coliqueo fue un cacique araucano, descendiente de Caupolicán, el líder indio que en Chile resistió la invasión española.
Hasta 1830 fue uno de los principales enemigos a vencer por parte de los gobiernos de turno. Mas tarde se unió a Urquiza y peleó a su lado en la Batalla de Cepeda.

Por diferencias con Urquiza se une a Bartolomé Mitre, quien, en 1861, lo reconoció como “cacique principal de los indios amigos y Coronel del Ejército Nacional”, y peleó a su lado en la Batalla de Pavón.
Algún tiempo mas tarde fue designado a cargo de defender la frontera entre Mercedes y Bragado en la actual Provincia de Buenos Aires.

·         Cipriano Catriel fue un cacique principal de la extensa dinastía de los Catriel. Mantuvo leales y respetuosas relaciones de paz con los criollos argentinos.
Al frente de sus guerreros, colaboró con el Ejército Argentino para imponer el orden en la campaña de la Provincia de Buenos Aires.
Asumió el mando de su tribu en 1866, por la muerte de su padre Juan "el joven" Catriel.
Desde el año siguiente colaboró en la defensa de la frontera frente a otras tribus hostiles a las autoridades de Argentina.
En diciembre de 1873, Cipriano Catriel junto con Ignacio Coliqueo participó con sus lanceros en la batalla de San Carlos de Bolívar, junto a las tropas regulares del General Ignacio Rivas, que vencieron al cacique Calfucurá.

·         Manuel Namuncurá nació en la Región de la Araucanía, fue un lonco mapuche, hijo del célebre cacique Calfucurá. Llegó al actual territorio de la Argentina en 1831, formando parte de la tribu llaimache, junto con su padre.
Ofició de embajador de su pueblo ante Juan Manuel de Rosas, con el que firmó tratados de paz.
Bautizado en la ciudad de ParanáEntre Ríos, con el nombre cristiano de Manuel en 1854, se dice que su padrino fue Justo José de Urquiza. En esta misma ocasión juró lealtad y cumplimiento a la Constitución Argentina de 1853.
Heredó en realidad el mandato total de la Confederación de las Salinas Grandes en junio de 1873 al morir su padre.
Peleó contra las tropas del Ejército Argentino comandadas por Julio Argentino Roca, en la Campaña del Desierto y resistió valientemente sus ataques. Durante un tiempo pudo escapar de las cacerías realizadas por el ejército nacional entre 1881 a 1885.
Finalmente se entregó en la provincia de Neuquén, en 1884. Sólo estaban con él unos 300 guerreros hambrientos y desarmados.
Ese mismo año, Manuel Namuncurá visitó Buenos Aires e impresionó al gobierno argentino por su sencillez y franqueza. Se estableció posteriormente en Chimpayprovincia de Río Negro, y luego San Ignacio (Neuquén,) donde murió a los 97 años de edad.
En 1886, con la cautiva chilena Rosario Burgos, tuvo a su hijo Ceferino Namuncurá, beatificado por la Iglesia católica.

Julio Argentino Roca, 50 años después hizo lo mismo en política de “amigos” y “enemigos”, es decir “jugar en las internas” de los pueblos aborígenes de la pampa y la patagonia.

Lucio V. Mansilla en su libro Una excursión a los indios ranqueles afirmaba, respecto a los cambios entre “amigos” y enemigos”:

“Con estos antecedentes, y tantos otros que podría citar, para que se vea que nuestra civilización no tiene el derecho de ser tan rígida y severa con los salvajes, puesto que no una vez sino varias, hoy los unos mañana los otros, todos alternativamente hemos armado su brazo para que nos ayudaran a exterminarnos en reyertas fratricidas, como sucedió en Monte Caseros, Cepeda y Pavón (…)”

Bibliografía
HISTORIAS DE CASTELLI. (2012). Los indios y las invasiones inglesas.  http://historiasdecastelli.blogspot.com/2012/03/los-indios-y-las-invasiones-inglesas.html
INFANTERIA ARGENTINA. Los orígenes de la infantería. http://www.infanteria.com.ar/
MANSILLA, L.V. (2014). Una excursión a los indios ranqueles. Longseller. Buenos Aires, 288 p.
MARTINEZ SARASOLA, C. (2014). La Argentina de los caciques: o el país que no fue. Del Nuevo Extremo. Buenos Aires. 432 p.
REVISIONISTAS. Infantería Argentina. http://www.revisionistas.com.ar/
WIKIPEDIA. Batallón de Castas. https://es.wikipedia.org/wiki/
WIKIPEDIA. Organización militar del Virreinato de la Plata https://es.wikipedia.org/wiki/


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