viernes, 28 de junio de 2019

El día que Félix Frías “le salvó las papas” a Sarmiento



Un querido profesor de Historia Argentina nos dijo “no se puede confundir Patria con Gobierno” refiriéndose a Sarmiento contra Rosas desde su exilio en Chile.

El sanjuanino hasta fue acusado de traición a la Patria por haberle “ofrecido” buena parte del sur argentino al gobierno chileno. Cuando Sarmiento fue Presidente de la Argentina los chilenos vinieron a “reclamar” aquella propuesta, pero en ese momento se arrepintió de lo que había hecho.

A pesar de su “encendida pluma y oratoria” para tantas cosas, no fue capaz de “apechugar” la situación que el mismo había generado.

Fue Félix Frías, unitario antiguo oficial y Secretario personal de Lavalle, que durante su misión diplomática en el país vecino tuvo la tarea de “salvarle las papas” a Sarmiento.

Esta es una versión de esa pequeña historia.

El viejo dicho español “sacar las castañas del fuego”, se americanizó por el solo hecho que las castañas no son de estos pagos y las papas si, y quedó “sacar las papas del fuego”. Las papas también se cocinaron tradicionalmente al fuego directo, hasta que la cocina modificó su elaboración.


El origen proviene de evitar que las castañas se quemaran en el fuego y había que rescatarlas a tiempo. Si el que las hacía se distraía, era probable que otra persona le “salvara” las castañas.

Como sea, hoy la frase se usa para indicar que alguien ayudó a otro en una situación complicada. Otra frase popular tiene la misma raíz, con un leve cambio en su sentido: “cuando las papas queman…”

Tiempo mas tarde, “salvar las papas” derivó de aquellos, y es precisamente lo que hizo Félix Frías con Sarmiento.

El contexto de época

Es archiconocido el encono que existía entre Sarmiento y Rosas, lo que llevó al primero a exiliarse en Chile, país al que conocía muy bien por sus anteriores estadías. En 1842 tiene a su cargo la dirección de los periódicos del gobierno conservador y dictatorial de ese país.  

Estado Unidos, cuya relación con Chile era muy fluida y estaba interesado en puntos estratégicos militares en América del Sur, filtró a un espía enmascarado como un simple marinero que dijo llamarse Jorge Mebón. Ni lo uno ni lo otro. Ni era marinero ni ese era su nombre.

Mebón conoce a Sarmiento y sabiendo de su odio hacia Rosas, comienza a sugerirle que aprovechando la habilidad de su pluma, aliente a Chile a ocupar tierras argentinas en el sur.

Es “curioso”, pero inmediatamente el gobierno de Chile funda un periódico, “El Progreso de Santiago”, confiándole a Sarmiento la dirección.  Y desde el primer número el periódico, comienza una campaña para que Chile ocupe el Estrecho de Magallanes, lo que hoy es Punta Arenas (antes Puerto Hambre) y las tierras adyacentes.

En “El Progreso de Santiago” Sarmiento explica de la siguiente forma el encuentro con aquel marinero:


“En 1842 se me presentó un pobre norteamericano casi desnudo, Jorge Mebón, marino, que había hecho la pesca de lobos marinos en el Estrecho de Magallanes, y con el ojo avezado del yanqui, había visto que podía navegarse el Estrecho por medio de vapores si una colonia de cristianos se establecía allí.  Este hombre me pedía el concurso de mi posición como escritor para incitar al gobierno de Chile a dar ese paso”.

Declara Sarmiento que a raíz de esa entrevista estudió el problema y viendo “la tentativa físicamente posible, inicié la redacción de “El Progreso” con una serie de estudios que hoy, después de ocho años, no son del todo estériles”.

El sanjuanino insiste con el mayor entusiasmo sosteniendo que ese paso y sus tierras adyacentes son chilenos, y que Chile debe ocuparlos y poblarlos.

Así como el primer número del periódico se inicia con artículo de Sarmiento sobre el asunto en cuestión, con el último de los artículos deja de aparecer el periódico.

Sarmiento publica el más contundente artículo en pro de su campaña, titulado “Navegación y Colonización del Estrecho de Magallanes”. 

Al incitar una vez más al gobierno de Chile para que ocupe el Estrecho, Sarmiento hasta da la forma de hacerlo: “Pues que nada sería dar el primer paso, que es mandar al Estrecho algunas compañías de soldados y los víveres necesarios para su mantenimiento…”

“Para Chile basta en el asunto de que tratamos decir quiero, y el Estrecho de Magallanes se convierte en un foco de comercio, de civilización…”  “¿Quedan dudas después de todo lo que hemos dicho sobre la posibilidad de hacer segura la navegación del Estrecho y de establecer allí poblaciones chilenas?”. 

“Creemos haber tomado cuanto estaba a nuestro alcance para ilustrar un asunto que de tanto interés nos parece para la prosperidad del país y su futuro engrandecimiento”.  “Si no hemos logrado excitar el interés del público y de las autoridades, acháquese este defecto a nuestra inhabilidad y falta de luces.  Nuestras intenciones servirán de disculpa…”.

Sarmiento no escribe con un razonamiento frío, sino vehemente, apasionadamente, por tratarse del arrebato de un territorio a su propia patria.  Tanta vergüenza posterior se manifiesta en el hecho que el recopilador de sus Obras Completas, excluyó los artículos del diario “El Progreso”.

El gobierno de Chile comprendió perfectamente este aspecto de la cuestión, y por ello hizo actuar como actores principales a dos extranjeros: el estadounidense Mebón y el argentino Sarmiento.  

Cumplida la primera parte de la campaña con los artículos de “El Progreso” escritos por Sarmiento, y vista ninguna reacción del gobierno de Buenos Aires, demasiado ocupado con el alzamiento de los unitarios y los conflictos con Inglaterra y Francia, el gobierno de Chile, creyó oportuno materializar los propósitos de la campaña.  

A tal efecto envió una pequeña expedición armada al Estrecho, formando parte de la misma el yanqui Mebón.  Con fecha 21 de setiembre de 1843 esta expedición tomó posesión del Estrecho de Magallanes y tierras adyacentes, en nombre del gobierno de Chile.  La campaña iniciada por Sarmiento en contra de su patria tenía completo éxito.

A fin de darle mayor formalidad a la toma de posesión, operación propia y detalles formales cuando una nación se posesiona de un territorio que no le es propio, con lo cual Chile proclamaba la usurpación que llevaba a cabo, se labró la siguiente acta: 

“En cumplimiento de las órdenes del Gobierno Supremo, el día 21 de setiembre de 1843, el ciudadano capitán de fragata, graduado,  de la marina nacional, don Jorge Mebón, el naturalista prusiano voluntario, Don B. Philipi, y el sargento distinguido de artillería, don E. Pizarro, que actúa de secretario, con todas las formalidades de costumbre, tomamos posesión de los Estrechos de Magallanes y su territorio, en nombre de la República de Chile, a quien pertenece, conforme está declarado en el artículo 1º de su Constitución pública, y en el acto se afirmó la bandera nacional de la República con salva de 21 tiros de cañón.
“Y en nombre de la República de Chile protesto del modo más solemne, cuantas veces haya lugar, contra cualquier poder que hoy, o en adelante, tratase de ocupar alguna parte de su territorio.

Presidencia del Excelentísimo señor General don M. Bulnes, 

Destaquemos una vez más el hecho de labrarse un acta de toma de posesión, a pesar de que en ella se diga que ese territorio pertenece a Chile. ¿Para que labrar un “acta de posesión” de tierras propias?. Ello evidencia la seguridad que tenía Chile de que el Estrecho y sus tierras adyacentes no le pertenecían, ya que un acta semejante solamente se labra cuando se trata de la toma de posesión de un territorio ajeno, o de una tierra considerada “res nullius” (de nadie).

No confundamos Patria con gobierno

Rosas protestaba por la usurpación del Estrecho y sus tierras circunvecinas y Sarmiento se empecinaba en la posición contraria a la Argentina por el solo hecho que la llevaba a cabo su archienemigo.

Con el fin de contrarrestarla, Rosas funda en Mendoza una revista muy bien presentada “La Ilustración Argentina”, a cargo de Juan Llerena y Bernardo de Irigoyen y se asegura que los chilenos la leyeran.  Y es el joven Irigoyen quien, al tratar la acción de Sarmiento en Chile y su participación en la usurpación del estrecho, lo llama traidor.

Sarmiento siente el dolor, pero no piensa amainar en su actitud, y con la mayor arrogancia, escribe: “Pero para Chile, para los argentinos y para mi, bástenos la seguridad de que ni sombra de pretexto de controversia le queda (por el asunto del Estrecho) con los documentos y razones que dejo colacionados”.  Ya veremos cómo el tiempo lo convencerá del error de esas palabras.

Con la caída de Rosas, después de la Batalla de Caseros en 1852, Sarmiento vuelve al país.  Al parecer ya no se siente tan chileno, y como argentino emprende su gran campaña para ascender políticamente.  Se radica en Buenos Aires, donde gobiernan sus correligionarios políticos, y con el tiempo, llegará a Presidente de la República.   

Pero en política, cuando la oposición no actúa, aparecen los enemigos internos, y uno de estos rivales es nada menos que Bartolomé Mitre, quien, con el prestigio que le da su militancia en el liberalismo triunfante, escribe en su diario “La Nación Argentina”, ocho días antes de que Sarmiento cruce su pecho con la banda presidencial:

“Ud. ha sostenido en Chile contra su patria los pretendidos derechos de un país extranjero para despojarla de su territorio… No creo que haya ningún hombre, cualquiera sea su nacionalidad, que intente justificar al señor Sarmiento, pues, hasta hoy todos los pueblos del mundo han condenado del modo más terrible al que atenta contra la integridad del territorio de su país en beneficio de un gobierno extranjero”.

“Sarmiento ha sido el abogado de un gobierno extranjero contra su propio país.  Él ha sugerido, ha propagado y ha hecho triunfar la idea de hacer despojar a la República Argentina de su territorio.  El inició en la prensa la tarea de probar que no pertenecían a la República Argentina, sino a Chile, los territorios de la Patagonia”. 

En 1868 Sarmiento se transforma en el Presidente de la República. Desde el diario El Nacional se intenta una defensa que es toda una confesión de culpa, ya que tal defensa sostiene que al aconsejar tal medida Sarmiento lo hizo “para atacar a Rosas”.  

Como una estocada a fondo, Mitre, desde “La Nación Argentina”, responde:

“El aconsejar a los gobiernos extranjeros que le arrebaten a la patria sus territorios, ¿es atacar a Rosas o la República Argentina? ¿Son acaso de Rosas las tierras magallánicas o de la República Argentina?  

Pero el asunto de la recriminación a Sarmiento por su ingrata intervención en la usurpación del Estrecho de Magallanes no para allí.  Luego de una pausa, se reanuda en 1873. Los chilenos al ver en la presidencia de la República Argentina al hombre que sostuvo ardientemente en la prensa chilena que el Estrecho de Magallanes, sus tierras adyacentes, y la Patagonia eran chilenas, se apresuraron a reavivar el asunto.  Y reclamaron la Patagonia. 

Volvió Sarmiento a no tener argumentos para defenderse de la acusación que ahora se le hacía.  Muchas son las voces que lo acusan y acosan.  En Chile, el pueblo se enardece con la cuestión, y hay manifestaciones tumultuosas contra la Argentina y contra Sarmiento.  Y tan grave llega a ser la situación, que Sarmiento habla de renunciar a su cargo.

Hasta el día de hoy, cada vez que los chilenos se enojan por alguna razón con la Argentina, tiran al río Mapocho las estatuas de Sarmiento (…que no son pocas).

Félix Frías embajador en Chile

Félix Frías fue un político y periodista argentino de una religiosidad por el catolicismo muy marcada,  que a fines de 1839 se unió a la "cruzada libertadora" del General Juan Lavalle, y luchó en las derrotas de Quebracho Herrado y Famaillá. Después de esas batallas, huyó a Bolivia acompañando el cadáver de Lavalle y años mas tarde pasó a Chile. En Chile se puso en contacto con otros exiliados, como Sarmiento y Mitre.
Regresó a Buenos Aires en 1855 y durante la década siguiente se dedicó fundamentalmente al periodismo.
Frías no mantuvo un entendimiento cordial con Sarmiento ya que ha dado reiteradas pruebas de haber combatido las actitudes políticas y las ideas sostenidas por el nuevo mandatario.

A pesar de ello Sarmiento ve en su antiguo compañero de exilio y ocasional adversario, un defensor de la integridad territorial y un avanzado conocedor de la vida política chilena.

Chile había denunciado en 1865 el Tratado de Amistad firmado por la Confederación en 1856, cuando su enviado, el señor Victoriano Lastarria, mantuviera conversaciones con nuestra Cancillería y, al mismo tiempo, manifestara las pretensiones de Chile sobre el territorio patagónico y las costas del mar austral.
  
Esa situación, que en el momento produjo sorpresa y cierta inquietud, se hallaba latente, de modo que en algún momento debía plantearse en términos oficiales y, en esas circunstancias, bien valía tener al frente de la Legación en Chile, a un hombre competente en la cuestión, y conocedor, a la vez, de los dirigentes chilenos.

Esas razones lo inclinan a ofrecerle a Félix Frías en 1869 el cargo de Ministro Plenipotenciario ante el gobierno de Chile, designación que éste acepta con el propósito de defender la integridad territorial, uno de los propósitos de su vida pública. La designación de Frías resulta acertada, y más que ello, inteligente por parte de Sarmiento.

La designación, a la par que honrosa, implicaba una grave responsabilidad, pues las relaciones con Chile, sin ser visiblemente tirantes, permanecían ciertamente tensas.
A partir de allí comienza con Sarmiento una fluida correspondencia, a veces oficial y a veces privada.  Frías, con gran entereza, le informa a Sarmiento cuanto ocurre en Chile.  Allá se recuerdan y se releen los artículos de Sarmiento en “El Progreso” y en “La Crónica”.  
La traición a la patria, está probada, y tanta es su desesperación que le pide al embajador Frías que lo defienda de sus enemigos y que no muestre sus cartas privadas a nadie.  Sarmiento reconoce que no tiene defensa. 

Sin explicación lógica y razonable, la actitud de Sarmiento en esta desgraciada cuestión tiene una sola explicación: confundir Patria con gobierno.  

Por eso después de Arroyo Grande, renuncia a su nacionalidad argentina y adopta la chilena, y por eso cuando los ingleses se apoderan de las Malvinas, escribe en “El Progreso” el 28 de noviembre de 1842: “La Inglaterra se estaciona en las Malvinas para ventilar después el derecho que para ello tenga… Seamos francos; su invasión es útil a la civilización y al progreso”.  

Fue el único argentino que aprobó la usurpación de las Malvinas.

No hay excusa ni desmentido posible.  Esos mismos artículos se releen también en Buenos Aires por parte los opositores a Sarmiento, que son todos altos personajes: Mitre, Rawson, Oroño, Torrens, José Hernández, Navarro Viola.
La calidad de estos opositores que lo critican públicamente, lo anonada por momentos.  Pero sin argumento, sin justificación a su instigación ante el gobierno de Chile, busca una excusa, una coartada, que no es más que una declaración de culpabilidad.  

Así es que escribe a Frías el 20 de mayo de 1873:
“Los escritos anónimos de un diario chileno que se proponían ser útiles (a Chile) y cuya redacción se atribuye a un joven emigrado argentino, hoy presidente de esta república (no pueden utilizarse) para comprometer (en su cargo, ni se debe) suponer que al Jefe de un Estado lo ligan ideas que pertenecieron a otro país…  Es verdad que un diario (de Chile) sostuvo estas ideas, pero ellas no llevan nombre de autor.  Yo, López (Vicente Fidel) y Vial redactábamos el diario.  Eran anónimos los artículos y no pueden citarse como doctrina de autor aquellas que no llevan su nombre.  Todo argumento sacado de allí contra mí es simplemente contra un diario chileno”.

Jamás una retracción tuvo argumento semejante.  Sarmiento, siempre había reconocido como suyos aquellos artículos. 

Más aún, se había envanecido por ellos.  Acorralado, sin poder justificarse, acordándose del calificativo de traidor que le aplicó Bernardo de Irigoyen desde “La Ilustración Argentina”, opta por un argumento, el más pueril y ridículo: los artículos eran anónimos; se atribuyeron a un “joven argentino” que ahora es presidente de la Nación Argentina, pero aunque aquel joven es la misma persona que el hoy presidente de la Argentina, no se le pueden imputar como propios, porque serían dos cosas distintas, sin continuidad.  

Además, dice, “El Progreso” o “La Crónica” no eran redactados exclusivamente por él, sino por dos argentinos más.  Y trata de descargar su culpa, su traición, en los demás.  O por lo menos, de repartirlas con ellos.
Frías renuncia de su función de Ministro Plenipotenciario al asumir la Presidencia Avellaneda, pero antes de hacerlo recibe el nombramiento de Ministro de Relaciones Exteriores.

Vacila en aceptar, movido por la debilidad de su salud, pero esencialmente con el fin de reservarse el lugar más estratégico para continuar la vigilancia sobre la defensa del territorio patagónico, optando finalmente por no aceptar el cargo y permanecer unos meses más en la Legación.

La larga gestión de Frías en Chile, en especial la que desarrolla durante la Presidencia de Sarmiento y en la que se empeña una vez regresado al país, durante la Presidencia de Avellaneda, caracterizada esta última por la complejidad pero a la vez cerrazón y empecinamiento con que actúa el nuevo mandatario tucumano en perjuicio del país.
Félix Frías mantuvo una férrea postura de defensa de los intereses de su país en la soberanía sobre la Patagonia. La postura del gobierno chileno, y manifestada por su ministro de Relaciones Exteriores Adolfo Ibáñez Gutiérrez, era la de incluir la región patagónica en su totalidad en el arbitraje internacional realizado por el Reino Unido. Frías argumentó que "la Patagonia, el Estrecho de Magallanes y la Tierra del Fuego, aunque contiguos, son territorios distintos".
Los resultados
En 1881, luego del trabajo llevado en conjunto por los representantes de ambas naciones, el ministro argentino de Relaciones Exteriores, el federal Bernardo de Irigoyen, y el cónsul general de Chile, Francisco Echevarría, firmaron en Buenos Aires el Tratado de Límites que resolvió la larga disputa.
Este tratado fija como límites la Cordillera de los Andes hasta el paralelo 52º, marcando la divisoria las cumbres más altas de la misma, pero, sin embargo, el Tratado no precisó los límites en el canal de Beagle ni detalló sus islas.
A la vista de todos, el Tratado fue considerado un modelo de sensatez y realismo. Sin embargo, años después, la Guerra del Pacífico renovó el afán expansionista del gobierno chileno.
La controversia entre Argentina y Chile respecto de la soberanía de las islas del canal Beagle fue resuelta mediante la firma del Tratado de Paz y Amistad en 1984. Acuerdo alcanzado por mediación del papa Juan Pablo II luego de que Argentina declarara nulo el laudo arbitral de la reina británica de 1977, que había sido solicitado por ambos países para resolver la disputa, poniéndolos al borde de la guerra.

 

Bibliografía


CÍRCULO DE LEGISLADORES DE LA NACIÓN ARGENTINA. (1999). Félix Frías. Legislador de la Conciliación. En: COLECCIÓN VIDAS, IDEAS Y OBRAS DE LOS LEGISLADORES ARGENTINOS. Artes Gráficas Yerbal, S.R.L. pdf

MAZZELLA, D.L. (2013). El abrazo del estrecho y la geopolítica del roquismo. Jovenes Revisionistas. http://jovenesrevisionistas.org/

REVISIONISTAS. La traición de Sarmiento. http://www.revisionistas.com.ar/

 

WIKIPEDIA. Félix Frías

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