sábado, 14 de marzo de 2020

Bernardo de Monteagudo. El mulato que encendió la llama del gran país americano



Vivió apenas 35 años, pero ese corto tiempo le sirvió para acicatear el movimiento independentista, tanto como pudo y supo, para lograr “la Patria Grande”.
Tucumano de gran formación, hombre de confianza de San Martín y Bolívar, controvertido en decenas de circunstancias, no ha sido siempre bien valuado por nuestra historia, tal vez por su enfrentamiento con la iglesia católica.
Enemigo de cuanto español atentase contra la libertad y la independencia de estas zonas de América, expulsó a miles y fusiló a decenas de ellos.
Fue un hombre de letras, pero militar a la hora de las grandes decisiones.
Quizás convenga que sepamos algo mas sobre él.

¿Quién fue el mulato Bernardo?
Bernardo José de Monteagudo y Cáceres nació 20 de agosto de 1789 en Tucumán, hijo del español Miguel Monteagudo (un Capitán de Milicias), y de la tucumana Catalina Cáceres Bramajo, quien fallece cuando su único hijo sobreviviente de los once nacidos, era aún un niño. Algunas versiones afirman que su madre (esclava de un canónigo), se casó con un soldado de origen español.
Por el color de su piel, años más tarde, sus enemigos políticos lo llamaban zambo o mulato.
Hombre de las letras y de las armas
Inició sus estudios de abogacía en Córdoba. Años más tarde, recomendado por un sacerdote amigo de su padre, ingresó a la Universidad de Chuquisaca (hoy Bolivia), donde se graduó en leyes a los 19 años, y comenzó a ejercer como Defensor de Pobres.
Ese mismo año, al conocerse la invasión francesa de Napoleón Bonaparte a España, Monteagudo escribió una obra titulada Diálogo entre Atahualpa y Fernando VII. En la misma Monteagudo recreó una imaginaria conversación entre Atahualpa, último monarca del Imperio incaico asesinado por los invasores españoles, y Fernando VII, desplazado de la Corona española por los invasores franceses. En esa obra Monteagudo, formuló el famoso silogismo de Chuquisaca:
·         ¿Debe seguirse la suerte de España o resistir en América? Las Indias son un dominio personal del rey de España; el rey está impedido de reinar; luego las Indias deben gobernarse a sí mismas.
Bernardo de Monteagudo, 1808.
El escrito de Monteagudo circuló de manera clandestina y fue uno de los que inspiraron las sublevaciones independentistas de ChuquisacaLa Paz y Buenos Aires.
Fue decididamente un escritor político, de gran vocabulario y calidad literaria, que encendía pasiones en tono de panfletos.
Se incorporó como teniente de artillería del ejército revolucionario, dirigido por Juan Antonio Álvarez de Arenales. Cuando las fuerzas realistas recuperaron el control del Alto Perú, Monteagudo fue encarcelado junto a los demás líderes independentistas, acusado del “abominable delito de deslealtad a la causa del rey”.
El virrey Cisneros había ordenado una violenta represión que llevaron adelante Nieto, desde el sur, y Goyeneche, desde el norte. Ambos hacen una verdadera masacre y Monteagudo va a parar engrillado a la Real Cárcel de la Corte de Chuquisaca.

La ciudad universitaria había quedado virtualmente desamparada. Monteagudo, ansioso por plegarse a las filas patriotas que se acercaban decidió preparar un plan para fugarse. Alegando “tener una merienda con unas damas” en el jardín contiguo de la prisión, obtuvo la codiciada llave que le abría la puerta de salida. 
En noviembre de 1810, recuperó su libertad, partió hacia Potosí, y se puso a disposición del ejército expedicionario, que al mando de Castelli, había tomado la estratégica ciudad.

El delegado de la junta, que conocía los antecedentes revolucionarios del joven tucumano, no dudó en nombrarlo su secretario.
Monteagudo estrechó lazos con Castelli, quien integraba el ala radical de la Revolución de Mayo de Buenos Aires, liderada por Mariano Moreno y enfrentada a la corriente conservadora liderada por el presidente de la Primera Junta de Buenos AiresCornelio Saavedra.
Monteagudo apoyó irrestrictamente las medidas extremas adoptadas por Castelli en el Alto Perú, que incluían la abolición de los tributos a los indígenas, la eliminación de la Inquisición, la supresión de los títulos de nobleza y los instrumentos de tortura.
También apoyó la decisión de Castelli de ejecutar a los militares realistas que lideraron la represión de los movimientos independentistas (Francisco de Paula SanzVicente Nieto y José de Córdoba), atribuyéndoles la responsabilidad por las masacres de Chuquisaca y La Paz.
Monteagudo apoyó también la política ordenada por Mariano Moreno de vigilar, restringir y desplazar a los españoles sospechosos de apoyar a los realistas. Esa política se manifestó en la decisión de Castelli de desplazar de Potosí hacia Salta a 56 españoles sospechosos de no apoyar la independencia.
Finalmente, Monteagudo compartía una actitud hostil hacia la Iglesia Católica, debido a su postura contraria a la independencia, que Castelli hizo manifiesta en el Alto Perú, y que resultó un importante factor de disgusto por parte una población tan apegada al catolicismo.
Cumpliendo con las órdenes de la junta, Castelli había iniciado conversaciones secretas con el jefe enemigo Goyeneche para tratar de lograr una tregua. Una pieza clave en las negociaciones fue Domingo Tristán, gobernador de la Paz y primo de Goyeneche.

Finalmente el armisticio se firmó el 16 de mayo de 1811. Como era de esperar, la noche del 6 de junio de 1811, las tropas de Goyeneche rompieron la tregua. 

Una fuerza de 500 hombres atacó sorpresivamente a la avanzada patriota. Goyeneche pretendía que las que habían violado la tregua eran nuestras tropas por haberse defendido.

Los dos ejércitos velaban sus armas a cada lado del río Desaguadero, cerca del poblado de Huaqui. Las tropas de Castelli, Balcarce, Viamonte y Díaz Vélez, en la margen izquierda, sumaban 6.000 hombres. Del otro lado, Goyeneche había reunido 8.000. A las 7 de la mañana del 20 de junio de 1811 el ejército español lanzó un ataque fulminante. El desastre fue total.  
Luego de la batalla de Huaqui Monteagudo se dirigió a Buenos Aires después de la muerte de Mariano Moreno y del desplazamiento del gobierno del ala radical de la Revolución de Mayo, afianzando el poder del ala conservadora liderada por Saavedra.
Castelli fue enjuiciado y obligado a bajar a Buenos Aires para ser juzgado por la derrota de Huaqui y por su conducta calificada de “impropia” para con la Iglesia católica y los poderosos del Alto Perú.

Ningún testigo confirmó los cargos formulados por los enemigos de la revolución. La nota destacada la dio Monteagudo cuando se le preguntó “si la fidelidad a Fernando VII fue atacada, procurándose inducir el sistema de la libertad, igualdad e independencia. Si el Dr. Castelli supo esto”. 

Monteagudo contestó con orgullo en homenaje a su compañero: “Se atacó formalmente el dominio ilegitimo de los reyes de España y procuró el Dr. Castelli por todos los medios directos e indirectos, propagar el sistema de igualdad e independencia.”.

Monteagudo defendió la política morenista de mantener una acción permanente de vigilancia y sospecha sobre los españoles peninsulares.
En Buenos Aires comienza a escribir como editor principal en el diario La Gazeta de Buenos Aires desde donde saluda la llegada de un barco en 1812, el Canning, que trae entre otros personajes al General San Martin.

También escribe “A las americanas del Sud”, que expresa un pensamiento por lo menos un par de siglos adelantado, ya que convoca a las mujeres a defender la causa de la libertad concibiendo que sin ellas la revolución no tiene destino. Dice Bernardo:
“Mientras la sensibilidad sea el atributo de nuestra especie, la belleza será el árbitro de nuestras afecciones; y señoreándose siempre el sexo débil, del robusto corazón del hombre, será el primer modelo de sus costumbres públicas y privadas”.
Y finaliza diciendo
Americanas: os ruego por la patria que desea ser libre (…) haced resonar por todas partes el eco patético de vuestra voz, repitiendo la viva exclamación que hacía en nuestra época una peruana sensible: ¡¡¡ LIBERTADLIBERTAD sagrada, yo seguiré tus pasos hasta el sepulcro mismo!!! y al lado de los héroes de la patria mostrará el bello sexo de la América del Sud el interés con que desea ver espirar el último tirano, o rendir el supremo aliento antes que ver frustrado el voto de las almas fuertes”.
“Me lisonjeo de que el bello sexo corresponderá a mis esperanzas y dará a los hombres las primeras lecciones de energía y entusiasmo por nuestra santa causa. Si ellas que por sus atractivos tienen derecho a los homenajes de la juventud, emplearan el imperio de su belleza en conquistar además de los cuerpos las mentes de los hombres, ¿qué progresos no haría nuestro sistema?”.
Este artículo le valió el reto de Rivadavia, por entonces secretario del Triunvirato en estos términos: “El gobierno no le ha dado a usted la poderosa voz de su imprenta para predicar la corrupción de las niñas”.

Monteagudo, conocido, entre otras cosas, por su actitud galante con las mujeres, con fama de gran seductor, aunque nunca contrajo matrimonio, decide fundar su propio periódico el Mártir o Libre en 1812, donde acentuaba la necesidad de una inmediata proclamación de la independencia.
Durante el gobierno del Primer Triunvirato, apoyó la denuncia y la investigación del ministro Bernardino Rivadavia sobre una conspiración contra el gobierno encabezada por el comerciante y ex cabildante español Martín de Álzaga.
Monteagudo fue nombrado por Rivadavia como fiscal del proceso sumario seguido contra los acusados, realizado en dos días y sin que se permitiera a los acusados defenderse, como fue la regla en ambos bandos durante la guerra de independencia. 
El juicio terminó con el fusilamiento y posterior colgamiento de los cuerpos de los 41 condenados en la Plaza de Mayo (en ese entonces Plaza de la Victoria), incluido Álzaga, causando una gran conmoción debida a la ejecución de un hombre rico e influyente.
Fue uno de los fundadores de la Sociedad Patriótica, un notable grupo de opinión política, que contribuye fuertemente al derrocamiento del Primer Triunvirato y la creación del Segundo. Monteagudo fue la cara de la Logia.
Integró la Asamblea del Año XIII como representante elegido por Mendoza, y fue uno de los impulsores de medidas constitucionales como:
·         la adopción de símbolos nacionales,
·         la abolición de la mita y la servidumbre indígena,
·         la libertad de vientres,
·         la supresión de los títulos de nobleza,
·         la abolición de los instrumentos de tortura
Dicha participación estuvo teñida por los prejuicios ya que por su color de piel oscura le valió el rechazo de sus pares que aducían que nadie con sangre africana podía ser congresal.
En 1814 apoyó al Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata Carlos María de Alvear, uno de los líderes de la Logia de Caballeros Racionales (mal llamada Logia Lautaro), a la que también pertenecía.
A su caída, en 1815, fue encarcelado en una cárcel flotante en el Río de la Plata, de donde escapó. Pasó dos años en Europa, donde cambió su orientación política y se hizo partidario de la monarquía constitucional. Protegido por Antonio González Balcarce, se le permitió regresar, aunque no a Buenos Aires, sino a Mendoza.
En 1817, pocos días después de la batalla de Chacabuco, cruzó la cordillera y se puso a órdenes de José de San Martín como auditor del Ejército de los Andes.
En enero de 1818 redactó el Proclamación de la Independencia de Chile (la autoría se encuentra disputada con el chileno Miguel Zañartu), y se hizo confidente y consejero del Director Bernardo O'Higgins, también miembro de la Logia.
En el desbande generado por la sorpresa de Cancha Rayada, regresó a Mendoza con el fin de reorganizar las fuerzas creyendo que San Martín y O´Higgins habían muerto en la batalla. Una vez allí se enteró que el Ejército de los Andes se había reorganizado, y que San Martín y O'Higgins seguían vivos.
Luego de la victoria patriota en la Batalla de Maipú, estuvo involucrado en la ejecución sumaria de los hermanos Juan José y Luis Carrera. La actuación de Monteagudo al convalidar la pena de muerte contra los hermanos Carreras, lo enfrentó a San Martín y a la Logia. Como consecuencia de ello, San Martín ordenó su confinamiento en libertad en San Luis.
El motín de San Luis
Durante su permanencia en San Luis, Monteagudo presionó al Gobernador Vicente Dupuy para que agravara las condiciones de reclusión a las que estaban sometidos un grupo de realistas prisioneros. En esas condiciones se produjo un enfrentamiento entre los prisioneros realistas y las tropas patriotas que los custodiaban. 
El hecho se inició cuando una delegación de oficiales españoles detenidos pidió ver al Gobernador Dupuy. Durante la reunión, el capitán Gregorio Carretero atacó al gobernador con un puñal, con el fin de matarlo, mientras que otros españoles asesinaban a su ayudante.
Inmediatamente los prisioneros buscaron tomar la Casa de Gobierno "hiriendo y matando a todos los que se oponen a su voluntad". Las tropas patriotas al mando de Pringles, secundado por Facundo Quiroga atacaron la casa de gobierno con el fin de recuperarla, "y luego de una encarnizada y sangrienta batalla (pusieron) fin al motín".
Al momento del enfrentamiento, el Gobernador Dupuy mandó a degollar de inmediato a 31 prisioneros españoles.
(El motín) “…estuvo cuidadosamente planeado y uno de sus objetivos era asesinar al odiado Monteagudo y luego proveerse de armas, de caballos y de vituallas, para cruzar la cordillera y sumarse nuevamente al ejército realista”.
Pacho O'Donnell.
Al día siguiente, Monteagudo fue designado Fiscal en el juicio que se siguió a los realistas sobrevivientes, obteniendo la ejecución de ocho de ellos. Concluido su confinamiento, a comienzos de 1820 retornó a Santiago de Chile donde fundó el periódico El Censor de la Revolución y colaboró en preparar la Expedición libertadora del Perú.
Hacia Perú
En 1821 Monteagudo se embarcó con la expedición libertadora al mando de San Martín como Auditor del Ejército Argentino en Perú. Su primer éxito fue convencer al Gobernador de Trujillo (futuro primer Presidente del Perú), de pasarse al bando patriota.
Como su jefe era un experto en estrategias militares, Monteagudo lo era en tácticas políticas. Con una imprenta montada a lomo de mula distribuía panfletos con verdades encendidas o con mentiras y exageraciones (dependiendo a quienes estaban dirigidos), creando así un concepto que muchos años después se llamaría “guerra psicológica”.
Como la guerra no era estrictamente contra españoles sino con americanos al servicio de España, Monteagudo “trabajaba” esa faceta para lograr mellar la moral de las tropas enemigas.
El 28 de julio de 1821 San Martín proclamó desde Lima la independencia del Perú, para asumir como Protector Supremo el 3 de agosto. Monteagudo se convirtió en su mano derecha en el gobierno, asumiendo como Ministro de Guerra y Marina y más tarde, haciéndose cargo también del Ministerio de Gobierno y Relaciones Exteriores.
Mientras que San Martín se concentró en los aspectos militares dando prioridad a la guerra, Monteagudo quedó de hecho a cargo del gobierno del Perú.
Sus principales medidas de gobierno fueron:
·         la libertad de vientres,
·         la abolición de la mita,
·         la expulsión del arzobispo de Lima,
·         la creación de una escuela normal para la formación de maestros,
·         la creación de la Biblioteca Nacional del Perú.
En Perú, Monteagudo apoyó la opinión de San Martín favorable a instalar una monarquía constitucional en ese país sobre las bases de la civilización Inca.
Ambos compartían la idea de que sólo una monarquía constitucional democrática podría evitar la anarquía y las guerras civiles. Por otra parte, Monteagudo pensaba que la tarea prioritaria era declarar y afianzar la independencia, y que las libertades políticas debían ser establecidas gradualmente.
Esta línea estratégica de Monteagudo, se expresó en la decisión de San Martín de no sancionar de inmediato una constitución, postergando la tarea para el momento en que la independencia estuviera asegurada, dictando en cambio el Reglamento del 12 de febrero 1821 y luego el Estatuto Provisional del 8 de octubre de 1821.
Las ideas monárquicas de Monteagudo fueron muy impopulares en Perú y constituyeron el eje de la oposición que finalmente provocó su caída al partir San Martín. La Orden del Sol fue anulada en 1825 pero volvió a ser restablecida en 1921 con el nombre Orden El Sol del Perú, persistiendo hasta la actualidad.
Entre diciembre de 1821 y febrero de 1822, Monteagudo dictó una serie de resoluciones destinadas a desterrar, confiscar parte de sus bienes y prohibir el ejercicio del comercio a los españoles. Si bien no existen investigaciones acerca de cuántos partidarios del rey salieron del Perú, algunos cálculos apuntan entre cuatro y doce mil. 
El 19 de enero de 1821 San Martín dejó Lima y se reunió con Simón Bolívar en la Entrevista de Guayaquil, dejando a cargo del poder, con el título de Supremo Delegado a José Bernardo de Tagle. La ausencia de San Martín debilitó a Monteagudo.
El 25 de julio de 1822 un grupo de influyentes vecinos de Lima le entregaron a Tagle un manifiesto exigiendo la renuncia de Monteagudo. Tagle aceptó la exigencia y decretó la cesantía de Monteagudo. Inmediatamente después el Congreso dispuso su destierro a Panamá, bajo pena de muerte en caso de regresar.
 Con rumbo a otros puntos de América
El 28 de noviembre de 1821, los vecinos de Panamá proclamaron en un cabildo abierto la independencia del Istmo de Panamá de la corona española y su decisión de formar parte de la Gran Colombia. Pocos meses después de ese acontecimiento llegó Monteagudo.
Tagle le había encomendado su suerte al Gobernador patriota José María Carreño, quien a su vez lo puso bajo custodia del Teniente Coronel Francisco Burdett O'Connor, por entonces jefe de Estado mayor de Panamá, con quien estableció una relación de amistad.
Desde Panamá Monteagudo comenzó a escribirle al libertador Simón Bolívar. En Ecuador se encuentra con la amiga de Bolívar  (Manuela Sáenz), que había vivido en Lima y era amiga de Rosita Campusano, la amante de San Martín. Utilizando estos contactos llega a Bolívar quien finalmente lo invitó a unírsele.
El encuentro entre Bolívar y Monteagudo se produjo finalmente en Ibarra, poco después de la encarnizada Batalla de Ibarra del 10 de julio de 1823, que liberó el norte del actual Ecuador. Bolívar quedó gratamente impresionado con Monteagudo, especialmente por su capacidad de trabajo, y le encomendó viajar a México con el fin de obtener fondos, sin embargo esa misión no pudo llevarla a cabo por otros intereses del gobierno de Colombia.
Monteagudo entonces decidió viajar a las Provincias Unidas del Centro de América, que por entonces agrupaba a todos los actuales países centroamericanos (GuatemalaBeliceHondurasEl SalvadorNicaragua y Costa Rica) y Chiapas, con excepción de Panamá.
En la ciudad de Guatemala, Monteagudo se relacionó con José Cecilio del Valle, presidente de las Provincias Unidas del Centro de América, con quien compartía una visión americanista del proceso de independencia, y que había lanzado la idea de organizar un Congreso continental que tratara los problemas comunes de las naciones independizadas de España y se establecieran las bases de un nuevo derecho internacional americano.
De regreso a Perú y el gran sueño
No obstante la vigencia de la resolución legislativa que ordenaba su proscripción, Monteagudo retornó a Perú ingresando por Trujillo y acompañó a Bolívar con el grado de Coronel en la campaña final de la guerra de la independencia del Perú, entrando en Lima, después de la victoria en la batalla de Ayacucho del 9 de diciembre de 1824. Solo tenía 34 años.
Para ese entonces Monteagudo había desarrollado una visión americanista de la independencia. Ello lo llevó al convencimiento de que toda Hispanoamérica debía ser una sola nación.
Su visión entusiasmó a Simón Bolívar al punto tal que la unidad hispanoamericana ha sido identificada como el sueño bolivariano. Bolívar impulsó a Monteagudo a diseñar las bases para concretar esa visión y fue, precisamente en este período, que Monteagudo escribió la que se considera su obra más destacada, el Ensayo sobre la necesidad de una federación general entre los estados hispano-americanos y plan de su organización.
El final
Esta obra no pudo concluirla a causa de su muerte. Bernardo de Monteagudo murió asesinado en Lima el 28 de enero de 1825, a los treinta y cinco años mientras caminaba con rumbo a la casa de Juana Salguero, una distinguida dama de la sociedad limeña que, según se cuenta, mantenía con el joven ministro un romance clandestino, nada nuevo en este infatigable amante.
La herida había sido realizada con un puñal que le atravesó el corazón entrándole el arma sobre la tetilla izquierda. El cadáver fue encontrado boca abajo, con las manos aferradas a un enorme puñal que tenía clavado en el pecho, y fue trasladado a un convento cercano, donde, esa misma noche, Bolívar dijo:¡Monteagudo! ¡Monteagudo! Serás vengado.
La vida de Monteagudo había estado en peligro desde el mismo momento en que volvió a Lima. El ministro Sánchez Carrión, uno de los principales sospechosos de haber sido el autor intelectual del crimen, había llegado a realizar un llamamiento público para que cualquier habitante matara a Monteagudo si volvía a Perú, garantizándole la impunidad.
En una carta a Santander, Bolívar le contaba sobre Monteagudo:
“Es aborrecido en el Perú por haber pretendido una Monarquía Constitucional, por su adhesión a San Martín, por sus reformas precipitadas y por su tono altanero cuando mandaba; esta circunstancia lo hace muy temible a los ojos de los actuales corifeos del Perú, los que me han rogado por dios que lo aleje de sus playas, porque le tienen un terror pánico. Añadiré francamente que Monteagudo conmigo puede ser un hombre infinitamente útil.
Carta de Bolívar a Santander del 4 de agosto de 1823.
“Monteagudo era consciente del riesgo que corría al volver a Perú con Bolívar. Era un condenado a muerte y él lo sabía. Pero estaba decidido a enfrentar su destino trágico sin subvertir su esencial condición de revolucionario a ultranza. Y la revolución americana se jugaba, en esos momentos, en la proximidad de Simón Bolívar”.     Pacho O'Donell.
No hay dudas que los autores materiales del crimen fueron Candelario Espinosa y Ramón Moreira. Ambos fueron reconocidos por varios testigos, confesaron su responsabilidad y dieron detalles de los hechos. Todos los historiadores están de acuerdo en este aspecto.
Candelario Espinosa tenía 19 años, había sido soldado del ejército realista y luego del triunfo patriota se había dedicado al oficio de aserrador. Ramón Moreira era esclavo y cocinero de Francisco Moreira y Matute, uno de los fundadores de la Sociedad Patriótica de Lima, junto a Monteagudo.
En esa situación, el reo ofreció decir la verdad sobre los autores intelectuales, pero sólo a Simón Bolívar, personalmente y a solas. Esa reunión se produjo el 23 de abril de 1825 y nunca se informó oficialmente lo que en ella sucedió. Con posterioridad, Bolívar ordenó que los reos Espinosa y Moreira fueran trasladados a Colombia, en tanto que la pena de muerte dictada sobre el primero nunca se ejecutó.
Monteagudo fue enterrado en el Convento de San Juan de Dios el domingo 30 de enero de 1825, sin dejar fortuna personal.
¿Y después qué?
Pocos meses después de la muerte de Monteagudo, Bolívar convocó al Congreso de Panamá en 1826 y aprobó la creación de una sola gran nación hispanoamericana, con excepción de ArgentinaChileUruguay y Paraguay, sin embargo los tratados nunca fueron ratificados por los países hispanoamericanos, excepto por la Gran Colombia, y la federación hispanoamericana nunca llegó a constituirse.
La muerte de Monteagudo afectó seriamente la concreción del proyecto. El era el único capaz de encaminarla. Muerto él, la idea de la Confederación Americana que había brotado en su poderoso cerebro se desvirtuó por sí sola.
Se ha atribuido al Libertador de Colombia, Simón Bolívar, la gloria de haber concebido el importante designio de reunir un congreso de las Naciones Americanas, a semejanza de todas las Confederaciones, pero la imparcialidad exige que se refiera que el primero en recomendar el proyecto verdaderamente grandioso, fue Monteagudo.

Varios años después, en abril de 1833, San Martín le escribía a su amigo Mariano Álvarez, residente en Lima, diciéndole que:

“Debo hacerle una pregunta sobre la cual hace años deseo tener una solución verídica y nadie como usted puede dármela, con datos más positivos, tanto por su carácter como por la posición de su empleo. Se trata del asesinato de Monteagudo: no ha habido una sola persona que venga del Perú, Chile o Buenos Aires, a quien no haya interrogado sobre el asunto, pero cada uno me ha dado una diferente versión; los unos lo atribuyen a Sánchez Carrió, los otros a unos españoles, otro a un coronel celoso de su mujer”.

“Algunos dicen que este hecho se halla cubierto de un velo impenetrable, en fin, hasta el mismo Bolívar no se ha libertado de esta inicua imputación, tanto más grosera cuanto que prescindiendo de su carácter particular incapaz de tal bajeza, estaba en su arbitrio si la presencia de un Monteagudo le hubiese sido embarazosa, separarlo de su lado, sin recurrir a un crimen, que en mi opinión jamás se cometen sin un objeto particular”.
De vuelta al pago
En 1878 se exhumaron sus restos y se dispuso que fueran depositados en un mausoleo y en 1917 los restos de Monteagudo fueron enviados a la Argentina, disponiéndose su ubicación en el Cementerio de la Recoleta de Buenos Aires.
Actualmente descansan en el mausoleo del Teniente General Pablo Riccheri, donde hay una pequeña placa que reza "Aquí yacen los restos del Dr. Bernardo de Monteagudo".
El hecho abrió una disputa entre Argentina, Bolivia y Perú por la nacionalidad de Monteagudo y el derecho de esos países a preservar sus reliquias.
En ocasión de la repatriación de los restos de Monteagudo a la Argentina, se dispuso la inauguración de un monumento en su homenaje, ubicado en la Plazoleta Pringles del barrio de Parque Patricios en la Ciudad de Buenos Aires.
Recién en Junio de 2016, la urna que contiene sus restos fue exhumada del mausoleo en Recoleta para ser trasladado hacia su ciudad natal, San Miguel de Tucumán.

Bibliografía
ALANIZ, R. (2017). ¿Quiénes asesinaron a Bernardo de Monteagudo?. El Litoral.
https://www.ellitoral.com/index.php/diarios/ 

CODONI, M. (2016). Vida y obra de Bernardo Monteagudo: síntesis de la generación independentista.  https://revuniversitaria.com.ar/

INFOBAE (2015). ¿Quién fue Bernardo de Monteagudo?. https://www.infobae.com/
MONTEAGUDO, B. (2009). Patriotas. Coord. Tomás Lambré. Ed. Del Nuevo Encuentro. Buenos Aires, 144 p.
O´DONNELL, P.; GARCIA HAMILTON, J.I. y PIGNA, F. (2007). Historia confidencial. Planeta. Buenos Aires, 256 p.
PIGNA, F. Bernardo de Monteagudo. El Historiador. https://www.elhistoriador.com.ar
WIKIPEDIA. Bernardo de Monte




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