miércoles, 29 de abril de 2020

La “Pasto Verde”. Historias de una mujer fortinera.



Se llamaba Carmen Funes, pero le decían la “Pasto Verde”, nombre simbólico de un paisaje deseado en la fría e inhóspita Patagonia. Carmincha la llamaba su esposo.

Quizás le debamos mas que los agradecimientos por sus esfuerzos de ayudarnos a dejar un pedazo de Patria. Mucho se dijo de ella, antes y ahora, negra y blanca,  historia y mito, heroína y “mujer ligera”. Fue cantinera, posadera, soldadesa, fortinera y llegó a tener cargo de Sargento.

Muchos la abandonaron, pero mucho tiempo después algún músico y poeta le dedicó un homenaje que muchos cantores populares lo pasearon por todo el país.

YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales) le reconoce muy tarde en haber sido la guía para descubrir el segundo pozo de petróleo del país, en Neuquén.

No fue la única, también lucharon al lado de sus parejas “La siete ojos”, “La mamboretá”, “La pocas pilchas”, entre otras muchas.

La inmensa mayoría de los testimonios la dejan en la historia como heroína, y como alguien dijo que “cuando se mezcla la leyenda con la historia, es mejor quedarse con la leyenda”, y tal vez es el caso de la “Pasto Verde”.
Jean Cocteau (poeta y dramaturgo francés), decía que prefería el mito a la historia porque la historia está hecha de verdades que terminan convirtiéndose en mentiras, mientras el mito está hecho de reflexiones que a la larga se revelan verdaderas.

¿Quién fue Carmincha?

Carmen Funes habría nacido en Mendoza en 1848, donde formó pareja siendo muy joven con Segundo Pantaleón Campos (quien la llamaba Carmincha), un chileno a quien acompañó a la Guerra del Paraguay (1864-1870), cuando este fue reclutado por la fuerza.

Mas tarde Campos formó parte del Regimiento Tres de Infantería (el famoso “Tres de Fierro”), uno de los puntales de las fuerzas del ejército durante la “conquista” del desierto, que en su camino hacia Plaza Huincul, fundó las ciudades de Carhué, Puan y Trenque Lauquen.

Cuatro mil mujeres en la “conquista” del desierto compartieron la dura vida de los fortines, padecieron hambre y frío, dando a luz en los descampados, avanzando con los hijos en andas o colgados de su espalda.
Los viajeros europeos de la época se enfrentan, tal vez por vez primera, en los ambientes rurales con un mundo impredecible e insólito, quizá inquieto y provocativo, donde las mujeres escapan con extrema facilidad a los patrones de la educación a la que están acostumbrados.

En la inmensidad de las pampas las criollas montan a horcajadas como los hombres manejan con igual habilidad y destreza el cuchillo, y hasta las tacuaras y las boleadoras, arrean el ganado, fuman rústicos puros de hoja, amamantan a sus niños libremente, se quitan las liendres y los piojos de sus cabellos a la vista de quienes se tropiecen con ellas, zambulléndose en cursos de agua, ligeras o desprovistas de ropa y mantienen con el sexo opuesto relaciones juzgadas inmoderadas e impropias para los estereotipos de la conducta femenina de la época.

“Se decía que cambiaban de hombre pero no de regimiento y así acompañaban al cuerpo durante veinte, treinta y hasta cuarenta años”.

Carmen llegó a Plaza Huincul en 1878, cuando tendría unos 30 años. En aquel momento, como hoy es una aguada en medio de la estepa patagónica. 

Los que la conocieron la describen a Carmincha como una mujer alegre y muy solidaria y una verdadera “enamorada del amor”, pero dispuesta a renunciar a casi todo por sus principios. 
Ella amaba a Campos, pero permaneció siempre en la aguada. No lo siguió a “cordillerear”, cuando éste supuestamente deserta. Tampoco tiene fuerzas para dar vida al hijo que espera, pero no llega. Era una cuartelera que no se permitió la maternidad.

Pulpera y posadera

Cuando llegaron a lo que es ahora la región petrolera, Carmen estudió el terreno y decidió poner una suerte de posta, aprovechando una aguada cristalina que brotaba del medio de la tierra. Esa suerte de hospedaje sirvió de refugio a centenares de personas que atravesaban el desierto y se maravillaban con ese oasis.
Lo que todavía es motivo de discusión de historiadores es por qué la denominaron Pasto Verde. Hay quienes sostienen que el sobrenombre se lo pusieron los propios soldados por la frescura de su juventud y porque era una mujer muy bonita, sin embargo, para otros, la explicación es más simple: el nombre vino de un abrigo de ella que era precisamente de color verde.
Existen también quienes aseguran que en realidad Pasto Verde se llamaba la aguada donde los pastos crecían mientras los rodeaba el desierto. Cuando Carmen se instaló allí, todos comenzaron a llamarla de esa manera.
Era una mujer vigorosa, ágil, servicial y alegre, decidora cordial y afable. La posada de “la fortinera” era un paso obligado a quien tanto la historia como los pobladores recuerdan con cariño y respeto.

“Descubridora” de petróleo
Esa aguada situada hoy a 105 km de Neuquén y a 84 km de Zapala, constituía el lugar obligatorio de parada y descanso entre ambos puntos para todos los viajeros de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX.
Su rancho de adobe se encontraba a un costado de la actual Ruta Nacional 22. Una acequia cercana le proveía de agua y esta cada día venía con olor más fuerte. Ninguno de los distintos remedios empleados para hacerla bebible daba resultado y el olor persistía.
De modo que cada viajero que pasaba por la posta se llevaba en la memoria las quejas de la Pasto Verde por el agua con olor a querosén.
A sus mas de 60 años, en 1913, el ferrocarril llegó a Zapala y doña Carmen vio arruinado su negocio de posadera, dedicándose entonces a cuidar un poco de ganado que había logrado reunir.
Tanto insistió con el tema que el Ministro de Agricultura de la Nación decidió mandar técnicos a revisar la zona. Doña Carmen los guio en sus exploraciones. El doctor Keidel como encargado de la exploración, decidió luego de 3 años de estudio, hacer las primeras perforaciones y es allí en el pozo número 1, donde brotó la “sangre negra” de la tierra. ¡Petróleo!!. La cuenca neuquina comenzaba a desangrarse.
Era el segundo hallazgo de la preciada sustancia en territorio nacional luego de que anteriormente el 13 de diciembre de 1907 se había encontrado la localidad de Comodoro Rivadavia, en la Provincia de Chubut.
YPF no le pagó a doña Carmen los servicios prestados y su nombre apareció muy tarde en las conmemoraciones como precursora de la industria petrolera en esa región.

Dimes y diretes

Muchos fueron los motes endilgados a las mujeres de la patria, pero más lamentable es la mala fama, que en el caso de Carmen, que cayó con la calumnia y empezó en esta zona. La historiadora Andrea Maurizzi cita las afirmaciones que muchos expresaban, como por ejemplo:

“… ¿Las Cuarteleras?… esas salieron del correccional. Son mujeres de mala vida. Quién sabe qué no harán en los fortines”.

El doctor Gregorio Álvarez, historiador, fue categórico sobre este asunto al expresar que ninguna de las personas que la conocieron podía aseverar que doña Carmen no era honesta y destacó que la mayoría nombrados en sus disertaciones, estuvieron en la posta con sus esposas, con sus hijos, todos beneficiados con la reconocida hospitalidad.

Estos grupos familiares la consideraron “verdadera samaritana en el desierto” o “providencia del desierto para nuestras esposas e hijas”.

“De tal calidad se consideraban sus servicios y méritos, que movió al Gobernador Elordi a protegerla como buena vecina y la recomendó a YPF para que la ayudase en lo que pudiera necesitar”.

Sin embargo, a pesar de aquella recomendación, diez o veinte años después de fallecida, los comentarios adversos hacia su persona todavía estaban instalados en la órbita “ipefiana”.

Se supo en cierta oportunidad que durante un acto oficial del yacimiento, el Administrador de turno tuvo palabras elogiosas hacia ella, lo que motivó el desagrado de sus superiores. La consideraban una persona de pasado “non-sanctus” y aquel administrador fue trasladado a otro yacimiento.

Afortunadamente también se escribieron muchas páginas con verdades sobre ella como lo hicieron Carlos Guevara en 1929 en su “Viejo Neuquén” o Y.P.F. en febrero de 1946 en el BIP Nro 258, pág.154, donde publicó la fotografía de Arturo Coleman a cuyo pie se lee “Puesto de Doña Carmen Funes de Campos, primitiva pobladora de la Aguada de Plaza Huincul”.

Son expresiones respetuosas y el reconocimiento expreso de la empresa estatal quien le da el lugar de primera pobladora. Si aquellos ranchos hubiesen sido un prostíbulo como algunos afirman, ¿YPF la habría mencionado y publicado su fotografía en el Boletín citado?

En Plaza Huincul, Carmen Funes fue madre del corazón y esposa legitima hasta su muerte. Su viudo, la compañera que éste tuvo después de Carmen y los hijos que nacieron de aquella unión, la recordaron siempre con respeto llamándola “la abuelita Carmen”. Ellos podrían, demandar a quienes ofenden su memoria.

Muerte y nacimiento del mito

Carmincha murió el 15 de diciembre de 1916, tal vez con 68 años, y fue enterrada cerca del lugar donde se levantaba su posada.

Allí se construyó un monolito que la recuerda y donde siempre hay alguna flor colocada por la gente de los pueblos cercanos.
La vida de esta mujer fue un juego de opuestos: ternura/fiereza, vida/muerte, sometimiento/rebeldía. La Pasto Verde muestra ternura por los chivitos huachos a los que amamanta con mamadera, y con los soldados que requerían cuidados o consuelo y fiereza ante la pretendida imposición machista; ama la vida pero se deja morir.
Homenajes
Hoy, a la vera de la Ruta Nacional 22 se puede ingresar al Parque Temático que reproduce aquella posta. Caminando por sus senderos, se puede recorrer la cocina, con su horno de barro, las habitaciones de huéspedes, el corral de sus cabritos y se puede llegar al lugar de su tumba, desde donde permanece custodiando desde 1916.
Innumerables escritores y periodistas volcaron litros de tinta sobre el papel recordar y homenajear a la Pasto Verde.

Otros recuerdos y homenajes son:
El cuadro que Oscar Campos pinta bajo el título "La Bondad de Doña Carmen", patrimonio del Museo Carmen Funes de Plaza Huincul.
La actriz Nelly Meden interpretó a Carmen Funes en la película Plaza Huincul (Pozo uno) de Lucas Demare, estrenada en 1960.
En 1997, Lilí Muñoz estrenó en 1997 la obra de teatro "Cuartelera" con la intención de rescatar y ficcionar la vida de una fortinera
En el museo municipal de Plaza Huincul fundado en 1984, En el Museo Municipal de Plaza Huincul, fundado en 1984, en la vitrina dedicada a ella, aparece la foto de quien sería el niño que adoptó. Al juzgar por su vestimenta, ese muchacho igual que La Pasto Verde se incorporó al ejército.
 Una de las principales Calles de Plaza Huincul, lleva su nombre.
Marcelo Berbel, escritos y poeta nacido en Plaza Huincul, en 1965, registra en SADAIC la zamba La Pasto Verde, que muchos intérpretes inmortalizaron, entre otros José Larralde, Jorge Cafrune, y los propios hijos de Berbel. Hoy los podemos escuchar en:

·         https://www.youtube.com/watch?v=riubr1Im524

·         https://www.youtube.com/watch?v=0xccNfsaSts

·         https://www.youtube.com/watch?v=wVL5LJ_qatM

"La Pasto Verde"
(Marcelo Berbel )
Aguada de los recuerdos, lejanos
Tapera de un dulce ayer,
Tiempo de la "Pasto verde",
Zamba del coraje hecho mujer.
Brava gaucha en los fortines, sureños,
Bella flor del jarillal,
Mil soldados te quisieron,
Pero la tierra te quiso más.

Sobre la reja, entre las piedras
Donde duerme tu voz,
Mi guitarra lloró.
Sola, esta zambita por las noches
Quiere darte luz,
Porque le duele que digan
Que el criollo neuquino te olvido.
Quién te llamó "Pasto verde", fresquita
Tal vez tu aroma sintió,
Poema de los desiertos,
Versos de un coplero que pasó.

Quizás hablen de tus años, de moza,
La aguada, el grillo, el zampal,
Años de lanza y romance,
Sangre que secó el viento al pasar.


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