El contexto de la época
La ciudad de Córdoba había sido, durante dos siglos,
mucho más importante que Buenos Aires.
Fue Capital de la Gobernación del Tucumán, y más tarde de
la Intendencia de Córdoba del Tucumán,
además era sede ni más ni menos que de la Universidad Nacional de Córdoba.
La fundación del Virreinato del Río de la Plata invirtió
los roles, y Buenos Aires pasó a ser capital de un territorio que incluía a
Córdoba. Incluso la Real Audiencia fue
instalada en la capital del virreinato.
Pero los cordobeses no se habían resignado a ser subordinados de los
porteños, y mantuvieron una larga tradición de autonomía frente a Buenos Aires.
Ésta pudo hacer eclosión al estallar la Revolución de Mayo, pero la derrota de
los realistas dirigidos por Santiago de Liniers les obligó a actuar
con cautela, ante las posibles acusaciones de ser contrarrevolucionarios.
De todos modos, varios dirigentes locales intentaron lograr una cierta
autonomía local frente a Buenos Aires. Durante un corto tiempo, el Deán Funes logró
ser uno de los dirigentes más importantes de la Junta Grande de
gobierno.
El centralismo porteño no quería saber nada que no fuese “mirarse el
ombligo”. Ni el Primer Triunvirato, ni
el Segundo, ni el Directorio reconocieron
prácticamente ningún derecho de autogobierno a las provincias.
Muchos dirigentes cordobeses, sinceramente afectos a la Revolución, se
fueron retrayendo de toda actuación pública. Una sorda oposición, dirigida por
varios abogados, curas y militares había ido creciendo hacia la dominación
directoral.
La revolución federal, dirigida por José Artigas en
la Banda Oriental, se había expandido
desde 1814 sobre las
provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones. Transcurrido el primer año de
la guerra entre Artigas y el centralismo
del Directorio, la victoria de Guayabos, en enero de 1815, sobre las huestes de Manuel Dorrego permitió a los federales orientales
dominar todas esas provincias y significó
la liberación de la Banda Oriental de la dominación directoral.
Se inició así el período de máximo poder del héroe oriental. Esto fue el
germen de la independencia de Uruguay, que se concretaría doce años después,
en 1828.
Para los cordobeses era
una oportunidad para desligar a Córdoba del Directorio. Los federales cordobeses comisionaron entonces a
Juan Pablo Bulnes y Lorenzo Moyano para solicitar ayuda a Artigas. Este poco
podía ofrecer pues tenía sus fuerzas comprometidas en el operativo de Santa Fe
y esperaba una contraofensiva porteña
Claro está que, si entre los liberales existían profundas diferencias
ideológicas, no lo eran menos la de los federales. Había federales bonaerenses
y federales provinciales, federales del litoral y federales del interior.
Artigas que fue aliado de Francisco Ramírez, terminó siendo vencido por
este, y Dorrego que combatió junto a Lavalle en nombre del Directorio, fue
fusilado por este último.
Con apoyo del mismo Artigas, que se trasladó a Santa Fe, estalló en
esa provincia una revolución que llevó al
poder a los federales. Pocos días más tarde, a fines de marzo, Artigas,
envalentonado por el triunfo, envió una carta al Gobernador de Córdoba, Francisco Ortiz de Ocampo (nombrado por el
Director Gervasio Posadas), en la que le decía:
“es
necesario de V. S. y las tropas que oprimen a ese pueblo le dejen en el pleno
goce de sus derechos, retirándose a Buenos Aires en el preciso término de 24
horas. De lo contrario marcharán mis armas a esa ciudad, y experimentará V. S.
los desastres de la guerra.”
No tenía intención ni posibilidades de hacer semejante campaña, pero la
amenaza surtió efecto: el 29 de marzo de
1815 renunciaba Ocampo y, en su lugar, el Cabildo de Córdoba, en el primer acto
de soberanía provincial, nombraba Gobernador al Coronel José Javier Díaz, natural de Villa del Totoral,
hombre
fuerte en la política por su poderío económico y su jerarquía militar, obtenida
por su participación durante las Invasiones Inglesas.
Si bien Díaz era un autonomista cercano a Artigas, nunca llegó a romper
con el Directorio. Envió sus diputados al Congreso de Tucumán, pero nunca se sometió a la
autoridad política de Artigas.
Díaz asumía el mando de
toda la gobernación-intendencia y así lo notificó a Artigas, pero también lo
hizo con el director Alvear. Este doble juego obedecía a que Córdoba aún no
podía prescindir de Buenos Aires y volcarse de lleno a la protección de
Artigas. Aunque éste amenazaba la capital, el directorio de Alvear todavía
estaba en pie.
Por otra parte,
Eustoquio Díaz Vélez, en representación de la Junta de Observación (organismo
que controlaba la conducta de los Directores), firmó el Pacto de Santo Tomé con
el representante de la provincia de Santa Fe, el 9 de abril de 1816.
Mediante este acuerdo,
se dispuso la evacuación inmediata de todos los efectivos porteños que ocupaban
la provincia de Santa Fe y el reemplazo de Manuel Belgrano, a cargo del
Ejército, por el propio Díaz Vélez.
Así finalizó la lucha
entre Buenos Aires y la “Liga de los Pueblos Libres”, (integrada por las
provincias de Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe, la Banda Oriental y
los pueblos de las Misiones), liderada por Artigas.
Al conocerse en Buenos
Aires los términos de este Pacto y que las tropas al mando de Díaz Vélez
estaban dispuestas a forzar con las armas su cumplimiento, el Director Supremo
Álvarez Thomas, enemigo de Artigas, presentó su renuncia.
El federalismo cordobés se
divide
A pesar de ser un jefe federal, Díaz rechazó el pedido de auxilio del
Gobernador artiguista de Santa Fe, Mariano Vera, para defenderse de la invasión
porteña de Eustoquio Díaz Vélez, ya que había jurado
obediencia al Congreso de Tucumán, pero también al Directorio.
Eso lo hizo enemistarse con los demás jefes federales, y el jefe de las
milicias de la ciudad, Juan Pablo
Bulnes, un artiguista férreo, se sublevó contra Díaz.
Pueyrredón, a cargo del Directorio, aprovechó su debilitamiento para
relevarlo del mando provincial, pero Díaz le contestó que había sido electo por
el Cabildo, y sólo éste lo podía deponer.
Díaz había mantenido buenas relaciones con el Director Álvarez Thomas, y
organizó las reuniones entre San Martín y Pueyrredón, a través de las cuales se
plasmó la idea de organizar el Ejército de los Andes.
Díaz cooperó con ambos Generales para
garantizar el triunfo independentista. Crea la fábrica de pólvora en Colonia
Caroya y aporta fondos y hombres para la campaña.
Los diputados cordobeses, por su parte, que formaron parte del Congreso de Tucumán, se opusieron al traslado
del mismo a Buenos Aires, votado por la mayoría, incluso tres de ellos, Eduardo Pérez Bulnes, José Antonio Cabrera y Miguel Calixto del Corro, se negaron a
trasladarse a la capital.
Anticipaban que las provincias perderían la poca autonomía que habían
logrado con la reunión en Tucumán.
Uno de los diputados, sin embargo, Jerónimo Salguero, accedió a trasladarse a
Buenos Aires, y Díaz adoptó esa misma posición, desautorizando a los otros
tres. Se había abierto una división entre los federales de la provincia.
El federalismo de Díaz se
distinguía del artiguista en que el cordobés no era un separatista ni bregaba
por un sistema confederal. La independencia de la "provincia"
importaba sólo una separación provisoria del gobierno de Buenos Aires hasta que
un congreso general estableciera la forma de gobierno.
En realidad el objetivo de
Díaz era lograr una conciliación entre Buenos Aires y la Banda Oriental,
pretendiendo con ello sentar las bases de una organización nacional, pero esta
posición mediadora implicaba de alguna manera para Córdoba considerarse fuera
de la Liga de los Pueblos Libres.
De aquella línea de
autonomistas-artiguistas, fue Bulnes su representante más fiel. Con él, Díaz
mantuvo una relación ambivalente. Fue conciliador al principio, y al final
rompió debido a las presiones del Congreso de 1816, que rechazaba de plano la
participación del artiguismo. Tales disensiones se sintieron inclusive en el
seno del propio Cabildo local.
Bulnes rompió de modo definitivo con
Díaz, pues aspiraba a mantener un programa político de mayor contenido plebeyo,
apoyando una geopolítica regional integradora de todas las provincias con el
Litoral y se dirigió hacia Santa Fe con
algunas tropas.
Al saber que esa provincia había acordado el Pacto de Santo Tomé,
regresó sobre la ciudad de Córdoba y atacó a los leales a Díaz, derrotándolos
en las afueras de la ciudad. Díaz se retiró a su estancia, de donde salió para
entregar el mando, en septiembre de 1816.
Bulnes no sólo planteaba reformas
agrarias, sino reivindicaciones sociales ancestrales, pues contenían a soldados
de notoria diversidad étnica, como los indígenas guaraníes y los charrúas,
aunados a la peonada gaucha de Santa Fe, Entre Ríos, Misiones y la Provincia
Oriental.
En Córdoba, a principios de 1817,
las posiciones moderadas comenzaron a prevalecer sobre el discurso de máxima
presión contra el gobierno central.
Familia y política
Para reemplazar a Díaz, el Director Supremo eligió a Ambrosio Funes, hermano
del Deán Funes. Funes era el suegro de Bulnes, por lo que éste lo reconoció
como Gobernador. Una semana más tarde, Funes arrestó a su yerno Bulnes.
En enero de 1817, Belgrano ordenó a Funes que le entregara a Bulnes,
pero éste lo ayudó a escapar el 26 de enero de 1817.
Rápidamente, Bulnes organizó una revolución y derrocó a su suegro con
ayuda de Agustín Urtubey. Lo envió
preso hacia Buenos Aires, junto al coronel Francisco Sayós, el doctor Manuel Antonio Castro y el Deán
Funes. Estando en camino, los Funes y sus compañeros de prisión consiguieron
sublevar a sus guardias y regresar a la ciudad al frente de ellos.
Bulnes fracasó en formar un gobierno, y un Cabildo Abierto eligió gobernador
a su enemigo Juan Andrés de Pueyrredón, hermano del
Director Supremo.
Bulnes y Urtubey, fracasados políticamente, decidieron no combatir y
huyeron hacia Santa Fe, pasando más tarde a la Banda Oriental, donde secundaron
a Artigas. El 12 de marzo de 1817 asumió como
gobernador Manuel Antonio Castro, salteño, nombrado
por Pueyrredón.
Los caudillejos del sudeste
El nuevo
Gobernador nombró a Juan Andrés de Pueyrredón como comandante de la frontera
Este de la provincia, y por orden del General Juan Bautista Bustos quedó al
mando del fuerte de Cruz Alta (al sudeste de Marcos
Juárez), con la misión de detener los ataques del caudillo federal Estanislao López desde Santa Fe.
Pero aún quedaban los hombres que había reunido y entrenado Bulnes.
Estos se dispersaron por el este de la provincia, llevando las ideas federales
que rápidamente prendieron en la población.
Desde mediados del año 1817, los Comandantes José Antonio Guevara,
de El Tío
(ubicado entre la ciudad de Córdoba y San Francisco), y Felipe Álvarez, de Fraile Muerto
(hoy Bell Ville), al frente de sus montoneras,
tuvieron en jaque a las fuerzas directorales en toda esa región.
Don
Felipe Álvarez, Maestro de Posta y Comandante de Armas devenido montonero no
tuvo un final feliz. Por las mutaciones políticas de la época, los caudillejos
locales quedaban entrampados en la maraña de esos cambios.
Felipe
Álvarez fue fusilado en Mendoza junto al caudillo chileno José Miguel Carreras
por orden del Gobernador Godoy Cruz, su cabeza fue enviada a Fraile Muerto,
donde se la expuso en una pica en la plaza pública hasta que el dolor familiar
consiguió quebrar la intransigencia gubernamental y darle sepultura.
La lucha de los caudillos locales motivó el envío de otras dos
divisiones del Ejército del Norte, al mando de los coroneles Arenales y Juan Bautista Bustos. El primero asumió
como Comandante de Campaña de la provincia, mientras el segundo mantenía a su
disciplinado Regimiento de Infantería en operaciones. Pero en esa región las
montoneras no parecía que pudieran hacer mucho daño.
Afirmado el régimen directoral, y salvo las esporádicas apariciones de
las montoneras federales, Córdoba había vuelto a su normalidad, es decir, a la
sumisión al Directorio.
No obstante, las montoneras en el este y sudeste de Córdoba siguieron
haciendo apariciones esporádicas. La crueldad con que eran tratados los
montoneros capturados no las aquietó. Durante más de dos años siguieron
atacando esporádicamente las posiciones del ejército directoral, uniendo a sus
fuerzas a los desertores de éste.
Incluso poco antes del Motín de Arequito, en enero de 1820, hubo ataque de los
caudillos del sur y del este de la provincia en Cruz Alta y El Tío.
Bustos quiere la reorganización nacional
El cabildo local eligió Gobernador interino a
quien ya fuera Gobernados en 1815, José Javier Díaz, cargo que ocupó durante 18
meses entre 1819 y 1820. Los políticos federales apoyaron la rebelión del Ejército del
Norte en Arequito, y recibieron en triunfo al mismo a su
entrada en Córdoba.
El jefe del Ejército, General Juan Bautista Bustos, cordobés, nacido en
Punilla, aprovechó las divisiones internas en el federalismo provincial para
formarse rápidamente un partido propio.
Con el apoyo de algunos antiguos partidarios del Directorio, se hizo
elegir Gobernador titular, cargo que ejercería durante los siguientes nueve
años. El 21 de
marzo Bustos asumía la gobernación de la provincia, y daba el primer paso en
pos de su objetivo de reorganización nacional.
Bustos ejecutó muchas de las
aspiraciones de Díaz, inclusive incorporó a varios artiguistas a su gobierno,
entre ellos a Bulnes.
Durante su gobierno tuvo el apoyo de Bulnes y de sus aliados y, con el
tiempo, el mismo Díaz se uniría a sus filas, pero otros dirigentes federales de
la primera hora se sintieron desplazados y se pasaron a la oposición.
La mayor parte de estos últimos apoyarían la invasión del General Paz en 1829, y apoyarían su
gobierno, aún a sabiendas de que éste abrigaba sentimientos netamente
unitarios.
El más destacado de estos sería el ministro José Isasa, pero también figuraron en esa
lista Del Corro, Faustino Allende, Roque Savid, Juan Antonio Saráchaga, José Gregorio Baigorrí, Pérez Bulnes y
otros.
Epílogo
Por todo lo expuesto no debiéramos hoy
sorprendernos con los vaivenes, “panquequismo”, egocentrismos, y tantos otros
“ismos” con que vemos pasar la política y los gobiernos de nuestros últimos
años.
Lo que tampoco debe sorprendernos es
la férrea posición del centralismo porteño en contra de las provincias, a pesar
que todos “se quieran disfrazar de federales” porque eso es políticamente
correcto.
Bibliografía
ARGENTINA.
El dilema de Córdoba: la sumisión a Artigas o la obediencia a Buenos Aires. En:
Historia General de las Relaciones Exteriores de la República Argentina. http://www.argentina-rree.com/2/2-031.htm.
BISCHOFF, E. U. (1966) José Javier Díaz,
Gobernador de Córdoba: 1815-16. Trabajos y Comunicaciones, 15, 75-106. En
Memoria Académica. Disponible en: http:// www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art revistas/pr.1024/ .1024.pdf
TERNAVASIO, M. (2015).
Historia de la Argentina, 1806-1852. Grupo Editorial Siglo Veintiuno. Buenos
Aires.
TERZAGA MOREYRA, A. (2015). José Javier Díaz, gobernador. https:// www.lavoz.com.ar/
opinion/jose-javier-diaz-gobernador
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