miércoles, 17 de mayo de 2017

Muerte e intrigas como sello de un estilo político y económico.

Breve historia de traiciones por intereses.


Cuando en la Escuela Secundaria el “profe” de Historia Argentina intentaba explicarnos quienes eran federales y unitarios, cuales fueron federales “tempranos” y cuales “tardíos”, quienes eran los “buenos” y quienes los “malos”, pero a su vez encontrábamos a los personajes jugar y batallar de uno u otro lado, ¿la verdad?… el tema se  nos hacía confuso.

También lo sigue siendo hoy. Rosas que abandona a los caudillos federales del interior, Urquiza que se burla del Chacho Peñaloza, los hermanos Reynafé y Santos Pérez que eran federales pero Rosas los juzga y los mata, y así…

La muerte de Facundo Quiroga no fue un asesinato mas, pero pasa a ser solo un relato para cubrir ambiciones y justificar más muertes. o creo que esta revisión de estos pocos años, entre 1830 a 1835 me ayude a interpretar correctamente lo que pasaba en ese momento, pero al menos lo voy a intentar.

Buena parte de la historiografía argentina indica que la muerte de Facundo Quiroga formó parte de un plan “ejemplificador” pero con consecuencias políticas para algunos y económicas para otros, donde estuvieron involucrados Juan Manuel de Rosas, Estanislao López y los hermanos Reynafé como autores intelectuales y Santos Pérez como la mano  ejecutora.

Cuando se investiga un asesinato, los responsables de estudiar los hechos se preguntan ¿Cuál fue el móvil? ¿A quiénes beneficia?

A partir de allí llegan a conclusiones o a inferencias o indicios. Este es uno de los casos. Pruebas del autor material hubo. Se siguen buscando los autores intelectuales.

El contexto de la época
La guerra con Brasil (1825-1828), el fusilamiento de Dorrego por cuenta de Lavalle en 1828, el avance de la política librecambista fueron algunos hitos que marcaron cambios en la marcha de nuestra historia.

La guerra civil recomienza y al inicio de la década de 1830 “dos naciones” se enfrentan, cada una defendiendo sus intereses y concepción política.

En 1830 se establece la Liga del Interior (o Liga Unitaria), que fue una unión política y militar entre las provincias de San Luis, La Rioja, Catamarca, Mendoza, San Juan, Tucumán, Córdoba, Salta, y Santiago del Estero, las cuales nombraron al General José María Paz como jefe supremo militar.

Poco tiempo después esta Liga se enfrentó con las provincias que conformarían en 1831 el Pacto Federal (Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y más tarde Corrientes).

Estanislao López en el litoral, Facundo Quiroga en el interior y Juan Manuel de Rosas en Buenos Aires compartían principios, sin embargo todos ellos competían por un liderazgo nacional. Los egos nunca estuvieron ausente en estos actores principales.

Facundo Quiroga estaba convencido de que ese era el momento de realizar el gran esfuerzo de construir un país con el conjunto igualitario de todas las provincias, pero Rosas no compartía esa idea.

López y Quiroga apresuran una reunión del Pacto Federal. Rosas se opone dejando sus argumentos reflejados en la Carta de Hacienda de Figueroa en 1834, que reflejó el pensamiento de Rosas, quien impuso su punto de vista y gobernó otros 17 años más.

Paradójicamente Don Juan Manuel, fiel a su postura conservadora, se manifiesta en contra que el país se organizara constitucionalmente bajo un régimen federal, y dice:
“…no existen los elementos básicos para hacerlo, recién sale de una guerra civil, las provincias están destrozadas, las cicatrices son aún muy hondas. Dejemos que las cosas se vayan arreglando con el tiempo”. 
La postura de Rosas en contra de la defensa de las industrias regionales (vinos, trigo, cueros), acaba con el Pacto Federal. Rosas consolidó la hegemonía de Buenos Aires controlando con mano firme el crecimiento de las provincias del litoral y del interior. El puerto seguía beneficiando solo a Buenos Aires y en pocas manos.
Si bien Rosas habló siempre de Federación, su gobierno fue obstinadamente centralista. Desde Buenos Aires recaudaba para si y solo entregaba subsidios a algunas provincias en caso de estricta necesidad.
El centralismo de la Federación cosechaba cada día mas adversarios. Por un lado los genuinos unitarios, y por el otro lado los federales “no centralistas”, estaban desilusionados con el sistema vigente.
Rosas desconfía de todo y de todos.

En Córdoba gobernaban José Vicente (1831-1833) y José Antonio (1833-1835), Reynafé, militantes circunstanciales del federalismo de Juan Bautista Bustos entre los años 1820 y 1829.

José Ruiz Huidobro, oficial que había acompañado a Quiroga en su campaña de 1831, al regresar de la Campaña al Desierto intentó derrocar del gobierno de Córdoba a los hermanos Reynafé. Fue derrotado por la rápida reacción de Guillermo Reynafé, y pagó con varios meses de cárcel su intento.

Dado que era evidente que detrás de Ruiz Huidobro estaba Quiroga, los Reynafé decidieron que éste era un peligro para ellos. Era, además, un adversario peligroso para su jefe, Estanislao López.

¿Quiénes eran en realidad los hermanos Reynafé?
Los hermanos, todos nacidos en Tulumba (norte de la Provincia de Córdoba), fueron actores de muchos acontecimientos con implicancias nacionales en los años ´30.

·         José Vicente Reinafé (1782-1837). Fue juez en el Tribunal de Apelaciones durante el gobierno de Juan Bautista Bustos. Cuando el General José María Paz asumió como Gobernador, lo encarceló por su carácter de caudillo federal, pero luego lo puso en libertad. En 1831 fue el Comandante General de las Fuerzas Armadas de Córdoba y ese mismo año asumió como Gobernador de la provincia. Estaba en el cargo cuando murió Quiroga. Por razones militares o de salud, delegaba funciones a su hermano menor José Antonio.

·         Francisco Isidoro Reinafé; (1796-1840). Participó en la acción militar y política de su época. Durante la mayor parte del tiempo estuvo a las órdenes de Estanislao López en su mutua lucha contra los unitarios y Buenos Aires. Capturó al General Paz pero no permitió su ejecución. Era Comandante General de las Fuerzas en Córdoba en 1835 cuando murió Quiroga. Luego de este acontecimiento huyó a Montevideo, siendo el único de los tres hermanos que no fue capturado. Del federalismo se pasó al unitarismo para que en los próximos años siguientes pudiera, según como él mismo expresaba, “luchar contra la tiranía de Rosas”. El 26 de marzo de 1840, después de su derrota en Cayastá, se tiró al río Paraná (hay versiones que fue al Carcarañá), al parecer, para suicidarse. 

·         José Antonio Reinafé (1798-1837). Ocupó cargos administrativos en la época del Gobernador Bustos. Después de la caída de éste fue a vivir a Santa Fe, bajo la protección de López. Regresó a Córdoba para cooperar con su hermano mayor, por entonces Gobernador. Implicado, junto con sus hermanos en el escándalo de Quiroga, logró escapar a Chile por Bolivia pero fue capturado en Antofagasta y enviado a Buenos Aires para ser juzgado.

·         Guillermo Reinafé (1799- 1837). Activo en la política de Córdoba. Se refugió en Santa Fe con López cuando Paz asumió en Córdoba. Se unió al primero para luchar contra Paz en 1831. En 1833 Quiroga invadió Córdoba con una revolución para destituir a su hermano el Gobernador. Obtuvo la victoria en el combate de Río Cuarto contra los hombres de Quiroga, pero este ordenó que todos los prisioneros, civiles y militares, fueran fusilados. Se sabe que Guillermo juró vengarse a muerte de Facundo por esto. Cuando Santos Pérez mató a Quiroga dos años mas tarde, todos creyeron que había actuado bajo las órdenes de Guillermo.

Se necesita un muerto
Facundo Quiroga fue comisionado por Rosas para viajar al norte y mediar en un conflicto bélico entre dos provincias federales (Salta y Tucumán). Este viaja y en febrero de 1835, y después de la exitosa misión a favor de Rosas, regresaba a Buenos Aires a través de Córdoba. Estuvo reunido con Ibarra en Santiago del Estero, quien le ofreció una guardia de seguridad para el viaje ya que se sospechaba de un eventual ataque, cosa que el riojano no aceptó.

El 16 de febrero fue tomado por sorpresa en Barranca Yaco (al norte de la ciudad de Córdoba), por un pequeño grupo armado, bajo las órdenes del Capitán Santos Pérez, que le dio muerte a él y a su comitiva. Maestranzas de la comitiva que venían atrasados fueron testigos de los asesinatos.

El asesinato de Facundo Quiroga por parte de Santos Pérez sigue lleno de hipótesis sobre el o los autores intelectuales. Lo mandó a matar: 

·         Guillermo Reynafé
·         Juan Manuel de Rosas
·         Estanislao López
·         Felipe Ibarra

De todas estas solo algunas tienen mas asidero que otras, a la luz de lo que pasó después.
La primera hipótesis indicaría que los Reynafé, aliados incondicionales al caudillo del litoral, le tenían inquina a Quiroga por su enemistad con López y por la insistencia de Facundo para imponer gobiernos en Córdoba.
Cuando el General Paz cae y las tropas de Estanislao López ocupan Córdoba, los Reynafé llegan peleando en las primeras líneas. Se distinguen no sólo por su valentía, sino también porque saben conducir a su gente.
Estanislao López sabe que son "hombres de él", por eso les entrega el gobierno de la provincia. De allí viene el resentimiento de Quiroga contra los Reynafé.
El había enfrentado a Paz en Oncativo y La Tablada, exponiéndolo y aun perdiéndolo todo, y los hermanos  llegan cuando todo está servido y se quedan con una provincia que consideraba suya, para ponerla al servicio de Estanislao López.
El jefe del clan Reynafé ("la cabeza y la espada de aquella familia"), es Francisco, aquel cuyos conocimientos militares nadie discute.
Bajo la inspiración de Francisco los Reynafé se manejan en Córdoba sin atender otras indicaciones que las de Estanislao López. Son hombres comprometidos, jugados, que viven violentamente, mientras Quiroga acecha la oportunidad de liquidarlos.
López está alerta, siempre listo para cortarle el avance por intermedio de los Reynafé, mientras Juan Manuel de Rosas asiste desde lejos a entredichos entre Quiroga y López en el que nada tiene que perder, y quizá sí mucho que ganar.
Los hermanos Reynafé son los instigadores de los sucesos de Barranca Yaco, per se o por influencias de Rosas y/o López. Pretenden involucrar a Rosas y crear disidencias e intrigas entre éste y su protector Estanislao López, que finalmente les suelta la mano.
Si bien es cierto que el motivo de venganza se utilizó como un argumento, no es menos cierto que los Reynafé lo perdieron todo, empezando por el poder político hasta importantes propiedades y establecimientos agropecuarios en la Provincia de Córdoba que fueran subastados una vez fusilados, aunque nadie pujara por ellos ya que era de mal augurio, en esa época, comprar bienes de algún finado, haciendo bajar su valor real.
Es aquí adonde surgió la figura de un hacendado vasco-salteño llamado José Gregorio de Lezama Quiñones y quien fuera el futuro amigo de Rosas, que compró a muy bajo costo, dicho patrimonio. Esto siembra una seria duda sobre que la supuesta venganza haya sido la motivación del crimen. Perder todo por sed de venganza es difícil de racionalizar como patrón de conducta de políticos avezados como fueron los Reynafé.
La segunda hipótesis indica que Rosas celaba profundamente a Quiroga por el prestigio que este ganaba en las provincias interiores, y era contrario al pensamiento del riojano sobre el modelo de país que proponía.
Al parecer Rosas, que sabía de la profunda enemistad de los hermanos Reynafé con Quiroga, habría alentado a estos para asesinarlo.
La muerte de Facundo habría sido favorable a Rosas, ya que, al desembarazarse de los hermanos Reynafé (e indirectamente de Estanislao López por ser “padrino” de estos), le permitió controlar Córdoba y postergar indefinidamente los congresos que requerían las provincias para lograr la organización constitucional de la Nación en un Estado Federal, imponiendo su poder hegemónico.
Esto hace conjeturar que no solo Facundo fue emboscado por influencia de Rosas, también los hermanos Reynafé, afianzando así en forma fáctica su poder hasta ser derrotado en 1852.
Francisco Isidoro Reynafé sería el supuesto ideólogo principal del asesinato, y por tener mucho acercamiento a Estanislao López, Rosas dedujo que ambos habían participado del asesinato de Quiroga.
La tercera hipótesis, elevada por algunos autores, señala que Estanislao López fue efectivamente el autor intelectual de la muerte de Quiroga. Esta merece relativizarse, pero hay que admitir que López nunca se llevó bien con Facundo, quien nunca dejó de acusarlo de “gaucho ladrón de caballos” (le robó su famoso caballo “Moro” y nunca se lo devolvió), y, además, lo responsabilizaba de haberle facilitado el paso del General Paz por Santa Fe cuando se trasladaba para reconquistar Córdoba y después derrotarlo en las batallas de Oncativo y La Tablada.
En sus memorias, el General Paz recuerda, como al pasar, que en septiembre de 1834 López se reunió con los Reynafé en Santa Fe. También se habla de otra reunión en la localidad de El Tío (Córdoba), donde supuestamente los Reynafé lo pusieron al tanto de lo que pensaban hacer con Quiroga.

“Habría que señalar que los Reynafé eran muy guapos, muy intrigantes, pero resulta poco creíble imaginar que ellos fueran capaces de ordenar la muerte de uno de los políticos más importantes de la Argentina sin un respaldo mayor o, por lo menos, sin un guiño cómplice”.

Este guiño cómplice podría ser directo de López, o indirecto de Rosas.

Después de Barranca Yaco, y mientras los rumores de la complicidad de López eran cada vez más intensos, éste resolvió entregar al General Paz a Rosas, su prisionero favorito, la carta que López se había reservado para jugarla en el momento oportuno.

Paz estaba detenido en Santa Fe desde 1831. La tropa que trasladó a Paz hasta el campamento de López estaba dirigida por Santos Pérez, quien fue el autor material del asesinato. López entregó a Paz como acto de buena voluntad e inmediatamente entregó a los Reynafé.

Santos Pérez fue el primero en comenzar a pagar aquella muerte. Analfabeto, valiente y desconfiado, cumple las órdenes de los Reynafé porque así eran sus códigos. No obstante ello, les sugirió a sus patrones si habían medido las consecuencias del crimen que le ordenaban cometer. Francisco Reynafé, le respondió que se quedara tranquilo porque la muerte de Quiroga era deseada por López y Rosas.

La cuarta hipótesis indica que los Reynafé atribuyeron la muerte de Quiroga a gauchos bandoleros, y cuyo responsable intelectual era Felipe Ibarra, el perpetuo caudillo santiagueño. Esta acusación, Ibarra, la desechó con pruebas contundentes.  Unos días antes del 16 de febrero había advertido a su amigo Quiroga de que podían llegar a matarlo en su paso por Córdoba y le sugería desviar su itinerario por las provincias de Cuyo.

Pérez, el malo de la película 
Santos Pérez fue el que dirigió la partida, el que disparó contra Quiroga y el que ordenó que degollaran a todos los viajeros, incluso a los niños que hacían de postillones. Lo único que se puede decir a su favor es que el hombre cumplía órdenes de los Reynafé, quienes luego, intentaron envenenarlo.
Pérez era un gaucho que pasó su vida trabajando de peón en las estancias de la provincia de Córdoba.  Aprendió a manejar el puñal con total destreza, al tiempo que merodeaba las sierras y los montes en busca de nuevas aventuras o refriegas.  Cuando menos se dio cuenta, estaba inserto en las milicias rurales que peleaban sin descanso y por largos años.
Aparece en las filas de la montonera de Juan Bautista Bustos, pero debe huir de Córdoba cuando el  General Paz toma el poder de la provincia. Pérez se traslada a Santa Fe, brindando su apoyo a Estanislao López.
De la ingenuidad y su torpeza política del capitán Santos Pérez se abusaron los hombres más cultos y poderosos de su entorno.  El día que mató a Juan Facundo Quiroga, Pérez “salió de su casa de Portezuelo seguido de un puñado de hombres.  Ellos no sabían que iban a matar al riojano; no querían saberlo.  Se alejaron callados; sólo se oía la coscoja de los frenos”,
Pérez no solamente se cargó la vida de Facundo Quiroga sino que también la del doctor José Santos Ortiz, secretario de aquél.
La vida después de la muerte
La muerte de Quiroga causó conmoción y sospecha en las provincias del norte y del oeste (donde había sido caudillo), y en Buenos Aires (donde vivía). En la época se acusaba tanto a López, como a Rosas como instigadores, pero generalmente los rumores y las acusaciones recayeron sobre los Reynafé.
José Vicente Reynafé, preocupado con las acusaciones, manda llamar al Capitán Santos Pérez y lo invita a su casa de Córdoba.  Le convida aguardiente y al poco rato el capitán empieza con terribles dolores hasta que se descompone por vómitos.  Sudoroso, sale y gana el camino.  El arsénico volcado en al aguardiente no consigue matarlo.  
Cuando Rosas ordenó que los Reynafé comparecieran ante un Tribunal, al no haber respuesta del gobierno de Córdoba, puso la provincia bajo interdicto, interrumpiendo todas sus comunicaciones. Se le permitió al Gobernador Reynafé terminar el período de su mandato y, con un nuevo Gobernador, los hermanos fueron enjuiciados en Córdoba y se los declaró inocentes de la muerte de Quiroga.

Rosas, no conforme con el resultado del juicio, invocó el Pacto Federal y ordenó que los hermanos y los otros conspiradores fueran traídos a Buenos Aires para ser juzgados.

Después de un largo proceso (20 meses), se los declaró culpables del asesinato de Quiroga. El procedimiento judicial seguido por Rosas fue seriamente cuestionado, por sacar a los acusados de la jurisdicción correspondiente al debido proceso, e impedir un adecuado derecho a la defensa en juicio.

El argumento para ajusticiarlos fue que los hermanos Reynafé habían jurado venganza a Quiroga porque José Ruiz Huidobro (amigo y seguidor de Quiroga), había dirigido una revolución contra los hermanos en Córdoba, entonces estos habían jurado vengarse de Quiroga. 

El 25 de octubre de 1837 el mayor y el menor de los hermanos (José Vicente y Guillermo Reynafé), junto con Santos Pérez y otros diez más fueron colgados en la Plaza Victoria (hoy Plaza de Mayo).
Antes de ser fusilado y luego colgado, Santos Pérez, a los gritos, culpó públicamente a Juan Manuel de Rosas del asesinato de Facundo.
José Antonio había muerto en la cárcel unos días antes de su programada ejecución y Francisco había huido a Montevideo a donde es recibido no como un supuesto criminal, sino como a un importante refugiado político. Durante los primeros días vive en la casa del General Lavalleja, héroe de los uruguayos. Lo visitan y lo agasajan los principales unitarios aquí refugiados. Nadie cree ni quiere creer, o finge no creer que es el autor intelectual de la muerte de Quiroga.

Por propia iniciativa, o siguiendo los consejos de sus amigos, en el momento en que la culpabilidad de sus hermanos surge en forma evidente, trata de aparecer inocente, admitiendo la culpabilidad de ellos.

“Me quería hacer cómplice mi hermano Vicente, siendo él quien lo había mandado matar”.

A medida que transcurre el tiempo, las cosas van cambiando. Los unitarios emigrados tratan de esquivarlo. La última aventura del coronel Francisco Reynafé, la de su destierro, es sumamente amarga. Dice Ramón J. Cárcano:

"En Montevideo el Coronel no siente la cálida acogida de los primeros meses de su fuga. Pronto advierte que los emigrados rehúyen su trato y le vuelven la espalda. No lo estiman ni le temen. No faltan noticias fidedignas de Barranca Yaco. Muchos no reservan el desprecio y empiezan a escupir con zafia sobre el proscripto indefenso. Oscuro y desvalido, peregrina por ciudades y pueblos del Uruguay y Brasil, sumido en la miseria del destierro, sin energías morales, sin trabajo ni recursos, batido por la tempestad.

Consigue alguna protección del general Rivera y vive a su amparo, atisbando, mejores días. Conoce los cambios políticos operados en Córdoba y sabe que sus mejores amigos están proscriptos o sirven incondicionalmente al gobernador López. Procura, sin embargo, aproximarse a su provincia confiado siempre en nuevos hechos que modifiquen la situación."

Algunos autores consignan “Los principales responsables del crimen pagaron con sus vidas, los Reynafé desparecieron del escenario político de Córdoba, y Rosas logró, gracias al sacrificio de Quiroga, las facultades extraordinarias y la suma del poder público.

En términos políticos, la crisis provocada por el asesinato de Facundo se resolvió favorablemente para los intereses de Juan Manuel y de Estanislao López, pero ya se sabe que una adecuada resolución política no siempre se compatibiliza con la verdad histórica o, para expresarlo en términos más justos, con los interrogantes que se hacen los historiadores”.

Para muchos, el negocio para el estanciero de Los Cerrillos fue redondo. Dos meses después de la muerte de Quiroga, asumió con la suma del poder público y pronunció palabras que hasta el día de hoy siguen provocando un ligero estremecimiento:

“Resolvámonos a combatir a estos malvados que han puesto en confusión nuestra tierra. Persigamos a muerte al impío, al ladrón, al homicida y, sobre todo, al pérfido y al ladrón que tengan la osadía de burlarse de nuestra buena fe. Que de esa raza de monstruos no quede uno entre nosotros y que su persecución sea tan tenaz y vigorosa que sirva de terror y espanto a los que puedan venir en adelante”.

Resumiendo
Rosas, López y Quiroga comparten las ideas federales sin embargo los tres peleaban internamente por el liderazgo en el territorio.

Rosas dominaba Buenos Aires, López el litoral y Quiroga todo el noroeste y las provincias de Cuyo.

Rosas lo aprecia a Facundo pero no comparte el modelo de país, por mas que este se haya mudado a vivir a Buenos Aires para estar mas cerca de él y haber “cambiado” sus usos y costumbres.

Por otra parte Quiroga tiene serias internas con López ya que lo acusa de “liberarle” la provincia de Santa Fe para que Paz avance sobre Córdoba y lo derrote en Oncativo y La Tablada, y por no devolverle su mítico caballo.

Los hermanos Reynafé toman el poder que Facundo pretende en Córdoba y lo combaten por su enemistad con López, su líder político.

Aparece entonces la posibilidad de diseñar una táctica de “caída en cascada”. Muerto Quiroga a manos de los Reynafé, muertos estos a manos de Rosas, y debilitada la posición de López (por quedarse sin aliados en centro del país), el camino hacia otro modelo de país está liberado.

Algunos salieron ganando y otros salieron perdiendo. Seguirán las conjeturas hasta que no aparezcan las pruebas 

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