Cuando la gente estudia una historia “lisa y llana” no espera encontrarse con personajes como este: Manuel Baigorria. Un compadre puntano que se recostaba siempre “del lado más tibio” de las circunstancias.
Generalmente unitario, pero
le daba lo mismo pelear al lado de Urquiza que de Mitre, del lado de los
indígenas o en contra de estos, en contra de Rosas o no tanto.
Valentía para pelear por una
causa no le faltaba, la cuestión es ¿de qué lado la usaba?.
La lealtad de este Coronel
no parece haber sido su “punto fuerte”. Esas inconsistencias ideológicas y
políticas, sus idas y sus vueltas, nos hace decir que estaba “flojito” de
convicciones.
Los Baigorria (o como le
gusta reconocer a la comunidad vasca Baigorría, con acento en la segunda “i”),
fueron todos de familias puntanas que incluyeron tanto al Granadero Baigorria
(héroe en la Batalla de San Lorenzo), como a Antonino Baigorria (sobrino de
Manuel), militar en las guerras civiles y contra los indígenas, y a quien nos
vamos a referir: Manuel (“el indio”) Baigorria.
Manuel, nació en San Luis, aun en el Virreinato
del Río de la Plata, en 1809. Era un mestizo de familia
humilde, pero que sabía leer y escribir. Muy joven se unió al ejército
provincial y fue destinado a la frontera contra los indígenas.
Según algunos autores tuvo
una vida en la que "hay poco que
novelar para hacerla novela", durante la cual fue protagonista jugando
en ambos bandos en el enfrentamiento entre unitarios y federales en los años de
búsqueda de la organización nacional y peleando con y en contra de los
aborígenes a lo largo de sus 81 años de vida.
Esas inconsistencias
ideológicas y políticas, sus idas y sus vueltas, nos hace decir que estaba
“flojito” de convicciones.
Al decir de algunos autores “la frontera entre blancos e indios en el
sur argentino fue siempre una zona de sucesos increíbles y de dudosos
contornos. Allí se confundían indios, blancos, criollos, gauchos y cautivos
aindiados; contrabando, robo y comercio; diplomacia y soborno; guerra y
política; historia y leyenda.
La
divisoria entre la zona dominada por los blancos y aquella controlada por las
distintas tribus que poblaban la parte austral del territorio se extendía -a
mediados del siglo XIX- a través de una línea imaginaria que unía el sur de la
provincia de Buenos Aires, el sur de la provincia de Santa Fe y la cordillera
de los Andes”.
Sus
inicios en la vida militar
Fue nombrado oficial a los 21 años cuando estalló
la revolución unitaria de Luis Videla (líder del unitarismo puntano), en 1830, en apoyo a la política del
general José María Paz. Combatió en la batalla de
Oncativo contra Juan Facundo
Quiroga. Allí se gana el grado de Alférez y
regresó con Videla a San Luis.
Peleando al lado de Luis
Videla cayó prisionero después de la Batalla de Rodeo Chacón en 1831 en la que Facundo Quiroga resulta
vencedor. Merced a la acción de un soldado no integró una caravana de
prisioneros que iba directo al fusilamiento.
Manuel Baigorria guio como baqueano a Luis Videla quien huyó
a Mendoza y se puso a órdenes de José Videla Castillo. Regresó de incógnito a
San Luis, y permaneció oculto en el monte durante varias semanas. Finalmente,
convencido de que la derrota unitaria era definitiva, terminaron refugiados en
las tolderías de los Ranqueles.
Los Ranqueles (ranküll-che o “pueblo de las cañas”), fueron
una etnia consolidada con el aporte de los tehuelches septentrionales
(querandíes), pehuenches “araucanizados” y huilliches. Eran los dueños de las
tierras en el norte y centro de la actual provincia de La Pampa y sur de
Córdoba, con tres asentamientos:
El Cuero o Carrilobo: Linaje de Carripilón como Ramón
“platero” Cabral).
Poitagüé o Poitahué: Linaje de Yanquetrúz como Pichún
Gualá, Manuel Baigorria (Baigorrita) y Luis (Lucho) Baigorria.
Leubucó o Leuvucó: Linaje de Painé
Güer
(“los zorros”) como Mariano Rosas y
Epumer Rosas
Su vida en las tolderías
Tal fue su aceptación y
adaptación que le valió el apodo de "el indio", y en poco tiempo se
convirtió en uno de los caciques principales, tanto al mando de tropas “blancas”
(otros refugiados), como de los Ranqueles. Su
astucia le permitió ganarse la confianza de los poderosos caciques Yanquetruz, Painé y Pichún.
Al
decir de Santiago Avendaño (un ex cautivo de los Ranqueles), “Los indios prodigaban hospitalidad a
cualquiera, a cuanto iban a refugiarse entre ellos. Jamás tomaron interés en
averiguar de ningún emigrado si causas criminales o políticas lo habían
obligado a huir de su patria. El favor lo hacían simplemente para mejorar el
infortunio de un desgraciado, más que por el provecho que jamás esperaban de
ningún extraño”.
A cambio de esa hospitalidad Baigorria suministraba
información. Llegó a ser consejero de ellos e inclusive encabezó malones junto
a Pichún, Guete y otros jefes indígenas contra las provincias de Córdoba y Buenos Aires desviando los ataques de su propia provincia, y
enfrentó la Campaña al Desierto llevada a cabo por Juan Manuel de Rosas en 1833 combatiendo en Acollaradas contra el Coronel José Ruiz Huidobro.
Al parecer, en esa batalla recibió una terrible
herida en la cara en forma de surco, que la cruzaba en diagonal. La cicatriz lo
acompañó el resto de su vida, y generaba una cierta admiración por su valor y
resistencia.
Luego de la muerte de Yanquetruz, en 1836, mantuvo cierto poder al mando de
la familia de éste, sólo relativamente dependiente del nuevo cacique general, Painé.
Algunos autores lo
describen como un "hombre de tan
pocas letras como muchas agallas". El valor lo demostró en toda su
acción militar, no siempre exitosa.
En 1838 dirigió una invasión al norte de
Buenos Aires y sur de Santa Fe en la que fue derrotado. En 1840 llevó un malón a su provincia, en apoyo de una revolución unitaria,
dirigida por el Coronel Eufrasio Videla. Lograron tomar el poder, pero sus indios se dedicaron a saquear la
región. Fueron nuevamente
derrotados por José Félix Aldao en la Batalla de Las Quijadas y volvió en 1841 a su vida entre los nativos.
Una vez aquerenciado cerca de la laguna de Trenel (La Pampa), llegó a capitanear una tropa de
300 hombres, denominada Escuadrón de Voluntarios. Casi todos sus integrantes eran blancos fugitivos de
la ley o perseguidos políticos. Entre estos los últimos, precisamente, se
contaron durante un tiempo los hermanos Juan, Francisco y Felipe Saá,
antirrosistas como Baigorria.
Los Saá discrepaban con éste sobre la conducta a
seguir y querían volver al bando cristiano para intervenir en las luchas
civiles al frente del Escuadrón, pero Baigorria se oponía. La crisis continuó y,
ya indultados por las autoridades de la Confederación, los Saá se retiraron, y
con ellos un numeroso grupo de “voluntarios”.
La desconfianza de los indígenas fue casi
automática y Baigorria, irritado, y para demostrar que nada tenía que ver con
la deserción, salió en persecución de los huidos y mató a varios “porque se habían fugado llevándole toda la caballada”.
De todos modos ese alarde no bastó a disipar la desconfianza de los indígenas,
y sólo pudo eludir la condena a muerte casándose con su tercera esposa, la hija
del cacique Ignacio Coliqueo.
Otras veces fue su valentía la que le permitió
salvar la vida, como cuando fue responsable de la liberación de cautivas. A una
de ellas (Luciana Gorosito), le dijo en el momento que le facilitaba la fuga: “Abraza a tus padres y diles que Baigorria no es un bárbaro, sino
un desgraciado que debe seguir a los indígenas para conservar la vida”.
Baigorria
se había “aindiado”, pero no tanto. Se había construido un rancho de barro y
paja en sitio lejano de la toldería, donde conservaba sus "instintos
civilizados" y consagraba su interés a la lectura de los diarios que le
llegaban y que lo mantenían informado de la política argentina.
Allí
tenía una pequeña biblioteca, entre cuyos libros conservaba un ejemplar del
Facundo de Domingo Sarmiento, al que le faltaban páginas, y que era su lectura
favorita pues trataba de sucesos en los que él había participado.
Pero
Baigorria era un hombre de acción: en abril de 1843 llegó a San Nicolás con 1.000 aborígenes que se replegaron con
"gran arreo" de animales. Según testimonios históricos, de ese arreo
se pudieron recuperar 20.000 cabezas, que naturalmente no eran ni por asomo el
total del ganado robado.
En 1845 junto a 900 indígenas y otros
blancos refugiados con él en las tolderías iniciaron una acción del otro lado
de la frontera que fue vencida, mediante un ardid, por un capitán con 160
hombres que le pudo arrebatar 25.000 animales robados.
No es
sencillo hacerse una idea de la fuerza arrolladora de cientos de indígenas a
caballo y decenas de miles de animales robados cruzando el desierto de regreso
a las tolderías.
Los malones, tal como se
llamaban estos avances, imponían el terror en la frontera y fueron utilizados
por Baigorria para ayudar a sus políticos de turno amigos, generalmente del
bando unitario.
Marchó a Buenos Aires donde Urquiza le
reconoció el grado de Coronel y le otorgó un cargo importantísimo: Comandante de la Frontera (con los indígenas), desde el Plata hasta la Cordillera. Avanzó esa frontera algunas leguas hacia el sur, lo
que causó nuevos malones, al mando de Mariano Rosas. Logró
debilitar a éste aliándose con Coliqueo y dividiendo a los ranqueles al formar
una tribu independiente, bajo el mando de su ahijado, Baigorrita.
Al
regresar a la vida activa en el mundo “cristiano”, después de la caída de Rosas
en 1852, su suerte cambió por completo: abandonó para siempre las tolderías y
retornó a San Luis, donde se encontró nuevamente con su familia.
Se
olvidó de su vinculación con los indígenas y, destinado a la frontera, realizó
varias campañas contra ellos. En 1856 fue ascendido a Coronel.
Peleó en la batalla de
Cepeda, en 1859, del lado de Urquiza. Así fue como el gobierno de la Confederación
(enfrentado al de Buenos Aires), llegó a tener en Baigorria a su principal
interlocutor con el poderoso imperio pampa.
El flamante
Coronel movía sus hilos desde el fuerte Tres de Febrero, sobre el río Quinto, y
mantenía relaciones sumamente, cordiales con el cacique Coliqueo (un
incondicional suyo), y aun con el poderoso Calfucurá.
Tentado para que abandonara el bando de la
Confederación, Baigorria se negó a ello con vehemencia, su participación en la
revolución contra el Gobernador de Córdoba Mariano Fragueiro en 1860, y otros sucesos, fueron
resintiendo su confianza en Urquiza.
Por lo menos, ésa es la explicación que dio para
justificar un acto de deserción que muchos consideran inspirado por
su resentimiento personal contra los Saá y otros
como producto de un simple soborno.
El Presidente Santiago Derqui terminó por deponer a Fragueiro, y el Vicepresidente Pedernera, su comprovinciano, lo desautorizó y lo reemplazó
como Comandante de la Frontera por Juan Saá, su enemigo personal desde que
había abandonado las tolderías.
Por este cúmulo de razones
personales se pasó al enemigo. Poco antes de la batalla de
Pavón se pasó con armas y bagajes al servicio del centralismo porteño, y aunque
en Cepeda se había batido del lado confederado, en Pavón, en 1861, formó junto
a Mitre y el General Ignacio Rivas, acompañado por indígenas de la tribu de su
amigo Coliqueo.
Rivas,
algunas semanas después, fue puesto al mando de una división de
2.000 hombres que debía invadir las provincias de Cuyo, de la cual era segundo jefe el “coronel” Domingo Faustino Sarmiento. Puso a éste como gobernador de San Juan,
a Luis Molina en Mendoza y
a Justo Daract en San Luis.
En ningún caso organizó elecciones.
Tras pasar unos meses en Mendoza, Baigorria regresó a la frontera sur de Córdoba y
San Luis.
La lealtad de este Coronel
no parece haber sido su “punto fuerte”. Durante años peleó del lado unitario y
al lado o en contra de los indígenas, que lo habían cobijado en su escape de la
vida blanca.
Participó en los dos
sectores enfrentados en ese entonces: la Confederación y las fuerzas de Buenos
Aires. El cambio de bando se produjo cuando recibió la orden de ponerse al
mando de un antiguo enemigo personal, ex unitario acogido a un indulto otorgado
por el jefe federal Rosas.
Más tarde peleó contra el Chacho Peñaloza en la batalla de
Las Playas en 1863, y en 1864, antes de marchar al frente
paraguayo, Mitre le encargó el cuidado de las fronteras con el indígena. Junto al coronel Julio de Vedia dirigió una campaña a Leubucó, el centro de los ranqueles.
En 1867 venció al caudillo federal de Córdoba, Simón Luengo, y apoyó la campaña contra Felipe Varela, el
último caudillo federal del interior. En 1868 comenzó a
escribir unas “interesantes” Memorias, de las que vale la pena citar el prefacio:
"El coronel Baigorria, en la Villa de Río
Cuarto, a seis días del mes de mayo de 1868, no teniendo en qué distraerse, se
ocupa en recordar ligeramente su pasada y agitada vida."
A fines de 1873 pasó a la plana mayor de la división del General José Miguel Arredondo, con la que inició el reconocimiento de un terreno
que conocía a la perfección: el desierto junto al entonces Coronel Julio Argentino Roca. Junto con
el General Arredondo colaboró en la revolución mitrista de 1874.
Manuel Baigorria murió a los 66 años en su San Luis
natal el 21 de julio de 1875.
Su ahijado
Baigorrita
Tal como se usaba
entre los nativos, Manuel Baigorria fue padrino de un niño Ranquel al que se le
puso el mismo nombre (Manuel Baigorria), y al que se apodaba
"Baigorrita".
Darle el nombre a un ahijado
implicaba ponerlo bajo su patrocinio para toda la vida. El pase del dominio del
padre al del padrino, obligaba a quererlo siempre, a respetarlo en todo, a
seguir sus consejos y a no combatir nunca contra él, “bajo pena de provocar la cólera del cielo”. Su ahijado cumplió su
compromiso.
Cuenta Lucio V.
Mansilla en una entrevista con Baigorrita, que le dijo “su padrino no era buen hombre, fue mal cristiano y mal indio, y que a unos y a otros los había
traicionado". La respuesta de Baigorrita fue que no desconocía sus
razones, pero que al fin de cuentas era su padrino, que llevaba su nombre y que
no podía dejar de quererle.
Baigorrita,
cuyo nombre completo era Manuel Baigorría Gualá, alias Mari-có, nació en La
Pampa hacia 1837. Era hijo del
cacique Pichón Gualá, muerto en 1855, y de Rita Castro, cautiva puntana de “El
Morro”. Era nieto del cacique Yanquetruz II, muerto en 1838.
A la muerte de su
padre, con 18 años, fue criado, junto con sus hermanas, por Manuel Baigorria.
En 1862, a los 25 años, Baigorrita
ya había asumido el cacicazgo de Poitagüé, distante a unos 50 km de Leubucó,
sede del Cacique principal Mariano Rosas.
En junio de 1865, a instancias de su padrino, firmó
un tratado de paz con el Presidente Bartolomé Mitre, a fin de pacificar la
frontera sur de San Luis y Córdoba, pero bien pronto, junto con el cacique
Epumer, apoyó el accionar de las montoneras del interior de los hermanos Saá, en disconformidad con el
gobierno de Buenos Aires.
Entre las primeras
invasiones que promovió se cuenta por sus efectos devastadores el malón sobre
Villa Mercedes (San Luis), en 1867,
y sobre Villa La Paz (Mendoza), en 1868,
donde fue saqueada la misma iglesia del pueblo.
Como en el caso de Mariano Rosas, el Coronel Lucio V.
Mansilla ha dejado plasmado el retrato de Baigorrita en ocasión de la visita
que hizo a sus toldos en abril de 1870. En esa ocasión firmó, junto con aquel,
el tratado de paz de 1870, y más tarde el de 1872.
Desde la muerte de
Mariano, en 1877, su autoridad se
acrecentó entre las tribus, adquiriendo mayor prestigio, sin llegar a superar
la ejercida por el cacique Epumer Rosas, sucesor de Mariano.
Según el parecer del
misionero franciscano Marcos Donati, a quien lo unían lazos de sincera amistad,
Baigorrita por temperamento y crianza, era más propenso a aceptar el
cristianismo que Mariano y los demás caciques ranquelinos, pudiéndose pensar
que en caso de establecerse una misión en Leubucó accedería a recibir el
bautismo.
A partir del año 1878
su historia se tiñe de oscuridad y tragedia, al punto que resulta difícil
trazarla con exactitud. Ante el avance de las tropas nacionales desde Río
Cuarto y Villa Mercedes, optó por eludir enfrentamientos abiertos, internándose
en el monte con su gente, desde donde ejerció un permanente hostigamiento a fin
de sorprender a las descubiertas despachadas en su búsqueda.
No obstante todos los esfuerzos desplegados por los jefes
militares del momento, nunca pudo ser hecho prisionero en territorio pampeano,
convirtiéndose así en la presa más codiciada de todas las batidas que
pretendían alzarse con tal preciado trofeo de guerra.
Dijo
de él Lucio V.Mansilla: "Baigorrita,
es muy aficionado a las mujeres, jugador y también pobre, tiene reputación de
valiente, de manso y un gran prestigio militar entre los indios. Tiene
costumbres sencillas, vive modestamente y no es lujoso ni en los arreos de su
caballo”.
Antes que entregarse, prefirió emprender una penosa y
desesperada retirada con rumbo suroeste, en dirección a la Cordillera, con
secreta intención de pasar a Chile si así se lo aconsejaban las circunstancias.
Baigorrita huyó hacia Neuquén con 600 guerreros y
sus familias y fue perseguido por fuerzas del ejército y por Cayupán hasta
alcanzarlo en junio de 1879 en Cochicó, no se logró su captura, pero sí la de
500 de sus seguidores, entre ellos su hermano menor Luis (Lucho) Baigorria.
Muere asesinado en Neuquén el 16 de julio de 1879 a los 42 años, eligiendo la muerte
antes que el destierro. El tiro que lo baja del caballo es el punto final a esta raza que Buenos
Aires no tolera. Lo
sucedió su hermano Luis.
Anexo
¿Quién era quién?
· Los actores nativos
Durante el Siglo XIX la situación entre los nativos, y
con los nativos fue extremadamente compleja, guiada generalmente por fuertes
interese económicos (tierras, salinas, caballadas, hacienda). El proceso de
“araucanización” (proceso de expansión y difusión de
un conjunto de rasgos culturales de
los araucanos
chilenos en el actual territorio argentino), dio lugar a fuertes interacciones
étnicas que dan lugar a confusas clasificaciones de los asentamientos
aborígenes.
Cuando la política de la época (unitarios y federales –
confederados y bonaerenses), se metió en el ruedo, se produce un “todos contra
todos” cambiante en el tiempo según las traiciones en las amistades y el
incumplimiento de los mas de 100 pactos de paz firmados.
Distribución de etnias y
cacicazgos de la época en el actual
territorio argentino
Una mirada rápida a los participantes de este confuso
panorama intentará aclarar quien es quien.
Habría nacido al
oeste de los Andes en Llaima, en el actual territorio chileno, posiblemente entre 1760 y 1780. Era hijo del cacique
Huentecurá (“piedra de arriba”),
nacido hacia 1730, uno de los jefes que había ayudado a José de San Martín en su cruce de los Andes.
Hacia 1830 Calfucurá cruzó
los Andes y se radicó en la gran llanura
pampeana, dominada en ese momento por los borogas, quienes pidieron la protección de Calfucurá, pero impidieron que este pasara
a malonear sobre la provincia.
Después de matar a los caciques borogas, notificó a los demás caciques de la
región que por la voluntad del dios Guenechén él se había
erigido en Jefe Supremo del gobierno de las Salinas
Grandes (o cacique general de las Pampas).
Por
su control de las Salinas Grandes del Sur, tenía en su poder tanto un punto estratégico
de las "rastrilladas" (que eran las rutas comerciales mapuches en las
pampas), como el dominio de la sal, sustancia fundamental en esa
época para la conservación de la carne. Calfucurá murió el 3 de junio de 1873, siendo sucedido por su hijo Manuel Namuncurá.
Ignacio Coliqueo (1786 - 1871). Fue un lonco mapuche descendiente de Caupolicán, que nació en 1786 en la localidad de
Huincul, cerca de Boroa, en la actual provincia de Temuco, en Chile. Condujo a su tribu desde la Araucanía y la instaló en 1861 en la zona que
luego se denominó Los Toldos, en la provincia de Buenos Aires. Fue por eso
conocido como un «indio amigo» por las autoridades argentinas.
Coliqueo logró
escapar a la matanza de los borogas (vorogas o boroanos), realizada por Calfucurá , refugiándose
entre los ranqueles de Yanquetruz entrando en relaciones con Manuel
Baigorria, quien vivía con los ranqueles. Luego éste se
convertiría en su yerno.
Coliqueo y
Baigorria entraron en negociaciones con Justo José de Urquiza y se sumaron a su ejército combatiendo y venciendo
en la Batalla de Cepeda en 1859, en el sur de la provincia de Santa Fe (cerca del límite con la provincia de Buenos
Aires), a cambio de que el nuevo gobierno diera tierras para su tribu.
Urquiza incumplió
lo pactado, por lo que Coliqueo realizó un nuevo acuerdo con Bartolomé Mitre, quien les otorgó el derecho a poseer un
territorio. En 1861, Mitre lo reconoció como «cacique principal de los indios amigos y
coronel del ejército nacional.
Poco después Mitre
lo convocó con sus guerreros a combatir contra Urquiza, participando en la Batalla de Pavón y definiéndola a favor de la Provincia de Buenos
Aires. La habilidad de Coliqueo se notó también en su capacidad de obtener en
1866 una Ley que constituyó el
título legal de las tierras para su comunidad.
Carripilón o Carripilún u “orejas verdes” (¿?? – 1820). Fue un cacique
ranquelino nacido en Ranquil (Neuquén), y establecido hacia 1789 entre los
ríos Cuarto y Colorado, desde el sur de las actuales
provincias de San Luis y Córdoba, hasta el sur de la Provincia de La Pampa.
En septiembre de
1794 Carripilún firmó la paz con el Comandante de la Frontera de Córdoba, pero
la negociación con Mendoza continuó demorada. Una epidemia de viruela diezmó ese año a
muchos indígenas, muriendo varios caciques, produciéndose además
enfrentamientos entre Huiliches y Ranqueles. En 1796 el virrey Vértiz
aprobó la paz entre los Pehuenches y Ranqueles, comunicándoselo a Carripilún
para que se presentase a firmarla.
Recién el 6 de
julio de 1799 fue firmado por José
F. de Amigorena en el Fuerte de San Carlos (Mendoza), el tratado de paz de los
ranqueles con Mendoza con la presencia de los Pehuenches, que también firmaron
la paz con los Ranqueles.
Carripilún fue nombrado cacique gobernador del Mamull Mapu (“país de los
montes”), dándole un encaje geográfico en un área ubicada entre La Pampa, el
sur de San Luis, el sur de Córdoba y el sur de Santa Fe. Hubo otros caciques,
pero Carripilún tuvo la virtud de formar una nación muy fuerte, armó la empresa
guerrera más grande que hubo. Así se consolidó uno de los momentos que marcaron
la historia de la comunidad Ranquel.
Carripilun es reconocido como “el padre del imperio ranquelino” y por los
españoles fue llamado “Gran Señor Cacique”. Ante la eventual invasión inglesa de 1806 Carripilún ofreció al Virrey
Sobremonte 3.000 lanceros que viajaron a Buenos Aires junto con muchos caciques
mas. La ayuda fue agradecida, pero no aceptada.
Yanquetruz II (¿? - 1836). Fue un lonco (cacique), Mapuche Huilliche nacido en la Araucanía chilena que en 1818 se estableció
entre los ranqueles del sur de Córdoba, Santa Fe, San Luis y La Pampa. Yanquetruz, "el fuerte", tomó el mando
ranquel a la muerte del cacique Carripilún, quien murió sin descendencia,
teniendo su campamento en Leubucó. No debe ser confundido con el cacique homónimo José María Bulnes Yanquetruz, que dominaba las adyacencias de Bahía Blanca.
Era descendiente
del cacique Yanquetruz (Llanquitur), que en las
últimas décadas del siglo XVIII luchó en el sur de
Mendoza contra Amigorena.
En 1818 llegó a
Leubucó junto a un centenar de guerreros indígenas procedentes de Chile,
llegando con él su esposa Carú Luán y su hijo Pichun Gualá. Se destacó en los malones y adquirió
suficiente fama y poder como para ser elegido jefe de los ranqueles a la muerte
de Carripilún.
Estuvo del lado
del caudillo chileno José Miguel Carrera, con quien asoló buena parte
del territorio bonaerense. Realizó alianzas con Pampas y Tehuelches y fue
combatido por Juan Manuel de Rosas, con quien luego firmó alianzas para
controlar las operaciones de los hermanos Pincheira. Nuevamente enemistado con
Rosas cierra filas con Manuel Baigorria. Rosas lo combate en la Campaña al
Desierto a través de la columna del centro a cargo de Ruiz Huidobro.
A fines de 1835
Rosas supo que los caciques Ranqueles viajaron al País de las Manzanas en busca
de ayuda de indígenas chilenos.
Manuel Baigorria
confirmó este viaje, señalando que Pichún regresó de Llaima con 1.400
guerreros, mientras Yanquetruz estaba enfermo y oculto en las juntas del
Diamante con el Desaguadero, lugar en donde murió en 1836.
Painé Güer (Zorro azul). Padre de Panguitruz Güer (Mariano Rosas), y sobrino de Yanquetruz, a quien sucede luego de su muerte. Es el primero de la dinastía ranquelina llamada los Zorros, los Güer o Guor. Su valor humano está en que une a todos los capitanejos y pequeños caciques para formar la gran Nación Ranquel hacia entre 1835 y 1840 en el centro de nuestro país.
Se opone al gobierno de Rosas y conforma alianzas con los unitarios sobre todo con los caudillos de San Luis de la familia Saá. Se separa de Calfucurá, que apoya a Rosas, por tener intereses económicos diferentes, pero jamás derrama sangre de hermanos en peleas internas, sólo se limita a no colaborar con el malón o a enviar malones a las estancias rosistas. Painé Güer murió en 1856 al hacer estallar involuntariamente una granada.
Mariano Rosas o Panguitruz Güer, (1825 - 1877), fue un cacique ranquel nacido en la actual provincia de La Pampa. Pertenecía a la familia de los Güer (que significa zorro en idioma mapuche). Fue el segundo hijo del cacique Painé Güer (Zorro Azul), y de una cautiva huinca. En 1834, a los 9 años de edad, Panguitruz y otros niños indios fueron tomados prisioneros y trasladados engrillados hasta la aldea Santos Lugares de Rosas.
Al enterarse de que Panguitruz era hijo de un cacique famoso, el Restaurador lo hizo bautizar, sirviéndole de padrino. Le puso Mariano como nombre de pila, le dio su apellido y le mandó con los otros de peón a su estancia del Pino. Allí aprendió a leer y escribir, y se hizo diestro en las faenas rurales.
Una noche de 1840 (a los 15 años de edad), los jóvenes ranqueles montaron los mejores caballos y escaparon. Debían recorrer varios cientos de kilómetros hacia el oeste. Anduvieron perdidos durante varios días hasta llegar a la laguna Leubucó, su tierra natal.
Al poco tiempo de regreso en Leubucó, cuando recibió un regalo de su padrino Rosas (yeguas, vacas, toros, caballos, un apero completo con muchas prendas de plata, algunas arrobas de yerba y azúcar, tabaco y papel, ropa fina, un uniforme de coronel y muchas divisas coloradas). Mariano Rosas conservaba el más grato recuerdo de veneración por su padrino.
El padre de Mariano Rosas (Painé Güer), murió en 1856 al hacer estallar involuntariamente una granada abandonada por el Ejército Argentino. Le sucedió su hijo mayor, Calvaiú Güer, pero dos años después, en 1858, Calvaiú fue asesinado en un atentado. Entonces Panguitruz Güer lo sucedió como líder de todos los ranqueles. En la Batalla de Cepeda, en 1859, fuerzas Ranqueles de Mariano Rosas combatieron en el bando de Urquiza.
En su capital Leubucó daba refugio a todos. Hombres del Chacho Peñaloza, de Juan Saá y de Santos Guayama se ampararon en la localidad. Aunque al principio de su cacicazgo lanzó varios malones contra las aldeas principales en las provincias de Mendoza, San Luis y Córdoba, en general lideró un largo y próspero período de paz con los huincas.
Mariano Rosas murió de viruela en Leubucó el 18 de agosto de 1877, a los 52 años y su tumba fue profanada por el Coronel Eduardo Racedo en 1879.
Painé Güer (Zorro azul). Padre de Panguitruz Güer (Mariano Rosas), y sobrino de Yanquetruz, a quien sucede luego de su muerte. Es el primero de la dinastía ranquelina llamada los Zorros, los Güer o Guor. Su valor humano está en que une a todos los capitanejos y pequeños caciques para formar la gran Nación Ranquel hacia entre 1835 y 1840 en el centro de nuestro país.
Se opone al gobierno de Rosas y conforma alianzas con los unitarios sobre todo con los caudillos de San Luis de la familia Saá. Se separa de Calfucurá, que apoya a Rosas, por tener intereses económicos diferentes, pero jamás derrama sangre de hermanos en peleas internas, sólo se limita a no colaborar con el malón o a enviar malones a las estancias rosistas. Painé Güer murió en 1856 al hacer estallar involuntariamente una granada.
Mariano Rosas o Panguitruz Güer, (1825 - 1877), fue un cacique ranquel nacido en la actual provincia de La Pampa. Pertenecía a la familia de los Güer (que significa zorro en idioma mapuche). Fue el segundo hijo del cacique Painé Güer (Zorro Azul), y de una cautiva huinca. En 1834, a los 9 años de edad, Panguitruz y otros niños indios fueron tomados prisioneros y trasladados engrillados hasta la aldea Santos Lugares de Rosas.
Al enterarse de que Panguitruz era hijo de un cacique famoso, el Restaurador lo hizo bautizar, sirviéndole de padrino. Le puso Mariano como nombre de pila, le dio su apellido y le mandó con los otros de peón a su estancia del Pino. Allí aprendió a leer y escribir, y se hizo diestro en las faenas rurales.
Una noche de 1840 (a los 15 años de edad), los jóvenes ranqueles montaron los mejores caballos y escaparon. Debían recorrer varios cientos de kilómetros hacia el oeste. Anduvieron perdidos durante varios días hasta llegar a la laguna Leubucó, su tierra natal.
Al poco tiempo de regreso en Leubucó, cuando recibió un regalo de su padrino Rosas (yeguas, vacas, toros, caballos, un apero completo con muchas prendas de plata, algunas arrobas de yerba y azúcar, tabaco y papel, ropa fina, un uniforme de coronel y muchas divisas coloradas). Mariano Rosas conservaba el más grato recuerdo de veneración por su padrino.
El padre de Mariano Rosas (Painé Güer), murió en 1856 al hacer estallar involuntariamente una granada abandonada por el Ejército Argentino. Le sucedió su hijo mayor, Calvaiú Güer, pero dos años después, en 1858, Calvaiú fue asesinado en un atentado. Entonces Panguitruz Güer lo sucedió como líder de todos los ranqueles. En la Batalla de Cepeda, en 1859, fuerzas Ranqueles de Mariano Rosas combatieron en el bando de Urquiza.
En su capital Leubucó daba refugio a todos. Hombres del Chacho Peñaloza, de Juan Saá y de Santos Guayama se ampararon en la localidad. Aunque al principio de su cacicazgo lanzó varios malones contra las aldeas principales en las provincias de Mendoza, San Luis y Córdoba, en general lideró un largo y próspero período de paz con los huincas.
Mariano Rosas murió de viruela en Leubucó el 18 de agosto de 1877, a los 52 años y su tumba fue profanada por el Coronel Eduardo Racedo en 1879.
Epumer
Rosas (1820-1886/90?). Fue el hermano mayor de Mariano Rosas a quien sucedió luego de
su muerte en 1877. Al año siguiente Epumer y Baigorrita firmaron un tratado de paz con el
Gobierno Nacional, que fijó las fronteras en la Zanja de Alsina y en el río
Negro.
Durante la Conquista del Desierto, la tercera
división al mando de Eduardo Racedo partió de Villa Mercedes hacia Poitahué con
1.350 soldados en 1879, entre ellos ranqueles de los caciques Cayupán.
Dos grupos
ranqueles que se dirigían a Río Cuarto en cumplimiento del tratado, fueron
atacados por sorpresa por el ejército en Pozo del Cuadril, iniciándose las
operaciones contra los ranqueles. Epumer logró escapar al ataque sobre Leubucó,
En 1879 el General Rudecindo Roca tomó prisionero al
último gran "lonco" (o cacique) ranquel de Leubucó, Epumer, quien fue
confinado en la isla Martín García en 1880 y murió en 1890. Huaiquigner, segundo hijo de Mariano Rosas, condujo a los últimos
ranqueles al exilio.
Los lanceros ranqueles fueron
vencidos y pasados a degüello. Los sobrevivientes, repartidos en estancias
pampeanas o desparramados por Tucumán, Martín García y hasta en las islas
Malvinas. Las mujeres fueron destinadas al servicio doméstico. Los chicos, como
peones.
Luis (Lucho) Baigorria (1843 - 1933). Hermano menor de Baigorrita siguió a su hermano casi hasta
el final. Fue tomado
prisionero, en 1879 en Cochicó. Se escapó, cuando supo que su hermano había
sido muerto, sintiéndose responsable de su gente. Poco después se entregó o fue capturado
con los sobrevivientes.
Después de una temporada en Martín García lo
sacaron de allí para mandarlo a pelear contra los revolucionarios del 80, donde
resultó herido, y luego quedó en libertad. Reunió a los sobrevivientes de su
gente y los llevó a vivir a un lote que le asignaron en un paraje de La Pampa,
donde murió en 1933.
Ramón “platero” Cabral (¿? – 1890). Su estirpe pertenece a uno de los
principales linajes ranqueles. Se la conocía como los “Nahuel” (“los tigres”). En
1865, heredó de su padre el gobierno de las tribus de Carrilobo, en las
cercanías de lo que hoy es Anchorena (al sur de San Luis).
Fue
contemporáneo a Mariano Rosas del linaje de “los zorros”, jefe de la
Confederación Ranquel. A este lo seguían en jerarquía Baigorrita y Ramón “Platero”
Cabral, llamado así por su habilidad para el trabajo de la fragua y la plata (pectorales,
estribos, espuelas, rastras, pulseras, prendedores, sortijas, yesqueros).
Lucio V,
Mansilla lo describió como “un hombre
perfectamente aseado, viste como un paisano rico, inteligente, despierto y
activo en la República. Es un cacique respetado y seguido por su gente. Era
bravo en la pelea, diestro en todos los ejercicios ecuestres, entendido en todo
género de tareas rurales”.
Por la
Conquista del Desierto, el líder fue desterrado y trasladado hasta La Pampa
donde murió el 1º de mayo de 1890.
· Los actores “huincas”
Eufrasio Videla, (1805 - 1841). Fue un militar y hacendado puntano, que dirigió una revolución del partido
unitario en la provincia de San Luis .
Apoyó las
revoluciones unitarias de 1829 y 1830 en San Luis, y los
gobiernos de sus hermanos Ignacio y Luis. En 1830 se destacó al rechazar
una invasión de indígenas ranqueles, y poco después combatió en la batalla de Oncativo contra Facundo
Quiroga.
Invadió San Luis
en combinación con el General Lamadrid. Al saber que una
revolución había llevado al poder a los unitarios en Córdoba, invitó al cacique “blanco” Manuel
Baigorria para que invadiera la provincia con los indios ranqueles. De esa forma
quedó neutralizada la defensa de la provincia, y Videla pudo ocupar la capital
provincial.
Durante dos meses,
los unitarios dominaron la ciudad casi vacía. La división unitaria enviada en
su apoyo fue destrozada por los federales en la Batalla de Sancala. Baigorria y Juan Saá huyeron a las
tolderías de los indígenas, y Videla y Núñez se trasladaron a San Juan.
En San Juan,
Videla se puso a órdenes del Chacho Peñaloza, comandante de los Llanos riojanos, y apoyaron el avance de Lamadrid hacia Cuyo. Intentaron un avance hacia San Luis, pero fueron derrotados en la batalla de Las Quijadas por el general José Félix Aldao.
Tomado prisionero,
fue enviado a San Luis, donde pasó un año preso en el cuartel, mientras duraba
el juicio que se le siguió. Finalmente fue condenado a muerte por haber
invadido la provincia con un malón indígena. Murió
fusilado en la plaza de San Luis, el 28 de diciembre de 1841.
Juan Saá (1818 – 1884). Fue un militar y político puntano que participó en las luchas contra los gobiernos centralistas de Juan Manuel de Rosas y Bartolomé Mitre.
Juan, junto a sus hermanos Francisco
y José apoyaron la revolución de San Luis de noviembre de 1840, consiguiendo retener el
poder algunas semanas. Luego se sumaron a Juan Lavalle hasta la derrota en la Batalla de
Quebracho Herrado, a fines
de ese año. Desde allí escaparon hacia las tolderías de los indios ranqueles,
siguiendo al Coronel Manuel Baigorria.
Se instalaron en las tolderías
de Painé, cacique mayor de los ranqueles. Juan
Saá se casó con una hija del cacique. Pero en octubre de 1846 se volvieron a
San Luis donde fue puesto al mando de las tropas de frontera de San Luis en 1848.
En marzo de 1860 asumió como gobernador de San Luis. Mantuvo buenas relaciones con los
indígenas por medio de "recompensas". Cuando, en septiembre de 1861,
los dos ejércitos chocaron en la batalla de Pavón, la caballería de Saá derrotó a la de Buenos Aires. Saá se
retiró a Río Cuarto, y allí se enteró que los porteños y las demás
provincias unitarias desconocían la autoridad de Derqui y de su Congreso. Un
ejército mandando por el coronel Ignacio Rivas iba avanzando hacia el interior, deponiendo a los gobiernos federales, de
modo que Saá escapó a Chile. Pisándole los talones venía Sarmiento, que colocó
gobernadores unitarios en San Luis y Mendoza, y se puso a sí mismo en San Juan.
Finalmente se exilió en Bolivia. Regresó a su país en 1880, donde solicitó ser
reincorporado al Ejército Argentino, e incluso que le permitieran ser candidato en
elecciones. Ambos pedidos le fueron denegados. Falleció en Villa María,
provincia de Córdoba, el 7 de julio de 1884.
José Felipe Saá (1822 - 1880). Fue un hacendado, militar y político puntano, caudillo menor de la Provincia de San Luis, que revistó primeramente en
el bando unitario para después
secundar la política federal de su hermano, el General Juan Saá.
Participó en la
revolución unitaria de noviembre de 1840 en su provincia
natal. Tras la derrota, los tres hermanos huyeron a las tolderías de los indios Ranqueles, acompañando al Coronel Manuel Baigorria. Instalado junto al cacique Painé, participaron en
algunos malones sobre las tierras
ocupadas por los blancos. En octubre de 1846 regresaron a San Luis y se
incorporaron a las milicias provinciales. Su hermano Juan Saá fue comandante de
las mismas, y Felipe ocupó el cargo de oficial de frontera. En un combate menor
derrotó a los indígenas de Painé, su anterior protector.
Participó en la Batalla de Pavón, acompañando a su hermano
Juan. Al enterarse del avance de las fuerzas del ejército porteño hacia el
interior, a fines de 1859, ambos huyeron a refugiarse en Chile, donde vivió unos cinco años.
Mientras su hermano viajó algunos meses a Uruguay, Felipe parece haber residido ininterrumpidamente en Chile. También a
diferencia del General, regresó a San Luis posiblemente a mediados de 1866. Falleció en su
ciudad natal a fines de enero de 1880.
Ignacio Rivas (1827 – 1880). Fue un militar uruguayo, que luchó en las guerras civiles argentinas,
en la guerra del Paraguay y secundó a Bartolomé Mitre en la revolución de 1874.
Participó en la batalla de Caseros y en la lucha contra los federales y los
aborígenes. En 1858 fue ascendido a Coronel
y nombrado comandante de la frontera sur. Peleó en la batalla de Cepeda (1859) como jefe de un
regimiento de caballería.
En 1861 luchó también en
la batalla de Pavón. Semanas después fue puesto
al mando de una división de 2.000 hombres que debía invadir las provincias de Cuyo, de la cual era segundo jefe el “Coronel” Domingo Faustino Sarmiento. Puso a éste como gobernador de San Juan, a Luis Molina en Mendoza y a Justo Daract en San Luis. En ningún caso organizó elecciones.
Participó en las
campañas contra el “Chacho” Peñaloza. Persiguió a los montoneros por toda La Rioja y San Luis, y lo
venció en las batallas de Las Mulitas y Los Gigantes. Firmó con él el Tratado
de La Banderita.
En abril de 1865 se incorporó a la
división de Paunero,
marchando a la guerra del Paraguay. Mitre lo ascendió a General.
Regresó a Buenos Aires en 1869 y fue nombrado
comandante de las secciones de fronteras del sur de la provincia de Buenos Aires.
En marzo de 1872, el gran cacique Calfucurá dirigió una gran entrada de indios en
territorio “cristiano”. El general Rivas lo derrotó completamente en la batalla de San Carlos de Bolívar. Fue la peor derrota de los indios en mucho tiempo, e inició la
retirada final de éstos de la provincia de Buenos Aires. Pocas semanas más
tarde moría Calfucurá, y Rivas aprovechó para hacer una campaña dentro del
territorio indígena, capturando uno
de los principales campamentos de Calfucurá.
En 1874 fue uno de los
gestores de la revolución de los partidarios de Mitre contra el Presidente Nicolás Avellaneda. Fue reincorporado al
ejército en 1877, pero no se le dio mando de tropas, ya que lo consideraban peligroso, por
eso no participó en la campaña del desierto del General Roca.
José Miguel
Arredondo (1832 –1904). Fue un militar uruguayo de larga carrera en las guerras civiles argentinas y en la Guerra del Paraguay. Fue incorporado al ejército
de Urquiza, a órdenes de quien participó en la batalla de Caseros.
Peleó en la batalla de Cepeda de 1859, como comandante de un regimiento de infantería, y organizó y comandó
otro para la batalla de Pavón. Fue ascendido al grado de
Coronel. Después de la masacre de Cañada de Gómez, en que se
distinguió por su crueldad con los vencidos, participó en la campaña contra el Chacho
Peñaloza enfrentándolo en varias batallas. Participó en la guerra del Paraguay y luchó en las principales batallas, entre ellas
Boquerón y Tuyutí. A fines de 1866 fue enviado a las
provincias de Cuyo, a órdenes del General Paunero, a reprimir a los federales que se habían lanzado a la "revolución
de los colorados".
Expulsó a los
federales de Córdoba y de allí avanzó a San Luis, como jefe de avanzada del ejército. En 1867 derrotó al general Juan Saá en la batalla de San Ignacio, una victoria
clave que marcó la decadencia federal, ganándose el ascenso a General. En 1868 fue nombrado
comandante general de la frontera con el indio en Córdoba, San Luis y Mendoza.
En 1870 tomó parte en la
guerra contra López Jordán, en Entre Ríos. Invadió la provincia de Mendoza deponiendo al gobernador Francisco
Civit. Participó en la conquista del desierto. Pidió la baja
del ejército argentino en 1886. En 1890 fue reincorporado como General de División en 1890, siendo más tarde miembro del Consejo Superior de Guerra y comandante
de la División Cuyo. Se retiró del servicio en 1898.
José Videla Castillo (1792 - 1832). Fue un militar mendocino, que luchó en la guerra de independencia y más tarde en las guerras civiles, en el
bando unitario. Se unió al Ejército de los Andes y participó en las batallas de Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú. Era capitán en la campaña al Perú, y luchó en la batalla de Cerro de Pasco y fue condecorado
por la defensa de la ciudad de Lima. Después de pasar unos meses prisionero de los realistas participó en
la batalla de Ayacucho.
Participó en la
guerra contra el Brasil en el regimiento de José María Paz, luchando en la batalla de Ituzaingó. Se unió más tarde a la
invasión dirigida por Paz a Córdoba en 1829, y luchó en San Roque, La Tablada y Oncativo. Después de esta última batalla, fue enviado por
Paz a su provincia natal a derrocar el gobierno de Juan Rege Corvalán, federal aliado de Facundo
Quiroga.
A comienzos de
abril de 1830 entró en Mendoza, donde reunió un "cabildo abierto" formado exclusivamente por
unitarios, e hizo elegir a Tomás Godoy Cruz gobernador interino. Tras las elecciones para
formar una nueva legislatura, se hizo elegir gobernador el 30 de abril. Ejerció
su cargo en lo militar, pero dejó que su ministro Godoy Cruz tomara todas las
decisiones políticas y administrativas. Y pasó la mayor parte del tiempo en
cuarteles fuera de la ciudad.
A mediados de
enero de 1831 recibió la noticia de que venía a atacarlo desde San Luis el general Quiroga, a quien suponía derrotado para
siempre en Oncativo. Salió apuradamente a hacerle frente, pero sus tropas
fueron destrozadas por los federales de Quiroga en la batalla de Rodeo de Chacón, el 28 de marzo de 1831. Logró huir para incorporarse a las fuerzas con que Paz hacía frente al
ataque federal de Estanislao López.
Cuando éste fue
capturado, el ejército dirigido por Lamadrid se replegó a Tucumán. Allí enfrentó por segunda vez
a Quiroga en La Ciudadela, donde fue el jefe de la infantería unitaria. Tras
la derrota, se exilió en Bolivia.
Se dedicó a la
producción agrícola en Santa Cruz de la Sierra, pero un incendio
destruyó su hacienda, lo que le causó una depresión severa de la que nunca
logró evadirse. Poco después falleció en la ciudad de Charcas.
Julio Fabián de Vedia (1826 – 1892). Fue un militar porteño que se unió al ejército del Estado de Buenos Aires, a órdenes del Coronel Bartolomé Mitre su cuñado. Fue destinado a un fuerte en Azul, y realizó una campaña contra Calfucurá, relativamente exitosa. Obtuvo una victoria en Pigüé en febrero de 1858, y fue ascendido a Coronel.
Luchó en la batalla de Cepeda (1859), y también en la batalla de Pavón, como jefe del Regimiento de
Caballería. Poco después fundó el pueblo de Nueve de Julio, llevando la
línea de frontera 90 kilómetros más al oeste. Permaneció los años siguientes en
la frontera con el indio.
Al estallar la Guerra del Paraguay rechazó el cargo de Ministro de Guerra que le
ofreció el presidente Mitre, y marchó al frente.
En enero de 1872 fue nombrado
gobernador del Territorio Nacional del Chaco. En mayo de 1873 comandó las
fuerzas nacionales en la segunda guerra contra Ricardo López Jordán. Lo venció en la batalla de Don Gonzalo, obligándolo a
abandonar el país. Volvió al gobierno del Chaco hasta ser reemplazado en 1875.
En 1876 fue nombrado
director del Colegio Militar de la Nación. En 1880 participó en la
revolución porteña de Carlos Tejedor, y fue el comandante de las fuerzas militares que pelearon en la Batalla de los Corrales Viejos y la de Puente Alsina. Como resultado
de la derrota, fue dado de baja del Ejército. Fue reincorporado en agosto de 1883, e inmediatamente fue ascendido a General de División. Formó parte del
Estado Mayor General del Ejército, alternativamente como director del Colegio
Militar, inspector del arma de artillería y de la de caballería. Murió en
agosto de 1892.
En 1852 entró al
ejército, militando entre los partidarios de la Confederación. Luego del derrocamiento de Rosas emprendió otro
viaje a Europa. Intervino luego en la Guerra del Paraguay. En 1868 alcanzó los grados
de Mayor y Teniente Coronel. Más adelante ascendió a Coronel, gracias a su
apoyo a la campaña a la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, quien lo destinó al servicio de la frontera sur de
Córdoba, bajo las órdenes del General José Miguel Arredondo.
Al nombrársele
comandante de las fronteras del sur de Córdoba se dedicó a explorar
meticulosamente la zona entre los ríos Cuarto y Quinto, logrando como resultado
dibujar un detallado mapa topográfico. Luego hizo los preparativos y se internó
en las pampas acompañado de dos frailes franciscanos y una pequeña escolta para
tratar pacíficamente con los indios.
Partió el 30 de marzo de 1870 desde el fuerte Sarmiento (actual ciudad de
Río Cuarto) hasta Leuvucó o Leubucó, en las tierras del cacique ranquel Mariano Rosas. También visitó a los caciques Baigorrita y Ramón
“platero” Cabral. Regresó a Villa Mercedes y llegó al fuerte Sarmiento el 17 de
abril de 1870. Como resultado de esta experiencia, escribió Una excursión a los indios ranqueles.
En sus últimos
años estuvo aquejado de una incipiente ceguera, y falleció en Paris en 1913.
Compañero del Coronel Lucio V.
Mansilla, con quien visitó la frontera del río Quinto, 1869, y formó parte en
1870 de la comitiva en la célebre excursión a los Ranqueles, Dedicó su vida a
la civilización de los indígenas y rescate de los cautivos mereciendo que se le
llamara “El Apóstol de la Pampa y Redentor de Cautivos”. Los ranqueles lo
consideraron su embajador y padre espiritual.
Con su influencia, tesón, ahínco y
apostólica conducta en las misiones logró el rescate de 295 cautivos. Después
de la Conquista del Desierto, hasta 1894, siguió catequizando indios en su
querida pampa. Poco antes de partir para Buenos Aires, a donde fue llevado para
ser sometido a una operación quirúrgica, y no volver más, pronunció estas palabras
ante sus hermanos: “Gracias a Dios,
entramos a la Pampa con honor, y salimos de ella con el mismo honor; ya no hay
indios: todos son cristianos”.
Después de sufrir una larga y penosa
enfermedad, falleció a los 64 años en Buenos Aires, en el Hospital Militar, el
8 de Abril de 1895.
Luis Videla, (1790 - 1831). Fue un militar y político puntano, líder del partido
unitario y Gobernador de la provincia de San Luis.
Se enroló joven en
las tropas de caballería de su provincia, y combatió a órdenes de su hermano Blas Videla contra las invasiones inglesas. En 1815 se incorporó al Ejército de los Andes, pero permaneció en la
defensa de la frontera de su provincia con los indígenas y no participó de la
campaña a Chile.
En 1821 combatió
contra la invasión del General chileno José Miguel Carrera en Río Quinto, y poco después, en la batalla de Punta del Médano, lo derrota definitivamente.
Pasó muchos años
como oficial de fronteras. Fue electo diputado al Congreso General de 1824, pero renunció y continuó como presidente de la legislatura.
En 1829 apoyó la invasión
del general José María Paz al interior. No es seguro que haya peleado en la batalla de La Tablada, pero participó en la campaña
de represión sobre las Sierras de Córdoba. Combatió en la batalla de Oncativo. Ocupó San Luis, donde colocó
en el gobierno a su hermano Ignacio Videla, y siguió camino a Mendoza.
En agosto, una
breve reacción federal en San Luis permitió ocupar el gobierno puntano a Prudencio Vidal Guiñazú. Pero Videla
volvió a San Luis, ocupó la ciudad sin luchar y arrestó al gobernador federal.
A fines de ese mes, fue electo gobernador por una legislatura adicta.
Firmó con el general
Paz y los demás gobernadores unitarios los tratados que fundaban la Liga del
Interior, y apoyó la campaña del jefe unitario contra Santa Fe. Junto con el coronel Juan Pascual Pringles, fueron derrotados en Río
Quinto, donde Pringles murió en combate.
Luis Videla huyó a Mendoza y se puso a
órdenes de Videla Castillo, con quien combatió como jefe de la caballería
unitaria en la derrota de Rodeo de Chacón. Regresó
de incógnito a San Luis, y permaneció oculto por el monte durante varias
semanas, guiado por su baqueano, el futuro coronel Manuel
Baigorria.
Finalmente, convencido de que la derrota unitaria
era definitiva, terminaron refugiados en las tolderías de los ranqueles. Pero éstos entregaron a Videla a los federales de Río Cuarto. Desde
allí fue enviado a Rosario y San Nicolás de los Arroyos, donde murió fusilado en octubre de 1831.
En 1829, cuando el
General Paz invadió Córdoba y conquistó el gobierno provincial, fue designado
representante suyo ante el gobierno de Buenos Aires, dirigido entonces por Juan Lavalle. Caído éste, se trasladó a Córdoba, donde fue nombrado Ministro de Gobierno.
En 1831, al caer prisionero Paz, fue nombrado gobernador interino, con la sola
misión de firmar un tratado de paz con Estanislao López. Fue arrestado y llevado a Buenos
Aires, donde compró su libertad.
Urquiza lo nombró ministro de Hacienda de la Confederación
Argentina. Planeó una gran expedición al desierto,
incorporando tierras a la Confederación sin exterminar a los indios. Renunció
al ministerio al fracasar el Banco, en septiembre de 1854. En 1858 fundó el partido liberal de Córdoba, como una coalición de ex
unitarios, y fue electo Gobernador de Córdoba, derrotando al ministro nacional Santiago
Derqui. Tuvo buenas relaciones con el gobierno de Buenos
Aires, pero ayudó al presidente Urquiza a ganar la batalla de Cepeda.
En 1860 enfrentó
nuevamente a Derqui, esta vez como candidato a Presidente. Fue derrotado por
presión de Urquiza, y la violencia que había ejercido se volvió en contra suya.
A principios de 1860, cuando viajaba por el norte de la provincia, fue capturado por los
opositores. Éstos contaban con el triunfo de una revolución en la capital de la
provincia, pero ésta fracasó, de modo que, tras cinco días de prisión, fue
liberado.
Moralmente
abatido, se encerró en su casa, delegando el gobierno durante meses, hasta que
en julio de 1860 renunció. Meses
más tarde, presidió la convención que reformó la Constitución Nacional. Fue
senador nacional por Córdoba, y más tarde miembro de la Convención
Constituyente de 1865. Falleció en Córdoba en julio de 1872.
Fue un destacado
antirrosista que hacia públicas su críticas al gobierno porteño. Esto no
satisfizo a Rosas, que deseaba un hombre más afín a su perfil en Córdoba,
influyó en la realización de nuevas elecciones para consagrar al Coronel Manuel López, alias Quebracho. Cuando las fuerzas
de éste capturaron a tres de los hermanos Reinafé, Derqui fue acusado de
negligencia y complicidad con los asesinos y enviado a Buenos Aires como
prisionero.
En 1860 fue electo como
sucesor de Urquiza, y asumió la presidencia el 5 de marzo de ese año,
acompañado por el general Juan Esteban Pedernera. Derqui asumió la
presidencia en Paraná.
Luego de Pavón Derqui
trataba de reunir sus tropas en Rosario. Cuando supo que no lo lograría,
abandonó todo y huyó a Montevideo. Nunca firmó una renuncia, apenas una carta
personal a Pedernera, en la que le pedía que arreglara con Urquiza y revirtiera
la situación.
El 5 de noviembre
de 1867 murió en
Corrientes en la pobreza más extrema. Sus restos descansan en la Parroquia La
Santísima Cruz de los Milagros, en la
capital correntina.
Se opuso desde la
prensa al gobierno de Mariano
Fragueiro y dirigió la fracasada revolución de febrero de 1860 contra éste.
Pasó a Entre Ríos,
pero pronto se desilusionó completamente de Urquiza, y después de la visita del
presidente Domingo Faustino Sarmiento al ex presidente
se unió a la conspiración dirigida por el general Ricardo López Jordán. Dirigió el ataque al palacio San José en abril de 1870, el mismo día en que López Jordán
tomaba el control de Paraná y se hacía nombrar Gobernador.
La idea era
apresar a Urquiza y provocar su renuncia, pero inesperadamente, éste se
defendió y disparó su pistola contra los atacantes, que lo mataron a sablazos. El
crimen fue la excusa para desconocer el gobierno de López Jordán, con lo que
una revolución local terminó en una guerra civil. Escapó a Brasil y de alguna manera llegó luego a
Córdoba. Allí estaba en junio de 1872, presuntamente conspirando, cuando lo encontró una partida policial
enviada en su búsqueda.
Cuando trataba de
escapar, el oficial a cargo de perseguirlo vació un revólver contra él, sin
acertar un tiro. Furioso con su propia mala puntería, arrojó el arma en
dirección al fugitivo, que resultó herido en la cabeza, y fue alcanzado y
muerto por la partida policial. Algunas versiones indican que fue muerto
mientras lo sorprendieron durmiendo.
Regresó a su
provincia y fue designado Gobernador provisorio en noviembre de 1854. Durante ese primer gobierno se sancionó una nueva constitución
provincial que lo llevó a ser el primer Gobernador constitucional de su
provincia.
Obligó a los
indios a comerciar solamente en la capital, y protegió el regreso de Juan Saá y Manuel
Baigorria desde las tolderías de los ranqueles. A raíz de la derrota de la Confederación Argentina en Pavón, renunció el Gobernador Juan Saá. Ante la
ausencia de autoridades, Ignacio Rivas hizo reunir a la parte de los legisladores que le pareció adicta, y, en
minoría, nombró gobernador a Daract quien renunció en 1862.
Consiguió una paz comparativamente larga con el cacique Ranquel Mariano Rosas. En 1865 fue electo Gobernador
por tercera vez. Casi inmediatamente, el país se vio envuelto en la Guerra del Paraguay, terriblemente impopular
entre los pueblos del interior. Daract juzgó que era una cuestión de
patriotismo, por lo que colaboró en la formación de un regimiento especial para
pelear esa guerra.
En noviembre de 1867 se produjo la
"Revolución de los Colorados" en Mendoza, que se extendió enseguida a San Juan, San Luis, La Rioja y Catamarca. El 25 de enero, Daract delegó el mando y abandonó
la provincia hacia Córdoba, mientras el Coronel Felipe Saá, hermano del General Juan Saá, asumía el gobierno provincial.
Recuperó el
gobierno después de la victoria gubernamental en la batalla de San Ignacio, el 6 de abril de 1867. Se hizo fanáticamente mitrista, pero igualmente renunció a fines de
mayo.
Juan Esteban Pedernera (1796 - 1886). Fue un militar puntano del bando unitario. En 1815 se incorporó al Regimiento de Granaderos a Caballo de José de San Martín y combatió en Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú.
Al mando de un
regimiento tomó parte en la guerra del
Brasil. A su regreso, apoyó la revolución de Juan Lavalle contra el
gobernador Manuel Dorrego, y fue uno de sus jefes de caballería en la batalla de Navarro, en la que fue ascendido a Coronel.
Luego se incorporó
a la división del general José María Paz en su lucha contra Juan Bautista Bustos, luchando en las batallas de San Roque, La Tablada y Oncativo como jefe de una parte importante de la caballería.
Emigró a Bolivia y Perú, donde le reconocieron sus antiguos servicios y sirvió en la filas de
la Confederación Perú-Boliviana en la guerra
contra Chile y los restauradores peruanos hasta su disolución en 1839. Fue el
jefe de la más importante división de caballería en la batalla de Famaillá, en que los unitarios fueron
completamente derrotados.
Acompañó a Lavalle
hasta San Salvador de Jujuy, donde éste fue muerto por
una partida federal, y se encargó del mando de las tropas que huían a Bolivia,
llevando también el cadáver de Lavalle. En el camino, como el cuerpo comenzara
a descomponerse, ordenó descarnarlo para huir con sus huesos hasta Potosí. Regresó al Perú, incorporándose al ejército de ese país, con el grado
de General. Permaneció allí trece años.
En 1859 fue elegido Gobernador
de su provincia. Participó en la batalla de Cepeda en octubre de 1859. Poco después fue elegido para integrar la fórmula
presidencial como vice de Santiago
Derqui, que derrotó a la unitaria de Mariano
Fragueiro y Antonino
Taboada el 6 de marzo de 1859. Asumió la vicepresidencia y debió reemplazar a
Derqui en varias oportunidades, especialmente cuando éste se trasladó a Córdoba
a dirigir la intervención y a preparar el ejército para el nuevo enfrentamiento
con Buenos Aires.
Después de la
derrota de Justo José de Urquiza en la batalla de Pavón, en 1861, Derqui se retiró del país, dejando una carta que fue interpretada como
su renuncia. Pedernera asumió como Presidente, con la intención de convencer al
ex presidente de enfrentar a los porteños. Pero todo fue en vano, y tras la
derrota de Cañada de Gómez, declaró
caduco el gobierno de la Confederación, dejando abierto el camino de Bartolomé Mitre al poder. Se retiró a la vida privada en San Luis,
y falleció en 1886.
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