miércoles, 3 de mayo de 2017

Manuel Baigorria. Cacique blanco,“flojito” de convicciones.


Cuando la gente estudia una historia “lisa y llana” no espera encontrarse con personajes como este: Manuel Baigorria. Un compadre puntano que se recostaba siempre “del lado más tibio” de las circunstancias.

Generalmente unitario, pero le daba lo mismo pelear al lado de Urquiza que de Mitre, del lado de los indígenas o en contra de estos, en contra de Rosas o no tanto.

Valentía para pelear por una causa no le faltaba, la cuestión es ¿de qué lado la usaba?.


La lealtad de este Coronel no parece haber sido su “punto fuerte”. Esas inconsistencias ideológicas y políticas, sus idas y sus vueltas, nos hace decir que estaba “flojito” de convicciones.
Uno de los tantos Baigorria
Los Baigorria (o como le gusta reconocer a la comunidad vasca Baigorría, con acento en la segunda “i”), fueron todos de familias puntanas que incluyeron tanto al Granadero Baigorria (héroe en la Batalla de San Lorenzo), como a Antonino Baigorria (sobrino de Manuel), militar en las guerras civiles y contra los indígenas, y a quien nos vamos a referir: Manuel (“el indio”) Baigorria.

Manuel, nació en San Luis, aun en el Virreinato del Río de la Plata, en 1809. Era un mestizo de familia humilde, pero que sabía leer y escribir. Muy joven se unió al ejército provincial y fue destinado a la frontera contra los indígenas.

Según algunos autores tuvo una vida en la que "hay poco que novelar para hacerla novela", durante la cual fue protagonista jugando en ambos bandos en el enfrentamiento entre unitarios y federales en los años de búsqueda de la organización nacional y peleando con y en contra de los aborígenes a lo largo de sus 81 años de vida.

Esas inconsistencias ideológicas y políticas, sus idas y sus vueltas, nos hace decir que estaba “flojito” de convicciones.

Al decir de algunos autores “la frontera entre blancos e indios en el sur argentino fue siempre una zona de sucesos increíbles y de dudosos contornos. Allí se confundían indios, blancos, criollos, gauchos y cautivos aindiados; contrabando, robo y comercio; diplomacia y soborno; guerra y política; historia y leyenda.

La divisoria entre la zona dominada por los blancos y aquella controlada por las distintas tribus que poblaban la parte austral del territorio se extendía -a mediados del siglo XIX- a través de una línea imaginaria que unía el sur de la provincia de Buenos Aires, el sur de la provincia de Santa Fe y la cordillera de los Andes”.

Sus inicios en la vida militar
Fue nombrado oficial a los 21 años cuando estalló la revolución unitaria de Luis Videla (líder del unitarismo puntano), en 1830, en apoyo a la política del general José María Paz. Combatió en la batalla de Oncativo contra Juan Facundo Quiroga. Allí se gana el grado de Alférez  y regresó con Videla a San Luis.

Peleando al lado de Luis Videla cayó prisionero después de la Batalla de Rodeo Chacón en 1831 en la que Facundo Quiroga resulta vencedor. Merced a la acción de un soldado no integró una caravana de prisioneros que iba directo al fusilamiento.

Manuel Baigorria guio como baqueano a Luis Videla quien huyó a Mendoza y se puso a órdenes de José Videla Castillo. Regresó de incógnito a San Luis, y permaneció oculto en el monte durante varias semanas. Finalmente, convencido de que la derrota unitaria era definitiva, terminaron refugiados en las tolderías de los Ranqueles.

Los Ranqueles (ranküll-che o “pueblo de las cañas”), fueron una etnia consolidada con el aporte de los tehuelches septentrionales (querandíes), pehuenches “araucanizados” y huilliches. Eran los dueños de las tierras en el norte y centro de la actual provincia de La Pampa y sur de Córdoba, con tres asentamientos:

El Cuero o Carrilobo: Linaje de Carripilón como Ramón “platero” Cabral).

Poitagüé o Poitahué: Linaje de Yanquetrúz como Pichún Gualá, Manuel Baigorria (Baigorrita) y Luis (Lucho) Baigorria.

Leubucó o Leuvucó: Linaje de Painé Güer (“los zorros”) como Mariano Rosas y Epumer Rosas

Su vida en las tolderías
Tal fue su aceptación y adaptación que le valió el apodo de "el indio", y en poco tiempo se convirtió en uno de los caciques principales, tanto al mando de tropas “blancas” (otros refugiados), como de los Ranqueles. Su astucia le  permitió ganarse la confianza de los poderosos caciques Yanquetruz, Painé y Pichún.

Al decir de Santiago Avendaño (un ex cautivo de los Ranqueles), “Los indios prodigaban hospitalidad a cualquiera, a cuanto iban a refugiarse entre ellos. Jamás tomaron interés en averiguar de ningún emigrado si causas criminales o políticas lo habían obligado a huir de su patria. El favor lo hacían simplemente para mejorar el infortunio de un desgraciado, más que por el provecho que jamás esperaban de ningún extraño”.

A cambio de esa hospitalidad Baigorria suministraba información. Llegó a ser consejero de ellos e inclusive encabezó malones junto a Pichún, Guete y otros jefes indígenas contra las provincias de Córdoba y Buenos Aires desviando los ataques de su propia provincia, y enfrentó la Campaña al Desierto llevada a cabo por Juan Manuel de Rosas en 1833 combatiendo en Acollaradas contra el Coronel José Ruiz Huidobro.

Al parecer, en esa batalla recibió una terrible herida en la cara en forma de surco, que la cruzaba en diagonal. La cicatriz lo acompañó el resto de su vida, y generaba una cierta admiración por su valor y resistencia.

Luego de la muerte de Yanquetruz, en 1836, mantuvo cierto poder al mando de la familia de éste, sólo relativamente dependiente del nuevo cacique general, Painé.

Algunos autores lo describen como un "hombre de tan pocas letras como muchas agallas". El valor lo demostró en toda su acción militar, no siempre exitosa.

En 1838 dirigió una invasión al norte de Buenos Aires y sur de Santa Fe en la que fue derrotado. En 1840 llevó un malón a su provincia, en apoyo de una revolución unitaria, dirigida por el Coronel Eufrasio Videla. Lograron tomar el poder, pero sus indios se dedicaron a saquear la región. Fueron nuevamente derrotados por José Félix Aldao en la Batalla de Las Quijadas y volvió  en 1841 a su vida entre los nativos.

Una vez aquerenciado cerca de la laguna de Trenel  (La Pampa), llegó a capitanear una tropa de 300 hombres, denominada Escuadrón de Voluntarios. Casi todos sus integrantes eran blancos fugitivos de la ley o perseguidos políticos. Entre estos los últimos, precisamente, se contaron durante un tiempo los hermanos Juan, Francisco y Felipe Saá, antirrosistas como Baigorria.

Los Saá discrepaban con éste sobre la conducta a seguir y querían volver al bando cristiano para intervenir en las luchas civiles al frente del Escuadrón, pero Baigorria se oponía. La crisis continuó y, ya indultados por las autoridades de la Confederación, los Saá se retiraron, y con ellos un numeroso grupo de “voluntarios”.

La desconfianza de los indígenas fue casi automática y Baigorria, irritado, y para demostrar que nada tenía que ver con la deserción, salió en persecución de los huidos y mató a varios “porque se habían fugado llevándole toda la caballada”.  De todos modos ese alarde no bastó a disipar la desconfianza de los indígenas, y sólo pudo eludir la condena a muerte casándose con su tercera esposa, la hija del cacique Ignacio Coliqueo.

Otras veces fue su valentía la que le permitió salvar la vida, como cuando fue responsable de la liberación de cautivas. A una de ellas (Luciana Gorosito), le dijo en el momento que le facilitaba la fuga: “Abraza a tus padres y diles que Baigorria no es un bárbaro, sino un desgraciado que debe seguir a los indígenas para conservar la vida”.

Baigorria se había “aindiado”, pero no tanto. Se había construido un rancho de barro y paja en sitio lejano de la toldería, donde conservaba sus "instintos civilizados" y consagraba su interés a la lectura de los diarios que le llegaban y que lo mantenían informado de la política argentina.

Allí tenía una pequeña biblioteca, entre cuyos libros conservaba un ejemplar del Facundo de Domingo Sarmiento, al que le faltaban páginas, y que era su lectura favorita pues trataba de sucesos en los que él había participado.

Pero Baigorria era un hombre de acción: en abril de 1843 llegó a San Nicolás con 1.000 aborígenes que se replegaron con "gran arreo" de animales. Según testimonios históricos, de ese arreo se pudieron recuperar 20.000 cabezas, que naturalmente no eran ni por asomo el total del ganado robado.

En 1845 junto a 900 indígenas y otros blancos refugiados con él en las tolderías iniciaron una acción del otro lado de la frontera que fue vencida, mediante un ardid, por un capitán con 160 hombres que le pudo arrebatar 25.000 animales robados.

No es sencillo hacerse una idea de la fuerza arrolladora de cientos de indígenas a caballo y decenas de miles de animales robados cruzando el desierto de regreso a las tolderías.

Los malones, tal como se llamaban estos avances, imponían el terror en la frontera y fueron utilizados por Baigorria para ayudar a sus políticos de turno amigos, generalmente del bando unitario.
Marchó a Buenos Aires donde Urquiza le reconoció el grado de Coronel y le otorgó un cargo importantísimo: Comandante de la Frontera (con los indígenas), desde el Plata hasta la Cordillera. Avanzó esa frontera algunas leguas hacia el sur, lo que causó nuevos malones, al mando de Mariano Rosas. Logró debilitar a éste aliándose con Coliqueo y dividiendo a los ranqueles al formar una tribu independiente, bajo el mando de su ahijado, Baigorrita.

Al regresar a la vida activa en el mundo “cristiano”, después de la caída de Rosas en 1852, su suerte cambió por completo: abandonó para siempre las tolderías y retornó a San Luis, donde se encontró nuevamente con su familia.
Se olvidó de su vinculación con los indígenas y, destinado a la frontera, realizó varias campañas contra ellos.  En 1856 fue ascendido a Coronel.

Peleó en la batalla de Cepeda, en 1859, del lado de Urquiza. Así  fue como el gobierno de la Confederación (enfrentado al de Buenos Aires), llegó a tener en Baigorria a su principal interlocutor con el poderoso imperio pampa.
El flamante Coronel movía sus hilos desde el fuerte Tres de Febrero, sobre el río Quinto, y mantenía relaciones sumamente, cordiales con el cacique Coliqueo (un incondicional suyo), y aun con el poderoso Calfucurá.
Tentado para que abandonara el bando de la Confederación, Baigorria se negó a ello con vehemencia, su participación en la revolución contra el Gobernador de Córdoba Mariano Fragueiro en 1860, y otros sucesos, fueron  resintiendo su  confianza en Urquiza. 

Por lo menos, ésa es la explicación que dio para justificar un acto de deserción que muchos consideran  inspirado por su   resentimiento  personal   contra los Saá y otros como producto de un simple soborno.
El Presidente Santiago Derqui terminó por deponer a Fragueiro, y el Vicepresidente Pedernera, su comprovinciano, lo desautorizó y lo reemplazó como Comandante de la Frontera por Juan Saá, su enemigo personal desde que había abandonado las tolderías.
Por este cúmulo de razones personales se pasó al enemigo. Poco antes de la batalla de Pavón se pasó con armas y bagajes al servicio del centralismo porteño, y aunque en Cepeda se había batido del lado confederado, en Pavón, en 1861, formó junto a Mitre y el General Ignacio Rivas, acompañado por indígenas de la tribu de su amigo Coliqueo.
Rivas, algunas semanas después, fue puesto al mando de una división de 2.000 hombres que debía invadir las provincias de Cuyo, de la cual era segundo jefe el “coronel” Domingo Faustino Sarmiento. Puso a éste como gobernador de San Juan, a Luis Molina en Mendoza y a Justo Daract en San Luis. En ningún caso organizó elecciones.
Tras pasar unos meses en Mendoza, Baigorria regresó a la frontera sur de Córdoba y San Luis.
La lealtad de este Coronel no parece haber sido su “punto fuerte”. Durante años peleó del lado unitario y al lado o en contra de los indígenas, que lo habían cobijado en su escape de la vida blanca.

Participó en los dos sectores enfrentados en ese entonces: la Confederación y las fuerzas de Buenos Aires. El cambio de bando se produjo cuando recibió la orden de ponerse al mando de un antiguo enemigo personal, ex unitario acogido a un indulto otorgado por el jefe federal Rosas.

Más tarde peleó contra el Chacho Peñaloza en la batalla de Las Playas en 1863, y en  1864,  antes de marchar al frente paraguayo, Mitre le encargó el cuidado de las fronteras con el indígena. Junto al coronel Julio de Vedia dirigió una campaña a Leubucó, el centro de los ranqueles.
En 1867 venció al caudillo federal de Córdoba, Simón Luengo, y apoyó la campaña contra Felipe Varela, el último caudillo federal del interior. En 1868 comenzó a escribir unas “interesantes” Memorias, de las que vale la pena citar el prefacio:
"El coronel Baigorria, en la Villa de Río Cuarto, a seis días del mes de mayo de 1868, no teniendo en qué distraerse, se ocupa en recordar ligeramente su pasada y agitada vida."
A fines de 1873 pasó a la plana mayor de la división del General José Miguel Arredondo, con la que inició el reconocimiento de un terreno que conocía a la perfección: el desierto junto al entonces Coronel Julio Argentino Roca.  Junto con el General Arredondo colaboró en la revolución mitrista de 1874.

Manuel Baigorria murió a los 66 años en su San Luis natal el 21 de julio de 1875.

Su ahijado Baigorrita 
Tal como se usaba entre los nativos, Manuel Baigorria fue padrino de un niño Ranquel al que se le puso el mismo nombre (Manuel Baigorria), y al que se apodaba "Baigorrita".

Darle el nombre a un ahijado implicaba ponerlo bajo su patrocinio para toda la vida. El pase del dominio del padre al del padrino, obligaba a quererlo siempre, a respetarlo en todo, a seguir sus consejos y a no combatir nunca contra él, “bajo pena de provocar la cólera del cielo”. Su ahijado cumplió su compromiso.

Cuenta Lucio V. Mansilla en una entrevista con Baigorrita, que le dijo “su padrino no era buen hombre, fue mal cristiano y mal indio, y  que a unos y a otros los había traicionado". La respuesta de Baigorrita fue que no desconocía sus razones, pero que al fin de cuentas era su padrino, que llevaba su nombre y que no podía dejar de quererle.

Baigorrita, cuyo nombre completo era Manuel Baigorría Gualá, alias Mari-có, nació en La Pampa hacia 1837. Era hijo del cacique Pichón Gualá, muerto en 1855, y de Rita Castro, cautiva puntana de “El Morro”. Era nieto del cacique Yanquetruz II, muerto en 1838.
A la muerte de su padre, con 18 años, fue criado, junto con sus hermanas, por Manuel Baigorria. En 1862, a los 25 años, Baigorrita ya había asumido el cacicazgo de Poitagüé, distante a unos 50 km de Leubucó, sede del Cacique principal Mariano Rosas.
En junio de 1865, a instancias de su padrino, firmó un tratado de paz con el Presidente Bartolomé Mitre, a fin de pacificar la frontera sur de San Luis y Córdoba, pero bien pronto, junto con el cacique Epumer, apoyó el accionar de las montoneras del interior  de los hermanos Saá, en disconformidad con el gobierno de Buenos Aires.
Entre las primeras invasiones que promovió se cuenta por sus efectos devastadores el malón sobre Villa Mercedes (San Luis), en 1867, y sobre Villa La Paz (Mendoza), en 1868, donde fue saqueada la misma iglesia del pueblo.
Como en el caso de Mariano Rosas, el Coronel Lucio V. Mansilla ha dejado plasmado el retrato de Baigorrita en ocasión de la visita que hizo a sus toldos en abril de 1870. En esa ocasión firmó, junto con aquel, el tratado de paz de 1870, y más tarde el de 1872.
Desde la muerte de Mariano, en 1877, su autoridad se acrecentó entre las tribus, adquiriendo mayor prestigio, sin llegar a superar la ejercida por el cacique Epumer Rosas, sucesor de Mariano.
Según el parecer del misionero franciscano Marcos Donati, a quien lo unían lazos de sincera amistad, Baigorrita por temperamento y crianza, era más propenso a aceptar el cristianismo que Mariano y los demás caciques ranquelinos, pudiéndose pensar que en caso de establecerse una misión en Leubucó accedería a recibir el bautismo.
A partir del año 1878 su historia se tiñe de oscuridad y tragedia, al punto que resulta difícil trazarla con exactitud. Ante el avance de las tropas nacionales desde Río Cuarto y Villa Mercedes, optó por eludir enfrentamientos abiertos, internándose en el monte con su gente, desde donde ejerció un permanente hostigamiento a fin de sorprender a las descubiertas despachadas en su búsqueda.

No obstante todos los esfuerzos desplegados por los jefes militares del momento, nunca pudo ser hecho prisionero en territorio pampeano, convirtiéndose así en la presa más codiciada de todas las batidas que pretendían alzarse con tal preciado trofeo de guerra.

Dijo de él Lucio V.Mansilla: "Baigorrita, es muy aficionado a las mujeres, jugador y también pobre, tiene reputación de valiente, de manso y un gran prestigio militar entre los indios. Tiene costumbres sencillas, vive modestamente y no es lujoso ni en los arreos de su caballo”.

Antes que entregarse, prefirió emprender una penosa y desesperada retirada con rumbo suroeste, en dirección a la Cordillera, con secreta intención de pasar a Chile si así se lo aconsejaban las circunstancias.
Baigorrita huyó hacia Neuquén con 600 guerreros y sus familias y fue perseguido por fuerzas del ejército y por Cayupán hasta alcanzarlo en junio de 1879 en Cochicó, no se logró su captura, pero sí la de 500 de sus seguidores, entre ellos su hermano menor Luis (Lucho) Baigorria.

Muere asesinado en Neuquén el 16 de julio de 1879 a los 42 años, eligiendo la muerte antes que el destierro. El tiro que lo baja del caballo es el punto final a esta raza que Buenos Aires no tolera. Lo sucedió su hermano Luis.


Anexo
¿Quién era quién?

·    Los actores nativos
Durante el Siglo XIX la situación entre los nativos, y con los nativos fue extremadamente compleja, guiada generalmente por fuertes interese económicos (tierras, salinas, caballadas, hacienda). El proceso de “araucanización”  (proceso de expansión y difusión de un conjunto de rasgos culturales de los araucanos chilenos en el actual territorio argentino), dio lugar a fuertes interacciones étnicas que dan lugar a confusas clasificaciones de los asentamientos aborígenes.

Cuando la política de la época (unitarios y federales – confederados y bonaerenses), se metió en el ruedo, se produce un “todos contra todos” cambiante en el tiempo según las traiciones en las amistades y el incumplimiento de los mas de 100 pactos de paz firmados.




        Distribución de etnias y cacicazgos  de la época en el actual territorio argentino

Una mirada rápida a los participantes de este confuso panorama intentará aclarar quien es quien.

Juan Calfucurá o “piedra azul” (¿?–1873). Fue un cacique o lonco mapuche pero cuya actividad militar y política se desarrolló principalmente en Argentina y en las áreas controladas por los pueblos indígenas de la Patagonia oriental, cerca de las Salinas Grandes.
Habría nacido al oeste de los Andes en Llaima, en el actual territorio chileno, posiblemente entre 1760 y 1780. Era hijo del cacique Huentecurá (“piedra de arriba”), nacido hacia 1730, uno de los jefes que había ayudado a José de San Martín en su cruce de los Andes. 
Hacia 1830 Calfucurá cruzó los Andes y se radicó en la gran llanura pampeana, dominada en ese momento por los borogas, quienes pidieron la protección de Calfucurá, pero impidieron que este pasara a malonear sobre la provincia. Después de matar a los caciques borogas, notificó a los demás caciques de la región que por la voluntad del dios Guenechén él se había erigido en Jefe Supremo del gobierno de las Salinas Grandes (o cacique general de las Pampas).
Por su control de las Salinas Grandes del Sur, tenía en su poder tanto un punto estratégico de las "rastrilladas" (que eran las rutas comerciales mapuches en las pampas), como el dominio de la sal, sustancia fundamental en esa época para la conservación de la carne. Calfucurá murió el 3 de junio de 1873, siendo sucedido por su hijo Manuel Namuncurá.
Ignacio Coliqueo (1786 - 1871). Fue un lonco mapuche descendiente de Caupolicán, que nació en 1786 en la localidad de Huincul, cerca de Boroa, en la actual provincia de Temuco, en Chile. Condujo a su tribu desde la Araucanía y la instaló en 1861 en la zona que luego se denominó Los Toldos, en la provincia de Buenos Aires. Fue por eso conocido como un «indio amigo» por las autoridades argentinas.
Coliqueo logró escapar a la matanza de los borogas (vorogas o boroanos), realizada por Calfucurá , refugiándose entre los ranqueles de Yanquetruz  entrando en relaciones con Manuel Baigorria, quien vivía con los ranqueles. Luego éste se convertiría en su yerno.
Coliqueo y Baigorria entraron en negociaciones con Justo José de Urquiza y se sumaron a su ejército combatiendo y venciendo en la Batalla de Cepeda en 1859, en el sur de la provincia de Santa Fe (cerca del límite con la provincia de Buenos Aires), a cambio de que el nuevo gobierno diera tierras para su tribu.
Urquiza incumplió lo pactado, por lo que Coliqueo realizó un nuevo acuerdo con Bartolomé Mitre, quien les otorgó el derecho a poseer un territorio. En 1861, Mitre lo reconoció como «cacique principal de los indios amigos y coronel del ejército nacional.
Poco después Mitre lo convocó con sus guerreros a combatir contra Urquiza, participando en la Batalla de Pavón y definiéndola a favor de la Provincia de Buenos Aires. La habilidad de Coliqueo se notó también en su capacidad de obtener en 1866 una Ley que constituyó el título legal de las tierras para su comunidad. 
Carripilón o Carripilún  u “orejas verdes” (¿?? – 1820). Fue un cacique ranquelino nacido en Ranquil (Neuquén), y establecido hacia 1789 entre los ríos Cuarto y Colorado, desde el sur de las actuales provincias de San Luis y Córdoba, hasta el sur de la Provincia de La Pampa.
En septiembre de 1794 Carripilún firmó la paz con el Comandante de la Frontera de Córdoba, pero la negociación con Mendoza continuó demorada. Una epidemia de viruela diezmó ese año a muchos indígenas, muriendo varios caciques, produciéndose además enfrentamientos entre Huiliches y Ranqueles. En 1796 el virrey Vértiz aprobó la paz entre los Pehuenches y Ranqueles, comunicándoselo a Carripilún para que se presentase a firmarla.
Recién el 6 de julio de 1799 fue firmado por José F. de Amigorena en el Fuerte de San Carlos (Mendoza), el tratado de paz de los ranqueles con Mendoza con la presencia de los Pehuenches, que también firmaron la paz con los Ranqueles.
Carripilún fue nombrado cacique gobernador del Mamull Mapu (“país de los montes”), dándole un encaje geográfico en un área ubicada entre La Pampa, el sur de San Luis, el sur de Córdoba y el sur de Santa Fe. Hubo otros caciques, pero Carripilún tuvo la virtud de formar una nación muy fuerte, armó la empresa guerrera más grande que hubo. Así se consolidó uno de los momentos que marcaron la historia de la comunidad Ranquel.
Carripilun es reconocido como “el padre del imperio ranquelino” y por los españoles fue llamado “Gran Señor Cacique”. Ante la eventual invasión inglesa de 1806 Carripilún ofreció al Virrey Sobremonte 3.000 lanceros que viajaron a Buenos Aires junto con muchos caciques mas. La ayuda fue agradecida, pero no aceptada. 
Yanquetruz II (¿? - 1836). Fue un lonco (cacique), Mapuche Huilliche nacido en la Araucanía chilena que en 1818 se estableció entre los ranqueles del sur de Córdoba, Santa Fe, San Luis y La Pampa. Yanquetruz, "el fuerte", tomó el mando ranquel a la muerte del cacique Carripilún, quien murió sin descendencia, teniendo su campamento en Leubucó. No debe ser confundido con el cacique homónimo José María Bulnes Yanquetruz, que dominaba las adyacencias de Bahía Blanca.
Era descendiente del cacique Yanquetruz (Llanquitur), que en las últimas décadas del siglo XVIII luchó en el sur de Mendoza contra Amigorena.
En 1818 llegó a Leubucó junto a un centenar de guerreros indígenas procedentes de Chile, llegando con él su esposa Carú Luán y su hijo Pichun Gualá. Se destacó en los malones y adquirió suficiente fama y poder como para ser elegido jefe de los ranqueles a la muerte de Carripilún.
Estuvo del lado del caudillo chileno José Miguel Carrera, con quien asoló buena parte del territorio bonaerense. Realizó alianzas con Pampas y Tehuelches y fue combatido por Juan Manuel de Rosas, con quien luego firmó alianzas para controlar las operaciones de los hermanos Pincheira. Nuevamente enemistado con Rosas cierra filas con Manuel Baigorria. Rosas lo combate en la Campaña al Desierto a través de la columna del centro a cargo de Ruiz Huidobro.
A fines de 1835 Rosas supo que los caciques Ranqueles viajaron al País de las Manzanas en busca de ayuda de indígenas chilenos. 
Manuel Baigorria confirmó este viaje, señalando que Pichún regresó de Llaima con 1.400 guerreros, mientras Yanquetruz estaba enfermo y oculto en las juntas del Diamante con el Desaguadero, lugar en donde murió en 1836.

Painé Güer (Zorro azul). Padre de Panguitruz Güer  (Mariano Rosas), y sobrino de Yanquetruz, a quien sucede luego de su muerte. Es el primero de la dinastía ranquelina llamada los Zorros, los Güer o Guor. Su valor humano está en que une a todos los capitanejos y pequeños caciques para formar la gran Nación Ranquel hacia entre 1835 y 1840 en el centro de nuestro país. 

Se opone al gobierno de Rosas y conforma alianzas con los unitarios sobre todo con los caudillos de San Luis de la familia Saá. Se separa de Calfucurá, que apoya a Rosas, por tener intereses económicos diferentes,  pero jamás derrama sangre de hermanos en peleas internas, sólo se limita a no colaborar con el malón o a enviar malones a las estancias rosistas. Painé Güer murió en 1856 al hacer estallar involuntariamente una granada.

Mariano Rosas o Panguitruz Güer, (1825 - 1877), fue un cacique ranquel nacido en la actual provincia de La Pampa. Pertenecía a la familia de los Güer (que significa zorro en idioma mapuche). Fue el segundo hijo del cacique Painé Güer (Zorro Azul), y de una cautiva huinca. En 1834, a los 9 años de edad, Panguitruz y otros niños indios fueron tomados prisioneros y trasladados engrillados hasta la aldea Santos Lugares de Rosas

Al enterarse de que Panguitruz era hijo de un cacique famoso, el Restaurador lo hizo bautizar, sirviéndole de padrino. Le puso Mariano como nombre de pila, le dio su apellido y le mandó con los otros de peón a su estancia del Pino. Allí aprendió a leer y escribir, y se hizo diestro en las faenas rurales.

Una noche de 1840 (a los 15 años de edad), los jóvenes ranqueles montaron los mejores caballos y escaparon. Debían recorrer varios cientos de kilómetros hacia el oeste. Anduvieron perdidos durante varios días hasta llegar a la laguna Leubucó, su tierra natal. 

Al poco tiempo de regreso en Leubucó, cuando recibió un regalo de su padrino Rosas (yeguas, vacas, toros, caballos, un apero completo con muchas prendas de plata, algunas arrobas de yerba y azúcar, tabaco y papel, ropa fina, un uniforme de coronel y muchas divisas coloradas). Mariano Rosas conservaba el más grato recuerdo de veneración por su padrino.

El padre de Mariano Rosas (Painé Güer), murió en 1856 al hacer estallar involuntariamente una granada abandonada por el Ejército Argentino. Le sucedió su hijo mayor, Calvaiú Güer, pero dos años después, en 1858, Calvaiú fue asesinado en un atentado. Entonces Panguitruz Güer lo sucedió como líder de todos los ranqueles.  En la Batalla de Cepeda, en 1859, fuerzas Ranqueles de Mariano Rosas combatieron en el bando de Urquiza.

En su capital Leubucó daba refugio a todos. Hombres del Chacho Peñaloza, de Juan Saá y de Santos Guayama se ampararon en la localidad. Aunque al principio de su cacicazgo lanzó varios malones contra las aldeas principales en las provincias de Mendoza, San Luis y Córdoba,  en general lideró un largo y próspero período de paz con los huincas.

Mariano Rosas murió de viruela en Leubucó el 18 de agosto de 1877, a los 52 años y su tumba fue profanada por el Coronel Eduardo Racedo en 1879.
Epumer Rosas (1820-1886/90?). Fue el hermano mayor de Mariano Rosas a quien sucedió luego de su muerte en 1877. Al año siguiente Epumer y Baigorrita firmaron un tratado de paz con el Gobierno Nacional, que fijó las fronteras en la Zanja de Alsina y en el río Negro.
Durante la Conquista del Desierto, la tercera división al mando de Eduardo Racedo partió de Villa Mercedes hacia Poitahué con 1.350 soldados en 1879, entre ellos ranqueles de los caciques Cayupán.
Dos grupos ranqueles que se dirigían a Río Cuarto en cumplimiento del tratado, fueron atacados por sorpresa por el ejército en Pozo del Cuadril, iniciándose las operaciones contra los ranqueles. Epumer logró escapar al ataque sobre Leubucó,
En 1879 el General Rudecindo Roca tomó prisionero al último gran "lonco" (o cacique) ranquel de Leubucó, Epumer, quien fue confinado en la isla Martín García en 1880 y murió en 1890. Huaiquigner, segundo hijo de Mariano Rosas, condujo a los últimos ranqueles al exilio.
Los lanceros ranqueles fueron vencidos y pasados a degüello. Los sobrevivientes, repartidos en estancias pampeanas o desparramados por Tucumán, Martín García y hasta en las islas Malvinas. Las mujeres fueron destinadas al servicio doméstico. Los chicos, como peones.
Luis (Lucho) Baigorria (1843 - 1933). Hermano menor de Baigorrita siguió a su hermano casi hasta el final. Fue tomado prisionero, en 1879 en Cochicó. Se escapó, cuando supo que su hermano había sido muerto, sintiéndose responsable de su gente. Poco después se entregó o fue capturado con los sobrevivientes.

Después de una temporada en Martín García lo sacaron de allí para mandarlo a pelear contra los revolucionarios del 80, donde resultó herido, y luego quedó en libertad. Reunió a los sobrevivientes de su gente y los llevó a vivir a un lote que le asignaron en un paraje de La Pampa, donde murió en 1933.

Ramón “platero” Cabral (¿? – 1890). Su estirpe pertenece a uno de los principales linajes ranqueles. Se la conocía como los “Nahuel” (“los tigres”). En 1865, heredó de su padre el gobierno de las tribus de Carrilobo, en las cercanías de lo que hoy es Anchorena (al sur de San Luis).

Fue contemporáneo a Mariano Rosas del linaje de “los zorros”, jefe de la Confederación Ranquel. A este lo seguían en jerarquía Baigorrita y Ramón “Platero” Cabral, llamado así por su habilidad para el trabajo de la fragua y la plata (pectorales, estribos, espuelas, rastras, pulseras, prendedores, sortijas, yesqueros).

Lucio V, Mansilla lo describió como “un hombre perfectamente aseado, viste como un paisano rico, inteligente, despierto y activo en la República. Es un cacique respetado y seguido por su gente. Era bravo en la pelea, diestro en todos los ejercicios ecuestres, entendido en todo género de tareas rurales”.
Por la Conquista del Desierto, el líder fue desterrado y trasladado hasta La Pampa donde murió el 1º de mayo de 1890.
·    Los actores “huincas”
Eufrasio Videla, (1805 - 1841). Fue un militar y hacendado puntano, que dirigió una revolución del partido unitario en la provincia de San Luis .
Apoyó las revoluciones unitarias de 1829 y 1830 en San Luis, y los gobiernos de sus hermanos Ignacio y Luis. En 1830 se destacó al rechazar una invasión de indígenas ranqueles, y poco después combatió en la batalla de Oncativo contra Facundo Quiroga.
Invadió San Luis en combinación con el General Lamadrid. Al saber que una revolución había llevado al poder a los unitarios en Córdoba, invitó al cacique “blanco” Manuel Baigorria para que invadiera la provincia con los indios ranqueles. De esa forma quedó neutralizada la defensa de la provincia, y Videla pudo ocupar la capital provincial.
Durante dos meses, los unitarios dominaron la ciudad casi vacía. La división unitaria enviada en su apoyo fue destrozada por los federales en la Batalla de Sancala. Baigorria y Juan Saá huyeron a las tolderías de los indígenas, y Videla y Núñez se trasladaron a San Juan.
En San Juan, Videla se puso a órdenes del Chacho Peñaloza, comandante de los Llanos riojanos, y apoyaron el avance de Lamadrid hacia Cuyo. Intentaron un avance hacia San Luis, pero fueron derrotados en la batalla de Las Quijadas por el general José Félix Aldao.
Tomado prisionero, fue enviado a San Luis, donde pasó un año preso en el cuartel, mientras duraba el juicio que se le siguió. Finalmente fue condenado a muerte por haber invadido la provincia con un malón indígena. Murió fusilado en la plaza de San Luis, el 28 de diciembre de 1841.
Juan Saá (1818  1884). Fue un militar y político puntano que participó en las luchas contra los gobiernos centralistas de Juan Manuel de Rosas y Bartolomé Mitre.
Juan, junto a sus hermanos Francisco y José apoyaron la revolución de San Luis de noviembre de 1840, consiguiendo retener el poder algunas semanas. Luego se sumaron a Juan Lavalle hasta la derrota en la Batalla de Quebracho Herrado, a fines de ese año. Desde allí escaparon hacia las tolderías de los indios ranqueles, siguiendo al Coronel Manuel Baigorria.
Se instalaron en las tolderías de Painé, cacique mayor de los ranqueles. Juan Saá se casó con una hija del cacique. Pero en octubre de 1846 se volvieron a San Luis donde fue puesto al mando de las tropas de frontera de San Luis en 1848.
En marzo de 1860 asumió como gobernador de San Luis. Mantuvo buenas relaciones con los indígenas por medio de "recompensas". Cuando, en septiembre de 1861, los dos ejércitos chocaron en la batalla de Pavón, la caballería de Saá derrotó a la de Buenos Aires. Saá se retiró a Río Cuarto, y allí se enteró que los porteños y las demás provincias unitarias desconocían la autoridad de Derqui y de su Congreso. Un ejército mandando por el coronel Ignacio Rivas iba avanzando hacia el interior, deponiendo a los gobiernos federales, de modo que Saá escapó a Chile. Pisándole los talones venía Sarmiento, que colocó gobernadores unitarios en San Luis y Mendoza, y se puso a sí mismo en San Juan.
Finalmente se exilió en Bolivia. Regresó a su país en 1880, donde solicitó ser reincorporado al Ejército Argentino, e incluso que le permitieran ser candidato en elecciones. Ambos pedidos le fueron denegados. Falleció en Villa María, provincia de Córdoba, el 7 de julio de 1884.
José Felipe Saá (1822 - 1880). Fue un hacendado, militar y político puntano, caudillo menor de la Provincia de San Luis, que revistó primeramente en el bando unitario para después secundar la política federal de su hermano, el General Juan Saá.
Participó en la revolución unitaria de noviembre de 1840 en su provincia natal. Tras la derrota, los tres hermanos huyeron a las tolderías de los indios Ranqueles, acompañando al Coronel Manuel Baigorria. Instalado junto al cacique Painé, participaron en algunos malones sobre las tierras ocupadas por los blancos. En octubre de 1846 regresaron a San Luis y se incorporaron a las milicias provinciales. Su hermano Juan Saá fue comandante de las mismas, y Felipe ocupó el cargo de oficial de frontera. En un combate menor derrotó a los indígenas de Painé, su anterior protector.
Participó en la Batalla de Pavón, acompañando a su hermano Juan. Al enterarse del avance de las fuerzas del ejército porteño hacia el interior, a fines de 1859, ambos huyeron a refugiarse en Chile, donde vivió unos cinco años. 
Mientras su hermano viajó algunos meses a Uruguay, Felipe parece haber residido ininterrumpidamente en Chile. También a diferencia del General, regresó a San Luis posiblemente a mediados de 1866Falleció en su ciudad natal a fines de enero de 1880.
Ignacio Rivas (1827  1880). Fue un militar uruguayo, que luchó en las guerras civiles argentinas, en la guerra del Paraguay y secundó a Bartolomé Mitre en la revolución de 1874.
Participó en la batalla de Caseros y en la lucha contra los federales y los aborígenes. En 1858 fue ascendido a Coronel y nombrado comandante de la frontera sur. Peleó en la batalla de Cepeda (1859) como jefe de un regimiento de caballería.
En 1861 luchó también en la batalla de Pavón. Semanas después fue puesto al mando de una división de 2.000 hombres que debía invadir las provincias de Cuyo, de la cual era segundo jefe el “Coronel” Domingo Faustino Sarmiento. Puso a éste como gobernador de San Juan, a Luis Molina en Mendoza y a Justo Daract en San Luis. En ningún caso organizó elecciones.
Participó en las campañas contra el “Chacho” Peñaloza. Persiguió a los montoneros por toda La Rioja y San Luis, y lo venció en las batallas de Las Mulitas y Los Gigantes. Firmó con él el Tratado de La Banderita.
En abril de 1865 se incorporó a la división de Paunero, marchando a la guerra del Paraguay. Mitre lo ascendió a General. Regresó a Buenos Aires en 1869 y fue nombrado comandante de las secciones de fronteras del sur de la provincia de Buenos Aires.
En marzo de 1872, el gran cacique Calfucurá dirigió una gran entrada de indios en territorio “cristiano”. El general Rivas lo derrotó completamente en la batalla de San Carlos de Bolívar. Fue la peor derrota de los indios en mucho tiempo, e inició la retirada final de éstos de la provincia de Buenos Aires. Pocas semanas más tarde moría Calfucurá, y Rivas aprovechó para hacer una campaña dentro del territorio indígena, capturando uno de los principales campamentos de Calfucurá.
En 1874 fue uno de los gestores de la revolución de los partidarios de Mitre contra el Presidente Nicolás Avellaneda. Fue reincorporado al ejército en 1877, pero no se le dio mando de tropas, ya que lo consideraban peligroso, por eso no participó en la campaña del desierto del General Roca.
José Miguel Arredondo (1832 1904). Fue un militar uruguayo de larga carrera en las guerras civiles argentinas y en la Guerra del Paraguay. Fue incorporado al ejército de Urquiza, a órdenes de quien participó en la batalla de Caseros.
Peleó en la batalla de Cepeda de 1859, como comandante de un regimiento de infantería, y organizó y comandó otro para la batalla de Pavón. Fue ascendido al grado de Coronel. Después de la masacre de Cañada de Gómez, en que se distinguió por su crueldad con los vencidos, participó en la campaña contra el Chacho Peñaloza enfrentándolo en varias batallas. Participó en la guerra del Paraguay y luchó en las principales batallas, entre ellas Boquerón y Tuyutí. A fines de 1866 fue enviado a las provincias de Cuyo, a órdenes del General Paunero, a reprimir a los federales que se habían lanzado a la "revolución de los colorados".
Expulsó a los federales de Córdoba y de allí avanzó a San Luis, como jefe de avanzada del ejército. En 1867 derrotó al general Juan Saá en la batalla de San Ignacio, una victoria clave que marcó la decadencia federal, ganándose el ascenso a General. En 1868 fue nombrado comandante general de la frontera con el indio en Córdoba, San Luis y Mendoza.
En 1870 tomó parte en la guerra contra López Jordán, en Entre Ríos. Invadió la provincia de Mendoza deponiendo al gobernador Francisco Civit. Participó en la conquista del desierto. Pidió la baja del ejército argentino en 1886. En 1890 fue reincorporado como General de División en 1890, siendo más tarde miembro del Consejo Superior de Guerra y comandante de la División Cuyo. Se retiró del servicio en 1898.
José Videla Castillo (1792 - 1832). Fue un militar mendocino, que luchó en la guerra de independencia y más tarde en las guerras civiles, en el bando unitario. Se unió al Ejército de los Andes y participó en las batallas de Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú. Era capitán en la campaña al Perú, y luchó en la batalla de Cerro de Pasco y fue condecorado por la defensa de la ciudad de Lima. Después de pasar unos meses prisionero de los realistas participó en la batalla de Ayacucho.
Participó en la guerra contra el Brasil en el regimiento de José María Paz, luchando en la batalla de Ituzaingó. Se unió más tarde a la invasión dirigida por Paz a Córdoba en 1829, y luchó en San Roque, La Tablada y Oncativo. Después de esta última batalla, fue enviado por Paz a su provincia natal a derrocar el gobierno de Juan Rege Corvalán, federal aliado de Facundo Quiroga.
A comienzos de abril de 1830 entró en Mendoza, donde reunió un "cabildo abierto" formado exclusivamente por unitarios, e hizo elegir a Tomás Godoy Cruz gobernador interino. Tras las elecciones para formar una nueva legislatura, se hizo elegir gobernador el 30 de abril. Ejerció su cargo en lo militar, pero dejó que su ministro Godoy Cruz tomara todas las decisiones políticas y administrativas. Y pasó la mayor parte del tiempo en cuarteles fuera de la ciudad.
A mediados de enero de 1831 recibió la noticia de que venía a atacarlo desde San Luis el general Quiroga, a quien suponía derrotado para siempre en Oncativo. Salió apuradamente a hacerle frente, pero sus tropas fueron destrozadas por los federales de Quiroga en la batalla de Rodeo de Chacón, el 28 de marzo de 1831. Logró huir para incorporarse a las fuerzas con que Paz hacía frente al ataque federal de Estanislao López.
Cuando éste fue capturado, el ejército dirigido por Lamadrid se replegó a Tucumán. Allí enfrentó por segunda vez a Quiroga en La Ciudadela, donde fue el jefe de la infantería unitaria. Tras la derrota, se exilió en Bolivia.
Se dedicó a la producción agrícola en Santa Cruz de la Sierra, pero un incendio destruyó su hacienda, lo que le causó una depresión severa de la que nunca logró evadirse. Poco después falleció en la ciudad de Charcas.
Julio Fabián de Vedia (1826  1892). Fue un militar porteño que se unió al ejército del Estado de Buenos Aires, a órdenes del Coronel Bartolomé Mitre su cuñado. Fue destinado a un fuerte en Azul, y realizó una campaña contra Calfucurá, relativamente exitosa. Obtuvo una victoria en Pigüé en febrero de 1858, y fue ascendido a Coronel.
Luchó en la batalla de Cepeda (1859), y también en la batalla de Pavón, como jefe del Regimiento de Caballería. Poco después fundó el pueblo de Nueve de Julio, llevando la línea de frontera 90 kilómetros más al oeste. Permaneció los años siguientes en la frontera con el indio.
Al estallar la Guerra del Paraguay rechazó el cargo de Ministro de Guerra que le ofreció el presidente Mitre, y marchó al frente.
En enero de 1872 fue nombrado gobernador del Territorio Nacional del Chaco. En mayo de 1873 comandó las fuerzas nacionales en la segunda guerra contra Ricardo López Jordán. Lo venció en la batalla de Don Gonzalo, obligándolo a abandonar el país. Volvió al gobierno del Chaco hasta ser reemplazado en 1875.
En 1876 fue nombrado director del Colegio Militar de la Nación. En 1880 participó en la revolución porteña de Carlos Tejedor, y fue el comandante de las fuerzas militares que pelearon en la Batalla de los Corrales Viejos y la de Puente Alsina. Como resultado de la derrota, fue dado de baja del Ejército. Fue reincorporado en agosto de 1883, e inmediatamente fue ascendido a General de División. Formó parte del Estado Mayor General del Ejército, alternativamente como director del Colegio Militar, inspector del arma de artillería y de la de caballería. Murió en agosto de 1892.
Lucio Victorio Mansilla (1831 - 1913). Fue un General de División del Ejército Argentino, periodista, escritor, político y diplomático. Fue gobernador del Territorio Nacional del Gran Chaco entre 1878 y 1880.
En 1852 entró al ejército, militando entre los partidarios de la Confederación. Luego del derrocamiento de Rosas emprendió otro viaje a Europa. Intervino luego en la Guerra del Paraguay. En 1868 alcanzó los grados de Mayor y Teniente Coronel. Más adelante ascendió a Coronel, gracias a su apoyo a la campaña a la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, quien lo destinó al servicio de la frontera sur de Córdoba, bajo las órdenes del General José Miguel Arredondo.
Al nombrársele comandante de las fronteras del sur de Córdoba se dedicó a explorar meticulosamente la zona entre los ríos Cuarto y Quinto, logrando como resultado dibujar un detallado mapa topográfico. Luego hizo los preparativos y se internó en las pampas acompañado de dos frailes franciscanos y una pequeña escolta para tratar pacíficamente con los indios.
Partió el 30 de marzo de 1870 desde el fuerte Sarmiento (actual ciudad de Río Cuarto) hasta Leuvucó o Leubucó, en las tierras del cacique ranquel Mariano Rosas. También visitó a los caciques Baigorrita y Ramón “platero” Cabral. Regresó a Villa Mercedes y llegó al fuerte Sarmiento el 17 de abril de 1870. Como resultado de esta experiencia, escribió Una excursión a los indios ranqueles.
En sus últimos años estuvo aquejado de una incipiente ceguera, y falleció en Paris en 1913.
Marcos Donati (1831 – 1895). Fue un sacerdote franciscano nacido Italia. Su mayor aspiración era la del apostolado entre los aborígenes y se embarcó hacia América en  1856, concluyendo su viaje en la Villa de la Concepción del Río Cuarto.

Compañero del Coronel Lucio V. Mansilla, con quien visitó la frontera del río Quinto, 1869, y formó parte en 1870 de la comitiva en la célebre excursión a los Ranqueles, Dedicó su vida a la civilización de los indígenas y rescate de los cautivos mereciendo que se le llamara “El Apóstol de la Pampa y Redentor de Cautivos”. Los ranqueles lo consideraron su embajador y padre espiritual.

Con su influencia, tesón, ahínco y apostólica conducta en las misiones logró el rescate de 295 cautivos. Después de la Conquista del Desierto, hasta 1894, siguió catequizando indios en su querida pampa. Poco antes de partir para Buenos Aires, a donde fue llevado para ser sometido a una operación quirúrgica, y no volver más, pronunció estas palabras ante sus hermanos: “Gracias a Dios, entramos a la Pampa con honor, y salimos de ella con el mismo honor; ya no hay indios: todos son cristianos”.

Después de sufrir una larga y penosa enfermedad, falleció a los 64 años en Buenos Aires, en el Hospital Militar, el 8 de Abril de 1895. 
Luis Videla, (1790 - 1831). Fue un militar y político puntano, líder del partido unitario y Gobernador de la provincia de San Luis.
Se enroló joven en las tropas de caballería de su provincia, y combatió a órdenes de su hermano Blas Videla contra las invasiones inglesas. En 1815 se incorporó al Ejército de los Andes, pero permaneció en la defensa de la frontera de su provincia con los indígenas y no participó de la campaña a Chile.
En 1821 combatió contra la invasión del General chileno José Miguel Carrera en Río Quinto, y poco después, en la batalla de Punta del Médano, lo derrota definitivamente.
Pasó muchos años como oficial de fronteras. Fue electo diputado al Congreso General de 1824, pero renunció y continuó como presidente de la legislatura. 
En 1829 apoyó la invasión del general José María Paz al interior. No es seguro que haya peleado en la batalla de La Tablada, pero participó en la campaña de represión sobre las Sierras de Córdoba. Combatió en la batalla de Oncativo. Ocupó San Luis, donde colocó en el gobierno a su hermano Ignacio Videla, y siguió camino a Mendoza.
En agosto, una breve reacción federal en San Luis permitió ocupar el gobierno puntano a Prudencio Vidal Guiñazú. Pero Videla volvió a San Luis, ocupó la ciudad sin luchar y arrestó al gobernador federal. A fines de ese mes, fue electo gobernador por una legislatura adicta.
Firmó con el general Paz y los demás gobernadores unitarios los tratados que fundaban la Liga del Interior, y apoyó la campaña del jefe unitario contra Santa Fe. Junto con el coronel Juan Pascual Pringles, fueron derrotados en Río Quinto, donde Pringles murió en combate. 
Luis Videla huyó a Mendoza y se puso a órdenes de Videla Castillo, con quien combatió como jefe de la caballería unitaria en la derrota de Rodeo de Chacón. Regresó de incógnito a San Luis, y permaneció oculto por el monte durante varias semanas, guiado por su baqueano, el futuro coronel Manuel Baigorria
Finalmente, convencido de que la derrota unitaria era definitiva, terminaron refugiados en las tolderías de los ranqueles. Pero éstos entregaron a Videla a los federales de Río Cuarto. Desde allí fue enviado a Rosario y San Nicolás de los Arroyos, donde murió fusilado en octubre de 1831.
Mariano Fragueiro (1795 1872). Fue un comerciante, financista y político cordobés de extracción liberal y unitaria, ministro de hacienda de la Confederación Argentina y Gobernador de Córdoba.
En 1829, cuando el General Paz invadió Córdoba y conquistó el gobierno provincial, fue designado representante suyo ante el gobierno de Buenos Aires, dirigido entonces por Juan Lavalle. Caído éste, se trasladó a Córdoba, donde fue nombrado Ministro de Gobierno. En 1831, al caer prisionero Paz, fue nombrado gobernador interino, con la sola misión de firmar un tratado de paz con Estanislao López. Fue arrestado y llevado a Buenos Aires, donde compró su libertad.
Urquiza lo nombró ministro de Hacienda de la Confederación Argentina. Planeó una gran expedición al desierto, incorporando tierras a la Confederación sin exterminar a los indios. Renunció al ministerio al fracasar el Banco, en septiembre de 1854. En 1858 fundó el partido liberal de Córdoba, como una coalición de ex unitarios, y fue electo Gobernador de Córdoba, derrotando al ministro nacional Santiago Derqui. Tuvo buenas relaciones con el gobierno de Buenos Aires, pero ayudó al presidente Urquiza a ganar la batalla de Cepeda.
En 1860 enfrentó nuevamente a Derqui, esta vez como candidato a Presidente. Fue derrotado por presión de Urquiza, y la violencia que había ejercido se volvió en contra suya. A principios de 1860, cuando viajaba por el norte de la provincia, fue capturado por los opositores. Éstos contaban con el triunfo de una revolución en la capital de la provincia, pero ésta fracasó, de modo que, tras cinco días de prisión, fue liberado.
Moralmente abatido, se encerró en su casa, delegando el gobierno durante meses, hasta que en julio de 1860 renunció. Meses más tarde, presidió la convención que reformó la Constitución Nacional. Fue senador nacional por Córdoba, y más tarde miembro de la Convención Constituyente de 1865. Falleció en Córdoba en julio de 1872.
Santiago Derqui (1809 1867). Fue abogado y político cordobés y el cuarto Presidente de la Nación Argentina. Su breve gobierno terminó con su renuncia luego de la derrota de la Confederación Argentina en la batalla de Pavón. Fue simpatizante de la invasión del General José María Paz a su provincia en 1829.
Fue un destacado antirrosista que hacia públicas su críticas al gobierno porteño. Esto no satisfizo a Rosas, que deseaba un hombre más afín a su perfil en Córdoba, influyó en la realización de nuevas elecciones para consagrar al Coronel Manuel López, alias Quebracho. Cuando las fuerzas de éste capturaron a tres de los hermanos Reinafé, Derqui fue acusado de negligencia y complicidad con los asesinos y enviado a Buenos Aires como prisionero.
En 1860 fue electo como sucesor de Urquiza, y asumió la presidencia el 5 de marzo de ese año, acompañado por el general Juan Esteban Pedernera. Derqui asumió la presidencia en Paraná.
Luego de Pavón Derqui trataba de reunir sus tropas en Rosario. Cuando supo que no lo lograría, abandonó todo y huyó a Montevideo. Nunca firmó una renuncia, apenas una carta personal a Pedernera, en la que le pedía que arreglara con Urquiza y revirtiera la situación.
El 5 de noviembre de 1867 murió en Corrientes en la pobreza más extrema. Sus restos descansan en la Parroquia La Santísima Cruz de los Milagros, en la capital correntina.
Simón Luengo (1825  1872). Fue un caudillo cordobés, líder de uno de los últimos alzamientos federales en el interior del país, y autor material del asesinato del ex presidente Justo José de Urquiza.
Se opuso desde la prensa al gobierno de Mariano Fragueiro y dirigió la fracasada revolución de febrero de 1860 contra éste.
Pasó a Entre Ríos, pero pronto se desilusionó completamente de Urquiza, y después de la visita del presidente Domingo Faustino Sarmiento al ex presidente se unió a la conspiración dirigida por el general Ricardo López Jordán. Dirigió el ataque al palacio San José en abril de 1870, el mismo día en que López Jordán tomaba el control de Paraná y se hacía nombrar Gobernador.
La idea era apresar a Urquiza y provocar su renuncia, pero inesperadamente, éste se defendió y disparó su pistola contra los atacantes, que lo mataron a sablazos. El crimen fue la excusa para desconocer el gobierno de López Jordán, con lo que una revolución local terminó en una guerra civil. Escapó a Brasil y de alguna manera llegó luego a Córdoba. Allí estaba en junio de 1872, presuntamente conspirando, cuando lo encontró una partida policial enviada en su búsqueda.
Cuando trataba de escapar, el oficial a cargo de perseguirlo vació un revólver contra él, sin acertar un tiro. Furioso con su propia mala puntería, arrojó el arma en dirección al fugitivo, que resultó herido en la cabeza, y fue alcanzado y muerto por la partida policial. Algunas versiones indican que fue muerto mientras lo sorprendieron durmiendo.
Justo Daract (1804  1887). Fue un político puntano Gobernador de la Provincia de San Luis en las décadas de 1850 y 1860. Durante la época de la Coalición del Norte formó en las filas de los unitarios, y en 1840, después de la derrota de Quebracho Herrado, huyó a Chile, donde continuó dedicado al comercio.
Regresó a su provincia y fue designado Gobernador provisorio en noviembre de 1854. Durante ese primer gobierno se sancionó una nueva constitución provincial que lo llevó a ser el primer Gobernador constitucional de su provincia.
Obligó a los indios a comerciar solamente en la capital, y protegió el regreso de Juan Saá y Manuel Baigorria desde las tolderías de los ranqueles. A raíz de la derrota de la Confederación Argentina en Pavón, renunció el Gobernador Juan Saá. Ante la ausencia de autoridades, Ignacio Rivas hizo reunir a la parte de los legisladores que le pareció adicta, y, en minoría, nombró gobernador a Daract quien renunció en 1862
Consiguió una paz comparativamente larga con el cacique Ranquel Mariano Rosas. En 1865 fue electo Gobernador por tercera vez. Casi inmediatamente, el país se vio envuelto en la Guerra del Paraguay, terriblemente impopular entre los pueblos del interior. Daract juzgó que era una cuestión de patriotismo, por lo que colaboró en la formación de un regimiento especial para pelear esa guerra.
En noviembre de 1867 se produjo la "Revolución de los Colorados" en Mendoza, que se extendió enseguida a San Juan, San Luis, La Rioja y Catamarca. El 25 de enero, Daract delegó el mando y abandonó la provincia hacia Córdoba, mientras el Coronel Felipe Saá, hermano del General Juan Saá, asumía el gobierno provincial.
Recuperó el gobierno después de la victoria gubernamental en la batalla de San Ignacio, el 6 de abril de 1867. Se hizo fanáticamente mitrista, pero igualmente renunció a fines de mayo.
Juan Esteban Pedernera (1796 - 1886). Fue un militar puntano del bando unitario. En 1815 se incorporó al Regimiento de Granaderos a Caballo de José de San Martín y combatió en Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú.
Al mando de un regimiento tomó parte en la guerra del Brasil. A su regreso, apoyó la revolución de Juan Lavalle contra el gobernador Manuel Dorrego, y fue uno de sus jefes de caballería en la batalla de Navarro, en la que fue ascendido a Coronel.
Luego se incorporó a la división del general José María Paz en su lucha contra Juan Bautista Bustos, luchando en las batallas de San Roque, La Tablada y Oncativo como jefe de una parte importante de la caballería.
Emigró a Bolivia y Perú, donde le reconocieron sus antiguos servicios y sirvió en la filas de la Confederación Perú-Boliviana en la guerra contra Chile y los restauradores peruanos hasta su disolución en 1839. Fue el jefe de la más importante división de caballería en la batalla de Famaillá, en que los unitarios fueron completamente derrotados.
Acompañó a Lavalle hasta San Salvador de Jujuy, donde éste fue muerto por una partida federal, y se encargó del mando de las tropas que huían a Bolivia, llevando también el cadáver de Lavalle. En el camino, como el cuerpo comenzara a descomponerse, ordenó descarnarlo para huir con sus huesos hasta Potosí. Regresó al Perú, incorporándose al ejército de ese país, con el grado de General. Permaneció allí trece años.
En 1859 fue elegido Gobernador de su provincia. Participó en la batalla de Cepeda en octubre de 1859. Poco después fue elegido para integrar la fórmula presidencial como vice de Santiago Derqui, que derrotó a la unitaria de Mariano Fragueiro y Antonino Taboada el 6 de marzo de 1859. Asumió la vicepresidencia y debió reemplazar a Derqui en varias oportunidades, especialmente cuando éste se trasladó a Córdoba a dirigir la intervención y a preparar el ejército para el nuevo enfrentamiento con Buenos Aires.
Después de la derrota de Justo José de Urquiza en la batalla de Pavón, en 1861, Derqui se retiró del país, dejando una carta que fue interpretada como su renuncia. Pedernera asumió como Presidente, con la intención de convencer al ex presidente de enfrentar a los porteños. Pero todo fue en vano, y tras la derrota de Cañada de Gómez, declaró caduco el gobierno de la Confederación, dejando abierto el camino de Bartolomé Mitre al poder. Se retiró a la vida privada en San Luis, y falleció en 1886.
                            



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