Mas de un tema folklórico
nos puede disgustar, por su música o por su letra, pero se resuelve apagando la
radio o el televisor, no comprando el disco o de última, taparse los oídos.
Lo que no se puede hacer es perseguir
a los cantores, a los autores, a los músicos por el solo hecho que nos disgusta
la música o la letra, mucho menos amenazarlos de muerte o perseguirlos hasta el
exilio.
Particularmente la junta
militar (y los civiles políticos que los acompañaron), que tomaron el gobierno
por las armas en 1976, tenía esa obsesión.
Al parecer, por lo que
prohibieron, indica que tenían el gusto atrofiado, y lo peor es la ignorancia
supina (aquella que
procede de negligencia en aprender o inquirir lo que puede y debe saberse), de la que hasta hacían alarde.
La música y el canto fueron
y son patrimonios históricos de la humanidad, donde encontramos nuestra
identidad. ¿Quisieron que la perdiéramos?
Un
gran cantautor dijo “...cuando un pueblo
trabaja Dios lo respeta. Pero cuando un pueblo canta, Dios lo ama”.
Algunas
canciones “irreverentes” y subversivas decían “...pobrecito mi patrón. Piensa que el pobre soy yo...”. Otras
rezaban “estamos prisioneros carcelero,
yo de estos gruesos barrotes, tu del miedo”
"El
estremecimiento de la fe terrorista, derivación previsible de una escalada
sensorial de nítido itinerario (...) continúa con el amor promiscuo, se
prolonga en las drogas alucinógenas y en la ruptura de los últimos lazos con la
realidad objetiva, común y desemboca al fin en la muerte, la ajena o en la
propia, poco importa ya que la destrucción estará justificada por la redención
social".
Almirante Emilio Massera
Conferencia en la Facultad de Ciencias Sociales
de la Universidad del Salvador
25 de Noviembre de 1976
El
contexto de época
El gobierno
constitucional de María Estela Martínez de Perón “crujía” por todos lados. Los
niveles de disconformidad de muchos sectores y la falta de altura política de
quienes la debían tener hizo que los militares cumplieran los mandatos de la
superioridad extra nacional, y decidieron cumplir con lo que venían
planificando hacía tiempo.
La Junta Militar,
toma el control del país en marzo de 1976 apoyado por un importante grupo de
civiles de extracción liberal y anuncia la implementación del llamado “Plan de
Reorganización Nacional”.
La lucha emprendida
por el proceso para disciplinar a los jóvenes seria lenta y estaría
marcada por las razias, donde se inaugura el proceso autoritario
más sangriento que registra la historia de nuestro país.
Las tres armas
toman el control de todo: decidían, a partir de la censura, que
se podía leer, decir, hacer y que música había que escuchar. En 1976,
todas las radios estatales y comerciales eran desmanteladas y distintos
comunicados llegaban a los medios de todo el país, con los nombres de
prohibidos y de los sospechosos.
Los objetivos se
van a basar en demostrar lo que desaprobaba La Junta Militar, lo que creían
“una amenaza para la sociedad”. La amenaza para la sociedad era pensar y cantar
diferentes reivindicaciones, tener el pelo un centímetro más allá del cuello de
la camisa, y los bigotes más largos que la comisura de los labios.
La dictadura militar afectó
fuertemente la producción de la música de todo tipo (aunque en esta oportunidad
nos referiremos solo a la folklórica argentina), dañada por la censura,
las listas negras y las persecuciones a las que fueron
sometidos los artistas, muchos de los cuales debieron exiliarse,
debido a lo cual muchos discos fueron grabados y difundidos fuera de Argentina
(Alemania, España, Francia, México, etc.), pero no llegaron a ser escuchados en
aquel momento por el público argentino.
En esa
época se hizo habitual que los músicos recibieran reiteradamente las mismas
advertencias y amenazas telefónicas anónimas. Las acciones represivas y listas
negras contra artistas e intelectuales a ser secuestrados o censurados, fueron
conocidas como Operativo Claridad.
El Proceso de Reorganización Nacional ejerció de facto del poder del
Estado para establecer una política sistemática de opresión, manipulación,
apropiación y aniquilación de las expresiones populares y de su simbología.
Entre ellas, en particular, la música popular fue fuertemente
atacada, silenciada, tergiversada y reprimida. Como contrapartida, la
supervivencia de este género quedará librada, entonces, a la resistencia que
tanto sus exponentes como sus cultores podrán ejercer (asumiendo, en algunos
casos, hasta el riesgo de perder la propia vida), ante la dictadura reinante.
Si bien el temor infundido a los artistas comprometidos con la causa
popular se incrementó luego de marzo de 1976 (momento en el que los distintos
medios de comunicación pasaron a manos de interventores militares), es posible
argumentar que ya desde el golpe militar que gobernó desde 1966 hasta 1973 (con
el breve paréntesis del gobierno de Cámpora y el de Juan Domingo Perón hasta su
fallecimiento en julio del ’74)
Durante el ejercicio del terror por parte de la Alianza
Anticomunista Argentina (más conocida como Triple A), bajo el gobierno de
Isabel Perón se habían encargado de evitar la presencia y la difusión de muchos
músicos en programas televisivos y radiales del país y de amenazarlos para que
cesaran en su actividad o bien la circunscribieran a los ideales del régimen
dictatorial.
Por desgracia, el mundo musical argentino ya conocía en carne
propia lo que significaba la censura durante la dictadura en la década de 1930,
cuando el tango era ya un referente nacional, varios autores fueron censurados
por usar el lenguaje conocido como “lunfardo” en sus letras.
Si bien durante el primer gobierno peronista el folklore fue
promovido, no todos los autores e intérpretes estaban admitidos. El caso más
notable fue el Atahualpa Yupanqui, que por su cercanía al Partido Comunista fue
encarcelado en varias oportunidades.
La caída de Perón, bajo el gobierno de facto de Aramburu, trajo
también censuras sobre todas aquellas figuras que de alguna manera podían
recordar al peronismo. Los sospechados de comunistas seguían en las listas
negras, pero se agregaban los peronistas confesos. Un caso emblemático fue el
de Antonio Tormo, asociado fuertemente al partido.
Tipos
de censura
La censura impuesta fue de
todo tipo. Los encargados del
acto de censura generalmente no fueron militares. Eran agentes altamente
cualificados y censuraban bajo un estricto plan sistemático, político, de
represión y producción cultural.
Varios
de estos agentes eran abogados, sociólogos, profesores de universidades
católicas, y, sobre todo, eran especialistas en el área del conocimiento.
En lo que al tema que nos ocupa
las motivaciones de la censura fueron de tres
tipos, según algunos autores, que pueden
tipificarse:
- Motivaciones políticas: se censuraron a varios cantantes que estaban claramente en contra del gobierno de facto.
- Motivaciones lingüísticas: se obligaba al cambio de letras en algunas canciones que los autores las abreviaban, se cambiaban el orden de las letras, o se reemplazaban por palabras en quechua.
- Motivaciones paranoicas: se censuraba a todos los cantantes acusados de poner al pueblo en contra de ellos y de conspirar a través de sus letras.
- Motivaciones ridículas: se prohibieron canciones que exaltaban el romanticismo y no alcanzaban a tener mucha relación con la política.
Cantautores
prohibidos
Muchos
fueron los presionados y desplazados. Algunos se auto exiliaron, otros se
quedaron y no la pasaron del todo bien.
Las “listas negras” confeccionados por la Junta Militar,
eran distribuidas a los medios de comunicación para evitar que los señalados
fueran contratados.
Estas llevaron al exilio a artistas e
intelectuales de todos los órdenes (hombres y mujeres del teatro, la radio y la
televisión, pensadores, escritores, cineastas, periodistas, y obviamente
cantautores de todos los ritmos)
Una lista con 331 nombres de artistas, “con antecedentes ideológicos marxistas”
fue identificada entre los archivos encontrados recientemente en el Edificio
Cóndor de la Fuerza Aérea. O no sabían lo que era el marxismo o se lo
confundieron a Palito Ortega con uno de ellos (¿?), y por eso lo incluyeron en
las listas.
El cantante tucumano se constituyó como realizador en siete
largometrajes, a través de su productora Chango Producciones S.C.A, fundada en el año 1976 y funcionando hasta 1982, haciendo evidente
la alianza entre el poder militar y el poder comercial.
Las listas negras estaban clasificadas bajo una
Fórmula en función del “grado de
peligrosidad”:
- F1: “sin antecedentes marxistas”
- F2: “los antecedentes que registra no permiten calificarlo desfavorablemente desde el punto de vista ideológico marxista”
- F3: “registra algunos antecedentes (…) pero los mismos no son suficientes para que se constituyan en un elemento insalvable para su nombramientos, promoción, otorgamiento de beca, etc.”
- F4: “registra antecedentes ideológicos marxistas que hacen aconsejable su no ingreso y/o permanencia en la administración pública, no se le proporcione colaboración, sea auspiciado por el Estado, etc.”
La lista concretamente estaba conformada por
19 páginas con los nombres de artistas, periodistas e intelectuales, su DNI, su
profesión y una fecha que marcaría el momento en el que el caso fue incluido en
esa lista. Las listas que acercaban a los medios de
radiodifusión tenían por título “Cantables
que por su letra se consideran no aptas para ser difundidas por los servicios
de radiodifusión”.
Como era de esperar, estas hojas nunca fueron oficiales y el
gobierno de aquel entonces siempre negó su existencia. En cada página se
incluyeron las instrucciones de la Junta para quien tuviera en su poder esos
documentos. Allí se aclara que “estos
antecedentes constituyen elementos de orientación, no de prueba” y que no deben
ser divulgados, no deben ser copiados y deben ser incinerados”.
La lista negra se extiende también hacia
músicos y compositores, argentinos o extranjeros. En algunos casos estaba
censurado el autor, en otros el intérprete, y en otros solamente la canción.
Entre otros vinculados al folklore encontramos a:
·
Alarcón, Hugo y Aguirre, Eleodoro: Padre vino
·
Blázquez, Eladia: Doña
Fiaca; Tu ausencia me da
tristeza
·
Dávalos, Jaime: (varios)
·
Di Fulvio, Carlos: Allá va el Toro Villegas; Carne
de cañón; Doña Maclovia; El combate de San Carlos; El final de la epopeya; El
imperio de piedra; El triunfo del alambre; La conquista del desierto; La muerte
del Calfucura; Pasa el malón; Pobrecito Papillon; Tierra ranquelina.
·
Díaz, Coco: Yo tengo un
gancho
·
Estrella. Miguel A. (varios)
·
Falú, Eduardo: Canto a Sudamérica
· Guarany, Horacio: Carceleros; Estamos
prisioneros; La guerrilla; La guerrillera; Perdón
doctor; Los pájaros de Hiroshima; Memorias de una vieja canción; Sangre de
minero.
·
Guillén, Nicolás: No sé por qué piensas tu
·
Heredia, Víctor: (varios)
·
Isella, César: Hombres en el
tiempo
·
Jara, Víctor: Te recuerdo Amanda
·
Leguizamón, Gustavo: Chacarera del expediente
·
Moreno Palacios, Omar: Agarrame el alazán
·
Petrochelli, Ariel: Este cristo americano
·
Porcha, A. e Isella, Cesar: Un amigo, una flor, unas estrellas
· Ramirez, Ariel: Alcen la bandera; Es Sudamérica mi voz; Juana Azurduy
·
Ritro, Angel: El potro
Mario
·
Sampayo, Anibal: Hasta la victoria
·
Sosa, Mercedes: (varios)
·
Tejada Gomez, Armando e Isella, César: Triunfo Agrario
·
Tejada Gomez, Armando y Aragón, Eduardo: El cóndor vuelve
·
Tejada Gomez, Armando y Guarany, Horacio. Coplera
del prisionero
·
Yupanqui, Atahualpa. Coplas del payador perseguido
Tres uruguayos de fuerte
influencia y admiración por parte del pueblo argentino también cayeron en la
redada.
Tal es el
caso de Alfredo Zitarrosa (Diez
decimas de saludo al pueblo argentino; Adagio
a mi país; Chamarrita de los milicos; El violín
del Becho); Osiris Rodriguez Castillo
(Cielo de los tupamaros), y Daniel
Viglietti (Cruz de luz).
Los
integrantes del grupo Markama cuentan
que "los obligaban a cambiar las
letras de sus canciones porque ciertas palabras, como «pobre», «libertad» y
«pueblo», estaban prohibidas”. En muchos casos optaban por cantarlas igual,
pero en lengua quechua.
En
1976 Los Andariegos lanzaron
su álbum Madre Luz Latinoamérica, su obra mayor que los haría
víctimas de amenazas y finalmente llevados a disolverse y exiliarse en 1978.
En
aquella oportunidad el grupo había
escrito lo siguiente en la contratapa del álbum:
“Pero
Madre Luz Latinoamérica no quiere ser sólo una obra descriptiva. Los
simbolismos usados trasuntan un auténtico deseo de liberación y toma de
conciencia. Los Andariegos, comarcanos y de larga data, nos confundimos en la
musicalidad y en la esencia hispanoamericana porque nos sentimos y nos sabemos
hijos de la Patria Grande y nos enorgullece poder cumplimentar en
ritmos e instrumentos el sueño de nuestros Libertadores: ¡América Morena,
únete, que unida serás grande...!”
En
1977 Mercedes Sosa lanzó uno de sus
álbumes más logrados, Mercedes Sosa interpreta a Atahualpa Yupanqui,
complemento del que dedicara a las canciones de la chilena Violeta Parra, seis
años antes.
En
1979 Mercedes Sosa editó en Argentina el álbum Serenata para la tierra
de uno, tomando como mensaje el tema del mismo título de María Elena Walsh: “Porque me duele si me quedo, pero me muero
si me voy”. Poco después fue detenida en la ciudad de La Plata mientras
realizaba un espectáculo, junto con todos los espectadores que habían tomado la
decisión de asistir. El hecho la decidió a exiliarse, primero en París y luego
en Madrid.
Ese
mismo año Marián Farías Gómez,
también víctima del exilio y la censura, grabó en París, con su hermano, el
álbum Marian + Chango, que recién pudo editarse en Argentina en
1981. Por su parte, el Chango Farías Gómez, desde el exilio,
constituyó un grupo denominado Cancionero de la Liberación con el fin de actuar
contra el régimen militar.
Uno de
los momentos más negativos de este período es la muerte del cantante Jorge Cafrune. En enero de 1978 Jorge Cafrune cantó Zamba de mi esperanza en
el Festival de Cosquín, una tradicional canción que el público le
pedía pero que se encontraba prohibida debido a que se refería a la “esperanza”.
Cafrune
entonces dijo “aunque no esté en el
repertorio autorizado, si mi pueblo me la pide la voy a cantar”. Pocos días
después, el 31 de enero de 1978,
murió atropellado por un automovilista (identificado luego como Héctor Emilio
Díaz), que se dio a la fuga cuando el artista se dirigía a caballo a Yapeyú a
llevar un cofre con tierra de Boulogne Sur Mer, para un homenaje a San Martín.
Existen
serias sospechas de que se trató de un asesinato ordenado por el gobierno
militar y ejecutado por el entonces Teniente Carlos Villanueva, a quién dos
sobrevivientes del centro clandestino de detención La Perla han
señalado como la persona que dijo que “había
que matarlo para evitar que otros cantantes hicieran lo mismo”.
En su
momento se supo que en alguna oportunidad López Rega habría dicho “Cafrune es mas peligroso con una guitarra
que todo un ejército”.
El hecho nunca fue esclarecido
completamente y quedó solo como un accidente.
Entre
los trabajos destacados de este período se encuentra la obra del
cantautor Víctor Heredia, quién sufrió la
desaparición de una hermana, y compuso canciones emblemáticas para ese momento,
como Todavía cantamos, Sobreviviendo, Informe
de situación.
También
se destaca su álbum Víctor Heredia canta Pablo
Neruda (1977), dedicado íntegramente a musicalizar
al gran poeta chileno, cuyas obras eran censuradas por las
dictaduras latinoamericanas de entonces.
En
este período y en el exilio, se desarrolla gran parte de la obra innovadora del
ensamble Anacrusa,
fundado en 1972, cuya éxito creciente en Argentina fue cortado abruptamente por
la dictadura y el exilio.
Algo
similar sucedió con los primeros álbumes del Quinteto Tiempo, prohibidos en
Argentina y difundidos exclusivamente en el exterior.
En
1978 César Isella, Cantoral, Ana D'Anna y Rodolfo Mederos, realizaron el notable
álbum titulado Juanito Laguna, sobre el célebre niño villero de la
pintura de Antonio Berni, con composiciones de Hamlet Lima Quintana, Cuchi Leguizamón, Iván Cosentino, Jaime Dávalos, Eduardo Falú y Armando Tejada Gómez (bajo el seudónimo de Carlos de Mendoza
para eludir las listas negras), y una introducción realizada por el propio
Berni.
El
álbum fue secuestrado por las autoridades y recién sería reeditado en 2005, con
el agregado de dos temas de la serie, que no habían sido incluidos en la
versión original: un tema de Ástor Piazzolla y Horacio Ferrer y
otro cantado por Mercedes Sosa.
En
este período aparece Margarito Tereré, un personaje infantil de historieta bajo la
forma de un yacaré de cultura litoraleña, creado por el músico Waldo Belloso y su esposa la
poetisa Zulema Alcayaga. Margarito Tereré tuvo un programa de televisión,
una película (1978) y varios álbumes, donde cantaba con sus amigos canciones
folklóricas dirigidas al público infantil.
Entre
las canciones más memorables se encuentran Qué se
va el cartero y El gato de la calesita. La
pareja también fue autora del Himno a Cosquín.
En
1978, se grabó en Francia la Cantata Tupac Amaru, sobre un libro de
poemas de Atahualpa Yupanqui (El sacrificio de Tupac Amaru,
1971) y música de Enzo Gieco y Raul Maldonado,
interpretado por la Agrupación Música de Buenos Aires, dirigida por Enzo Gieco
con la participación del Coro Contemporáneo de Buenos Aires, dirigido por Jorge
Armesto.
También
en 1978 se creó en México el grupo argentino-mexicano Sanampay, dirigido por Naldo Labrin e
integrado originalmente por Eduardo Bejarano, Delfor Sombra, Caíto Díaz, Hebe Rosell y Jorge González. Entre
sus obras se destaca Coral terrestre (1982), con textos de
Armando Tejada Gómez y música del grupo Sanampay.
En 1979 el Chango Nieto, otro censurado, acompañado
por el bandoneonista Dino Saluzzi grabaron
el álbum El Chango Nieto interpreta a Atahualpa Yupanqui y Homero Manzi, “porque quería romper esa división invisible
que existía”, según el mismo explicó, aludiendo al tradicional divorcio
entre tango y folklore, en la música popular argentina.
Los
Trovadores (que permaneció como cuarteto
hasta 1980), comenzaron a tener, varios incidentes de persecución y censura por
los álbumes editados de ese período: Cuando tenga la tierra (1972), Las
voces de los pájaros de Hiroshima (1975) y Los pueblos de
gesto antiguo (1978).
Epílogo
Si el folclore es el conjunto de hechos anónimos (tradicionales,
vigentes, de transmisión oral, popular, colectivo, funcional, empírica y
regional), común a una población concreta, formando parte de su cultura,
censurarlo es “desculturizar al pueblo”.
¿Quién tiene derecho a esto? Solo unos
pocos que ejercen el poder despótico de quien gobierna sin sujeción a ley alguna.
¿Quién y porque
alguien puede censurar algunas de estas bellas canciones?
Vida y muerte, violín, padre y madre
Canta el violín y Becho es el aire
Ya no puede tocar en la orquesta
Porque amar y cantar eso cuesta.
El Violín de Becho
Alfredo Zitarrosa
Porque
me duele si me quedo
pero
me muero si me voy,
por
todo y a pesar de todo,
mi
amor, yo quiero vivir en vos.
Serenata para la tierra de uno
María Elena Walsh
Ay mi tierra de
Santiago
tanto que usted la
ha querido
nada le sabe
deber
ingrata que le
había sido.
¿Se acuerda doña Maclovia?
León Benarós y Carlos Di Fulvio
Bibliografía
CHAMOSA, O. 2012. Breve historia del folclore argentino
(1920-1970). Identidad, política y nación. Edhasa, 208 p.
DE LOS SANTOS ROJAS, M.P. 2015. La censura cultural durante la dictadura militar
argentina: 1976-1983. Philologica Urcitana. Revista
Semestral de Iniciación a la Investigación en Filología. Vol. 12 (Marzo 2015) 51-78. Departamento
de Filología – Universidad de Almería (ISSN:
1989-6778). https://w3.ual.es/revistas/PhilUr/pdf/
DUARTE LOZA, D.; FRANCIA, M. 2012.
Entre la manipulación y la resistencia. Tango y folclore como sobrevivientes de
la dictadura cívico-militar. Universidad nacional de la
plata - Facultad de Bellas Artes. http://sedici.unlp.edu.ar/
WIKIPEDIA. La música folklórica durante la dictadura
militar, https://es.wikipedia.org/wiki/
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