Desde
el 2005 se sabe que en Argentina aproximadamente 56 % de la población tiene al
menos un antepasado ameraborigen, mientras que otro estudio del 2011 señala
que, el componente conformado por genes vinculados a la población nativa es del
orden del 30 %.
Fuera como fuera, números más o números menos (…y aunque el fenotipo diga lo contrario), no he sido la excepción de tener una bisabuela nativa llamada Jerónima, posiblemente de la etnia charrúa. Por lo que significaron y significan las poblaciones nativas me llevaron a aprender un poco más sobre nosotros, y de paso compartirlos con ustedes.
Fuera como fuera, números más o números menos (…y aunque el fenotipo diga lo contrario), no he sido la excepción de tener una bisabuela nativa llamada Jerónima, posiblemente de la etnia charrúa. Por lo que significaron y significan las poblaciones nativas me llevaron a aprender un poco más sobre nosotros, y de paso compartirlos con ustedes.
¿Quién
es un aborigen?
¿Quién
es un indígena?
¿Quiénes
son los pueblos originarios?
¿Qué
dicen las enciclopedias?
¿Usamos eufemismos?
Parte 2 -
¿Conocemos TODA nuestra historia?
El calendario menos
deseado
Hace más de 12.000 años ya estábamos por el sur
Hace más de 8.000 años por Córdoba, Catamarca
y San Luis
Parte 3 – Los indígenas de Argentina
Región litoral, norte y noreste
Región pampeana y patagónica
Parte 4 – Agricultura aborigen
Regiones de desarrollo agrícola.
Parte 5 – Indigenismo
Recuperación de la memoria
Encuesta de pueblos indígenas
¿Bandera indígena?
Esa es nuestra tan
buscada identidad: la conciencia de la heterogeneidad, la conciencia de lo
multiétnico y lo pluricultural que caracteriza a nuestra forma de vida como
totalidad. En ese hallazgo estará la fortaleza cultural de los argentinos.
De “Nuestros
paisanos los indios” Carlos Martínez Sarasola
Parte
1
¿Aborígenes,
indígenas? Definiciones y convenciones
Cada vez que en ciertos círculos se menciona a los antiguos habitantes de
estas tierras americanas, surgen discusiones y planteos que cubren más los
problemas de forma que de fondo. ¿Cómo los denominamos: indios, indígenas,
aborígenes?
Nada mejor que el diccionario para poner las cosas en claro. Los podemos
llamar también pueblos originarios (como propuso la CIA – Central de Inteligencia
Americana), pero sepamos que esto es un eufemismo, es decir que los
denominamos de una manera suave o decorosa
cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante. Esto de suave o
decorosa, o dura o malsonante forma de llamar las cosas, es absolutamente
subjetiva.
¿Quién es un
aborigen?
Es alguien originario del suelo en que vive. Se
dice del primitivo morador de un ambiente, por contraposición a los
establecidos posteriormente en él. La palabra proviene del plural latino
que quiere decir “desde los orígenes” o “desde el comienzo” en el sentido de
originario del suelo donde vive.
Es el
habitante de un lugar que pertenece a una cultura que ya no es la predominante
en un lugar y que ha cedido lugar a una nueva, ya sea por violencia,
asimilación o cualquier otro proceso o combinación de procesos.
Es el natural de una región o territorio,
en especial si sus ascendientes también lo eran. También se puede
aplicar el término a plantas o animales. Cuando se lo utiliza como adjetivo es aquel que da origen a alguien o algo o que
trae su origen de algún lugar, persona o cosa.
¿Quién es un
indígena?
Es alguien originario del ambiente de que se
trata. Aparece incorrecto utilizarlo como sinónimo de indio, ya que esto, en su
primera acepción se refiere al natural de la India , sin embargo en la tercera se dice del
indígena de América, o sea de las Indias Occidentales, al que hoy se considera
como descendiente de aquel sin mezcla de otra raza.
Indígena es un término que,
en sentido amplio, se aplica a todo aquello que es relativo a una población originaria del territorio que habita, cuyo
establecimiento en el mismo precede al de otros pueblos o cuya
presencia es lo suficientemente prolongada y estable como para tenerla por oriunda
(es decir, originario de un lugar). Con el mismo sentido se utiliza, con mayor
frecuencia, el término equivalente nativo, presente en expresiones como
"idioma nativo".
En sentido estricto y más habitualmente, se aplica la
denominación indígenas a las etnias que preservan las culturas tradicionales no europeas.
Con este alcance, se denomina indígenas a los
grupos humanos que presentan características tales como:
- Pertenecer a tradiciones organizativas anteriores a la aparición del estado moderno
- Pertenecer a culturas que
sobrevivieron la expansión planetaria de la civilización europea.
Hay que hacer notar que este tipo de clasificación es
para separar a los pueblos que no tienen ascendencia Europea, sin embargo los lapones ponen en
entre dicho el concepto de lo indígena para el continente europeo por ser un
pueblo que tiene las mismas características tribales de otros pueblos
primitivos del mundo.
Los indígenas constituyen minorías o mayorías dentro
de estados nacionales de corte europeo, organizados
según pautas culturales, religiosas, políticas, económicas, raciales, etc.,
propias de un entorno mayoritariamente europeizado.
De este modo, en el sentido más restringido y utilizado
del término, “lo indígena” hace
referencia a un remanente pre-europeo que representa en sí mismo una antítesis de la cultura europea.
Siguiendo este uso, no es infrecuente hablar de pueblos indígenas en distintas
partes del mundo.
Por ejemplo, se considera que los maoríes son un
pueblo indígena de Nueva Zelanda. También puede hablarse de indígenas en Borneo, en Africa y en otros lugares.
Otros pueblos que mantienen fuertes pautas culturales previas a la expansión
mundial europea, como los chinos, hindúes, japoneses, persas, árabes, judíos, etc., no
suelen incluirse en el término “indígena”
en sentido estricto.
¿Quiénes son los
pueblos originarios
Son aquellos que dan origen a
alguien o algo, que trae su origen de algún lugar, es decir todos somos originarios
de algún lugar.
¿Qué dicen las enciclopedias?
La palabra indígena significa “gente de allí”, de manera tal que un español es un indígena de España, y, pese a la parofonía, ella nada tiene que ver con la India, porque no significa
“generado en la India ”
ni con el forzado pero extendido y aceptado gentilicio de "indio" o natural de la India ( que los europeos impusieron a los nativos precolombinos porque pensaron, en un principio), y desacertadamente- que habían llegado a las
ansiadas Indias Orientales sin darse cuenta que las
tierras por ellos alcanzadas eran parte de un nuevo continente,
el Nuevo Mundo,
después llamado América.
La palabra amerindio es una derivación de la locución “indio americano”. Su uso y alcance semántico difiere ligeramente entre los autores ya que algunos designan con ese término a todos los pueblos originarios de América y a sus descendientes modernos no mestizados, en cambio, otros autores incluyen tanto a los indígenas del continente americano antes del inicio del proceso de mestizaje con poblaciones europeas y africanas, como a sus descendientes modernos.
En cuanto a aborigen, también es un exacto latinismo usado en las ciencias sociales, y quiere decir “quienes están en un territorio desde el origen”.
En 1993, la RAE aceptó una segunda acepción bastardeada, ya que connotaría a los primitivos habitantes de un territorio. La palabra primitivo es perfectamente neutra en cuanto es prácticamente sinónima de primeros pero el uso vulgar suele darle un matiz peyorativo a primitivo.
Es completamente falaz la pseudo etimología que se ha difundido sugiriendo que aborígenes tiene por significado “sin orígenes” (pseudo etimología a partir de un macarronismo inventado en la segunda mitad del siglo XX como “a-orígenes” que pretendidamente significaría “sin orígenes” (siendo a una partícula negativa o privativa de origen, + orígenes).
Como reacción a esto se ha divulgado desde fines del siglo XX una palabra "políticamente correcta" pero totalmente confusa: “originarios”, o “pueblos originarios”. Pero, como ya se manifestó, todos los seres humanos son originarios.
En muchos países con orígenes multiculturales como Argentina el adjetivo “originario” es tan válido para el pueblo de origen prehispánico como para el gaucho, o el “negro” (traído a la fuerza como esclavo durante la colonia), o el inmigrante europeo, etc., que son originarios, es decir, han sido y son originarios de gran parte de la cultura y genética argentina a partir de la segunda mitad de siglo XIX, o incluso antes.
Fernández Chiti dice que hasta la palabra “indígena” parece desterrada ya, reemplazada por el neologismo made in USA: “originario”, que ni es connotativo, ni denotativo, sino vago pues solo da una nota (referida al origen...).
Además es carente de carga cultural e histórica secular (imposible de eludir en toda denominación auténtica y acreditada por el tiempo). “Original art; original peoples...”, parece ser la nueva palabra-consigna con que
En su ignorancia, arqueólogos que ignoran latín y griego, además de
quechua, han afirmado que dicha voz debe desterrarse, puesto que “indígena”
quiere decir “derivado de la
India ” (lo cual no es cierto).
Vaya con la novedad... Pero a
dichos ignaros hay que enseñarles que la palabra “indígena” deriva de la raíz
latina: “inde”: allí mismo; y del
griego “guénos”: engendrado en...
Dado que la CIA
ha declarado al indigenismo como nueva “hipótesis de conflicto”... su intento
se dirige a desterrar el uso de dicha voz, dado que encierra una enorme carga
emocional en favor del indígena, o aborigen, o “indio”, y su cultura.
¿Usamos eufemismos?
Repasemos un poco que es un eufemismo. Un eufemismo
es una palabra o expresión políticamente o socialmente aceptable o menos ofensiva que sustituye a otra considerada vulgar, de mal
gusto o tabú, que puede
ofender o sugerir algo no placentero o peyorativo al oyente.
También puede ser
la palabra o expresión que sustituye a nombres secretos o sagrados para evitar
revelar éstos a los no iniciados. Algunos eufemismos tienen la intención de ser
cómicos. Se produce cuando se pretende usar palabras inofensivas o expresiones
para desorientar, evadirnos, o evitar hacernos conscientes de una realidad
cruda y desagradable.
A menudo el propio
eufemismo pasa a ser considerado vulgar con el tiempo para ser sustituido de
nuevo. Cabe indicar que el eufemismo no siempre reemplaza palabras de la jerga en un idioma, sino que
muchas veces sustituye palabras aceptadas en el uso normal pero que por alguna
razón se consideran tabúes.
Los eufemismos son muy empleados en el lenguaje políticamente correcto para evitar posibles ofensas a grupos de individuos. Son comunes en la política para camuflar o hacer que suenen más naturales las políticas impopulares, o reducir el impacto al comunicar una crisis económica.
La palabra eufemismo proviene de la palabra griega euphemo que significa "favorable/bueno/habla afortunada" y que se deriva a su vez de las raíces griegas. Eupheme era originalmente una palabra o frase usada en lugar de una palabra o frase religiosa que no debía pronunciarse en voz alta.
Etimológicamente, eupheme es el opuesto de blasfemia (habla endemoniada).
Ejemplos comunes es decir entretenimiento
adulto, material adulto en vez de decir pornografía, o decir grande, llenito,
de hueso ancho, pesado en vez de gordo, o decir no vidente en vez de ciego. Ahora que ya
repasamos que es un eufemismo vayamos al punto de la reflexión.
Un aborigen (adjetivo de origen latino que significa “desde el comienzo”), es alguien
originario del suelo en que vive (tribu, animal o planta aborigen). También se
dice del primitivo morador de un país, por
contraposición a los establecidos posteriormente en él.
Se usa también como
sustantivo. Es el natural de una región o territorio, en especial si
sus ascendientes también lo eran, en particular, nativo de una tierra del Nuevo Mundo, en oposición a los conquistadores europeos.
Su uso más específico y común es en referencia al habitante perteneciente a una cultura que ya no es la predominante en un lugar y que ha cedido lugar a una nueva, ya sea por violencia, asimilación o cualquier otro proceso o combinación de procesos. En esta última acepción, de preferencia se usa como sustantivo en plural.
En vista de lo anterior, puede usarse para referirse a:
- Los aborígenes australianos.
- Los aborígenes canarios, también llamados guanches.
- Los maoríes,
aborígenes de Nueva Zelanda.
- Los aborígenes cubanos.
- Los aborígenes de Taiwan, también llamados gaoshan.
- Los ameriendio,
también llamados indios americanos.
- Los indígenea de cualquier parte del mundo
Los originarios (adjetivo de origen latino), es el que
da origen a alguien o algo o el que trae su origen de algún lugar, persona o
cosa.
Pueblos originarios es la denominación con la que se conoce a los indígenas americanos a manera de reivindicar su cultura y sus intereses en el actual continente americano (o Abya Yala como era llamado en la idioma del pueblo Kuna), tiene un uso muy difundido por los medios progresistas en la actualidad.
Esta terminología sin embargo puede hacerse extensiva para referirse a todos los habitantes de cualquier lugar del mundo cuya cultura, historia, tradiciones, cosmología y forma de vivir tengan un arraigo profundo y sean consecuencia directa del territorio que habitan, el cual es partícipe y a la vez sustento de las características mencionadas.
Son nombres de algunos pueblos originarios: Abipón, Alacalufe, Aonikenk, Akuntsu, Arachán, Arahuaco, Araona, Atacama, Atacameño, Auca, Aymara, Bauré, Bésiro, Bohán, Caduveo, Cajún, Calchaquí, Canichana, Cavineño, Cayubaba, Chácobo, Chaná, Chango, Charrúa, Chicha, Chimán, Chinook, Chiriguano, Chono, Chorote, Comechingón, Cunco, Diaguita, Ese Ejja, Guaicurú, Guaraní, Guarasu’we, Guarayu, Huarpe, Itonama, Kaikang, Kawésqar, Kolla, Leco, Lípez, Lule-Vilela, Machajuyai-Kallawaya, Machineri, Mapuche, Maropa, Mataco, Mbyá, Minuán, Mocoví, Mojeño-Ignaciano, Mojeño-Trinitario, Moré, Mosetén, Movima, Nivaclé, Ocloya, Omaguaca, Pacawara, Paí tavyterá, Pampa, Payaguá, Payo, Pehuenche, Pikunche, Pilagá, Piratapuyo, Puquina, Quechua, Quilme, Rapa-Nui, Sanavirón, Selk'nam, Sirionó, Tacana, Tapieté, Tehuelche, Toba, Tonocoté, Toromona, Uru-Chipaya, Weenhayek, Xerente, Xokleng, Yagán, Yámana, Yaminawa, Yanomami, Yaro, Yuki, Yuracaré, Zamuco, Zo'é, Nefitas, y muchos mas.
Algunos autores alegan, que en realidad los pueblos
originarios en el continente americano no existen, y los descendientes de los
"indígenas" migraron desde Asia hasta Abya Yala / América por medio del Estrecho de Bering, pero es opinión reconocida generalmente, que la cuna de la humanidad estaba en Africa. Esto significaría, si esta réplica fuese cierta, que no hay pueblos originarios
fuera de África.
La primera inmigración en el continente Abya Yala comenzó probablemente antes de quince mil años por los pueblos que hoy llamamos originarios (pinturas rupestres, como las de
Por otro lado; los aztecas llamaron al Continente Americano Ixachitlán que significa Lugar de Tierra Basta, y que también se relacionaba con su nación Anáhuac.
Además los europeos denominan solo a los pueblos originarios fuera de Europa de "indígenas" y en el sentido de menos civilizados, en tanto que en Europa no hay pueblos indígenas propiamente llamados. Resulta interesante sin embargo el hecho de que pueden considerarse como originarios aquellos pueblos anteriores a la expansión del imperio romano, siendo la tribu o etnia que originó dicho imperio uno más de ellos.
En resumen, todas estas palabras pueden ser utilizadas como sinónimos: Aborigen; Natural; Indígena; Nativo; Autóctono; Oriundo o Amerindio (solo referido a los naturales de América).
Nota: Se utilizarán las abreviaturas a.C. (antes de Cristo), d.C. (después
de Cristo) y a.P. (antes del presente)
Los mapas de las comunidades aborígenes se encuentran en la versión pdf
Los mapas de las comunidades aborígenes se encuentran en la versión pdf
Parte 2
¿Conocemos TODA nuestra historia?
Para estudiar a nuestros pueblos
aborígenes debemos hacer una fuerte autocrítica a la manera en que nos fueron
enseñados, no solo desde el punto de vista cualitativo (“los indios eran todos malos”), sino también cuantitativo. Los no
especialistas en el tema ¿cuánto sabemos de ellos?
El calendario menos deseado
Si dividiéramos a nuestra
historia en solo una página de almanaque de 31 días, y asumiéramos que
el Lunes 1 de ese mes nacen las culturas Ampajanco en el Norte y Ayampitin en
el Centro (los pueblos de nuestra protohistoria 6000 años antes de Cristo),
antes del momento de la invasión hispana, el 25 de Mayo de 1810 hubiese caído
al mediodía del Martes 30, apenas 24 horas antes que se termine el mes (en el
2012). Si tomáramos las evidencias mas antiguas, el resultado de nuestro
aprendizaje aún sería peor.
Mientras que a nadie en Europa
se le ocurría navegar hacia el Oeste, en estas tierras estaban escribiendo su
propia historia los Atacamas, Omaguacas, Chiriguanos, Lules y Diaguitas en el
Noroeste; los Tobas, Guaycurúes, Mocovíes y Guaraníes en el Noreste; los Tonocotes,
Sanavirones y Comechingones en el Centro; los Coronda, Caigang y Charrúas en el
Litoral; los Huarpes, Pehuenches y Guenaken en Cuyo; los Pampas y Querandíes en
la Región Pampeana
y los Chonecas y Selknam en la Patagonia. Siendo generosos en el análisis, en
nuestras escuelas nos enseñan solo el 10 % de nuestra verdadera historia, o
sea, que del “mes histórico argentino”, solo nos enseñan los últimos 3 días.
Hace más de 12.000 años ya estábamos por el sur
Piedra Museo es un importante yacimiento arqueológico descubierto a principios del siglo XX, ubicado a 125 km al sur de Pico Truncado (Santa Cruz), y donde se ha registrado una presencia humana tan antigua que cuestiona las teorías sobre la llegada del hombre a América.
Hace más de 12.000 años ya estábamos por el sur
Piedra Museo es un importante yacimiento arqueológico descubierto a principios del siglo XX, ubicado a 125 km al sur de Pico Truncado (Santa Cruz), y donde se ha registrado una presencia humana tan antigua que cuestiona las teorías sobre la llegada del hombre a América.
La datación por radiocarbono estableció la antigüedad de los
restos humanos encontrados en hasta 11.560 años, en tanto los del cercano
yacimiento de Los Toldos datan de 12.890 ± 90 años a.P. Esto
hace que se los considere los asentamientos humano más antiguos de Argentina y
entre los más antiguos de Sudamérica.
Los
descubrimientos de Piedra Museo han replanteado completamente la teoría
predominante sobre el poblamiento de América (teoría del poblamiento tardío),
fundada sobre la Cultura Clovis, que sostiene que el hombre ingresó al continente americano hace aproximadamente
13.500 años.
Esto ha dado fundamento a una nueva teoría del poblamiento temprano de América, que ubica la fecha de ingreso entre 25.000 y 50.000 años a.P., al mismo tiempo que modifica las teorías sobre las rutas de entrada y difusión por el continente.
Hace más de 8.000 años por Córdoba, Catamarca y San Luis
Hace más de 8.000 años por Córdoba, Catamarca y San Luis
Terminada la última glaciación (10.000 años) se crearon las circunstancias favorables en el clima y en el suelo de la región para la supervivencia humana. El hombre de estos lugares aparece ubicado en el Holoceno, con su flora achaparrada alimentando a los sobrevivientes de una mega-fauna que sería contemporánea de esta gente que venía de varias oleadas migratorias. Gliptodontes y megaterios anduvieron por estas regiones sirviendo de alimento a las hordas.
El hombre primitivo ha dejado escasas y borrosas huellas de su paso, sin embargo se pudo confirmar que su existencia es de 6000 años antes de Cristo. El primer hallazgo fue hecho en Ayampitín, lugar existente en la pampa de Olaen, departamento Punilla (Córdoba)
Ayampitín es el "Horizonte Cultural" que comprende desde el Ecuador hasta la Tierra del Fuego, abriéndose esta extensa región al desplazamiento de estos individuos primitivos. La industria del cuero fue la más desarrollada: se fabricaron paravientos, toldos, vestidos, quillangos, ojotas, bolsas; todo salía del cuero de los animales que cazaban.
Tejían, con fibras animales y vegetales redes y bolsas para transportar sus pertenencias. Con tales pertrechos recorrían vastas regiones encontrándose con otras hordas que venían en sentido contrario.
A razón de 20 a 25 km por día caminaban desde la región de los grandes ríos, de donde se supone eran originarios, encontrándose con los huárpidos venidos del oeste y noroeste de la zona andina. Se entremezclaron asimilándose los unos a los otros, tenían culturas semejantes.
También hubo otros entrecruzamientos con gente que venía del sur y del este. Formaban hordas de 30 a 50 personas, hombres, mujeres y niños que recorrían las costas de los ríos, arroyos y lagunas en busca de sustento, se quedaban en algún paraje hasta agotar el ecosistema, siguiendo luego camino, una vez consumidos los recursos.
No fueron organizados, sólo vivían el hoy, lo que comerían. Nadie sabía aún sembrar ni esperar cosechas. La horda o grupo seguía a un jefe, sin duda el más fuerte o mejor cazador. Otro que tenía predicamento en el grupo era el hechicero, chaman o shamán que daba sentido mágico a sus curas y predicciones.
Cuando estos hombres, pasado el tiempo descubrieron los bienes producidos por las plantas que cultivaron y las industrias de ellas derivadas se hicieron sedentarios buscando lugares aptos para acampar quedándose en espera de las cosechas.
A esas cosechas había que defenderlas de los nómadas y guerreros vecinos, de modo que debieron reforzar la industria bélica, pero también surgió la necesidad de anexar los tejidos de lanas y fibras. De allí, domesticaron plantas y animales, se quedaron junto a los ríos y lagos e “inventaron” el riego. Sus dioses tenían mucho que ver con la tierra que les daba sustento y el sol que les daba calor.
Descubrió metales, perfeccionó la industria lítica (de piedra), apareció el arco y la flecha, las hachas, los cuchillos, martillos y azadas, trabaja la arcilla y fabrica imperfectos cacharros donde almacenaban semillas, sobre todo maíz y agua. Aprendió a hacer la chicha, primera bebida alcohólica que los deleitaba y embriagaba.
En los siglos VII y VIII de nuestra Era, las poblaciones en las Sierras Centrales, (hoy Comechingones), con límite de los ríos Tercero, Cuarto y Quinto tuvieron lugares propicios para una vida más estable, formando comunidades.
La gruta de Inti Huasi (casa del sol), que se halla enclavada en el cerro homónimo, situado en la zona central de las sierras de San Luis, a 20 km de La Carolina y a 100 km de la ciudad capital provincial, es considerada como uno de los yacimientos arqueológicos prehistóricos más importantes de América, es una muestra de la cultura Ayampitin.
Se conforma por dos socavones poco profundos que se encuentran protegidos naturalmente por una amplia arcada que conforma un vestíbulo natural.
Se conforma por dos socavones poco profundos que se encuentran protegidos naturalmente por una amplia arcada que conforma un vestíbulo natural.
Gruta de Inti huasi vista en el año 2014
Una amplia arcada, de
origen volcánico, servía de defensa contra el sol del verano y las lluvias
invernales. Siendo esta arcada el sitio más seco y de mayor luminosidad de toda
la caverna.
El hombre llegó a
estos sitios cuando la temperatura había alcanzado extremos tales que generaron
un proceso de desertización y la cuenca de los lagos estaba enormemente
disminuida.
Los Intihuasi
desaparecieron para reaparecer 300 años después, en el 5900 a.C.,
cuando la región había adquirido su fisonomía actual, para dedicarse a la
cacería y la recolección de frutos, tales como los del algarrobo criollo (Prosopis).
A partir de ese momento, la vida en el territorio sanluiseño se transformó y quedó reducida a las márgenes de las sierras de San Luis.
A partir de ese momento, la vida en el territorio sanluiseño se transformó y quedó reducida a las márgenes de las sierras de San Luis.
Cuando en el año 2000
a.C. ingresaron, los grupos que traían los fundamentos incipientes de la agricultura
y ganadería, el hombre ya no pudo hacer sus traslados temporarios de acuerdo al
clima de la época y comienza a buscar zonas intermedias para su asentamiento.
A partir del año 700
d.C. comienzan a generarse grupos aldeanos en los pequeños valles protegidos
que permitieron, en sus partes más bajas y húmedas, los cultivos. Mientras que
las paredes del embudo que constituían esos valles, sirvieron para el pastoreo
del ganado. Las pampas altas y los lugares incultos continuaron aportando la
cuota de caza y recolección de diversos frutos.
Las condiciones de
las sierras no pudieron permitir jamás otro patrón que el de la aldea dispersa.
Hoy, muchos de esos grupos aldeanos se han convertido en las poblaciones de
distinta importancia que pueblan el actual Valle de Conlara.
Ampajanco es la otra cultura que
se considera fundacional dentro del territorio argentino. Fue así denominada
por el sitio homónimo, próximo a Santa María (Catamarca), donde fue
identificada por primera vez.
En una extensa cantera se desarrolló una primitiva
y tosca industria, donde los instrumentos se obtuvieron por percusión directa
sobre grandes bloques de basalto: las llamadas lascas, una de las formas más
primitivas de instrumental lítico.
Otros instrumentos significativos de Ampajanco son
las bifaces: hachas de regular tamaño talladas a grandes golpes en ambas caras
y que seguramente estuvieron destinados al trabajo de la madera.
Se especula que su economía era recolectora,
fundamentalmente de raíces y plantas silvestres, no se habrían dedicado a la
caza, pues no se han hallado puntas de piedra, aunque tal vez las hayan tenido
de madera u otro material perecedero.
De acuerdo a los conocimientos actuales sobre la
tecnología lítica, la gran mayoría de los artefactos recogidos en Ampajanco no
eran los productos finales de una secuencia de producción, sino productos
intermedios que debían estar sujetos a posteriores procesos de acabado.
La morfología poco elaborada de las piezas y las
técnicas aplicadas lleva a sugerir una antigüedad mayor a 8.000 años. Los
hallazgos han sido hechos en la superficie del terreno, con falta de elementos
asociados, como huesos de fauna extinguida, y la carencia de fechados por
métodos geológicos, hacen que estas evidencias sean sólo posibilidades, dadas
sus similitudes con industrias existentes en el resto del continente americano.
Parte 3
Los indígenas de
Argentina
La clasificación más sencilla de los grupos étnicos puede ser la geográfica, sin embargo no es la más exacta ya que no siempre se apega a los límites políticos, y por otra parte, desde que el mundo es mundo, el hombre se ha estado moviendo, cambiando su aspecto, idioma, cultura o economía.
Por esto resulta conveniente estudiarlos desde los aspectos más sencillos hasta los más complejos, pero siempre ajustado a una época determinada, ya que la dinámica de sus movimientos, ha generado no solo transculturizaciones (por las buenas o por las malas), sino también desapariciones.
El poblamiento humano del actual territorio de Argentina tiene una antigüedad de entre 13.000 y 10.100 años a.C. de acuerdo a los hallazgos de Piedra Museo (Santa Cruz).
Si empezamos por los grandes grupos étnicos originales, podemos agruparlos en: Ándidos, Amazónidos, Pámpidos, Láguidos y Fuéguidos.
Los ándidos (o cacanes por su idioma), fueron pobladores del noroeste (atacamas, chichas, omaguacas, diaguitas, ocloyas, capayanes, olongastas y huarpes), hasta lo que actualmente es Santiago del Estero, incluyendo los comechingones de Córdoba. Fueron muy bajos pero robustos.
Los amazónidos habitantes del noreste (y una cuña del noroeste), representados por lo guaraníes y caicang, eran de mediana estatura, robustos y de cabezas cortas y anchas
Los láguidos, ocupaban la actual provincia de Misiones y norte de Corrientes siendo individuos de muy corta estatura.
Los pámpidos, ocupantes de gran parte del actual país y representados por los chaná, querandíes, patagones, y otros no araucanos, se caracterizaban por ser altos, macizos y pesados, de cabezas largas y delgadas.
Los fuéguidos, ocupaban los archipiélagos del sur y estaban representados por los onas y yamanas, hombres de baja estatura (1,5 m) y cabezas largas y delgadas.
Los indígenas de Argentina son el conjunto de etnias o pueblos autóctonos que habitaban el actual territorio (Cuadro 1), a la llegada, en 1516, del primer europeo, Juan Díaz de Solís (con quien comenzó la invasión y posterior conquista española).
Nada explica mejor que lo dicho por el lingüista quechua José Lara: “Los españoles emplearon un método propio para ver e interpretar el pasado de los indios, acondicionándolo con maestría y presentándolo en una forma que les permite sentirse dignos de la obra conquistadora y con derecho a disfrutarla sin remordimientos”
Entre los que estaban a su llegada se incluyen también a otras etnias amerindias que migraron hacia dicho territorio (guaraníes en el NEA, incas en el NOA y oeste), como asimismo a los descendientes de todos ellos que en 2004 sumaban aproximadamente 600.000 personas.
Estas se consideraban a sí mismos parte de una etnia indígena, constituyendo alrededor del 1,6 % de la población total del país y que se encontraban, la mayor parte de ellos, transculturizados, desconociendo sus tradiciones y costumbres ancestrales.
Cuadro 1 - Pueblos Originarios en el
actual territorio argentino, en el momento de la llegada de los conquistadores
europeos. Los números muestran los límites de las comunidades en la Figura ….
RAZA
|
Nº
|
COMUNIDAD
|
MEDIO DE VIDA
|
Ándidos
|
1
|
Atacamas
|
Agricultores
superiores
|
2
|
Diaguitas
|
||
3
|
Omaguacas, Chichas
y Ocloyas
|
||
4
|
Capayanes
|
||
5
|
Huarpes
|
||
6
|
Olongastas
|
||
7
|
Comechingones
|
||
Amazónidos
Pámpidos
|
8
|
Chiriguanos
|
Agricultores superiores
|
9
|
Matacos
|
||
10
|
Tobas
|
Cazadores / Recolectores
|
|
11
|
Lules/Vilelas
|
||
12
|
Tonocotés
|
Agricultores incipientes
|
|
13
|
Guaycurúes
|
Cazadores / Recolectores
|
|
14
|
Abipones
|
||
15
|
Mocovíes
|
||
16
|
Sanavirones
|
Agricultores incipientes
|
|
Amazónidos
Láguidos
|
17
|
Guaraníes
|
Agricultores
incipientes
|
18
|
Chanás
|
Cazadores /
Recolectores
|
|
19
|
Caincang
|
Cazadores / Recolectores
|
|
20
|
Charrúas
|
Cazadores /
Recolectores
|
|
Pámpidos
|
21
|
Querandíes
|
Cazadores
|
22
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Pehuenches
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Cazadores
/Recolectores
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23
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Tehuelches Guenaken
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Cazadores
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24
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Chonecas
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Cazadores
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Fuéguidos
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25
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Onas – Selkmam
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Cazadores
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26
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Yámanas
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Cazadores
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Los grandes grupos étnicos originales conformaron tres regiones muy marcadas:
- En el cuadrante del noroeste andino se establecieron culturas agro alfareras emparentadas con la civilización andina y una parte de ellas llegó a integrar el Imperio Inca;
- En el cuadrante nordeste se establecieron culturas agro alfareras emparentadas con la familia Tupí-guaraní;
- En la pampa y la Patagonia se establecieron culturas nómades, probablemente llegadas desde el Oeste.
Durante la conquista europea las culturas indígenas que habitaban el actual territorio argentino corrieron suerte diversa. Por un lado las culturas pampeanas y patagónicas así como las que habitaban el Gran Chaco resistieron exitosamente la conquista española y nunca estuvieron bajo su dominación.
Distinta fue la situación que se dio en el
cuadrante noroeste ya que la colonización española estableció sus principales
centros de población y producción (las explotaciones mineras de oro y plata),
sobre la base de trabajo encomendado a los aborígenes, en
tanto que las naciones indígenas protagonizaron grandes guerras e
insurrecciones contra los españoles.
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El cuadrante noreste se caracterizó por el establecimiento de las misiones jesuíticas de los pueblos guaraníes que conformaron un tipo completamente original de sociedades indígena-cristiana autónomas de la Monarquía Hispánica que se enfrentaron incluso a las tropas conjuntas de España y Portugal en la llamada Guerra guaranítica, y que fueron finalmente disueltas por la corona española en 1767.
Todas las naciones indígenas sufrieron también el colapso demográfico que afectó a todos los pueblos indígenas americanos, y que fue en gran medida consecuencia de las enfermedades introducidas por los europeos.
Se estima que a la llegada de los españoles, había entre 400.000 y 2.000.000 de aborígenes argentinos, asentados y agrupados en los valles más fértiles del Noroeste argentino y, en menor grado, en las orillas de los grandes ríos del Litoral argentino. El resto del extenso territorio tuvo una densidad demográfica inferior a menos de 1 hab/km².
Una vez que las Provincias Unidas de Sudamérica se constituyeron como estado independiente en 1816 y después su continuadora, la República Argentina en 1826, se inició un proceso de conquista de los territorios ocupados por los pueblos originarios que no habían sido dominados por el Imperio español, especialmente en la pampa,
Estas guerras contra el aborigen, tuvieron su punto más alto en la mal llamada Conquista del desierto de 1880 en la que fueron derrotadas las etnias Mapuche y Ranqueñ, y le permitieron a los gobiernos de turno controlar efectivamente amplios territorios.
Los datos definitivos de
Ello sin perjuicio de que poco más de la mitad de la población tiene al menos un antepasado indígena, aunque en la mayoría de los casos se ha perdido la memoria familiar de esa pertenencia. Todas las culturas indígenas han sido afectadas por un proceso deliberado de ocultamiento, promovido desde el Estado, desde la segunda mitad del siglo XIX.
Entre los pueblos indígenas actuales en Argentina, incluyendo a descendientes fusionados de pueblos cuyos componentes puros se han extinguido, se encuentran casi 40:
- aonikenks-tehuelches
(o patagones).
- atacameños
o atacamas
- avá-guaraníes-chiriguanos
- aymaras
- chanés
- charrúas
- chiripás
- chorotes
- chulupís
- comechingones
- diaguitas
y calchaquíes
- huarpes
- kollas
- lules
- maimaráes
- mapuches
(antes llamados araucanos)
- mbyás-guaraníes
- mocovíes
- ocloyas
(parcialidad de los omaguacas).
- omaguacas
- onas-selk'
nams
- pampas
- pehuenches
(rama de los mapuches).
- pilagás
- paí tavyterás (o cainguás).
- puelches
- quechuas
- querandíes
- ranqueles-rankulches
- sanavirones
- tapietés
- tastile
- tehuelches
- tobas (qoms)
- tonokotés
- tupís-guaraníes
- vilelas
- wichís (matacos)
- yámanas
(o yaganes).
Intentar estudiar y clasificar los pueblos
aborígenes con criterio “ingenieril” como el mío (muy encasillado y poco
flexible en tiempo y espacio), no resulta sencillo, pero lo voy a intentar.
Desde sus orígenes, pasando por los movimientos internos entre ellos, las transculturizaciones incaicas y guaraníticas y la invasión de los europeos, y luego los criollos, nada es absolutamente puro y estático: ni el territorio, ni el lenguaje, ni las costumbres, ni las religiones, ni los medios de vida, ni sus artes ni sus viviendas.
Por esta razón los que saben (paleontólogos, antropólogos y arqueólogos), los agrupan, aunque de diversas maneras ya que si bien hay muchas evidencias, aún hay muchas más dudas de cómo fue la historia antes de la llegada de los europeos.
Intentaré seguir algún criterio más o menos ecléctico agrupándolos por razas, y dentro de estas por su distribución geográfica dentro del actual territorio argentino, aceptando también las traducciones al español del vocabulario nativo cambiando la “k” por “q” (como Killa o Quilla = Luna), o por “c” (como Kolla o Colla).
Seguramente esta descripción breve de cada pueblo aborigen resultará muchas veces mezquina e inexacta debido a la generalización que exige este trabajo, ya que intentaré abarcar de una historia de más de 5.000 años.
La llegada desde Europa de caballos y ovejas, en los años 1500, cambiaron en muchos pueblos sus hábitos. Algunos de a caballo dejaron de ser sedentarios y se movieron ágilmente dentro del territorio nacional. Otros incorporaron la lana de oveja y muchas veces reemplazaron a las llamas y vicuñas tanto para vestirse como para abrigarse.
A los fines de ordenar (hasta donde se pueda), describiremos a los pueblos aborígenes por su raza y distribución geográfica (sabiendo que los límites indicados no son rígidos):
Región
oeste, noroeste y norte andino
La zona del norte comenzó a ser habitada
hacia el año 7000 a.C. Los distintos grupos étnicos
que habitaron la región andina (sin contar los Andes patagónicos), fueron los omaguacas, atacamas, diaguitas y huarpes.
Los calchaquíes son descendientes de una de las parcialidades de los diaguitas.
Estos pueblos fueron dominados entre 1480 a 1533 por el imperio
inca de los invasores quechuas aliados con los aimaras procedentes del Perú y de la cuenca del lago Titicaca en el sur de Perú y el norte de Bolivia.
Si bien la duración del imperio inca fue relativamente breve dejó notorios influjos (principalmente en la toponimia), ya que aún luego de la conquista española a partir de 1535 el idioma quechua (o runa simi), era la lengua vehicular de gran parte de la región andina.
Como los otros habitantes de la región andina, tenían conocimientos muy avanzados de la agricultura, la construcción de terrazas y el riego artificial. También criaban animales como la llama que les servían para comerciar con otros grupos indígenas.
Las poblaciones originarias en la Argentina han disminuido
mucho con relación a la población en general. Esto se debe a diferentes causas
interrelacionadas, como las enfermedades, el mestizaje, las campañas de
exterminio (siglos XVIII y XIX),
la brusca interrupción de sus culturas y la inmigración considerable de Europa.
En las provincias de Jujuy y Salta se conservan las costumbres indígenas en
celebraciones, bailes, comidas y también es la zona del país que más indígenas
tiene.
Cuenta con más de 970.000 personas. Entre
ellos los kollas,
que son un grupo étnico en el cual se han mestizado gran parte de los atacamas,
omaguacas, diaguitas y chichas y que ha recibido un fuerte influjo quechua.
En cuanto a los aimaras y quechuas que
actualmente hay en esa zona en su inmensa mayoría son inmigrantes recientes (a
partir de las últimas décadas del siglo XX), procedentes de distintas zonas de
Bolivia.
Los aimaras proceden de la cuenca del lago
Titicaca en el norte de Bolivia y el sur de Perú, mientras que los quechuas
proceden del Altiplano boliviano, aunque su núcleo de origen sea la región andina central de Perú.
Con criterio antropológico en parte y
geográfico, describiremos a los pueblos de la raza ándida: Atacamas, Chichas, Omaguacas, Ocloyas, Diaguitas, Kollas,
Capayanes, Olongastas, Huarpes y Comechingones.
- Los Atacamas
También llamados Apatamas, Cochinocas
y Casabindos, su ámbito geográfico en la actual Argentina fue la puna jujeña, aunque su mayor desarrollo fue en Chile y Bolivia.
Fue un pueblo agricultor y ganadero, generadores de
grandes movimientos de tráfico con los pueblos vecinos, organizados en familias
con caciques. Crearon un sistema de siembras en terrazas para aprovechar la
escasa agua recibida y evitar el arrastre de la capa del suelo orgánico y
fértil. Sus cultivos fueron variados: tabaco, tunas, maíz y sobre todo papas y
quínoa.
Abonaban sus cultivos con el guano de las aves de
la costa, y criaban llamas y alpacas por su carne, su lana y como medio de
carga y transporte.
Guardaban sus cosechas en las concavidades de las barrancas, que tapiaban. La sal era uno de sus recursos más importantes, la que comerciaban por las cerámicas del área diaguita y por valvas de moluscos del Pacífico a través de la puna chilena.
Guardaban sus cosechas en las concavidades de las barrancas, que tapiaban. La sal era uno de sus recursos más importantes, la que comerciaban por las cerámicas del área diaguita y por valvas de moluscos del Pacífico a través de la puna chilena.
Desarrollaron una importante artesanía en cerámica
y, además, fueron el primer pueblo que comenzó a utilizar el mineral de cobre
que extraían de Chuquicamata y el oro de Inca Huasi. La industria del labrado
de la madera estaba muy desarrollada, son famosas las "tablillas de
ofrendas" para tomar rapé y narcóticos (paricá), por la nariz, con un mango labrado finamente con figuras
humanas y animales e incrustaciones de malaquita. Fueron hábiles pirograbadores
de los frutos de las Lagenarias (purunku = porongos).
Sus viviendas enterradas o semi enterradas (por el
rigor del clima puneño), eran cuartos de piedra, barro con techo de paja. Quedan
vestigios del muy elaborado instrumental: hachas, palos cavadores, cucharas,
ollas, azadones.
Fueron muy hábiles hilanderos y tejedores, oficios
con que confeccionaban sus vestidos que eran camisetas largas (uncu), ojotas (ushutas), gorros de lana con orejeras (chullo). Sus instrumentos musicales fueron la siringa (especie de zampoña o siku, compuesta de
varios tubos de caña que forman escala musical y van sujetos unos al lado de
otros), caja y trompeta.
Creían en la vida después de la muerte, por eso
colocaban a sus difuntos con todas sus pertenencias en grutas naturales que
cerraban con piedras. Sagrado para los Atacamas fue el volcán Licancabur
(pueblo de arriba), que con sus 5.900 m s.n.m. se ubica en la frontera entre
Chile y Bolivia, donde creían vivían sus dioses a los que ofrecían sacrificios
humanos.
Entre el año 400 dC y la llegada de los españoles desarrollaron culturas como:
- Original (desde 400 dC hasta 900 dC): caracterizada por la presencia de alfarería roja pulida, cántaros antropomorfos, uso de adornos y recipientes de oro.
- Temprana (desde 900 dC a 1100 dC): Atacameña indígena. Caracterizada por alfarería negra pulida. Influencias de Tihuanaco. Empleo de tabletas para aspirar alucinógenos y uso del tambetá (adorno labial).
- Media (desde 1.100 dC a 1350 dC): Chicha - atacameña
- Tardía (desde 1350 a 1500): Inca. Construcción de pucarás (fortalezas), no desarrollada en el territorio nacional.
- Los Chichas
Los chichas fueron un pueblo que habitó los valles y el
altiplano correspondiente al actual sur y suroeste de Bolivia. Son
considerados como uno de los diversos "señoríos" que ocuparon el
altiplano Sur Andino. Los descendientes de esta etnia viven en los territorios del sur de Potosí con
una fuerte transculturación quechua,
aunque hoy en día mantienen una cultura propia y diferente de aquella. Etimológicamente
Chichas equivale decir cejas.
Al parecer la
sociedad chicha tiene su centro político-cultural en Tupiza (Bolivia), y
llega al norte de las provincias argentinas de Jujuy y Salta (Yavi, Calahoyo, Moreta, Iruya).
Tuvo idioma propio. Durante la primera expansión post-tiawanacota
habrían asimilado el aymara, posteriormente con la expansión Inca, el quechua.
La versión del origen chiriguano de los chichas es que fue un grupo
desprendido de los pueblos del chaco que subieron a tierras altas empujados por
desplazamientos y migraciones. En el contexto territorial de los chichas
interactuaban diversos grupos sociales a los cuales se les denominó con
diferentes nombres, entre ellos tenemos a los Omahuacas, Atacamas, Churumatas,
Tomatas, Casavindos, Cochinotas, los LLipi o Lípez.
Cabe anotar que el idioma kunza,
tiene huellas toponímicas en toda la región de los chichas y su área de
influencia.
Hay un desarrollo y
una valoración de recursos, distintos, no es el maíz, por las condiciones
ecológicas, sí en cambio, el chañar y el algarrobo especies arbóreas que se
cultivan.
Hoy está confirmado el hecho que la región del altiplano (sur boliviano),
la puna atacameña (hoy Chile) y la puna argentina, aun en épocas de la colonia,
fue una zona de intenso tránsito de caravanas comerciales que intercambiaban
productos propias de la región andina, por una parte la sal, el “charqui” y
lana, por productos propio de los valles como el maíz, frutas, etc.
- Los Omaguacas
Este pueblo vivía en la Quebrada de Humahuaca, un territorio de 170 km de
largo x 3 km de ancho en la Provincia de Jujuy, desde el norte de El Volcán
hasta el sudeste de Abra Pampa en el actual territorio argentino.
Estaba conformado con muchos asentamientos que le dan origen a los gentilicios
de Tilcaras, Purmamarcas, Tumbayas, Pulquiles, Tilianes, Maimarás, Jujuyes y
Fiscaras, que probablemente hablaban aimara y quechua.
Fue un pueblo de espíritu guerrero utilizando (tanto para las invasiones
incaicas como las españolas), arcos y flechas, boleadoras, hondas y las temidas
“rompecabezas” (arma compuesta de
dos bolas metálicas, muchas veces estrelladas), sujetas a los extremos de un
mango corto y flexible). Hacían culto del cráneo/trofeo.
Estaban
organizados como un pueblo militarizado con caciques locales y caciques
generales. Sus viviendas eran cuartos de pircas sin mortero con techo a un
agua, aunque se refugiaban en los pucará en tiempos de guerra.
Los varones vestían camiseta corta y poncho y las mujeres camisetas largas hasta los tobillos, ojotas y vinchas. Fueron expertos agricultores con dominio de las técnicas de riego de maíz, papa, quinua y cosechaban tunas y chauchas de algarrobo.
Cazaban
llamas, guanacos y ñandúes y criaban llamas. Trabajaron oro, cobre, plata y
estaño y su cerámica era rica, destacándose la de Tilcara de las que se conocen
obras del año 1300 dC. Fueron sus instrumentos las “flautas de pan” (sicus o sikus), cornetas y cascabeles.
- Los Ocloyas
Este pueblo, que también denominaron
osas y paypayas, vivió al este de la Quebrada de Humahuaca, entre el Río San
Lorenzo y Ledesma. Se trató de una población muy pacífica a pesar de
su dependencia de los Omaguacas.
Sus viviendas construidas con pircas
de varios tonos de piedras (“mosaicos”), dibujaban llamas. Una serie de
comunidades conformaban este pueblo como los quisperas, cocactas, tilcalaysos,
ocayacxus, estoybolos, panayas, sopras y titicontes.
Fue un pueblo netamente agricultor,
sobresaliendo sus habilidades para la confección de herramientas de piedra. La
cerámica estuvo muy poco desarrollada.
- Los Kollas
Si bien el origen de
los kollas (o collas), es desconocido, se tienen noticias de su existencia al
menos desde fines del siglo XII, en el ocaso del Imperio Tihuanaco, en torno al lago Titicaca,
en Bolivia.
En el siglo XV el territorio ocupado por los collas habría sido invadido por el Imperio Inca, lo cual habría generado una revuelta que habría finalizado con la incorporación de los collas como soldados en la expansión al sur, y a su vez como trabajadores en los nuevos territorios conquistados, particularmente al actual noroeste argentino.
En el siglo XV el territorio ocupado por los collas habría sido invadido por el Imperio Inca, lo cual habría generado una revuelta que habría finalizado con la incorporación de los collas como soldados en la expansión al sur, y a su vez como trabajadores en los nuevos territorios conquistados, particularmente al actual noroeste argentino.
En la actualidad, los
collas se reconocen como descendientes directos de esa migración forzosa que provienen de varios
grupos étnicos originarios. A la población de origen omaguaca, "calchaquí" y atacameña,
los incas les sumaron grupos de mitimaes (colonos trasplantados por la fuerza), principalmente chichas que dieron comienzo al mestizaje que continuó con las encomiendas y traslados poblacionales que efectuaron los españoles.
Los idiomas que
hablan los collas son el quechua y el aymara. A pesar de la aculturación
sufrida debido a la acción colonizadora, aún practican algunos de sus rituales
y mantienen otras formas culturales como la minka
o minga, antigua forma de cooperación; el sirviñakuy o prueba de pareja y rituales vinculados al culto de la
tierra: la Pachamama, señalada o marca de animales, apachetas o descanso
de viajeros, entierro y desentierro de pukllay
o cacharpaya (carnaval),
chálla y chállar (beber) y corpachada (dar de comer a la tierra); Tinkunakuy,
topamientos o encuentros de compadres, musiqueros, parcialidades o comunidades.
El vestido masculino
era una especie de túnica corta, hasta las rodillas, y sin mangas, llamada ucu. Tenía unas franjas que la decoraban
en el pecho y en la cintura. Como prenda íntima, llevaban una especie de
taparrabos.
Las mujeres usaban
una vestimenta que envolvía su cuerpo desde las axilas hasta el tobillo, con
una tela rectangular que sujetaban encima de los hombros y la que se ceñían a
la cintura mediante una faja adornada, llamada chumbi. De calzado usaban las ojotas.
Sus instrumentos
musicales tradicionales como quena, anata, sikus, charango, erke y erkencho,
y sus ritmos típicos han ingresado a formar parte de la música folklórica de
Argentina, como por ejemplo: el Carnavalito.
- Los Diaguitas
Ellos se autodenominaban paziocas. La palabra «diaguita» fue un mote dado por los aimaras
del norte ya que en el idioma aimara thiakita significa
‘alejado’, ‘foráneo’. Son llamados también calchaquíes o cacanos. Extendieron sus dominios desde el sudoeste de
Salta (La Paya), oeste de Tucumán y centro oeste de Catamarca, corriendo al
este del cordón cordillerano.
A pesar de sus diferencias puestas de manifiesto a través de los estudios antropológicos y arqueológicos, todos hablaban el idioma cacán (o kakan). En función de la distribución geográfica el cacán tendría al menos tres dialectos: el calchaquí al norte y el cacán propiamente dicho al centro.
Aunque el cacán prácticamente ha desaparecido en la actualidad, aún muchos nombres de pueblos o ciudades se utilizan hoy como la terminación gasta, que quiere decir pueblo o villa como Calingasta (villa de los grandes cerros), Nonogasta (villa de los pechos o de los senos) o Vichigasta (villa vistosa). Decenas de parcialidades adoptaron el nombre de su villa o poblado como los Hualfines, Pucaráes, Tolombones, Quilmes, Yacoviles, Luracataos, Chicoanas o Tafís.
Estaban organizados en ayllus (aldeas), independientes, con cacicazgos hereditarios y de diferentes niveles. Eran polígamos y practicaban el levirato (obligación al hermano del que murió sin hijos a casarse con la viuda).
Adoraban el sol, el trueno, el relámpago y veneraban a la pachamama. Fueron sus ídolos las serpientes, los felinos, los batracios y el ñandú, que aparecen en muchas formas de sus artes. Fumaban narcóticos y alucinógenos y ofrecían sacrificios a sus dioses a través de los chamanes (o shamanes).
En las festividades ceremoniales utilizaba máscaras y utilizaban instrumentos musicales como pincullos (flauta pequeña), cornetas, ocarinas,
sonajeros y tambores.
Vestían como abrigo (en tiempo de paz), túnicas hasta los tobillos
confeccionadas con lana de camélidos y prácticamente desnudos frente a las
altas temperatura. Usaban ojotas y vinchas.
Su principal medio de vida era la agricultura (maíz, poroto, zapallo, papa, quinua), generalmente bajo riego. Cazaban guanacos, vicuñas y cérvidos organizados en grupos (chacus). Criaban llamas como vehículos de carga. Bebían macerados y fermentados de maíz (chicha), de algarrobo (aloja), molle o chañar.
Sus viviendas (generalmente de paredes de pirca y techo de quincha “torteado”, estaban organizadas en aldeas (generalmente en los sectores llanos), y en pucarás (fortalezas) en altura. Fueron sus armas el arco y flechas, picas, mazas y hachas. En tiempos de guerra no peleaban en el llano sino en los cerros y se protegían en los pucarás.
Fueron expertos alfareros, manejaban metales y aleaciones (cobre, bronce,
plata y oro), y desarrollaron la industria textil y cestería. Fueron estudiados
diferentes núcleos (septentrional, central, meridional, sudoriental y oriental),
que en cierta medida se corresponden con las culturas arqueológicas
(caracterizadas por sus artes, organización, vestimenta, vivienda), las que se
dividen en períodos de tiempo:
- Temprano (hasta 650 años dC): Condorhuasi, Ciénaga, Candelaria, Alamito y Tafí
- Medio (650 años dC hasta 850 años dC): Aguada, La Isla, Alfarcito
- Tardío (850 dC hasta 1480 dC: Santamariana, Barreal (Ciénaga), Angualasto (denominadas también Sanagasta o Aimogasta), Belen
- Los Capayanes
Los capayanes fueron un pueblo
actualmente extinto. Su ámbito geográfico estaba en parte de las provincias de La Rioja, Catamarca,y San Juan, desde la zona montañosa
comprendida entre el límite de La Rioja con Catamarca sobre el rio Colorado y las
cercanías del río Jachal -Zanjón, en San Juan, abarcando la
Cordillera de los Andes, al oeste, hasta los cordones del Velasco,
donde se mezclaban con los Diaguitas.
Ocuparon los fértiles
valles de Famatina, Sanagasta, Yacampis, Guandacol y Jáchal.
Tenían como vecinos, al norte a los diaguitas y al sur a los huarpes.
Compartían con los
diaguitas (o paziocas) la lengua kakán o
una derivación de ésta. Vestigios de su lengua se encuentran en terminaciones
como bis, pis o china, por
ejemplo: Yacampis, Quilmebis, Guanchina, Vinchina, etc.
Conocían la técnica
del hilado, tejían lana de guanaco y llamas que
criaban. También conocían la metalurgia del cobre y de oro. Construyeron canales
y acequias para regar sus sembradíos. Entre sus cultivos estaban el maíz, zapallo, papa y quinoa.
Su economía también se completaba con la cría de
llamas y la recolección de frutos. Vestían la camiseta andina, larga, de lana,
con adornos geométricos. Arriba un poncho. Utilizaban alfileres para sujetar
las prendas de vestir. Calzaban ojotas de cuero. Hachas, pectorales, arcos y
otros eran sus adornos típicos.
Utilizaron
ampliamente la cerámica, principalmente en las urnas funerarias, decoradas
geométricamente con los colores negro, rojo y blanco, conocido como estilo
de Sanagasta o Angualasto.
Sus viviendas de
barro y adobe,
eran a veces construidas al pie de un gran árbol cuya copa servía de techo.
Esta técnica de construcción, aún perdura en la zona riojana de Vinchina.
Hacia 1480 los incas invaden la
región de los diaguitas y capayanes, incorporando sus territorios al Imperio
Incaico. A partir de 1607, con la dominación
española, comenzó su dispersión y posterior extinción a fines del siglo XVIII.
La etimología del
nombre dado a este pueblo parece ser la palabra quechua qapaq
ñan (camino principal), es decir el usualmente llamado Camino del Inca.
La explicación para esto se encontraría en que el territorio que habitaban era sede de un nudo de comunicaciones muy importante, alrededor del paso de San Francisco que en el siglo XV era parte del sur del Tahuantinsuyu.
La explicación para esto se encontraría en que el territorio que habitaban era sede de un nudo de comunicaciones muy importante, alrededor del paso de San Francisco que en el siglo XV era parte del sur del Tahuantinsuyu.
En cuanto a su
filiación, la mayoría de los autores considera a los capayán debido
a los rasgos culturales comunes (por ejemplo el uso del idioma kakán)
como una de las parcialidades de los paziocas ("diaguitas"),
del mismo modo que lo fueron los calchaquíes,
olongastas y quilmes.
Se habrían diferenciado por el influjo genético y cultural de los vecinos huarpes, y luego de 1480 por la presencia de mitmakuna deportados hasta la región por los incas, muchos de tales mitimaes habrían tenido orígenes chichas y churumatas.
Se habrían diferenciado por el influjo genético y cultural de los vecinos huarpes, y luego de 1480 por la presencia de mitmakuna deportados hasta la región por los incas, muchos de tales mitimaes habrían tenido orígenes chichas y churumatas.
- Los Olongastas
Etnia de aborígenes que habitaron en el centro oeste del actual territorio argentino,
más exactamente el sur de la provincia de La Rioja y
sur de Catamarca, el noroeste de la provincia de Córdoba, el
norte de la provincia de San Luis, el sudeste de
la provincia de San Juan y el sudoeste
de la provincia de Santiago del Estero.
Esto es, prácticamente vivían en torno al desierto de las Salinas Grandes.
Su filiación plantea
algunas dudas, aunque la mayoría de las evidencias hacen que se les incluya
entre los diaguitas (paziocas) de los cuales, junto a los ambargastas serían
las parcialidades más meridionales y orientales.
Las dudas de
filiación parten de su etnogénesis que,
además de un predominio cultural ándido señala una alta frecuencia de
fisiotipos pámpidos e incluso huárpido,
con quienes tenían en común los hornos de tierra. Recibieron también alguna
influencia incaica.
Limitaban (en el siglo XVI)
al este con los toconotés en Santiago del estero y sanavirones,
al sur y sureste con los comechingones, al suroeste con los huarpes
propiamente dichos, al norte y noroeste con otras parcialidades paziocas como
la de los capayanes.
Recibieron por parte de los conquistadores españoles el nombre de indamas, probable "españolización" de la palabra mundema que habría correspondido a una lengua mezclada de palabras comechingonas y paziocas (es decir cacanas).
Recibieron por parte de los conquistadores españoles el nombre de indamas, probable "españolización" de la palabra mundema que habría correspondido a una lengua mezclada de palabras comechingonas y paziocas (es decir cacanas).
Han dejado pocos
relictos culturales, esto al parecer por su escaso número ya que su hábitat
podía alimentar sólo a escasas poblaciones humanas.
Se sabe que además de la caza y la recolección (especialmente de frutos de algarrobo) practicaban la agricultura (papa y maíz) y la ganadería de llamas, siendo por esto bastante sedentarios, sin embargo, no se hallan restos de sus viviendas, lo que hace suponer que no las construían de piedra ni de ningún otro material duradero, siendo probablemente de adobe techadas con ramas y fibras.
Se sabe que además de la caza y la recolección (especialmente de frutos de algarrobo) practicaban la agricultura (papa y maíz) y la ganadería de llamas, siendo por esto bastante sedentarios, sin embargo, no se hallan restos de sus viviendas, lo que hace suponer que no las construían de piedra ni de ningún otro material duradero, siendo probablemente de adobe techadas con ramas y fibras.
Se sabe muy poco del
idioma que hablaban, que se extinguió sin que ninguno de los misioneros la haya
estudiado, aunque se supone una de las variantes del kakán.
Debido a la zona
árida que habitaban, es posible que hayan sido escasos en número y al entrar en
contacto con los españoles, desaparecieron prontamente.
- Los Huarpes
Los huarpes o warpes eran un pueblo indígena
de Cuyo.
Sus idiomas autóctonos eran el allentiac
(en San Juan), y el millcayac (al norte de
Mendoza).
Hacia el siglo XV se
los encontraba en varias zonas de San Luis, Mendoza y San Juan e incluso algunos pocos
reductos en el norte de la provincia de Neuquén.
Habitaban entre el río Jáchal (al
norte), hasta el río Diamante (al sur), y entre la cordillera de los Andes y el valle de
Conlara (en San Luis).
Se dividían en cuatro
grandes grupos, correspondiendo cada uno a su situación geográfica y también a
diferencias en el lenguaje:
- Huarpes allentiac (centro y sur de San Juan).
- Huarpes millcayac (centro y norte de Mendoza), incluirían a los huarpes guanacache (o huarpes huanacache, también llamados “huarpes laguneros” (en el noreste de Mendoza y noroeste de San Luis).
- Huarpes chiquillanes (también llamados “huarpes algarroberos” en el sur de la provincia de Mendoza)
Sus viviendas podían
ser de piedra o de barro y paja, según la zona donde habitaban. Eran
sedentarios, dedicados a la cestería.
Los huanacaches o
“laguneros” llamaban la atención por sus cestas tejidas de un modo que eran
impermeables y les servían así para transportar agua, además confeccionaban
embarcaciones con las que navegaban por las hoy casi desaparecidas lagunas de Guanacache.
A esta peculiar
cestería se añadía una buena alfarería. Eran pescadores y cazadores, cultivaban
la papa y el maíz de
manera rudimentaria, aunque realizando canalizaciones como la que hiciera
el cacique Guaymallén en
el valle de Huentata (provincia de Mendoza).
Recolectaban frutos, especialmente el del alpataco,
una de las especies de algarrobo y
otros vegetales.
Como otras etnias,
los jefes eran polígamos y la calidad de jefe era hereditaria. Practicaban el levirato
(al morir el marido, la viuda y los hijos pasan a depender del hermano menor
del fallecido), y el sororato (al casarse el varón, adquiere el derecho de casarse
con las demás hermanas menores de la novia).
Es conocido que los
huarpes allentiac no seguían en general esta costumbre (eran monogámicos), con
la única excepción del cacique, quien si tenía permitida la poligamia.
Creían en una
divinidad central llamada Hunuc Huar, también adoraron al Sol, la Luna, los
ríos, el rayo y los luceros (el planeta Venus). Cuando morían eran
colocados boca arriba y con la cabeza dirigida hacia la cordillera, lugar donde
moraba Hunuc Huar, su divinidad principal.
El proceso de
mestizaje se vio acrecentado porque generalmente las expediciones españolas de
la corriente colonizadora del oeste, no llevaban mujeres. Esto hizo que muchos
expedicionarios españoles entraran en relaciones amorosas con las mujeres
aborígenes, pero usualmente como concubinas.
Por su contextura
física y facial los huarpes son la base para una clasificación de ciertos
grupos aborígenes sudamericanos, llamados huárpidos,
de tallas bastante elevada y muchas veces barbados.
Algunos nombres de caciques
huarpes proporcionan datos de la onomástica
huarpe, tales como: Angaco; Cacheuta; Chapanay; Corocorto; Cuco
(luego se transformó en Uco); Panquehua; Pismanta;Talquenque
o Guaymaré (luego se transformó en Guaymallén).
- Los Comechingones
Los comechingones se
autodenominaban como hênîa
(al norte), y kâmîare (al
sur), subdivididos en parcialidades. El apelativo «comechingón» parece ser la
deformación de una palabra peyorativa que les daban los sanavirones los “kamichingan”
('vizcacha' o 'habitante de cuevas'), esto debido
al tipo de vivienda semisubterránea de los henia-kamiare.
Sin embargo el apodo
les fue dado directamente por los españoles al escuchar el grito de guerra de
los henîa: Kom-chingôn, este
grito se traduciría por «muerte-a-ellos» (a los invasores). Hay registros de no
menos de 10 parcialidades y subparcialidades que habitaron desde el norte y oeste de
San Luis, las Sierras de Córdoba (Grandes y Chicas), Valles de Traslasierras y
Calamuchita hasta la actual ciudad de Rio Cuarto.
A la llegada de
los conquistadores españoles en el siglo XVI habitaban
las Sierras Pampeanas de las actuales
provincias de Córdoba y San Luis.
Muchos antropólogos
tienden a considerar a los hênia-kamiare como un conjunto muy diferenciado del
grupo huárpido.
Dos rasgos de los
comechingones que más han llamado la atención son sus tallas relativamente elevadas para su época y la
existencia de una frecuencia de quizás el 10 % de individuos de ojos verdosos, y su aspecto caucasoide (los varones eran barbudos ya en la pubertad).
Los ojos claros eran
llamados soto, esta singularidad más el hecho de ser
barbados y las pictografías como las de Cerro Colorado en donde se
observan grafismos que
en su forma recuerdan a las runas (caracteres que
empleaban en la escritura los antiguos escandinavos).
Aunque los estudios
revelan un predominio huárpido (al parecer el más antiguo), en la etnogénesis de
este pueblo, a lo largo de miles de años, influyeron también linajes pámpidos, ándidos e incluso amazónidos, esto se explica por la
ubicación geográfica de su territorio, que era la encrucijada de las diversas
corrientes poblacionales prehistóricas del territorio que hoy es Argentina.
Quizás los
hênia-kamiare remonten sus orígenes a poblaciones de la cultura Ayampitín, al menos
existente desde el 6000 aC. Con certeza la llamada Cultura Ongamira que
comprendía Ongamira, Quebrada de
Luna (Los Terrones), ambos parajes situadas al norte de la
localidad de Capilla del Monte. Las culturas Cerro Minas y Cerro Colchiquín, surgidas
hacia el 4600 aC, es precedente directo de la cultura comechingón, aunque
recién se puede hablar de una cultura comechingón en el período que va
del 500 al 1600 dC.
Es de tener muy en cuenta que los
comechingones poseían su propio idioma, que posiblemente fueran varios, es
decir un conjunto de lenguas diferentes relacionadas. Sin embargo, esta lengua
o lenguas está virtualmente indocumentada y actualmente en el territorio que
habitaban abunda la toponimia en runa simi o quechua.
Además de los grupos mencionados, hay otras
etnias en las Región del Noroeste
que han desaparecido como pueblos,
incorporándose a través del mestizaje a la población genéricamente argentina:
Ramas de los Ocloyas: amanatas; apanatas; estoybalos; gaipetes; opras; osas; paypayas; tactacas y tilcalaisos.
Ramas de los Jujuyes: chirimanos; churumatas y palomosjujuyes
Ramas de los diaguitas: pulares; tucumanastas y yacampis.
Ramas de los Ocloyas: amanatas; apanatas; estoybalos; gaipetes; opras; osas; paypayas; tactacas y tilcalaisos.
Ramas de los Jujuyes: chirimanos; churumatas y palomosjujuyes
Ramas de los diaguitas: pulares; tucumanastas y yacampis.
Región chaco-santiagueña
Siguiendo el mismo criterio de agrupamiento
antropológico y geográfico describiremos a los amazónidos / pámpidos: Chiriguanos, Matacos, Tobas, Lules-Vilelas
(Juríes), Tococotés, Guaycurúes, Abipones, Mocovíes y Sanavirones.
- Los Chiriguanos
Los incas los denominaron con el mote despectivo de chiriguano. El nombre chiriguano
en idioma quechua derivaría de chiri (frío),
y wañuq (los que mueren). También se los suele conocer en la
Argentina con otro nombre despectivo como chaguancos o chavancos
(de baja condición cultural).
En Argentina,
habitan el extremo noreste de la provincia de Salta y luego se desplazaron
hacia la provincia de Formosa.
La población
mixogénica sintetizó razgos culturales. De los chané, derivó en un modo de vida
sedentario en grandes casas comunales de palmas, leños y paja llamadas maloka,
y gran parte de la cestería y la cerámica.
Los guaraníes impusieron su idioma, creencias y sistema de organización social,
así como las prácticas de caza, pesca y guerra.
De este modo, su
forma tradicional de subsistencia ha sido basada en una combinación de horticultura (maíz,
porotos y mandioca), y caza-recolección-pesca.
Al momento de la
llegada de los españoles en el siglo XVI, los chiriguanos ocupaban las
cabeceras de los ríos Pilcomayo y Guapay y se encontraban
principalmente en guerra contra los aimaras y quechuas.
Los chiriguanos
fueron casi irreductibles militarmente por los españoles aunque sí tuvieron
bastante éxito las misiones católicas,
principalmente en el valle del río Parapetí.
Guerreros (keremba)
chiriguanos participaron en la guerra de la independencia alistándose en
el Ejército del
Norte al mando del general Manuel Belgrano y
también con los grupos guerrilleros de la Republiqueta de La Laguna al mando
de Manuel Ascencio Padilla y de Juana Azurduy.
Se destacó el cacique Cumbay, quien sostuvo combates con
los ejércitos realistas.
Tradicionalmente, existe, entre los
chiriguanos, una notoria división sexual y etaria del trabajo: los varones
cazan, pescan, o se dedican a confeccionar elementos textiles (bolsas de caraguatá)
o de cestería (con sao,
caranday,
o tankvaransi).
Las niñas y muchachas también realizan cestas, mientras que trabajó típicamente femenino es el de la cerámica. En alfarería mostraba la influencia andina en sus formas.
Eran agricultores sedentarios, a base de mandioca, zapallos, batata y maíz. La técnica de cultivo era la típica milpa amazónica (talado de árboles, corte de la maleza, incendio y posterior cultivo sobre el terreno quemado).
La tarea era compartida entre hombres y mujeres, los primeros se encargaban del talado, ellas del sembrado, cuidado y cosecha. Lo producido era almacenado en graneros construidos sobre pilotes.
El Abáti-óo (granero), tenía el piso separado un metro del suelo para mantener los granos y frutos alejados de la humedad y del posible ataque de animales depredadores. El espacio entre el suelo y el piso del granero se utiliza para guardar leña.
Caza y pesca eran actividades secundarias de subsistencia. Las viviendas de planta circular con techos cónicos, eran comunales albergando hasta cien individuos. Un conjunto de ellas constituían una aldea generalmente ubicada en las cercanías de un río.
La familia extensa era el núcleo de la comunidad.
Cada aldea estaba a cargo de un jefe de carácter hereditario, con autoridad no
cuestionada. Se le denominaba mrubicha, tenía lugartenientes (igüira
iya), hechiceros benignos (ipaye) y capitanes de guerra (queremba).
En tiempos de guerra los caciques de cada aldea pasaban a depender del cacique
regional (tubicha rubica, "el más grande de los
grandes").
La antropofagia estaba muy difundida y ligada a
prácticas relacionadas con la toma de potencia del enemigo. Entre los siglos XV
y XVI sometieron a los Chané, a los que esclavizaron. Algunas crónicas indican
que ese dominio se sustentó en una sistemática antropofagia que devastó a los
Chané.
- Los Matacos o Wichís
Wichí, wichíes o weenhayek en Bolivia
o mataco en quechua (denominación peyorativa en alusión a una especie de armadillo),
son los nombres que reciben los integrantes de esta etnia.
Hacia el siglo XVI
los wichís habitaban las zonas occidentales del Chaco Central
y Chaco Austral,
que integran la región del Gran Chaco, principalmente la margen izquierda
del río Bermejo.
Tiempo después, presionados por la invasión de los chiriguanos
y su propio crecimiento demográfico se desplazaron hacia el norte del Río Bermejo y
hacia el sureste de la región chaqueña.
Su antigua proximidad con
el límite de las etnias ándidas les aportó rasgos culturales
característicos, como la monogamia, la posesión de territorios por parte de familias (grupos restringidos de
parentesco), y una incipiente agricultura con
acumulación de excedentes que favoreció relativo sedentarismo.
La lengua wichi forma parte
de la familia lingüística mataco-guaycurú,
subfamilia mataco-mataguayo. Este grupo incluye a otras etnias como chorote,
chulupí
y mataguayo,
entre otras.
Sus viviendas eran chozas (huep)
construidas con ramas, teniendo forma de cúpula de 2 a 3 m de diámetro en cada
una de las cuales convivían los integrantes de una familia. La familia era
generalmente monógama aunque los caciques solían tener más de una mujer.
Las familias se agrupaban
en bandas u hordas de caza que aceptaban la autoridad de un cacique.
Estas bandas, también
llamadas chacus, variaban en cantidad
de individuos y se desplazaban en busca de lugares con buena caza, pesca y
frutos vegetales. Se instalaban por lo general en lugares altos y cerca de los
ríos y lagunas.
El sustento principal de
los wichis era la caza,
la pesca
y la recolección.
Es así que mientras las mujeres se dedicaban al cultivo de pequeños zapallos,
todos en cuanto les fuera posible se dedicaban a la recolección estacional de cocos de palmera
(pindó,
yatay
y caranday),
algarroba, porotos
silvestres, tuna,
tasi (enredadera), y miel.
Los ciclos de obtención de
recursos alimentarios significaron que organizaran su calendario de
un modo circular: el inicio de año se celebraba ritualmente en el tiempo que
corresponde al mes de agosto, desde ese inicio de año sucedía la estación
llamada nawup ("luna de las flores"), luego le
seguía desde noviembre la yachup ("luna de las
algarrobas"), tras ésta a fines del verano austral venía la estación lup ("luna
de las cosechas"), siguiéndole la fwiyeti(up) ("luna
de las heladas").
Sus utensilios y artefactos
eran principalmente de madera (por ejemplo los "palos de labranza"
que mantenían alguna semejanza con las llakta de los pueblos ándidos),
aunque realizaban obras de cestería, cerámica, piedra pulida y textiles
de caraguatá
o chaguar muy
usado para confeccionar sus elegantes morrales y bolsos llamados yiska.
El sistema de creencias de los matacos ha sido incluido por los antropólogos en el animismo y el chamanismo, rendían culto a los seres de la naturaleza y poseían la noción de un ser superior (Tokuah o Tokuaj) que regía al mundo.
El sistema de creencias de los matacos ha sido incluido por los antropólogos en el animismo y el chamanismo, rendían culto a los seres de la naturaleza y poseían la noción de un ser superior (Tokuah o Tokuaj) que regía al mundo.
- Los Tobas o Qom
Los qom
son una etnia
del grupo pámpido
que habitó en el Chaco Central, particularmente en Formosa. En su idioma, esta etnia se autodenominaba ntokóit;
después comenzaron a utilizar el autónimo
qom, que significa “varón”
(no existe nombre para el género femenino). También, de manera más infrecuente,
se autodenominaban qom’lek o qom’lik.
El nombre tová (frente),
es un mote despectivo de origen guaraní, que se generó debido a que los qom solían
practicar la decalvación de la parte delantera del cuero cabelludo. Por el
mismo motivo los españoles les llamaron “frentones” (nombre dado también a
los abipones por
motivos similares).
Como típicos pámpidos
se caracterizan por sus elevadas tallas. Se les considera una de las más
importantes etnias del grupo llamado guaycurú (o
guaykurú), voz de tono insultante que dieron los guaraníes a
sus principales oponentes.
Su idioma se
denomina qom l'aqtac y desde el punto de vista lingüístico se
le suele incluir dentro del grupo de idiomas guaycurúes, que muchas autores
consideran forman junto con los idiomas matacoanos la familia lingüística mataco-guaycurú.
La cultura de los
tobas era funcional a sus costumbres y tradiciones. Vivían en habitaciones de
leños recubiertas de paja, habitáculos que solían medir unos dos metros de
diámetro. Fabricaban objetos de cerámica, cestería y tejidos con finalidad
principalmente utilitaria.
Durante los meses
cálidos casi no usaban vestimenta a excepción de simples taparrabos.
En los períodos frescos usaban ropas más complejas y en ocasión de sus
celebraciones rituales se adornaban. De este modo poseían un vestido llamado poto,
confeccionado con fibras de caraguatá, cuero y más
tarde algodón.
También durante los
períodos fríos llegaban a abrigarse con ponchos.
Los varones adultos adornaban sus cabezas con el opaga, especie de
tocado realizado con plumas y cuerdas de caraguatá.
Mujeres y varones se
adornaban con onguaghachik, es decir, con pulseras, que originalmente se
confeccionaban usando dientes y uñas de animales, semillas, plumas, valvas o
conchas y cócleas o caracoles (al parecer para obtener algunos de estos
elementos practicaban comercio de trueque con
otras etnias).
De confección semejante
a estas pulseras eran los colaq o collares. En cuanto a los nallaghachik,
estos eran adornos eminentemente festivos, muy coloridos, compuestos con
plumas, flores y hojas.
Eran un pueblo
predominantemente cazador-recolector seminómade que marchaba en pos de sus
recursos alimenticios y existía entre ellos una fuerte división sexual del
trabajo: los varones desde muy temprana edad se dedicaban a la caza y a la
pesca y las mujeres a la recolección y a una incipiente agricultura hortícola
en gran medida influida por aportes ándidos y amazónidos.
De este modo, en
pequeñas parcelas cultivaban nachitek (zapallos),
oltañi (maíz),
avagha (porotos),
batatas,
mandioca,
etc. Sin embargo tales cultivos eran solo complementarios para su dieta y no
llegaban a tener excedentes como para la acumulación de alimentos de origen
agrícola.
Los qom cazaban
principalmente tapires,
pecaríes,
ciervos,
guanacos
y gran cantidad de aves.
Como complemento solían recolectar miel y gran cantidad de frutos, frutas del
bosque y raíces silvestres.
Por su sistema de
creencias se les ha calificado de animistas y chamanistas.
Poseían un culto a los seres de la naturaleza y la creencia en una divinidad
máxima.
- Los Lules / Vilelas (Juríes)
El actual
territorio santiagueño estaba habitado por indios de procedencia, lenguas y
modos de vida distintos. Sin embargo los confundieron y los designaron
genéricamente a todos como juríes.
Este nombre
proviene de "xuri", voz quechua que significa ñandú, denominación que
dieron a los nativos que vestían con una especie de taparrabos de plumas de
avestruz y que se desplazaban en verdaderas "bandadas". Entre otros pueblos vivían los lules y los vilelas.
Sus armas eran el
arco, la flecha, la lanza y la macana. Los lules-vilelas eran de carácter
alegre, cantaban y bailaban con frecuencia. Realizaban fiestas y ceremonias en
las que bebían copiosamente hasta emborracharse con guarapo bebida en base a
miel silvestre.
Los lules estaban perfectamente
localizados, eran gente nómade, vivían de la caza y del pillaje que ejercitaban sobre
sus vecinos del sur, los tonocotés. Según algunas referencias históricas, de no
haber mediado la conquista de los españoles, los lules habrían exterminado a
sus vecinos.
Se dice que los lules
comían carne humana, guardaban cabelleras como trofeos de guerra y utilizaban
flechas envenenadas.
En sus incursiones,
tomaban como prisioneros a sus enemigos, a los que luego conducían a sus
aldeas, para hacerlos engordar y posteriormente comérselos.
Ocupaban el sur de la
actual Provincia de Salta, la parte occidental de la Provincia del Chaco, parte de la Provincia de Tucumán y la región
norte del río Salado en Santiago del Estero.
Los hombres andaban
desnudos o usaban un tipo de pollerita de plumas de avestruz y las mujeres se
cubrían con una especie de delantal tejido con fibras gruesas de chaguar.
En su avance se
pusieron en contacto con pueblos agricultores y así aprendieron a cultivar,
aunque temporariamente. Cazaban principalmente el pecarí o chancho del monte,
(del que utilizaban la carne y el cuero) y recolectaban algarroba que les
servía de alimento y con la que fabricaban una bebida fermentada llamada
chicha.
La lengua de los
lules y la de los vilelas son similares, de fonética sencilla y con
acentuación por lo general aguda.
Los vilelas aparecieron recién en las
crónicas españolas. Probablemente fueron de la misma familia de los lules, que
no emigraron hacia el sudoeste.
- Los Tonocotés o Tonokotés
Estaban radicados
en la zona más fértil del territorio santiagueño, entre los ríos Salado y
Dulce, aproximadamente entre los paralelos 26º y 29º de latitud sur.
Vestían un delantal con plumas de avestruz los hombres y las mujeres delantales confeccionados con fibra de chaguar o de tela de guanaco o llama. Los varones usaban collares de plumas de avestruz y ambos sexos solían cubrirse el torso con mantas, en el invierno.
Eran sedentarios.
Cultivaban principalmente maíz, poroto y zapallo. Pescaban con una especie
de redes, a lanzazos o sumergidos en el agua con una soga en la cintura.
Criaban aves domésticas y ñandúes. Recolectaban algarroba, tuna, chañar, mistol
y raíces silvestres como la yuca.
Eran hábiles
tejedores. Fabricaban diversos utensilios de cerámica como pucos, urnas
funerarias, vasijas, jarras, pipas, ocarinas y silbatos. También fabricaban
objetos de hueso como agujas, punzones, flechas y quenas.
Vivían en aldeas ubicadas en prominencias artificiales denominadas túmulos, a la orilla de los ríos. Las chozas eran de planta circular, con techos a dos aguas. En algunas zonas del río Salado se han encontrado objetos de metal que nos hablan del contacto activo de estos pueblos con los de culturas andinas, que conocían la metalurgia.
Vivían en aldeas ubicadas en prominencias artificiales denominadas túmulos, a la orilla de los ríos. Las chozas eran de planta circular, con techos a dos aguas. En algunas zonas del río Salado se han encontrado objetos de metal que nos hablan del contacto activo de estos pueblos con los de culturas andinas, que conocían la metalurgia.
Sus armas eran el
arco, la flecha, las boleadoras y las lanzas. A veces envenenaban los extremos
con una sustancia ponzoñosa, extraída de vegetales.
Eran gente alegre,
aficionada a cantar, a bailar y a embriagarse. Preparaban sus bebidas con
algarroba y maíz. En realidad entre los pocos vocablos que se
conocen de esta lengua podemos mencionar “gualamba” que quiere decir grande.
- Los Guaycurúes
Guaicurúes, guaycurúes o guaykurúes son los nombres que recibe un conjunto de
pueblos indígenas de origen pámpido-patagónico que habita la región del Gran Chaco,
en la Argentina, Bolivia, Paraguay y Brasil. Forman
parte de las familias de los pueblos mocoví, qom, pilagá y caduveo. En el
pasado también incluyó a los ya extintos abipones, mbayáes y payaguáes.
El nombre de
guaycurúes tuvo su origen en el apelativo ofensivo dado por los guaraníes a una parte de los mbayáes del
Paraguay, que después se amplió a todo el conjunto, aún hoy entre los
guaraní-parlantes la palabra guaykurú tiene un significado que se traduce
aproximadamente por "bárbaro" o "salvaje".
A la llegada de
los españoles,
todos los pueblos guaycurúes estaban concentrados en la región al oeste del río
Paraguay entre los ríos Bermejo y Pilcomayo (actual provincia de Formosa), y en menor medida en
las áreas adyacentes a esos ríos. Luego se desplazaron hacia el sur.
Son altos y de fuerte constitución física, con piernas robustas y anchas
espaldas. Excelentes cazadores y recolectores.
La
familia tiene base monógama, aunque se permitía la poligamia a los caciques. La
cultura espiritual está dominada por las ideas del animismo y la magia. No
obstante, junto a ellas es también evidente la existencia y persistencia de la
antigua idea de un Alto Dios.
Por lo
general los guaycurús vivían en chozas hechas con un armazón de ramas y una
cubierta de paja. Tienen sección ovalada, una altura máxima de unos dos metros,
y se reúnen en grupos formando aldeas. Fuera de estas chozas más o menos
estables, se usa todavía, especialmente en las marchas, el antiguo paravientos
o toldito de esteras al que se refieren las fuentes antiguas.
Estaba constituido por el manto de pieles de los patagónicos. Se fabricaba con pieles de nutrias cosidas entre sí y que se pintaba con líneas rojas por fuera. Otras prendas eran las vinchas para la cabeza y mocasines para los pies.
Estaba constituido por el manto de pieles de los patagónicos. Se fabricaba con pieles de nutrias cosidas entre sí y que se pintaba con líneas rojas por fuera. Otras prendas eran las vinchas para la cabeza y mocasines para los pies.
La
alimentación Guaycurú se basa en la caza de diversos tipos de animales
(avestruz, tapir, venados y pecaríes), y recolección de alimentos (frutos de
algarrobo, chañar, tusca, molle y también varios tipos de raíces).
Las
lenguas pertenecientes a la familia Guaycurú nos son bien conocidas. Las
distintas lenguas guaycurúes habladas en territorio argentino son afines entre
sí. Se trata de lenguas difíciles y de fonetismo y léxico un tanto inseguros y
cambiantes.
- Los Abipones
Los abipones fueron una etnia amerindia,
del conjunto pámpido y de la familia lingüística de los guaycurúes,
estrechamente emparentados con tobas, mocovíes, pilagás, payaguás y mbayás.
Su nombre proviene de “avapone”, que quiere decir hombre hediondo. También fueron conocidos (del mismo modo que los tobas) como los frentones debido a la manera de rasurarse el cabello hasta la mitad de la cabeza. Como la mayoría de los pámpidos, eran de elevadas tallas, robustos, de nariz aguileña.
Su nombre proviene de “avapone”, que quiere decir hombre hediondo. También fueron conocidos (del mismo modo que los tobas) como los frentones debido a la manera de rasurarse el cabello hasta la mitad de la cabeza. Como la mayoría de los pámpidos, eran de elevadas tallas, robustos, de nariz aguileña.
Su lengua formó
parte de la familia lingüística mataco-guaycurú,
guardando una mayor cercanía con el mocoví.
Los abipones vivían de la caza, la pesca y la recolección de frutos, especialmente de algarroba y miel. Comían carne cruda y se emborrachaban
con aloja y guarapo.
Recorrían largas
distancias ya que al ser nómadas dependían de lo que la naturaleza le
proporcionaba. Habitaban la ribera sur del río
Bermejo hasta el arroyo Malabrigo por el Sur.
Desde pequeños los preparaban para el combate,
acostumbrándolos a punzarse y lastimarse el cuerpo para no sentir dolor. Los
jóvenes corrían desde el amanecer para mantenerse ágiles. Antes del combate
afeaban sus rostros para infundir espanto a los enemigos y celebraban un gran
festín, las promesas que hacían borrachos, las cumplían cuando estaban sobrios.
Los abipones se
dividieron en 3 grupos: rikahé (gente de campo), nakaigeeterhé (gente del bosque) y jaaukanigá o yaaukanigá (gente del agua).
Andaban totalmente
desnudos, aunque las mujeres se cubren con mantas de pellejos a las que llaman queyapí.
Rara vez se casaban antes de los 20 años. El adulterio, la fornicación
promiscua y el incesto no existían. Cuando alguno pretendía una muchacha para
mujer, debía tratar con los padres y convenir el pago de la dote (tejidos,
puntas de lanza, collares, etc.).
La costumbre criar a los niños dándoles en pecho durante tres años, período en el cual no se juntaban con los maridos, siendo la causa de separaciones de parejas e infanticidios.
La mujer abipona era muy trabajadora. Cuidaba los
hijos, cocinaba, buscaba la leña, acarreaba el agua, preparaba la chicha, confeccionaba
las prendas y los productos de alfarería. También eran las encargadas de
organizar los ceremoniales.
Los hombres, fuera de los tiempos de guerra, eran
haraganes, se entretenían por las tardes en hacer alardes, los muchachos se ejercitaban
desde el amanecer corriendo. Eran muy afectos a la embriaguez, en cambio las
mujeres eran abstemias y les escondían las armas para que no se maten. El poder
político no estaba unificado, cada banda tenía un jefe (hombre o mujer),
llamado Nelar'eyr'at (cabeza). Este cargo era hereditario, aunque
podía ser removido por sus súbditos.
- Los Mocovíes
Los mocovíes (o moqoit),
son un grupo étnico desprendido del conjunto llamado guaycurú (guaykurú), denominación insultante
que, como ya se dijo, daban los guaraníes a las etnias pámpidas del Gran Chaco.
Su lengua forma parte de la familia lingüística mataco-guaycurú.
Físicamente los mocovíes eran y son muy
parecidos a los tobas: musculosos y medianamente altos. Acostumbraban a
horadarse los lóbulos de las orejas. Allí ostentaban adornos diversos, gustando
también de adornos labiales o tambetà.
Los mocovíes hacia
el siglo XV ocupaban las tierras al oeste y sur de
los abipones y al este de los lules, esto es, territorios
correspondientes a la provincia del Chaco y
parte de la provincia de Santiago del Estero y
norte de Santa Fe.
Antes de la llegada de los españoles vivían fundamentalmente de la caza y la recolección. Constituían un
pueblo muy guerrero que se organizaba en grupos de familias emparentadas.
Cuando llegaba el tiempo de maduración de los
principales frutos del monte, los grupos tendían a reunirse, para realizar
intercambios matrimoniales, actividades rituales y festivas y consolidar
liderazgos.
Recogían grandes cantidades de langostas que
les servía de alimento, ya sea tostadas al fuego o cocinadas en una olla con un
poco de agua.
Algunas costumbres de los antiguos mocovíes eran por ejemplo la cacería de los pecaríes, los cuales eran acorralados con la ayuda de los perros y luego ultimados a golpes de macana (maza o garrote de madera dura). Las armas utilizadas para la caza eran por lo general el arco, y la flecha, además la lanza y la macana. La caza se efectuaba en forma individual o colectiva y no tenía una época determinada. En toda familia había un individuo dedicado a esta actividad.
El inicial predominio de las hostilidades contra otros grupos aborígenes parece haber potenciado el desarrollo de un sistema social caracterizado por un fuerte cacicazgo de prestigio hereditario: la "línea de abuelos".
En cuanto al armazón de las viviendas de los mocovíes consistían tradicionalmente en ramas enconadas que se cubrían con paja dejando un espacio abierto para la entrada. La cama era un cuero tendido en el suelo.
Posteriormente se adopta, tal vez por vía de préstamo, el caballete como elemento principal sobre el cual se asentaban el ramaje o la paja. La altura máxima de estas viviendas no alcanza 1,80 metros.
Los mocovíes admitían la existencia de un ser supremo, pero a esta divinidad no se le rendía ningún culto. La religión estaba dominada por las ideas del animismo y la magia. Todos los seres o cosas de la naturaleza poseen alma o están animadas por un espíritu que es concebido con capacidad de acción y con móviles humanos.
No le rendían culto a los fenómenos naturales ni a los astros. Solo llegaron a personificarlos y atribuirles poderes benéficos o maléficos para el hombre. Por ejemplo, celebraban con fiestas la aparición de la constelación de las Pléyades en el horizonte, y la aparición de la luna nueva.
El hechicero o chamán era un personaje importante dentro de la tribu y el intercesor ante los espíritus que gobernaban las fuerzas naturales. A estas les dedicaban ceremonias para implorar buen tiempo, lluvias y buena fructificación.
- Los Sanavirones
Vivieron al sur de
los tonocotés, en la zona baja del río Dulce hasta la laguna de Mar Chiquita.
Por el norte llegaban hasta el río Salado, en la región del departamento Pinto,
por el oeste hasta las sierras de Sumampa y por el sur hasta el río Primero en
Córdoba.
Eran sedentarios y
agricultores. Cultivaban maíz y porotos, criaban llamas y avestruces, pescaban,
recolectaban los frutos de la algarroba, del mistol y del chañar y cazaban los
animales y aves de la zona.
De estatura
mediana, vestían una especie de camiseta y gorros tejidos. Eran buenos
alfareros y en la zona que habitaron se encontraron importantes yacimientos
arqueológicos con restos de cerámica y petroglifos. También fueron encontrados
gran número de torteros que nos hablan del desarrollo de la tejeduría.
Vivían en casas
grandes que albergaban a varias familias, semienterradas por la falta de madera
y para abrigo en el invierno. Se agrupaban en aldeas de hasta 40 chozas
rodeadas de arbustos y ramas espinosas para defensa.
Sus armas eran el
arco, la flecha y la macana. Las puntas de flecha eran de hueso y de piedras
triangulares.
Su lengua fue poco
estudiada, sin embargo quedan algunos topónimos originados en la misma, como Sumampa
(“mampa” en lengua sanavirona significa agua que corre y “su” es la abreviatura
de la voz quechua “súmaj” que quiere decir lindo).
También se conoce
el significado de otras palabras como “sacat”: pueblo y “chavara”:
cacique.
Región litoral, norte y noreste
Región litoral, norte y noreste
Los amazónidos/láguidos fueron: Guaraníes, Chanás, Caicang y Charrúas. Como en la región pampeana y patagónica, los originarios del Litoral argentino y del NEA tuvieron sus modos de producción casi exclusivamente basados en la caza y la recolección.
Vivían en una zona naturalmente selvática de grandes sistemas hídricos formados por el río Paraná, el río Paraguay y el río Uruguay, que posibilitaban relativamente fáciles flujos culturales pero así también una fuerte inestabilidad política debido a que los mismos cursos de aguas se transformaban en fáciles rutas de invasiones.
La naturaleza del territorio al ser pródiga en pesca, caza y frutos hizo que resultara mucho más económico un modo de vida cazador recolector que la agricultura o la ganadería, por otra parte el clima muchas veces per húmedo no facilitaba una incipiente agricultura ni menos una ganadería.
En tal situación se encontraban entonces los pueblos a los que los invasores guaraníes llamaron peyorativamente, malbalas, nivakles (o chulupíes o chunupíes), pilagás y charrúas.
Hacia fines del s. XV la región se conmovió
por la invasión de un pueblo amazónido que se expandía debido a su intrínseca
fuerte presión demográfica facilitada por la incipiente e intensiva horticultura
de la mandioca
y el cazabe o maíz.
Esta etnia era la de los avá, más conocida como guaraníes.
Así como los quechuas transculturaron mucho a
las etnias del noroeste y los mapuches a los del sur de la región pampeana y
norpatagónica lo mismo hicieron en todo la Mesopotamia, y gran parte del NEA,
los avá o guaraníes.
Lograron invadir zonas del Chaco Boreal
sometiendo a los de origen arawaco) chanés
y chorotís
(los segundos, autodenominados yofuasha) entre otras naciones
preexistentes a la invasión guaranítica y en pleno Chaco Boreal.
- Los Guaraníes
Los guaraníes o guachimis o avá (autodenominación étnica
original que significa "hombre"), son un grupo de pueblos que
se ubicaban en el noreste de Argentina sobre las márgenes del rio Paraná en las provincias
de Misiones y parte del noreste de Corrientes.
El muy difundido nombre "guaraní" lo escucharon los españoles que, al invadir su territorio, habrían oído, entre los gritos de guerra de este pueblo, la frase guará-ny, que significa "combatir-los".
El muy difundido nombre "guaraní" lo escucharon los españoles que, al invadir su territorio, habrían oído, entre los gritos de guerra de este pueblo, la frase guará-ny, que significa "combatir-los".
Otra versión afirma
que la denominación fue tomada de la deformación de una palabra guaraní, guariní que
significa precisamente guerra o guerrear.
Al parecer los mismos
indígenas se denominaron de esa manera, indicando con ello que se
consideraban guerreros. Los guaraníes hablan variantes lingüísticas de la
familia tupi-guaraní.
Se
destacaron en la fabricación de cerámica y tejidos. La caza, la pesca y la
recolección de frutos eran importantes, pero complementarias de la actividad agrícola.
Usualmente los hombres andaban desnudos y las mujeres ser cubrían con un
taparrabo triangular, llamado tanga.
Se pintaban el cuerpo y se adornaban con plumas.
Las armas eran el arco y la flecha, y
la macana. El arco podía alcanzar los dos metros y las flechas llevaban puntas
de hueso humano. Se
practica la caza con arco y honda, mediante el desplazamiento a lo largo de
grandes distancias, o el uso de trampas (a percusión, monde, y a
cintas, ñuha), puestas especialmente alrededor de los cultivos.
Las técnicas de pesca
comprenden el arpón y la caña para la pesca individual, o el uso de redes y de
una raíz con propiedades para aturdir a los peces, el timbóu, en caso de pesca en grupo.
Los guaraníes eran diestros navegantes de
canoas, conocedores cazadores de la selva, recolectores, pescadores y
practicaban la agricultura. Cultivaban en pequeñas huertas, estando entre los
cultivos más importantes la mandioca (mandi'ó), mandioca dulce (poropí), la
batata (jetý), la calabaza (andaí), el zapallo (kurapepê), el maíz (avatí), el
poroto (kumandá), el maní (mandubí), y el algodón (mandiyú).
Las
familias poseían un lote exclusivo en las plantaciones comunitarias y a su vez
cada esposa tenía un huerto personal. Trabajaban en grupo y los parientes se
ayudaban unos a otros.
Vivían en casas grandes
construidas con troncos y hojas, donde vivían varias familias. Cada grupo de
aldeas tenía un jefe o cacique hereditario, respetado y obedecido. Podía tener
varias esposas pero la primera era la que mantenía mayor preponderancia en la
familia.
Vivían en aldeas, en los claros que formaba
naturalmente la selva y constituyendo una verdadera unidad tribal por ser
entidades económicas independientes una de otra siendo autosuficientes. Cada
familia vivía en una casa comunal de hasta 60 m de largo y de 8 a 10 m de ancho
sin divisoria, donde habitaban entre 60 y 120 personas presidida por un jefe
quien ocupaba la parte del centro.
La aldea
estaba dirigida por un jefe político llamado mburuvichá, y un jefe religioso llamado payé. Su organización
social estaba encabezada por un cacique (tuvichá)
cuyo liderazgo era hereditario.
Los guaraníes
tenían una forma de vida social muy distinguida, ya que la unidad social era el
linaje o familia extensa llamada tevy
y eran descendientes de un antepasado en común. No daba órdenes sino que
persuadía. Por esta razón debía ser un excelente orador.
Era muy
importante para el tuvichá lograr
gran prestigio y respeto ya que si algún tevy
no estaba conforme podía simplemente migrar y de esta manera perdería el
poder. Cada familia extensa tenía su jefe que era una persona muy importante ya
que era quien daba consejos, mandaba en la guerra, y arbitraba como juez en los
casos de conflictos entre familias.
A su vez
varios tevy se agrupaban en aldeas
llamadas tekoa, que era la unidad
social mayor.
Una de las
funciones del cacique era de administrar el trabajo comunitario y de distribuir
equitativamente los bienes del consumo. Existía una división del trabajo por
sexo.
Los hombres se
encargaban de confeccionar las armas para la guerra y la caza, fabricar los
objetos en madera como bancos, platos, cucharas, canoas, instrumentos
musicales, confeccionar sogas y objetos de cuero y sus hornos para las pipas,
levantaban las casas, cortaban los árboles para preparar el terreno para
cultivar, cazaban, pescaban, recolectaban la miel y yerba mate, transportaban
la leña y cocinaban la carne.
Las mujeres eran las encargadas de hilar y tejer
las prendas de algodón, coser la ropa, fabricar hamacas para dormir, preparar
todos los adornos, cultivar la tierra, recolectar frutos, acarrear agua desde
el río, preparar los alimentos y cuidar a los niños. Ponen en práctica normas de distribución y
redistribución de los medios de producción y de los productos, así como de
colaboración, construidas a partir de los vínculos familiares.
Tenían
hechiceros y especialistas religiosos muy influyentes entre la gente, llamados payés, que tenía conocimiento sobre las
enfermedades, religión y curas. Curaban usando una gran cantidad de remedios
provenientes de plantas silvestres o cultivadas.
Practicaban
la antropofagia con los prisioneros de guerra atribuyéndole un carácter ritual que
consiste en la consumición de los restos de los enemigos muertos, mientras
celebraban grandes danzas o fiestas.
Creían que
los dioses se comunicaban con los payés
y así obtenían sus secretos para conocer y comunicarse con los otros seres
vivos. La
"nación" estaba formada por un número de tribus aliadas (por amistades, parentesco o defensa
común).
Cada tribu constituía una aldea y ésta
a su vez en una o más tabas, que
estaban compuestas por 50 o 100 familias con vida independiente, gobierno
propio y una economía particular. La relación entre las tabas sólo era a través de la existencia de un jefe en común, o sea
un cacique, y este cargo únicamente se obtenía heredándolo.
Los guaraníes manifestaban
una posición machista ya que los hombres podían casarse la cantidad de veces
que desearan, mientras que a las mujeres les negaban este y también otros
derechos.
Otro ejemplo de esta posición
es que el verdadero y único gestor de la natalidad de su hijo es el hombre y no
la mujer, quien realmente se sacrificó para que el bebe naciera.
Sus creencias se basaban en
varios Dioses (buenos y protectores de la vida) como el sol (Coaraci), la luna (Jaci)
y el Dios del amor (Perudá o Rudá), estos a su vez subordinaban a otros.
Algunos ejemplos son Caapora (protector de los animales de la selva), Saci -
cêrêne (resguardaba de la vecindad
de las habitaciones de los hombres), y Cairê (la luna llena).
Los rituales son
actividades practicadas socialmente y ocupan un rol fundamental en la
determinación de las formas de organización y cohesión social. Entre los más
importantes encontramos los ritos agrarios, avatikyry (bendición
del maíz), y ñemongarai (nuevas plantas), y otros no relacionados con el ciclo
agrario como los jeroky, destinados a mantener el equilibrio entre
los diferentes elementos del cosmos, y el Meta Pepi, ritual de
iniciación masculina.
La tierra, Yvy en
Guaraní, necesita ser continuamente cuidada, a través del mantenimiento de un
comportamiento correcto en línea con la "justa manera de ser" Guaraní,
el Teko Porã. Según la mitología Guaraní, el cuidado de la tierra ha
sido encomendado a los Guaraníes por su creador Ñande Ru Guasú (Nuestro
Grande Padre), entidad superior, que se retiró después de la creación en
lugares inaccesibles a los humanos, con excepción de los Paí, los
líderes político-religiosos de los grupos Guaraníes.
- Los Caicang o Kaigang
Su hábitat fue el interior
y lado oriental de toda la Mesopotamia. Son el pueblo indígena del tipo racial láguido del centro-sur del
Brasil que en el pasado habitó también la mesopotamia previo a la expansión
guaraní que terminó con ellos.
Los Kaingang, también son conocidos como guayanés y no tienen relación directa con el pueblo guaraní.
Los Kaingang, también son conocidos como guayanés y no tienen relación directa con el pueblo guaraní.
Eran fundamentalmente
recolectores (miel, piñas de araucaria, tubérculos, frutos), aunque también se
dedicaban a la pesca. No eran buenos agricultores,
sin embargo desarrollaban un tipo de agricultura primitiva como sus vecinos los
guaraníes llamada "milpa".
Cazaban
venados, chanchos salvajes y cuices con arco y flecha construidas
con caña y punta de hueso, también con lanzas y espadas.
No fueron ceramistas y sus utensilios los realizaban con calabazas, donde
vertían y conservaban el agua y la miel. Posteriormente y por influencia
guaraní, comenzaron a fabricar una alfarería rústica.
Su vestimenta era un
delantal pequeño, de cuero en los hombres y de fibra de ortigas o caraguatá en
las mujeres. Los caciques llevaban un manto grande de piel de
gamo. Lucían tocados deslumbrantes hechos de plumas de tucán y con una exótica
combinación de colores, los collares eran de dientes de animal, semillas o
huesos de pájaro. Utilizaban como adorno labial el tembetá.
Las viviendas eran simple paravientos, a veces unidos de a dos en forma de una choza a dos aguas, sin paredes. Las tribus se solían subdividir en dos mitades con descendencia patriarcal.
Las viviendas eran simple paravientos, a veces unidos de a dos en forma de una choza a dos aguas, sin paredes. Las tribus se solían subdividir en dos mitades con descendencia patriarcal.
Se componían de una veintena de familias,
dirigidas por caciques que a la vez ejercen funciones de hechiceros. Se usaba
la yerba mate y el tabaco en polvo (los caciques- hechiceros) para entrar en
trance mágico.
Creían en un dios bueno (Topen), y en un ser maligno (Det Korenk). Creían que los animales de caza tenían espíritus que los dominaban y protegían, permitiendo su caza para la alimentación, pero castigando su abuso. En este grupo de aborígenes estaba muy desarrollado el animismo.
- Los Chanás
Los chanás se ubicaban en las zonas costeras del río
Paraná. Son mencionados de sur a norte: chanás y beguás, timbúes y
caracaráes, corondas, quiloazas, calchines, mepenes y mocoretáes. Ocupaban un
extenso sector y básicamente su cultura era similar. Se reconoce la existencia
de gentilicios dobles: chaná/baguáes, chaná/ timbúes, beguá/chanáes.
La cultura chaná entrerriana se subdividía en:
Mocoretáes, Timbúes y Beguaes, y ocuparon la región oeste de la provincia. Se
dedicaron a la caza, pesca, recolección y el cultivo de la tierra. Poseyeron
una industria de cerámica decorada. Eran seminómades y sus casas eran ranchos
comunales. Su organización a través de cacicazgos hereditarios, contaba con
asambleas para resolver asuntos comunitarios muy importantes. Sus creencias
religiosas eran expresadas a través de rituales
Producto del encuentro de una
corriente cultural con un patrón básico similar al de los Charrúas y Guaycurúes, se habrían expandido desde
la Mesopotamia septentrional hacia el sur y el este, estableciéndose en
territorio entrerriano a comienzo de nuestra era.
Las fuentes etnohistóricas, a menudo confusas y
contradictorias, no permiten distinguir con exactitud las distintas tribus que
integraron este grupo étnico, ni delimitar con precisión sus respectivos
hábitat, no obstante eso, es posible reconocer como entidades participantes de
la misma cultura, al menos en sus rasgos generales, a las tribus que poblaron
ambas costas del río Paraná.
Por ejemplo, los que habitaron a lo largo de
la costa santafecina fueron: Calcines, Quiloazas, Corondas, Caracaráes.
Los que habitaron a lo largo de la costa entrerriana y su territorio fueron: Mocoretáes, Timbúes, Chanáes y Beguáes. En el NO de Entre Ríos
estaban los Mocoretás, al este los Timbúes y al ESO los Chanáes y al SO los
Beguáes.
La compulsa de las
fuentes permite inferir que la mayoría de las tribus de la nación Chaná
practicaron una economía depredadora consistente en la práctica de la caza, la
pesca, la recolección de frutos y excepcionalmente, de una agricultura
incipiente.
La caza fue actividad
común a todos los grupos, permitiéndolo la variada y rica fauna de la región.
Asimismo, la pesca fue uno de los recursos más ponderables y a la cual
recurrieron todos los grupos. Esta actividad, probablemente permitió una
incipiente economía de excedentes, pues las fuentes apuntan que el pescado
sobrante era secado al sol y ahumado para su conservación.
La recolección
estuvo orientada al acopio de vainas de algarroba, arroz silvestre, raíces y
miel, en tanto que el cultivo de la tierra, sólo fue practicado en pequeña
escala por los Timbúes. Es posible que los reducidos
grupos de guaraníes que
habitaron entre ellos, ejercieran su influencia introduciendo esta nueva pauta
cultural. De este modo, la dieta alimenticia de los Chanás, estuvo compuesta por pescado (en gran proporción);
animales de caza (nutrias, ciervos, avestruces, etc.); plantas cultivadas
(maíz, calabaza, porotos, etc.), además de miel.
Entre los hábitos
alimenticios atribuidos a los Timbúes, se ha registrado el de la
geofagia. Esta singular inclinación gastronómica consistió en la ingestión, a
modo de pan, de tierra frita en grasa de pescado. Este hábito, si bien no ha
sido señalado para ninguna de las tribus vecinas, tuvo amplia difusión en el
Nuevo Mundo.
Habitualmente estos
indígenas andaban desnudos usando, sólo en la estación fría, un manto de piel
de ciervo o de nutria. Los Chanás completaron su arreglo personal con
adornos que consistieron en aditamentos de objetos, pintura corporal y
tatuajes. La perforación del labio superior estuvo reservada a los varones, a
quienes en los primeros meses de vida se les perforaba para colocar el tembetá, símbolo de virilidad.
La pintura corporal
luego de haber cumplido con los ritos de iniciación, consistía en la práctica
de la antropofagia ceremonial (ingestión ritual de carne humana).
El arco corto y
rígido y la flecha corta con astil y punta de madera, son las armas más usadas.
La fabricación de canoas merece párrafo aparte. Constituido este etno por
comunidades esencialmente costeras, emplearon para su movilidad y actividad
pesquera, canoas monóxilas cuyo tamaño varió según el grupo tribal.
La manifestación
artesanal más destacable de este etno, la constituye su cerámica. Su morfología
no es variada, ya que los platos representan formas globulares o subglobulares
con bases indiferenciadas.
No están muy claras
las características de la estructura social de este etno. Se sostiene que la
familia fue poligámica, pero nada se puede aportar en torno al tipo de
consagración matrimonial, al lugar de residencia de la nueva familia a la
filiación de la descendencia, al sistema de parentesco, a los tabúes o a los
status y roles.
Se presume la práctica de ritos de iniciación para que los púberes de ambos sexos fueran aceptados e incorporados al mundo de los adultos. Los ritos de la pubertad consistieron en la ingestión de carne humana en el transcurso de una ceremonia, tras la cual podían pintarse el cuerpo, símbolo inequívoco del nuevo status.
Se presume la práctica de ritos de iniciación para que los púberes de ambos sexos fueran aceptados e incorporados al mundo de los adultos. Los ritos de la pubertad consistieron en la ingestión de carne humana en el transcurso de una ceremonia, tras la cual podían pintarse el cuerpo, símbolo inequívoco del nuevo status.
El cacicazgo parece
haber sido el sistema común a todas las tribus o entidades chanás. Se desconoce la estructura de la lengua hablada por la
nación chaná.
- Los Charrúas
La guerra fue su principal actividad, pero también se dedicaron a la caza, la pesca, la recolección y el trabajo en piedra, con la cual realizaban puntas de flecha, arma que era complementada con el uso de boleadoras. Se ubicaron en la región central de la actual provincia de Entre Ríos, aunque eran nómades.
Sus casas estaban realizadas de esteras
armadas sobre postes, en campamentos próximos a arroyos. Estaban organizados en
cacicazgos, consejo de ancianos y guerreros, encargados de resolver los asuntos
de gravedad del pueblo.
Los charrúas
históricos, producto de la superposición de grupos patagónicos a una primitiva
población lánguida, habitaron el occidente de la Banda Oriental del Uruguay.
Este grupo étnico
desarrolló una economía propia de comunidades nómades. Caza, pesca y
recolección de frutos fueron originariamente sus bases de subsistencia, coincidiendo
todas las fuentes en señalar la ausencia total de prácticas agrícolas.
La caza fue
actividad intensamente practicada, empleándose para ello, arcos, flechas y
boleadoras de uno, dos y tres ramales. El sistema de caza por persecución a
pie, se señala como peculiar de estos pámpidos, justificándose el uso de redes
de captura. Venados, roedores, ñandúes y aves, fueron
las piezas cobradas por los cazadores charrúas.
A las actividades
citadas se deben agregar la de la recolección de huevos de ñandú, miel,
cogollos de ceibo (de alto poder nutritivo) y frutos silvestres. El hidromiel,
fue la bebida nacional, adoptaron la yerba mate y se convirtieron en ávidos
consumidores de tabaco.
El tipo de
vivienda charrúa, corresponde al estilo de vida de sus moradores, era una
suerte de paravientos formado por cuatro esteras colocadas a modo de pared y
sin techo.
Si bien existen
referencias a la primitiva y total desnudez de los charrúas, está documentado
por otra parte, el uso del delantal pubiano o taparrabos y el manto de pieles.
Una antigua litografía, ilustra sobre el uso del manto de pieles, prenda
característica de los pámpidos. Decorado con motivos geométricos, cuyos
registros recuerdan a los que ornan el manto tehuelche, fue usado
funcionalmente con el pelo hacia dentro.
Las prendas de
algodón, delantales pubianos y camisas sin mangas, fueron producto del comercio
mantenido con los guaraníes.
Perforaciones,
inserciones de objetos, tatuajes y pinturas corporales o faciales,
constituyeron los "adornos" de hombres y mujeres charrúas. El uso de
clavijas narigueras y de barbotes o tembetás por los hombres, ha sido
ampliamente documentado.
La familia charrúa
se constituyó sobre la base de uniones más o menos permanentes, consagradas en
bárbara ceremonia matrimonial. La mujer accedía al matrimonio muy joven y
habitualmente se casaba con el primer hombre que la requería, en tanto que el
hombre lo hacía en plena madurez.
Según los escasos testimonios existentes, es posible señalar como caracteres de la familia charrúa, la poligamia y la endogamia (práctica de contraer matrimonio, personas de ascendencia común o naturales de una pequeña localidad o comarca).
Según los escasos testimonios existentes, es posible señalar como caracteres de la familia charrúa, la poligamia y la endogamia (práctica de contraer matrimonio, personas de ascendencia común o naturales de una pequeña localidad o comarca).
La endogamia, si
bien no es posible demostrarla fehacientemente, permite el hecho de que no se
considerarán incestuosas las uniones entre miembros emparentados entre sí, con
la única excepción de los hermanos.
El adulterio fue
reconocido como tal sólo si se comprobaba fehacientemente, lo cual conducía a
duelos pugilísticos sin otro tipo de sanción. Por otra parte, una mujer sin
hijos podía abandonar al hombre con varias mujeres si tenía oportunidad de
llegar a ser la única mujer de otro.
El sistema de
cacicazgo para las parcialidades charrúas no se halla suficientemente
documentado. El gobierno de los charrúas se reduce a un Concejo formado por los
jefes de familia que se reúnen y sientan en círculo para deliberar si deben
atacar al enemigo común. No reconocen otros superiores que los encargados
momentáneamente de dirigir la expedición. Por lo demás, no se someten a nadie,
ni siquiera a sus padres.
Como ya se dijo, la guerra constituyó la principal
actividad de los charrúas. El pillaje o la devolución de agravios fueron las
causas más frecuentes que la motivaron. Autorizada por los jefes de
familia, reunidos en Concejo, la tribu beligerante invitaba a las tribus
hermanas para entrar en la contienda. Señales de humo y resplandores de
hogueras transmitían la noticia.
El ataque por
sorpresa fue considerado de gran valor táctico, enviando para ello exploradores
(bomberos), que procuraban conocer la posición de la fuerza numérica del
enemigo. La lucha era iniciada preferentemente al amanecer, en medio de un
impresionante griterío. Algunas fuentes apuntan que antes de la generalización
de la lucha, los caciques acostumbraban a desafiar a los jefes enemigos para
librar combates singulares.
Como trofeo de
guerra conservaban el cuero cabelludo del enemigo muerto en combate y, al igual
que los guaraníes,
cambiaban de nombre tantas veces como enemigos mataban, al mismo tiempo que se
practicaban una profunda herida en el cuerpo. De este modo, el número de
cicatrices, equivalía al número de vencidos en combate y las ostentaban como
verdaderas condecoraciones de guerra.
Se desconoce la
religión de los charrúas, sin embargo creían en la supervivencia del alma y en
la existencia de una vida sobrenatural.
En las antiguas
fuentes se la califica de lengua dura, gutural y nasal, pero no se encuentran
en ellas elementos de juicio que permitan extraer conclusiones sobre su origen,
parentesco o estructura.
Entre los pueblos indígenas actualmente existentes en las regiones del litoral y del Chaco, incluyendo a descendientes mixtos de pueblos cuyos componentes puros se han extinguido, se encuentran más de 45 grupos o ramas derivados de estos.
Región pampeana y patagónica
La Patagonia posee los registros más antiguos de la presencia humana en el territorio argentino. En la localidad de Piedra Museo, Provincia de Santa Cruz, hay restos de 13.000 años a.C., y están aparentemente relacionados con la posible presencia humana mucho más antigua aún detectada en el sur chileno, en el área de Monte Verde, 33.000 años a.C.
Entre los pueblos indígenas actualmente existentes en las regiones del litoral y del Chaco, incluyendo a descendientes mixtos de pueblos cuyos componentes puros se han extinguido, se encuentran más de 45 grupos o ramas derivados de estos.
Región pampeana y patagónica
La Patagonia posee los registros más antiguos de la presencia humana en el territorio argentino. En la localidad de Piedra Museo, Provincia de Santa Cruz, hay restos de 13.000 años a.C., y están aparentemente relacionados con la posible presencia humana mucho más antigua aún detectada en el sur chileno, en el área de Monte Verde, 33.000 años a.C.
Estos descubrimientos no solo han puesto en
crisis la teoría del poblamiento tardío y la llegada por Beringia,
sino que sugieren una corriente pobladora de entrada al actual territorio
argentino a través de la
Patagonia y el extremo sur chileno.
Otro remoto asentamiento fue ubicado en Los Toldos, también en la provincia de Santa Cruz, con restos que datan de 10.500 años a.C. Hace 9.000 años surgió la industria Toldense, caracterizada por puntas de proyectil sub triangulares bi faciales y raspadores laterales y terminales, cuchillos bifaciales y herramientas de hueso.
Estos primeros habitantes del territorio argentino cazaban milodones (con el cuerpo parecido a un gran oso aunque con cabeza semejante a la de un camello ya que el milodón era un herbívoro ya extinguido) e hippidioneses (caballos sudamericanos que desaparecieron hace 10.000 años), además de guanacos, llamas y ñandúes.
En la misma zona, la Cueva de las Manos (un alero a orillas del
cañón del Río Pinturas en la provincia de Santa Cruz),
se han hallado pinturas rupestres de 7.300 años adC.
Impresiones de palmas de manos previamente teñidas con pintura fresca a partir
de tintes naturales, «negativos» de manos obtenidos con pinturas en aerosol
(se soplaba la pintura a través del canal medular de un hueso), sobre las
paredes rocosas interponiendo las manos entre el medio (la pintura en
aerosol), y el soporte (la pared natural de roca), e imágenes de guanacos
muy estilizados.
Se trata de una de las expresiones artísticas más antiguas de
los pueblos sudamericanos y ha sido declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.
Para el año 9.000 a.C. ya había comenzado el poblamiento de la pampa. Más tarde, entre los 7.000 y 4.000 años a.P., aparece la industria Casapedrense, caracterizada por una mayor proporción de instrumentos líticos confeccionados sobre láminas, probablemente como una muestra de la especialización en la caza del guanaco, lo cual también está presente en los desarrollos culturales posteriores de los patagones o tehuelches.
Desde ese momento y hasta la llegada de los europeos (inicios del siglo XVI), los tehuelches poseían un modo de vida cazador-recolector en el que hacían uso de una movilidad estacional, desplazándose en pos de las manadas de guanacos.
Durante los inviernos se encontraban en las zonas bajas (vegas, mallines, costas, orillas de los lagos, etc.) y durante el verano ascendían a las mesetas centrales de
Las culturas pampeanas y patagónicas no
pudieron sedentarizarse ni especializarse en la agricultura ni la consecuente
agroalfarería. El ambiente de los territorios que habitaban y el índice
demográfico de los pueblos pámpidos hacía que su economía más sustentable fuera la basada
en un sistema
primitivo y por estos motivos se organizaron sobre la que había sido durante
milenios una exitosa base de sistemas de caza y recolección.
Aproximadamente a partir de mediados del siglo XVII, merced a la captura y domesticación de los caballos importados por los españoles, devinieron los pámpidos (como los de la región chaqueña), en complejos ecuestres que cazaban ganado cimarrón ya que la alta movilidad y dispersión que el ambiente le había impuesto tradicionalmente les hacía antieconómica e incluso impráctica la ganadería.
Solo desde la segunda mitad de siglo XIX se
aprecia un incipiente cambio de estrategia en el modo de producción de la mayoría de los
pámpidos (desde la Tierra
del Fuego hasta el Chaco Boreal inclusive).
Las diversas etnias y parcialidades de los pámpidos, al ver mermar los recursos de caza y recolección y al tener un aumento demográfico que implicaba mayor presión sobre los recursos naturales no cultivados se vieron obligados a refundar su economía en una incipiente agricultura de subsistencia casi siempre reducida a horticultura, aunque la falta de técnicas para contrarrestar las sequías en zonas que recién dejarían de ser consideradas desierto tras el cultivo en secano hicieron que sus intentos no fueran todo lo exitosos que requerían.
Los pámpidos fueron: Querandíes, Pehuenches, Guenaken y Chonecas.
- Querandíes, Pampas o Puelches
Es la denominación que le dieron los
guaraníes a los pobladores de las pampas. Querandí significa 'hombres o gente con grasa'
ya que en su dieta diaria consumían grasa animal. A partir del siglo XVIII los
querandíes fueron también llamados puelches por
los araucanos y
que quiere decir 'gente del este'.
Desde un punto de vista etnológico,
actualmente los querandíes se los clasifica dentro de los tehuelches
septentrionales boreales.
Suele subdividirse a los pampas en tres grandes parcialidades: taluhet, didiuhet y chechehet. El término querandí se refería más concretamente a los didiuhet más occidentales e influidos por los guaraníes oavá.
Suele subdividirse a los pampas en tres grandes parcialidades: taluhet, didiuhet y chechehet. El término querandí se refería más concretamente a los didiuhet más occidentales e influidos por los guaraníes oavá.
Habitaban en un área que limitaba al norte
con el centro sur de la actual provincia de Santa Fe, la actual provincia de Buenos Aires, por el este
el río Paraná y
el Río de la
Plata y por el oeste el pie de las Sierras
Grandes y los llanos de Cuyo y La Pampa.
Fueron un pueblo nómade que
practicaba el modo de producción cazador recolector como principal actividad. Fueron
grandes corredores lo
que los convirtió en hábiles cazadores lo que les permitió la captura, a la
carrera, de animales como los venados pampeanos, ñandús, e
incluso guanacos.
Usaban para la pelea arcos, flechas y una
especie de media lanza. También emplean boleadoras de piedra
Utilizaron los ríos para pescar peces para lo
cual empleaban redes y también recolectaban moluscos. A través del uso de morteros de
piedra lograron elaborar harina de pescado. Completaron su dieta, que era
eminentemente carnívora, con la recolección de frutos estacionales.
Su economía también conoció el trueque, que
practicaban con otros indios de la región siendo la principal mercancía de
intercambio el cuero.
Antropológicamente eran de complexión
robusta, fuerte y de piel oscura. Los varones iban desnudos o bien usaban un
taparrabo confeccionado de fibra vegetal o cuero. Las mujeres se cubrían con un
delantal de paño que le llegaba hasta las rodillas.
Para protegerse del frío cubrían sus cuerpos
con mantas fabricadas
con cueros de nutrias.
Espiritualmente creían en un gran dios al que
llamaban Soychu, quien tenía un contendiente,
espíritu del mal conocido como Gualichu.
Posteriormente a la primera fundación de
Buenos Aires y cuando los españoles decidieron despoblarla, los animales
domésticos que dejaron (en especial el vacuno y
el caballar), se fue
reproduciendo libremente en la región pampeana.
Los querandíes recurrieron al ganado cimarrón dejado
por los blancos, cazando, comiendo y domesticando caballos.
Varias fueron las causas que llevaron a la
extinción de los querandíes: los enfrentamientos armados con los europeos; las
enfermedades contagiosas y las guerras
con los araucanos.
- Pehuenches
Fueron un pueblo indígena montañés
que forma parte de la cultura mapuche y
habita a ambos lados de la cordillera de los Andes en el centro-sur de Chile y el
sudoeste de la Argentina. Los
araucanos los denominaron pehuenches, (‘gente del pehuén’).
Habitualmente se
caracteriza por basar su alimentación en la recolección de piñones, las
semillas del pehuén (araucaria),
que crece principalmente a más de 1.000 m s.n.m.
Su auto denominación
y su idioma original no se han conservado, aunque sí se sabe que formaban parte
del conjunto de los huarpes antes
de su completa araucanización, y como ellos eran altos,
delgados y de tez oscura.
Para mediados del
siglo XVIII todos los pehuenches hablaban el idioma
mapudungún, aunque su asimilación cultural por los araucanos
no fue completa hasta mediados del siglo XIX.
El territorio que
habitaban era el butalmapu conocido
como pewenmapu (‘tierra de las araucarias’) o piremapu (‘tierra
de las nieves’). Las tierras al este de la cordillera de los Andes fueron
denominadas puelmapu (‘tierra del este’).
Con el piñón
elaboraban harina y una bebida fermentada. Los piñones eran conservados bajo
tierra. Los frutos de otros árboles, como el molle y el algarrobo, también entraban en su
dieta.
Utilizaban arco y
flecha, y boleadoras de dos bolas para cazar ñandúes, guanacos y venados,
confeccionadas de tripas y cuero. Utilizaban los cueros de estos dos últimos
animales para hacer los toldos en los que vivían varias familias, apuntalados
con palos y ramas, a la manera de los tehuelches, aunque
de manera más sólida y permanente. Utilizaban también los cueros para hacer
prendas de vestir y las plumas de ñandú como adornos. Las vasijas eran de
madera y de cuero.
Con la llegada de
los españoles adoptaron el caballo que obtenían mediante el trueque con tribus
vecinas. Incorporaron la lanza larga para cazar al entrar en contacto con los
araucanos.
Para navegar en
algunos lagos construían canoas de juntos a la manera de sus vecinos huarpes.
Conocían la plata y el cobre y los utilizaban para hacer aros de adorno a la
manera de los araucanos. En determinadas circunstancias se pintaban la cara,
los brazos y las piernas.
Aunque en su
territorio se han hallado cerámicas de barro negro cocido casi sin adornos, no
se conoce que supieran técnicas de alfarería. De los huarpes aprendieron la
cestería.
Los hombres más
ricos practicaban la poligamia y las tribus estaban constituidas por grupos
pequeños que elegían un cacique. Sepultaban a sus muertos en cuevas o los
enterraban en terrenos blandos.
De su religión
pre mapuche se sabe muy poco. Eran animistas y tenían un dios supremo llamado Gamakia (‘cacique’), cuya esposa era Gamkiatsëm. El genio del mal era Gualichu, como en otros pueblos afines
Un grupo afín a
los pehuenches originales, que también pertenecía al grupo huárpido, fue el de
los puelches algarroberos
o puelches de Cuyo. Este pueblo se encontraba al norte de la zona pehuenche en
la actual provincia de Mendoza, en el pedemonte cordillerano.
Su alimento
principal fue la algarroba y
como diferencia sustancial con los pehuenches, que eran básicamente
recolectores, estuvo su acentuado carácter cazador.
- Puelches guénaken
Se los conoce por el nombre de Patagones del Norte. En la
segunda mitad del siglo XVIII, los mapuches empezaron
a invadir el oeste de la región pampeana. Los mapuches usaron los
nombres tehuelches (chewelche 'gente bravía') y puelches (pwelche 'gente
del este') para varias de las etnias de esta región de manera un tanto
inconsistente.
De entre los
grupos que denominaron puelches el más importante de la parte oriental de la
región pampeana eran los guénaken.
Ocuparon
especialmente las márgenes de los grandes ríos del norte patagónico,
y se extendieron por los territorios al norte del Chubut hasta
la provincia de Río Negro, incursionando
continuamente por el sur de la actual provincia de Buenos Aires y por el
sudeste de la Provincia de La Pampa hasta
cerca de Mar del Plata.
Fuertes, musculosos, de espaldas anchas y labios
gruesos, cabellos, largos, negros y lacios.
A comienzos del S.
XVIII, adoptaron los caballos, que no sólo utilizaban para la caza y transporte
sino que también de alimento. En sus cacerías usaban el arco y la flecha, la
lanza, la honda, la boleadora y el lazo.
Como la mayoría de los
pueblos nómades, cazaban guanacos y avestruces y negocian del suelo raíces y
vegetales comestibles que usaban para preparar harinas y bebidas alcohólicas.
Para protegerse de los
ataques, usaban una especie de atuendo muy resistente, confeccionados con varias
capas de cueros, que recorría el cuero desde los hombros a las rodillas, y
hacía las veces de escudo.
Los procesos
derivados de la colonización llevaron a los diversos grupos étnicos al borde
de la extinción, que vivían en comunidades aisladas y dispersas, principalmente
en la cuenca media y superior del Río Negro y en la del Limay.
- Chonecas, Patagones o Tehuelches meridionales
Los Chónik, chonecas, patagones o aoniken, eran
hombres de talla muy elevada, de constitución física atlética, cabeza grande y
maciza, cara ancha y angulosa.
A partir de estas concepciones, fueron llamados
“patagones” por los españoles, que vieron sobre la superficie de la helada
tierra del sur la marca del enorme tamaño de sus botas. Hoy este pueblo se ha
extinguido. Vivieron en las actuales provincias argentinas de Chubut, Santa
Cruz (Figura 32), y una parcialidad, mas tarde, en Tierra del Fuego.
Se llamaban a sí mismos “chonik”, que en su lengua
significaba “nosotros los hombres”, y se dividían en tres sub-tribus: los
tehuelches meridionales (o patagones del sur, desde el río Chubut hasta el
estrecho de Magallanes), los téuesch (sobre la cordillera) y los selk’nam,
también conocidos como onas, que luego se desplazaron a la isla de Tierra del
Fuego. También se los conocía como “tehuelches del sur”.
Tanto los tehuelches como los téusch y selk’nam
tenían costumbres nómades. Toda la actual Patagonia argentina era suya: la
cordillera y el mar parecían ser sus únicos límites.
Se alimentaban con ñandúes, guanacos y otros
animales ya extinguidos, en cuya caza invertían buena parte de su tiempo, como
así también en la recolección de frutos y raíces silvestres.
Para capturar a sus presas utilizaban arcos y
flechas, arpones, lanzas y boleadoras, aún antes de la llegada de los caballos
a América. Animales como las llamas les proveían también del cuero para la
confección de sus ropas y las paredes de sus tolderías, y de los huesos con los
que construían elementos de uso cotidiano.
Nunca trabajaron la cerámica ni la confección de
tejidos: apenas utilizaban algunos recipientes de barro cocido.
Las viviendas de estos patagones se construían con
las pieles de los animales, erguidas por tirantes de madera que se enterraban
en forma de círculo en la tierra.
Sobre fines del 1600, los indios tehuelches
comenzaron a utilizar el caballo, para su traslado cotidiano. Creían en un dios supremo llamado Temaukel,
cuyo mensajero era Kenos (la estrella Alfa).
Con respecto a su vestimenta, aunque vivían en
zonas de muy bajas temperaturas, apenas se cubrían con un taparrabos en forma
de triángulo, y una capa desde los hombros hasta los pies, en el caso de los
hombres, y hasta las rodillas en el caso de las mujeres.
Las integrantes femeninas de la tribu vestían
también un cuero que les envolvía el cuerpo desde debajo de los brazos y hasta
las rodillas, con el pelo hacia adentro. En los pies solían llevar una especie
de zapatos de cuero con el pelo hacia fuera, en tanto que, con relación al
maquillaje, solían pintarse de color rojo oscuro, no sólo por criterios
artísticos o decorativos, sino también para evitar el contacto directo del frío
viento de la región con la piel descubierta.
Se adornaban también con collares y pulseras de
tendones de guanacos, pastos, huesos de pájaros de la zona o caparazones de
crustáceos.
Eran monógamos en su mayoría, y concretaban sus
“matrimonios” a partir de la compra y venta de las mujeres. Las familias eran
llamadas “askas”, comandadas por un cacique.
Los fuéguidos
fueron: Onas (Selkman, Maneken), y Yamanas.
- Los Onas (Selkman y Maneken)
Los Onas, son el tercer componente del grupo
tehuelche. Habitaban el territorio de Tierra del Fuego, al sur del actual
territorio argentino. Hacia el siglo XIV d.C., una
rama Ona de los tehuelches (los Selk'nam),
invadió la Isla Grande de Tierra
del Fuego, forzando a los Yámana
y Kawéskar
(Alakalufes del sector chileno), que se encontraban allí al menos desde el
siglo X, a desplazarse hacia las costas meridionales y occidentales.
Los onas estaban compuestos por dos
parcialidades: los Selknam (onas propiamente dichos), y los Haus o Maneken. Vivían
de la caza del guanaco, aves, patos, etc. También fueron recolectores. Se
agrupaban en bandas que se desplazaban en conjunto.
Los Onas, como los Tehuelches, no tenían un
jefe o cacique. Sólo nombraban un jefe cuando iban a la guerra o a cazar.
Generalmente, ellos daban las decisiones a los ancianos. También los brujos o
chamanes tenían mucha autoridad en las decisiones de los más jóvenes.
Los ancianos, siempre en todas las
comunidades aborígenes, tuvieron mucha autoridad. Entre ellos, había
guerra también por violación de los límites de caza.
Ellos vivieron separados del continente
teniendo una cultura distinta, muy propia, por estar muy alejados de
las otras etnias más numerosas de la Patagonia.
- Yámanas
Los
yamanas o yahganes vivían en los alrededores de Tierra del Fuego. Se trataba de
un pueblo fundamentalmente canoero que pasaban la mayor parte de su tiempo en
las precarias embarcaciones que construían con cortezas de árboles.
Solían estar desnudos, con apenas un manto de piel de foca u otro animal cubriéndoles el cuerpo, aunque sí vestían polainas en los pies y guantes sin dedos en las manos. Al igual que otros pueblos patagónicos solían pintarse el cuerpo y la cara de distintos colores y depilarse.
Su
alimentación dependía en gran medida del mar: peces, lobos marinos, nutrias,
aves, mejillones, almejas, cangrejos, erizos y otros animales similares
integraban su dieta. Cazaban incluso ballenas, a las que rodeaban y arponeaban.
Eran monógamos, aunque existían excepciones. Los hombres ejercían un gran poder en la familia, pero el rol de la mujer era importante: remaban en las canoas, dirigían y recolectaban moluscos mientras los hombres pescaban y cazaban animales marinos y peces.
Los niños permanecían en el centro de la canoa, protegidos por el fuego con el que también cocinaban. Pasaban buena parte de su día en sus barcazas construidas por cortezas de hayas cocidas entre sí con barbas de ballena y fibras vegetales, de entre tres y cuatro metros de largo.
Sus viviendas, en tanto, eran similares a las de sus vecinos, los onas: tenían forma de cono, y solían estar cubiertas por hojas y ramas en verano y por pieles en invierno. Para mantener el calor, excavaban en el interior de la choza. Este pueblo se encuentra totalmente extinguido.
Parte 4
Agricultura aborigen
El territorio argentino ha sido teatro de una
agricultura aborigen sobresaliente, compuesta por no menos de veinticinco
especies domésticas.
De ellas sobreviven muchas variedades cuya
influencia en la agricultura actual excede los límites de la previsión.
Lamentablemente su número declina año tras
año y el tesoro que nos legaron los nativos de nuestro suelo sucumbirá en un
plazo perentorio.
No nos resignemos a perder ni una hoja de
esta rama de nuestra patria.
Una ley o una institución que amparara esta
agricultura salvaría una riqueza potencial de un valor fuera de todo cálculo.
Lorenzo Parodi, 1966
La agricultura en la
historia de la humanidad tiene su origen cuando el hombre empieza a dejar de
ser un nómade recolector de frutos y/o cazador para transformarse en
sedentario.
En el actual territorio
argentino, en la región del litoral, se encontraban tribus relativamente
estables. Para sembrar talaban y desmalezaban una parcela que luego quemaban,
aprovechando la ceniza como mejorador de los suelos ácidos, para luego sembrar
zapallo, batata, mandioca o maíz.
En el noroeste y bajando hacia el sur por la cordillera de los Andes, bajo la influencia de los incas, que sí fueron agricultores, hay testigos fehacientes de prácticas agrícolas en los tiempos prehispánicos, sin embargo, en el resto país resultan menores pues se trataba de tribus preferentemente nómades.
Por ello la agricultura, en el territorio argentino de hoy, comienza a tener significación con el nacimiento de las ciudades que fueron fundando las corrientes colonizadoras españolas.
La agricultura está
indisolublemente asociada a la alimentación, por lo que un estudio de las
diferentes etapas de la gastronomía en el actual territorio nacional, ubica a
la agricultura aborigen dentro de la llamada pantofágica.
Corresponde a la etapa pre
hispánica o aborigen (antes del año 1500), y se denomina así porque los europeos
llegados veían que los nativos comían “de todo”, y cuando decimos “de todo”, es
“de todo”: insectos; ofidios; pescados; batracios; carnes blancas y rojas
varias (incluso humana), y hortalizas nativas (granos como maíz, poroto y
quínoa; tubérculos y raíces como papa, oca, mandioca, ñame, batata y frutos
como zapallo, pimientos y ajíes.
Otras hortalizas americanas como
el tomate, vuelven a la
Argentina de la mano de los europeos, quienes ya lo habían
llevado y adoptado.
La agricultura aborigen argentina
tiene características muy diversas. Por un lado nativos del noroeste que
cultivaban en sofisticas terrazas bajo riego, mientras que los pampeanos y
sureños nunca fueron agricultores.
Entre las plantas cultivadas por los aborígenes en el territorio nacional
se puede encontrar:
- Cereales y pseudo cereales (maíz, mango (Bromus), quinoa)
- Legumbres para granos (poroto, maní)
- Oleaginosas (madi)
- Tubérculos y órganos subterráneos (papa,
batata, mandioca, ajipa, yacón, oca, ullucu, achira, jamaichepeque
- Frutos carnosos (zapallo, calabaza,
alcayota, achojcha, tomate árbol, ají, ananás)
- Otras variadas (algodón, mate, tabaco,
urucú)
Sintetizando es posible separar
en tres grupos a las áreas geográficas, donde se practicaba
agricultura:
La Noroeste y Centro Oeste (kollas,
atacamas, omaguacas, diaguitas, capayanes, olongastas y huarpes), que, en
función de la altitud en que vivían y de la disponibilidad de riego y buenas
tierras, cultivaron: ají, maíz, maní, oca, papa, pimiento, poroto, quínoa, ulluco, zapallos y calabazas
La Noreste y Centro (chiriguanos, wichis,
chanés, guaycurues, abipones, tobas, lules, vilelas, tonocotes, mocovies,
comechingones, sanavirones, guaranies, kaikanes), que cultivaban: achira, achojcha, ají, ajipa, batata, mandioca, maní, yacón y zapallos.
La Sur Oeste (pehuenches y
mapuches), que cultivaban: madi, maíz, oca, papa y quínoa.
Los nativos pampeanos y
patagónicos (querandíes, puelches y tehuelches entre otros), fueron expertos
cazadores-recolectores, pero, como ya se dijo, nunca practicaron la
agricultura.
(adaptado de Solá, M.D.)
Parte 5
Indigenismo
Indigenismo
¿Qué es el indigenismo?
Se trata del estudio
de los pueblos indios iberoamericanos que hoy forman parte de naciones en las
que predomina la civilización europea. También es la doctrina que propugna
reivindicaciones políticas, sociales y económicas para los indios y mestizos y
por último se trata de la exaltación del tema indígena
americano en la literatura y el arte.
En la década de 1960, durante el gobierno de Illia, tomó fuerza en toda América Latina el movimiento indigenista, teniendo como objetivo prioritario incorporar a la vida nacional de sus países, grandes núcleos de población indígena que había permanecido al margen de los avances de la vida moderna. La nueva etapa abierta en Argentina con el gobierno peronista en 1946, tuvo su correlato en un simbólico malón de la paz kolla, debido a que algunos de sus participantes, impondrían con el correr de los años una nueva perspectiva en las luchas reivindicativas indígenas y sus formas de organización.
Eulogio Frites, integrante de la etnia kolla que había peregrinado hasta Buenos Aires en 1946 junto a su padre, sería designado presidente del "Centro Indígena" creado hacia 1968, durante el gobierno de facto de Onganía). En 1970/71 se convertiría en Comisión Coordinadora de Institutos Indígenas (CIIRA), la que aspiraba a constituir un congreso deliberativo y revitalizar la conciencia étnica de los aborígenes de Argentina, levantando banderas por la autogestión y contra las prácticas que consideraban genocidio y etnocidio.
En Neuquén, desde 1964 se habían creado condiciones para la consolidación de las comunidades mapuches, algunas de las cuales fueron oficialmente reconocidas como propietarias de tierras en reserva, surgiendo una capa de dirigentes indígenas vinculados a los organismos provinciales. En 1970 se constituyó la "Confederación Indígena Neuquina", con apoyo del gobierno provincial, terratenientes y fuerzas armadas. Se desplazó a los dirigentes más combativos y la conducción quedó en manos de una burocracia local que respaldaba el gobierno de Felipe Sapag.
Estas posiciones más combativas, se habían afirmado en 1969 en los congresos indigenistas de Tartagal y Zapala. Desde entonces se delinearon claramente dos vertientes, la combativa y la burocrática.
Como reacción, se organizó en 1972, durante el gobierno de facto de Lanusse, el Primer Parlamento Indígena Nacional, en el que contrariando el control gubernamental se aprovecharon las condiciones existentes para el desarrollo de una tendencia combativa vinculada a
Sobre las tierras pidieron prioridad para el indígena en los regímenes de colonización, la ampliación de las reservas existentes y apoyo crediticio para los indígenas.
La presión de los combativos condujo a que en
las conclusiones de la comisión de tierras, se remarcase la urgencia por
obtener títulos de propiedad comunales
legalizados que evitase la expropiación o el desalojo por parte de los
terratenientes, los gobiernos provinciales o nacional. Se hizo énfasis en la
necesidad de una educación bilingüe, la construcción de viviendas, la creación
de hospitales en zonas marginales, la exigencia de participación indígena en
los organismos oficiales afectados a zonas aborígenes.
Paralelamente, hacia fines de 1969 se había iniciado en la población mataca de Nueva Pompeya (Chaco), una experiencia cooperativa orientada hacia la explotación forestal, que al generar una atmósfera de movilización desembocó durante el gobierno de Perón, en la concreción del "Congreso Regional de Cabañaro" (1973), donde la reclamación de tierras asumiría nuevamente el rol protagónico.
Se reunieron representantes de comunidades tobas y matacas de Chaco y tobas de Formosa, poniéndose la piedra fundamental de la "Federación Indígena del Chaco", al unírseles la comunidad mocoví.
Igualmente, se fundó a fines de 1973,
En Buenos Aires, el "Servicio Nacional de Asuntos Indígenas", dependiente del Ministerio de Bienestar Social, se encontraba en manos del sector más derechista del gobierno peronista. Los reiterados intentos de parte de ese sector de manipulación de
Hacia fines de 1974, las contradicciones internas del gobierno de Isabel Perón crearon condiciones para un incremento de la represión a las organizaciones populares. Los dirigentes indígenas más combativos fueron perseguidos y encarcelados, mientras se disolvían sus organizaciones. En 1975 se produjo un repliegue general del movimiento indígena nacional, que afectó inclusive las experiencias cooperativas comunales. Se iniciaron desalojos ilegales de comunidades y despojo fraudulento de sus tierras.
Bajo la dictadura militar de 1976, siendo posibles únicamente las reivindicaciones culturalistas, surgió
Sus objetivos eran: 1) Respeto por la persona y personalidad cultural india; 2) Tierra al aborigen; 3) Personería jurídica para las comunidades; y 4) Libre empleo para los aborígenes.
En 1986, durante el gobierno de Alfonsín, ganaría la conducción de AIRA una fracción encabezada por Rogelio Guanuco, autodefinida como diaguito-calchaquí para diferenciarse étnicamente, que anteriormente había integrado el Movimiento Aborigen Nacional Justicialista (MINJU).
Guanuco manifestó en 1989, que a diferencia de la fracción anterior no son sectarios, recibiendo en
Por su parte, Fausto Durán, secretario general del Movimiento Aborigen Peronista (MIPRA), me manifestó en 1989, que
Preservación y recuperación de la memoria indígena
A través de la historia se ha denunciado
reiteradamente la marginación, discriminación
e invisibilización (aunque esta palabra no
exista, para este caso es muy clara), de las culturas indígenas. Pese a ello
persisten muchas de sus costumbres y valores, han sobrevivido varias de sus
lenguas, y existe un movimiento social creciente dedicado a preservar y
recuperar la memoria indígena.
Una probable muestra de esta actitud de invisibilización de parte del Estado Argentino
frente a los indígenas y otros grupos étnicos, se puede encontrar en el sitio
web de la oficina de turismo perteneciente al gobierno, donde se anunciaba en
2006, que la población indígena era la mitad de la dada por el organismo
oficial de estadísticas y censos de la Nación Argentina
(INDEC),
que había realizado oficialmente una encuesta indígena complementaria del Censo
de 2001.
“El 95 % de los argentinos son de raza blanca, descendientes principalmente de italianos y españoles. Con la llegada de la masiva inmigración europea, el mestizo (cruce entre blanco e aborigen), se fue diluyendo poco a poco, y hoy sólo supone el 4,5 % de la población racial argentina. La población indígena pura -mapuches, kollas, tobas, matacos y chiriguanos- representa el 0,5 % de los habitantes”.
Esta actitud de una invisibilización de los componentes culturales indígenas mediante la desvalorización de su porción en el total de los argentinos, la cual era habitual en el pasado, ha sido desacreditada por estudios del año 2005 que indican que la población mestizada en
Estos estudios se presentaron en un marco de una gradual revalorización del componente cultural indígena del país, al igual que el apoyo a la restitución de sus derechos.
Lamentablemente los indígenas, aún hoy,
tienen una baja representación en los medios de comunicación. Las telenovelas,
publicidades y películas latinoamericanas, están acusados de ocultar a los
descendientes de indígenas o «negros»
para hacer parecer a sus poblaciones como compuestas casi enteramente por «blancos».
Los actores indígenas generalmente deben seguir los estereotipos, por lo general en funciones subordinadas y sumisas, como conductores de automóviles, mayordomos, guardaespaldas, empleadas domésticas, y los pobres en general.
Encuesta de Pueblos Indígenas 2004-2005
En Argentina, según la Encuesta Complementaria
de Pueblos Indígenas (ECPI) 2004-2005, basada en el Censo Nacional de Población 2001 del INDEC,
600.329 personas se reconocen y/o descienden en primera generación de
pueblos indígenas.
Una parte de la población no se reconoce perteneciente a ningún pueblo específicamente, pero tiene ascendencia indígena mixta, está contada en uno y otro pueblo indígena simultáneamente.
Además, el organismo sostiene que, según los resultados, un 2,8 % de los hogares argentinos tiene al menos un integrante que se reconoce perteneciente a un pueblo indígena.
La ECPI 2004-2005 reveló que son 179.501 las personas
que viven en comunidades indígenas en la Argentina, mientras que 420.401
indígenas están integrados a la población general.
El mismo estudio reveló la cantidad de indígenas de más de 5 años de edad que hablan habitualmente en su hogar una lengua indígena. Sobre un total de apenas 60.000, la Figura 37 muestra que salvo Qom (Toba), y Wichí (Mataco), el resto de las lenguas corren serios riesgos de irse perdiendo.
¿La bandera aborigen?
Si bien hoy se
asume que la bandera cuadriculada de 7 colores representa de alguna manera a
los aborígenes, debemos decir que esta, llamada wiphala
(que en el idioma aimara quiere
decir bandera), solo representa a algunas etnias de la Cordillera de los Andes. Su uso es relativamente reciente, y recién fue
reconocida como símbolo del Estado Boliviano por
la Constitución de 2008.
Su patrón
cuadrado es inusual en la estética aborigen. El arte textil chancay no
posee la cromaticidad de la wiphala ni
se reporta tal objeto en ningún museo peruano. Si la wiphala fuera un símbolo antiguo rescatado, como ocurre con
la chakana (cruz
andina), habría piezas arqueológicas de antigüedad que servirían de testimonio.
El aimara es un
pueblo textil, por lo que si la wiphala
hubiera existido en la antigüedad no habría pasado desapercibida durante
siglos.
La wiphala suele ser confundida con una
bandera de siete franjas horizontales con los colores del arcoíris, usada
actualmente como emblema oficial de la ciudad del Cusco (Perú), y erróneamente asociada
al imperio inca, sin
embargo, debe observarse que mientras la wiphala
es un emblema relacionado principalmente con los pueblos de origen aimara,
los incas tuvieron su
origen en las etnias quechuas.
Incluso, se ha
determinado que la supuesta "bandera de los incas" no tiene realmente
un sustento histórico, pues su aparición es relativamente reciente. La
historiografía peruana ha sido enfática en precisar que en el imperio inca no
existió el concepto de bandera, y por qué tanto este nunca tuvo una.
En 2011, el Congreso de la República del Perú, citando
a la Academia Peruana de Historia, se
pronunció contra esta bandera del Tahuantinsuyo.
El uso oficial de
la mal llamada «bandera del Tahuantinsuyo» es equívoco e indebido. En el mundo
prehispánico andino no se vivió el concepto de bandera, que no corresponde a su
contexto histórico.
De acuerdo a las
costumbres y tradiciones andinas, la wiphala
solo debe ser izada en los acontecimientos sociales y culturales, por ejemplo,
en los encuentros de comunitarios del Ayllu, en los matrimonios de la comunidad, cuando
nace un niño en la comunidad, cuando se realiza el corte de cabello de un niño
(bautismo andino), en los entierros, etc.
La wiphala también flamea en las fiestas
solemnes, en los actos ceremoniales de la comunidad, en los actos cívicos del marka
(‘pueblo’) en los juegos de wallunk’a (‘columpio’), en los juegos de
competencia atipasina (‘ganarse’), las fechas históricas, en los k'illpa
(días ceremoniales del ganado), en la transmisión de mando de las autoridades
en cada período.
También se
utiliza en las danzas y bailes, como en la fiesta del Anata o Pujllay (‘juego’):
en los trabajos agrícolas con o sin yuntas, a través delayni, la mink'a,
el chuqu y la mit'a. Incluso se iza al concluir una obra,
una construcción de una vivienda y en todo trabajo comunitario del ayllu
ymarka.
En el momento de
izar la wiphala, todos deben guardar silencio y al terminar alguien debe dar la
voz de victoria del jallalla qullana marka, jallalla
pusintsuyu o jallalla tahuantinsuyu.
Cada color de la wiphala tiene un significado:
- Rojo: representa al planeta Tierra (aka-pacha). Es la expresión del hombre andino, en el desarrollo intelectual. Es la filosofía cósmica en el pensamiento y el conocimiento de los amawtas.
- Naranja: representa la sociedad y la cultura. También expresa la preservación y procreación de la especie humana, considerada como la más preciada riqueza patrimonial de la nación. Es la salud y la medicina, la formación y la educación, la práctica cultural de la juventud dinámica.Amarillo: representa la energía y fuerza (ch'ama-pacha). Es la expresión de los principios morales del hombre andino, es la doctrina del pacha-kama y pacha-mama: la dualidad (chacha-warmi) son las leyes y normas, la práctica colectivista de hermandad y solidaridad humana.
- Blanco: representa al tiempo y a la dialéctica (jaya-pacha), es la expresión del desarrollo y la transformación permanente del qullana marka sobre los Andes, el desarrollo de la ciencia y la tecnología, el arte, el trabajo intelectual y manual que genera la reciprocidad dentro la estructura comunitaria.
- Verde: representa la economía y la producción andina, es el símbolo de las riquezas naturales, de la superficie y el subsuelo, representa, tierra y territorio, así mismo la producción agropecuaria, la flora y fauna, los yacimientos hidrológicos y mineralógicos.
- Azul: representa al espacio cósmico, al infinito (araxa-pacha), es la expresión de los astros y los efectos naturales que se sienten sobre la tierra, es la astronomía y la física, la organización socioeconómica, político y cultural, es la ley de la gravedad, de las dimensiones y fenómenos naturales.
- Violeta: representa a la política y la ideología andina, es la expresión del poder comunitario de los Andes, el instrumento del Estado, como una instancia superior, lo que es la estructura del poder; las organizaciones, sociales, económicas y culturales y la administración del pueblo y del país.
Los colores se
originan en el rayo solar al descomponerse del arcoíris blanco (kutukutu),
en los siete colores del arcoíris (kurmi), tomado como referencia
por los antepasados indígenas, para fijar la composición y estructura de
nuestros emblemas, así mismo organizar la sociedad comunitaria de los Andes.
¿Qué les debemos?
Por empezar les
debemos el no haber estudiado en tiempo y forma sobre su presencia y sus
culturas. ¿Dónde vivían y donde viven? ¿A que se dedicaban? ¿Cuáles fueron sus
costumbres? ¿Qué visión tenían del cosmo?.
Si de niños
hubiésemos sabido y apreciado el valor del nativo, no cometeríamos tantos
errores. Nuestros criollos próceres como Belgrano, Castelli, Moreno o San
Martín, entre muchos otros, sabían bien quienes eran, y como debíamos
amalgamarnos con ellos, como socios, como soldados o como trazadores de
huellas.
Ellos ya estaban
acá hace al menos 10.000 años y no se puede despreciar tanta cultura. Buena
parte de ellos (ya más cerca en el tiempo), marcaron con sus “rastrilladas” nuestras
actuales rutas
Muchos murieron
peleando por su causa para que tengamos un país, pero cuando les declaramos la
guerra supieron defenderse hasta donde pudieron.
No sirve demasiado
tener alguna vasija, algún puyo o un cesto símil al de alguna cultura pre
colombina sin saber de qué se trata. Tampoco sirve rasgarse las vestiduras por
la causa cuando no se sabe nada ni se siente demasiado por esa cultura.
Ser “indigenista”
no es un esnobismo. Ser indigenista debe ser un sentimiento y permitirnos adquirir
un compromiso, cada uno desde donde esté parado.
Bibliografía
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Universidad Nacional de Rio Cuarto.
FERNÁNDEZ CHITI, J. ¿Pueblos
originarios, indios, indígenas o aborígenes? Instituto Condorhuasi. www.condorhuasi.org.ar - www.condorhuasi.com
INDEC. 2005. Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI)
2004-2005.
MARTINEZ SARASOLA, C. 2005. Nuestros paisanos los
indios. Emecé.
PARODI, L.R. 1966. La
agricultura aborigen argentina. EUDEBA. Buenos Aires, 47 p.
REX GONZALEZ, A. y PEREZ, J.A. 2007.
Argentina indígena. Víspera de la conquista. Paidós. 176 p.
ROCCA, M. y ROSSI, J.J. 2004. Los Chané-Chiriguano.
Galerna.
SERRANO, Antonio. 2012. Los aborígenes argentinos. Síntesis
etnográfica. CS Ediciones. Buenos Aires, 286 p.
SOLÁ, M.D. 2009. Aborígenes argentinos.
Gradfico. Buenos Aires. 271 p.
WIKIPEDIA. http://es.wikipedia.org
Anexo 1
Cuadro 1 -
Población indígena por pueblo de pertenencia
Población
indígena por pueblo de pertenencia
|
|
Pueblo
indígena
|
Población
|
Atacama
|
3.044
|
Ava guaraní
|
21.807
|
Aimara
|
4.104
|
Chané
|
4.376
|
Charrúa
|
4.511
|
Chorote
|
2.613
|
Chulupí
|
553
|
Comechingón
|
10.863
|
Diaguita/
diaguita calchaquí
|
31.753
|
Guaraní
|
22.059
|
Huarpe
|
14.633
|
Kolla
|
70.505
|
Lule
|
854
|
Mapuche
|
113.680
|
Mbyá
guaraní
|
8.223
|
Mocoví
|
15.837
|
Omaguaca
|
1.553
|
Ona
|
696
|
Pampa
|
1.585
|
Pilagá
|
4.465
|
Quechua
|
6.739
|
Querandí
|
736
|
Rankulche
|
10.149
|
Sanavirón
|
563
|
Tapiete
|
524
|
Tehuelche
|
10.590
|
Toba
|
69.452
|
Tonocote
|
4.779
|
Tupí
guaraní
|
16.365
|
Wichí
|
40.036
|
Otros
pueblos declarados (**).
|
3.864
|
Pueblo
no especificado (***).
|
92.876
|
Sin
respuesta
|
9371
|
(**) Incluye, entre
otros, los casos registrados con las siguientes denominaciones: abaucán,
abipón, ansilta, chaná, inca, maimará, minuán, ocloya, olongasta, pituil,
pular, shagan, tape, tilcara, tilián y vilela. No se brindan datos por separado
para cada denominación debido a que la escasa cantidad de casos muestrales no
permite dar una estimación de cada total con la suficiente precisión.
(***)
Incluye los casos en que la respuesta relativa al pueblo indígena de
pertenencia y/o ascendencia en primera generación fue «ignorado» u «otro pueblo
indígena». Fuente: INDEC. Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI)
2004-2005 - Complementaria del Censo Nacional de
Cuadro 2 - Detalle de indígenas que viven en sus comunidades
Pueblo
|
Habitantes en comunidades
|
chulupí
|
392
|
tapieté
|
478
|
guaraní
|
1.301
|
chané
|
2.016
|
chorote
|
2.028
|
huarpe
|
2.620
|
pilagá
|
3.867
|
mbyá guaraní
|
4.322
|
tupí guaraní
|
6.060
|
mocoví
|
6.619
|
diaguita/ diaguita
calchaquí
|
8.180
|
avá guaraní
|
10.806
|
mapuche
|
13.430
|
kolla
|
33.629
|
wichí
|
34.561
|
toba
|
42.870
|
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