2. Pedro Pablo Rosas. El hijo de Belgrano.
3. El
Día de la Industria Argentina ¿cuándo es? ¿por qué es?
4. El
primer intento de reforma agraria
5. La primera población en
el actual territorio argentino
1. La Marcha de San Lorenzo. El destino mas insólito
Hace muchos que mantengo la costumbre de
saber algo del nombre de la calle en que viví, y luego de más de 20 mudanzas
alguna experiencia he adquirido.
Una de esas fue la calle Benielli en la Sexta
Sección de la ciudad de Mendoza, y, sorpresa para mi ignorancia, “descubro” a
este humilde profesor y poeta, que fue nada mas ni nada menos que el autor de
la letra de la famosa Marcha de San Lorenzo. Su amistad con Cayetano Silva,
autor de la música, permitió que se fusionaran los espíritus de estos dos
docentes memorables.
Una pequeña y historia que vale la pena
conocer.
Cuando en la mayoría de los actos patrios de
nuestras escuelas, o en los desfiles militares escuchamos la Marcha de San
Lorenzo, seguramente pensamos en la inspiración de sus autores en aquella
famosa batalla. Pero no todo es tan simple ni tan lineal. Esta tiene su
historia.
En Europa se considera una de la cinco mejores partituras
militares conocidas.
Cambio de
destino
La partitura fue compuesta por el músico
uruguayo Cayetano Alberto Silva, que por su admiración se la dedicó al entonces
Coronel Pablo Ricciheri como
Marcha de Ricciheri. Este era el Ministro de Guerra y modernizador del Ejército
Argentino durante la presidencia del general Julio Argentino Roca. Ricciheri, agradecido por el homenaje le
solicitó a Silva que le cambiara el título por Marcha al General San Martín, en homenaje al
Padre de la Patria.
Silva, intentando nuevamente homenajear a su
jefe, sabiendo que Ricciheri había nacido en la ciudad santafesina de San
Lorenzo, volvió a ofrecérsela con el nombre de Marcha de San Lorenzo.
Ricchieri conforme con el nombre sabe que la
misma recordará al escenario de la única contienda que el Libertador llevó a
cabo en territorio argentino, y significó además el bautismo de fuego de los
Granaderos a Caballo. Y así se aceptó.
El autor la compuso en violín. Se hicieron
los arreglos correspondientes para Banda Militar y fue estrenada el 28 de
octubre 1902 (sin letra), en las cercanías del Convento de San Carlos, donde se libró el Combate de San Lorenzo.
Dos días después durante el desfile militar
que siguió a la inauguración del Monumento Ecuestre de San Martín en Santa Fe,
la marcha fue ejecutada por la Agrupación Bandas Militares como Marcha Oficial
del Ejército
Argentino. Asistieron el Presidente de la Nación, General
Julio Argentino Roca, y el Ministro Ricchieri.
Seis años después de la versión instrumental,
en 1907, el docente y poeta mendocino Profesor Carlos Javier Benielli, amigo de
Silva, ambos viviendo en Venado Tuerto (Santa Fé), escribe la letra, según
relataran sus hijos algunos años después, sobre los pizarrones de la Escuela
Normal de Profesores Mariano Acosta del barrio de Once. También escribió las
letras de "Curupayty" y "Tuyuty", ambas sobre una misma
partitura de Silva.
Los dos amigos
Cayetano Silva nació en Soriano (Uruguay), el 7 de agosto de 1873, aunque hay versiones
que su nacimiento fue en 1868. Fue hijo de una
esclava negra de la familia que le dio el apellido.
Hijo de hogar modesto,
fue ahijado del presidente de la República Oriental del Uruguay, el Dr.
Francisco Antonio Vidal, quién tomó el rol de tutor del maestro Silva.
Lo hizo ingresar en 1879
en la Escuela de Artes y Oficios de Montevideo, dirigida por Gerardo Grasso, donde aprendió telegrafía y se destacó por su
afición a la música dominando corno y violín. Esto hizo que sus
maestros, con la anuencia de su tutor, lo estimularan a seguir el estudio del
noble arte, comenzando por integrar la banda musical del establecimiento
educativo.
Egresado de esa escuela, entró a formar parte del conjunto musical de
una compañía lírica, con la que se trasladó a Europa, visitando España, Francia
e Italia, donde perfeccionó sus estudios. De regreso, luego de una breve
estadía en su país, se trasladó a la República Argentina.
En 1888 pidió la baja y comenzó a deambular por los
centros sociales de agitación obrera, teatros y conservatorios de música de
Montevideo. En 1889 viajó a Buenos Aires, donde incursionó en
el Teatro Colón, y luego se trasladó a Rosario, donde fue nombrado maestro de
la Banda del Regimiento 7 de Infantería, radicándose
definitivamente en Argentina y adquiriendo carta de ciudadanía en el año 1903.
En Rosario se casa con Filomena Santanelli con quien tuvo
ocho hijos. En el año 1898 se estableció en Venado Tuerto. En 1898, al ser contratado por la Sociedad Italiana de Venado Tuerto se
muda con su familia a esa ciudad, donde funda un centro lírico, enseña música y
crea la "Rondalla " con la que actúa en el Carnaval de 1900.
Escribió la música para las obras teatrales "Canillita" y "Cédulas
de San Juan" de su compatriota y amigo Florencio Sánchez. Otras composiciones suyas que tuvieron cierta resonancia, fueron: “Río
Negro” (marcha dedicada al general Julio A. Roca), “Estelita”, el vals “Marineritas”,
la mazurca “Juanita ”, la marcha “Anglo-Boers” (dedicada a la colectividad Anglo-Argentina
de Venado Tuerto), la marcha “22 de julio” (dedicada al general Nicolás
Levalle).
Otras marchas
fueron: “Monterrey”, “San Genaro” (en
homenaje a este pueblo de Santa Fe), y “Curupaity” (dedicada a la
oficialidad de los Regimientos 3 y 4 de infantería), que se ha cantado en las
escuelas, también, a la misma se la ha nombrado como “Tuyuty”. A estas obras
hay que agregar un tango titulado “Más vale tarde que nunca”, tango criollo para piano, dedicado al amigo Juan
Croce y editado en Buenos Aires.
Fue Maestro de Música, Director de Bandas del Ejército Argentino (Capitán asimilado), periodista, compositor y autor teatral. Silva
escribió música sacra, misas cantadas y música popular en una profusa
producción, muchos de cuyos originales se han perdido a través del tiempo
debido a su despreocupación por cuidarlas. Dada su bondad e hidalguía, otros
aprovecharon su concepto amplio de la amistad para hacer pasar sus obras como
propias.
El maestro Silva prestó servicios como director de Banda de los
Regimientos 9 de Infantería (hasta la revolución del 4 de febrero de 1905),
Regimiento 3 de Infantería, en 1906; Regimiento 6, en 1909 y Regimiento 15 en
1910, retirándose del ejército en 1911, año en que aceptó en la provincia de
San Juan la Dirección de la Banda de Policía de la Provincia siendo en ese
entonces gobernador el Coronel Carlos Sarmiento.
Fundó en San Juan el Conservatorio de Música Cuyo, que dirigió. En 1912
creó la Banda del Cuerpo de Bomberos, dirigiéndola en la provincia de Mendoza,
banda que actuó, después de desaparecido el maestro, por más de 25 años, siendo
disuelta en 1939 por el gobierno de Rodolfo Corominas Segura.
Dirigió la Banda de Policía de la Capital de esa provincia, escribió la
marcha Viva Mendoza, cuyos originales deben hallarse en los archivos de la
Banda de la Policía, y en 1913, escribió la marcha Centenario de San Lorenzo
cuando se conmemoraron los cien años de la épica batalla con que el Libertador
inicia su justa ascensión hacia la gloria, y fue precisamente cuando se
bautizara con su nombre el Cerro de la Gloria (ex cerro del Pilar), sito en el
Parque General San Martín de esa ciudad.
El maestro actuó en esa provincia hasta 1918, compuso el Himno a Don
José Federico Moreno, habiendo sido profesor de música de la escuela que lleva
el nombre de ese esforzado propulsor del progreso de la provincia, cuya letra
pertenece al que fuera Director General de Escuelas, profesor Pedro T.
Sabatella. El maestro Silva fue también maestro de música en las escuelas
13 y 15 de la provincia de Mendoza.
Volvió a Rosario en 1918, escribiendo música para obras de teatro y
diferentes marchas pero no todas han alcanzado la difusión de Curupaitý o de San Lorenzo.Cuando gestionaba su reincorporación al ejército se le prometió la
dirección de la Banda de la Policía de Rosario pero los azares de la política
le quitaron las probabilidades, sufriendo un duro golpe moral que le afectó
para precipitar su muerte.
Años después, acosado por la pobreza, Cayetano Silva vendería los
derechos de la marcha a un editor de Buenos Aires en $ 50 de esa época, una
suma insignificante.
Fue empleado en la
banda policial, falleció en Rosario el 18 de enero de 1920 (algunos autores
dicen el 12). Algunas versiones indican que por ser de raza negra, la Policía
de Santa Fe le negó sepultura en el Panteón Policial, y fue enterrado sin
nombre en el cementerio de La Piedad
de esa ciudad. Recién en 1997 sus restos fueron trasladados al
Cementerio Municipal de Venado Tuerto, y hoy están en una bóveda
donada por el Municipio.
Dado que Silva había vendido los derechos de
la música sus herederos nunca cobraron un solo peso en carácter de regalías.
Carlos Javier Benielli nació en Mendoza el 26 de marzo de 1878 fue un escritor, poeta y maestro, profesor de
Castellano, campeón de billar y calígrafo. Es autor de las
letras de varias marchas e himnos dedicados a figuras de la historia argentina que han pasado al acervo
común de la cultura del país.
Benielli estudió magisterio en Mendoza, donde se recibió en 1895. Dos años después se recibió de profesor en la Escuela Normal de
Profesores "Mariano Acosta" del porteño barrio de Balvanera. Dedicado a la docencia se radicó en Venado
Tuerto (Santa Fé), donde, se hace amigo de Cayetano Alberto Silva.
Es a instancias de
éste que el 27 de abril de 1907 acometió la letra de la Marcha de San Lorenzo. Escribió
también las marchas de Tuyutí, Curupaytí, (las dos con música de Silva) y
el Himno a San Martín (que
se cantaba con la Música de la Marcha Triunfal de la ópera "Aida" de Verdi). Es autor además de Menudencias
lingüísticas.
Benielli dedicó 43
años de su vida a la docencia, como reconocimiento hoy lleva su nombre
numerosas escuelas y calles argentinas. Padre de cinco hijos, falleció en la
ciudad de Buenos Aires el 4 de noviembre de 1934.
En el 2005 sus restos fueron trasladados al cementerio del Convento de San Lorenzo, donde reciben anualmente el homenaje del Regimiento de Granaderos a Caballo. Los restos de Benielli descansan a unos pocos metros de los del
Granadero Juan Bautista Cabral.
La familia
Benielli cobró derechos de SADAIC por la Marcha San Lorenzo escrita por su
Padre hasta 2005 en que al cumplirse 70 años de la muerte del autor pasaron al
Fondo Nacional de las Artes, organismo del Estado Argentino que utiliza ese
importante dinero para apoyar actividades de jóvenes artistas.
Hoy se conoce a la ciudad de Venado
Tuerto como “La
cuna de la Marcha San Lorenzo”. Allí se encuentra la casa donde fue
compuesta, transformada en museo histórico.
Marcha de
exportación
·
A
Inglaterra
Con el nombre Marcha de la Victorias el
moreno oriental vende la música en 1905 a la Casa Breyer de Alemania. Estos se
presentan al Concurso para seleccionar una Marcha acorde a la ceremonia de
acceso al trono de Jorge V de Inglaterra. Gana la marcha que es inmediatamente
estrenada y se constituye desde entonces en la música oficial del pasaje del
Rey Inglés.
El Gobierno inglés solicitó autorización a nuestro
país y fue ejecutada el 22 de Junio de 1911 durante la coronación del Rey Jorge
V.
También se
la utilizó en la coronación de la Reina Isabel II, el 2 de junio de 1953. Se ejecuta
habitualmente en los cambios de guardia del palacio de Buckingham, modalidad
que estuvo suspendida únicamente durante el conflicto en las islas Malvinas.
·
A Alemania
El Ejército
Argentino, en la época previa al nazismo, le regaló la Marcha de San Lorenzo al
Ejército Alemán como muestra de amistad, y a cambio éste obsequió la marcha "Alten Kameraden" (Viejos
camaradas) que hemos escuchado en numerosas ocasiones en nuestras fiestas
patrias. Durante la Segunda Guerra Mundial, la Marcha de San Lorenzo fue tocada
por los alemanes en París cuando entraron por el Arco de Triunfo.
·
A Estados
Unidos
A manera de
desagravio, el General Dwight Einsenhower también la hizo ejecutar cuando el ejército
aliado entró en París.
·
Otros
destinos
Las
bandas militares de Uruguay, Brasil y Polonia, entre
otras, la incorporaron a su repertorio, siendo ejecutada en
Europa, América y Asia, y conocida y apreciada en Japón.
Como
hecho curioso fue usada en los films Hidden Agenda (Agenda
Oculta), del cineasta británico Ken Loach , y
fue
usada como música incidental en algunas películas como Rescatando al Soldado
Ryan, por ejemplo.
2. Pedro
Pablo Rosas. El hijo de Belgrano
¿Quién eran quién?
María Josefa Ezcurra (hermana de doña
Encarnación Ezcurra, quien fuera esposa de Juan Manuel de Rosas), tuvo un hijo
con Manuel Belgrano que crio el propio Rosas, su tío político, bajo el nombre
de Pedro Pablo Rosas. Cuando el joven fue mayor, Rosas le contó quien era su
verdadero padre y le autorizó a partir de ese día que firmara Pedro Rosas y
Belgrano.
Rosas tenía un hijo llamado Juan Rosas, pero
prefería a su sobrino Pedro. Lo nombró Coronel de su Ejército para tenerlo
siempre a su lado en las Campañas al Desierto. Algunos años más tarde Pedro se
reunió con su otra media hermana (hija de Belgrano y la tucumana Dolores
Helguero), llamada Manuela Mónica del Corazón de Jesús Belgrano.
Los
inicios
El General Manuel Belgrano (el más
católico de nuestros próceres, y soltero toda su vida), tuvo numerosos romances, de los cuales dos le
dieron descendencia. Uno de ellos fue con María Josefa Ezcurra, que fue novia
de Belgrano cuando él tenía 32 años y ella apenas 16, desde 1802 a 1803.
Sus padres, enterados de la
noticia se apresuraron a casarla con un primo proveniente de España llamado
Juan Esteban de Ezcurra. Después de nueve años de matrimonio, sin hijos, y
disconforme con la Revolución
de Mayo, Ezcurra regresa a España,
negándose María a acompañarlo. Aunque nunca la volvió a ver, Juan Esteban la
nombraría su heredera.
A todo esto, Belgrano, que se había trasladado
temporariamente a España para realizar sus estudios en las universidades de
Salamanca, primero, y Valladolid, después, estaba de regreso en Buenos Aires
con su flamante diploma de abogado o, para mejor decir, bachiller en Leyes,
según la terminología de la época, título obtenido de manera brillante en una
exitosa carrera universitaria.
En esos momentos, fuertes sentimientos afectivos lo
llevaron a reanudar, aunque en el mayor de los secretos, su relación con María
Josefa, quien no había tenido hijos en el matrimonio con su primo.
Sin embargo, por disposición de la Junta de
Gobierno, Belgrano debió marchar con urgencia a San Salvador de Jujuy para
hacerse cargo de la conducción del Ejército del Norte o, más propiamente, del
Ejército Auxiliar del Perú, mientras María Josefa permanecía en Buenos Aires
con su familia paterna.
Cuando Belgrano fue nombrado
General en Jefe del Ejército
Auxiliar del Perú (o Ejército del Norte), luego de crear la Bandera Nacional en Rosario, María Josefa partió a su encuentro. Por fin, luego de 45 días de un fatigoso viaje cubierto de vicisitudes
desagradables e inesperadas situaciones de peligro, se encontraron a principios
de 1811, aunque pronto debieron trasladarse a San Miguel de Tucumán, luego del
Éxodo Jujeño ocurrido en agosto de 1812.
Allí vivieron sus momentos de máxima felicidad,
quedando María Josefa embarazada en octubre de 1812. En razón de las
circunstancias personales de la futura madre y la vigencia del vínculo conyugal
que la unía a su ex esposo Juan Esteban Ezcurra, ambos decidieron que lo mejor
sería que el parto se produjera en un lugar alejado de Buenos Aires con el fin
de evitar un previsible y fuerte reproche social.
Así fue que se eligió la estancia de unos amigos,
muy cercana a la ciudad de Santa Fe; probablemente una propiedad de Francisco
Antonio Candioti o de Gregoria Pérez de Denis, aunque algunos historiadores
sostienen que podría tratarse de un establecimiento rural de Juan Manuel de
Rosas ubicado en cercanías de la Villa del Rosario.
Lo cierto es que el 29 de julio de 1813 nació el
niño que fue anotado y bautizado en la iglesia Matriz (Catedral) de Santa Fe
como huérfano o expósito, partida en la que su madre figura como madrina de
bautismo.
El niño vivió en Santa Fe algunos meses con su
madre, y luego fue adoptado por una hermana de ésta, la ya mencionada
Encarnación Ezcurra, quien recientemente había contraído nupcias con Juan
Manuel de Rosas. Por eso, el futuro gobernador de Buenos Aires aparecerá como
padre de la criatura, en tanto que el niño se llamará Pedro Pablo Rosas,
criándose con los hijos legítimos del matrimonio: Juan Bautista y Manuela Robustiana (Manuelita). No hay registros si el niño Pedro conoció a su
padre.
Desde entonces sería conocido
como Pedro Pablo Rosas. Cuando cumplió 16 años, Rosas, que le guardaba un
profundo cariño, lo nombró su secretario privado durante su primer período como gobernador
de Buenos Aires.
En 1833, al cumplir los 20 años de edad, Pedro fue informado por Rosas
de su verdadero origen, (cumpliendo éste el expreso pedido de Belgrano), que su
padre era el creador de la bandera y que su madre era
María Josefa Ezcurra, a quien Pedro Pablo llamaba tía.
A partir de entonces,
incorporó su apellido biológico, pasando a llamarse Pedro Pablo Rosas y
Belgrano. Tuvo una educación limitada en la capital, y muy joven pasó al campo
y a la frontera con los indígenas. Más tarde lo acompañó en la campaña
al desierto de 1833.
Su destino con los indígenas
Al regresar, Rosas le regaló
una estancia en el pueblo de Azul. Durante el año 1837 ejerció como Juez de Paz de Azul y comandante del fuerte
de San Serapio Mártir, con el grado de Mayor.
A fines de ese año pidió ser
relevado y se dedicó a administrar su estancia. También tuvo alguna actuación
reprimiendo las ramificaciones locales de la sublevación de los Libres del Sur en 1839 en
contra de Juan Manuel de Rosas.
Durante la década de 1840 fue nombrado comandante de Azul
(el pueblo más importante del sur de la provincia en esa época), y oficialmente
encargado de las relaciones con los indígenas en todo el sur de la provincia.
Se encargaba de lo que Rosas
llamaba el "negocio
pacífico", esto es, entregar a los indios "amigos" (Painé, Pichún, Catriel e Ignacio Coliqueo), regalos y víveres (alcohol y yerba mate), a
cambio de que los indígenas se mantuvieran en paz con las poblaciones de
frontera y ayudaran a reprimir a los que las atacaran. También llevaba adelante
las relaciones diplomáticas y el correo entre los indios y el gobierno
provincial.
A mediados de la década fue
ascendido al grado de Coronel, y llegó a ser un estanciero muy rico y con buenas
relaciones, tanto con los estancieros y gauchos del sur de la provincia como con las distintas
tribus.
Poco antes de la batalla de
Caseros mantuvo varias reuniones con los caciques, a los que comprometió a unirse a sus fuerzas para
defender el gobierno de Rosas, en caso de que el general Urquiza fuera derrotado y la guerra se extendiera al sur de
la provincia.
Los bandos confusos
Después de la caída de su
padre adoptivo en Caseros, siguió siendo el Juez de Paz de Azul, por orden
directa de Urquiza. Mantuvo relaciones por carta con Manuelita
Rosas, exiliada con su padre en Inglaterra. Por orden de Hilario Lagos, comandante de campaña, fue nombrado Comandante
del Regimiento de Caballería Número 11, con sede en Azul.
A fines de noviembre de ese
año de 1852 estaba en Buenos Aires
cuando estalló la rebelión de Lagos, que pronto dominó gran parte del interior
de la provincia y puso
sitio a la ciudad de Buenos Aires. En la capital se supo que había grupos en el
sur de la provincia que aún seguían obedeciendo al gobierno porteño, pero no tenían
cohesión ni podían establecer contacto con la capital. Por eso el Gobernador Manuel
Pinto envió a Rosas con unos pocos acompañantes al puerto del Tuyú.
Apenas desembarcado, convocó a
los indígenas para que cumplieran sus compromisos de un año antes, forzando
bastante el sentido que debía habérsele dado. La noticia de la expedición de
Rosas y Belgrano levantó los ánimos de los porteños, mientras que los federales
se dedicaron a tratar de detenerlo antes de que reuniera demasiada gente a sus
espaldas.
Rosas reunió los grupos
dispersos y marchó hasta Dolores, donde logró reunir unos 4.500 hombres, entre
ellos algo más de 1.000 aborígenes. Pronto regresó hasta la costa del río
Salado, a esperar una prometida
expedición naval con armas y municiones, por lo que se instaló cerca de la
desembocadura de este río, pero los refuerzos y armas no llegaron nunca. Los
barcos en que debían ser transportados encallaron y naufragaron, y nadie avisó
a Rosas y los suyos.
Allí estaban cuando
aparecieron los federales, al mando del general Gregorio Paz. Tan mal se había preparado, que tenía el río
Salado a sus espaldas. Los indios formaban en un costado pero, antes de
iniciarse la batalla, sus jefes conferenciaron con los caciques de las tropas
auxiliares indígenas que formaban en el ejército federal y, de común acuerdo,
todos abandonaron el campo de batalla.
Los “federales nacionales” de
Paz puso a sus fuerzas a órdenes del coronel Juan Francisco Olmos, mientras Rosas y Belgrano, representante del gobierno provincial ponía
los suyos a órdenes de Faustino Velazco. La batalla
de San Gregorio fue una verdadera catástrofe para los unitarios: murieron casi 1.000
hombres, incluidos los coroneles Velazco y Acosta. Casi todos los oficiales
fueron tomados prisioneros.
Tras esta victoria, Lagos
reforzó el sitio de Buenos Aires, cerrando todas sus vinculaciones con el
exterior, excepto por el Río de la
Plata. Un consejo de guerra
presidido por el coronel Isidro Quesada condenó a Rosas y Belgrano a muerte, a pesar de la
defensa que de él hizo Antonino Reyes.
Pero Lagos no quiso cumplir la
orden y lo puso en libertad, quizá influido por una carta que Manuela Mónica
Belgrano le entregara al general Lagos, pidiéndole por la vida de su hermano
Pedro, "teniendo en cuenta su sangre". Además, Lagos conocía a Pedro
como hijo adoptivo de Juan Manuel de Rosas, ya que ambos servían a las órdenes
del Restaurador de las Leyes y las Instituciones.
José
Hernández (el autor del Martín Fierro), que peleó en las
filas del hijo de Belgrano, recordaba años después:
“El último Rosas que
conservaba en el Sud un resto de prestigio, penetró en la Provincia de Buenos
Aires en 1852 trayendo en sus filas los indios que se encontraron en la batalla
de San Gregorio. Se dispersaron como en Caseros, después de inútiles cargas
dadas en medio de sus salvajes alaridos, y desde la costa del Salado hasta sus
tolderías, distantes más de ochenta leguas, no hicieron sino saquear cuanto
hallaron...”.
Levantado el sitio a mediados
de 1853, fue repuesto en su cargo al
frente del Regimiento de Caballería número 11 y de comandante de Azul. Se le
encargó que organizara un plan general de defensa de la frontera, encargo que
se ignora si cumplió, donde permaneció durante los años 1854 y 1855.
En febrero de 1855, a los 42 años de edad, pidió la
baja por mala salud, en una época en que arreciaban los ataques contra los ex
colaboradores de Rosas, y el gobierno decidió confiscar todos los bienes de
éste y de sus hijos. Dado que legalmente Pedro era hijo de Rosas, perdió todos
sus bienes (once estancias en total). Nuevamente ofreció sus
servicios a Urquiza y la Confederación
También fue acusado de
participar en las invasiones de los Generales Jerónimo Costa y José
María Flores. A fines de 1855 se marchó a Santa
Fe, donde prestó servicios en la
frontera.
A principios de 1859 fue despachado de Paraná, junto
con el indio Cristo, de la gente de Callvucurá, y el teniente coronel Federico
Olivencia, con la misión de levantar las indiadas del sur a favor de la
Confederación y contra Buenos Aires. Poco después, el coronel Rosas y Belgrano
marchó sobre Azul con fuerzas cristianas e indios aliados, pero esta empresa
bélica tuvo fin al formalizarse la paz de San José de Flores, en noviembre de
1859.
Poco después de la batalla
de Cepeda, el general Urquiza volvió a
avanzar sobre Buenos Aires. Allí organizó la defensa el General Bartolomé
Mitre, mientras los jefes de
frontera trataban de defenderse de un posible avance hacia el sur. Urquiza
nombró a Rosas y Belgrano Comandante de Armas del sur de la provincia y lo
envió hacia esa zona.
Convenció al cacique general Calfucurá, que atacó al comandante Ignacio Rivas en Cruz de Guerra, pero este ataque fracasó. Enviado por Rosas y Belgrano, el coronel Federico Olivencia tomó la ciudad de Azul. Un comandante de apellido Linares se presentó
frente a Tandil, que estaba indefensa por haber salido su
comandante Benito Machado a enfrentar a Olivencia. De modo que los habitantes
de Tandil le dejaron tomar la ciudad, a cambio de que los indígenas que venían
con él quedaran afuera; pero éstos se sublevaron y saquearon la ciudad.
Olivencia entró en conflictos
con Rosas y Belgrano, de modo que lo abandonó y se pasó a las filas del general
Flores. Machado regresó a Tandil, obligando a Linares a huir. Y los indígenas
que habían llegado a Azul con Rosas y Belgrano también lo abandonaron. El
coronel debió huir por "tierra de indios", llegando hasta Rosario.
Después de la batalla de
Pavón fue tomado prisionero en Rosario y pasado el cuerpo de inválidos. A pesar
de que algunos oficiales pidieron que fuera ejecutado, su vida fue respetada
por orden de Mitre, quien viendo que estaba ya muy enfermo, lo dejó regresar a
Buenos Aires, con orden expresa de no dejarlo acercar a Azul.
Se había casado en 1851
con Juana Rodríguez, siendo madrina de la boda su madre biológica María
Josefa Ezcurra. De esta unión nacieron nada menos que 16 hijos.
El encuentro con su hermana
Pedro
tenía una media hermana, seis años menor que el, nacida en Tucumán el 4 de mayo
de 1819. Se llamaba Manuela Mónica y era hija del General Belgrano con María
Dolores Helguero.
¿Por qué Belgrano no se casó con María Dolores cuando ella quedó encinta, para evitarle el rechazo social que en esa época caía sobre la madre soltera? ¿No pudo hacerlo por su enfermedad, o porque se consideraba demasiado viejo? ¿O directamente no quiso asumir el compromiso? Es terreno para muchas conjeturas.
La niña Manuela se criaba en la casa de los Liendo (sus abuelos y tíos maternos). Al parecer, Belgrano no la visitó durante los cinco meses escasos que estuvo en Tucumán desde su regreso de Córdoba. El general consideraba que “no debía, por moralidad y por el rango que ocupaba, preguntar directamente por su hija, aunque se dirigiese a un amigo íntimo”. Escribía a diario, desde la Ciudadela, al padrino Pedro Celestino, requiriendo datos de la niña, a la que llamaba “Mi ahijadita”.
La niña Manuela Mónica partió a
Buenos Aires a fines de 1825, para vivir con la familia Belgrano, en casa de
una tía paterna. Desde entonces residió en Buenos Aires y nunca mas volvió a
Tucumán.
Manuela Mónica se casó en 1852,
con un pariente político, Manuel Vega Belgrano. Vivía en Azul, donde también
vivía huérfano su medio hermano. ¿Casualidad? No, unión familiar. En esos
tiempos la solidaridad de las familias era el arma más poderosa contra las
dificultades y la adversidad.
Pedro trabó relación con sus
recuperados parientes, especialmente con su media hermana Manuela Mónica. No
sería raro que hubiera sido el mismo Pedro quien presentara a Manuela, ya de 33
años, a su futuro marido. Que la relación entre los hijos de Belgrano fue muy fluida
lo demuestra la correspondencia entre ellos.
Manuela Mónica Belgrano de Vega
Belgrano murió en febrero de 1866, a los 47 años, luego de soportar muchos
problemas de salud.
El final
Pedro
Pablo Rosas Belgrano falleció a los 50 años en Buenos Aires el 27 de septiembre
de 1863, y por esas cosas del destino murió en su casa de
la calle Belgrano al 800.
En su testamento dictado poco antes de morir
declara ser hijo “natural” del General
Manuel Belgrano, pero manifiesta desconocer quien fue su madre
para resguardar su condición de hijo adulterino.
Sus restos fueron inhumados en el panteón de María Josefa Ezcurra, por los que
yacen así junto a los de su madre (que fallece el 6 de setiembre de 1856), por
haberlo así dispuesto ésta en vida.
Su padre, el General Manuel Belgrano (que había
fallecido mucho tiempo antes, el 20 de junio de 1820, cuando él solo tenía 7
años), no reconoció a sus hijos en su testamento, argumentando “para no deshonrar a las madres de los
mismos”.
3. El Día de la Industria Argentina. ¿Cuándo es? ¿Por qué es?
Emilio Jesús Schleh, investigador y
periodista, nacido en Monteros, provincia de Tucumán,
fue el impulsor del Día de la Industria Argentina durante el Segundo Congreso de la Industria realizado en
Buenos Aires en noviembre de 1925.
Se declara Día de la Industria Argentina el
12 de octubre, y se le encarga a la
UIA (obviamente con sede en Buenos Aires), la celebración
anual de esta fecha.
¿Quién era este tucumano para decirle a
alguien cuando debía ser el Día de la Industria?
¿Por qué el 2 de setiembre? El 2 de setiembre
de 1587 se realizó la primera “exportación” argentina (en realidad todavía
éramos Virreinato del Perú). Se trata de una fecha que conmemora un hecho
delictivo, concretamente un episodio de contrabando.
Veamos que hay “debajo de la alfombra”. Aquel
2 de setiembre zarpó del fondeadero del Riachuelo la carabela San Antonio al mando
de un tal Antonio Pereyra, con rumbo a Brasil. La embarcación llevaba en sus
bodegas una carga de tejidos y bolsas de harina producidos en Santiago del
Estero, enviada desde Tucumán por el Obispo Fray Francisco de Vitoria (conocido
mercader de esclavos de la época).
Pero siempre hay un ojo avizor y tarde o
temprano las cosas se saben. El entonces Gobernador de Tucumán, Juan Ramírez de
Velazco (fundador de La Rioja ),
denunció que dentro de las bolsas de harina estaban camufladas barras de plata
del Potosí, cuya exportación estaba prohibida por real cédula.
Resumiendo, festejamos el Día de la Industria por la primera
exportación argentina, representada por
un acto de contrabando.
y buhe…, que le vamos a hacer.
4. El primer intento de reforma
agraria
Es sabido que
Gervasio Artigas (“el padre de los
Pueblos Libres”) fue uno de los mayores defensores de las ideas
federalistas, indigenistas y libertarias de nuestro continente.
Lamentablemente los
“porteños decentes” lo declararon traidor y pusieron precio a su cabeza. Hoy
solo se lo recuerda como el principal prócer histórico de Uruguay, y hasta ese
recuerdo puede estar borroso ya que jamás fue pintado o grabada su figura, y la
única existente la hizo un pintor a través del relato de quienes lo conocieron.
En 1815 el
Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental, se sentaban las bases para lo
que fuera la primera Reforma Agraria de América Latina.
Con criterio
Artigas dispuso la confiscación de las propiedades mal habidas y mal trabajadas
de “los malos europeos y peores
americanos” para entregárselas a “los
negros libres, los zambos de toda clase, los indios y los criollos pobres”.
También serían agraciadas las viudas pobres en caso de tener hijos, los casados
tendrían prioridad antes que los solteros.
Una condición
fundamental fue que “el agraciado
propenda con su trabajo y hombría de bien a su felicidad y a la de su
Provincia”
Se repartieron
parcelas de 1,5 leguas de frente y 2 de fondo (*), y se entregaron 400 cabezas
de ganado a cada favorecido con la prohibición de revender y la obligación de
montar en 60 días un establecimiento rural (por lo menos un rancho y dos
corrales). De no cumplir esas tierras pasarán a “otro vecino más laborioso y benéfico para la Provincia”.
Los responsables de
los registros y controles de loteo y marcas de ganado fueron los alcaldes
regionales, prueba de un federalismo a prueba de todo centralismo urbano.
(*) La legua (distancia en que se puede recorrer a pie o en cabalgadura
al paso durante una hora), es una distancia variable según la topografía del
terreno, pero oscila entre 4 km y 5,2 km. En Uruguay tiene una longitud de
5.196 m por lo que cada parcela tendría unas 8.100 ha).
5. La primera población en
el actual territorio argentino
Hace algunos días
escuché a un conocido periodista porteño decir que Santiago del Estero, la
“madre de ciudades”, fue la primera ciudad en lo que hoy es la República
Argentina.
Muchos de estos
personajes, a quienes les encanta hablar de “interior profundo” (¿??), pocas
veces han tomado un plano en sus manos, ni han leído un buen libro elemental de
historia argentina. No saben que es el interior y muchos menos el “profundo”.
Tratemos de poner
las cosas en su lugar.
El primer asentamiento
El primer
asentamiento español ocurrió en 1527 en
la provincia de Santa Fe, fue el fuerte Sancti Spiritu, que un año más tarde fue destruido por los
aborígenes.
Fue
establecido por Sebastián Gaboto (quien buscaba las supuesta
fabulosas riquezas del Rey Blanco), el 27 de mayo y oficialmente fundada el 9 de junio a orillas del río
Coronda,
junto a la desembocadura del río Carcarañá y a 6 km de la confluencia del
primero con el río Paraná.
El 27 de
mayo, e iniciaron la construcción del fuerte que se terminó el 9 de junio, fiesta de la Pascua de Pentecostés, lo que explicaría el nombre de
"Sancti Spiritus" que le dieron. Allí levantaron además 20 casas,
convirtiéndose en la primera población europea en el actual territorio argentino.
Los
aborígenes de las denominadas tribus de carcarañáes colaboraron tanto en la construcción del
poblado, así como en la siembra de trigo y cebada, que resultaron las primeras realizadas en Sudamérica.
Los
españoles descuidaron la defensa del fuerte, y si bien en principio los
pobladores se habían entendido bien con los indígenas de la zona, Gaboto los
había maltratado y estaba convencido de que cuanto mayores fueran los castigos
que les infligiera mayor respeto les impondría.
Esto sólo
sirvió para despertar el odio de los mismos, quienes en septiembre de 1529,
antes del amanecer, tomaron por asalto la fortaleza. Sólo dos cañones quedaron
como testigos.
Las ruinas
de Sancti Spíritu se encuentran a 150 metros de la desembocadura del Carcarañá,
en el extremo sudeste del poblado de Puerto Gaboto, 60 km al norte de la ciudad de Rosario. Los restos de la primera ocupación
española documentada en territorio argentino están concretamente en la manzana
que corresponde con la calle Zabala, Pérez y Avenida Hurtado del poblado. La erosión provocada por el agua hizo que una porción del asentamiento
desapareciera definitivamente. El
sitio actualmente es un parque arqueológico y museo estatal.
La primera ciudad
La ciudad de Buenos Aires tuvo dos fundaciones. La
primera el 2 de febrero de 1536 llevada a
cabo por Pedro de Mendoza
y la
llamó Puerto de Nuestra Señora Santa
María del Buen Ayre. La misma fue destruida en 1541 por los propios habitantes a raíz de las constantes amenazas
de los nativos.
La segunda fundación
ocurrió el 11 de junio de 1580, llevada a cabo por Juan de Garay y la denominó Ciudad de La Santísima Trinidad y
Puerto de Santa María del Buen Ayre.
La “madre de ciudades”
La primera ciudad
permanente, fundada por los colonizadores españoles fue la ciudad de Santiago del Estero en el
año 1553, aunque su historia comienza tres años
antes.
Heredera del legado del pueblo Tonocotés, pobladores originarios del
lugar desde el año 4.000 a.C, Santiago del Estero es la ciudad estable más antigua de la Argentina,
tomando en cuenta que la Buenos Aires de Pedro de Mendoza “desapareció” en
1541.
Fundada a orillas del río Dulce por Núñez de Prado en 1552, se trasladó
a su ubicación actual en 1553. Se la llama "madre de ciudades" por
haber sido el principal soporte de los procesos de colonización hispánica
durante la segunda mitad del siglo XVI.
Durante
los siglos XVI y XVII, la ciudad fue el origen y centro de la conquista armada
y religiosa de la Colonia Española en el actual Noroeste argentino. De ella surgieron las corrientes que fundaron las
principales ciudades de esa región del país. Por ley Nº 25.681 del Congreso de la Nación Argentina, fue declarada
oficialmente “Ciudad Madre de Ciudades y Cuna del Folclore”.
La “primera”
ciudad fue fundada el 24 de junio de 1550 por Juan Núñez
de Prado, proveniente del Perú, con el nombre de
El Barco (en honor a su ciudad natal en España, El Barco de
Ávila). Al año siguiente se vio obligado a trasladarla
(El Barco II), en 1551, y luego, tuvo que trasladarla de nuevo en 1552 (El
Barco III).
Un viejo y
armónico vals de don Andrés Chazarreta (santiagueño si los hay…), da cuenta de
esta historia.
MADRE DE CIUDADES (Vals)
Letra
y Música: Andrés Chazarreta
En
Santiago conocí
una flor que perfumó mi vida
por su encanto me perdí
por su querer, por su pasión,
la amaba tanto y la adore sinceramente
que en sentidas serenatas
le canté al balcón todo mi amor
con emoción y fe
- (que no olvidaré) -
Santiago, vieja Ciudad del Barco
no creas si me alejo que tal vez
me voy a olvidar.
una flor que perfumó mi vida
por su encanto me perdí
por su querer, por su pasión,
la amaba tanto y la adore sinceramente
que en sentidas serenatas
le canté al balcón todo mi amor
con emoción y fe
- (que no olvidaré) -
Santiago, vieja Ciudad del Barco
no creas si me alejo que tal vez
me voy a olvidar.
Yo
siempre recuerdo con cariño
que por tus calles fue
que viví una ilusión.
que por tus calles fue
que viví una ilusión.
Y al mirar el viejo río
el puente aquel
comprendí que en mi memoria
no morirás.
Cuánta emoción contemplar
tus eucaliptus, tu sol de julio
Cuatro siglos de linaje
Madre de Ciudades
tu eres mi ilusión.
Los habitantes de
esta tercera ciudad de El Barco fueron conminados por Francisco de Aguirre, proveniente de Chile, a mudarse a una nueva ubicación y, junto con
colonos que él mismo traía de Chile, fundó una cuarta ciudad, pero con otro
nombre: Santiago (por el Apóstol Santiago) del Estero (por hallarse junto a una laguna cercana al río
Dulce) el 23 de diciembre de 1553.
Con Núñez de
Prado, además de españoles, llegaron numerosos indios yanaconas, de habla quechua, lengua
que dio origen al actual quichua
santiagueño, ampliamente difundido en la provincia.
Desde Santiago del
Estero, los españoles lanzaron expediciones que fundaron, sucesivamente, las
ciudades que luego fueron capitales de provincia:
- San Miguel de Tucumán. La fundación de la ciudad, cuyo nombre original fue San Miguel de Tucumán y Nueva Tierra de Promisión, se produjo en 31 de mayo de 1565 por Diego de Villarroel .
- Córdoba. La fundación de la ciudad, cuyo nombre original fue de Córdoba fue Córdoba de la Nueva Andalucía, se produjo el 6 de julio de 1573 por Jerónimo Luis de Cabrera.
- Salta. La fundación de la ciudad, cuyo nombre original fue Ciudad de San Felipe y Santiago del Lerma, se produjo el 16 de abril de 1582 por Hernando del Lerma.
- La Rioja. La fundación de la ciudad, cuyo nombre original fue Ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja, se produjo el 20 de mayo de 1591 por Juan Ramírez de Velasco.
- San Salvador de Jujuy. La fundación de la ciudad, cuyo nombre original fue San Salvador de Velazco en el Valle de Jujuy, se produjo el 19 de abril de 1593 por Francisco Argañaraz.
- Catamarca. La fundación de la ciudad, cuyo nombre original fue San Fernando del Valle se produjo el 5 de julio de 1683 por Fernando de Mendoza y Mate de Luna.
La ciudad de
Santiago del Estero y su zona de influencia formaron parte del Virreinato del
Perú hasta 1776, fecha en que la corona española creó el Virreinato
del Río de la Plata, quedando incluida en la Intendencia de Salta del
Tucumán. Formó parte de la efímera República
de Tucumán hasta el 27 de abril de 1820, cuando al proclamarse la autonomía
provincial, se convirtió en capital de la nueva
provincia de Santiago del Estero.
Se va la segunda
En honor a la
verdad la segunda ciudad fundada en el actual territorio argentino fue Londres,
en la provincia de Catamarca, en 1558.
Es una localidad turística y “madre de bellas artesanías” ubicada sobre el
kilómetro 4.075 de la Ruta Nacional 40.
La primera
fundación por parte de Juan Pérez de Zurita, junto al río Quinmivil, se realizó
el 24 de junio bajo la denominación de Londres de la Nueva Inglaterra,
en homenaje a Londres, la
ciudad natal de la reina María Tudor, esposa del rey Felipe II
de España, quienes contrajeron matrimonio real en 1553.
Las posteriores
fundaciones conservaron con algunas variantes el nombre de Londres, hasta
llegar a su denominación actual.
Ya ven… no todo
lo que se dicen los medios de comunicación es estrictamente cierto: la primera
población fue Sancti Spiritu, la primera ciudad Buenos Aires (pero fue
destruída), y la Madre de Ciudades (estables), es Santiago del Estero.
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