sábado, 22 de abril de 2017

Cinco historias cortas


1. La Marcha de San Lorenzo. El destino mas insólito

2. Pedro Pablo Rosas. El hijo de Belgrano.

3. El Día de la Industria Argentina ¿cuándo es? ¿por qué es?

4. El primer intento de reforma agraria

5. La primera población en el actual territorio argentino


1. La Marcha de San Lorenzo. El destino mas insólito  
Hace muchos que mantengo la costumbre de saber algo del nombre de la calle en que viví, y luego de más de 20 mudanzas alguna experiencia he adquirido.

Una de esas fue la calle Benielli en la Sexta Sección de la ciudad de Mendoza, y, sorpresa para mi ignorancia, “descubro” a este humilde profesor y poeta, que fue nada mas ni nada menos que el autor de la letra de la famosa Marcha de San Lorenzo. Su amistad con Cayetano Silva, autor de la música, permitió que se fusionaran los espíritus de estos dos docentes memorables.

Una pequeña y historia que vale la pena conocer. 
Cuando en la mayoría de los actos patrios de nuestras escuelas, o en los desfiles militares escuchamos la Marcha de San Lorenzo, seguramente pensamos en la inspiración de sus autores en aquella famosa batalla. Pero no todo es tan simple ni tan lineal. Esta tiene su historia.
En Europa se considera una de la cinco mejores partituras militares conocidas.
Cambio de destino
La partitura fue compuesta por el músico uruguayo Cayetano Alberto Silva, que por su admiración se la dedicó al entonces Coronel Pablo Ricciheri como Marcha de Ricciheri. Este era el  Ministro de Guerra y modernizador del Ejército Argentino durante la presidencia del general Julio Argentino Roca. Ricciheri, agradecido por el homenaje le solicitó a Silva que le cambiara el título por Marcha al General San Martín, en homenaje al Padre de la Patria.
Silva, intentando nuevamente homenajear a su jefe, sabiendo que Ricciheri había nacido en la ciudad santafesina de San Lorenzo, volvió a ofrecérsela con el nombre de Marcha de San Lorenzo.
Ricchieri conforme con el nombre sabe que la misma recordará al escenario de la única contienda que el Libertador llevó a cabo en territorio argentino, y significó además el bautismo de fuego de los Granaderos a Caballo. Y así se aceptó.
El autor la compuso en violín. Se hicieron los arreglos correspondientes para Banda Militar y fue estrenada el 28 de octubre 1902 (sin letra), en las cercanías del Convento de San Carlos, donde se libró el Combate de San Lorenzo.
Dos días después durante el desfile militar que siguió a la inauguración del Monumento Ecuestre de San Martín en Santa Fe, la marcha fue ejecutada por la Agrupación Bandas Militares como Marcha Oficial del Ejército Argentino. Asistieron el Presidente de la Nación, General Julio Argentino Roca, y el Ministro Ricchieri.
Seis años después de la versión instrumental, en 1907, el docente y poeta mendocino Profesor Carlos Javier Benielli, amigo de Silva, ambos viviendo en Venado Tuerto (Santa Fé), escribe la letra, según relataran sus hijos algunos años después, sobre los pizarrones de la Escuela Normal de Profesores Mariano Acosta del barrio de Once. También escribió las letras de "Curupayty" y "Tuyuty", ambas sobre una misma partitura de Silva. 
Los dos amigos
Cayetano Silva nació en Soriano (Uruguay),  el 7 de agosto de 1873, aunque hay versiones que su nacimiento fue en 1868. Fue hijo de una esclava negra de la familia que le dio el apellido
Hijo de hogar modesto, fue ahijado del presidente de la República Oriental del Uruguay, el Dr. Francisco Antonio Vidal, quién tomó el rol de tutor del maestro Silva.
Lo hizo ingresar en 1879 en la Escuela de Artes y Oficios de Montevideo, dirigida por Gerardo Grasso, donde aprendió telegrafía y se destacó por su afición a la música dominando corno y violín. Esto hizo que sus maestros, con la anuencia de su tutor, lo estimularan a seguir el estudio del noble arte, comenzando por integrar la banda musical del establecimiento educativo.
Egresado de esa escuela, entró a formar parte del conjunto musical de una compañía lírica, con la que se trasladó a Europa, visitando España, Francia e Italia, donde perfeccionó sus estudios. De regreso, luego de una breve estadía en su país, se trasladó a la República Argentina. 
En 1888 pidió la baja y comenzó a deambular por los centros sociales de agitación obrera, teatros y conservatorios de música de Montevideo. En 1889 viajó a Buenos Aires, donde incursionó en el Teatro Colón, y luego se trasladó a Rosario, donde fue nombrado maestro de la Banda del Regimiento 7 de Infantería, radicándose definitivamente en Argentina y adquiriendo carta de ciudadanía en el año 1903.
En Rosario se casa con Filomena Santanelli con quien tuvo ocho hijos. En el año 1898 se estableció en Venado Tuerto. En 1898, al ser contratado por la Sociedad Italiana de Venado Tuerto se muda con su familia a esa ciudad, donde funda un centro lírico, enseña música y crea la "Rondalla " con la que actúa en el Carnaval de 1900.
Escribió la música para las obras teatrales "Canillita" y "Cédulas de San Juan" de su compatriota y amigo Florencio Sánchez. Otras composiciones suyas que tuvieron cierta resonancia, fueron: “Río Negro” (marcha dedicada al general Julio A. Roca), “Estelita”, el vals “Marineritas”, la mazurca “Juanita ”, la marcha “Anglo-Boers” (dedicada a la colectividad Anglo-Argentina de Venado Tuerto), la marcha “22 de julio” (dedicada al general Nicolás Levalle).
Otras marchas fueron: “Monterrey”, “San Genaro” (en homenaje a este pueblo de Santa Fe),  y “Curupaity” (dedicada a la oficialidad de los Regimientos 3 y 4 de infantería), que se ha cantado en las escuelas, también, a la misma se la ha nombrado como “Tuyuty”. A estas obras hay que agregar un tango titulado “Más vale tarde que nunca”, tango criollo para piano, dedicado al amigo Juan Croce y editado en Buenos Aires.
Fue Maestro de Música, Director de Bandas del Ejército Argentino (Capitán asimilado),  periodista, compositor y autor teatral. Silva escribió música sacra, misas cantadas y música popular en una profusa producción, muchos de cuyos originales se han perdido a través del tiempo debido a su despreocupación por cuidarlas. Dada su bondad e hidalguía, otros aprovecharon su concepto amplio de la amistad para hacer pasar sus obras como propias.
El maestro Silva prestó servicios como director de Banda de los Regimientos 9 de Infantería (hasta la revolución del 4 de febrero de 1905), Regimiento 3 de Infantería, en 1906; Regimiento 6, en 1909 y Regimiento 15 en 1910, retirándose del ejército en 1911, año en que aceptó en la provincia de San Juan la Dirección de la Banda de Policía de la Provincia siendo en ese entonces gobernador el Coronel Carlos Sarmiento.
Fundó en San Juan el Conservatorio de Música Cuyo, que dirigió. En 1912 creó la Banda del Cuerpo de Bomberos, dirigiéndola en la provincia de Mendoza, banda que actuó, después de desaparecido el maestro, por más de 25 años, siendo disuelta en 1939 por el gobierno de Rodolfo Corominas Segura.
Dirigió la Banda de Policía de la Capital de esa provincia, escribió la marcha Viva Mendoza, cuyos originales deben hallarse en los archivos de la Banda de la Policía, y en 1913, escribió la marcha Centenario de San Lorenzo cuando se conmemoraron los cien años de la épica batalla con que el Libertador inicia su justa ascensión hacia la gloria, y fue precisamente cuando se bautizara con su nombre el Cerro de la Gloria (ex cerro del Pilar), sito en el Parque General San Martín de esa ciudad.
El maestro actuó en esa provincia hasta 1918, compuso el Himno a Don José Federico Moreno, habiendo sido profesor de música de la escuela que lleva el nombre de ese esforzado propulsor del progreso de la provincia, cuya letra pertenece al que fuera Director General de Escuelas, profesor Pedro T. Sabatella. El maestro Silva fue también maestro de música en las escuelas 13 y 15 de la provincia de Mendoza.
Volvió a Rosario en 1918, escribiendo música para obras de teatro y diferentes marchas pero no todas han alcanzado la difusión de Curupaitý o de San Lorenzo.Cuando gestionaba su reincorporación al ejército se le prometió la dirección de la Banda de la Policía de Rosario pero los azares de la política le quitaron las probabilidades, sufriendo un duro golpe moral que le afectó para precipitar su muerte.
Años después, acosado por la pobreza, Cayetano Silva vendería los derechos de la marcha a un editor de Buenos Aires en $ 50 de esa época, una suma insignificante.
Fue empleado en la banda policial, falleció en Rosario el 18 de enero de 1920 (algunos autores dicen el 12). Algunas versiones indican que por ser de raza negra, la Policía de Santa Fe le negó sepultura en el Panteón Policial, y fue enterrado sin nombre en el cementerio de La Piedad de esa ciudad. Recién en 1997 sus restos fueron trasladados al Cementerio Municipal de Venado Tuerto, y hoy están en una bóveda donada por el Municipio.
Dado que Silva había vendido los derechos de la música sus herederos nunca cobraron un solo peso en carácter de regalías.

Carlos Javier Benielli nació en Mendoza el 26 de marzo de 1878  fue un escritor, poeta y maestro, profesor de Castellano, campeón de billar y calígrafo. Es autor de las letras de varias marchas e himnos dedicados a figuras de la historia argentina que han pasado al acervo común de la cultura del país.
Benielli estudió magisterio en Mendoza, donde se recibió en 1895. Dos años después se recibió de profesor en la Escuela Normal de Profesores "Mariano Acosta" del porteño barrio de Balvanera. Dedicado a la docencia se radicó en Venado Tuerto (Santa Fé), donde, se hace amigo de Cayetano Alberto Silva.
Es a instancias de éste que el 27 de abril de 1907 acometió la letra de la Marcha de San Lorenzo. Escribió también las marchas de Tuyutí, Curupaytí, (las dos con música de Silva) y el Himno a San Martín (que se cantaba con la Música de la Marcha Triunfal de la ópera "Aida" de Verdi). Es autor además de Menudencias lingüísticas.
Benielli dedicó 43 años de su vida a la docencia, como reconocimiento hoy lleva su nombre numerosas escuelas y calles argentinas. Padre de cinco hijos, falleció en la ciudad de Buenos Aires el 4 de noviembre de 1934.
En el 2005 sus restos fueron trasladados al cementerio del Convento de San Lorenzo, donde reciben anualmente el homenaje del Regimiento de Granaderos a Caballo. Los restos de Benielli descansan a unos pocos metros de los del Granadero Juan Bautista Cabral.
La familia Benielli cobró derechos de SADAIC por la Marcha San Lorenzo escrita por su Padre hasta 2005 en que al cumplirse 70 años de la muerte del autor pasaron al Fondo Nacional de las Artes, organismo del Estado Argentino que utiliza ese importante dinero para apoyar actividades de jóvenes artistas.
Hoy se conoce a la ciudad de Venado Tuerto como “La cuna de la Marcha San Lorenzo”. Allí se encuentra la casa donde fue compuesta, transformada en museo histórico. 
Marcha de exportación
·         A Inglaterra
Con el nombre Marcha de la Victorias el moreno oriental vende la música en 1905 a la Casa Breyer de Alemania. Estos se presentan al Concurso para seleccionar una Marcha acorde a la ceremonia de acceso al trono de Jorge V de Inglaterra. Gana la marcha que es inmediatamente estrenada y se constituye desde entonces en la música oficial del pasaje del Rey Inglés.
El Gobierno inglés solicitó autorización a nuestro país y fue ejecutada el 22 de Junio de 1911 durante la coronación del Rey Jorge V.
También se la utilizó en la coronación de la Reina Isabel II, el 2 de junio de 1953. Se ejecuta habitualmente en los cambios de guardia del palacio de Buckingham, modalidad que estuvo suspendida únicamente durante el conflicto en las islas Malvinas. 
·         A Alemania 
El Ejército Argentino, en la época previa al nazismo, le regaló la Marcha de San Lorenzo al Ejército Alemán como muestra de amistad, y a cambio éste obsequió la marcha "Alten Kameraden" (Viejos camaradas) que hemos escuchado en numerosas ocasiones en nuestras fiestas patrias. Durante la Segunda Guerra Mundial, la Marcha de San Lorenzo fue tocada por los alemanes en París cuando entraron por el Arco de Triunfo. 
·         A Estados Unidos 
A manera de desagravio, el General Dwight Einsenhower también la hizo ejecutar cuando el ejército aliado entró en París. 
·         Otros destinos 
Las bandas militares de Uruguay, Brasil y Polonia, entre otras, la incorporaron a su repertorio, siendo ejecutada en Europa, América y Asia, y conocida y apreciada en Japón. 
Como hecho curioso fue usada en los films Hidden Agenda (Agenda Oculta), del cineasta británico Ken Loach , y fue usada como música incidental en algunas películas como Rescatando al Soldado Ryan, por ejemplo. 
2. Pedro Pablo Rosas. El hijo de Belgrano

¿Quién eran quién? 
María Josefa Ezcurra (hermana de doña Encarnación Ezcurra, quien fuera esposa de Juan Manuel de Rosas), tuvo un hijo con Manuel Belgrano que crio el propio Rosas, su tío político, bajo el nombre de Pedro Pablo Rosas. Cuando el joven fue mayor, Rosas le contó quien era su verdadero padre y le autorizó a partir de ese día que firmara Pedro Rosas y Belgrano.

Rosas tenía un hijo llamado Juan Rosas, pero prefería a su sobrino Pedro. Lo nombró Coronel de su Ejército para tenerlo siempre a su lado en las Campañas al Desierto. Algunos años más tarde Pedro se reunió con su otra media hermana (hija de Belgrano y la tucumana Dolores Helguero), llamada Manuela Mónica del Corazón de Jesús Belgrano. 

Los inicios

El General Manuel Belgrano (el más católico de nuestros próceres, y soltero toda su vida), tuvo numerosos romances, de los cuales dos le dieron descendencia. Uno de ellos fue con María Josefa Ezcurra, que fue novia de Belgrano cuando él tenía 32 años y ella apenas 16, desde 1802 a 1803.
Sus padres, enterados de la noticia se apresuraron a casarla con un primo proveniente de España llamado Juan Esteban de Ezcurra. Después de nueve años de matrimonio, sin hijos, y disconforme con la Revolución de Mayo, Ezcurra regresa a España, negándose María a acompañarlo. Aunque nunca la volvió a ver, Juan Esteban la nombraría su heredera.
A todo esto, Belgrano, que se había trasladado temporariamente a España para realizar sus estudios en las universidades de Salamanca, primero, y Valladolid, después, estaba de regreso en Buenos Aires con su flamante diploma de abogado o, para mejor decir, bachiller en Leyes, según la terminología de la época, título obtenido de manera brillante en una exitosa carrera universitaria.

En esos momentos, fuertes sentimientos afectivos lo llevaron a reanudar, aunque en el mayor de los secretos, su relación con María Josefa, quien no había tenido hijos en el matrimonio con su primo.

Sin embargo, por disposición de la Junta de Gobierno, Belgrano debió marchar con urgencia a San Salvador de Jujuy para hacerse cargo de la conducción del Ejército del Norte o, más propiamente, del Ejército Auxiliar del Perú, mientras María Josefa permanecía en Buenos Aires con su familia paterna.
Cuando Belgrano fue nombrado General en Jefe del Ejército Auxiliar del Perú (o Ejército del Norte), luego de crear la Bandera Nacional en Rosario, María Josefa partió a su encuentro. Por fin, luego de 45 días de un fatigoso viaje cubierto de vicisitudes desagradables e inesperadas situaciones de peligro, se encontraron a principios de 1811, aunque pronto debieron trasladarse a San Miguel de Tucumán, luego del Éxodo Jujeño ocurrido en agosto de 1812.
Allí vivieron sus momentos de máxima felicidad, quedando María Josefa embarazada en octubre de 1812. En razón de las circunstancias personales de la futura madre y la vigencia del vínculo conyugal que la unía a su ex esposo Juan Esteban Ezcurra, ambos decidieron que lo mejor sería que el parto se produjera en un lugar alejado de Buenos Aires con el fin de evitar un previsible y fuerte reproche social.
Así fue que se eligió la estancia de unos amigos, muy cercana a la ciudad de Santa Fe; probablemente una propiedad de Francisco Antonio Candioti o de Gregoria Pérez de Denis, aunque algunos historiadores sostienen que podría tratarse de un establecimiento rural de Juan Manuel de Rosas ubicado en cercanías de la Villa del Rosario.

Lo cierto es que el 29 de julio de 1813 nació el niño que fue anotado y bautizado en la iglesia Matriz (Catedral) de Santa Fe como huérfano o expósito, partida en la que su madre figura como madrina de bautismo.

El niño vivió en Santa Fe algunos meses con su madre, y luego fue adoptado por una hermana de ésta, la ya mencionada Encarnación Ezcurra, quien recientemente había contraído nupcias con Juan Manuel de Rosas. Por eso, el futuro gobernador de Buenos Aires aparecerá como padre de la criatura, en tanto que el niño se llamará Pedro Pablo Rosas, criándose con los hijos legítimos del matrimonio: Juan Bautista y Manuela Robustiana (Manuelita). No hay registros si el niño Pedro conoció a su padre.
Desde entonces sería conocido como Pedro Pablo Rosas. Cuando cumplió 16 años, Rosas, que le guardaba un profundo cariño, lo nombró su secretario privado durante su primer período como gobernador de Buenos Aires.
En 1833, al cumplir los 20 años de edad, Pedro fue informado por Rosas de su verdadero origen, (cumpliendo éste el expreso pedido de Belgrano), que su padre era el creador de la bandera y que su madre era María Josefa Ezcurra, a quien Pedro Pablo llamaba tía.
A partir de entonces, incorporó su apellido biológico, pasando a llamarse Pedro Pablo Rosas y Belgrano. Tuvo una educación limitada en la capital, y muy joven pasó al campo y a la frontera con los indígenas. Más tarde lo acompañó en la campaña al desierto de 1833.
Su destino con los indígenas
Al regresar, Rosas le regaló una estancia en el pueblo de Azul. Durante el año 1837 ejerció como Juez de Paz de Azul y comandante del fuerte de San Serapio Mártir, con el grado de Mayor.
A fines de ese año pidió ser relevado y se dedicó a administrar su estancia. También tuvo alguna actuación reprimiendo las ramificaciones locales de la sublevación de los Libres del Sur en 1839 en contra de Juan Manuel de Rosas.
Durante la década de 1840 fue nombrado comandante de Azul (el pueblo más importante del sur de la provincia en esa época), y oficialmente encargado de las relaciones con los indígenas en todo el sur de la provincia.
Se encargaba de lo que Rosas llamaba el "negocio pacífico", esto es, entregar a los indios "amigos" (Painé, Pichún, Catriel e Ignacio Coliqueo), regalos y víveres (alcohol y yerba mate),  a cambio de que los indígenas se mantuvieran en paz con las poblaciones de frontera y ayudaran a reprimir a los que las atacaran. También llevaba adelante las relaciones diplomáticas y el correo entre los indios y el gobierno provincial.
A mediados de la década fue ascendido al grado de Coronel, y llegó a ser un estanciero muy rico y con buenas relaciones, tanto con los estancieros y gauchos del sur de la provincia como con las distintas tribus.
Poco antes de la batalla de Caseros mantuvo varias reuniones con los caciques, a los que comprometió a unirse a sus fuerzas para defender el gobierno de Rosas, en caso de que el general Urquiza fuera derrotado y la guerra se extendiera al sur de la provincia.
Los bandos confusos
Después de la caída de su padre adoptivo en Caseros, siguió siendo el Juez de Paz de Azul, por orden directa de Urquiza. Mantuvo relaciones por carta con Manuelita Rosas, exiliada con su padre en Inglaterra. Por orden de Hilario Lagos, comandante de campaña, fue nombrado Comandante del Regimiento de Caballería Número 11, con sede en Azul.
A fines de noviembre de ese año de 1852 estaba en Buenos Aires cuando estalló la rebelión de Lagos, que pronto dominó gran parte del interior de la provincia y puso sitio a la ciudad de Buenos Aires. En la capital se supo que había grupos en el sur de la provincia que aún seguían obedeciendo al gobierno porteño, pero no tenían cohesión ni podían establecer contacto con la capital. Por eso el Gobernador Manuel Pinto envió a Rosas con unos pocos acompañantes al puerto del Tuyú.
Apenas desembarcado, convocó a los indígenas para que cumplieran sus compromisos de un año antes, forzando bastante el sentido que debía habérsele dado. La noticia de la expedición de Rosas y Belgrano levantó los ánimos de los porteños, mientras que los federales se dedicaron a tratar de detenerlo antes de que reuniera demasiada gente a sus espaldas.
Rosas reunió los grupos dispersos y marchó hasta Dolores, donde logró reunir unos 4.500 hombres, entre ellos algo más de 1.000 aborígenes. Pronto regresó hasta la costa del río Salado, a esperar una prometida expedición naval con armas y municiones, por lo que se instaló cerca de la desembocadura de este río, pero los refuerzos y armas no llegaron nunca. Los barcos en que debían ser transportados encallaron y naufragaron, y nadie avisó a Rosas y los suyos.
Allí estaban cuando aparecieron los federales, al mando del general Gregorio Paz. Tan mal se había preparado, que tenía el río Salado a sus espaldas. Los indios formaban en un costado pero, antes de iniciarse la batalla, sus jefes conferenciaron con los caciques de las tropas auxiliares indígenas que formaban en el ejército federal y, de común acuerdo, todos abandonaron el campo de batalla.
Los “federales nacionales” de Paz puso a sus fuerzas a órdenes del coronel Juan Francisco Olmos, mientras Rosas y Belgrano, representante del gobierno provincial ponía los suyos a órdenes de Faustino Velazco. La batalla de San Gregorio fue una verdadera catástrofe para los unitarios: murieron casi 1.000 hombres, incluidos los coroneles Velazco y Acosta. Casi todos los oficiales fueron tomados prisioneros.
Tras esta victoria, Lagos reforzó el sitio de Buenos Aires, cerrando todas sus vinculaciones con el exterior, excepto por el Río de la Plata. Un consejo de guerra presidido por el coronel Isidro Quesada condenó a Rosas y Belgrano a muerte, a pesar de la defensa que de él hizo Antonino Reyes.
Pero Lagos no quiso cumplir la orden y lo puso en libertad, quizá influido por una carta que Manuela Mónica Belgrano le entregara al general Lagos, pidiéndole por la vida de su hermano Pedro, "teniendo en cuenta su sangre". Además, Lagos conocía a Pedro como hijo adoptivo de Juan Manuel de Rosas, ya que ambos servían a las órdenes del Restaurador de las Leyes y las Instituciones.
José Hernández (el autor del Martín Fierro), que peleó en las filas del hijo de Belgrano, recordaba años después:  
“El último Rosas que conservaba en el Sud un resto de prestigio, penetró en la Provincia de Buenos Aires en 1852 trayendo en sus filas los indios que se encontraron en la batalla de San Gregorio. Se dispersaron como en Caseros, después de inútiles cargas dadas en medio de sus salvajes alaridos, y desde la costa del Salado hasta sus tolderías, distantes más de ochenta leguas, no hicieron sino saquear cuanto hallaron...”.
Levantado el sitio a mediados de 1853, fue repuesto en su cargo al frente del Regimiento de Caballería número 11 y de comandante de Azul. Se le encargó que organizara un plan general de defensa de la frontera, encargo que se ignora si cumplió, donde permaneció durante los años 1854 y 1855.
En febrero de 1855, a los 42 años de edad, pidió la baja por mala salud, en una época en que arreciaban los ataques contra los ex colaboradores de Rosas, y el gobierno decidió confiscar todos los bienes de éste y de sus hijos. Dado que legalmente Pedro era hijo de Rosas, perdió todos sus bienes (once estancias en total). Nuevamente ofreció sus servicios a Urquiza y la Confederación
También fue acusado de participar en las invasiones de los Generales Jerónimo Costa y José María Flores. A fines de 1855 se marchó a Santa Fe, donde prestó servicios en la frontera.
A principios de 1859 fue despachado de Paraná, junto con el indio Cristo, de la gente de Callvucurá, y el teniente coronel Federico Olivencia, con la misión de levantar las indiadas del sur a favor de la Confederación y contra Buenos Aires. Poco después, el coronel Rosas y Belgrano marchó sobre Azul con fuerzas cristianas e indios aliados, pero esta empresa bélica tuvo fin al formalizarse la paz de San José de Flores, en noviembre de 1859.
Poco después de la batalla de Cepeda, el general Urquiza volvió a avanzar sobre Buenos Aires. Allí organizó la defensa el General Bartolomé Mitre, mientras los jefes de frontera trataban de defenderse de un posible avance hacia el sur. Urquiza nombró a Rosas y Belgrano Comandante de Armas del sur de la provincia y lo envió hacia esa zona.
Convenció al cacique general Calfucurá, que atacó al comandante Ignacio Rivas en Cruz de Guerra, pero este ataque fracasó. Enviado por Rosas y Belgrano, el coronel Federico Olivencia tomó la ciudad de Azul. Un comandante de apellido Linares se presentó frente a Tandil, que estaba indefensa por haber salido su comandante Benito Machado a enfrentar a Olivencia. De modo que los habitantes de Tandil le dejaron tomar la ciudad, a cambio de que los indígenas que venían con él quedaran afuera; pero éstos se sublevaron y saquearon la ciudad.
Olivencia entró en conflictos con Rosas y Belgrano, de modo que lo abandonó y se pasó a las filas del general Flores. Machado regresó a Tandil, obligando a Linares a huir. Y los indígenas que habían llegado a Azul con Rosas y Belgrano también lo abandonaron. El coronel debió huir por "tierra de indios", llegando hasta Rosario.
Después de la batalla de Pavón fue tomado prisionero en Rosario y pasado el cuerpo de inválidos. A pesar de que algunos oficiales pidieron que fuera ejecutado, su vida fue respetada por orden de Mitre, quien viendo que estaba ya muy enfermo, lo dejó regresar a Buenos Aires, con orden expresa de no dejarlo acercar a Azul.
Se había casado en 1851 con Juana Rodríguez, siendo madrina de la boda su madre biológica María Josefa Ezcurra. De esta unión nacieron nada menos que 16 hijos.

El encuentro con su hermana
Pedro tenía una media hermana, seis años menor que el, nacida en Tucumán el 4 de mayo de 1819. Se llamaba Manuela Mónica y era hija del General Belgrano con María Dolores Helguero.

¿Por qué Belgrano no se casó con María Dolores cuando ella quedó encinta, para evitarle el rechazo social que en esa época caía sobre la madre soltera? ¿No pudo hacerlo por su enfermedad, o porque se consideraba demasiado viejo? ¿O directamente no quiso asumir el compromiso? Es terreno para muchas conjeturas. 

La niña Manuela se criaba en la casa de los Liendo (sus abuelos y tíos maternos). Al parecer, Belgrano no la visitó durante los cinco meses escasos que estuvo en Tucumán desde su regreso de Córdoba. El general consideraba que “no debía, por moralidad y por el rango que ocupaba, preguntar directamente por su hija, aunque se dirigiese a un amigo íntimo”. Escribía a diario, desde la Ciudadela, al padrino Pedro Celestino, requiriendo datos de la niña, a la que llamaba “Mi ahijadita”.

La niña Manuela Mónica partió a Buenos Aires a fines de 1825, para vivir con la familia Belgrano, en casa de una tía paterna. Desde entonces residió en Buenos Aires y nunca mas volvió a Tucumán.

Manuela Mónica se casó en 1852, con un pariente político, Manuel Vega Belgrano. Vivía en Azul, donde también vivía huérfano su medio hermano. ¿Casualidad? No, unión familiar. En esos tiempos la solidaridad de las familias era el arma más poderosa contra las dificultades y la adversidad.

Pedro trabó relación con sus recuperados parientes, especialmente con su media hermana Manuela Mónica. No sería raro que hubiera sido el mismo Pedro quien presentara a Manuela, ya de 33 años, a su futuro marido. Que la relación entre los hijos de Belgrano fue muy fluida lo demuestra la correspondencia entre ellos. 

Manuela Mónica Belgrano de Vega Belgrano murió en febrero de 1866, a los 47 años, luego de soportar muchos problemas de salud.

El final
Pedro Pablo Rosas Belgrano falleció a los 50 años en Buenos Aires el 27 de septiembre de 1863, y por esas cosas del destino murió en su casa de la calle Belgrano al 800.

En su testamento dictado poco antes de morir declara ser hijo “natural” del General Manuel Belgrano, pero manifiesta desconocer quien fue su madre para resguardar su condición de hijo adulterino.

Sus restos fueron inhumados en el panteón de María Josefa Ezcurra, por los que yacen así junto a los de su madre (que fallece el 6 de setiembre de 1856), por haberlo así dispuesto ésta en vida.

Su padre, el General Manuel Belgrano (que había fallecido mucho tiempo antes, el 20 de junio de 1820, cuando él solo tenía 7 años), no reconoció a sus hijos en su testamento, argumentando “para no deshonrar a las madres de los mismos”.


3. El Día de la Industria Argentina. ¿Cuándo es? ¿Por qué es? 
Emilio Jesús Schleh, investigador y periodista, nacido en Monteros, provincia de Tucumán, fue el impulsor del Día de la Industria Argentina durante  el Segundo Congreso de la Industria realizado en Buenos Aires en noviembre de 1925.
Se declara Día de la Industria Argentina el 12 de octubre, y se le encarga a la UIA (obviamente con sede en Buenos Aires), la celebración anual de esta fecha.
¿Quién era este tucumano para decirle a alguien cuando debía ser el Día de la Industria? 

La UIA se tomó “apenas” 16 años después de haber sido aprobada la iniciativa, en 1941, pero ni siquiera respetó la fecha de su impulsor. Fijó al efecto el 2 de septiembre, por “sugerencia” de la Confederación Argentina del Comercio, de la Industria y de la Producción.

¿Por qué el 2 de setiembre? El 2 de setiembre de 1587 se realizó la primera “exportación” argentina (en realidad todavía éramos Virreinato del Perú). Se trata de una fecha que conmemora un hecho delictivo, concretamente un episodio de contrabando.

Veamos que hay “debajo de la alfombra”. Aquel 2 de setiembre zarpó del fondeadero del Riachuelo la carabela San Antonio al mando de un tal Antonio Pereyra, con rumbo a Brasil. La embarcación llevaba en sus bodegas una carga de tejidos y bolsas de harina producidos en Santiago del Estero, enviada desde Tucumán por el Obispo Fray Francisco de Vitoria (conocido mercader de esclavos de la época).

Pero siempre hay un ojo avizor y tarde o temprano las cosas se saben. El entonces Gobernador de Tucumán, Juan Ramírez de Velazco (fundador de La Rioja), denunció que dentro de las bolsas de harina estaban camufladas barras de plata del Potosí, cuya exportación estaba prohibida por real cédula.

Resumiendo, festejamos el Día de la Industria por la primera exportación argentina,  representada por un acto de contrabando.
y buhe…, que le vamos a hacer. 

4. El primer intento de reforma agraria

Es sabido que Gervasio Artigas (“el padre de los Pueblos Libres”) fue uno de los mayores defensores de las ideas federalistas, indigenistas y libertarias de nuestro continente.

Lamentablemente los “porteños decentes” lo declararon traidor y pusieron precio a su cabeza. Hoy solo se lo recuerda como el principal prócer histórico de Uruguay, y hasta ese recuerdo puede estar borroso ya que jamás fue pintado o grabada su figura, y la única existente la hizo un pintor a través del relato de quienes lo conocieron.

En 1815 el Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental, se sentaban las bases para lo que fuera la primera Reforma Agraria de América Latina.

Con criterio Artigas dispuso la confiscación de las propiedades mal habidas y mal trabajadas de “los malos europeos y peores americanos” para entregárselas a “los negros libres, los zambos de toda clase, los indios y los criollos pobres”. También serían agraciadas las viudas pobres en caso de tener hijos, los casados tendrían prioridad antes que los solteros.

Una condición fundamental fue que “el agraciado propenda con su trabajo y hombría de bien a su felicidad y a la de su Provincia”

Se repartieron parcelas de 1,5 leguas de frente y 2 de fondo (*), y se entregaron 400 cabezas de ganado a cada favorecido con la prohibición de revender y la obligación de montar en 60 días un establecimiento rural (por lo menos un rancho y dos corrales). De no cumplir esas tierras pasarán a “otro vecino más laborioso y benéfico para la Provincia”.

Los responsables de los registros y controles de loteo y marcas de ganado fueron los alcaldes regionales, prueba de un federalismo a prueba de todo centralismo urbano. 

(*) La legua (distancia en que se puede recorrer a pie o en cabalgadura al paso durante una hora), es una distancia variable según la topografía del terreno, pero oscila entre 4 km y 5,2 km. En Uruguay tiene una longitud de 5.196 m por lo que cada parcela tendría unas 8.100 ha). 

5. La primera población en el actual territorio argentino 
Hace algunos días escuché a un conocido periodista porteño decir que Santiago del Estero, la “madre de ciudades”, fue la primera ciudad en lo que hoy es la República Argentina.
Muchos de estos personajes, a quienes les encanta hablar de “interior profundo” (¿??), pocas veces han tomado un plano en sus manos, ni han leído un buen libro elemental de historia argentina. No saben que es el interior y muchos menos el “profundo”.
Tratemos de poner las cosas en su lugar.
El primer asentamiento
El primer asentamiento español ocurrió en 1527 en la provincia de Santa Fe, fue el fuerte Sancti Spiritu, que un año más tarde fue destruido por los aborígenes.
Fue establecido por Sebastián Gaboto (quien buscaba las supuesta fabulosas riquezas del Rey Blanco), el 27 de mayo y oficialmente fundada el 9 de junio a orillas del río Coronda, junto a la desembocadura del río Carcarañá y a 6 km de la confluencia del primero con el río Paraná.

El 27 de mayo, e iniciaron la construcción del fuerte que se terminó el 9 de junio, fiesta de la Pascua de Pentecostés, lo que explicaría el nombre de "Sancti Spiritus" que le dieron. Allí levantaron además 20 casas, convirtiéndose en la primera población europea en el actual territorio argentino.

Los aborígenes de las denominadas tribus de carcarañáes colaboraron tanto en la construcción del poblado, así como en la siembra de trigo y cebada, que resultaron las primeras realizadas en Sudamérica.

Los españoles descuidaron la defensa del fuerte, y si bien en principio los pobladores se habían entendido bien con los indígenas de la zona, Gaboto los había maltratado y estaba convencido de que cuanto mayores fueran los castigos que les infligiera mayor respeto les impondría.

Esto sólo sirvió para despertar el odio de los mismos, quienes en septiembre de 1529, antes del amanecer, tomaron por asalto la fortaleza. Sólo dos cañones quedaron como testigos.

Las ruinas de Sancti Spíritu se encuentran a 150 metros de la desembocadura del Carcarañá, en el extremo sudeste del poblado de Puerto Gaboto, 60 km al norte de la ciudad de Rosario. Los restos de la primera ocupación española documentada en territorio argentino están concretamente en la manzana que corresponde con la calle Zabala, Pérez y Avenida Hurtado del poblado. La erosión provocada por el agua hizo que una porción del asentamiento desapareciera definitivamente. [][]El sitio actualmente es un parque arqueológico y museo estatal. 
La primera ciudad
La ciudad de Buenos Aires tuvo dos fundaciones. La primera el 2 de febrero de 1536 llevada a cabo por Pedro de Mendoza y la llamó Puerto de Nuestra Señora Santa María del Buen Ayre. La misma fue destruida en 1541 por los propios habitantes a raíz de las constantes amenazas de los nativos.
La segunda fundación ocurrió el 11 de junio de 1580, llevada a cabo por Juan de Garay y la denominó Ciudad de La Santísima Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre. 
La “madre de ciudades”
La primera ciudad permanente, fundada por los colonizadores españoles fue la ciudad de Santiago del Estero en el año 1553, aunque su historia comienza tres años antes.
Heredera del legado del pueblo Tonocotés, pobladores originarios del lugar desde el año 4.000 a.C, Santiago del Estero es la ciudad estable más antigua de la Argentina, tomando en cuenta que la Buenos Aires de Pedro de Mendoza “desapareció” en 1541.
Fundada a orillas del río Dulce por Núñez de Prado en 1552, se trasladó a su ubicación actual en 1553. Se la llama "madre de ciudades" por haber sido el principal soporte de los procesos de colonización hispánica durante la segunda mitad del siglo XVI.
Durante los siglos XVI y XVII, la ciudad fue el origen y centro de la conquista armada y religiosa de la Colonia Española en el actual Noroeste argentino. De ella surgieron las corrientes que fundaron las principales ciudades de esa región del país. Por ley Nº 25.681 del Congreso de la Nación Argentina, fue declarada oficialmente “Ciudad Madre de Ciudades y Cuna del Folclore”.
La “primera” ciudad fue fundada el 24 de junio de 1550 por Juan Núñez de Prado, proveniente del Perú, con el nombre de El Barco (en honor a su ciudad natal en España, El Barco de Ávila). Al año siguiente se vio obligado a trasladarla (El Barco II), en 1551, y luego, tuvo que trasladarla de nuevo en 1552 (El Barco III).
Un viejo y armónico vals de don Andrés Chazarreta (santiagueño si los hay…), da cuenta de esta historia.  
MADRE DE CIUDADES (Vals)
Letra y Música: Andrés Chazarreta

En Santiago conocí
una flor que perfumó mi vida
por su encanto me perdí
por su querer, por su pasión,
la amaba tanto y la adore sinceramente
que en sentidas serenatas
le canté al balcón todo mi amor
con emoción y fe
- (que no olvidaré) -

Santiago, vieja Ciudad del Barco
no creas si me alejo que tal vez
me voy a olvidar.

Yo siempre recuerdo con cariño
que por tus calles fue
que viví una ilusión.

Y al mirar el viejo río
el puente aquel
comprendí que en mi memoria
no morirás.

Cuánta emoción contemplar
tus eucaliptus, tu sol de julio
Cuatro siglos de linaje
Madre de Ciudades
tu eres mi ilusión. 

Los habitantes de esta tercera ciudad de El Barco fueron conminados por Francisco de Aguirre, proveniente de Chile, a mudarse a una nueva ubicación y, junto con colonos que él mismo traía de Chile, fundó una cuarta ciudad, pero con otro nombre: Santiago (por el Apóstol Santiago) del Estero (por hallarse junto a una laguna cercana al río Dulce) el 23 de diciembre de 1553.
Con Núñez de Prado, además de españoles, llegaron numerosos indios yanaconas, de habla quechua, lengua que dio origen al actual quichua santiagueño, ampliamente difundido en la provincia.
Desde Santiago del Estero, los españoles lanzaron expediciones que fundaron, sucesivamente, las ciudades que luego fueron capitales de provincia:
  •    San Miguel de Tucumán. La fundación de la ciudad, cuyo nombre original fue San Miguel de Tucumán y Nueva Tierra de Promisión, se produjo en 31 de mayo de 1565 por Diego de Villarroel .
  •     Córdoba. La fundación de la ciudad, cuyo nombre original fue de Córdoba fue Córdoba de la Nueva Andalucía, se produjo el 6 de julio de 1573 por Jerónimo Luis de Cabrera.
  •    Salta. La fundación de la ciudad, cuyo nombre original fue  Ciudad de San Felipe y Santiago del Lerma, se produjo el 16 de abril de 1582 por Hernando del Lerma.
  •      La Rioja. La fundación de la ciudad, cuyo nombre original fue Ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja, se produjo el 20 de mayo de 1591 por Juan Ramírez de Velasco.
  •    San Salvador de Jujuy. La fundación de la ciudad, cuyo nombre original fue San Salvador de Velazco en el Valle de Jujuy, se produjo el 19 de abril de 1593 por Francisco Argañaraz.
  •     Catamarca. La fundación de la ciudad, cuyo nombre original fue San Fernando del Valle se produjo el 5 de julio de 1683 por Fernando de Mendoza y Mate de Luna

La ciudad de Santiago del Estero y su zona de influencia formaron parte del Virreinato del Perú hasta 1776, fecha en que la corona española creó el Virreinato del Río de la Plata, quedando incluida en la Intendencia de Salta del Tucumán. Formó parte de la efímera República de Tucumán hasta el 27 de abril de 1820, cuando al proclamarse la autonomía provincial, se convirtió en capital de la nueva provincia de Santiago del Estero.

Se va la segunda
En honor a la verdad la segunda ciudad fundada en el actual territorio argentino fue Londres, en la provincia de Catamarca, en 1558. Es una localidad turística y “madre de bellas artesanías” ubicada sobre el kilómetro 4.075 de la Ruta Nacional 40.
La primera fundación por parte de Juan Pérez de Zurita, junto al río Quinmivil, se realizó el 24 de junio bajo la denominación de Londres de la Nueva Inglaterra, en homenaje a Londres, la ciudad natal de la reina María Tudor, esposa del rey Felipe II de España, quienes contrajeron matrimonio real en 1553.
Las posteriores fundaciones conservaron con algunas variantes el nombre de Londres, hasta llegar a su denominación actual. 
Ya ven… no todo lo que se dicen los medios de comunicación es estrictamente cierto: la primera población fue Sancti Spiritu, la primera ciudad Buenos Aires (pero fue destruída), y la Madre de Ciudades (estables), es Santiago del Estero.


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