miércoles, 5 de abril de 2017

Cuando hablamos de Alvear ¿De qué Alvear estamos hablando?


Centenas de calles, pueblos, distritos, comunas, paseos y plazas de nuestro país llevan el nombre de Alvear, sin embargo pocos saben a cuál Alvear se están refiriendo. ¿Diego? ¿Carlos María? ¿Torcuato? ¿Marcelo Torcuato? ¿José María? ¿Emilio?

¿Todos ellos merecen de la misma manera que su nombre quede estampado en una ciudad o en una calle?

Entre los miembros de la rama argentina de los Alvear hubo de todo: desde un egocéntrico, centralista y traidor enemigo de San Martín, hasta un radical Presidente de la Nación,  pasando por un ejecutivo y conservador Intendente de la Capital Federal o un Ministro de Relaciones Exteriores.

Cuando el cartel de una calle, o el nombre de una ciudad o pueblo lleven el nombre “a secas” de Alvear, averigüemos de cual se trata, y reflexionemos si realmente se lo merece.

El tronco familiar
La familia Alvear es estuvo representada por numerosos políticos, militares y empresarios originaria de la Cantabria española. Una parte de ella se asentó en el Virreinato del Rio de la Plata.
Diego de Alvear y Ponce de León (1749-1830), se destacó durante más de veinte años por estos pagos al estudiar y cartografiar las zonas fronterizas con el Brasil portugués.
A partir de Diego de Alvear la genealogía familiar se divide en dos: la rama argentina iniciada por su hijo Carlos María de Alvear (fruto de un primer matrimonio con la porteña María Balbastro), y la rama española conformada por el resto de sus hijos (nacidos de su segundo matrimonio con la británica Luisa Rebeca Ward).
El Mayor General Diego de Alvear y Ponce de León, regresaba a la península con su esposa Josefa Balbastro y sus ocho hijos, después de cumplir su misión en el establecimiento del trazado de los límites en Paraguay, cuando las fragatas fueron atacadas.
Don Diego de Alvear viajaba con su hijo mayor Carlos (cadete del Regimiento de Dragones de Buenos Aires), en la fragata Medea, y su familia y enseres iban en la fragata Mercedes. En un momento de la refriega, la Mercedes saltó por los aires, pereciendo la esposa de Don Diego y sus hijos, salvo el primogénito.
Mucho más relevante que la rama española, la rama argentina está representada por cuatro importantes personajes:
·         Carlos María de Alvear (1789-1852), militar y político de larga trayectoria que ejerció el Directorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata en 1815.
·         Emilio Marcelo de Alvear (1817-1885), primer hijo varón de Carlos María, fue Ministro de Relaciones Exteriores en la presidencia de Santiago Derqui.
·         Torcuato de Alvear (1822-1890), quinto hijo de Carlos María, fue el primer Intendente de la Ciudad de Buenos Aires entre 1883 y 1887.
·         Marcelo Torcuato de Alvear (1868-1942), hijo de Torcuato, fue Presidente de la Nación Argentina entre 1922 y 1928. 
Carlos María de Alvear
Nació en Santo Ángel Guardián de las Misiones (hoy territorio brasileño), en el Virreinato del Río de la Plata, el 25 de octubre de1789  y falleció en Nueva York el 3 de noviembre de 1852.
Estuvo casado con María del Carmen Sáenz de la Quintanilla, y tuvieron 10 hijos, entre los que se cuentan Emilio de Alvear y Torcuato de Alvear.
Fue un militar, político y diplomático de larga trayectoria que ejerció el Directorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata durante 3 meses en 1815.
Alvear fue uno de los pocos oficiales de carrera en participar de la Guerra de Independencia Hispanoamericana por el bando revolucionario
Siendo aún un niño había revistado como cadete en el Regimiento de Dragones de Buenos Aires, en que figuró como portaestandarte. A fines de 1807 se incorporó a la Brigada de Carabineros Reales (un cuerpo de elite) con el grado de alférez (equivalente al de teniente en los cuerpos de línea).
Trasladado a España participó en la campaña contra la invasión napoleónica. Llegó a Cádiz a fines de 1809 y a los pocos meses fundó la Sociedad de los Caballeros Racionales, o Logia Nº 3 (filial de otra con sede en Londres), a la que luego se incorporaría José de San Martín.
El estallido de la Revolución de Mayo en Buenos Aires, en mayo de 1810, precipitó a que Carlos María de Alvear a fines de ese año pidiera licencia del ejército español, la que se prolongó hasta su traslado a América.
A principios de 1811 exigió a su padre la parte de la herencia de su madre, que era considerable, y la utilizó para financiar sus proyectos revolucionarios.
Regresó a Buenos Aires en marzo de 1812 en la fragata inglesa George Canning, en el mismo barco en que viajaban José de San Martín,  y otros militares notorios que no se encontraban en el Río de la Plata cuando se produjeron los sucesos  de Mayo.
A su desembarco el Primer Triunvirato lo nombró Capitán y Sargento mayor del flamante escuadrón de Granaderos a Caballo. Por sus contactos políticos, fue quien presentó a San Martín en la sociedad porteña y también su testigo de casamiento.
Carlos María de Alvear trabajó, junto a San Martín, Zapiola, Martín Rodríguez y otros, en la organización de la Logia Lautaro, un grupo secreto que intentaba corregir la dirección política del gobierno. La logia fue creada con la finalidad de obtener la Independencia de la América Hispana de la corona de los reyes de España y dictar una constitución basada en el liberalismo que establecería un estado republicano.
Para lograr tal fin encabezó con San Martín la revolución del 8 de octubre de 1812, que reemplazó al Primer Triunvirato por el Segundo y que convocó a la Asamblea del año 1813.  Organizó las elecciones de los representantes porteños y de las provincias y fue el primer Presidente de dicha Asamblea.
Ambicionando el poder político y basándose en el centralismo que había existido en el antiguo Virreinato, logró que la Asamblea General creara un Directorio a cargo de un Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, para el cual hizo elegir a su tío Gervasio Antonio de Posadas (primo de su madre).
A mediados de 1813 renunció a su banca y fue nombrado Coronel del Regimiento de Infantería Nº 2, pero siguió participando en política a través de la Logia. La Logia se dividió entre los partidarios de San Martín y los de Alvear, por lo que éste, con mayores influencias políticas, lo alejó del poder poniéndolo al mando del Ejército del Norte.
Previo al Congreso Constituyente de Tucumán ocurrieron acontecimientos que ponen en evidencia las fuerzas en pugna.
A la caída de la Primera Junta de Gobierno elegida el 25 de mayo de 1810, le sigue el Primer Triunvirato, "donde aparece el hombre fuerte, el secretario del Triunvirato, que es Rivadavia, quien concentra el poder y muestra la firme voluntad de mantener la ficción" de libertad.
A la caída del Primer Triunvirato, "se crea la asamblea de 1813, pero es una asamblea dominada por Alvear, un hombre cercano a los intereses británicos, que va a continuar con la ficción de obediencia al rey cautivo".
Pese a ello, la Asamblea de 1813 aprueba la creación de la bandera, del escudo y la moneda, "todos elementos que hablan de independencia, pero no se la proclama ni se redacta la constitución". "Carlos María de Alvear está muy atento a lo que dice Gran Bretaña, habla de plantear una disculpa, una reconciliación con España".
La Asamblea del año 1813, presidida por Alvear, temía que la incorporación de los artiguistas produjera una virtual alianza entre el caudillo oriental y San Martín para apurar una declaración de independencia, en contra de los intereses del grupo alvearista.

Los representantes de Artigas traían instrucciones muy precisas, que no eran del agrado de la clase dirigente porteña:

·         Inmediata declaración de Independencia
·         Constitución republicana
·         Gobierno central con respeto a las autonomías provinciales
·         Establecimiento de la capital fuera de Buenos Aires.

El General Alvear le escribió al embajador inglés en Río de Janeiro, Lord Strangford: "Estas provincias desean pertenecer a la Gran Bretaña, recibir sus leyes, obedecer a su gobierno y vivir bajo su influjo poderoso. Ellas se abandonan sin condición alguna a la generosidad y buena fe del pueblo inglés. Yo estoy resuelto a sostener tan justa solicitud para librarlas de los males que las afligen. Es necesario que se aprovechen los buenos momentos, que vengan tropas que impongan a los genios díscolos y un jefe plenamente autorizado que empiece a dar al país las formas que fueren del beneplácito del Rey".

Para la mayoría, la actitud de Alvear era una traición a la patria. Así lo entendió Artigas al que se adhirieron las provincias litorales. En todos lados hubo protestas y hasta San Martín, indignado, había decidido renunciar a su cargo de gobernador de Cuyo, pero un Cabildo Abierto lo repuso antes de que llegara el reemplazante que rápidamente mandó Alvear. 

La locura de Alvear llega al punto de la traición. Llega a plantear a Gran Bretaña que nos reciba como colonia, mandando a Manuel José García a negociar. Envía un documento en nombre de estas provincias donde pide entrar en la órbita como colonia. García fue frenado en su misión por Belgrano y Rivadavia, quienes ya estaban en Río de Janeiro y buscaban una salida pacífica a la complicada situación de las Provincias Unidas.
Belgrano se alarma y se pregunta “¿Cómo es que se iba a entregar el país a Inglaterra?”. La novedad se conoce en Buenos Aires y destituyen a Alvear.
En la huida, Alvear viaja a Río de Janeiro con papeles secretos sobre los ejércitos: la posición de las tropas, el número de soldados, los nombres de los espías y la ubicación de las armas. Esto fue considerado un acto de traición de los más grandes que se conozcan.
Algunos historiadores han pretendido echar algo de luz sobre las desavenencias políticas entre Alvear y San Martín.
El historiador Hugo Chumbita publica en su libro El secreto de Yapeyú, una investigación que devela el secreto predilecto de algunos historiadores argentinos: que San Martín era hijo de una indígena guaraní llamada Rosa Guarú y Diego de Alvear, padre de Carlos María.
Chumbita explica qué si realizara una prueba de ADN sería más fácil explicar el papel de los ingleses en las guerras de la Independencia, el enfrentamiento entre Alvear y San Martín, la anglofilia de Alvear, el apoyo sanmartiniano a la monarquía incaica y los motivos que lo llevaron al ostracismo de Boulogne Sur-Mer.
En Yapeyú se cree, que Don Diego habría conocido a Rosa Guarú y concebido al niño. Una vez enterado de que había tenido un varón, se preocupó por su futuro y le pidió a Juan de San Martín que lo adoptara. Cuando Don Juan y su esposa, Gregoria Matorras, se fueron a España, José Francisco viajó inscripto como hijo de ambos.
Carlos María de Alvear y José de San Martín, siendo hermanastros o no, terminaron fuertemente enemistados por sus posturas ideológicas y políticas.
Emilio Marcelo de Alvear
Nació en  Río de Janeiro en octubre de 1817 y falleció en Buenos Aires en abril de 1885. Fue un abogado y políticoministro de Relaciones Exteriores de su país durante la presidencia de Santiago Derqui.
Hijo mayor del ex Director Supremo, General Carlos María de Alvear, nació durante el exilio de su padre en Brasil.
Estudió en la ciudad de Buenos Aires, donde ingresó en la carrera de derecho. Cuando su padre fue enviado a Estados Unidos como embajador, lo acompañó como secretario y completó allí sus estudios de derecho. Regresó algo después de la batalla de Caseros y se dedicó al periodismo en la capital.
Fue electo diputado al congreso de la Confederación Argentina en 1857. En marzo de 1860, al asumir como presidente, Santiago Derqui lo nombró su Ministro de Relaciones Exteriores.
Junto con el embajador Juan Bautista Alberdi, fueron los gestores de un tratado con España, por el cual ese país finalmente reconocía la Declaración de independencia de la Argentina, a cambio de que los hijos de españoles nacidos en la Argentina fueran considerados ciudadanos españoles. Fue un grave error diplomático, que sería subsanado poco después, al ser denunciado ese tratado por el siguiente gobierno argentino.
Instalado definitivamente en Buenos Aires, se dedicó al periodismo y al ejercicio de la abogacía, siendo un destacado abogado de empresas británicas.
A principios de la década de 1870 se destacó por propugnar una política proteccionista y el desarrollo de la industria local.
No tuvo el éxito que esperaba en su prédica, por lo que se unió al partido liberal de Bartolomé Mitre. Simultáneamente aparecía una generación de dirigentes jóvenes del autonomismo, que extendieron sus ideas proteccionistas e industrialistas (entre los que destacaron Leandro N. Alem y Aristóbulo del Valle), que tampoco lograron éxito alguno a largo plazo.
Fue miembro de la Municipalidad de Buenos Aires en 1878, y poco después Senador provincial. En 1882 fue electo Diputado nacional y apoyó la actividad de los líderes católicos  (Pedro Goyena, José Manuel Estrada, Tristán Achával Rodríguez y otros), contra la ley de educación común. Falleció en Buenos Aires en 1885.

Torcuato Antonio de Alvear
Nació en Montevideo, Uruguay, el 21 de abril de 1822, y murió en Buenos Aires el 8 de diciembre de 1890. Fue el primer Intendente municipal de Buenos Aires, entre 1883 y 1887.
Fue el quinto hijo de Carlos María de Alvear. Contrajo matrimonio con Elvira Pacheco y Reinoso, hija del General Ángel Pacheco, uno de los héroes de la lucha por la independencia y batallador por la causa federal.
Como consecuencia de la federalización del país, se decidió la construcción de una nueva capital para la provincia de Buenos Aires, la ciudad de La Plata. A partir de allí, la Buenos Aires Capital emergió como cabeza del nuevo orden.  A la ciudad le cupo encarnar la imagen del progreso que buscaba impregnar presidente Julio Argentino Roca.
Buena parte de las abundantes rentas portuarias y de los capitales ingresados se volcó en obras de infraestructura como escuelas y hospitales destinados a una población creciente. También se construyó gran cantidad de edificios para alojar a la nueva burocracia, los cuales fueron dotados de un fuerte carácter simbólico que representara al nuevo poder estatal.
En 1880 la Ciudad de Buenos Aires era aún administrada por la Comisión Municipal integrada por notables y respetados vecinos, la que proclamó como su Presidente a Torcuato de Alvear.
Este, rápidamente se dedicó a sanear las alicaídas arcas citadinas e iniciar una etapa de progreso a partir de la cual se iniciaron obras en los servicios públicos que fueron acompañadas por el embellecimiento urbano. En 1883, con la creación del puesto de Intendente de la Ciudad de Buenos Aires, Alvear fue designado por el presidente Julio Argentino Roca en ese cargo, durando su mandato hasta 1887.
Siendo un personaje de poder, vinculado con la aristocracia porteña más tradicional y como parte de la Generación del Ochenta, le fue posible encarar una serie de importantes reformas en Buenos Aires, sin mayor dificultad o trabas.
Su gestión estuvo enfocada en la remodelación urbana y su mayor preocupación fue el cambio de imagen para la nueva Capital Federal caracterizada por grandes avenidas, monumentos y edificios públicos. Alvear era parte de esa generación maravillada por los avances y la moda europea, sobre todo la parisina. 
Máximo Marcelo Torcuato de Alvear
Nació en Buenos Aires el 4 de octubre de 1868 y murió en Don Torcuato el 23 de marzo de 1942.
Fue un abogado y político argentino, que se desempeñó como Embajador en Francia, Diputado, y Presidente de la Nación Argentina entre el 12 de octubre de 1922 y la misma fecha del año 1928, entre las dos presidencias de Hipólito Irigoyen.
Sus antecedentes familiares parecían indicar que todo llevaba a Alvear a convertirse en un político de la oligarquía, sin embargo, en 1890, un grupo de amigos, estudiantes de clase alta, entre los que estaban Carlos Rodríguez Larreta, Ángel Gallardo y Octavio Pico, disconformes con el mediocre gobierno del presidente Miguel Juárez Celman, participaron en la Revolución del Parque, que fue el bautismo de fuego de la naciente Unión Cívica Radical.
Participó activamente de las revoluciones radicales, siendo uno de los pocos miembros de la aristocracia argentina integrado a las tareas de un partido popular.
En esas jornadas de lucha, Marcelo trató a Leandro N. Alem y a un político que iba a ser muy importante en su vida: Hipólito Yrigoyen. Alvear quedó marcado por aquella lealtad que le reconocen hasta sus detractores y se convirtió en militante de la nueva causa, lo que le acarreó disgustos, e incluso cárcel. Fue secretario del primero y padrino de armas del segundo.
Uno de los primos de Marcelo (el melómano Diego de Alvear), había escuchado a Regina Pacini en el teatro Solís de Montevideo y le elogió a Marcelo la voz maravillosa de la jovencísima soprano ligera portuguesa. Apenas la escuchó se enamoró perdidamente de ella, y, luego de muchas peripecias, terminó casándose para el disgusto de toda la “alta sociedad” porteña.
En las elecciones para renovación de bancas legislativas celebradas tras la reforma electoral de la Ley Sáenz Peña en 1912, Alvear fue elegido diputado, cargo que desempeñó por dos años. Cuando Yrigoyen asumió la presidencia en 1916 nombró a Alvear embajador en Francia. Yrigoyen dio su apoyo a Alvear para presidir el comité de la UCR, y así sucederlo en la presidencia de la Argentina.
Alvear fue elegido presidente mientras representaba a su país en Francia. Al poco tiempo de asumir la presidencia, se comenzaron a producir asperezas internas dentro del radicalismo, rompiéndose la relación entre Alvear e Yrigoyen, sobre todo cuando el nuevo presidente nombró a ministros que no tenían relación alguna con los sectores yrigoyenistas.
Su periodo de gobierno coincidió justo con el fin de la crisis mundial de la posguerra, lo que le permitió mejorar la economía y las finanzas del país sin mayores contratiempos.
Se destacó también en el desarrollo de la industria del automotor y la exitosa explotación petrolera, con lo cual alcanzó una prosperidad económica desconocida hasta entonces para la Argentina, y que se demostró con el gran aumento conseguido en el PIB por habitante, cuyo índice para el año 1928 había alcanzado el sexto puesto entre los más altos del mundo.
En el ámbito laboral y social este período se caracterizó por un proceso de concentración urbana en el Litoral y Gran Buenos Aires, además del establecimiento de medio millón de inmigrantes. Se registró un aumento de la clase media, subida del salario real, y disminución de las huelgas y conflictos similares.
Por otra parte hubo un aumento en la deuda externa mayor a la del gobierno radical anterior. En lo que respecta a política educativa, hubo un retroceso de la reforma universitaria impulsada por Yrigoyen, resultando severamente atenuada. Durante su gobierno se sancionaron algunas leyes tendientes a regular y combatir los precios abusivos existentes por parte de la industria frigorífica operada por capitales extranjeros, sin embargo, terminaron siendo anuladas por el propio Alvear al resultar no haber sido eficaces.
En materia de política internacional, se firmaron varios acuerdos de límites con los países vecinos de Chile y Bolivia. La expansión económica que experimentó la Argentina durante el periodo conocido como república radical sigue siendo hasta hoy en día el ciclo de mayor crecimiento económico en la historia argentina, sólo superado por la gestión posterior del gobierno de Arturo Illia.
Casi al terminar su gestión presidencial, el partido se dividió en dos facciones, de las cuales los antipersonalistas estaban más identificados con el alvearismo que con el yrigoyenismo. Pese a las presiones de sus ministros, Alvear no aceptó intervenir en la provincia de Buenos Aires para que la facción antipersonalista ganara las elecciones de 1928, lo que provocó la renuncia de algunos de sus ministros.
Los personalistas criticaban a Alvear porque, a diferencia con Yrigoyen, no realizó reformas a fondo, como podría haber sido la nacionalización del petróleo. Fue siempre un acérrimo detractor de los regímenes totalitarios de Italia, Alemania y la Unión Soviética, y apoyó al bando aliado en ambas guerras mundiales. 
Epílogo
Los miembros de muchas familias muestran a través de las generaciones diversidad en las ideologías políticas.
La rama argentina de los Alvear no sería la excepción, aunque entre los más conocidos Marcelo Torcuato de Alvear es el único de se separa del pensamiento político del anglófilo de su abuelo y el conservadurismo de su padre.
Cuando el cartel de una calle, o el nombre de una ciudad o pueblo lleven el nombre “a secas” de Alvear, averigüemos de cual se trata, y reflexionemos si realmente se lo merece.


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