La historia de la independencia chilena, tan unida a la argentina, mostró, entre los personajes involucrados, muchas idas y vueltas. Nombres como Manuel Rodríguez (“el alborotador incorregible”), José Miguel Carreras, José de San Martín y Bernardo O’Higgins se mezclan en alianzas y peleas circunstanciales, tan propias de la época.
Esto muestra (junto
con 18 libros históricos y novelas, 11 obras dramáticas, 13 canciones y 9
películas y audiovisuales, que se hicieron sobre su corta vida), que Manuel
Rodríguez, persona y mito, aunque controvertido, no pasó desapercibido.
Tal vez sea este el
momento de conocer un poco más de su historia.
¿Quién
era Manuel?
Manuel Xavier Rodríguez y Erdoiza, tal su nombre
completo, nació en Santiago de Chile en 1785 y murió asesinado en Tiltil en
1818, cuando apenas cumplía 33 años.
Era hijo de un
funcionario de origen peruano que ocupaba el cargo de Oficial Mayor de Aduanas
del gobierno colonial.
Manuel
Rodríguez cursó sus primeros estudios en el aristocrático y exclusivo
colegio Convictorio Carolino de Santiago. Estudió Derecho,
Teología y Filosofía en la Universidad de San Felipe, en la cual se graduó a
los 24 años.
Allí
Manuel fue compañero y mejor amigo de otro futuro prócer independentista, José Miguel Carrera, y además de todos los jóvenes que
provocarían la independencia y posteriormente gobernarían los destinos de Chile
en los primeros años de la república.
Fue un
patriota chileno que
realizó innumerables acciones en diferentes cargos para lograr la independencia de Chile, como abogado, político, guerrillero y militar. Es
considerado uno de los principales gestores y partícipes del proceso de
independencia de Chile y uno de los Padres de la Patria de ese país.
Sus hazañas y
astucias lo convirtieron en un personaje de leyenda.
Su vida política y el contexto histórico
En 1812 el cabildo le nombró procurador de
Santiago de Chile y, en noviembre del mismo año, se hizo cargo de la Secretaria
de Guerra en el gobierno. Participó desde el principio en la Guerra de
Independencia. En las campañas de 1813,
al sur de Chile, tuvo una participación destacada con el rango de Capitán.
Ocupó desde 1814 el puesto de Secretario del
Presidente José Miguel Carrera, a quien había apoyado en las últimas
elecciones.
Durante
la denominada Patria Vieja, fue ministro de Hacienda y de Defensa del
gobierno de Carrera, además de su secretario personal. Pese a que hubo
varios y graves desencuentros entre ellos, siempre retomaron su amistad,
camaradería y trabajo en conjunto.
La Batalla o Desastre de Rancagua fue el
último de los enfrentamientos de la llamada Patria Vieja, ocurrido en octubre de 1814 en que un poderoso
ejército realista de 5.000 soldados destruyó la resistencia patriota, canceló
temporalmente la independencia de Chile y significó el fin de la Patria Vieja,
dando inicio a la reconquista española.
La caída de Rancagua marca el fracaso de los primeros proyectos por la Independencia de Chile. Los restos del ejército
de patriotas chilenos decidió su retirada a Mendoza, con los comandantes
Carrera y O'Higgins.
Junto
a él emigraron los hermanos de Carrera y también Manuel Rodríguez. Eran los
días de apaciguamiento entre O´Higgins, Carrera y Rodríguez.
Apenas
llegado a Mendoza, y en las peores condiciones, económicas y anímicas, Rodríguez
trabajó modestamente en una imprenta donde se imprimían manifiestos políticos.
Luego de conocer a José de San Martín, con quien simpatizó de inmediato, se
incorporó a los preparativos de la reconquista del territorio de su país y
colaboró con San Martín y O'Higgins en el campamento El Plumerillo.
San
Martín congenió con O'Higgins y con Manuel Rodríguez, pero no con José Miguel Carrera, que se manifestó poco dispuesto a
obedecerle, por este motivo el jefe argentino lo envió a Buenos Aires con
tropas chilenas que no querían incorporarse al ejército sanmartiniano a los
fines que se incorporaran al Ejército del Norte.
En la
capital argentina recrudeció la diferencia entre o'higginistas y los carrerinos, a tal extremo que Luis
Carrera se batió a duelo con el coronel Juan Mackenna por ciertas expresiones
de este ofensivas para la familia de los Carrera, muriendo Mackenna en la
contienda.
San Martín, luego de
hacerle conocer a Manuel Rodríguez los planes del control de los españoles,
decidió enviarlo de nuevo a Chile para que, desde la clandestinidad, informase
de la situación allí.
A su llegada a Chile,
Manuel se dedicó a reorganizar y coordinar los diferentes grupos
revolucionarios, con el fin de preparar la sublevación que se debía producir
cuando el ejército de San Martín cruzase los Andes. Poco a poco fue creando una
sólida estructura rebelde por todo el país. Durante sus múltiples recorridos a
lo largo del país pronunció numerosos discursos en los que se ganó el apoyo
popular.
Luego decidió salir
de la clandestinidad y presentar combate a las tropas españolas, para alejarles
de la cordillera y permitir el paso del Ejército Libertador. Con sus rápidas y
sorpresivas acciones sembró el desconcierto entre las tropas realistas comandadas
por el Gobernador Francisco Casimiro Marcó del Pont.
Dice Pablo Neruda en
su Tonada a Manuel Rodriguez:
Señora, dicen que donde
mi madre dice, dijeron,
el agua y el viento dicen
que vieron al guerrillero.
Puede ser un obispo,
puede y no puede;
puede ser sólo el viento
sobre la nieve:
sobre la nieve, sí,
madre, no mires,
que viene galopando
Manuel Rodríguez.
Ya viene el guerrillero
por el estero.
Saliendo de Melipilla,
corriendo por Talagante,
cruzando por San Fernando,
amaneciendo en Pomaire.
Pasando por Rancagua,
por San Rosendo,
por Cauquenes, por Chena,
por Nacimiento:
Por Nacimiento, sí,
desde Chiñigüe,
por todas partes viene
Manuel Rodríguez.
Pásale este clavel,
vamos con él.
Los españoles eran
incapaces de frenar a los guerrilleros de Rodríguez, quienes se retiraban
rápidamente hacia sus bases después de cada operación. No eran muchos hombres,
pero si muy efectivos. El principal escenario de sus acciones se situó en la
provincia de Colchagua.
El Gobernador decretó
penas durísimas para todo aquel que le prestase ayuda a Rodríguez y ofreció una
cuantiosa recompensa por su captura, ya fuese vivo o muerto.
Poco a poco fue
logrando sus objetivos y la mayoría de las tropas españolas se destinaron a
combatirlo. Esta política de distracción debilitó las defensas realistas de la
frontera y permitió el paso de las tropas libertadoras de San Martín sin tanta
presión militar.
Manuel
Rodríguez normalmente hostigó a esas fuerzas en sus viajes al interior de
Colchagua, a donde viajaba frecuentemente desde Mendoza y Uspallata, pasando
por Los Andes, Curacaví, Melipilla, Alhué y Marchigüe,
dejando innumerables testimonios de inteligencia militar.
Esta
ruta le permitió eludir las fuerzas realistas y asestar certeros y efectistas
golpes en San Felipe, Santiago, Melipilla y San Fernando. Otras veces cruzaba
por el Paso del Planchón, cuyos planos sirvieron al general Freire
años más tarde, durante la reconquista de Chile.
Entre
los años de 1815 y 1817,
Manuel Rodríguez logró llevar el desorden entre las tropas realistas y organizó
una red de corresponsales que se convirtieron, cuando las circunstancias lo
requerían, en jefes de partidas volantes que aparecieron y desaparecieron
misteriosamente.
Su
osadía de espía llegó al punto de infiltrarse y abrirle la puerta del carruaje
al mismísimo Casimiro Marcó del Pont a la salida del edificio gubernamental y
además recibir una moneda por el servicio de parte del gobernador.
Esta
proeza de gran riesgo causó las más grandes burlas de toda la población de
Santiago hacia su gobernante. Pronto la figura de Rodríguez adquirió el relieve
y la aureola de la leyenda con sus acciones de gran riesgo frente a las mismas
espaldas de los realistas. Sus hazañas fueron la comidilla de las tertulias de
la ciudad.
En
enero de 1817, Rodríguez perpetró
sus últimas hazañas. Con ochenta hombres cayó sobre Melipilla y
se apoderó de los fondos recaudados por contribuciones forzosas, unos dos mil
pesos, que repartió entre sus hombres, para que pudiesen alimentar a sus
familias.
El
mismo día que San Martín obtuviera la victoria de Chacabuco, el 12 de febrero
de 1817, Manuel Rodríguez conquistó
la ciudad de San Fernando con 150 de sus hombres, al
mando de Francisco Salas. La guarnición realista resistió el ataque, entonces Salas gritó con
voz atronadora: ¡Que avance la artillería! ¡Que se muevan los cañones!
Inmediatamente
los montoneros pusieron en movimiento algo que habían ensayado: unas rastras de
cueros con piedras que producían un ruido idéntico al rodado de cañones.
Los
realistas, creyéndose atacados por una gran fuerza militar, huyeron. Así, Salas
se apoderó de la ciudad, tras
lo cual Manuel Rodríguez se autoproclamó Jefe Superior de la Provincia de
Colchagua
Al año siguiente, el
ejército chileno fue derrotado en Cancha Rayada, lo que hizo que los españoles recuperaran
la soberanía sobre Chile. Manuel Rodríguez, en vez de huir hacia Argentina
(como hicieron la mayoría de los generales independentistas), permaneció en su
país y trató de reorganizar los restos de las tropas derrotadas.
Reapareció
en la escena pública asumiendo brevemente como Director Supremo interino en
Santiago, para evitar el desbande general de la causa patriota.
Bajo el lema de "Aún tenemos patria", tomó las
riendas de la situación y consiguió que las tropas estuvieran en poco tiempo de
nuevo preparadas para presentar batalla.
Gracias
a la audacia y oportunidad de Manuel Rodríguez se evitó un nuevo desbande y con
ello aseguró la supervivencia de la novel república. Los convenció, animó,
organizó, y finalmente los motivó fervorosamente a unirse y prepararse a
defender la ciudad. Esta acción lo transformó en el hombre más popular de Chile
lo que finalmente sería una de las principales razones de su asesinato.
Creó el famoso
escuadrón de los Húsares de la Muerte (nótese la figura de la calavera y huesos
de tibias cruzadas en el cuello de su chaquetilla), importante unidad de élite,
que tuvo una participación decisiva en la consecución de la independencia. Es Manuel Rodríguez el que domina la situación y apresta la Capital para
resistir a los realistas, agitando al pueblo y organizando la movilización más
extraordinaria.
Posteriormente
aparece O'Higgins herido y Rodríguez, sin protestas (a pesar de su escasa
simpatía con este), entrega el mando, y aunque formalmente se pone a las
órdenes de O'Higgins, no llega a colaborar con él.
Dos
semanas después, el 5 de abril de
1818, a tres leguas de la capital,
en los campos de Maipú, se libró la batalla decisiva y se logró dar fin a
la campaña libertadora de Chile.
Sobre
la actitud de Rodríguez sobre este acontecimiento algunos autores afirman que
él retiene a sus "Húsares de la Muerte" y no participa en la batalla
como un acto de desapoyo a O'Higgins, pero otros manifiestan que Rodríguez al
devolver el mando supremo a O'Higgins y presentarle el nuevo cuerpo que había
creado para ir a la batalla, O'Higgins le impide participar en el enfrentamiento
pronto a librarse debido a la desconfianza que había por la lucha entre carrerinos y o´higginistas.
Sin
embargo a pesar de estas desavenencias y de su no participación principal, se
deja en claro que la unidad de “Húsares de La Muerte” se mantuvo a retaguardia
por disposiciones de Bernardo O'Higgins, y que posteriormente realizaron la
última carga de caballería de la batalla donde arrolló y capturó a 700 soldados
realistas al mando del desertor patriota Ángel Calvo en el cerro Niebla donde
se habían posicionado para defenderse.
Posteriormente
a derrotar a ese destacamento se les dio la orden de continuar al sur para ir
en persecución de los dispersos. Rodríguez, desobediente por sospechar que lo
enviaban para sacárselo de encima, volvió a Santiago. Luego este grupo
seria disuelto por ser considerados una amenaza para el gobierno de O'Higgins.
El 17 de abril de 1818 se
celebró un cabildo abierto en el cual tomó parte Manuel Rodríguez, sosteniendo
allí su opinión de que dicho cabildo debía de tomar el mando del país hasta una
reunión del Congreso.
Luego,
siendo ya Chile independiente, Manuel Rodríguez ejerció algunos cargos públicos
de mediana importancia y dentro del Ejército ofició el grado de Coronel,
siempre con la simpatía de José de San Martín, y la antipatía del Director Supremo
O'Higgins, con lo cual comenzó su rápida declinación en el poder.
El
dominio que Rodríguez ejercía sobre el pueblo, la amistad que lo unía a los
hermanos Carrera y su carácter díscolo lo colocaron en una situación límite con
O'Higgins y éste, bajo un consejo del abogado Bernardo Monteagudo, quiso
alejarlo del país ofreciéndole una misión diplomática en Estados Unidos.
Esto
en la práctica era una deportación, puesto que sería subido a bordo vigilado y
engrillado. Esto se vislumbraba, ya que cuando O'Higgins conversó con Rodríguez
sobre esto, había ya una amenaza implícita de O'Higgins que se transcribe a
continuación:
Benjamín
Vicuña Mackenna describiría el diálogo entre O'Higgins y Rodríguez, 50 años
después:
"Rodríguez, usted
no es capaz de contener el espíritu inquieto de su genio, y con él va tal vez a
colocar al Gobierno en la precisión de fusilarlo, pues que teniendo al enemigo
aún dentro del país, se halla en el deber de evitar y cortar los trastornos a
todo trance.
Es aún Ud. joven, y
madurado su talento, puede ser muy útil a la Patria, mientras que hoy le es muy
perjudicial, por lo tanto, será mucho mejor que Ud. se decida a pasar a
Norte-América o a otra nación de Europa donde pueda dedicarse a estudiar con
sosiego las nociones de su profesión, sus instituciones, etc., para lo que se
le darán a Ud. tres mil pesos a su embarque para pago de transporte y mil pesos
todos los años para su sostén.
En cualquiera de esos
puntos puede hacer servicios a su Patria, y aun cuando no estamos reconocidos,
podrá dársele después credencial privada de agente de este Gobierno.
Rodríguez le responde: "Usted ha conocido, señor Director, perfectamente, mi genio. Soy
de los que creen que los gobiernos republicanos deben cambiarse cada seis
meses, o cada año a lo más, para de ese modo probarnos todos, si es posible, y
es tan arraigada esta idea en mí, que si fuese Director y no encontrase quien
me hiciera la revolución, me la haría yo mismo. ¿No sabe que también se la
traté de hacer a mis amigos los Carrera?
-Ya lo sé, y por ello es que quiero que se vaya fuera.
-Ya lo sé, y por ello es que quiero que se vaya fuera.
-Bien, pues, pero
póngame en libertad para prepararme.
-No, porque marchará
arrestado usted hasta ponerlo a bordo, pues estando comunicado puede hacerlo
desde el arresto."
Las intrigas y las “internas”
Su creciente fama y prestigio levantó
suspicacias entre los miembros de la Logia Lautaro, de la que formaban parte
los principales generales del Ejército Libertador como O'Higgins
y San Martín. Este tenía un gran
respeto por Manuel, pero O'Higgins, por la sola condición
de carrerino de Manuel, trataba de acabar
con su prometedora carrera política.
Se debe recordar que las “internas
argentinas” entre los alvearistas y
los sanmartinianos, tiene su
correlato chileno entre los carrerinos
y los o’higginistas. Carrera y Alvear fueron compañeros de Logia,
pero a pesar de ello San Martín terminó seriamente enfrentado a Alvear por
razones ideológicas y políticas.
El principio del fin
Durante
la etapa de la Patria Nueva, Rodríguez conspiró más de una vez para deponer
del cargo de Director Supremo a Bernardo O'Higgins.
Luego
de la batalla de Maipú, Rodríguez cometió una temeraria acción debido a su
carácter apasionado: osó entrar a caballo en el patio del Palacio de Gobierno
junto a una turba, para protestar violentamente por el fusilamiento (que él
consideraba asesinato), de los hermanos Juan José y Luis Carrera en Argentina,
acusados participar en las guerras internas de este país.
Esto exasperó al
Director Supremo, quien ordenó nuevamente su prisión en el cuartel de los
Cazadores de los Andes, y se le siguió un proceso. Fue acusado de actuar
contra el gobierno y de apoyar los planes de José Miguel Carrera, por lo que
fue detenido y enviado a la fortaleza de Quillota al mando del Teniente Coronel
argentino Rudecindo Alvarado para ser
sometido a un consejo de guerra.
Los
esfuerzos de sus familiares por permitir que O'Higgins desistiera del proceso
fueron inútiles.
El 26 de mayo de 1818, el
ex guerrillero Manuel Rodríguez, acusado de "alborotador
incorregible", durante el traslado a la prisión militar, y a la
altura del pueblo de Tiltil (específicamente en un sector llamado la Cancha
del Gato, a orillas del río Lampa), fue asesinado de un tiro por la espalda por
el Teniente Antonio Navarro. Se adujo como causa de
muerte, que el guerrillero intentó escapar.
El disparo por la
espalda lo hirió de muerte y fue ultimado a golpes de sable. El cadáver fue
abandonado, pero dos días después, Tomás Valle, subdelegado de Tiltil, le dio
sepultura en el mismo altar de la capilla del pueblo. Solo 77 años después (en
1895), fue trasladado al cementerio de Santiago. Al asesino se le siguió un
simulacro de juicio y fue enviado a Argentina.
El Teniente
Navarro confesaría, en 1825, que Bernardo de Monteagudo le dio la
orden de asesinar al patriota. Este último, fue expulsado a Perú, donde sería asesinado el mismo año en que Navarro confesó.
Esto pone en el
tapete la participación de la Logia Lautaro en los hechos. Por encima de
O'Higgins, que también formaba parte de ella, la Logia extendía sus influencias
por toda América, actuando conforme a sus convicciones.
Ni Rodríguez ni
Carrera pertenecía a la Logia Lautaro (a la que si pertenecía San Martín), pero
Carrera, pertenecía a la Nº 3 de Cádiz: "Los Caballeros Racionales",
la misma a la que también pertenecía Alvear, el acérrimo enemigo de San Martín.
El nombre de Manuel
Rodriguez pasó enseguida a la memoria colectiva de los chilenos, quienes
comenzaron a considerarle uno de los Padres de la Patria.
Se culpó a O'Higgins
de su muerte, pues era visto por algunos chilenos como un déspota, aunque
realmente él no ordenó el asesinato de Rodríguez, sin embargo cuando recibió la
noticia no hizo nada por aclarar lo que realmente había ocurrido y juzgar a los
culpables.
Recientemente,
se descubrió un documento inédito, escrito de puño y letra por el teniente José
Antonio Maure, miembro del pelotón que custodiaba a Rodríguez.
En
dicho escrito, donado por la familia al museo Colchagua de Santa Cruz, el
teniente Maure relata con gran minuciosidad las horas previas a la muerte, las
circunstancias del crimen, detalles desconocidos y los autores materiales del
crimen y, además, se inculpa personalmente de haber dado los tiros de gracia al
patriota, siguiendo órdenes de su superior Navarro.
Claramente
se trata de un documento de gran valor histórico, que servirá para aclarar las
circunstancias del crimen, no así sus autores intelectuales, ya que en el lugar
del documento donde parece nombrarlos, este se encuentra con una mancha de
tinta ex profeso.
Algunos
movimientos políticos chilenos de nuestra modernidad han adoptado el nombre de
Manuel Rodríguez, entre los que se cuentan:
-
Frente
Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR): Movimiento revolucionario de
izquierda, que inicialmente fue el brazo armado del Partido Comunista de Chile, pero
que finalmente terminó actuando autónomamente y cometiendo numerosos atentados
y acciones militares en contra del Régimen Militar.
Con el
advenimiento de la democracia en Chile en 1989, este movimiento revolucionario
perdió su razón de ser tendiendo a desaparecer en su actuación política y
militar.
-
Movimiento
Patriótico Manuel Rodríguez: Se conformó como una escisión de FPMR, al
separarse de la vía armada y al cambiar su paradigma de Frente a Movimiento así
incluyendo a más personajes a su organización, como trabajadores, pobladores,
estudiantes, todos desde su trinchera, sea una empresa, sindicato, liceo
universidad, población, barrio, villa, etc.
Anexo 1
¿Quién era quién?
José Miguel Carrera (1785-1821). Prócer
de la emancipación de Chile y destacado participante en las guerras de
independencia. Es considerado uno de los Padres de la Patria de Chile, Jefe de gobierno, el primer General en
jefe del Ejército y
el primer caudillo en
la historia republicana de dicho país. Tras una serie de
fracasos, coronados en el Desastre de Rancagua, Carrera se vio obligado a
huir de Chile junto con sus hermanos y el resto de militares, que partieron
temporalmente a Mendoza.
Allí trató de
reorganizar la lucha y la liberación de Chile, país al cual no volvería más,
pese a sus intentos por hacerlo y recuperar el poder, que lo llevaron a
conseguir apoyo de mapuches, corsarios, oficiales napoleónicos y
estado unidenses retirados de sus respectivos
ejércitos.
San Martín, ante
la disyuntiva de tener que enfrentar permanentemente los indisciplinados
reclamos y acciones de los Carrera, cuando menos distracciones necesitaba dado
su proyecto de cruce de los Andes, toma la decisión de no apoyar a José Miguel
Carrera. Finalmente José Miguel y su
hermano Juan José fueron enviados a
Buenos Aires, donde los esperaba Luis, que se encontraba prisionero por haber matado en duelo a Juan Mackenna.
A su llegada a
Buenos Aires, Carrera se encuentra con Carlos María Alvear, amigo suyo desde los tiempos
de Cádiz y enemigo acérrimo
de San Martín. Los dos Generales estrecharon nuevamente su amistad. Aunque
Alvear era miembro de la Logia Lautaro, también era el fundador de la Logia Nº
3 de Cádiz: "Los Caballeros Racionales", orden a la que Carrera
pertenecía.
Adicionalmente,
una disputa interna en la Logia Lautaro la había divido entre los partidarios
de San Martín y los de Alvear. Gracias a esta conexión, Carrera consigue la
liberación de su hermano Luis. Poco después, Alvear tomó el poder asumiendo
como Director Supremo de las Provincias Unidas, con lo cual Carrera habría
obtenido un apoyo decisivo para lograr sus propósitos: ser reconocido como
gobierno legítimo de Chile y obtener recursos para montar una expedición a Coquimbo, desde donde planeaba continuar la guerra por la
independencia.
Sin embargo el Cabildo de Buenos Aires, compuesto por un sector opuesto a Alvear, quien fue considerado por
muchos como un dictador desplazó a Alvear del poder en abril de 1815, terminando con la esperanza de Carrera de obtener sus objetivos en
Argentina.
Carrera, a cargo
de un grupo armado relativamente pequeño (cerca de 500 hombres), y bloqueado
cerca de Buenos Aires, decidió internarse en las pampas con la esperanza de
poder cruzar la cordillera hacia Chile. Fue ganando adeptos entre los
indígenas, quienes, según la leyenda, llegaron a nombrarle
"Pichi-Rey" (pequeño rey).
Luego, en lugar de
tratar de cruzar la cordillera como eran sus planes originalmente, se dedicó a
fomentar a las tribus indígenas para que hicieran una guerra contra las
poblaciones civiles en la provincia de Buenos Aires, lo que naturalmente tuvo
un efecto negativo sobre la imagen de Carrera tanto entre las autoridades como
en la población civil.
Incentivó el
ataque del cacique Yanquetruz a la localidad de Salto, en Buenos Aires, quien con su indiada destruyó el
3 de diciembre de 1820 buena parte de la población, asesinando a los hombres y
esclavizando como botín de guerra a las mujeres. En febrero de 1821 abandona las
tolderías de los ranqueles y se dirige a Chile solicitando libre paso a los
gobernadores de Córdoba y de San Luis, quienes se niegan y lo enfrentan
militarmente.
Venció al
gobernador cordobés General Juan Bautista Bustos en Chajá y al de San Luis, Coronel Luis Videla, en Ensenada de las Pulgas,
ocupando la ciudad de San Luis. Intentó luego unirse a las fuerzas del gobernador
de Entre Ríos, General Francisco Ramírez, pero al no querer acompañarlo
este a Chile, retornó a San Luis después de vencer a fuerzas mendocinas en Río Cuarto. El 30 de agosto Carrera fue derrotado en Punta del Médano por las fuerzas del Coronel José Albino Gutiérrez.
Intentó replegarse
a Jocolí, al norte de Mendoza, con sus tropas, pero fue traicionado por algunos
de sus seguidores y oficiales, quienes luego de insurreccionar a los soldados,
lo tomaron prisionero junto con José María Benavente y Felipe Álvarez y lo entregaron al
Coronel Gutiérrez.
Su vida política y
militar desde 1815 en adelante fue decayendo progresivamente. Dado que la ambición de poder político, militar y
económico de los Carrera se tornaba fuera de control, las autoridades
justificándose en los tiempos difíciles que se vivían, decidieron tomar medidas
drásticas. Como consecuencia de todo esto fueron encontrados (en un juicio sumario), culpables de los delitos de "lesa patria"
y "actos contra la plaza" y condenados a muerte por el gobernador de
Mendoza, Toribio Luzuriaga.
Fue fusilado cerca
del mediodía del 4 de septiembre, en la plaza de Mendoza (hoy Plaza Del
Castillo), por orden de Tomás Godoy Cruz.
Juan
José Carrera (1782 -1818), hermano mayor de José Miguel, fue un militar chileno, que participó activamente en la primera fase de la Guerra de Independencia de su país, etapa conocida como Patria Vieja.
Secundando a su hermano José Miguel,
y junto a su hermano menor Luis y otros oficiales republicanos,
formó uno de los principales bandos dentro de los partidarios de la Independencia:
el grupo carrerino.
En 1814 permaneció
desterrado en Mendoza, por orden del Director Supremo Francisco De la Lastra. Durante dicho
exilio se ganó la antipatía del gobernador local, José de San Martín. De regreso a Chile participó en un
nuevo golpe, el 23 de julio, que derrocó a De la Lastra y reinstaló
brevemente a su hermano José Miguel en el mando supremo.
Durante el
Desastre de Rancagua, pese a tener mayor rango, abandonó el mando y delegó el mismo a las
tropas a O'Higgins. Tras este revés total, se unió a la masiva migración de
patriotas fugitivos que cruzaron la Cordillera con rumbo a Mendoza.
Una vez ahí junto
a sus hermanos, y por orden de José de San Martín, fueron desterrados a San Luis y luego a Buenos Aires.
Una vez recuperada
la libertad, se estableció en Buenos Aires junto a sus
hermanos. Desgraciadamente para ellos, en
Mendoza fueron adicionalmente acusados de querer escapar con la ayuda de
prisioneros realistas, a quienes intentaron armar y organizar para derrocar las
autoridades provinciales e invadir Chile (cargos que Luis Carrera reconoció
implícitamente).
A
mayor desgracia, el descubrimiento de la tentativa coincidió con la noticia de
la derrota patriota después de la Sorpresa de Cancha Rayada (1818).
En Mendoza se temía una invasión realista ya sea desde Chile o desde el sur de Argentina.
Como
consecuencia de todo esto fueron encontrados culpables y condenados a muerte
por el Gobernador de Mendoza, Toribio de Luzuriaga. Murió
fusilado junto a su hermano Luis.
Luis Carrera (1791 - 1818). Militar y patriota chileno, fue el menor de los hermanos
Carrera. Participó activamente en la primera fase de la guerra de independencia de Chile, etapa conocida como Patria Vieja, secundando a sus hermanos José Miguel y Juan José, junto a otros oficiales republicanos.
Durante los
gobiernos de José Miguel alcanzó el grado Coronel de artillería, y con ese
rango combatió, a partir de 1813, en diversas acciones bélicas contra los realistas. Se le ha
supuesto, de entre sus hermanos, como el poseedor de mayores condiciones
militares. En 1814, durante la lucha interna del bando patriota, Luis venció a Bernardo O'Higgins en el Combate de Las Tres Acequias.
En el Desastre de Rancagua dirigió la Tercera División del ejército patriota.
Su desempeño en dicho comando forma parte de una amarga e irresuelta polémica,
pues O'Higgins lo responsabilizó de la derrota por no empeñar
combate con más energía, mientras que los carrerinos defendieron a Luis
culpando a O'Higgins por haberse dejado cercar en una posición
indefendible.
Tras la derrota
total patriota en que devino aquella batalla,
Luis Carrera cruzó hacia Argentina, como la gran mayoría de los partidarios de la causa independentista.
En la ciudad de Mendoza, se encontró con un recibimiento adverso hacia los miembros de su
familia por parte del gobernador local, José de San Martín. Fue encarcelado junto a sus
hermanos y remitido a San Luis.
Una vez derrotadas
las fuerzas realistas en la Batalla de Chacabuco, con sus hermanos Javiera y Juan José planea el modo de regresar a Chile
clandestinamente, con el objetivo de liberar prisioneros monarquistas y dar un
golpe de estado en Mendoza, para así armar un ejército con el cual recobrar el gobierno de Chile. Luis fue detenido el 20 de agosto de 1817 en Mendoza. Ambos hermanos fueron trasladados a la cárcel.
El 8 de abril de 1818, tres horas después de que se supiera en Mendoza la noticia de la
victoria patriota en la Batalla de Maipú, es fusilado junto a su
hermano Juan José en la Plaza de Armas de la ciudad. La orden de
acelerar el proceso y realizar la ejecución había sido traída desde Chile por un miembro de
la Logia Lautaro, Bernardo Monteagudo.
Bernardo de Monteagudo (1789 - 1825) fue un abogado, político, periodista, militar y revolucionario argentino, nacido en Tucumán, que participó en los procesos independentistas en
el Río de la Plata, Chile y Perú.
Fue un temprano promotor
de la independencia hispano
americana, y a la edad de 19 años, uno de los líderes de la Revolución de Chuquisaca del 25 de mayo de 1809, de cuya proclama fue el redactor.
Vinculado a los
"jacobinos
argentinos" de la Revolución de Mayo, en especial al porteño Juan José Castelli, practicó, al igual que
ellos, violentas políticas revolucionarias, adhiriendo al sector más radical
del movimiento independentista.
Fue autor del
primer proyecto de constitución del Cono Sur americano, y en 1812 reorganizó la Sociedad Patriótica del partido morenista, con cuyos
miembros ingresó a la Logia Lautaro, que integraron entre otros Bernardo O'Higgins y José de San Martín.
En 1817, pocos días después de la batalla de Chacabuco, cruzó la Cordillera de los Andes y se puso a órdenes de José de San Martín como auditor del Ejército de los Andes.
En el desbande
generado por la Sorpresa de Cancha Rayada, regresó a Mendoza con el fin de reorganizar las fuerzas. Una vez allí
se enteró que el Ejército de los Andes se había reorganizado, y que San Martín
y O'Higgins seguían vivos.
Luego de la
victoria patriota en la Batalla de Maipú, estuvo involucrado en la
ejecución sumaria de los hermanos Juan José y Luis Carrera. La actuación de Monteagudo al convalidar la pena de muerte contra los
hermanos Carreras, lo enfrentó a San Martín y a la Logia Lautaro. Como
consecuencia de ello, San Martín ordenó su confinamiento en libertad en San Luis.
Concluido su
confinamiento, a comienzos de 1820 retornó a Santiago de
Chile donde fundó el periódico El Censor de
la Revolución y colaboró en preparar la Expedición libertadora del Perú.
Luego del retiro
de San Martín, colaboró con libertador Simón Bolívar. Desarrolló una visión americanista de la revolución
hispanoamericana, que lo llevó a proponer y diseñar la organización de una gran
nación con los territorios que habían pertenecido a la corona española.
Su ideario se
confundió con el sueño idéntico de Bolívar, quien convocó el Congreso Anfictiónico de Panamá para establecer
una confederación que incorporara a
todos los estados de América.
Monteagudo murió
asesinado en Lima, a la edad de 35 años. Su figura ha sido y sigue siendo
objeto de controversia.
Tomás Godoy Cruz (1791-1852), político mendocino, Gobernador de Mendoza entre 1820 y 1822. Estudió en Chile, en la Universidad de San Felipe, donde se graduó de bachiller en
Filosofía, Cánones y Leyes.
En 1814 regresó a su
provincia natal, donde crea una fábrica de pólvora. En 1815 es elegido junto
con el Dr. Juan Agustín Maza, diputado y representante por
Mendoza en el Congreso de Tucumán y en 1817 cuando el Congreso
vuelve a iniciar sus sesiones en la ciudad de Buenos Aires es designado
presidente del mismo.
Colaboró con José de San Martín en la preparación de su expedición libertadora,
comprometiendo su fortuna personal en el equipamiento del Ejército de los Andes.
El 3 de julio de 1820 es elegido
Gobernador, cargo que desempeña hasta el 21 de enero de 1822. Durante ese período, el Coronel José Albino Gutiérrez vence las incursiones montoneras de José Miguel Carrera, quien es fusilado por orden
de Godoy Cruz.
El 10 de abril de 1830 es designado por
segunda vez Gobernador de Mendoza, pero esta vez en calidad de
interino, como resultado del triunfo unitario en las guerras civiles, cargo que
ocupa hasta el 30 del mismo mes.
Fue ministro de su
pariente, el gobernador José Videla Castillo, hasta que la derrota frente
a los federales de Facundo
Quiroga lo decide a marchar al exilio en Chile.
Volvió a Mendoza
después de su exilio, bajo la protección del caudillo José Félix Aldao, dedicándose a la agricultura
y la cría de gusanos de seda. Falleció el 15 de mayo de 1852, a los 61 años.
Estaba en Buenos Aires cuando se produjo
la Revolución de Mayo. Se unió al Ejército del
Norte. Al conocerse la derrota de Huaqui, protegió la ciudad de Orán.
Se unió a las
fuerzas de Belgrano que iniciaron el
"éxodo jujeño", y combatió en Las Piedras, Tucumán, Salta, Vilcapugio, y Ayohuma. Hizo también la tercera campaña al Alto Perú al
mando de Rondeau, luchando en Puesto del Marqués, Venta y Media y Sipe Sipe.
Participó, a las
órdenes de Belgrano, en las batallas de Tucumán, Salta, Sipe Sipe. Cuando el ex
jefe del Ejército del Norte, José de San Martín, inició la formación del Ejército de los Andes, Alvarado se trasladó a Mendoza, donde fue ascendido a Jefe del Batallón Nº 1
Cazadores de los Andes.
Formando parte de
la división del General Las Heras, cruzó la
Cordillera y luchó en Chacabuco. Después de esta batalla marchó hacia el sur de
Chile, participando en las batallas de Curapaligüe, Gavilán, Concepción y Talcahuano.
De regreso hacia
el norte, luchó en la derrota de Cancha Rayada y en la victoria
definitiva de Maipú, como comandante del ala izquierda, el 5 de abril
de 1818. Tuvo destacada participación en la Segunda campaña al sur de Chile y estuvo al mando
de las fuerzas patriotas en la Batalla del Biobío. Fue ascendido a coronel.
San Martín lo
envió con gran parte del Ejército de los Andes a Mendoza, pero cuando comenzó
la revolución federal en San Juan, logró pasar con parte del mismo a Chile. Se unió
a la campaña al Perú como jefe del Regimiento de Granaderos a Caballo. Participó en las negociaciones con el virrey Pezuela y fue de los primeros en entrar en la ciudad de Lima. Fue Jefe de Estado Mayor del ejército peruano.
Volvió a Buenos
Aires y fue nombrado Inspector General de Armas. Se unió al ejército que
llevaba la Campaña del Brasil, pero no participó de ésta.
En 1828 regresó a Chile a
cobrar sus sueldos atrasados. De regreso, de paso por Mendoza, estalló allí una
revolución de inspiración unitaria, dirigida por Juan Agustín Moyano. Éste lo nombró Gobernador
interino en agosto de 1829, pero era Moyano el verdadero jefe de la provincia.
El general Aldao regresó y
puso sitio a la ciudad. Alvarado negoció con el caudillo federal y firmó un
tratado de paz, pero Moyano se preparó para resistir. Aldao lo derrotó el 22 de
septiembre en la Batalla de Pilar y tomó prisionero
a Alvarado.
Pero mientras
fusilaba a varios oficiales en venganza por la muerte de su hermano, muerto
mientras negociaba la paz, lo dejó en libertad poco más tarde y le dio un
pasaporte para que pudiera ir a Salta.
El gobernador de
Salta, Juan Ignacio Gorriti, lo envió a firmar la
adhesión de Salta a la Liga del
Interior con el general Paz. Éste, a su vez, lo envió a entablar negociaciones
con el gobernador santafecino Estanislao López.
De regreso en
Salta fue elegido Gobernador por el partido
unitario, pero pronto se produjo la captura de Paz en
Córdoba y la retirada del general Lamadrid a Tucumán. Éste pidió ayuda a Alvarado, pero éste se negó a
ayudarlo en la batalla de La Ciudadela, que resultó una derrota unitaria frente a Facundo Quiroga. Éste invadió el sudeste de la provincia,
provocando la renuncia de Alvarado en diciembre de 1831.
Tras un breve
exilio en Bolivia, regresó a Salta. Colaboró con su pariente Roque Alvarado, Gobernador de Jujuy durante los enfrentamientos con Juan Manuel de Rosas, lo que le valió un nuevo
destierro. Éste fue más largo, regresó a Salta en 1848.
En 1852, poco después de Caseros, fue electo Diputado al Congreso Constituyente de Santa Fe, pero no pudo viajar por estar enfermo. El presidente Urquiza lo nombró ministro de Guerra y Marina.
En abril de 1855 fue electo
Gobernador de la provincia de Salta. Tuvo una gobernación turbulenta,
mezclándose en las luchas internas en la provincia de Tucumán. Renunció a los
pocos meses al fracasar en esa empresa, siendo sucedido por Manuel Puch. No participó en las guerras civiles de la década del 60, ni en ninguna
actividad política después de su última gobernación. Murió en junio de 1872, a los 80 años de edad.
Antonio
Navarro (1792-1839), militar argentino de origen español,
que participó en la guerra de independencia y en las guerras civiles argentinas.
Llegó en 1816 a Buenos Aires, retirado del ejército español como teniente, y se ofreció como
voluntario al Ejército Argentino. Fue enrolado en 1818 en el Ejército de los Andes en Chile, y combatió en Cancha Rayada y
en la Batalla de Maipú.
Poco después fue
el responsable de la custodia del caudillo chileno Manuel Rodríguez, héroe de
la independencia pero opositor a Bernardo O'Higgins, que el Director Supremo
enviaba preso a Quillota. En el camino lo asesinó en la quebrada de Til Til. Declaró más tarde
que el preso había querido escapar y lo había fusilado, pero quedó claro que
fue asesinado por orden de O'Higgins o de alguien de su círculo, sobre todo Bernardo de Monteagudo.
Pasó los años
siguientes en el ejército chileno, y fue un partidario decidido de O'Higgins.
Cuando éste renunció en enero de 1823, abandonó Chile y pasó a la Argentina. Se estableció en San Luis, donde llegó al grado de Teniente Coronel y fue un
hombre de confianza de los líderes federales.
En 1829 fue Ministro de
Gobierno del Gobernador Prudencio Vidal Guiñazú, que lo envió a Córdoba, donde firmó un tratado de alianza con el
Gobernador delegado Juan Pablo Bulnes.
Se unió al
ejército cordobés y peleó en la derrota de San Roque frente al General Paz. Acompañó al Gobernador derrocado, Juan Bautista Bustos, y se unió al ejército de Facundo
Quiroga, participando más tarde en las batallas de La Tablada y Oncativo. Cayó prisionero en esta última, pero fue liberado
al poco tiempo.
Se unió al
ejército de Estanislao López en la campaña contra la Liga del
Interior, y cuando el gobierno cayó en manos de los
federales, el gobernador José Roque Funes lo nombró Jefe de Policía de la provincia. Cuando
el poder pasó al nuevo Gobernador José Vicente Reinafé, se marchó a Santa Fe.
Acompañó a Pascual Echagüe en su campaña a la provincia de Entre Ríos, y fue nombrado
Segundo Jefe del Departamento Principal Nº 2 de la Costa del río Uruguay, como segundo de Justo José de Urquiza. En octubre de 1833, por orden de éste, fundó oficialmente la villa de Concordia.
En agosto de 1837 fue nombrado para
un cargo importante en Paraná, con el grado de Coronel, pero se enfrentó con
Urquiza por razones no muy claras, y pidió la baja, que le fue concedida en
diciembre.
Se trasladó a Corrientes y se incorporó al ejército de esa provincia, que el
Gobernador Genaro Berón de Astrada estaba preparando para enfrentar a Juan Manuel de Rosas. Se dedicó a llevar
pertrechos al ejército, y se le dio el mando de una unidad de infantería para
la batalla en que enfrentaron a Echagüe, que había invadido la provincia.
Murió en marzo de 1839, en la Batalla de Pago Largo (Corrientes).
Juan Mackenna (1771-1814), fue un ingeniero
militar de origen
irlandés, y General del Ejército chileno durante la Guerra de Independencia.
Siguiendo los dictados de su vocación militar,
ingresó al Ejército español. Al joven futuro ingeniero de 16 años se le dio el
grado de cadete. Como tal se embarcó con un regimiento destinado a Ceuta, en el norte de África, a las costas del Estrecho de Gibraltar. En octubre de 1796, partió para América del Sur.
Cuando en enero de 1814, la Junta de Gobierno
destituye como comandante del Ejército a José Miguel Carrera y todos los
hermanos Carrera son expulsados del Ejército, Mackenna pasa a ser el principal
colaborador del nuevo comandante del ejército, Bernardo O'Higgins. En la opinión de O'Higgins,
Mackenna es el militar más conspicuo e instruido que participó en la revolución
chilena.
Fue el autor de un informe sobre los hermanos
Carrera, presentado por orden del Director Supremo Francisco De la Lastra
“Tres jóvenes sin los menores conocimientos militares, ni políticos, sin
valor personal, y sin más cualidades de tiranos que la irrelijion i la
inmoralidad, se constituyen, mediante el abuso de cuanto hay de sagrado entre
los hombres, árbitros de la suerte de un millón de almas [...] en donde los
excesos de los Carreras, los robos y los saqueos de sus satélites habían hecho
execrables hasta los nombres de Patria y de sistema”.
Poco después de entregado este informe, el 23 de
julio de 1814, José Miguel Carrera destituye en una asonada militar a Francisco De la
Lastra y expulsó a Mackenna a Mendoza.
El gobernador de Cuyo, José de San Martín, quien se encontraba
profundamente preocupado e interesado en la suerte de la revolución en Chile,
le consultó sobre los diversos grupos políticos que existían al otro lado de
los Andes. Según muchos autores, esto les proporcionó a ambos la oportunidad de
influir sobre San Martín en favor de O'Higgins, lo que habría dado sus frutos
tras la derrota de Rancagua, cuando aquel se pronunció en
contra de José Miguel Carrera.
A fines de octubre de 1814, San Martín dio la orden
de apresar a los hermanos Carrera para ponerlos a disposición del Director
Supremo, de esta manera puso fin a la disputa entre los dos caudillos chilenos.
Mackenna se trasladó entonces a Buenos Aires,
destino que luego siguieron, por la fuerza, los hermanos Carrera. Allí, Luis Carrera, motivado por las numerosas rencillas políticas y personales existentes
con Mackenna, lo retó a duelo.
El 21 de noviembre de 1814, a orillas del Río de la Plata en el sitio entonces llamado La Residencia (actual Parque Lezama), se encontraron los contendientes y Mackenna resultó muerto.
El padrino de Mackenna en ese fatídico duelo fue su
compatriota irlandés Guillermo
Brown, fundador de la Armada
Argentina.
José Albino Gutiérrez (1773-1831). Militar y patriota mendocino de la independencia argentina y Gobernador de la Provincia de Mendoza.
Dueño de una gran
extensión de terreno desértico y una poderosa flota de carretas, se dedicó al
comercio, y en 1802 se enroló en la milicia provincial, llegando al grado de
Capitán.
Contribuyó con sus
bienes a la formación del Ejército de los Andes y apoyó la campaña del Coronel chileno Ramón Freire a Chillán. Posteriormente ocupó cargos importantes en el cabildo de la ciudad.
En 1820 no tomó parte
en el inicio de la guerra civil, y fue ascendido a Coronel por Tomás Godoy Cruz.
Reemplazó al jefe
del ejército mendocino, general Bruno Morón, cuando éste murió al enfrentar las fuerzas del caudillo chileno José Miguel Carrera, ex general de Chile. Carrera siguió su avance desde San Luis, con la idea fija de pasar a Chile a derrocar a su
enemigo, el conservador Bernardo O'Higgins. La mayor parte de sus
fuerzas eran montoneros e indígenas, justamente el tipo de enemigos al que
estaba acostumbrado Gutiérrez.
Éste lo descubrió,
atacó y derrotó el 31 de agosto de 1821, en la Batalla de Punta del Médano, secundado por el coronel Manuel Olazábal. Carrera se dio a la fuga hacia San Juan, pero en Jocolí fue tomado prisionero por sus
propios hombres y llevado a Mendoza. Allí fue enjuiciado y condenado a muerte.
La condena se cumplió el 4 de septiembre de 1821.
Fue ascendido al
rango de Coronel Mayor, equivalente al de General, el 3 de septiembre de 1821,
y el Ejército de Chile le concedió el grado de Coronel y poco después el
de Brigadier General por decreto de O'Higgins. Durante los siguientes dos años
y medio fue el comandante militar de la provincia. Simultáneamente se dedicó al
cultivo del olivo y la dirección de
una fábrica de coches de pasajeros.
En 1823 fue
duramente amonestado a su paso por Mendoza por el general José de San Martín, que consideraba innecesario
el fusilamiento de 20 prisioneros que había ordenado después de la prisión de
Carrera.
En abril de 1824 estalló una
revuelta en la capital mendocina, contra la devaluación que había decretado el
gobernador Pedro Molina. Éste renunció,
pero nadie aceptó el cargo. Interinamente lo ocupó un Triunvirato que hizo
elegir como sucesor al General Gutiérrez.
Su gobierno no fue
popular, y pese a que recompuso el antiguo sistema monetario se vio obligado a
aplastar una revolución pocos días más tarde. Para intentar ganar algo de
tranquilidad desterró a varios líderes conspiradores, como Juan de la Cruz Vargas y Juan de Rosas.
El 28 de junio
estalló una manifestación en su contra, e inmediatamente se puso al frente de
la misma el recién llegado Coronel Juan Lavalle, tomando el control de varios regimientos. Gutiérrez intentó convencer
a los sediciosos de deponer su actitud, pero resultó herido por el comerciante José Correa, uno de los líderes.
Fue alcanzado por
los rebeldes en su casa y arrestado, mientras Lavalle asumía interinamente el
gobierno provincial. Poco después organizó unas elecciones muy poco libres, por
la que fue electa una legislatura que llevó al poder a Juan de Dios Correas, su cuñado.
Fue desterrado a
Buenos Aires, de donde pudo regresar a fines de 1826. Se dedicó a administrar sus campos, y especialmente su bodega y sus viñas. Se exilió en Chile después de la
invasión de la provincia por los unitarios en 1830.
Regresó a Mendoza
en abril del año siguiente, y el gobernador Manuel Lemos lo nombró
Comandante de Armas de la provincia. Gutiérrez se negó a aceptar el cargo, pero
el gobernador insistió y le ofreció todo tipo de apoyos. De modo que aceptó y
se trasladó al Fuerte de San Carlos, en el sur de la provincia.
Poco después, el Valle de Uco fue invadido por
los Pehuenches de los Hermanos Pincheira, derrotando en un primer
combate a los jefes enviados en su contra desde Mendoza, comandantes José Santos Ramírez y Videla. Gutiérrez organizó las milicias
provinciales y salió al cruce del malón en la Sierra de
Aguanda, cerca de San Carlos.
Fue rodeado por los indígenas y seriamente herido
a lanzazos, pese a lo cual éstos retrocedieron y se retiraron hacia el sur.
Gutiérrez falleció al llegar a San Carlos, presumiblemente ese mismo día, a los
58 años de edad.
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