miércoles, 12 de abril de 2017

Manuel Rodriguez. El espía chileno de San Martín.


La historia de la independencia chilena, tan unida a la argentina, mostró, entre los personajes involucrados, muchas idas y vueltas. Nombres como Manuel Rodríguez (“el alborotador incorregible”), José Miguel Carreras, José de San Martín y Bernardo O’Higgins se mezclan en alianzas y peleas circunstanciales, tan propias de la época.

Esto muestra (junto con 18 libros históricos y novelas, 11 obras dramáticas, 13 canciones y 9 películas y audiovisuales, que se hicieron sobre su corta vida), que Manuel Rodríguez, persona y mito, aunque controvertido, no pasó desapercibido.


Tal vez sea este el momento de conocer un poco más de su historia.

¿Quién era Manuel?

Manuel Xavier Rodríguez y Erdoiza, tal su nombre completo, nació en Santiago de Chile en 1785 y murió asesinado en Tiltil en 1818, cuando apenas cumplía 33 años.

Era hijo de un funcionario de origen peruano que ocupaba el cargo de Oficial Mayor de Aduanas del gobierno colonial.
Manuel Rodríguez cursó sus primeros estudios en el aristocrático y exclusivo colegio Convictorio Carolino de Santiago. Estudió Derecho, Teología y Filosofía en la Universidad de San Felipe, en la cual se graduó a los 24 años.
Allí Manuel fue compañero y mejor amigo de otro futuro prócer independentista, José Miguel Carrera, y además de todos los jóvenes que provocarían la independencia y posteriormente gobernarían los destinos de Chile en los primeros años de la república.
Fue un patriota chileno que realizó innumerables acciones en diferentes cargos para lograr la independencia de Chile, como abogado, político, guerrillero y militar. Es considerado uno de los principales gestores y partícipes del proceso de independencia de Chile y uno de los Padres de la Patria de ese país.
Sus hazañas y astucias lo convirtieron en un personaje de leyenda.
Su vida política y el contexto histórico
En 1812 el cabildo le nombró procurador de Santiago de Chile y, en noviembre del mismo año, se hizo cargo de la Secretaria de Guerra en el gobierno. Participó desde el principio en la Guerra de Independencia. En las campañas de 1813, al sur de Chile, tuvo una participación destacada con el rango de Capitán.
Ocupó desde 1814 el puesto de Secretario del Presidente José Miguel Carrera, a quien había apoyado en las últimas elecciones.
Durante la denominada Patria Vieja, fue ministro de Hacienda y de Defensa del gobierno de Carrera, además de su secretario personal. Pese a que hubo varios y graves desencuentros entre ellos, siempre retomaron su amistad, camaradería y trabajo en conjunto.
La Batalla o Desastre de Rancagua fue el último de los enfrentamientos de la llamada Patria Vieja, ocurrido en octubre de 1814 en que un poderoso ejército realista de 5.000 soldados destruyó la resistencia patriota, canceló temporalmente la independencia de Chile y significó el fin de la Patria Vieja, dando inicio a la reconquista española.
La caída de Rancagua marca el fracaso de los primeros proyectos por la Independencia de Chile. Los restos del ejército de patriotas chilenos decidió su retirada a Mendoza,  con los comandantes Carrera y O'Higgins.
Junto a él emigraron los hermanos de Carrera y también Manuel Rodríguez. Eran los días de apaciguamiento entre O´Higgins, Carrera y Rodríguez.
Apenas llegado a Mendoza, y en las peores condiciones, económicas y anímicas, Rodríguez trabajó modestamente en una imprenta donde se imprimían manifiestos políticos. Luego de conocer a José de San Martín, con quien simpatizó de inmediato, se incorporó a los preparativos de la reconquista del territorio de su país y colaboró con San Martín y O'Higgins en el campamento El Plumerillo.
San Martín congenió con O'Higgins y con Manuel Rodríguez, pero no con José Miguel Carrera, que se manifestó poco dispuesto a obedecerle, por este motivo el jefe argentino lo envió a Buenos Aires con tropas chilenas que no querían incorporarse al ejército sanmartiniano a los fines que se incorporaran al Ejército del Norte.
En la capital argentina recrudeció la diferencia entre o'higginistas y los carrerinos, a tal extremo que Luis Carrera se batió a duelo con el coronel Juan Mackenna por ciertas expresiones de este ofensivas para la familia de los Carrera, muriendo Mackenna en la contienda.
San Martín, luego de hacerle conocer a Manuel Rodríguez los planes del control de los españoles, decidió enviarlo de nuevo a Chile para que, desde la clandestinidad, informase de la situación allí.
A su llegada a Chile, Manuel se dedicó a reorganizar y coordinar los diferentes grupos revolucionarios, con el fin de preparar la sublevación que se debía producir cuando el ejército de San Martín cruzase los Andes. Poco a poco fue creando una sólida estructura rebelde por todo el país. Durante sus múltiples recorridos a lo largo del país pronunció numerosos discursos en los que se ganó el apoyo popular.
Luego decidió salir de la clandestinidad y presentar combate a las tropas españolas, para alejarles de la cordillera y permitir el paso del Ejército Libertador. Con sus rápidas y sorpresivas acciones sembró el desconcierto entre las tropas realistas comandadas por el Gobernador Francisco Casimiro Marcó del Pont.
Dice Pablo Neruda en su Tonada a Manuel Rodriguez:
Señora, dicen que donde
mi madre dice, dijeron,
el agua y el viento dicen
que vieron al guerrillero.

Puede ser un obispo,
puede y no puede;
puede ser sólo el viento
sobre la nieve:
sobre la nieve, sí,
madre, no mires,
que viene galopando
Manuel Rodríguez.

Ya viene el guerrillero
por el estero.

Saliendo de Melipilla,
corriendo por Talagante,
cruzando por San Fernando,
amaneciendo en Pomaire.

Pasando por Rancagua,
por San Rosendo,
por Cauquenes, por Chena,
por Nacimiento:

Por Nacimiento, sí,
desde Chiñigüe,
por todas partes viene
Manuel Rodríguez.

Pásale este clavel,
vamos con él.

Los españoles eran incapaces de frenar a los guerrilleros de Rodríguez, quienes se retiraban rápidamente hacia sus bases después de cada operación. No eran muchos hombres, pero si muy efectivos. El principal escenario de sus acciones se situó en la provincia de Colchagua.
El Gobernador decretó penas durísimas para todo aquel que le prestase ayuda a Rodríguez y ofreció una cuantiosa recompensa por su captura, ya fuese vivo o muerto.
Poco a poco fue logrando sus objetivos y la mayoría de las tropas españolas se destinaron a combatirlo. Esta política de distracción debilitó las defensas realistas de la frontera y permitió el paso de las tropas libertadoras de San Martín sin tanta presión militar.
Manuel Rodríguez normalmente hostigó a esas fuerzas en sus viajes al interior de Colchagua, a donde viajaba frecuentemente desde Mendoza y Uspallata, pasando por Los Andes, CuracavíMelipillaAlhué y Marchigüe, dejando innumerables testimonios de inteligencia militar.
Esta ruta le permitió eludir las fuerzas realistas y asestar certeros y efectistas golpes en San Felipe, Santiago, Melipilla y San Fernando. Otras veces cruzaba por el Paso del Planchón, cuyos planos sirvieron al general Freire años más tarde, durante la reconquista de Chile.
Entre los años de 1815 y 1817, Manuel Rodríguez logró llevar el desorden entre las tropas realistas y organizó una red de corresponsales que se convirtieron, cuando las circunstancias lo requerían, en jefes de partidas volantes que aparecieron y desaparecieron misteriosamente.
Su osadía de espía llegó al punto de infiltrarse y abrirle la puerta del carruaje al mismísimo Casimiro Marcó del Pont a la salida del edificio gubernamental y además recibir una moneda por el servicio de parte del gobernador.
Esta proeza de gran riesgo causó las más grandes burlas de toda la población de Santiago hacia su gobernante. Pronto la figura de Rodríguez adquirió el relieve y la aureola de la leyenda con sus acciones de gran riesgo frente a las mismas espaldas de los realistas. Sus hazañas fueron la comidilla de las tertulias de la ciudad.
En enero de 1817, Rodríguez perpetró sus últimas hazañas. Con ochenta hombres cayó sobre Melipilla y se apoderó de los fondos recaudados por contribuciones forzosas, unos dos mil pesos, que repartió entre sus hombres, para que pudiesen alimentar a sus familias.
El mismo día que San Martín obtuviera la victoria de Chacabuco, el 12 de febrero de 1817, Manuel Rodríguez conquistó la ciudad de San Fernando con 150 de sus hombres, al mando de Francisco Salas. La guarnición realista resistió el ataque, entonces Salas gritó con voz atronadora: ¡Que avance la artillería! ¡Que se muevan los cañones! 
Inmediatamente los montoneros pusieron en movimiento algo que habían ensayado: unas rastras de cueros con piedras que producían un ruido idéntico al rodado de cañones.
Los realistas, creyéndose atacados por una gran fuerza militar, huyeron. Así, Salas se apoderó de la ciudad, tras lo cual Manuel Rodríguez se autoproclamó Jefe Superior de la Provincia de Colchagua
Al año siguiente, el ejército chileno fue derrotado en Cancha Rayada, lo que hizo que los españoles recuperaran la soberanía sobre Chile. Manuel Rodríguez, en vez de huir hacia Argentina (como hicieron la mayoría de los generales independentistas), permaneció en su país y trató de reorganizar los restos de las tropas derrotadas.
Reapareció en la escena pública asumiendo brevemente como Director Supremo interino en Santiago, para evitar el desbande general de la causa patriota.
Bajo el lema de "Aún tenemos patria", tomó las riendas de la situación y consiguió que las tropas estuvieran en poco tiempo de nuevo preparadas para presentar batalla.
Gracias a la audacia y oportunidad de Manuel Rodríguez se evitó un nuevo desbande y con ello aseguró la supervivencia de la novel república. Los convenció, animó, organizó, y finalmente los motivó fervorosamente a unirse y prepararse a defender la ciudad. Esta acción lo transformó en el hombre más popular de Chile lo que finalmente sería una de las principales razones de su asesinato.
Creó el famoso escuadrón de los Húsares de la Muerte (nótese la figura de la calavera y huesos de tibias cruzadas en el cuello de su chaquetilla), importante unidad de élite, que tuvo una participación decisiva en la consecución de la independencia. Es Manuel Rodríguez el que domina la situación y apresta la Capital para resistir a los realistas, agitando al pueblo y organizando la movilización más extraordinaria.
Posteriormente aparece O'Higgins herido y Rodríguez, sin protestas (a pesar de su escasa simpatía con este), entrega el mando, y aunque formalmente se pone a las órdenes de O'Higgins, no llega a colaborar con él.
Dos semanas después, el 5 de abril de 1818, a tres leguas de la capital, en los campos de Maipú, se libró la batalla decisiva y se logró dar fin a la campaña libertadora de Chile.
Sobre la actitud de Rodríguez sobre este acontecimiento algunos autores afirman que él retiene a sus "Húsares de la Muerte" y no participa en la batalla como un acto de desapoyo a O'Higgins, pero otros manifiestan que Rodríguez al devolver el mando supremo a O'Higgins y presentarle el nuevo cuerpo que había creado para ir a la batalla, O'Higgins le impide participar en el enfrentamiento pronto a librarse debido a la desconfianza que había por la lucha entre carrerinos y o´higginistas.
Sin embargo a pesar de estas desavenencias y de su no participación principal, se deja en claro que la unidad de “Húsares de La Muerte” se mantuvo a retaguardia por disposiciones de Bernardo O'Higgins, y que posteriormente realizaron la última carga de caballería de la batalla donde arrolló y capturó a 700 soldados realistas al mando del desertor patriota Ángel Calvo en el cerro Niebla donde se habían posicionado para defenderse.
Posteriormente a derrotar a ese destacamento se les dio la orden de continuar al sur para ir en persecución de los dispersos. Rodríguez, desobediente por sospechar que lo enviaban para sacárselo de encima, volvió a Santiago. Luego este grupo seria disuelto por ser considerados una amenaza para el gobierno de O'Higgins.
El 17 de abril de 1818 se celebró un cabildo abierto en el cual tomó parte Manuel Rodríguez, sosteniendo allí su opinión de que dicho cabildo debía de tomar el mando del país hasta una reunión del Congreso.
Luego, siendo ya Chile independiente, Manuel Rodríguez ejerció algunos cargos públicos de mediana importancia y dentro del Ejército ofició el grado de Coronel, siempre con la simpatía de José de San Martín, y la antipatía del Director Supremo O'Higgins, con lo cual comenzó su rápida declinación en el poder.
El dominio que Rodríguez ejercía sobre el pueblo, la amistad que lo unía a los hermanos Carrera y su carácter díscolo lo colocaron en una situación límite con O'Higgins y éste, bajo un consejo del abogado Bernardo Monteagudo, quiso alejarlo del país ofreciéndole una misión diplomática en Estados Unidos.
Esto en la práctica era una deportación, puesto que sería subido a bordo vigilado y engrillado. Esto se vislumbraba, ya que cuando O'Higgins conversó con Rodríguez sobre esto, había ya una amenaza implícita de O'Higgins que se transcribe a continuación:
Benjamín Vicuña Mackenna describiría el diálogo entre O'Higgins y Rodríguez, 50 años después:
"Rodríguez, usted no es capaz de contener el espíritu inquieto de su genio, y con él va tal vez a colocar al Gobierno en la precisión de fusilarlo, pues que teniendo al enemigo aún dentro del país, se halla en el deber de evitar y cortar los trastornos a todo trance.
Es aún Ud. joven, y madurado su talento, puede ser muy útil a la Patria, mientras que hoy le es muy perjudicial, por lo tanto, será mucho mejor que Ud. se decida a pasar a Norte-América o a otra nación de Europa donde pueda dedicarse a estudiar con sosiego las nociones de su profesión, sus instituciones, etc., para lo que se le darán a Ud. tres mil pesos a su embarque para pago de transporte y mil pesos todos los años para su sostén.
En cualquiera de esos puntos puede hacer servicios a su Patria, y aun cuando no estamos reconocidos, podrá dársele después credencial privada de agente de este Gobierno.
Rodríguez le responde: "Usted ha conocido, señor Director, perfectamente, mi genio. Soy de los que creen que los gobiernos republicanos deben cambiarse cada seis meses, o cada año a lo más, para de ese modo probarnos todos, si es posible, y es tan arraigada esta idea en mí, que si fuese Director y no encontrase quien me hiciera la revolución, me la haría yo mismo. ¿No sabe que también se la traté de hacer a mis amigos los Carrera?

-Ya lo sé, y por ello es que quiero que se vaya fuera.
-Bien, pues, pero póngame en libertad para prepararme.
-No, porque marchará arrestado usted hasta ponerlo a bordo, pues estando comunicado puede hacerlo desde el arresto."
Las intrigas y las “internas”
Su creciente fama y prestigio levantó suspicacias entre los miembros de la Logia Lautaro, de la que formaban parte los principales generales del Ejército Libertador como O'Higgins y San Martín. Este tenía un gran respeto por Manuel, pero O'Higgins, por la sola condición de carrerino de Manuel, trataba de acabar con su prometedora carrera política.

Se debe recordar que las “internas argentinas” entre los alvearistas y los sanmartinianos, tiene su correlato chileno entre los carrerinos y los o’higginistas.  Carrera y Alvear fueron compañeros de Logia, pero a pesar de ello San Martín terminó seriamente enfrentado a Alvear por razones ideológicas y políticas.
  
El principio del fin
Durante la etapa de la Patria Nueva, Rodríguez conspiró más de una vez para deponer del cargo de Director Supremo a Bernardo O'Higgins.
Luego de la batalla de Maipú, Rodríguez cometió una temeraria acción debido a su carácter apasionado: osó entrar a caballo en el patio del Palacio de Gobierno junto a una turba, para protestar violentamente por el fusilamiento (que él consideraba asesinato), de los hermanos Juan José y Luis Carrera en Argentina, acusados participar en las guerras internas de este país.
Esto exasperó al Director Supremo, quien ordenó nuevamente su prisión en el cuartel de los Cazadores de los Andes, y se le siguió un proceso. Fue acusado de actuar contra el gobierno y de apoyar los planes de José Miguel Carrera, por lo que fue detenido y enviado a la fortaleza de Quillota al mando del Teniente Coronel argentino Rudecindo Alvarado  para ser sometido a un consejo de guerra.
Los esfuerzos de sus familiares por permitir que O'Higgins desistiera del proceso fueron inútiles.
El 26 de mayo de 1818, el ex guerrillero Manuel Rodríguez, acusado de "alborotador incorregible", durante el traslado a la prisión militar, y a la altura del pueblo de Tiltil (específicamente en un sector llamado la Cancha del Gato, a orillas del río Lampa), fue asesinado de un tiro por la espalda por el Teniente Antonio Navarro. Se adujo como causa de muerte, que el guerrillero intentó escapar.
El disparo por la espalda lo hirió de muerte y fue ultimado a golpes de sable. El cadáver fue abandonado, pero dos días después, Tomás Valle, subdelegado de Tiltil, le dio sepultura en el mismo altar de la capilla del pueblo. Solo 77 años después (en 1895), fue trasladado al cementerio de Santiago. Al asesino se le siguió un simulacro de juicio y fue enviado a Argentina.
El Teniente Navarro confesaría, en 1825, que Bernardo de Monteagudo le dio la orden de asesinar al patriota. Este último, fue expulsado a Perú, donde sería asesinado el mismo año en que Navarro confesó.

Esto pone en el tapete la participación de la Logia Lautaro en los hechos. Por encima de O'Higgins, que también formaba parte de ella, la Logia extendía sus influencias por toda América, actuando conforme a sus convicciones.

Ni Rodríguez ni Carrera pertenecía a la Logia Lautaro (a la que si pertenecía San Martín), pero Carrera, pertenecía a la Nº 3 de Cádiz: "Los Caballeros Racionales", la misma a la que también pertenecía Alvear, el acérrimo enemigo de San Martín.
El nombre de Manuel Rodriguez pasó enseguida a la memoria colectiva de los chilenos, quienes comenzaron a considerarle uno de los Padres de la Patria.
Se culpó a O'Higgins de su muerte, pues era visto por algunos chilenos como un déspota, aunque realmente él no ordenó el asesinato de Rodríguez, sin embargo cuando recibió la noticia no hizo nada por aclarar lo que realmente había ocurrido y juzgar a los culpables.
Recientemente, se descubrió un documento inédito, escrito de puño y letra por el teniente José Antonio Maure, miembro del pelotón que custodiaba a Rodríguez.
En dicho escrito, donado por la familia al museo Colchagua de Santa Cruz, el teniente Maure relata con gran minuciosidad las horas previas a la muerte, las circunstancias del crimen, detalles desconocidos y los autores materiales del crimen y, además, se inculpa personalmente de haber dado los tiros de gracia al patriota, siguiendo órdenes de su superior Navarro.
Claramente se trata de un documento de gran valor histórico, que servirá para aclarar las circunstancias del crimen, no así sus autores intelectuales, ya que en el lugar del documento donde parece nombrarlos, este se encuentra con una mancha de tinta ex profeso.
Algunos movimientos políticos chilenos de nuestra modernidad han adoptado el nombre de Manuel Rodríguez, entre los que se cuentan:
-      Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR): Movimiento revolucionario de izquierda, que inicialmente fue el brazo armado del Partido Comunista de Chile, pero que finalmente terminó actuando autónomamente y cometiendo numerosos atentados y acciones militares en contra del Régimen Militar.
Con el advenimiento de la democracia en Chile en 1989, este movimiento revolucionario perdió su razón de ser tendiendo a desaparecer en su actuación política y militar.
-      Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez: Se conformó como una escisión de FPMR, al separarse de la vía armada y al cambiar su paradigma de Frente a Movimiento así incluyendo a más personajes a su organización, como trabajadores, pobladores, estudiantes, todos desde su trinchera, sea una empresa, sindicato, liceo universidad, población, barrio, villa, etc.


Anexo 1
¿Quién era quién?


José Miguel Carrera (1785-1821). Prócer de la emancipación de Chile y destacado participante en las guerras de independencia. Es considerado uno de los Padres de la Patria de Chile, Jefe de gobierno, el primer General en jefe del Ejército y el primer caudillo en la historia republicana de dicho país. Tras una serie de fracasos, coronados en el Desastre de Rancagua, Carrera se vio obligado a huir de Chile junto con sus hermanos y el resto de militaresque partieron temporalmente a Mendoza.

Allí trató de reorganizar la lucha y la liberación de Chile, país al cual no volvería más, pese a sus intentos por hacerlo y recuperar el poder, que lo llevaron a conseguir apoyo de mapuches, corsarios, oficiales napoleónicos y estado unidenses retirados de sus respectivos ejércitos.
San Martín, ante la disyuntiva de tener que enfrentar permanentemente los indisciplinados reclamos y acciones de los Carrera, cuando menos distracciones necesitaba dado su proyecto de cruce de los Andes, toma la decisión de no apoyar a José Miguel Carrera.  Finalmente José Miguel y su hermano Juan José fueron enviados a Buenos Aires, donde los esperaba Luis, que se encontraba prisionero por haber matado en duelo a Juan Mackenna.
A su llegada a Buenos Aires, Carrera se encuentra con Carlos María Alvear, amigo suyo desde los tiempos de Cádiz y enemigo acérrimo de San Martín. Los dos Generales estrecharon nuevamente su amistad. Aunque Alvear era miembro de la Logia Lautaro, también era el fundador de la Logia Nº 3 de Cádiz: "Los Caballeros Racionales", orden a la que Carrera pertenecía.
Adicionalmente, una disputa interna en la Logia Lautaro la había divido entre los partidarios de San Martín y los de Alvear. Gracias a esta conexión, Carrera consigue la liberación de su hermano Luis. Poco después, Alvear tomó el poder asumiendo como Director Supremo de las Provincias Unidas, con lo cual Carrera habría obtenido un apoyo decisivo para lograr sus propósitos: ser reconocido como gobierno legítimo de Chile y obtener recursos para montar una expedición a Coquimbo, desde donde planeaba continuar la guerra por la independencia.
Sin embargo el Cabildo de Buenos Aires, compuesto por un sector opuesto a Alvear, quien fue considerado por muchos como un dictador desplazó a Alvear del poder en abril de 1815, terminando con la esperanza de Carrera de obtener sus objetivos en Argentina.
Carrera, a cargo de un grupo armado relativamente pequeño (cerca de 500 hombres), y bloqueado cerca de Buenos Aires, decidió internarse en las pampas con la esperanza de poder cruzar la cordillera hacia Chile. Fue ganando adeptos entre los indígenas, quienes, según la leyenda, llegaron a nombrarle "Pichi-Rey" (pequeño rey).
Luego, en lugar de tratar de cruzar la cordillera como eran sus planes originalmente, se dedicó a fomentar a las tribus indígenas para que hicieran una guerra contra las poblaciones civiles en la provincia de Buenos Aires, lo que naturalmente tuvo un efecto negativo sobre la imagen de Carrera tanto entre las autoridades como en la población civil.
Incentivó el ataque del cacique Yanquetruz a la localidad de Salto, en Buenos Aires, quien con su indiada destruyó el 3 de diciembre de 1820 buena parte de la población, asesinando a los hombres y esclavizando como botín de guerra a las mujeres. En febrero de 1821 abandona las tolderías de los ranqueles y se dirige a Chile solicitando libre paso a los gobernadores de Córdoba y de San Luis, quienes se niegan y lo enfrentan militarmente.
Venció al gobernador cordobés General Juan Bautista Bustos en Chajá y al de San Luis, Coronel Luis Videla, en Ensenada de las Pulgas, ocupando la ciudad de San Luis. Intentó luego unirse a las fuerzas del gobernador de Entre Ríos, General Francisco Ramírez, pero al no querer acompañarlo este a Chile, retornó a San Luis después de vencer a fuerzas mendocinas en Río Cuarto. El 30 de agosto Carrera fue derrotado en Punta del Médano por las fuerzas del Coronel José Albino Gutiérrez.
Intentó replegarse a Jocolí, al norte de Mendoza, con sus tropas, pero fue traicionado por algunos de sus seguidores y oficiales, quienes luego de insurreccionar a los soldados, lo tomaron prisionero junto con José María Benavente y Felipe Álvarez y lo entregaron al Coronel Gutiérrez.
Su vida política y militar desde 1815 en adelante fue decayendo progresivamente. Dado que la ambición de poder político, militar y económico de los Carrera se tornaba fuera de control, las autoridades justificándose en los tiempos difíciles que se vivían, decidieron tomar medidas drásticas. Como consecuencia de todo esto fueron encontrados (en un juicio sumario), culpables de los delitos de "lesa patria" y "actos contra la plaza" y condenados a muerte por el gobernador de Mendoza, Toribio Luzuriaga.
Fue fusilado cerca del mediodía del 4 de septiembre, en la plaza de Mendoza (hoy Plaza Del Castillo), por orden de Tomás Godoy Cruz.


Juan José Carrera (1782 -1818), hermano mayor de José Miguel, fue un militar chileno, que participó activamente en la primera fase de la Guerra de Independencia de su país, etapa conocida como Patria Vieja. 

Secundando a su hermano José Miguel, y junto a su hermano menor Luis y otros oficiales republicanos, formó uno de los principales bandos dentro de los partidarios de la Independencia: el grupo carrerino.
En 1814 permaneció desterrado en Mendoza, por orden del Director Supremo Francisco De la Lastra. Durante dicho exilio se ganó la antipatía del gobernador local, José de San Martín. De regreso a Chile participó en un nuevo golpe, el 23 de julio, que derrocó a De la Lastra y reinstaló brevemente a su hermano José Miguel en el mando supremo.
Durante el Desastre de Rancagua, pese a tener mayor rango, abandonó el mando y delegó el mismo a las tropas a O'Higgins. Tras este revés total, se unió a la masiva migración de patriotas fugitivos que cruzaron la Cordillera con rumbo a Mendoza.
Una vez ahí junto a sus hermanos, y por orden de José de San Martín, fueron desterrados a San Luis y luego a Buenos Aires. 
Una vez recuperada la libertad, se estableció en Buenos Aires junto a sus hermanos. Desgraciadamente para ellos, en Mendoza fueron adicionalmente acusados de querer escapar con la ayuda de prisioneros realistas, a quienes intentaron armar y organizar para derrocar las autoridades provinciales e invadir Chile (cargos que Luis Carrera reconoció implícitamente).
A mayor desgracia, el descubrimiento de la tentativa coincidió con la noticia de la derrota patriota después de la Sorpresa de Cancha Rayada (1818). En Mendoza se temía una invasión realista ya sea desde Chile o desde el sur de Argentina.
Como consecuencia de todo esto fueron encontrados culpables y condenados a muerte por el Gobernador de Mendoza, Toribio de Luzuriaga. Murió fusilado junto a su hermano Luis.


Luis Carrera (1791 - 1818). Militar y patriota chileno, fue el menor de los hermanos Carrera. Participó activamente en la primera fase de la guerra de independencia de Chile, etapa conocida como Patria Vieja, secundando a sus hermanos José Miguel y Juan José, junto a otros oficiales republicanos.

Durante los gobiernos de José Miguel alcanzó el grado Coronel de artillería, y con ese rango combatió, a partir de 1813, en diversas acciones bélicas contra los realistas. Se le ha supuesto, de entre sus hermanos, como el poseedor de mayores condiciones militares. En 1814, durante la lucha interna del bando patriota, Luis venció a Bernardo O'Higgins en el Combate de Las Tres Acequias.
En el Desastre de Rancagua dirigió la Tercera División del ejército patriota. Su desempeño en dicho comando forma parte de una amarga e irresuelta polémica, pues O'Higgins lo responsabilizó de la derrota por no empeñar combate con más energía, mientras que los carrerinos defendieron a Luis culpando a O'Higgins por haberse dejado cercar en una posición indefendible.
Tras la derrota total patriota en que devino aquella batalla, Luis Carrera cruzó hacia Argentina, como la gran mayoría de los partidarios de la causa independentista. En la ciudad de Mendoza, se encontró con un recibimiento adverso hacia los miembros de su familia por parte del gobernador local, José de San Martín. Fue encarcelado junto a sus hermanos y remitido a San Luis.
Una vez derrotadas las fuerzas realistas en la Batalla de Chacabuco, con sus hermanos Javiera y Juan José planea el modo de regresar a Chile clandestinamente, con el objetivo de liberar prisioneros monarquistas y dar un golpe de estado en Mendoza, para así armar un ejército con el cual recobrar el gobierno de Chile. Luis fue detenido el 20 de agosto de 1817 en Mendoza. Ambos hermanos fueron trasladados a la cárcel.
El 8 de abril de 1818, tres horas después de que se supiera en Mendoza la noticia de la victoria patriota en la Batalla de Maipú, es fusilado junto a su hermano Juan José en la Plaza de Armas de la ciudad. La orden de acelerar el proceso y realizar la ejecución había sido traída desde Chile por un miembro de la Logia Lautaro, Bernardo Monteagudo.


Bernardo de Monteagudo (1789 - 1825) fue un abogado, político, periodista, militar y revolucionario argentino, nacido en Tucumán, que participó en los procesos independentistas en el Río de la Plata, Chile y Perú.

Fue un temprano promotor de la independencia hispano americana, y a la edad de 19 años, uno de los líderes de la Revolución de Chuquisaca del 25 de mayo de 1809, de cuya proclama fue el redactor.
Vinculado a los "jacobinos argentinos" de la Revolución de Mayo, en especial al porteño Juan José Castelli, practicó, al igual que ellos, violentas políticas revolucionarias, adhiriendo al sector más radical del movimiento independentista.
Fue autor del primer proyecto de constitución del Cono Sur americano, y en 1812 reorganizó la Sociedad Patriótica del partido morenista, con cuyos miembros ingresó a la Logia Lautaro, que integraron entre otros Bernardo O'Higgins  y José de San Martín.
En 1817, pocos días después de la batalla de Chacabuco, cruzó la Cordillera de los Andes y se puso a órdenes de José de San Martín como auditor del Ejército de los Andes.
En el desbande generado por la Sorpresa de Cancha Rayada, regresó a Mendoza con el fin de reorganizar las fuerzas. Una vez allí se enteró que el Ejército de los Andes se había reorganizado, y que San Martín y O'Higgins seguían vivos.
Luego de la victoria patriota en la Batalla de Maipú, estuvo involucrado en la ejecución sumaria de los hermanos Juan José y Luis Carrera. La actuación de Monteagudo al convalidar la pena de muerte contra los hermanos Carreras, lo enfrentó a San Martín y a la Logia Lautaro. Como consecuencia de ello, San Martín ordenó su confinamiento en libertad en San Luis.
Concluido su confinamiento, a comienzos de 1820 retornó a Santiago de Chile donde fundó el periódico El Censor de la Revolución y colaboró en preparar la Expedición libertadora del Perú.
Luego del retiro de San Martín, colaboró con libertador Simón Bolívar. Desarrolló una visión americanista de la revolución hispanoamericana, que lo llevó a proponer y diseñar la organización de una gran nación con los territorios que habían pertenecido a la corona española.
Su ideario se confundió con el sueño idéntico de Bolívar, quien convocó el Congreso Anfictiónico de Panamá para establecer una confederación que incorporara a todos los estados de América.
Monteagudo murió asesinado en Lima, a la edad de 35 años. Su figura ha sido y sigue siendo objeto de controversia. 

Tomás Godoy Cruz (1791-1852), político mendocino, Gobernador de Mendoza entre 1820 y 1822. Estudió en Chile, en la Universidad de San Felipe, donde se graduó de bachiller en Filosofía, Cánones y Leyes. 

En 1814 regresó a su provincia natal, donde crea una fábrica de pólvora. En 1815 es elegido junto con el Dr. Juan Agustín Maza, diputado y representante por Mendoza en el Congreso de Tucumán y en 1817 cuando el Congreso vuelve a iniciar sus sesiones en la ciudad de Buenos Aires es designado presidente del mismo. 
Colaboró con José de San Martín en la preparación de su expedición libertadora, comprometiendo su fortuna personal en el equipamiento del Ejército de los Andes.
El 3 de julio de 1820 es elegido Gobernador, cargo que desempeña hasta el 21 de enero de 1822. Durante ese período, el Coronel José Albino Gutiérrez vence las incursiones montoneras de José Miguel Carrera, quien es fusilado por orden de Godoy Cruz.
El 10 de abril de 1830 es designado por segunda vez Gobernador de Mendoza, pero esta vez en calidad de interino, como resultado del triunfo unitario en las guerras civiles, cargo que ocupa hasta el 30 del mismo mes.
Fue ministro de su pariente, el gobernador José Videla Castillo, hasta que la derrota frente a los federales de Facundo Quiroga lo decide a marchar al exilio en Chile.
Volvió a Mendoza después de su exilio, bajo la protección del caudillo José Félix Aldao, dedicándose a la agricultura y la cría de gusanos de seda. Falleció el 15 de mayo de 1852, a los 61 años.

Rudecindo Alvarado (1792-1872).  Fue un héroe militar y patriota de la guerra de independencia nacido en Salta.
Estaba en Buenos Aires cuando se produjo la Revolución de Mayo. Se unió al Ejército del Norte. Al conocerse la derrota de Huaqui, protegió la ciudad de Orán.
Se unió a las fuerzas de Belgrano que iniciaron el "éxodo jujeño", y combatió en Las Piedras, Tucumán, Salta, Vilcapugio, y Ayohuma. Hizo también la tercera campaña al Alto Perú al mando de Rondeau, luchando en Puesto del Marqués, Venta y Media y Sipe Sipe.
Participó, a las órdenes de Belgrano, en las batallas de Tucumán, Salta, Sipe Sipe. Cuando el ex jefe del Ejército del Norte, José de San Martín, inició la formación del Ejército de los Andes, Alvarado se trasladó a Mendoza, donde fue ascendido a Jefe del Batallón Nº 1 Cazadores de los Andes.
Formando parte de la división del General Las Heras, cruzó la Cordillera y luchó en Chacabuco. Después de esta batalla marchó hacia el sur de Chile, participando en las batallas de Curapaligüe, Gavilán, Concepción y Talcahuano.
De regreso hacia el norte, luchó en la derrota de Cancha Rayada y en la victoria definitiva de Maipú, como comandante del ala izquierda, el 5 de abril de 1818. Tuvo destacada participación en la Segunda campaña al sur de Chile y estuvo al mando de las fuerzas patriotas en la Batalla del Biobío. Fue ascendido a coronel.
San Martín lo envió con gran parte del Ejército de los Andes a Mendoza, pero cuando comenzó la revolución federal en San Juan, logró pasar con parte del mismo a Chile. Se unió a la campaña al Perú como jefe del Regimiento de Granaderos a Caballo. Participó en las negociaciones con el virrey Pezuela y fue de los primeros en entrar en la ciudad de Lima. Fue Jefe de Estado Mayor del ejército peruano.
Volvió a Buenos Aires y fue nombrado Inspector General de Armas. Se unió al ejército que llevaba la Campaña del Brasil, pero no participó de ésta.
En 1828 regresó a Chile a cobrar sus sueldos atrasados. De regreso, de paso por Mendoza, estalló allí una revolución de inspiración unitaria, dirigida por Juan Agustín Moyano. Éste lo nombró Gobernador interino en agosto de 1829, pero era Moyano el verdadero jefe de la provincia.
El general Aldao  regresó y puso sitio a la ciudad. Alvarado negoció con el caudillo federal y firmó un tratado de paz, pero Moyano se preparó para resistir. Aldao lo derrotó el 22 de septiembre en la Batalla de Pilar y tomó prisionero a Alvarado.
Pero mientras fusilaba a varios oficiales en venganza por la muerte de su hermano, muerto mientras negociaba la paz, lo dejó en libertad poco más tarde y le dio un pasaporte para que pudiera ir a Salta.
El gobernador de Salta, Juan Ignacio Gorriti, lo envió a firmar la adhesión de Salta a la Liga del Interior con el general Paz. Éste, a su vez, lo envió a entablar negociaciones con el gobernador santafecino Estanislao López.
De regreso en Salta fue elegido Gobernador por el partido unitario, pero pronto se produjo la captura de Paz en Córdoba y la retirada del general Lamadrid a Tucumán. Éste pidió ayuda a Alvarado, pero éste se negó a ayudarlo en la batalla de La Ciudadela, que resultó una derrota unitaria frente a Facundo Quiroga. Éste invadió el sudeste de la provincia, provocando la renuncia de Alvarado en diciembre de 1831.
Tras un breve exilio en Bolivia, regresó a Salta. Colaboró con su pariente Roque Alvarado, Gobernador de Jujuy durante los enfrentamientos con Juan Manuel de Rosas, lo que le valió un nuevo destierro. Éste fue más largo, regresó a Salta en 1848.
En 1852, poco después de Caseros, fue electo Diputado al Congreso Constituyente de Santa Fe, pero no pudo viajar por estar enfermo. El presidente Urquiza lo nombró ministro de Guerra y Marina.
En abril de 1855 fue electo Gobernador de la provincia de Salta. Tuvo una gobernación turbulenta, mezclándose en las luchas internas en la provincia de Tucumán. Renunció a los pocos meses al fracasar en esa empresa, siendo sucedido por Manuel Puch. No participó en las guerras civiles de la década del 60, ni en ninguna actividad política después de su última gobernación. Murió en junio de 1872, a los 80 años de edad.
Antonio Navarro (1792-1839), militar argentino de origen español, que participó en la guerra de independencia y en las guerras civiles argentinas
Llegó en 1816 a Buenos Aires, retirado del ejército español como teniente, y se ofreció como voluntario al Ejército Argentino. Fue enrolado en 1818 en el Ejército de los Andes en Chile, y combatió en Cancha Rayada y en la Batalla de Maipú.
Poco después fue el responsable de la custodia del caudillo chileno Manuel Rodríguez, héroe de la independencia pero opositor a Bernardo O'Higgins, que el Director Supremo enviaba preso a Quillota. En el camino lo asesinó en la quebrada de Til Til. Declaró más tarde que el preso había querido escapar y lo había fusilado, pero quedó claro que fue asesinado por orden de O'Higgins o de alguien de su círculo, sobre todo Bernardo de Monteagudo.
Pasó los años siguientes en el ejército chileno, y fue un partidario decidido de O'Higgins. Cuando éste renunció en enero de 1823, abandonó Chile y pasó a la Argentina. Se estableció en San Luis, donde llegó al grado de Teniente Coronel y fue un hombre de confianza de los líderes federales.
En 1829 fue Ministro de Gobierno del Gobernador Prudencio Vidal Guiñazú, que lo envió a Córdoba, donde firmó un tratado de alianza con el Gobernador delegado Juan Pablo Bulnes.
Se unió al ejército cordobés y peleó en la derrota de San Roque frente al General Paz. Acompañó al Gobernador derrocado, Juan Bautista Bustos, y se unió al ejército de Facundo Quiroga, participando más tarde en las batallas de La Tablada y Oncativo. Cayó prisionero en esta última, pero fue liberado al poco tiempo.
Se unió al ejército de Estanislao López en la campaña contra la Liga del Interior, y cuando el gobierno cayó en manos de los federales, el gobernador José Roque Funes lo nombró Jefe de Policía de la provincia. Cuando el poder pasó al nuevo Gobernador José Vicente Reinafé, se marchó a Santa Fe.
Acompañó a Pascual Echagüe en su campaña a la provincia de Entre Ríos, y fue nombrado Segundo Jefe del Departamento Principal Nº 2 de la Costa del río Uruguay, como segundo de Justo José de Urquiza. En octubre de 1833, por orden de éste, fundó oficialmente la villa de Concordia.
En agosto de 1837 fue nombrado para un cargo importante en Paraná, con el grado de Coronel, pero se enfrentó con Urquiza por razones no muy claras, y pidió la baja, que le fue concedida en diciembre.
Se trasladó a Corrientes y se incorporó al ejército de esa provincia, que el Gobernador Genaro Berón de Astrada estaba preparando para enfrentar a Juan Manuel de Rosas. Se dedicó a llevar pertrechos al ejército, y se le dio el mando de una unidad de infantería para la batalla en que enfrentaron a Echagüe, que había invadido la provincia.
Murió en marzo de 1839, en la Batalla de Pago Largo (Corrientes).

Juan Mackenna (1771-1814), fue un ingeniero militar de origen irlandés, y General del Ejército chileno durante la Guerra de Independencia
Siguiendo los dictados de su vocación militar, ingresó al Ejército español. Al joven futuro ingeniero de 16 años se le dio el grado de cadete. Como tal se embarcó con un regimiento destinado a Ceuta, en el norte de África, a las costas del Estrecho de Gibraltar. En octubre de 1796, partió para América del Sur.
Cuando en enero de 1814, la Junta de Gobierno destituye como comandante del Ejército a José Miguel Carrera y todos los hermanos Carrera son expulsados del Ejército, Mackenna pasa a ser el principal colaborador del nuevo comandante del ejército, Bernardo O'Higgins. En la opinión de O'Higgins, Mackenna es el militar más conspicuo e instruido que participó en la revolución chilena.
Fue el autor de un informe sobre los hermanos Carrera, presentado por orden del Director Supremo Francisco De la Lastra
“Tres jóvenes sin los menores conocimientos militares, ni políticos, sin valor personal, y sin más cualidades de tiranos que la irrelijion i la inmoralidad, se constituyen, mediante el abuso de cuanto hay de sagrado entre los hombres, árbitros de la suerte de un millón de almas [...] en donde los excesos de los Carreras, los robos y los saqueos de sus satélites habían hecho execrables hasta los nombres de Patria y de sistema”.
Poco después de entregado este informe, el 23 de julio de 1814, José Miguel Carrera destituye en una asonada militar a Francisco De la Lastra y expulsó a Mackenna a Mendoza.
El gobernador de Cuyo, José de San Martín, quien se encontraba profundamente preocupado e interesado en la suerte de la revolución en Chile, le consultó sobre los diversos grupos políticos que existían al otro lado de los Andes. Según muchos autores, esto les proporcionó a ambos la oportunidad de influir sobre San Martín en favor de O'Higgins, lo que habría dado sus frutos tras la derrota de Rancagua, cuando aquel se pronunció en contra de José Miguel Carrera.
A fines de octubre de 1814, San Martín dio la orden de apresar a los hermanos Carrera para ponerlos a disposición del Director Supremo, de esta manera puso fin a la disputa entre los dos caudillos chilenos.
Mackenna se trasladó entonces a Buenos Aires, destino que luego siguieron, por la fuerza, los hermanos Carrera. Allí, Luis Carrera, motivado por las numerosas rencillas políticas y personales existentes con Mackenna, lo retó a duelo.
El 21 de noviembre de 1814, a orillas del Río de la Plata en el sitio entonces llamado La Residencia (actual Parque Lezama), se encontraron los contendientes y Mackenna resultó muerto.
El padrino de Mackenna en ese fatídico duelo fue su compatriota irlandés Guillermo Brown, fundador de la Armada Argentina. 
  

José Albino Gutiérrez (1773-1831). Militar y patriota mendocino de la independencia argentina y Gobernador de la Provincia de Mendoza.

Dueño de una gran extensión de terreno desértico y una poderosa flota de carretas, se dedicó al comercio, y en 1802 se enroló en la milicia provincial, llegando al grado de Capitán.
Contribuyó con sus bienes a la formación del Ejército de los Andes y apoyó la campaña del Coronel chileno Ramón Freire a Chillán. Posteriormente ocupó cargos importantes en el cabildo de la ciudad.
En 1820 no tomó parte en el inicio de la guerra civil, y fue ascendido a Coronel por Tomás Godoy Cruz.
Reemplazó al jefe del ejército mendocino, general Bruno Morón, cuando éste murió al enfrentar las fuerzas del caudillo chileno José Miguel Carrera, ex general de Chile. Carrera siguió su avance desde San Luis, con la idea fija de pasar a Chile a derrocar a su enemigo, el conservador Bernardo O'Higgins. La mayor parte de sus fuerzas eran montoneros e indígenas, justamente el tipo de enemigos al que estaba acostumbrado Gutiérrez.
Éste lo descubrió, atacó y derrotó el 31 de agosto de 1821, en la Batalla de Punta del Médano, secundado por el coronel Manuel Olazábal. Carrera se dio a la fuga hacia San Juan, pero en Jocolí fue tomado prisionero por sus propios hombres y llevado a Mendoza. Allí fue enjuiciado y condenado a muerte. La condena se cumplió el 4 de septiembre de 1821.
Fue ascendido al rango de Coronel Mayor, equivalente al de General, el 3 de septiembre de 1821, y el Ejército de Chile le concedió el grado de Coronel y poco después el de Brigadier General por decreto de O'Higgins. Durante los siguientes dos años y medio fue el comandante militar de la provincia. Simultáneamente se dedicó al cultivo del olivo y la dirección de una fábrica de coches de pasajeros.
En 1823 fue duramente amonestado a su paso por Mendoza por el general José de San Martín, que consideraba innecesario el fusilamiento de 20 prisioneros que había ordenado después de la prisión de Carrera.
En abril de 1824 estalló una revuelta en la capital mendocina, contra la devaluación que había decretado el gobernador Pedro Molina. Éste renunció, pero nadie aceptó el cargo. Interinamente lo ocupó un Triunvirato que hizo elegir como sucesor al General Gutiérrez.
Su gobierno no fue popular, y pese a que recompuso el antiguo sistema monetario se vio obligado a aplastar una revolución pocos días más tarde. Para intentar ganar algo de tranquilidad desterró a varios líderes conspiradores, como Juan de la Cruz Vargas y Juan de Rosas.
El 28 de junio estalló una manifestación en su contra, e inmediatamente se puso al frente de la misma el recién llegado Coronel Juan Lavalle, tomando el control de varios regimientos. Gutiérrez intentó convencer a los sediciosos de deponer su actitud, pero resultó herido por el comerciante José Correa, uno de los líderes.
Fue alcanzado por los rebeldes en su casa y arrestado, mientras Lavalle asumía interinamente el gobierno provincial. Poco después organizó unas elecciones muy poco libres, por la que fue electa una legislatura que llevó al poder a Juan de Dios Correas, su cuñado.
Fue desterrado a Buenos Aires, de donde pudo regresar a fines de 1826. Se dedicó a administrar sus campos, y especialmente su bodega y sus viñas. Se exilió en Chile después de la invasión de la provincia por los unitarios en 1830.
Regresó a Mendoza en abril del año siguiente, y el gobernador Manuel Lemos lo nombró Comandante de Armas de la provincia. Gutiérrez se negó a aceptar el cargo, pero el gobernador insistió y le ofreció todo tipo de apoyos. De modo que aceptó y se trasladó al Fuerte de San Carlos, en el sur de la provincia.
Poco después, el Valle de Uco fue invadido por los Pehuenches de los Hermanos Pincheira, derrotando en un primer combate a los jefes enviados en su contra desde Mendoza, comandantes José Santos Ramírez y Videla. Gutiérrez organizó las milicias provinciales y salió al cruce del malón en la Sierra de Aguanda, cerca de San Carlos. 
Fue rodeado por los indígenas y seriamente herido a lanzazos, pese a lo cual éstos retrocedieron y se retiraron hacia el sur. Gutiérrez falleció al llegar a San Carlos, presumiblemente ese mismo día, a los 58 años de edad.


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