Es difícil estimar cuantos kilómetros recorrieron a caballo (o carreta), algunos de nuestros próceres. Muchos de ellos cuentan sus desplazamientos en decenas de miles, y uno de ellos fue, quien llegara a General (con todas las estrellas), Ángel Pacheco, quien solo en desplazamientos entre puntos recorrió más de 25.000 km.
Militar a carta cabal,
formado por San Martín, y que “solo quería ser eso”, por su patria en formación
y por sus convicciones políticas. Actuó donde hacía falta, no importa la
latitud ni la altitud del terreno.
Un estudioso, estratega, que
no perdió batallas cuando él las conducía. Dicen algunos que si hubiese participado
activamente en Caseros, otro hubiese sido el resultado.
Estudiar y escribir sobre
sus movimientos a lo largo del país (y de actuales países vecinos), durante los
42 años que estuvo al servicio de la Patria, puede resultar tedioso, ya que el
“correcaminos” no tenía frases rimbombantes, ni escándalos de polleras, civiles
ni militares, y esto le significó muy poco reconocimiento con el paso del
tiempo.
Su nombre debería ocupar más
espacios y reconocimiento de los que hoy tiene. Alguna localidad y algunas
calles llevan su nombre. Bridamos muchos honores a aquellos que pasaron a la
historia “sin pena ni gloria”, sin embargo Ángel Pacheco (…que seguramente tuvo
penas), estuvo lleno de glorias.
¿Quién
era el General Pacheco?
Al decir de sus biógrafos “no quiso ser político ni
antes, ni durante, ni después de Rosas. Su timbre de honor, su gloria, era
haber sido soldado de San Martín: no quería aspirar a otra cosa. Nació con la
vocación militar y con ella murió, sin haber claudicado una sola vez en su
vida. Era un hombre de mundo, de proverbial galantería con las damas, siendo
conocido su profundo respeto por las mujeres en general".
Es difícil, y hasta tedioso, enumerar
detalladamente, y uno a uno, los destinos de Ángel Pacheco, ya que solo en
desplazamientos cabalgó más de 25.000 km, acompañando al oficial superior que
le tocara en suerte o como comandante de algunos combates, sin embargo
trataremos de simplificar segmentando los 42 años que estuvo al servicio del
Ejército Argentino.
Si bien hemos utilizado planos actuales para
graficar sus movimientos y calcular las distancias (y que probablemente no
coincidían exactamente con los realmente efectuados), tampoco serán muy
diferentes ya que la mayoría de los caminos actuales fueron trazados por los
caminos de las postas coloniales y las rastrilladas aborígenes.
Ángel Pacheco habría nacido en Chile el 13 de
Abril de 1793 (su madre era chilena), aunque algunos autores indican que nació
en Buenos Aires el 14 de julio de 1795.
Sus
inicios con San Martín
Antes de cumplir los 16 años, se incorporó como cadete al Regimiento de
Milicias Patricios de Buenos Aires, pasando con esta jerarquía al Regimiento de
Granaderos a Caballo, en 1812.
Por su comportamiento fue promovido como porta-estandarte del afamado cuerpo,
en la 2ª Compañía del 1er Escuadrón. Así marchó con el Coronel San Martín a la
corta campaña siguiendo la margen derecha del río Paraná, para repeler los
desembarcos que efectuaban los españoles con el objeto de hostilizar las
poblaciones y de recoger ganados para los defensores de Montevideo.
En esta oportunidad (tenía apenas 18 años), San Martín le encomendó la
misión de actuar como espía sobre la barranca del río desde Rosario para observar
el movimiento de las tropas realistas y comunicar esto a su Jefe (que esperaba
a los españoles para el combate en San Lorenzo). Esta fue su primera
responsabilidad, y por su digno comportamiento fue ascendido a alférez.
Después de esta acción, Pacheco quedó en aquel pueblo responsable de
cuidar la seguridad de los heridos que se asistieron en el convento de San
Carlos. Con 40 hombres estuvo encargado de custodiar la costa. Pudo rechazar un
desembarco de marinos realistas en Las Palmas (cerca de Zárate). No obstante la
superioridad numérica de éstos, los obligó a abandonar el punto de desembarco.
Campaña en el norte
En el mes de noviembre marchó con los escuadrones de Granaderos a
Caballos que fueron enviados al Ejército del Norte en la campaña del Alto Perú
(hoy Bolivia), cubriendo más de 2.700 km. Fue promovido a teniente en diciembre
de 1813.
Llegando a Salta se encontró con un grupo de milicianos a las órdenes
del Coronel Manuel Dorrego, que con una división cubría la retirada del
Ejército al mando de Belgrano derrotado en Vilcapugio y Ayohuma.
Estando Pacheco destacado con su compañía al norte de Metán (Salta), se
batió en 1814 contra una división
realista mandada por el Coronel Guillermo Marquiegui (un encarnizado opositor a
las ideas independentistas).
El mismo año combatió en Mojo (Bolivia), a las órdenes del Teniente
Mariano Necochea, que ya conocía desde San Lorenzo y que luego serían
compañeros en la campaña sanmartiniana.
Estuvo también en el frustrado ataque que el Ejército Real, bajo el
comando del General boliviano Fernández de la Cruz, de Abrapampa o Puesto del
Marqués, en abril de 1815, operación
esta entre fuerzas del Ejército del Norte al
mando del General Güemes, y la vanguardia del ejército realista, y que concluyó con una rotunda victoria
patriota.
Habiendo sido ascendido a Ayudante Mayor, participó de las derrotas en
las Batallas de Venta y Media (en octubre, bajo la dirección del Brigadier
Martín Rodríguez), y de Sipe-Sipe (en noviembre, bajo la dirección de Rondeau).
Aquí conoció Pacheco el dolor “en cuero propio”, ya que recibió una
herida profunda de bala en un brazo. Así herido conoció nuevamente la derrota
que sufrió nuestro Ejército en los Altos de San Lorenzo, provincia de Salta
continuando la retirada hasta Lules (Tucumán).
La impericia militar de Martín Rodríguez y de Rondeau, y la necedad de
este último en su pelea interna con Güemes, le permitieron al joven Pacheco (de
solo 22 años), foguearse en las derrotas y aprender en los triunfos con Los
Infernales del caudillo salteño.
Campaña
en Chile
Desde Lules, en 1816, varios escuadrones
de Granaderos a Caballo, de los que formaba parte Pacheco, marcharon 1.400 km
vía La Rioja, hasta Mendoza, para incorporarse a las fuerzas que organizaba San
Martín para emprender la campaña de Chile.
En febrero de 1817, iniciado
el pasaje de la Cordillera, Pacheco tuvo el honor de formar parte de la escolta
personal del General San Martín (que comandaba Mariano Necochea). El General y
su jefe de escolta lo conocían bien.
Desde el mismo momento de cruzar la cordillera, Ángel Pacheco, a sus
cortos 24 años, se encontraba en los campos de batalla. San Martín lo menciona
en sus partes de batalla y lo promueve a Capitán de la 1ª Compañía de Cazadores
a Caballo.
Participó de pequeños y grandes combates, de batallas ganadas como
Chacabuco, Maipú, Carapangue (cerca de Valdivia), Arauco, Ñuble y Bio Bio, y
entreveros perdidos como Cancha Rayada, pero en todas esas oportunidades tenía
destacada acción bajo las órdenes de grandes militares, ya sea cuidando la
retaguardia o salvando y protegiendo el armamento.
A juzgar por San Martín, se comportó con tanta distinción, que, para
premiarlo, lo mandó a Buenos Aires conduciendo los estandartes secuestrados a
los realistas (la bandera del Regimiento de Talavera y el estandarte de
Dragones de Chile), conjuntamente con otros dos trofeos y el parte de la
acción.
Pacheco, partió desde Santiago de Chile el 22 de febrero, llegando a
Buenos Aires el 9 de marzo, a razón de 100 km por día. Al día siguiente entregó
los trofeos al Director Supremo del Estado, General Pueyrredón, y este le
otorgó el grado de Sargento Mayor.
Su etapa en la campaña chilena duró 2 años y participó en 8 combates
principales. En junio de 1819 obtuvo
su retiro “a inválidos” a los 27 años y regresó a Buenos Aires. Había recorrido
más de 6.000 kilómetros.
Campaña
en Buenos Aires
No estaría quieto reposando demasiado tiempo, ya que su edad y su
espíritu no se lo permitirían, y comienza en esta etapa su vida política.
Durante la anarquía de 1820
fue uno de los firmantes del famoso manifiesto del General Soler al Cabildo de
Buenos Aires, en contra de los arreglos espurios de Sarratea y Rondeau para
entregar el país e imponer un nuevo gobierno.
En junio de aquel año fue llamado al servicio, e hizo la campaña en el
norte de Buenos Aires, a las órdenes de Dorrego, abrazando la causa federal.
Al mando de un Regimiento de Lanceros, en el mes de agosto, participó en
la acción de San Nicolás de los Arroyos, contra las fuerzas anarquistas
acaudilladas por Alvear, y el chileno Carrera.
Batalló en las acciones del Arroyo Pavón, contra los santafecinos de
Estanislao López, y se batió en el Gamonal, en setiembre, jornada en la que
fueron batidas las tropas porteñas.
Cuando se produjo el motín del Coronel Pagola (desconociendo la
autoridad del Gobernador Rodríguez), Pacheco se halló entre los amotinados y
fue quien le informó a Dorrego de aquellos sucesos al llegar a Luján.
Después de estos acontecimientos quedó encargado del Departamento del
Norte de la provincia, siempre al mando del Regimiento de Lanceros. Por haberse
inutilizado por heridas recibidas en función de guerra se hallaba incluido en
lo que se llamaban “retirado a dispersos” en el tiempo de la reforma del
ejército.
Campaña
en el Uruguay y Brasil
El estallido de la Guerra del Brasil le iba a permitir recoger nuevos
laureles. Fue promovido a Teniente Coronel, y en marzo de 1826, al
organizarse el Ejército Republicano, fue designado 2º Jefe del Regimiento Nº 3
de Caballería de Línea, llamado “Coraceros de Caballería”, cuerpo del cual
pronto fue su jefe interino.
Así llega a la batalla de Ituzaingó (en Rio Grande do Sul-Brasil), en
febrero de 1827, en la cual se le
dio sobre el mismo campo de la acción el comando de la 1º División de
Caballería de Línea por haber caído herido de muerte, el titular, Coronel
Brandsen. Por su participación en esta victoria, recibió importantes condecoraciones.
En mayo de ese año recibió los despachos de Coronel efectivo.
Participó también en el combate de Camacuá, y Yaguarón, mandando la
vanguardia de ejército, por la sierra de Aceguá (límite actual de Uruguay y
Brasil).
Durante el reconocimiento de “Casa Blanca” (al sur de Paysandú), su
División se encontró con todo el ejército enemigo, en febrero de 1828, y llevó a cabo la difícil y
peligrosa expedición en la que sostuvo varios encuentros exitosos militarmente
y dispersó un regimiento que marchaba a reforzar las fuerzas imperiales.
Participó en el combate de Las Cañas (cerca de Fray Bentos-Uruguay), en abril
de ese año, a las órdenes del General Julián Laguna, militar uruguayo que ya
conocía desde Ituzaingó.
Terminada aquella campaña, de
2.700 km, regresó a Buenos Aires.
Campaña
en el Centro
Al llegar a Buenos Aires, siendo un militar “maduro” de 36 años, se le
ordenó que marchara a tomar el mando de las fuerzas del norte de la provincia
de Buenos Aires.
Conocida es su actuación en los sucesos que inmediatamente siguieron al
motín del 1º de diciembre de 1828 de Lavalle en contra del Gobernador Dorrego,
este trató de buscar amparo en el Regimiento de Húsares Nº 5, que se encontraba
en Areco bajo el mando de Pacheco, pero los Comandantes Escribano y Acha se
rebelaron contra el último y redujeron a prisión al Gobernador Dorrego.
Pacheco fue también arrestado en estas circunstancias pero quedó en
libertad una vez que se hubo marchado Dorrego con sus aprehensores. Después del
fusilamiento de Dorrego, Pacheco fue puesto a bordo del bergantín “Balcarce”
por resolución del Ministro General José Miguel Díaz Vélez, donde permaneció
detenido un tiempo.
El 27 de diciembre de 1828 pasó a revistar en la Plana Mayor del
Ejército. Caído el gobierno de Lavalle, el Coronel Pacheco fue nombrado en setiembre
de 1829 Comandante en Jefe del
Departamento Norte. Durante ese año defendió la frontera de los malones
nativos.
A las órdenes del General Estanislao López, formó parte del Ejército
Confederado que, invadió la provincia de Córdoba para mermar el poder del
General Paz, en una campaña de 2.200 km.
Pacheco, en su calidad de jefe de la vanguardia de aquél, derrotó en el
Fraile Muerto (hoy Bell Ville-Córdoba), en febrero de 1831, a la vanguardia enemiga a las órdenes del Coronel Pedernera,
quedando un batallón entero entre los prisioneros tomados al enemigo. Por sus
merecimientos en esta campaña fue promovido a Coronel Mayor.
Campaña
en la Patagonia
En 1833 participó en Campaña
al Desierto bajo el comando de Juan Manuel de Rosas, siendo Pacheco el 2º Jefe
del Ejército estando a sus órdenes la vanguardia del mismo.
Por su actuación en el rescate de más de 300 “cautivas”, y el triunfo
sobre Chocory (un mapuche chileno con gran prontuario por comandar una banda de
salteadores y asesinos), recibió una medalla de oro.
Esta campaña, diseñada por Rosas, solo pretendía mantener la paz con los
“indios amigos” y combatir a los “indios chilenos”, responsables, junto con sus
cómplices locales, de los malones para robar ganado y la toma de cautivas.
Pacheco prosiguió su avance hasta la confluencia de los ríos Limay y
Neuquén (los que forman el río Negro), y de allí regresó a incorporarse a
Rosas. Estuvo un año operando desde el río Colorado regresando a principios de 1834, habiendo recorrido más de 3.000
km.
Campaña
en Córdoba y Cuyo
A su regreso ocupó una banca en la Legislatura que votó la suma del
poder público a Rosas. Fue elegido Gobernador en setiembre de 1834, puesto que
no aceptó.
En 1839 ante el peligro del
movimiento subversivo de aquel año, Pacheco fue designado por Rosas para ocupar
el comando militar al norte de la provincia de Buenos Aires, territorio que
conocía a la perfección. En
reconocimiento a su sobresaliente servicio a la patria, se le entregaron
tierras en la ciudad de Salto, de aproximadamente 7.600 hectáreas.
Cuando Lavalle desembarcó en San Pedro, en agosto de 1840 con la intención de atacar Buenos Aires por “orden y cuenta”
de los unitarios aliados a los franceses,
lo hizo frente al ejército de Pacheco, quien se apresuró a comunicar a
Rosas la aproximación del enemigo que estaba mejor armado que él.
Lavalle con 1.500 hombres atacó la posición de Pacheco que solo contaba
con 200 hombres, que atinaron a retirarse del campo y “hacerse perseguir”
durante más de 20 km. Tal fue el combate de la Cañada de la Paja (próximo a la
actual localidad de Marcos Paz).
En octubre, tras
reorganizar sus fuerzas y junto al Comandante Herrado, derrotó a Lavalle en su
avance hacia Santa Fe, en el combate del Paso de Miura.
No obstante a esto, Lavalle avanzó hasta Merlo, lo que hizo poner a la
defensiva a todos los soldados rosistas que se encontraban en la provincia de
Buenos Aires, sin embargo decidió retirarse hacia el norte.
Pacheco se unió luego con sus efectivos al grueso de ejército al mando
“interino” del General Manuel Oribe (en realidad la titularidad era de Rosas,
que no quería abandonar Buenos Aires), quien tenía órdenes de perseguir a
Lavalle y luego a Lamadrid y terminar con las resistencias rosistas en el
interior.
Las esperanzas
militares de los unitarios se apoyaban en dos fuerzas: el "Primer Ejército
Libertador", al mando de Juan Lavalle, y el "Segundo Ejército
Libertador", que conducía Lamadrid. Es conocido que las desinteligencias
entre ambos jefes, traducidas en maniobras desacertadas, perjudicaron
profundamente la campaña.
Lavalle acordó con
Lamadrid (quien ocupaba Córdoba), que se encontrarían en el límite entre las
dos provincias, y partió hacia allí.
Oribe, al flanquearle
el paso, obligó a Lavalle a ingresar a Córdoba por el noreste de la provincia,
donde, como consecuencia de la existencia de mio-mio (una maleza tóxica para
los equinos), en los pastizales, perdió
casi toda la caballada.
La desinteligencia
y el atraso fue fatal, y Lavalle resultó derrotado por Oribe (y su columna
derecha comandada por Pacheco) en la Batalla de Quebracho Herrado, al sudoeste de San Francisco, en noviembre de 1840.
Lavalle y Lamadrid
terminaron encontrándose en la ciudad de Córdoba y decidieron continuar viaje
hacia el norte. Oribe y Pacheco los perseguían.
Lamadrid decide ir
a Tucumán para reclutar un nuevo ejército en su provincia, y Lavalle, montando
una campaña de distracción en la provincia de La
Rioja, entretuvo al ex Presidente uruguayo.
Desde La Rioja se
dirigió a Tucumán, dejando a Lamadrid la responsabilidad de dirigir la campaña
en Cuyo, y envió al Coronel José María Vilela (con los
mejores hombres de su columna), a sofocar a los federales de San Juan y
Mendoza.
Oribe decide
avanzar hacia el norte al encuentro de Lavalle, mientras envía a Pacheco a
Cuyo. En
San Cala (próximo a San Carlos Minas en el Valle de Traslasierras en Córdoba),
en enero de 1841, el General
Pacheco, con un grupo pequeño deshacía completamente la división unitaria de Vilela,
compuesta por unos 1.000 hombres, en un ataque sorpresa nocturno.
Al llegar a San Juan habían recorrido mas de
1.500 km.
Cuando a mediados de junio de 1841, Lamadrid avanzó desde Catamarca para
dirigirse a La Rioja, el General Oribe destacó a Pacheco, con una división de
2.000 hombres de tropas escogidas, para que realizara la campaña de Cuyo,
mientras él marchó a Tucumán.
Pacheco se dedicó a buscar a Lamadrid para batirlo. En el curso de
aquellas operaciones se produjo el triunfo del General Acha en Angaco (al
noreste de la ciudad de San Juan), donde en agosto, derrotó apenas con 600
hombres a los 2.200 del General Félix Aldao, por una desinteligencia entre este
y Nazario Benavidez. Fue una de las más sangrientas en las guerras
civiles argentinas.
El triunfo unitario fue exiguo, ya que Acha fue vencido y tomado prisionero dos días después, en los arrabales
de la ciudad de San Juan.
Acha (el responsable de entregar a Dorrego para su fusilamiento), fue
fusilado por orden de Félix Aldao en setiembre de 1841.
Pacheco penetró en la provincia de Mendoza en persecución de Lamadrid.
El 22 de setiembre se encontraba en El Retamo, distante doce leguas de la
ciudad de Mendoza, y el 24 ambos ejércitos combatían en el Rodeo del Medio,
siendo Lamadrid completamente derrotado, viéndose obligado a internarse en la
cordillera y emigrar a Chile.
Vencido los unitarios en el interior de la República, los ejércitos
federales vencedores se trasladaron hacia las provincias del litoral. Oribe
cayó sobre la provincia de Santa Fe, dominándola, y ya unido a él el General
Pacheco, penetró en la de Entre Ríos.
En diciembre de 1842 se
produciría la sangrienta batalla del
Arroyo Grande (cerca de San Salvador en el noreste entrerriano), en la cual el
centro de Oribe estuvo bajo el mando del General Ángel Pacheco. Fructuoso
Rivera, destruido su ejército, buscó la salvación en la fuga.
Los vencedores atravesaron el río Uruguay a fines de diciembre y en
febrero de 1843 se iniciaba el largo
asedio de Montevideo. Habían recorrido 1.900 km.
Campaña
en el Uruguay
Pacheco, en el asedio a Montevideo, estuvo a cargo de una parte de las
fuerzas de Oribe y se batió en numerosas acciones contra los sitiados,
especialmente, en las de marzo de 1844.
En la salida efectuada por los sitiados en abril, Pacheco quedó a cargo de las
tropas que sitiaban aquella fortaleza y que combatieron en las proximidades del
Cerro.
Sus
destinos finales
En 1845 el General Pacheco,
ya a sus 52 años, fue jefe a de la Frontera del Centro con asiento en Luján, y
en los dos años siguientes organizó y estableció los fuertes de Bragado y
Mulitas (hoy 25 de Mayo), realizando también dos expediciones en defensa de los
malones.
Posteriormente regresó a Buenos Aires, ciudad que en 1850 lo eligió Diputado a la
Legislatura.
En 1851 cuando Urquiza se
levantó en armas contra Juan Manuel de Rosas, Pacheco se apresuró a renovar su
adhesión a este. Urquiza invadió
Uruguay para derrocar a Oribe, invadió también Santa Fe, y desde allí avanzó
hacia Buenos Aires.
Por primera vez, Pacheco y Rosas no estuvieron
de acuerdo en la estrategia a seguir, y Rosas comenzó a desconfiar de su
General. Afirman algunos autores que Urquiza había logrado
que Rosas comenzara a desconfiar de Pacheco, argumentando que se capturó un
supuesto mensaje según el cual estaría en connivencia con los invasores.
Nombrado Comandante en Jefe de los ejércitos federales que debían
afrontar al ejército aliado que mandaba Urquiza, Pacheco procedió con una
inexplicable lentitud, y en enero de 1852
abandonó la Guardia de Luján, que Pacheco cubría con 2.000 hombres, ante el
avance del Ejército Aliado urquicista.
Cuando se produjo el 31 de enero el encuentro en los Campos de Álvarez,
el jefe que allí combatió, coronel Hilario Lagos, creyó encontrar apoyo de
Pacheco en el Puente de Márquez, pero no fue así, pues, por una
desinteligencia, había hecho retirar todas las fuerzas, habiendo vadeado el río
de las Conchas el día anterior.
El 1º de febrero Pacheco presentó su renuncia, la que no le fue
aceptada. En la tarde del mismo día llegó aquél a Santos Lugares, donde estaba
Rosas. Cuenta Adolfo Saldías:
“Reyes fue a anunciarlo y se volvió a conversar con el Coronel Bustos.
No habían pasado cinco minutos cuando con asombro estos jefes vieron salir de
las habitaciones de Rosas al General Pacheco, cabizbajo, que pasó sin
saludarlos, montó a caballo y se dirigió a la chacra de Witt, donde permaneció
mientras se llevaban a cabo los hechos de armas”.
Sintiéndose dejado de lado, Pacheco se retiró a su estancia. Asumió el
mando del ejército el propio Rosas (político sagaz, pero militarmente de menor
capacidad que Pacheco), y fue derrotado en la batalla de Caseros, el 2 de
febrero de 1852 y obligado a renunciar y exiliarse. Algunos estudiosos afirman que si Pacheco hubiese participado en la
batalla de Caseros, otro hubiese sido el resultado.
Después de la batalla de Caseros, Pacheco regresó a Buenos Aires, y fue
nombrado Inspector y Comandante General de Armas de esta Provincia. Fue
designado Ministro de Guerra y Marina, pero nunca aceptó formalmente tal cargo,
argumentando su vocación de soldado “de campo”.
Organizó entonces las fuerzas para la defensa de la ciudad, sitiada por
las tropas al mando de los coroneles Hilario Lagos y Cayetano Laprida.
Personalmente dirigió algunas salidas contra los sitiadores, siendo herido de
bala en un brazo en San José de Flores, en enero de 1853, en la cual no obstante esta contrariedad, tuvo un éxito
completo.
Aún con heridas, el Gobierno lo nombró Enviado Extraordinario en misión
especial frente al Emperador del Brasil.
Pacheco también abandonó Argentina y viajó por el continente americano,
deteniéndose especialmente en La Habana. Regresó a Buenos Aires después de la revolución
del 11 de septiembre de ese mismo año, en que Buenos Aires quedó dominada por
los antiguos unitarios y se separó del resto del país. Organizó la defensa de
la Capital durante el sitio que le impuso el general Hilario Lagos.
Se retiró a los 60 años de edad, luego de 42 años de servicio
ininterrumpido en el ejército. Permaneció
el resto de sus días en su estancia del Talar, que hoy es conocida como
"Talar de Pacheco". El General Ángel Pacheco falleció en
Buenos Aires en setiembre de 1869, a los 76 años.
En
el sepelio de sus restos hablaron, entre otros, el poeta Guido Spano y el
General Bartolomé Mitre, quien había sido su adversario. En uno de sus párrafos
dijo Mitre:
“Los Generales de la
República vienen a inclinarse con doloroso respeto sobre su cadáver. Ellos
vienen a darle el último adiós a las puertas del sepulcro y le dirigen por mis
labios estas palabras: General Pacheco, tus antiguos compañeros de armas y los
que siguieron tus huellas cruzando los ásperos senderos de la guerra, desean
goce en el lecho de la muerte; tanta paz como glorias alcanzasteis en la vida”.
Ernesto Quesada, uno de sus biógrafos (casado con una de sus nietas),
decía de él:
"Era una figura singularmente severa, de
estatura mediana, tieso de cuerpo, erguida la cabeza, siempre irrevocablemente
vestido de uniforme, y habían cimentado su pasión ferviente, dominante,
absoluta, por la carrera militar. Era la síntesis del caudillo y del jefe de
milicianos”.
Este
“correcaminos” había cabalgado, solo en desplazamientos, mas de 25.000 km.
En el partido bonaerense de Tigre una ciudad lleva su
nombre. La misma se desarrolló sobre los primeros
fraccionamientos de la Estancia El Talar, conocida como El Talar de Pacheco,
que pertenecía al General.
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