lunes, 2 de octubre de 2017

Angel Pacheco. Un "correcaminos" de nuestra historia


Es difícil estimar cuantos kilómetros recorrieron a caballo (o carreta), algunos de nuestros próceres. Muchos de ellos cuentan sus desplazamientos en decenas de miles, y uno de ellos fue, quien llegara a General (con todas las estrellas), Ángel Pacheco, quien solo en desplazamientos entre puntos recorrió más de 25.000 km.

Militar a carta cabal, formado por San Martín, y que “solo quería ser eso”, por su patria en formación y por sus convicciones políticas. Actuó donde hacía falta, no importa la latitud ni la altitud del terreno.

Un estudioso, estratega, que no perdió batallas cuando él las conducía. Dicen algunos que si hubiese participado activamente en Caseros, otro hubiese sido el resultado.

Estudiar y escribir sobre sus movimientos a lo largo del país (y de actuales países vecinos), durante los 42 años que estuvo al servicio de la Patria, puede resultar tedioso, ya que el “correcaminos” no tenía frases rimbombantes, ni escándalos de polleras, civiles ni militares, y esto le significó muy poco reconocimiento con el paso del tiempo.


Su nombre debería ocupar más espacios y reconocimiento de los que hoy tiene. Alguna localidad y algunas calles llevan su nombre. Bridamos muchos honores a aquellos que pasaron a la historia “sin pena ni gloria”, sin embargo Ángel Pacheco (…que seguramente tuvo penas), estuvo lleno de glorias.

¿Quién era el General Pacheco?
Al decir de sus biógrafos no quiso ser político ni antes, ni durante, ni después de Rosas. Su timbre de honor, su gloria, era haber sido soldado de San Martín: no quería aspirar a otra cosa. Nació con la vocación militar y con ella murió, sin haber claudicado una sola vez en su vida. Era un hombre de mundo, de proverbial galantería con las damas, siendo conocido su profundo respeto por las mujeres en general".

Es difícil, y hasta tedioso, enumerar detalladamente, y uno a uno, los destinos de Ángel Pacheco, ya que solo en desplazamientos cabalgó más de 25.000 km, acompañando al oficial superior que le tocara en suerte o como comandante de algunos combates, sin embargo trataremos de simplificar segmentando los 42 años que estuvo al servicio del Ejército Argentino.

Si bien hemos utilizado planos actuales para graficar sus movimientos y calcular las distancias (y que probablemente no coincidían exactamente con los realmente efectuados), tampoco serán muy diferentes ya que la mayoría de los caminos actuales fueron trazados por los caminos de las postas coloniales y las rastrilladas aborígenes.

Ángel Pacheco habría nacido en Chile el 13 de Abril de 1793 (su madre era chilena), aunque algunos autores indican que nació en Buenos Aires el 14 de julio de 1795.

Sus inicios con San Martín
Antes de cumplir los 16 años, se incorporó como cadete al Regimiento de Milicias Patricios de Buenos Aires, pasando con esta jerarquía al Regimiento de Granaderos a Caballo, en 1812.

Por su comportamiento fue promovido como porta-estandarte del afamado cuerpo, en la 2ª Compañía del 1er Escuadrón. Así marchó con el Coronel San Martín a la corta campaña siguiendo la margen derecha del río Paraná, para repeler los desembarcos que efectuaban los españoles con el objeto de hostilizar las poblaciones y de recoger ganados para los defensores de Montevideo.

En esta oportunidad (tenía apenas 18 años), San Martín le encomendó la misión de actuar como espía sobre la barranca del río desde Rosario para observar el movimiento de las tropas realistas y comunicar esto a su Jefe (que esperaba a los españoles para el combate en San Lorenzo). Esta fue su primera responsabilidad, y por su digno comportamiento fue ascendido a alférez.
Después de esta acción, Pacheco quedó en aquel pueblo responsable de cuidar la seguridad de los heridos que se asistieron en el convento de San Carlos. Con 40 hombres estuvo encargado de custodiar la costa. Pudo rechazar un desembarco de marinos realistas en Las Palmas (cerca de Zárate). No obstante la superioridad numérica de éstos, los obligó a abandonar el punto de desembarco. 
Campaña en el norte
En el mes de noviembre marchó con los escuadrones de Granaderos a Caballos que fueron enviados al Ejército del Norte en la campaña del Alto Perú (hoy Bolivia), cubriendo más de 2.700 km. Fue promovido a teniente en diciembre de 1813.
Llegando a Salta se encontró con un grupo de milicianos a las órdenes del Coronel Manuel Dorrego, que con una división cubría la retirada del Ejército al mando de Belgrano derrotado en Vilcapugio y Ayohuma.
Estando Pacheco destacado con su compañía al norte de Metán (Salta), se batió en 1814 contra una división realista mandada por el Coronel Guillermo Marquiegui (un encarnizado opositor a las ideas independentistas).
El mismo año combatió en Mojo (Bolivia), a las órdenes del Teniente Mariano Necochea, que ya conocía desde San Lorenzo y que luego serían compañeros en la campaña sanmartiniana.
Estuvo también en el frustrado ataque que el Ejército Real, bajo el comando del General boliviano Fernández de la Cruz, de Abrapampa o Puesto del Marqués, en abril de 1815, operación esta entre fuerzas del Ejército del Norte al mando del General Güemes, y la vanguardia del ejército realista, y que concluyó con una rotunda victoria patriota. 
Habiendo sido ascendido a Ayudante Mayor, participó de las derrotas en las Batallas de Venta y Media (en octubre, bajo la dirección del Brigadier Martín Rodríguez), y de Sipe-Sipe (en noviembre, bajo la dirección de Rondeau).
Aquí conoció Pacheco el dolor “en cuero propio”, ya que recibió una herida profunda de bala en un brazo. Así herido conoció nuevamente la derrota que sufrió nuestro Ejército en los Altos de San Lorenzo, provincia de Salta continuando la retirada hasta Lules (Tucumán).
La impericia militar de Martín Rodríguez y de Rondeau, y la necedad de este último en su pelea interna con Güemes, le permitieron al joven Pacheco (de solo 22 años), foguearse en las derrotas y aprender en los triunfos con Los Infernales del caudillo salteño.
Campaña en Chile
Desde Lules, en 1816, varios escuadrones de Granaderos a Caballo, de los que formaba parte Pacheco, marcharon 1.400 km vía La Rioja, hasta Mendoza, para incorporarse a las fuerzas que organizaba San Martín para emprender la campaña de Chile.
En febrero de 1817, iniciado el pasaje de la Cordillera, Pacheco tuvo el honor de formar parte de la escolta personal del General San Martín (que comandaba Mariano Necochea). El General y su jefe de escolta lo conocían bien.
Desde el mismo momento de cruzar la cordillera, Ángel Pacheco, a sus cortos 24 años, se encontraba en los campos de batalla. San Martín lo menciona en sus partes de batalla y lo promueve a Capitán de la 1ª Compañía de Cazadores a Caballo.
Participó de pequeños y grandes combates, de batallas ganadas como Chacabuco, Maipú, Carapangue (cerca de Valdivia), Arauco, Ñuble y Bio Bio, y entreveros perdidos como Cancha Rayada, pero en todas esas oportunidades tenía destacada acción bajo las órdenes de grandes militares, ya sea cuidando la retaguardia o salvando y protegiendo el armamento.
A juzgar por San Martín, se comportó con tanta distinción, que, para premiarlo, lo mandó a Buenos Aires conduciendo los estandartes secuestrados a los realistas (la bandera del Regimiento de Talavera y el estandarte de Dragones de Chile), conjuntamente con otros dos trofeos y el parte de la acción.
Pacheco, partió desde Santiago de Chile el 22 de febrero, llegando a Buenos Aires el 9 de marzo, a razón de 100 km por día. Al día siguiente entregó los trofeos al Director Supremo del Estado, General Pueyrredón, y este le otorgó el grado de Sargento Mayor.
Su etapa en la campaña chilena duró 2 años y participó en 8 combates principales. En junio de 1819 obtuvo su retiro “a inválidos” a los 27 años y regresó a Buenos Aires. Había recorrido más de 6.000 kilómetros.
Campaña en Buenos Aires
No estaría quieto reposando demasiado tiempo, ya que su edad y su espíritu no se lo permitirían, y comienza en esta etapa su vida política.
Durante la anarquía de 1820 fue uno de los firmantes del famoso manifiesto del General Soler al Cabildo de Buenos Aires, en contra de los arreglos espurios de Sarratea y Rondeau para entregar el país e imponer un nuevo gobierno.
En junio de aquel año fue llamado al servicio, e hizo la campaña en el norte de Buenos Aires, a las órdenes de Dorrego, abrazando la causa federal.
Al mando de un Regimiento de Lanceros, en el mes de agosto, participó en la acción de San Nicolás de los Arroyos, contra las fuerzas anarquistas acaudilladas por Alvear, y el chileno Carrera.
Batalló en las acciones del Arroyo Pavón, contra los santafecinos de Estanislao López, y se batió en el Gamonal, en setiembre, jornada en la que fueron batidas las tropas porteñas.
Cuando se produjo el motín del Coronel Pagola (desconociendo la autoridad del Gobernador Rodríguez), Pacheco se halló entre los amotinados y fue quien le informó a Dorrego de aquellos sucesos al llegar a Luján.
Después de estos acontecimientos quedó encargado del Departamento del Norte de la provincia, siempre al mando del Regimiento de Lanceros. Por haberse inutilizado por heridas recibidas en función de guerra se hallaba incluido en lo que se llamaban “retirado a dispersos” en el tiempo de la reforma del ejército.
Campaña en el Uruguay y Brasil
El estallido de la Guerra del Brasil le iba a permitir recoger nuevos laureles. Fue promovido a Teniente Coronel, y en marzo de 1826, al organizarse el Ejército Republicano, fue designado 2º Jefe del Regimiento Nº 3 de Caballería de Línea, llamado “Coraceros de Caballería”, cuerpo del cual pronto fue su jefe interino.
Así llega a la batalla de Ituzaingó (en Rio Grande do Sul-Brasil), en febrero de 1827, en la cual se le dio sobre el mismo campo de la acción el comando de la 1º División de Caballería de Línea por haber caído herido de muerte, el titular, Coronel Brandsen. Por su participación en esta victoria, recibió importantes condecoraciones. En mayo de ese año recibió los despachos de Coronel efectivo.
Participó también en el combate de Camacuá, y Yaguarón, mandando la vanguardia de ejército, por la sierra de Aceguá (límite actual de Uruguay y Brasil).
Durante el reconocimiento de “Casa Blanca” (al sur de Paysandú), su División se encontró con todo el ejército enemigo, en febrero de 1828, y llevó a cabo la difícil y peligrosa expedición en la que sostuvo varios encuentros exitosos militarmente y dispersó un regimiento que marchaba a reforzar las fuerzas imperiales.
Participó en el combate de Las Cañas (cerca de Fray Bentos-Uruguay), en abril de ese año, a las órdenes del General Julián Laguna, militar uruguayo que ya conocía desde Ituzaingó.
Terminada aquella campaña, de 2.700 km, regresó a Buenos Aires.

Campaña en el Centro
Al llegar a Buenos Aires, siendo un militar “maduro” de 36 años, se le ordenó que marchara a tomar el mando de las fuerzas del norte de la provincia de Buenos Aires.
Conocida es su actuación en los sucesos que inmediatamente siguieron al motín del 1º de diciembre de 1828 de Lavalle en contra del Gobernador Dorrego, este trató de buscar amparo en el Regimiento de Húsares Nº 5, que se encontraba en Areco bajo el mando de Pacheco, pero los Comandantes Escribano y Acha se rebelaron contra el último y redujeron a prisión al Gobernador Dorrego.
Pacheco fue también arrestado en estas circunstancias pero quedó en libertad una vez que se hubo marchado Dorrego con sus aprehensores. Después del fusilamiento de Dorrego, Pacheco fue puesto a bordo del bergantín “Balcarce” por resolución del Ministro General José Miguel Díaz Vélez, donde permaneció detenido un tiempo.
El 27 de diciembre de 1828 pasó a revistar en la Plana Mayor del Ejército. Caído el gobierno de Lavalle, el Coronel Pacheco fue nombrado en setiembre de 1829 Comandante en Jefe del Departamento Norte. Durante ese año defendió la frontera de los malones nativos.
A las órdenes del General Estanislao López, formó parte del Ejército Confederado que, invadió la provincia de Córdoba para mermar el poder del General Paz, en una campaña de 2.200 km.
Pacheco, en su calidad de jefe de la vanguardia de aquél, derrotó en el Fraile Muerto (hoy Bell Ville-Córdoba), en febrero de 1831, a la vanguardia enemiga a las órdenes del Coronel Pedernera, quedando un batallón entero entre los prisioneros tomados al enemigo. Por sus merecimientos en esta campaña fue promovido a Coronel Mayor.
Campaña en la Patagonia
En 1833 participó en Campaña al Desierto bajo el comando de Juan Manuel de Rosas, siendo Pacheco el 2º Jefe del Ejército estando a sus órdenes la vanguardia del mismo.
Por su actuación en el rescate de más de 300 “cautivas”, y el triunfo sobre Chocory (un mapuche chileno con gran prontuario por comandar una banda de salteadores y asesinos), recibió una medalla de oro.
Esta campaña, diseñada por Rosas, solo pretendía mantener la paz con los “indios amigos” y combatir a los “indios chilenos”, responsables, junto con sus cómplices locales, de los malones para robar ganado y la toma de cautivas.
Pacheco prosiguió su avance hasta la confluencia de los ríos Limay y Neuquén (los que forman el río Negro), y de allí regresó a incorporarse a Rosas. Estuvo un año operando desde el río Colorado regresando a principios de 1834, habiendo recorrido más de 3.000 km.

Campaña en Córdoba y Cuyo
A su regreso ocupó una banca en la Legislatura que votó la suma del poder público a Rosas. Fue elegido Gobernador en setiembre de 1834, puesto que no aceptó.
En 1839 ante el peligro del movimiento subversivo de aquel año, Pacheco fue designado por Rosas para ocupar el comando militar al norte de la provincia de Buenos Aires, territorio que conocía a la perfección. En reconocimiento a su sobresaliente servicio a la patria, se le entregaron tierras en la ciudad de Salto, de aproximadamente 7.600 hectáreas.
Cuando Lavalle desembarcó en San Pedro, en agosto de 1840 con la intención de atacar Buenos Aires por “orden y cuenta” de los unitarios aliados a los franceses,  lo hizo frente al ejército de Pacheco, quien se apresuró a comunicar a Rosas la aproximación del enemigo que estaba mejor armado que él.
Lavalle con 1.500 hombres atacó la posición de Pacheco que solo contaba con 200 hombres, que atinaron a retirarse del campo y “hacerse perseguir” durante más de 20 km. Tal fue el combate de la Cañada de la Paja (próximo a la actual localidad de Marcos Paz).
En octubre, tras reorganizar sus fuerzas y junto al Comandante Herrado, derrotó a Lavalle en su avance hacia Santa Fe, en el combate del Paso de Miura.
No obstante a esto, Lavalle avanzó hasta Merlo, lo que hizo poner a la defensiva a todos los soldados rosistas que se encontraban en la provincia de Buenos Aires, sin embargo decidió retirarse hacia el norte.
Pacheco se unió luego con sus efectivos al grueso de ejército al mando “interino” del General Manuel Oribe (en realidad la titularidad era de Rosas, que no quería abandonar Buenos Aires), quien tenía órdenes de perseguir a Lavalle y luego a Lamadrid y terminar con las resistencias rosistas en el interior.
Las esperanzas militares de los unitarios se apoyaban en dos fuerzas: el "Primer Ejército Libertador", al mando de Juan Lavalle, y el "Segundo Ejército Libertador", que conducía Lamadrid. Es conocido que las desinteligencias entre ambos jefes, traducidas en maniobras desacertadas, perjudicaron profundamente la campaña.
Lavalle acordó con Lamadrid (quien ocupaba Córdoba), que se encontrarían en el límite entre las dos provincias, y partió hacia allí. 
Oribe, al flanquearle el paso, obligó a Lavalle a ingresar a Córdoba por el noreste de la provincia, donde, como consecuencia de la existencia de mio-mio (una maleza tóxica para los equinos), en  los pastizales, perdió casi toda la caballada.
La desinteligencia y el atraso fue fatal, y Lavalle resultó derrotado por Oribe (y su columna derecha comandada por Pacheco) en la Batalla de Quebracho Herrado, al sudoeste de San Francisco, en noviembre de 1840.
Lavalle y Lamadrid terminaron encontrándose en la ciudad de Córdoba y decidieron continuar viaje hacia el norte. Oribe y Pacheco los perseguían.
Lamadrid decide ir a Tucumán para reclutar un nuevo ejército en su provincia, y Lavalle, montando una campaña de distracción en la provincia de La Rioja, entretuvo al ex Presidente uruguayo.
Desde La Rioja se dirigió a Tucumán, dejando a Lamadrid la responsabilidad de dirigir la campaña en Cuyo, y envió al Coronel José María Vilela (con los mejores hombres de su columna), a sofocar a los federales de San Juan y Mendoza.
Oribe decide avanzar hacia el norte al encuentro de Lavalle, mientras envía a Pacheco a Cuyo. En San Cala (próximo a San Carlos Minas en el Valle de Traslasierras en Córdoba), en enero de 1841, el General Pacheco, con un grupo pequeño deshacía completamente la división unitaria de Vilela, compuesta por unos 1.000 hombres, en un ataque sorpresa nocturno.
Al llegar a San Juan habían recorrido mas de 1.500 km.
Cuando a mediados de junio de 1841, Lamadrid avanzó desde Catamarca para dirigirse a La Rioja, el General Oribe destacó a Pacheco, con una división de 2.000 hombres de tropas escogidas, para que realizara la campaña de Cuyo, mientras él marchó a Tucumán. 
Pacheco se dedicó a buscar a Lamadrid para batirlo. En el curso de aquellas operaciones se produjo el triunfo del General Acha en Angaco (al noreste de la ciudad de San Juan), donde en agosto, derrotó apenas con 600 hombres a los 2.200 del General Félix Aldao, por una desinteligencia entre este y Nazario Benavidez.  Fue una de las más sangrientas en las guerras civiles argentinas.
El triunfo unitario fue exiguo, ya que Acha fue vencido y tomado prisionero dos días después, en los arrabales de la ciudad de San Juan.
Acha (el responsable de entregar a Dorrego para su fusilamiento), fue fusilado por orden de Félix Aldao en setiembre de 1841.
Pacheco penetró en la provincia de Mendoza en persecución de Lamadrid. El 22 de setiembre se encontraba en El Retamo, distante doce leguas de la ciudad de Mendoza, y el 24 ambos ejércitos combatían en el Rodeo del Medio, siendo Lamadrid completamente derrotado, viéndose obligado a internarse en la cordillera y emigrar a Chile.
Vencido los unitarios en el interior de la República, los ejércitos federales vencedores se trasladaron hacia las provincias del litoral. Oribe cayó sobre la provincia de Santa Fe, dominándola, y ya unido a él el General Pacheco, penetró en la de Entre Ríos.
En diciembre de 1842 se produciría  la sangrienta batalla del Arroyo Grande (cerca de San Salvador en el noreste entrerriano), en la cual el centro de Oribe estuvo bajo el mando del General Ángel Pacheco. Fructuoso Rivera, destruido su ejército, buscó la salvación en la fuga.
Los vencedores atravesaron el río Uruguay a fines de diciembre y en febrero de 1843 se iniciaba el largo asedio de Montevideo. Habían recorrido 1.900 km.
Campaña en el Uruguay
Pacheco, en el asedio a Montevideo, estuvo a cargo de una parte de las fuerzas de Oribe y se batió en numerosas acciones contra los sitiados, especialmente, en las de marzo de 1844. En la salida efectuada por los sitiados en abril, Pacheco quedó a cargo de las tropas que sitiaban aquella fortaleza y que combatieron en las proximidades del Cerro.
Sus destinos finales
En 1845 el General Pacheco, ya a sus 52 años, fue jefe a de la Frontera del Centro con asiento en Luján, y en los dos años siguientes organizó y estableció los fuertes de Bragado y Mulitas (hoy 25 de Mayo), realizando también dos expediciones en defensa de los malones.
Posteriormente regresó a Buenos Aires, ciudad que en 1850 lo eligió Diputado a la Legislatura.
En 1851 cuando Urquiza se levantó en armas contra Juan Manuel de Rosas, Pacheco se apresuró a renovar su adhesión a este. Urquiza invadió Uruguay para derrocar a Oribe, invadió también Santa Fe, y desde allí avanzó hacia Buenos Aires.
Por primera vez, Pacheco y Rosas no estuvieron de acuerdo en la estrategia a seguir, y Rosas comenzó a desconfiar de su General. Afirman algunos autores que Urquiza había logrado que Rosas comenzara a desconfiar de Pacheco, argumentando que se capturó un supuesto mensaje según el cual estaría en connivencia con los invasores.
Nombrado Comandante en Jefe de los ejércitos federales que debían afrontar al ejército aliado que mandaba Urquiza, Pacheco procedió con una inexplicable lentitud, y en enero de 1852 abandonó la Guardia de Luján, que Pacheco cubría con 2.000 hombres, ante el avance del Ejército Aliado urquicista.
Cuando se produjo el 31 de enero el encuentro en los Campos de Álvarez, el jefe que allí combatió, coronel Hilario Lagos, creyó encontrar apoyo de Pacheco en el Puente de Márquez, pero no fue así, pues, por una desinteligencia, había hecho retirar todas las fuerzas, habiendo vadeado el río de las Conchas el día anterior.
El 1º de febrero Pacheco presentó su renuncia, la que no le fue aceptada. En la tarde del mismo día llegó aquél a Santos Lugares, donde estaba Rosas. Cuenta Adolfo Saldías:
“Reyes fue a anunciarlo y se volvió a conversar con el Coronel Bustos. No habían pasado cinco minutos cuando con asombro estos jefes vieron salir de las habitaciones de Rosas al General Pacheco, cabizbajo, que pasó sin saludarlos, montó a caballo y se dirigió a la chacra de Witt, donde permaneció mientras se llevaban a cabo los hechos de armas”.
Sintiéndose dejado de lado, Pacheco se retiró a su estancia. Asumió el mando del ejército el propio Rosas (político sagaz, pero militarmente de menor capacidad que Pacheco), y fue derrotado en la batalla de Caseros, el 2 de febrero de 1852 y obligado a renunciar y exiliarse. Algunos estudiosos afirman que si Pacheco hubiese participado en la batalla de Caseros, otro hubiese sido el resultado.
Después de la batalla de Caseros, Pacheco regresó a Buenos Aires, y fue nombrado Inspector y Comandante General de Armas de esta Provincia. Fue designado Ministro de Guerra y Marina, pero nunca aceptó formalmente tal cargo, argumentando su vocación de soldado “de campo”.
Organizó entonces las fuerzas para la defensa de la ciudad, sitiada por las tropas al mando de los coroneles Hilario Lagos y Cayetano Laprida. Personalmente dirigió algunas salidas contra los sitiadores, siendo herido de bala en un brazo en San José de Flores, en enero de 1853, en la cual no obstante esta contrariedad, tuvo un éxito completo.
Aún con heridas, el Gobierno lo nombró Enviado Extraordinario en misión especial frente al Emperador del Brasil.
Pacheco también abandonó Argentina y viajó por el continente americano, deteniéndose especialmente en La Habana. Regresó a Buenos Aires después de la revolución del 11 de septiembre de ese mismo año, en que Buenos Aires quedó dominada por los antiguos unitarios y se separó del resto del país. Organizó la defensa de la Capital durante el sitio que le impuso el general Hilario Lagos.
Se retiró a los 60 años de edad, luego de 42 años de servicio ininterrumpido en el ejército. Permaneció el resto de sus días en su estancia del Talar, que hoy es conocida como "Talar de Pacheco". El General Ángel Pacheco falleció en Buenos Aires en setiembre de 1869, a los 76 años.
En el sepelio de sus restos hablaron, entre otros, el poeta Guido Spano y el General Bartolomé Mitre, quien había sido su adversario. En uno de sus párrafos dijo Mitre:
“Los Generales de la República vienen a inclinarse con doloroso respeto sobre su cadáver. Ellos vienen a darle el último adiós a las puertas del sepulcro y le dirigen por mis labios estas palabras: General Pacheco, tus antiguos compañeros de armas y los que siguieron tus huellas cruzando los ásperos senderos de la guerra, desean goce en el lecho de la muerte; tanta paz como glorias alcanzasteis en la vida”.
Ernesto Quesada, uno de sus biógrafos (casado con una de sus nietas), decía de él:
"Era una figura singularmente severa, de estatura mediana, tieso de cuerpo, erguida la cabeza, siempre irrevocablemente vestido de uniforme, y habían cimentado su pasión ferviente, dominante, absoluta, por la carrera militar. Era la síntesis del caudillo y del jefe de milicianos”.
Este “correcaminos” había cabalgado, solo en desplazamientos, mas de 25.000 km.

En el partido bonaerense de Tigre una ciudad lleva su nombre. La misma se desarrolló sobre los primeros fraccionamientos de la Estancia El Talar, conocida como El Talar de Pacheco, que pertenecía al General. 

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