Matar gente por degüello no es una forma mas de hacerlo. Es una de las modalidades más crueles, más escandalosa, más “disciplinaria”, y cuando tiene público más pavorosa y tendiente a generar escarmiento (castigo ejemplarizador).
Se degüella para que
la sangre salga a borbollones (no a borbotones), salpique y asuste.
Nuestra historia está
llena de degolladores, algunos intolerantes como los de la “mazorca”, otros
seriales como Venancio Flores (el degollador de Cañada de Gómez), y muchos
otros autores intelectuales del degüello (… tal vez por no tener el valor parta
hacerlo personalmente), como Sarmiento que incitó a todos los “Coroneles de
Mitre” para que usaran la técnica como rutina contra los gauchos y soldados
enemigos.
Degollar muchas veces no terminaba ahí, se terminaba decapitando y clavando la cabeza en una pica “como escarmiento”, o tirando la cabeza en un lugar específico como un “mensaje”.
No se trata de sacar
las cosas de contexto, en ese mismo contexto había mucha gente “humanizada” que
no mataba ni mandaba a matar.
Buena parte de
nuestras historias están manchadas de sangre, ¡¡ pero estas …..!!
La sangre derramada
En 1840 la “mazorca” rosista (una fuerza para policial
“ordenadora de ideas”, y cuya ideóloga y
autora intelectual era doña Encarnación Ezcurra (esposa de Rosas), ya tenía el
apoyo de la prensa. El periodista Mariño, a través de la Gaceta Mercantil fue
el difusor de todo tipo de calumnias sobre los adversarios del rosismo,
llegando a escribir
“¡Mueran todos los enemigos de nuestro amado Restaurador degollados como
carneros!”
El método preferido de muerte era el degüello, al
que llamaban "la refalosa" (por refalarse en la sangre derramada), o
"violín y violón" (cuando a la víctima se le introducía una mazorca
en el recto).
Doña Encarnación sugería
a sus seguidores que se degollara con un cuchillo con el filo mellado para que
el infortunado sufriera mas.
En mayo de ese año fueron degollados a las orillas
del Río de la Plata, cuando trataban de pasar a Montevideo, el Capitán del
Puerto Francisco Lynch, José María de Riglos, Isidoro de Oliden y Carlos Mason.
Otra de las primeras ejecuciones que se le atribuye
al grupo es la de Manuel Vicente Maza, amigo de Rosas que había solicitado
clemencia para su hijo, Ramón Maza, acusado de conspirar contra Rosas.
Poco después setiembre de 1840 caía víctima de la
Mazorca Avelino Viamonte, único hijo varón del General Juan José Viamonte héroe
de las Invasiones Inglesas y de la Independencia Argentina. La partida de
defunción de Avelino Viamonte prueba la ejecución del joven de 22 años por el “delito”
de ser unitario.
Al día siguiente fue degollado y luego decapitado el
Juez de Paz del lugar Paulino Barreiro, supuestamente por haber entregado un
pase a Avelino Viamonte para seguir viaje a Uruguay como único crimen.
También Sixto Quesada, un partidario de Lavalle,
pereció degollado cerca del Cementerio del Norte. El comerciante portugués Juan
Nóbrega, por haber formado parte de la conspiración de Maza y a José Pedro
Varangot.
Los crímenes continuaron sobre otros diecisiete opositores.
Los cuyanos
tampoco se quedaron quietos. Luego que Nazario Benavidez y Félix Aldao fuesen
derrotados por los unitarios de Mariano Acha en la Batalla Angaco (famosa por
lo sangrienta) en 1841, estos, pocos días después tomaron venganza en la Batalla de La Chacarilla.
Benavidez
triunfador entregó al General Acha a Aldao, que lo hizo fusilar por la espalda el 16 de
septiembre de 1841. Todos recordaban que Acha había sido el “entregador” de
Dorrego para su fusilamiento.
Su cabeza fue
cortada y expuesta en una pica, en las inmediaciones de la Posta de la Cabra,
actualmente Jarilla, en las márgenes
del rio Desaguadero, sobre la provincia de San Luis.
El degüello es casi
lo opuesto a la muerte por fusilamiento, que se imponía a los perdedores. El
fusilamiento era casi “una muerte digna” o “merecida” (aunque nadie merece la
muerte por pensar distinto), cuando se
la compara con el degüello.
Fusilamiento por la
espalda para los traidores, degüello por la nuca para el escarmiento de quienes
no coincidían con el modelo de país.
Nuestra historia está
llena de degolladores, algunos seriales como Venancio Flores (el degollador de
Cañada de Gómez), y muchos otros autores intelectuales del degüello (… tal vez
por no tener el valor parta hacerlo personalmente), como Sarmiento que incitó a
todos los “Coroneles de Mitre” para que usaran la técnica como rutina contra
los gauchos.
Pero no fueron los
primeros, ni serían los últimos
Los “buenos” quieren imponer ideas solo con muertes
Casi 10 años después. Batalla de Caseros, 3 de febrero de 1852. El Coronel Santa
Coloma tenía al mando una división de caballería rosista. Después de la derrota
federal, se refugió en la iglesia de Santo Domingo.
Fue Domingo Faustino Sarmiento quien lo sacó de allí, y con la complicidad del abogado Francisco Seguí
(unitario), quien sostenía que Santa Coloma le había robado una novia, lo hizo
traer ante la presencia de Urquiza, y sin juicio alguno al día siguiente lo
hizo degollar. Similar suerte siguió el Coronel Martiniano Chilavert, que fue fusilado ese mismo día, también sin juicio alguno.
Dice Manuel Gálvez: "A cada momento traían algún prisionero,
y Urquiza sentenciaba. Más de una vez, se oyeron estas palabras
que estremecían: “Que lo degüellen”.
En esto, se presentó un hombre a caballo, trayendo a otro en ancas.
Varios jinetes lo seguían. Algunos de estos hombres gritaban:
- Traemos a Santa Coloma, al mazorquero Santa
Coloma.
- ¡Degüello, degüello! - gritaron muchas
voces.
- ¡Violín y violón! - exclamó otra.
Bajaron al coronel Santa Coloma del caballo y lo condujeron ante el
General. Pero oyó la orden: ¡Degüéllenlo ahora mismo! Y por la nuca. ¡Pague por
los que usted ha muerto así!"
"... pudo ver cómo arrodillaban a Santa Coloma, le agarraban la
cabeza del cabello y le serruchaban con un cuchillo, que no parecía estar muy
filoso, la nuca.
El reo no había dicho palabra y murió con asombroso valor. Mientras
serruchaban el pescuezo de Santa Coloma, Urquiza permanecía impasible, dos o tres torcieron el rostro y uno sonrió
con placer, aquel que según le habían dicho, se llamaba Sarmiento".
Tiempo después
dijo Sarmiento, al referirse al degüello del Coronel Santa Coloma: "acto de que gusté".
San Juan en 1858
El prestigioso
caudillo Nazario Benavidez era su Gobernador, sin embargo por Ley de 1855 no
podía ser reelecto y apoyó la candidatura de Manuel José Gómez, respetado
vecino quedando él con la comandancia del ejército. Su ministro Saturnino
Laspiur, de extracción liberal, apoyado de través de Sarmiento por los
liberales de Buenos Aires derroca al Gobernador Gómez y encarcela a Benavidez.
“La Tribuna” y “El Nacional” (redactado por Sarmiento), instigan la eliminación del “tirano” y
simulando una fuga es asesinado en la cárcel.
La crónica de
Victorica da cuenta que:
“El general Benavidez medio muerto fue enseguida
arrastrado con sus grillos y casi desnudo precipitado desde los altos del
Cabildo a la balaustrada de la plaza donde algunos oficiales se complacieron en
teñir sus espadas con su sangre atravesando repetidas veces el cadáver,
profanándolo, hasta escupirle y pisotearlo”.
Sarmiento, desde el
diario El Nacional dirá en 1858 “es acción santa sobre un notorio malvado
!Dios sea loado!".
Pavón en 1861
Luego del “triunfo”
de Mitre sobre Urquiza en Pavón, el interior “profundo” (como les gusta decir a
los periodistas porteños), se revela contra el gobierno nacional. Se levanta
entre otros el Chacho Peñaloza y Felipe Varela desde La Rioja y Catamarca.
Solamente Urquiza se mantiene en San José, haciendo sus “negocios con la
guerra”.
Dice Sarmiento en ese
año: "Necesitamos entrar por la
fuerza en la nación. La guerra si es necesario"
En carta a Mitre en
Septiembre de ese año le dice:
"Tengo odio a la barbarie popular... La chusma y el
pueblo gaucho nos es hostil... Mientras haya un chiripá no habrá ciudadanos,
¿son acaso las masas la única fuente de poder y legitimidad? El poncho, el
chiripá y el rancho son de origen salvaje y forman una división entre la ciudad
culta y el pueblo, haciendo que los cristianos se degraden... Usted tendrá la
gloria de establecer en toda la República el poder de la clase culta
aniquilando el levantamiento de las masas".
El
degollador de Cañada de Gómez
El 22 de noviembre de
1861, Venancio Flores (militar
uruguayo, luego dos veces presidente de su país), a las órdenes de Mitre se
adelanta hasta Cañada de Gómez y sorprende a los federales, a los que derrota y
pasa a degüello a mas de 300. Esta
acción le adjudicaría el mote de “el degollador de Cañada de Gómez”.
Los que no fueron asesinados en esa noche fueron
incorporados al ejército de Mitre, pero desertaron en la primera ocasión, por
lo tanto, en adelante y como regla general, Flores haría degollar a todo
prisionero federal que cayera en sus manos.
El suceso es tan
aberrante, que hasta el ministro de guerra de Mitre, Gelly y Obes, muestra su
espanto en el parte de la hecatombe:
“El suceso de la Cañada de Gómez – informa al gobernador
Manuel Ocampo – es uno de los hechos de armas que aterrorizan al vencedor…Eso
es lo que le pasa al general Flores, y es por ello que no quiere decir
detalladamente lo que ha pasado. Hay más de 300 muertos que por nuestra parte
solo hemos tenido dos muertos…Ese suceso es la segunda edición de Villamayor,
corregida y aumentada…
Mitre no se “ensucia
las manos”, ya calla mientras sus mercenarios cumplen la tarea de limpiar el
interior, y poner todo “de un mismo color” imponiendo “el reino de la libertad”
como dice textualmente el diario La Nación.
El que no calla es
Sarmiento, que en carta a Mitre dirá:
“Sandes (otro de los Coroneles de Mitre), ha marchado a San Luis... Si va, déjelo ir.
Si mata gente, cállense la boca. Son animales bípedos de tan perversa condición
que no sé qué se obtenga con tratarlos mejor”.
Los degolladores
contratados por Mitre, además de uruguayos del partido Colorado, de extracción
liberal, son italianos, hábiles en degollar gauchos dormidos.
José María Roxas y
Patrón (médico y político de la época), escribía a Rosas el 6 de enero de 1862:
“Una gran parte de la emigración europea que nos viene,
propaga esos instintos feroces. En la matanza de Gómez, según dicen los que
escaparon, los italianos hicieron despertar en la otra vida a muchos que,
cansados de los trabajos del día anterior, dormían profundamente”
Era la emigración
“civilizada” que el mitrismo liberal porteño traía de Europa para “civilizar”
el “bárbaro” interior, en tanto Urquiza disfrutaba de su feudo entrerriano
mientras los pobres gauchos morían al grito de ¡Viva Urquiza!
Y Urquiza vive.
Vive tranquilo en su palacio de San José y en su gobierno de
Entre Ríos,
porque ha concertado con Mitre que se le dejen sus negocios como proveedor casi
monopólico del ejército de caballada y hacienda, también y su gobierno a
condición de entregar a los urquicistas.
Entre los soldados federales que salvaron sus vidas
se encontraban José Hernández, (el autor del Martín Fierro), su hermano
Rafael Hernández (destacado político de la provincia de Buenos Aires y quien sería fundador de la Universidad Nacional de La Plata), Leandro N. Alem, que todavía no había cumplido los
veinte años y estaba lejos del político que crearía la
Unión Cívica Radical.
Entre los muertos estuvo Joaquín Rivadavia, un hijo
del ex presidente Bernardino Rivadavia, y el Coronel Pita, jefe del estado mayor
de la Confederación.
Degüello de El Chacho Peñaloza
Sarmiento declara el
estado de sitio en las provincias vecinas y se dedica a confiscar bienes y
exterminar opositores y a los que supone cómplices de los federales. Como Mitre
trata de frenar sus ímpetus, Sarmiento
le dice:
“Yo mande a ejecutar Baouna (estanciero de
tradición federal), el gobernador de
Mendoza por mi orden ha hecho ejecutar la sentencia a un Fonsalida (también
estanciero), Sandes (uruguayo al
servicio del ejercito de línea) ejecutó a
Minuel (un paisano) en las Lagunas”.
Amparado en el estado
de sitio manda a matar por abigeato a un pobre paisano “a la pena ordinaria de muerte que se ejecutará a tiro de fusil en la
plaza principal de la ciudad, debiendo ser descuartizado su cadáver y puesta su
cabeza y cuartos en los diversos caminos públicos”.
Se jacta ante Mitre “Es de admirar la pasión con que la chusma
ha entrado en el movimiento, fusilaré media docena de pícaros”
El
Chacho, ya viejo y cansado, se refugió en la casa de su amigo Pablo Oros en
Olta (La Rioja ),
junto con su esposa y su hijo adoptivo. Desde allí le escribe a Urquiza:
“Tomaré el partido de abandonar la situación
retirándome con todo mi ejército fuera de nuestro querido suelo argentino a
mendigar el pan en el extranjero antes que poner la garganta a la cuchilla del
enemigo”.
Esto no
iba a ocurrir. El Mayor Irrazabal, oficial uruguayo bajo las órdenes de
Sarmiento, cruza una partida de siete soldados chachistas, y los tortura en la
búsqueda del paradero de su jefe. Seis no sobrevivieron al “cepo colombiano”
(una tortura en la que se muere por ruptura de todas las coyunturas), pero un
tal Pancho “el Minero” es el infidente que denuncia su paradero.
Irrazabal
envía una avanzada de 30 hombres a cargo del Capitán Ricardo Vera (pariente de
Victoria Romero, esposa de El Chacho). En la madrugada del 12 de noviembre de 1863 Peñaloza, a sus 65 años, entrega
su única arma (un puñal, regalo de Urquiza), al Capitán, en señal de rendición
incondicional. Como Vera y Peñaloza se conocían, este supuso que tendría un
trato digno de soldado a soldado. No por nada era General de la Nación.
Pero
nada tan lejos de esto. El Mayor Irrazabal llega y pregunta ¿Quién es el bandido del Chacho?, a lo
que el Chacho le responde Yo soy el Gral.
Peñaloza, pero no soy un bandido. Sin mediar palabra Irrazabal le quita la
tacuara a un soldado, lo lancea en el vientre, lo apuñala, lo acribilla a
balazos y lo decapita.
Ese
mismo día el asesino informa al Coronel José Arredondo: “Pongo en conocimiento de VE el buen éxito de nuestra jornada, que ha
dado el triunfo sobre el vandalaje”.
Expone su cabeza en
una pica en la Plaza
de Olta, le corta una oreja y se la envían a Natal Luna en La Rioja , quien la tendrá
durante mucho tiempo sobre su escritorio. Sarmiento premia a Irrazabal y a Vera
con un ascenso.
Al
conocer la noticia Sarmiento le escribe a Mitre: “No sé qué pensarán de le ejecución del Chacho. Yo inspirado en los
hombres pacíficos y honrados he aplaudido la medida precisamente por su forma.
Sin cortarle la cabeza al inveterado pícaro, las chusmas no se habrían
aquietado en seis meses”.
Dicen
que Mitre desaprobó las palabras de Sarmiento y la muerte del Chacho por no
ajustarse a derecho. Peñaloza era un General de la Nación designado por el
Congreso, y debió juzgarse en un Consejo de Guerra.
José
Hernández le anticipó a Urquiza… “no se
haga ilusiones General Urquiza. El puñal que acaba de cortar el cuello del
General Peñaloza, bajo la infame traición de los unitarios en momentos de
proponerles paz, es el mismo que se prepara para él en medio de las caricias y
de los halagos que le prodigan traidoramente sus asesinos”.
Dice Sarmiento en 1865, debatiéndose entre los diferentes
“tipos” de muerte:
"Es preciso emplear el terror para triunfar. Debe
darse muerte a todos los prisioneros y a todos los enemigos. Todos los medios
de obrar son buenos y deben emplearse sin vacilación alguna, imitando a los
jacobinos de la época de Robespierre" "A los que no reconozcan a Paz
debiera mandarlos ahorcar y no fusilar o degollar. Este es el medio de imponer
en los ánimos mayor idea de la autoridad".
La “guerra de policía”
En enero de 1867, Sarmiento reunido en el Congreso
dice:
“Todos los individuos que tomaran las armas o hayan
tomado parte en la ejecución de atentados cometidos por los revolucionarios de
Mendoza…y todos los que en cualquier punto del territorio sujeto a la
jurisdicción nacional contribuyan con actos deliberados a estimular, fomentar o
mantener aquel estado de anarquía, serán considerados como rebeldes y traidores
a la patria, y sometidos por la fuerza a la justicia nacional para ser juzgados
como tales con toda severidad de las leyes”.
Mitre decide un
cambio de estrategia frente a los caudillos del interior. Él no va a confrontar
ideas y no está dispuesto a aceptar críticas a su gestión por que se mate al
que piensa distinto. Entonces inventa y declara una “guerra de policía”
cambiando la “carátula” del adversario pasándolo de enemigo político a bandido
fuera de la ley.
Con esto su ejército
(integrado por militares uruguayos de conocida ferocidad), tiene “carta blanca”
para matar a mansalva. Ya no serían crímenes políticos, ahora serían muertes
justicieras a los fuera de la ley.
Mitre no se conforma
con la ley propuesta por Sarmiento, y lejos de cumplirla, nombra a Sarmiento
Director Guerra y le dice:
“Quiero hacer una guerra de policía. La Rioja es una
cueva de ladrones que amenaza a todos los vecinos y donde no hay gobierno que
haga la policía. Declarando ladrones a los montoneros sin hacerles el honor de
considerarlos como partidarios políticos ni elevar sus depredaciones al rango
de reacciones, lo que hay que hacer es muy sencillo”.
Tal vez para no
comprometerse, no se lo dice directamente, se lo insinúa, pero Sarmiento, que
además de buen entendedor siente un odio visceral hacia el gauchaje, no
necesita mucho para embalarse, comienza una masacre salvaje en las provincias
sublevadas.
Uniformar la política
Mitre llamó a su
política “Expedición pacificadora del
ejército de Buenos Aires”, y declarará alborozado en la Legislatura “La mayoría de las provincias hermanas han
uniformado su política con la de Buenos Aires”.
Hubo un “pequeño
detalle”. Esta “uniformización de las políticas” por parte de las provincias
(“los trece ranchos” a decir de Don Bartolo), cuando el gobierno de Mitre terminó, en octubre de 1868, dejaba como
saldo la muerte de 4.728 argentinos durante las rebeliones contra el
centralismo mitrista, según denunció el senador liberal Nicasio Oroño, ex Gobernador de Santa Fe.
Algunos otros dichos de Don Domingo Faustino
Sarmiento,
considerado por muchos como el “maestro de los maestros”, y “padre de nuestra
civilización”, guardaba en su pecho resentimientos, odios y fobias impropias de
un verdadero docente. Mandar a matar para él era rutina y así se manifestaba
Sobre los indios: “Por los salvajes de América siento una
invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa calaña no son más que unos
indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y
Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de
progreso.
Su exterminio es providencial y útil,
sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño,
que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado”. (“El Progreso”, 27 de
septiembre de 1844)
“Quisiéramos apartar de toda cuestión
social americana a los salvajes por quienes sentimos, sin poderlo remediar, una
invencible repugnancia…” Nueva Crónica dela Conquista del Tucumán, Madrid,
1926).
Sobre los gauchos -“Tengo odio a la barbarie popular…
Mientras haya un chiripá no habrá ciudadanos, ¿son acaso las masas la única
fuente de poder y legitimidad? El poncho, el chiripá y el rancho son de origen
salvaje y forman una división entre la ciudad culta y el pueblo…”. (Carta a
Bartolomé Mitre, del 24 de septiembre de 1861) –
“En las provincias viven animales
bípedos de tan perversa condición que no sé qué se obtenga con tratarlos
mejor”. (Informe enviado a Mitre en el año 1863).
“No trate de economizar sangre de
gauchos. Éste es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esta
chusma criolla, incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres
humanos”.(Carta a Bartolomé Mitre, 20 de septiembre de 1861).
Sobre los argentinos -“(son) una dañosa amalgama de razas
incapaces e inadecuada para la civilización”. -“Los argentinos somos pobres
hombres llenos de pretensiones y de inepcia, miserables pueblos, ignorantes,
inmorales y apenas en la infancia. Somos una raza bastarda que no ocupa, sino
que embaraza la tierra”.
“Nuestro pueblo no está preparado sino
para degollar, robar, haraganear, devastar y destruir”.
Sobre los pobres, huérfanos y enfermos: – “Si los
pobres de los hospitales, de los asilos de mendigos y de las casas de huérfanos
se han de morir, que se mueran: porque el Estado no tiene caridad, no tiene alma.
El mendigo es un insecto, como la hormiga. Recoge los desperdicios. De manera
que es útil sin necesidad de que se le dé dinero. ¿Qué importa que el Estado
deje morir al que no puede vivir por sus defectos
“Los huérfanos son los últimos seres
de la sociedad, hijos de padres viciosos, no se les debe dar más que de comer”.
(Del discurso en el Senado dela Provincia de Buenos Aires, 13 de septiembre de
1859).
Uso de la Violencia: Mantuvo una
crueldad extrema por su desprecio a las víctimas. Amparado en el estado de
sitio manda a matar por abigeato a un pobre paisano “a la pena ordinaria de
muerte que se ejecutará a tiro de fusil en la plaza principal de la ciudad,
debiendo ser descuartizado su cadáver y puesta su cabeza y cuartos en los
diversos caminos públicos” (J. Victorica) y se jacta ante Mitre
“Es de admirar la pasión con que la
chusma ha entrado en el movimiento, fusilaré media docena de pícaros”
Es tan alevosa la
muerte por ejemplo del Chacho Peñaloza, que en Buenos Aires se
levanta una protesta pero “el loco” (así le llamaban) Sarmiento, descontrolado,
le escribe a Mitre:“he aplaudido la medida precisamente
por su forma” ya que “es legal matar a lanza y cuchillo” y “sin cortarle la
cabeza a aquel inveterado pícaro y ponerla a la expectación, no se habrían
aquietado las chusmas en seis meses” (Sarmiento. Carta a Mitre, 18.11.1862.)
“Córteles la cabeza y déjelas de muestra en el
camino” (Carta a Arredondo, 12/4/1873). “Si el coronel Sandes mata gente (en
las provincias) cállense la boca. Son animales bípedos de tan perversa
condición (esos provincianos que defienden sus autonomías) que no sé que se
obtenga nada con tratarlos mejor” (Informe de Sarmiento a Mitre, 1863).
Dijo
en oportunidad del fusilamiento en masa de un batallón correntino: "brillante conducta".
A
los sublevados entrerrianos en 1868.
"Proceda a diezmarlos, pasando por
las armas a los que le toque en suerte". "Los sublevados serán todos
ahorcados, oficiales y soldados, en cualquier número que sean".
En
carta a Arredondo en 1873, Sarmiento
le dice: "Córteles la cabeza y
déjelas de muestra en el camino".
Tan trágicas han sido
nuestros orígenes y nuestras guerras civiles y por la independencia que uno de
los mayores distritos poblados (le llaman la quinta provincia), se llama
precisamente La Matanza. Es tan rica nuestra historia de muertes que ni
siquiera se sabe a ciencia cierta por que se llama así.
Sea cual fuere la
hipótesis de su nombre, no nos enaltece mucho que digamos.
Bibliografía
FERREYRA, N.E. 2011. Próceres de papel y héroes
olvidados en la independencia argentina. E-book
GALVEZ, M. 1954. Y así cayó don Juan Manuel. Colección Austral.
GRISTELI, OLIVERA de.
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de san-Miento, gran Maestre argentino. https://histeducarg.wordpress.com/efemerides/
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Los coroneles de Mitre. Alción Editora. Córdoba.
ROSA, J.M. 1972. Historia
Argentina. Tomo IV. Unitarios y Federales, Editorial Oriente S.A. Buenos Aires
www.lagazeta.com.ar/mitre.htm. MITRE: Hombre funesto para
tres repúblicas.
www.lagazeta.com.ar/patriotas_y_cipayos.htm. Patriotas y otras yerbas
www.revisionistas.com.ar. Batalla de Cañada de Gómez
www.diarioregistrado.com. Cuál es el origen
del nombre La Matanza. Diario Registrado. Edición del 5
de junio de 2014.
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