Como un juego del destino, un hombre como Manuel Dorrego tenía que tener tantos nombres como roles le tocó jugar en la historia de nuestro país.
Hay decenas de biografías y
análisis sobre este hijo de portugueses que a lo largo de sus escasos 41 años
vivió miles de circunstancias. Su comportamiento le valió decenas de adjetivos
calificativos tan diferentes como exaltado, díscolo, indisciplinado, bromista,
impulsivo, temperamental “el loco” o “el más valiente en el campo de batalla”, apasionado político y
patriota “hasta los huesos”. Pero todos
estos definen a uno solo.
Por pretender ser sintético,
apenas enmarcaremos en una lista los rasgos sobresalientes de este personaje
nacido en “cuna de oro” y muerto fusilado como si fuese un bandido.