viernes, 31 de diciembre de 2021

El General Román Deheza y el fusilamiento de prisioneros de guerra

 


Cuando los argentinos buscamos excusas no hay quien nos gane. Pocos nos hacemos cargo de nuestros propios errores, y son “errores más graves” los que comete el enemigo.

La escalada de violencia se hace infinita, las apuestas de muertes se duplican como en un tablero de juego.

Al General Roman Deheza le sobraban medallas por sus actos como oficial de San Martín, Bolívar o Sucre, sin embargo, y a pesar de su experiencia en las guerras por la independencia “mostró la hilacha” en la guerra civil de nuestro país.

Unitario por convicción, participó en la batalla de La Tablada bajo los órdenes del General Paz, quien, a pesar de sus buenas consideraciones, en sus memorias lo calificó: “En una palabra, tenía más brío que cabeza, o según la expresión de Napoleón, no era cuadrado, pues tenía más base que altura”.

Por problemas de venganzas personales, luego de la victoria unitaria en la Tablada, Deheza fusiló “por quinteo” (uno por cada cinco), a los soldados prisioneros del ejército de Facundo Quiroga, quien, continuando el espiral de violencia, lo imitó en varias otras oportunidades.

El contexto de la época

Producido el movimiento decembrista (ocurrió un 1 de diciembre), de Lavalle en 1828, que culminó con el fusilamiento de Dorrego, la Legislatura de Córdoba otorgó al General Bustos facultades extraordinarias para enfrentar al gobierno unitario de Buenos Aires.

El Gobernador expidió una proclama condenando en términos enérgicos a la revolución y procesando al partido unitario.

“Quienes derrocaron al Gobierno general son los mismos que en 1814 pidieron a Carlos IV, un vástago de la Casa de Borbón, para que se pusiese de rey entre nosotros (lo decía por Rivadavia), los que en 1815 protestaron al embajador español en el Janeiro, conde de Casa Flores, que si habían tomado intervención en los negocios de América había sido con el objeto de asegurar mejor los derechos de S.M. Católica en esta parte de América (lo decía por Alvear), los mismos que en 1816 nos vendieron a Juan VI entonces príncipe de Lucca (lo decía por Valentín Gómez y Pueyrredón), en fin, los autores de todas las desgracias en América.

Por eso uno de los primeros objetivos militares de los decembristas fue atacar Córdoba y el General José María Paz, al frente de una fuerza de 1.000 hombres, la invadió. Como no le interesaba un triunfo militar sino el gobierno, y guardaba respeto por Bustos, quiso negociar.

Le pidió a Bustos que llamara a elecciones con el compromiso que ninguno de los dos sería candidato, sin embargo lo arrinconó en San Roque y le exigió que delegara en él el llamado en elecciones. Bustos no aceptó las imposiciones unitarias.

La Batalla de San Roque (lugar del actual Lago San Roque en Córdoba), en abril de 1829, puso fin a la administración de Bustos y a su carrera política, pues su antiguo camarada y subordinado en Arequito, no sólo lo derrotó militarmente sino que lo depuso como gobernante.

Juan Bautista Bustos huyó a La Rioja buscando la protección de Facundo Quiroga que por supuesto encontró, y le dice: 

"Es necesario hacer ver a estos serviles que no somos caciques, sino unos amantes de la libertad de nuestra patria y nuestros pueblos."

A las órdenes del caudillo riojano se produjo la batalla de La Tablada el 22 de junio de 1829, donde el General Paz “con movimiento de contradanza” (según la expresión del “Tigre de los Llanos”), obtuvo una brillante victoria.

El ejército comandado por Paz, numéricamente inferior pero mucha más disciplinada, mejor pertrechada (Paz era in militar muy preparado y gran estratega), y con abrumadora superioridad de artillería y dirigido por un extraordinario táctico-estratega, derrotó a las fuerzas de Quiroga.

El General Román Deheza era Jefe de Estado Mayor en esta batalla. 

¿Quién fue Román Deheza?

Román Antonio Deheza nació en Córdoba en 1791, educándose en el Real Colegio de Monserrat. A los 19 años se enroló en Ejército del Norte como voluntario, y combatió bajo las órdenes del General Antonio González Balcarce en las batallas de Cotagaita, Suipacha y Huaqui.

En 1813 fue enviado a Chile, como oficial de la división cordobesa del Batallón de Auxiliares Argentinos, bajo las órdenes de Las Heras. Dicha tropa estaba destinada a reforzar el ejército chileno, que se defendía de los contingentes realistas enviados por el virrey Abascal. Combatió en las batallas de Cucha Cucha y Membrillar.

Pasó a las fuerzas del general O'Higgins, a cuyas órdenes luchó en la derrota de Rancagua con el grado de Capitán.

Regresó a Mendoza, donde se incorporó al Ejército de los Andes bajo las órdenes del General José de San Martín. En 1817 cruzó la Cordillera de los Andes y combatió en las batallas de Guardia ViejaChacabucoCurapaligüeCerro Gavilán, en el sitio de TalcahuanoCancha Rayada y en la gran victoria de Maipú. Permaneció después en la guarnición de Valparaíso, con el grado de Teniente Coronel.

En 1820 formó parte de la Campaña de Arenales al Perú, como jefe del batallón 11 de infantería - fundado por Las Heras - y peleó en la batalla de Cerro de Pasco, en que tuvo una actuación relevante y por esta victoria fue ascendido al grado de Coronel. Participó en la llamada Campaña a puertos intermedios, interviniendo en el grupo de asalto en el sitio del Callao.

Retirado San Martín, luchó a órdenes de Simón Bolívar en Junín, y a órdenes de Sucre en la definitiva victoria de Ayacucho.

Al año siguiente fue designado jefe del estado mayor del ejército libertador por el General Bolívar, con el que marchó hasta Arequipa y al Cuzco, donde permaneció hasta enero de 1826.

Volvió a Buenos Aires y se unió a la Guerra del Brasil, luchando en las victorias de BacacayYerbal e Ituzaingó. En esta última batalla fue el jefe del estado mayor, ya que el General Mansilla, que ocupaba ese cargo, dirigió tropas en la batalla.

Regresó a órdenes del general Juan Lavalle a Buenos Aires y participó en la revolución de diciembre de 1828.

La Tablada

Cuando el General José María Paz invadió Córdoba, Deheza se unió a este como Jefe de Estado Mayor.

Quiroga debía imponerse a Paz para resguardar el poder federal de las provincias. Dio un largo rodeo desde los llanos riojanos por Rio Cuarto y con 5.000 hombres llegó a Córdoba, evitando cruzarse con los refuerzos que recibía Paz desde las provincias del norte.

 

En las acciones de la Tablada, el 22 de junio y en la madrugada del día siguiente, se batió con denuedo, teniendo a su cargo, el centro de las fuerzas del General Paz.

 

Facundo Quiroga ataca sorpresivamente la ciudad de Córdoba y Paz decidió retomarla, para lo cual envió en misión de exploración a uno de sus oficiales ayudantes, el Capitán Rafael Correa. Este oficial se aproximó demasiado a la ciudad y fue abatido por los federales apostados en la misma.

 

Ante este suceso Paz decidió enviar una comitiva para parlamentar con los federales que defendían las posiciones de la ciudad y persuadirlos de rendirse. Encabezaba este parlamento el Capitán Dionisio Tejedor, de Buenos Aires y amigo del General Paz.

 

Cuando la comitiva se aproximaba a la ciudad portando bandera blanca, Tejedor fue muerto por disparos de mosquetería hechos desde una azotea.

Este hecho decidió a Paz a atacar la ciudad cuando a su vez llegó a su campamento un parlamentario de los federales, el Teniente Coronel José Argüello.

Este aseguró a Paz que el asesinato de Tejedor había sido un error, y que quienes lo habían cometido ya habían sido apresados por los propios federales y esperaban su castigo por el hecho.

Aceptada esta explicación, el General Paz hizo entrar a su ejército en la ciudad y tomó el control de ella, rindiéndose los escasos soldados de infantería que Quiroga había dejado allí. La artillería con que contaban había sido sacada por Quiroga para llevarla a las afueras, más concretamente a La Tablada.

El triunfador, General José María Paz, dijo luego de terminada la batalla. “Me he batido con tropas más aguerridas, más disciplinadas, más instruidas, pero más valientes, jamás”.

El fusilamiento de prisioneros

Tomada la plaza se produjo el fusilamiento de varios oficiales federales prisioneros y también de los cinco soldados acusados de la muerte de Tejedor. El General Paz en sus Memorias atribuye la responsabilidad al Coronel Deheza, el cual obró sin su consentimiento.

¿Por qué Deheza fusila a los prisioneros? Hay numerosas versiones, desde la represalia por las ejecuciones de soldados por parte de Quiroga en Rio Cuarto, hasta por venganza a la muerte de Tejedor, pasando por “exigencias” de las tropas unitarias y su propia torpeza política.

Deheza capturó gran cantidad de prisioneros en la persecución, y había resuelto pasarlos por las armas a todos, para vengarse de las atrocidades cometidas por Quiroga en la toma de la Capital, en las que resultaron víctimas personas de su familia.

 

Este cedió parcialmente en sus propósitos al ruego de varias personas, fusilando “por quinteo” (uno cada cinco al azar), a cientos de prisioneros.

Sea como fuere, para muchos historiadores, Deheza inaugura una modalidad de fusilar prisioneros “por quinteo” luego de terminada la batalla.

¿Cuántos fueron? Nunca se sabrá. Hay versiones desde 2 hasta más de 20 oficiales y cientos de soldados.

 

Deheza le echó la culpa a un tal Comandante Celman y Quiroga juró que fusilaría a cuantos oficiales toma prisioneros en los próximos combates.

 

Sea como fuese, la sangre argentina siguió siendo derramada en nombre de las ideologías. El terror impuesto por Paz en las sierras de Córdoba (cuya población respondía a Quiroga), incluyó torturas y muertes horrorosas

 

El General Paz, refiriéndose al Deheza en sus Memorias dice:

“Era valiente y aún bizarro en el conflicto de una batalla; en tales ocasiones ha prestado servicios distinguidos, y yo le he debido avisos importantes, mejor diré, inspiraciones de genio que me han sido muy útiles y que me complazco en recordar; pero desgraciadamente éstas no se extendían ni una pulgada más del campo de combate, y ni aún allí era generalmente conducido por impulsos nobles y desinteresados, pues se mezclaban muy a menudo cálculos de ambición u otras pequeñas pasiones, de tal modo que sabían modificar su carácter propenso a la crueldad y disponerlo para alguna acción generosa.

Conocía bien el arma de la infantería y no tenía igual en el ejército para conducir en la pelea un reducido número de batallones.

En una palabra, tenía más brío que cabeza, o según la expresión de Napoleón, no era cuadrado, pues tenía más base que altura”.

El desencuentro con Paz

Al reunirse en Junta de Guerra los principales jefes del ejército para nombrar el General que debía comandarlos en reemplazo de Paz cuando este es tomado prisionero, resultó elegido Lamadrid, quien nombró Jefe del Estado Mayor al General Deheza, pero éste descontento, porque pretendía ser él, renunció y se retiró con su División.

 

Enojado con tal decisión de la Junta resolvió abandonar el país, previendo las desgraciadas circunstancias en que iban a encontrarse sus compañeros de causa, pues no tenía ninguna confianza en la capacidad del General Lamadrid. En parte tenía mucha razón ya que Lamadrid fue un militar mediocre.

 

Deheza se estableció al principio en Ocloca, Bolivia, en los últimos meses de 1831, pasando posteriormente al Perú.

 

Cuando el General Paz organizaba el ejército contra Rosas en Corrientes, en 1845, Deheza ofreció sus servicios, que fueron aceptados, siendo nombrado Jefe de Estado Mayor del mismo a pocos días de su incorporación, habiendo realizado su regreso del Perú a través del Brasil.

 

Final y homenajes

Luego de la caída de Rosas en 1852, el General Deheza se retiró a la vida privada en Chile, falleciendo en la ciudad de Valparaíso el 30 de agosto de 1872.

El 4 de diciembre de 1993, más de 100 años después, bajo la presidencia argentina de Carlos Menem y la gobernación de Córdoba de Eduardo Angeloz, los restos mortales del General Román Antonio Deheza y de su esposa fueron depositados en el Cementerio Parque "Los Robles", de la ciudad de General Deheza en la provincia de Córdoba.

   

Bibliografía

CANAVESE, G.F. Román Antonio Deheza. http://dbe.rah.es/biografias/79119/roman-antonio-deheza

LOPEZ MATO, O. (2020). Más bríos que cabeza... La historia del general Deheza. https://www.historiahoy.com.ar/

ROSA, J.M. (1972), Historia Argentina. Tomo IV. Unitarios y Federales (1826-1841). Edit. Oriente S.A. Buenos Aires, 527 p.

TODO ARGENTINA. Román Antonio Deheza. Biografía. https://www.todo-argentina.net/biografias-argentinas/roman_antonio_deheza.php?id=275

TORRES MOLINA, R. (2020). Facundo Quiroga: de la leyenda a la historia. Ed. Continente. Buenos Aires, 304 p.

martes, 30 de noviembre de 2021

María “La Grande”. Cacica tehuelche y hábil diplomática

 


Mariquita la llamaban sus padres cuando pequeña, pero ese diminutivo cambiaría radicalmente cuando se transformara en una cacica casi incomparable de su pueblo tehuelche, con habilidades impropias de su tribu y de su tiempo.

Tal vez sea quien tuvo el dominio del territorio aborigen más extenso de nuestra actual Argentina entre 1920 y 1940, que de norte a sur abarcaba desde el sur del Rio Negro y terminaba en el Estrecho de Magallanes.

Poco se sabe de su niñez y juventud, pero los relatos históricos de Darwin, Fitz Roy, Piedra Buena, entre muchos otros, dan cuenta de quien fue María en su adultez.

Fue ella quien, en combinación con Vernet (Gobernador de las Malvinas), planearon el desarrollo de negocios y relaciones culturales para que fueran “fijando soberanía” sobre las islas.

No pudo ser. La invasión del poderío inglés de 1833 frustró el proyecto.

Esta es una linda historia que habla de las buenas relaciones entre los dueños de las tierras y sus “nuevos vecinos”.

¿Quién fue María?

Con ese nombre español fue bautizada por sus padres (el cacique Vicente y su esposa Cogocha), una familia tehuelche meridional (posiblemente aónikenk), cuando nació en algún lugar de nuestra Patagonia, tal vez en 1780. Tuvo dos hermanos menores (Bysante y Huisel), famosos por su corpulencia y vigor.

El nombre cristiano (María de la Asunción), de la cacica (término aceptado por la RAE), fue fruto de su bautismo en el Fuerte Nuestra Señora del Carmen (Carmen de Patagones, en la provincia de Buenos Aires).

La inquieta Mariquita, como la llamaban, fue criada en las costumbres rurales aborígenes del momento, mientras que aprendía a hablar español con la enseñanza de su madre, quien era lenguaraz de la tribu, y que lo había aprendido en su contacto con los sacerdotes evangelizadores y como resultado de la interacción con las colonias españolas establecidas en el litoral atlántico a fines del siglo XVIII.

Fue el Teniente Juan José Elizalde al desembarcar en las costas de Santa Cruz quien da referencia por primera vez de una niña de 12 años, que por su desenvolvimiento llamaba la atención, y que varios años después se transformaría en una cacica de notable oratoria y capacidad para manejar pacíficamente a los guerreros de su tribu.

Se casó con Manuel, un tehuelche que hacía gala de la denominación de “patagones” en referencia a los hombres fornidos y de pies grandes a que hicieron referencia los antiguos marinos españoles, con quien tuvo cinco hijos.

A pesar de las costumbres nómades de los tehuelches, que armaban sus carpas de cueros y pieles donde más les convenía, Manuel y María vivían con cierta permanencia en Bahía San Gregorio en el Estrecho de Magallanes.

A los 40 años de edad, tomó el cacicazgo heredando a su padre, Vicente, quien desde hacía muchos años negociaba con extranjeros en varios puntos de la Patagonia.

Las habilidades de María para ordenar, montar a caballo, lograr el respeto de su tribu,  negociar carne, pieles, mantas de guanaco y plumas de ñandú por espadas, cuchillos, tabaco, yerba mate, frenos, monturas, fusiles, plomo para balas, paños, cuentas, harina, azúcar y alcohol, entre otros codiciados bienes del blanco, le hicieron fama entre los cazadores de lobos marinos y balleneros argentinos y extranjeros.

Era hábil jinete a diferencia de las otras mujeres de la tribu y no se pintaba su cara como ellas. Se la veía siempre con un par de aros de medalla con la imagen de la Virgen María, y prendedores de bronce (regalo de un lobero norteamericano), que fijaban sus mantos sobre el pecho.

Fitz Roy, quien regresó a la toldería para aprovisionarse de alimentos en una segunda expedición, tuvo oportunidad de presenciar la ceremonia religiosa oficiada por la cacica y la devoción que le profesaban sus seguidores.

Usando una pequeña figura de madera, que María llamaba “su Cristo”, con quien decía hablar, realizaba, en un interesante sincretismo religioso, una ceremonia donde se mezclaban ritos indígenas y cristianos. Esto le habría valido el sobrenombre de “Santa María” que le puso Charles Darwin.

En un momento del ritual, la cacica ordenaba a su marido Manuel perforar los brazos y orejas de los hombres con una lezna, provocando el sangrado, lo cual era considerado por sus seguidores como un verdadero honor.

María tenía muchos refugiados en sus tolderías, desertores de buques loberos o prófugos de la justicia, algunos fueron sus protegidos y otros sus enemigos.

Fue amiga y colaboradora de Luis Piedra Buena, el Perito MorenoCarlos Moyano y Ramón Lista

Muchos misioneros y aventureros pasaron por los toldos de María, pero el destino le tenía reservado un rol más importante que el de cacica.

Su encuentro con Vernet

Luis Vernet, un natural del puerto de Hamburgo, fue un hábil comerciante  radicado en Argentina en 1819, dedicándose con el tiempo al negocio del ganado en el sur de la provincia de Buenos Aires.

El Gobierno de Buenos Aires le otorgó en 1823 la concesión para el aprovechamiento del ganado vacuno y el de los lobos marinos de la Isla Soledad. Las Malvinas habían sido tomadas formalmente bajo posesión argentina el 6 de noviembre de 1820.

Vernet se trasladó hacia la isla donde comenzó con el desarrollo del lugar, llevó caballos y lanares, rehabilitó varios edificios que se encontraban abandonados y semi destruidos.

No sólo realizó una tarea colonizadora del lugar sino que también emprendió investigaciones científicas para el mejor conocimiento de las islas. Los estudios incluían, un estudio de los lugares para futuras colonizaciones y posibles producciones en ese lugar. En esto colaboró activamente su joven esposa.

La tarea de Vernet activaba zonas comerciales nunca utilizadas hasta el momento pero además confirmaba así la soberanía argentina en el lugar. Pese a que, la primera expedición de 1824 fracasó, hacia 1826 el segundo intento de establecimiento prosperó rápidamente. Para las tareas, Vernet llevó a las islas muchos gauchos de las pampas rioplatenses.

Vernet hablaba de unos 300 habitantes en la isla, de los cuales la mitad eran fijos. Los 150 pobladores aproximados eran, en su mayoría, originarios de las provincias de Santiago del EsteroEntre RíosCórdoba, Buenos Aires y Santa Fe. También había paisanos uruguayos, del Litoral argentino y Tehuelches de Patagonia, que eran mayoría y con quienes Vernet mantuvo relaciones comerciales por el saladero de la península Valdés.

En cuanto a los europeos, había campesinos alemanes, escoceses, franceses, portugueses, españoles, pescadores y marinos genoveses, ingleses, irlandeses, holandeses, entre otros. También hubo colonos británicos. Incluso llegaron a la isla esclavos adolescentes africanos tras la Guerra del Brasil. Algunos de ellos para ganar su libertad debían pasar en las islas diez años.

Por orden de Vernet, al llegar, todos los colonos recibían tierras, semillas y herramientas. Además, se creó un clima de camaradería y solidaridad entre ellos. Los integrantes de la colonia se dedicaban a la caza, la domesticación del ganado, construcción de corrales, ranchos, casas de piedra y salazón de carnes.

Algunos realizaban actividades vinculadas al comercio o algún oficio y otros eran marineros de las naves de paso que preferían quedarse a vivir allí, por ser desertores o sobrevivientes de naufragios.

El negocio e Vernet era capturar el ganado salvaje para su sacrificio, y vender los productos resultantes. También estaba entusiasmado con las perspectivas de la caza de anfibios, salazón de cueros vacunos y equinos y el tráfico naviero.

Simultáneamente al negocio en las Malvinas, Vernet con otros socios comenzaron a explotar el ganado vacuno y las salinas de la península Valdés en la actual provincia del Chubut.

Debido a su experiencia en la península, Vernet tuvo contacto amistoso y comercial con los tehuelches.

Corriendo el año 1823 pactó una reunión con estos, pero hasta que no llegara el cacique la misma no podía comenzar.

El gran jefe tehuelche arribó y Vernet quedó asombrado que una mujer cuarentona y de muy buen porte, acompañada por más de mil jinetes de la tribu, lo invitaba a negociar y conocer los derechos que su pueblo tenía sobre ese territorio y su posición respecto al ganado cimarrón que lo consideraba propio.

Vernet fue años más tarde el primer comandante político y militar argentino de las Islas Malvinas (y adyacentes al cabo de Hornos en el océano Atlántico), y entre sus principales objetivos estaba la promoción y estímulo para que algunos indígenas se instalasen en la colonia.

Más tarde, en 1831, siendo ya Gobernador de Malvinas, Vernet (llamado por algunos historiadores “el caballero” de las islas), invitó a María a visitar Puerto Luis (al noreste de la isla Soledad), reconociendo su poder. Le ofreció transportarla junto con su gente.

El propósito de la visita era proponerle a María “asociarse” y crear una factoría en la Bahía San Gregorio, la que gozaba de protección por parte de la cacica.

La leyenda dice que el viaje en barco fue difícil y que María sintió la fuerza del mar en su cuerpo. La goleta al mando del segundo de Vernet en las islas, Matthew Brisbane, había partido tiempo antes del continente con proa al mar abierto. En las costas de la Isla Soledad, los colonos se reunieron a la espera de los invitados.

Estaban nerviosos, sabían que los tehuelches tenían costumbres diferentes: que no dormían en camas, vestían con cueros de guanaco o zorrino y que jamás comerían pescado, ya que según sus creencias su dios Elal había condenado a los primeros tehuelches a convertirse en peces por haber violado un tabú sexual. 

María aceptó la invitación y el 15 de enero se embarcó hacia las islas acompañada de una mujer de su confianza, su hechicero y algunos miembros de su tribu. Su escasa “adaptación” al mar abierto hizo que el viaje sea incómodo por los mareos, pero a ella le importaban más las relaciones humanas que una simple descompostura.

La visita fue de lo más cordial. María Sáez de Vernet, la esposa del Gobernador, atendió a María como una visita diplomática intercambiándose regalos. Vernet le obsequió un vestido azul, y frenos, espuelas y estribos hechos especialmente para ella por el herrero de la isla Soledad. La cacica le obsequió un quillango de guanaco como ofrenda a la mujer de su anfitrión y algunas tallas de madera representando aves marinas y ballenas.

La primera noche María Vernet tocó el piano para la invitada. Luego la voz de la cacica se hizo escuchar en un canto conmovedor.

María La Grande compartió los modales de la época en la casa del gobernador. Allí vio la bandera de Belgrano y el escudo. Allí se “sintió argentina”.

Luego de conocerla mejor, Vernet la bautiza como María La Grande, por similitud con la conocida Catalina La Grande de Rusia.

En sus quince días de estadía recorrió la isla y conoció los almacenes, el saladero y la herrería. Todo parecía encaminarse para que los blancos se afincaran en las tierras tehuelches y viceversa.

La iniciativa de la colonia quedó en nada debido a los sucesos que ocurrieron en las islas poco después. En 1833 las islas Malvinas fueron ocupadas por los ingleses.

Final y honores

Mientras María vivió, no hubo guerras tribales en la región y ninguna tribu tomaba decisiones de importancia sin previamente consultarla. Cuando murió, tal vez en 1840, María rondaba los 60 años, y ya la llamaban “la vieja María”.

Otros relatos, no muy precisos, sostienen que falleció alrededor de 1848. Tanto el año de nacimiento como el de la muerte tienen diversas versiones, ya que no hay documentos que los certifiquen formalmente.

Cuando se corrió la voz de su muerte en en toda la Patagonia se encendieron hogueras de homenaje durante tres días desde el estrecho de Magallanes hasta el Río Negro, siguiendo los pasos por donde María pasaba. En su lugar de residencia sus mantas, su quillango de piel de zorrino, sus arreos y todas sus pertenencias fueron quemados.

Su figura quedó en la historia como la mujer que llevó la sangre tehuelche a las islas Malvinas.

Se cuenta que María La Grande tuvo una nieta también llamada María, que tuvo mucha influencia sobre su gente. Esta a su vez tuvo una hija, también llamada María, que dicen que era hermosa, además de blanca y rubia.

Carlos María Moyano, un mendocino subalterno de Luis Piedrabuena, y explorador de la Patagonia junto con el perito Francisco Moreno, habría tenido dos hijos con esta bisnieta de María La Grande, de quienes se hizo cargo enviándolos a Mendoza.

Esto sucedió antes de ser nombrado primer Gobernador de Santa Cruz y de su matrimonio con Ethel Turner la sobrina del gobernador inglés de las islas Malvinas, a quien conoció en un viaje a las islas para comprar carbón.

Las exequias que se le tributaron a María, presenciadas por Casimiro Biguá (quien sería su inmediato sucesor en el cacicazgo), son muestra fiel del poder que esta cacica llegó a alcanzar.

Luego de leer esta historia simple, a muchos de nosotros se nos ocurre que la habilidad de la gente de aquel momento tenía un plan táctico para recuperar y mantener Malvinas bajo nuestra soberanía, mientras que los sucesores fueron más torpes y menos audaces.

 

Bibliografía


BUSCAGLIA, S. (2019). El origen de la cacica María y su familia. Una aproximación genealógica (Patagonia, siglos XVIII-XIX)», Corpus [En línea], Vol. 9, No 1 | 2019, Publicado el 31 julio 2019, consultado el 23 abril 2021. URL: http://journals.openedition.org/corpusarchivos/2915; DOI: https://doi.org/10.4000/corpusarchivos.2915

 

INFOJUS NOTICIAS. María La Grande: La cacica tehuelche que comerció con Malvinas. http://www.archivoinfojus.gob.ar/nacionales/maria-la-grande-la-cacica-tehuelche-que-comercio-con-malvinas-

 

NOVACK, M. (2017). María la "grande".  Nuevo Diahttps://www.eldiarionuevodia.com.ar/

PLAGER, S. y FRAGA VIDAL, E. (2005). Vernet, caballero de las islas. Ed. Sudamericana, Buenos Aires. 224 p.

 

PUEBLOS ORIGINARIOS. BIOGRAFIAS. https://pueblosoriginarios.com/biografias/ maria.html

 

VAZQUEZ, P.A. (2021), María Grande: la cacique tehuelche relacionada con Vernet, las islas Malvinas y Rosas. LA PRENSA. http://www.laprensa.com.ar/501151-Maria-Grande-la-cacique-tehuelche-relacionada-con-Vernet-las-islas-Malvinas-y-Rosas.note.aspx

 

WIKIPEDIA. (2020) María La Grande. https://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3% ADa_la_Grande

domingo, 31 de octubre de 2021

El mensú. Homenaje a los obreros rurales

 


Don Atahualpa Yupanqui resumía con palabras sabias el resultado del esfuerzo de los obreros rurales: “Unos trabajan de trueno y es para otros la llovida”. Troperos, domadores en las pampas y desiertos; tomeros en los oasis regados; puesteros y pastores en las quebradas; hacheros en los montes; zafreros en los ingenios azucareros; jangaderos y cachapeceros en las barrancas y los ríos del litoral, o esquiladores en la Patagonia. Todos dejaron sembrados sangre sudor y lágrimas.

Muchos de estos oficios ya no existen y han sido reemplazados por otros sistemas agrícolas, pero algunos persisten dándole vida al campo, aunque muchos aún sufren salarios bajos.

Algunos tienen ventajas por ser “independientes”, pero la gran mayoría estuvieron (…y aún están), sometidos a regímenes laborales “regulados”, pero no controlados y sometidos a explotaciones y aprovechamiento por parte de las patronales, que al decir de don Alfredo Zitarrosa “y me habló de obligaciones, del trabajo y la nación, a mí que sembré en sus campos mi pobreza y mi sudor”.

En homenaje a todos ellos, y los no citados (porque la lista es inmensa), voy a recopilar la historia y vida de quienes sufrieron todas las penas que se pueden imaginar: el mensú, aquel que cosechaba yerba mate en el monte.

 

¿Quiénes eran y cómo vivían los mensúes?

Mensú es un término adaptado al guaraní que proviene de la palabra española "mensual", referida a la frecuencia del pago del salario.  También fueron llamados popularmente, por influencia del idioma portugués, tareferos o tariferos.

Es el nombre que recibe el cosechador de yerba mate en Paraguay y las provincias argentinas de Corrientes y Misiones. Desde fines del siglo XIX, cuando comenzaron las plantaciones de yerba mate, el trabajo del mensú ha sido asimilado a un régimen servil o semi-esclavo.

El origen de esta práctica tiene lugar en la segunda mitad de los años 1870, unos pocos años después de finalizada la fatídica Guerra de la Triple Alianza que dejó al país en ruinas. Dada la desesperante situación económica, era imperiosa la necesidad de conseguir capital para impulsar de nuevo la economía.

Fue por esto que los gobiernos de turno vendían enormes cantidades de tierras a precios casi de regalo a empresarios, generalmente brasileros y argentinos. Así nacen los inmensos yerbales del Alto Paraná.

La localidad de Itakyry (Paraguay), ubicada a 120 kilómetros al norte de Ciudad del Este, fue escenario de hechos de cruel explotación y miseria, que pocos conocen en profundidad. Es la historia de todo un pueblo que vivió explotado en sus tierras, con la aprobación de la Ley de subaste de Tierras de 1885. Hoy ya no quedan yerbatales (o yerbales), en esos pagos: todo es soja

Los mensúes solían ser reclutados por contratistas en puestos ubicados en cercanías a los puertos fluviales y transportados a las plantaciones donde eran instalados en barracas inhabitables.

Se alojaban hasta tres o cuatro familias en pequeños ranchos miserables. Los solteros dormían en el suelo, a la intemperie bajo enramadas ya que no había lugar para alojarlos en los ranchos, teniendo que aguantar los rigores del tiempo.

Se encontraban afectados por insectos de la región como la tunga (una especie de pulga muy agresiva), además de padecer de tuberculosis, paludismo y sífilis.

El yerbal era inmenso. Ninguno conocía sus límites. El poder del capataz se extendía implacable sobre toda la extensión del feudo, a través de mayordomos y capangas (capataces de alto nivel de crueldad con los obreros).

Nadie lograba escapar con vida de los yerbales de Tacurú Pucú (hoy ciudad de Hernandarias), de modo que pocos soñaban con eso. La leyenda solo aumentaba cuando un desertor o “juido” quedaba a medio camino de su libertad pescado por los colmillos de los perros y los Winchester de los capangas.

A veces alguno volvía medio muerto delante de los caballos, atados con cuerdas a sus cuellos por un extremo y el otro en manos de sus captores, para terminar estaqueado, es decir, les ataban las mano y los pies con tiras de cuero mojado sobre los tacurú pucú (hormigueros altos).

Una vez que el cuero se secaba, al retraerse les cortaba la piel de las manos y los pies, y las hormigas hacían el resto, ante el terror impotente de sus compañeros. Todos estaban bajo el poder de las balas, el cuchillo o el látigo.

La vida no valía absolutamente nada y se les iba día a día en el acarreo del raído, que envolvía a las más de ocho arrobas que cargaba sobre sus espaldas desde las plantaciones por leguas y leguas.

Si tenemos en cuenta que cada arroba equivale a 11,5 kilogramos, vemos que aquellos hombre escuálidos, mal alimentados y muchas veces enfermo, trasportaba más de 90 kilogramos en cada acarreo, de sol a sol, sin interrupción y sin relevo, sin importar si era de madrugada o si llovía o si eran niños, y todos los días del año, con un solo día de descanso: el Viernes Santo.

Esta práctica se fue desdibujando recién hacia los años 50 del siglo XX.

El sistema de “enganche”

Los mensúes recibían un anticipo (en dinero, ropas, bebidas y costos del viaje), que constituía el primer engaño y el más importante instrumento de retención de la mano de obra que los obligaba a obtener sus bienes de consumo en los almacenes o proveedurías de la misma empresa, la cual fijaba precios desmedidos para someterlos a la condición de eternos deudores. De este se veían obligados a continuar trabajando hasta cancelar sus deudas. 

A todos les pasaba lo mismo, por mas que trabajasen todos los días de su vida, solo ganaban para salvar los gastos de la comida y de ese poquito “de olvido” que era la caña. Las ropas costaban más de diez veces su valor real, por eso la deuda del anticipo quedaba siempre intacta.

Los intentos de abandonar las plantaciones eran castigados con azotes o la muerte, y era una práctica habitual la violación de las mujeres de los mensúes por parte de los capataces (…que se hacía llamar Dios), y gerentes de las plantaciones. El trato era bestial, allí vivían y morían muy jóvenes y analfabetos casi en su totalidad.

 

El Estado en su defensa

José Elías Niklison, un agente del Departamento Nacional del Trabajo, enviado para informar sobre las condiciones laborales en Misiones en 1914, señalaba que la “Bajada Vieja”, que enlazaba el centro de Posadas con el puerto, “se trataba de una fatigosa e interminable sucesión de construcciones de madera, mezquinas y sucias que sirven de asiento a tabernas y burdeles”.

A su alrededor se movía una masa de peones, conchabadores, patrones e industriales, que pintaban un paisaje social dinámico y pintoresco.

 “…no he encontrado un solo tarifero (sic) que después de diez años de tan bestiales tareas haya permanecido en condiciones de acometer cualquier empeño que demande el menor empleo de energías. Físicamente deformados, consumidos, lastimados, como ellos dicen con acento y miradas impregnadas de profunda tristeza, quedan reducidos, en la flor de la edad, a ruinas vivientes, a verdaderos andrajos sociales.

 A tal altura de la vida, al tarifero no le queda otro recurso, si no quiere mendigar el sustento o morir de hambre, que establecerse como bolichero en los centros de conchabo o enrolarse como cocinero en las cuadrillas obreras de su procedencia”.

A partir del gobierno de Hipólito Yrigoyen en 1916, los mensúes en Argentina comenzaron a tener una cierta libertad para organizarse sindicalmente, que llevaron en los años 1920 a grandes luchas y huelgas a cruentas represiones en la zona del Alto Paraná.

Los escasos reglamentos que contemplaban la situación de los peones, no eran cumplidos porque no existían mecanismos administrativos locales que los pusieran en práctica y ello otorgaba libertad para que se cometieran todo tipo de excesos por parte de los contratistas y patrones.

Este sistema de extracción estaba sustentado además por un peculiar modo de apropiación de los terrenos, basado en la adquisición de grandes extensiones de tierras facilitadas por el estado a particulares con buenas relaciones con la clase dirigente local.

Tal mecanismo condicionó en el futuro la oportunidad de adquisición y tenencia de la tierra a otros sectores de la población.

El saqueo sistemático en la extracción de la yerba agotó las plantaciones silvestres y derivó en su extinción, que juntamente con el desarrollo de la modalidad de cultivo, ayudaron al ocaso de este tipo de economía.

Con la llegada del peronismo en 1946 y la organización de una extensa red de policía de trabajo las empresas que utilizaban la mano de obra esclava del mensú comenzaron a reducirse hasta desaparecer prácticamente y ser reemplazadas por las modernas plantaciones, en las que las condiciones de trabajo varían en su calidad, pero en la que ya no se registran condiciones de esclavitud.

Reconocimientos y homenajes

Decenas de escritores, cineastas, autores y compositores honraron la figura del mensú, sin embargo, tal vez, la más reconocida popularmente fue la de Ramón Ayala (Ramón Gumercindo Cidade), y su hermano Vicente Cidade (misioneros ellos pero llegados a Buenos Aires a muy temprana edad), donde aparece el grito neike utilizado por los capangas “para infundir ánimo”.

                  El Mensú (Galopa)

(Ramón y Vicente Cidade)


Selva, noche, luna, pena en el yerbal
El silencio vibra en la soledad
Y el latir del monte quiebra la quietud
Con el canto triste del pobre mensú

 

Yerba verde, yerba en tu inmensidad
Quisiera perderme para descansar
Y en tus hojas frescas encontrar la miel
Que mitigue el surco del latigo cruel

¡Neike! ¡neike!
El grito del kapanga va resonando
¡Neike! ¡neike!
Fantasma de la noche que no acabo
Noche mala, que camina hacia el alba de la esperanza
Día bueno que forjarán los hombres de corazón

Río, viejo río que bajando va
Quiero ir contigo en busca de hermandad
Paz para mi tierra cada día mas

Roja con la sangre del pobre mensú 

Tal vez si acompañamos este relato con el canto de alguno de nuestros intérpretes entendamos mejor al mensú. Elijan el suyo:

Ramón Ayala: https://www.youtube.com/watch?v=6QylYqK3q3c

Horacio Guarany: https://www.youtube.com/watch?v=rooPdCgdhUY

Ramona Galarza: https://www.youtube.com/watch?v=8FbLGF8ajZQ

Los manseros santiagueños: https://www.youtube.com/watch?v=nPXAI5xmus4

Daniel Toro: https://www.youtube.com/watch?v=zaCh7FwUqtQ

Vitale y Baglietto: https://www.youtube.com/watch?v=hxAz3m3qBZU


En Posadas (Misiones), se encuentra el museo y monumento al mensú situado en el antiguo barrio de la capital misionera aledaño al río Bajada Vieja, que antaño supo ser el camino obligado al puerto, donde se cargaban las mercaderías que se enviaban a los obrajes del Alto Paraná. 

 

Bibliografía

ADORNI, A. "El mensú" en el cine y la literatura de la primera mitad de siglo XX: una aproximación al contexto de producción de la canción homónima (1956) de Ramón Ayala. Instituto de Artes del Espectáculo. Facultad de Filosofía y Letras (Universidad de Buenos Aires). eventosacademicos.filo.uba.ar

 

GÓMEZ DE LA FUENTE PRIMERANO, H. (2017). Los mensú ¿quiénes eran? Asociación Cultural Manduará https://www.facebook.com/ asociacion. manduara/posts/ 10155070920251458/

 

NUÑEZ, L. (Comp.). El Mensú, una historia de esclavitud argentina. http://comunidadeconomica.com.ar/i/C/E-M/em.html

 

POENITZ, A. (2015). El mensú según un informe oficial de 1914. https://www.elterritorio.com.ar/noticias/2015/

 

WIKIPEDIA. El mensú. https://es.wikipedia.org/wiki/Mens%C3%BA