Cuando los argentinos buscamos excusas
no hay quien nos gane. Pocos nos hacemos cargo de nuestros propios errores, y
son “errores más graves” los que comete el enemigo.
La escalada de violencia se hace
infinita, las apuestas de muertes se duplican como en un tablero de juego.
Al General Roman Deheza le sobraban
medallas por sus actos como oficial de San Martín, Bolívar o Sucre, sin
embargo, y a pesar de su experiencia en las guerras por la independencia
“mostró la hilacha” en la guerra civil de nuestro país.
Unitario
por convicción, participó en la batalla de La Tablada bajo los órdenes del
General Paz, quien, a pesar de sus buenas consideraciones, en sus memorias lo
calificó: “En una palabra, tenía más brío que cabeza, o
según la expresión de Napoleón, no era cuadrado, pues tenía más base que
altura”.
Por problemas de venganzas personales, luego
de la victoria unitaria en la Tablada, Deheza fusiló “por quinteo” (uno por
cada cinco), a los soldados prisioneros del ejército de Facundo Quiroga, quien,
continuando el espiral de violencia, lo imitó en varias otras oportunidades.
El contexto de la
época
Producido el movimiento decembrista (ocurrió un 1 de diciembre), de Lavalle en 1828, que culminó con el fusilamiento de Dorrego, la Legislatura de Córdoba otorgó al General Bustos facultades extraordinarias para enfrentar al gobierno unitario de Buenos Aires.
El
Gobernador expidió una proclama condenando en términos enérgicos a la
revolución y procesando al partido unitario.
“Quienes derrocaron al Gobierno general
son los mismos que en 1814 pidieron a Carlos IV, un vástago de la Casa de
Borbón, para que se pusiese de rey entre nosotros (lo
decía por Rivadavia), los que en 1815
protestaron al embajador español en el Janeiro, conde de Casa Flores, que si
habían tomado intervención en los negocios de América había sido con el objeto
de asegurar mejor los derechos de S.M. Católica en esta parte de América (lo
decía por Alvear), los mismos que en 1816
nos vendieron a Juan VI entonces príncipe de Lucca (lo decía por Valentín
Gómez y Pueyrredón), en fin, los autores
de todas las desgracias en América.
Por
eso uno de los primeros objetivos militares de los decembristas fue atacar
Córdoba y el General José María Paz, al frente de una fuerza de 1.000 hombres,
la invadió. Como no le interesaba un triunfo militar sino el gobierno, y
guardaba respeto por Bustos, quiso negociar.
Le
pidió a Bustos que llamara a elecciones con el compromiso que ninguno de los
dos sería candidato, sin embargo lo arrinconó en San Roque y le exigió que
delegara en él el llamado en elecciones. Bustos no aceptó las imposiciones
unitarias.
La
Batalla de San
Roque (lugar del actual Lago San Roque en Córdoba), en abril de 1829, puso fin a la administración de
Bustos y a su carrera política, pues su antiguo camarada y subordinado en
Arequito, no sólo lo derrotó militarmente sino que lo depuso como gobernante.
Juan
Bautista Bustos huyó a La Rioja buscando la protección de Facundo Quiroga que
por supuesto encontró, y le dice:
"Es necesario
hacer ver a estos serviles que no somos caciques, sino unos amantes de la
libertad de nuestra patria y nuestros pueblos."
A las
órdenes del caudillo riojano se produjo la batalla de La Tablada el 22 de junio
de 1829, donde el General Paz “con
movimiento de contradanza” (según la expresión del “Tigre de los Llanos”),
obtuvo una brillante victoria.
El ejército comandado por Paz, numéricamente
inferior pero mucha más disciplinada, mejor pertrechada (Paz era in militar muy
preparado y gran estratega), y con abrumadora superioridad de artillería y
dirigido por un extraordinario táctico-estratega, derrotó a las fuerzas de
Quiroga.
El General Román Deheza era Jefe de Estado Mayor en esta batalla.
¿Quién fue Román
Deheza?
Román Antonio Deheza nació en Córdoba en 1791, educándose en el Real Colegio de Monserrat. A los 19 años
se enroló en Ejército del Norte como voluntario, y combatió bajo las órdenes
del General Antonio González Balcarce en las
batallas de Cotagaita, Suipacha y Huaqui.
En 1813 fue
enviado a Chile,
como oficial de la división cordobesa del Batallón de Auxiliares Argentinos,
bajo las órdenes de Las Heras. Dicha tropa estaba destinada a
reforzar el ejército chileno, que se defendía de los contingentes realistas enviados por el virrey Abascal. Combatió en las
batallas de Cucha Cucha y Membrillar.
Pasó a las fuerzas del general O'Higgins, a cuyas órdenes luchó en la derrota
de Rancagua con el grado de Capitán.
Regresó a Mendoza, donde se incorporó al Ejército de los Andes bajo las
órdenes del General José de San Martín. En 1817 cruzó la Cordillera de los Andes y combatió en
las batallas de Guardia Vieja, Chacabuco, Curapaligüe, Cerro Gavilán, en el sitio de Talcahuano, Cancha Rayada y en la
gran victoria de Maipú. Permaneció después en la guarnición
de Valparaíso, con el grado de Teniente Coronel.
En 1820 formó
parte de la Campaña de
Arenales al Perú, como jefe del batallón 11 de infantería - fundado
por Las Heras - y peleó en la batalla de Cerro de Pasco, en que tuvo una
actuación relevante y por esta victoria fue ascendido al grado de Coronel.
Participó en la llamada Campaña a puertos intermedios,
interviniendo en el grupo de asalto en el sitio del Callao.
Retirado San Martín, luchó a órdenes de Simón Bolívar en Junín, y a órdenes de Sucre en la definitiva victoria
de Ayacucho.
Al año siguiente fue designado jefe del estado mayor del ejército
libertador por el General Bolívar, con el que marchó hasta Arequipa y
al Cuzco,
donde permaneció hasta enero de 1826.
Volvió a Buenos Aires y se unió a la Guerra del
Brasil, luchando en las victorias de Bacacay, Yerbal e Ituzaingó. En esta última batalla fue el
jefe del estado mayor, ya que el General Mansilla, que ocupaba ese cargo, dirigió
tropas en la batalla.
Regresó a órdenes del general Juan Lavalle a
Buenos Aires y participó en la revolución de diciembre de 1828.
La Tablada
Cuando el General José María Paz invadió Córdoba, Deheza se unió a
este como Jefe de Estado Mayor.
Quiroga
debía imponerse a Paz para resguardar el poder federal de las provincias. Dio
un largo rodeo desde los llanos riojanos por Rio Cuarto y con 5.000 hombres
llegó a Córdoba, evitando cruzarse con los refuerzos que recibía Paz desde las
provincias del norte.
En
las acciones de la Tablada, el 22 de junio y en la madrugada del día siguiente,
se batió con denuedo, teniendo a su cargo, el centro de las fuerzas del General
Paz.
Facundo Quiroga ataca sorpresivamente la ciudad de
Córdoba y Paz decidió retomarla, para lo cual envió en misión de exploración a
uno de sus oficiales ayudantes, el Capitán Rafael Correa. Este oficial se
aproximó demasiado a la ciudad y fue abatido por los federales apostados en la
misma.
Ante este suceso Paz decidió enviar una comitiva
para parlamentar con los federales que defendían
las posiciones de la ciudad y persuadirlos de rendirse. Encabezaba este
parlamento el Capitán Dionisio Tejedor,
de Buenos Aires y amigo del General Paz.
Cuando la comitiva se aproximaba a la ciudad
portando bandera blanca, Tejedor fue muerto por disparos de mosquetería hechos
desde una azotea.
Este hecho decidió
a Paz a atacar la ciudad cuando a su vez llegó a su campamento un parlamentario
de los federales, el Teniente Coronel José Argüello.
Este aseguró a Paz
que el asesinato de Tejedor había sido un error, y que quienes lo habían
cometido ya habían sido apresados por los propios federales y esperaban su
castigo por el hecho.
Aceptada esta
explicación, el General Paz hizo entrar a su ejército en la ciudad y tomó el
control de ella, rindiéndose los escasos soldados de infantería que Quiroga
había dejado allí. La artillería con que contaban había sido sacada por Quiroga
para llevarla a las afueras, más concretamente a La Tablada.
El triunfador,
General José María Paz, dijo luego de terminada la batalla. “Me he batido con tropas más aguerridas, más
disciplinadas, más instruidas, pero más valientes, jamás”.
El fusilamiento de prisioneros
Tomada la plaza se
produjo el fusilamiento de
varios oficiales federales prisioneros y también de los cinco soldados acusados
de la muerte de Tejedor. El General Paz en sus Memorias atribuye la responsabilidad al Coronel
Deheza, el cual obró sin su consentimiento.
¿Por qué Deheza
fusila a los prisioneros? Hay numerosas versiones, desde la represalia por las
ejecuciones de soldados por parte de Quiroga en Rio Cuarto, hasta por venganza
a la muerte de Tejedor, pasando por “exigencias” de las tropas unitarias y su
propia torpeza política.
Deheza
capturó gran cantidad de prisioneros en la persecución, y había resuelto
pasarlos por las armas a todos, para vengarse de las atrocidades cometidas por
Quiroga en la toma de la Capital, en las que resultaron víctimas personas de su
familia.
Este
cedió parcialmente en sus propósitos al ruego de varias personas, fusilando
“por quinteo” (uno cada cinco al azar), a cientos de prisioneros.
Sea como fuere,
para muchos historiadores, Deheza inaugura una modalidad de fusilar prisioneros
“por quinteo” luego de terminada la batalla.
¿Cuántos
fueron? Nunca se sabrá. Hay versiones desde 2 hasta más de 20 oficiales y
cientos de soldados.
Deheza
le echó la culpa a un tal Comandante Celman y Quiroga juró que fusilaría a
cuantos oficiales toma prisioneros en los próximos combates.
Sea
como fuese, la sangre argentina siguió siendo derramada en nombre de las
ideologías. El terror impuesto por Paz en las sierras de Córdoba (cuya
población respondía a Quiroga), incluyó torturas y muertes horrorosas
El General Paz, refiriéndose al Deheza en sus Memorias dice:
“Era valiente y aún bizarro en el conflicto de
una batalla; en tales ocasiones ha prestado servicios distinguidos, y yo le he
debido avisos importantes, mejor diré, inspiraciones de genio que me han sido
muy útiles y que me complazco en recordar; pero desgraciadamente éstas no se
extendían ni una pulgada más del campo de combate, y ni aún allí era
generalmente conducido por impulsos nobles y desinteresados, pues se mezclaban
muy a menudo cálculos de ambición u otras pequeñas pasiones, de tal modo que
sabían modificar su carácter propenso a la crueldad y disponerlo para alguna
acción generosa.
Conocía bien el arma de la infantería y no
tenía igual en el ejército para conducir en la pelea un reducido número de batallones.
En una palabra, tenía más brío que cabeza, o
según la expresión de Napoleón, no era cuadrado, pues tenía más base que
altura”.
El desencuentro con Paz
Al
reunirse en Junta de Guerra los principales jefes del ejército para nombrar el
General que debía comandarlos en reemplazo de Paz cuando este es tomado
prisionero, resultó elegido Lamadrid, quien nombró Jefe del Estado Mayor al General
Deheza, pero éste descontento, porque pretendía ser él, renunció y se retiró
con su División.
Enojado
con tal decisión de la Junta resolvió abandonar el país, previendo las
desgraciadas circunstancias en que iban a encontrarse sus compañeros de causa,
pues no tenía ninguna confianza en la capacidad del General Lamadrid.
En parte tenía mucha razón ya que Lamadrid fue un militar mediocre.
Deheza
se estableció al principio en Ocloca, Bolivia, en los últimos meses de 1831,
pasando posteriormente al Perú.
Cuando
el General Paz organizaba el ejército contra Rosas en Corrientes, en 1845,
Deheza ofreció sus servicios, que fueron aceptados, siendo nombrado Jefe de
Estado Mayor del mismo a pocos días de su incorporación, habiendo realizado su
regreso del Perú a través del Brasil.
Final y homenajes
Luego de la caída de Rosas en 1852, el General Deheza se
retiró a la vida privada en Chile, falleciendo en la ciudad de Valparaíso el
30 de agosto de 1872.
El 4 de diciembre de 1993, más de 100 años después, bajo la presidencia argentina de
Carlos Menem y la gobernación de Córdoba de Eduardo Angeloz, los restos
mortales del General Román Antonio Deheza y de su esposa fueron depositados en
el Cementerio Parque "Los Robles", de la ciudad de General Deheza en
la provincia de Córdoba.
Bibliografía
CANAVESE, G.F. Román Antonio Deheza. http://dbe.rah.es/biografias/79119/roman-antonio-deheza
LOPEZ MATO, O. (2020). Más bríos que
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ROSA, J.M.
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TODO ARGENTINA. Román Antonio Deheza. Biografía.
https://www.todo-argentina.net/biografias-argentinas/roman_antonio_deheza.php?id=275
TORRES MOLINA, R. (2020).
Facundo Quiroga: de la leyenda a la historia. Ed. Continente. Buenos Aires, 304
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