A
“los que estaban aquí” les molestaba poco la invasión de los luego llamaron huincas (blanco, usurpador, ladrón y mentiroso). Desde un comienzo, salvo honrosas
excepciones, fueron curiosos, amables y condescendientes con sus nuevos
“vecinos”.
Cuando
se conocieron fueron buenos anfitriones, cuando pasó el tiempo e intentaron
doblegarlos y esclavizarlos la cosa cambió.
Las tribus de nuestra América del
Sur comerciaban y guerreaban entre si desde el comienzo de sus desarrollos,
ganando siempre el poderoso, sin embargo los nuevos habitantes “sabían y
creían” que eran aún más poderosos.
Por eso, durante 370 años, se
encargaron “de poner las cosas en su lugar”, cuando en realidad estaban
“sacando las cosas de su lugar”, primero los españoles y más tarde las fuerzas
nacionales criollas.
Vinieron
tiempos de acuerdos a través del trueque, pero luego los convenios no se
cumplieron, la cuerda de la convivencia se tensó demasiado, y las ambiciones de
ambos los traicionaron.
Durante
220 años se firmaron más de 50 tratados de paz y equidad, sin embargo todo
terminó resolviéndose por la fuerza, y de la manera más inequitativa.
Hoy
sobreviven como saben y pueden. Hay muchos esfuerzos por lograr comercio justo basada en la reciprocidad, solidaridad y en la no
acumulación. Algunos la logran, otros siguen siendo explotados, cerrando
el círculo, como en los comienzos