Parece increíble que dos amantes de la libertad y la independencia de nuestros actuales territorios hayan manifestado tantas diferencias tiempo después a que fuesen amigos. Compartieron también su afán para la protección de los indígenas de nuestro país, aunque muchos sigan creyendo que Artigas es netamente uruguayo.
Pero así son las cosas: ideologías políticas; mala comunicación; guiarse por rumores echados a correr por otros intereses y convicciones irreconciliables.
Esta es la historia.
El contexto de la época
Al producirse la Revolución de Mayo, el nuevo gobierno patrio salió a buscar aliados por todo el territorio del antiguo Virreinato del Río de la Plata. Misiones fue pionera en adherir a la Primera Junta, pero que no ocurrió lo mismo en otros escenarios. Uno de ellos era Montevideo, en donde los realistas no solo controlaban la ciudad fortificada, sino que dominaban la navegación del Río de la Plata y sus afluentes, el Uruguay y el Paraná, gracias al poderío de su escuadra.
La ciudad de Montevideo, con Francisco Javier Elío como Gobernador, fue
el centro de la resistencia española en el Plata. En cuanto a las demás villas
y la campaña de la Banda Oriental respondieron en seguida a la nueva Junta de
gobierno. Esta, abarcando el peligro, resolvió proceder militarmente, ya que la
misión conciliadora de Juan José Paso había fracasado.
En apoyo a este propósito, apareció una
personalidad que, respondiendo al sentir de los pueblos, se convertiría pronto
en su caudillo y alcanzaría una gravitación capital en la política rioplatense.
Se trataba de José Gervasio Artigas, nativo de Montevideo, quien pronto, con
ayuda de Buenos Aires, iniciaría la lucha contra los españoles.
La proximidad del foco contrarrevolucionario de Montevideo era un tema prioritario para el gobierno porteño. Sin posibilidades de obtener apoyos en la ciudad, la atención se posó en la campaña Oriental, en donde una población heterogénea se mostraba más predispuesta a la prédica patriota.
Allí, además, se encontraban algunos líderes de experiencia militar, los
que podrían desempeñar un importante papel en la lucha por la conquista de
Montevideo. Uno de ellos era José Artigas, por entonces Jefe de Blandengues,
cuyo predicamento sobre la población rural parecía ir más allá de lo que su
función militar podría significar.
En el verano de 1811 Artigas viajó de incógnito a Buenos Aires, en donde recibió apoyo por parte de Moreno. La colaboración entre Buenos Aires y Artigas será intensa en aquellos meses iniciales del proceso revolucionario. Artigas ofreció su cooperación a Buenos Aires, desde donde se le enviaron auxilios de armas, dinero y también se le otorgó el grado de Comandante.
Martín Rodríguez fue enviado desde un principio a la costa del Uruguay con órdenes de fomentar la revolución. Si bien los orientales recién proclamarán su rebeldía en febrero de 1811, en el “Grito de Asencio”, los contactos entre porteños y orientales se iniciaron desde el mismo 25 de mayo.
Varios caudillos orientales produjeron levantamientos, hasta dominar toda la campaña oriental. La Junta de Buenos Aires, a fin de coordinar esas fuerzas, ordenó a Manuel Belgrano abandonar el Paraguay y trasladarse con sus tropas hacia la Banda Oriental.
En abril de 1811 llegó a Concepción del Uruguay con un refuerzo de 860 hombres, y a su llegada le envió un oficio a José Artigas en el que lo nombraba Segundo Jefe del Ejército Auxiliador del Norte. Unos días antes, la vanguardia patriota, al mando de Miguel Soler, se apoderaba del pueblo de Soriano, derrotando a los españoles que allí estaban resistiendo.
Belgrano llegó a Mercedes a mediados de abril, en donde consiguió reunir unos 3.000 hombres. Enseguida organizó metódicamente las operaciones: Manuel Artigas (primo de José Gervasio), insurreccionaría el Norte de la Banda Oriental, José Artigas con 500 hombres operaría el centro y Venancio Benavidez, con otros 800 se dirigiría a Colonia. El objetivo esencial era el ataque a Montevideo.
Incorporado al
ejército patriota y estando en Paysandú, se dirigió a Mercedes, donde fue
nombrado Segundo Jefe del Ejército Auxiliador del Norte. En esa oportunidad, le
escribió a Manuel Belgrano:
Excelentísimo
Señor:
He recibido el oficio que con fecha de ayer me
dirige usted en el que se digna nombrarme Segundo Jefe del Ejército Auxiliador
del Norte, por cuyo distinguido obsequio tributo a usted las más humildes
demostraciones de gratitud y respeto. La disciplina y ejercicios militares que
me recomienda, empezarán desde mañana; pues hasta hoy que he sido reconocido,
no han tenido lugar mis órdenes para verificarlo.
El desorden en estos Pueblos ha sido general y
éste se aumentó en la acción de Soriano que comandó el señor Soler en dicho
Pueblo ha sido tan desmedido el saqueo por nuestras tropas que varias familias
han quedado enteramente desnudas; por lo que he dispuesto mandar una Partida
para que se imponga del lugar en que pueden estar parte de los efectos
saqueados, para devolverlos a sus dueños correspondientes.
También he determinado, que los Alcaldes hagan
inventario de los efectos correspondientes a los que se han remitido presos a
disposición de la Excelentísima Junta y que me pasen un ejemplar, quedando a su
cargo el responder de dichos bienes a su debido tiempo.
Siendo mi principal objeto el propender con mi
influjo a la total expulsión de los tiranos de la Patria, no perderé tiempo en
tomar las providencias que considere más útiles al efecto.
Estoy disponiendo el acopio de caballos
necesarios, para determinar la aproximación de varias partidas, que para
distintos puntos pienso dirigir; para esto espero algunas gentes que se han de
reunir a esta División e igualmente la respuesta de algunos que me interesa, a
fin de acabar con el coloso opresor de Montevideo.
Dirijo a usted la adjunta Proclama que con
fecha de hoy he dispuesto circular, para cimentar la unión que en cierto modo
estaba expuesta e igualmente la que usted me remite: quedando de mi cuidado no
perdonar resorte conducente al mejor y confraternidad de todos.
Dios guarde a usted muchos años.
Campamento de Mercedes. 11 de Abril de 1811.
José Artigas.
Benavidez,
después de vencer a los españoles en San José,
tomo Colonia, replegándose su guarnición a Montevideo. Aunque Manuel
Artigas ocupó una vasta zona, la acción fundamental la realizó José Gervasio
Artigas el 18 de mayo en las Piedras, siendo ya segundo al mando por
decisión de la Junta de Buenos Aires.
En esta operación, intervinieron también patricios y pardos de Buenos Aires y 600 soldados de caballería orientales. Los realistas, al mando del Capitán de Fragata José de Posadas, sumaban más de 1.200 hombres bien preparados.
El jefe español tomó la ofensiva, pero José
Artigas, con una serie de maniobras lo rodeó y después de cinco horas de lucha,
consiguió un triunfo decisivo tomándole más de 500 prisioneros.
La amistad inicial entre Belgrano y Artigas
La cercanía entre el ala más radicalizada de la Primera Junta (representada en su Mariano Moreno, Belgrano y Castelli), y Artigas fue estrecha. Para los porteños no quedaban dudas de que Artigas era él hombre para liderar la revolución en el actual Uruguay.
En el artículo 2° del “Plan de Operaciones”, presumiblemente redactado por Moreno, se plantean diversas acciones “en cuanto al medio más adecuado y propio a la sublevación de la Banda Oriental”. Entre ellas, “sería muy del caso atraerse a dos sujetos” a los que se destaca “por sus conocimientos, que nos consta son muy extensos en la campaña, como por sus talentos, opinión, concepto y respeto”.
La referencia era para el Capitán de Dragones José Rondeau, futuro Director Supremo, y Artigas. Para el primero, se recomendaba el mando de la infantería, para el segundo, el de la caballería.
La victoria en la batalla de Las Piedras abrió paso al sitio de Montevideo, que se inició el 1 de junio de 1811. El ejército patriota dejó de estar al mando de Belgrano y pasó a las órdenes de Rondeau, sin embargo, y a pesar del poco tiempo en que se conocieron, le permitió establecer una muy amena relación con Artigas.
Luego de un largo sitio y de incesantes combates, el 23 de junio de 1814 se produjo la rendición de la
plaza de Montevideo y el Río de la Plata quedó libre de enemigos de la
Revolución.
Los porteños (…y los provincianos aporteñados), contra
Artigas
Buenos Aires y Montevideo mantenían relaciones complejas desde 1810, y en 1811 Artigas acompañó en los servicios militares a la Junta Grande, sin embargo la elite porteña, de absoluta fidelidad a España encuentra en Artigas a su peor enemigo.
Artigas llegó a tener bajo sus dominios a varias de las actuales provincias argentinas (Misiones, Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe y parte de Córdoba), además de la Banda Oriental. Este conglomerado llegó a llamarse Los Pueblos Libres. Esta situación molestaba mucho al unitarismo porteño y a toda la oligarquía rioplatense.
El contraste ideológico
era absoluto. Artigas argumentaba sobre el “derecho de los pueblos”, mientras
que el unitarismo hablaba de “progreso y civilización”.
El liberalismo conservador de Buenos Aires veía en Artigas a un audaz revolucionario capaz de comprometer sus intereses, entonces Sarratea declara a Artigas “traidor la Patria” y promete indultar a quienes lo eliminen por la fuerza de las armas.
Los “vencedores” que escribieron la historia de la Patria (Bartolomé Mitre, Vicente Fidel López entre otros), a los que se unió Sarmiento fueron quienes denostaron la figura de Artigas. Este último (a quien no conoció), dijo:
“Artigas es un bandido, un tártaro terrorista, jefe de bandoleros, salteador, contrabandista, endurecido en la rapiña, incivil, extraño a todo sentimiento de patriotismo, famoso vándalo, ignorante, rudo, monstruo sediento de pillaje, sucio y sangriento ídolo con chiripá”
En 1814, Gervasio
Posadas, siendo Director Supremo, resuelve a través de una disposición, “declarar a Artigas como infame, privado de
sus empleos, fuera de la Ley y enemigo de la Patria, quien deberá ser muerto….
Cualquier auxilio que se le dé voluntariamente será considerado como crimen de
alta traición y se recompensará con 6.000 pesos a quien lo entregue vivo o
muerto”
Belgrano se dejó influir por los rumores que hace circular el General español Joaquín de la Pezuela (vencedor de Rondeau en Sipe Sipe), quien, en una batalla informativa y de contraespionaje, se manifiesta diciendo:
“Hace mucho tiempo que desconfío de Artigas (…) mucho me
temo que el canalla está por traicionarnos”.
Los motivos de la pelea
Las diferencias entre nuestros protagonistas no surgieron de inmediato, sino a consecuencia de la lucha entre la Liga de los Pueblos Libres encabezada por Artigas y el Directorio de Buenos Aires.
Todo comenzó en octubre de 1811, cuando el Primer Triunvirato firmó un armisticio con Montevideo, por el cual se le entregó a los realistas el control sobre toda la campaña oriental y parte del actual Entre Ríos.
La respuesta de la población y de Artigas fue el famoso “Éxodo Oriental” y una indisimulable frustración ante el acuerdo de cúpulas alcanzado por Buenos Aires. Dos años después, los diputados orientales serían expulsados de la Asamblea del Año XIII, bajo el argumento de irregularidades en el proceso de elección.
El formalismo ocultaba un motivo de fondo: Artigas había instruido a sus representantes a impulsar la declaración de la independencia, la organización de una República federal, el fin del monopolio comercial porteño y el retiro de la capital fuera de Buenos Aires. Demasiado para la elite capitalina.
La ruptura se materializó en la primera batalla en la historia de la larga guerra civil argentina contemporánea a la expulsión de los Diputados orientales.
Después, lo conocido. La Liga de los Pueblos Libres formalizó su independencia el 29 de junio de 1815, en el Congreso de Arroyo de la China, mientras que el resto de las provincias lo hizo un año más tarde, el 9 de julio, en Tucumán.
Para entonces, el conflicto entre la Liga y Buenos Aires iba en aumento y es a partir de allí que Belgrano asume una postura de crítica personal hacia el liderazgo de Artigas y su proyecto alternativo.
¿A qué se debió la tensión entre ambos? ¿Qué le criticó Belgrano a Artigas? Y, en última instancia, ¿por qué Belgrano no logró comprender o visualizar en forma distinta a como lo hiciera la elite porteña al proyecto artiguista, cuyas bases sociales eran de un profundo humanismo? Al respecto hay varias respuestas posibles.
En primer lugar, que Belgrano no pudo sustraerse de su pertenencia ideológica a la elite liberal y moderna ni a su origen porteño.
En vez de procurar una postura intermedia, como la que propuso San Martín, Belgrano respondía casi visceralmente a su núcleo de pertenencia, quienes “le llenaron la cabeza” ya que estaban en guerra abierta y total contra el artiguismo.
En segundo plano, para mediados de la década, la forma de gobierno monárquica se había consolidado como la mejor alternativa entre los sectores dirigentes revolucionarios, incluso Belgrano la propondrá ante el congreso de Tucumán, mientras que Artigas sostendrá con firmeza la organización republicana del país, ideario que expresó en las Instrucciones del Año XIII y que mantuvo durante toda la década.
La realidad es que, de aquella confluencia inicial para combatir a los realistas de Montevideo, la relación entre Belgrano y Artigas viró hacia un enfrentamiento cada vez más intenso, en el que los misioneros también serán protagonistas.
Actores de la disputa del drama de la guerra, soldados en el campo de batalla y protagonistas de aquel día, en que las tropas de Andresito (ahijado de Artigas), lucharon contra las de Belgrano. Desde ese momento se creó en algunos sectores de la sociedad de Misiones un sentimiento antibelgraniano, situación que no persiste en estos días, aunque algunos historiadores lo nieguen.
En cuanto a las diferencias entre Belgrano y
Artigas, salvo en lo que a Monarquía y República se refiere, no habría otra de
peso, ya que para la época del supuesto enfrentamiento, Belgrano ya habría
manifestado la inconveniencia de combatir contra los federales, a pesar que no
compartía sus ideas.
En aquel momento Belgrano estaba en el último
tramo de su mortal enfermedad y Artigas ya iba rumbo al exilio definitivo en
Paraguay.
Epílogo
La “grieta”, de la que hoy tanto se habla, es una jugada perfecta y perversa de quienes la foguean deseando una nación dividida donde pocos ganan (siempre los mismos), y muchos pierden (siempre los mismos).
No es un invento del
periodismo actual, aunque muchos la fomentan para tener, como en el antiguo
circo romano, “letra” para sus títulos amarillentos, mientras que la inmensa
mayoría de los argentinos desean trabajar en paz y vivir dignamente.
Bibliografía
CAMOGLI, P. (2020). Especial Misiones Online (Cap.VIII): La relación entre Belgrano y Artigas que llevará a los misioneros a luchar contra el creador de la bandera. https://misionesonline.net/2020/07/12/especial-misiones-online-cap-viii-
GOBIERNO DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES. Campaña militar a la Banda Oriental. http://servicios.abc.gov.ar/docentes/efemerides/20dejunio/htmls/campana/bandaoriental.html
O´DONNELL, P. (2015). 1815, La primera declaración de independencia argentina. Buenos Aires. Aguilar, 264 p.
PIGNA, F. (2016). Manuel Belgrano: el hombre
del bicentenario. Buenos Aires. Planeta, 448 p.