Quileros, bagayeros,
contrabando hormiga, llámelos como quiera, pero es una constante de nuestra
historia por las asimetrías económicas y sociales de las ciudades fronterizas.
Ellos van y vienen llevando generalmente comida, según su conveniencia.
Antes lo hacían a caballo
por los estrechos caminos de las sierras de Aceguá, perseguidos por la policía,
hoy lo hacen caminando, en bicicleta o en pequeñas motocicletas, pero la
necesidad es la misma.
Lamentablemente hoy muchos
pasos fronterizos son incontrolables desde el punto de vista de la seguridad y
la “vista gorda” de las instituciones, y no solo contrabandean harina, aceite y
azúcar “de a kilo”. Los quileros lo hacían por necesidad de llenar la panza,
los contrabandistas lo hacen para llenar el bolsillo.
Un gran autor, Osiris
Rodriguez Castillo (considerado el Atahualpa Yupanqui de Uruguay), escribió Camino de los quileros, una postal
histórica de la vieja práctica de sobrevivir ayudado “un poco por dios y otro poco por el diablo” al decir de sus
protagonistas.
¿Dónde
está Aceguá?
Su nombre proviene del Tupi-Guaraní yace-guab que
quiere decir Lugar del descanso eterno.
La fecha que se adoptó como
fecha de fundación de la localidad es en 1863,
cuando se trató de establecer una población junto a la receptoría de aduanas
ubicada en aquel lugar.
Los "quileros” uruguayos
fueron aquellos que compraban comestibles en pequeñas cantidades en
comercios instalados en ciudades o villas de la frontera en Brasil para
venderlos o usarlos en el Uruguay. Era gente de escasos recursos, que vivían
muy cerca de la frontera y que realizaban el contrabando a pequeña
escala, con recursos muy limitados.
El traslado de la mercadería se realizaba originalmente a caballo,
aunque luego fue en carros o en pequeños medios de transporte como bicicletas o
motocicletas.
La ruta de ingreso no era por las vías de comunicación convencionales,
sino por las sierras y llanuras de que componen la geografía del lugar.
La nominación de “quileros” (los que trasladas cosas de pocos
kilogramos), se ha recogido en varios poemarios y cancioneros del Uruguay.
Entre ellas, el más destacado es el conocido "Camino de los quileros" del cantautor uruguayo Osiris Rodríguez Castillos.
Camino de los quileros
(Osiris
Rodríguez Castillos)
Hay un camino en mi tierra
del pobre que va por pan,
camino de los quileros
por la sierra de Aceguá.
Tal vez, sin ser tan baqueano
cualquiera lo ha de encontrar,
pues tiene el pecho de piedra
pero el corazón de pan.
Gurisito pierna flaca
Barriguita de melón
Donde hay tantas vacas gordas
No hay ni charque para vos.
Tu bisabuelo hizo patria,
tu abuelo fue servidor,
tu padre carneó una oveja
y está preso por ladrón.
Toma café con fariña
y andá guapeando por ahí.
Mañana mate cocido;
pasado, Dios proveerá.
Mañana busco el camino
del pobre que va por pan
Si no me para una bala
pasando te traigo más.
Yerba, caña, rapadura,
un rollo'e naco, nomás;
los pobres contrabandeamos
a gatas pa' remediar.
¡Qué gaucho es el tal camino!
Pero duro de pelar.
Camino de los quileros
por la Sierra de Aceguá.
Esta hermosa milonga se puede
escuchar en la versión de Jorge Cafrune.
https://www.youtube.com/watch?v=6-g21ajtUP4
El autor describe “la mercadería”:
·
Fariña: harina gruesa de mandioca
·
Rapadura: azúcar mascabo (no refinada que sabe a
regaliz, café y caramelo)
·
Naco: hoja larga de tabaco arrollada.
Un viejo quilero, ya retirado de su “oficio”,
contaba:
“La
vida fue muy generosa conmigo por permitirme tener esas experiencias que vienen
desde el tiempo de la colonia, acompañado un rato por dios y un rato por el
diablo”
“Aprendí
el oficio de mi suegro que fue quilero durante 35 años. Como nosotros, ellos
siempre fueron perseguidos por la policía, pero siempre encontraban un alma
buena que los cuidara: un capataz de estancia, un peón recorredor o un vecino.
Siempre les agradecíamos el dato de la posición de la policía, dejándoles
tabaco o caña para los grandes, y de rapadura para los niños”
“El
quilero es muy respetuoso de los campos por donde pasaba o huía. Necesitaba de
la mirada cómplice de sus vecinos. Nunca iban y volvían por la misma senda, en
parte para no molestar y en parte para engañar a la policía. Raramente eran
solitarios. Llegaban a tener más de 30 animales cargueros capaces de cargar
2.000 kilos de mercadería.
“Lo
más feo de las travesías era la cañada de Aceguá, porque estando completa,
llena como 3 o 4 km de ancho y ahí había que pasar medio boyando y nadando, y
eso es medio peligrozón”. Los caballos son como los barriles: boyan. Los va
llevando el agua.
“Lo
bravo es cuando uno traía yerba, azúcar y tabaco que eso se moja todo. Si
estaba muy crecido había que quedarse hasta que bajara, llegábamos a estar 15 o
20 días con temporal esperando que bajara el Palleros, o el Zapallar más abajo,
porque si no, había que dar una vuelta larguísima y era un peligro andar con 50
o 60 cargueros por arriba de la carretera”.
“Lo
que más extraño es la costumbre de andar y conocer gente buena que le ofrecía
un asado para compartir al paso. Cuando llegábamos a hacer las compras, siempre
de noche, el encargado o el sereno del almacén nos arrimaba algo de fiambre
para comer”
“Hoy ya casi no hay quileros, compran en comercios modernos y trasladan mucha mercadería por las carreteras, cuidándose de la policía a través de avisos por esos teléfonos portátiles”.
Reconocimiento
y homenajes
Un escultor de Cerro Largo (Nicolás Fariña),
presentó una muestra con elementos reciclados para homenajear a los "quileros.
La muestra está sobre la Ruta 8 y representa el "esfuerzo que hacen las
personas para ir a la frontera”
Se trata de un conjunto de cinco estatuas hechas
con chatarra, de 4 metros de altura aproximadamente.
El artista indicó que "esta obra es sobre el ser humano, sus sentimientos, sus pensamientos y el sacrificio que han tenido los habitantes de la frontera para arrimar el pan a sus hijos, abaratando el costo yendo a Brasil y al regresar cargados, sorteando a los aduaneros y a la Policía por caminos lejanos a las rutas nacionales para no ser vistos. La idea es representar todas las épocas del contrabando llamado hormiga.
Bibliografía