Alguna vez me enseñaron que, según la postura de
las patas del caballo en las estatuas ecuestres de nuestros próceres, indicaba
la oportunidad en que habían muerto: durante alguna batalla, luego de la misma
o de muerte “natural”.
Esto me permitió prestar atención a este detalle y
me encontré con tantas contradicciones como tiene la historia argentina.
En parte no se cumplía la “regla”, y en parte
indicaba el pensamiento de quien mandó a realizar la estatua y del escultor en
sí. Hasta me enteré que había escultores que se especializaban en “hacer”
caballos, y otros en plasmar en bronce la figura del prócer.
También me enteré que algunos escultores preparaban
los cuerpos del jinete, pero no la cabeza, esperando que alguien solicite una
estatua específica y “fabricarla a pedido”. Por eso se parecen tanto algunos monumentos.
Por esto quiero compartir estas curiosidades con
ustedes.