sábado, 30 de abril de 2022

¿Los salvadores de la Patria?

Que la policía o las   fuerzas de  seguridad repelan o reprendan actos públicos de ciertos actores sociales en ciertas circunstancias, es moneda común (actitud que no  comparto por  la  violencia de  los mismos), pero, que civiles le aumenten el poder de fuego a los mismos para “salvar la Patria” ya es otra historia.

Grupos de jóvenes “acomodados”, recurrieron a las fuerzas armadas, a intelectuales de renombre y a los altos poderes de la iglesia católica del momento para que les ayudaran a “poner las cosas en orden”, por las buenas o por las malas.

Los trabajadores rurales e industriales (que legítimamente reclamaban mejoras laborales), fueron la “población objetivo”, y contra ellos fueron quienes tristemente se autodenominaron Liga Patriótica Argentina.

Esta es su triste historia


Ante tanto relato vacío de algunos historiadores y periodistas “especializados”, tal vez sería oportuno aclarar algunos conceptos que suelen usarse como sinónimos.

País, patria y nación. Parecidos pero no iguales.

El idioma español es complejo. Prisión y cárcel son sinónimos, pero prisionero y carcelero son antónimos

Del mismo modo las palabras país, patria y nación suelen ser palabras ambiguas utilizadas como sinónimos, y los términos derivados (paisano, patriota y nacionalista), tampoco lo son.

Analicemos esto…

·         País

El país (palabra derivada del francés pays, que a su vez, procede del latín pagus), es definido como un territorio. Este territorio, tiene características geográficas y culturales propias, que puede constituir una entidad política dentro de un Estado. Es también definido como un conjunto de habitantes.

Se utiliza como sinónimo de Estado y por lo tanto es conjunto de instituciones políticas dotadas de territorio, población y soberanía. Hay quienes lo definen también como sinónimo de nación, o territorio.

El término paisano en términos genéricos es definido como un natural del mismo país, fuertemente asociado a un ambiente rural, campesino o aldeano.

·         Patria

La patria, está definida como la tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos. Es el lugar o país en que se ha nacido.

El significado suele estar unido a connotaciones políticas o ideológicas, y por ello es objeto de diversas interpretaciones, así como de uso propagandístico. La madre patria es un término que dice relación entre una nación de origen y una colonia o el origen étnico de un grupo de inmigrantes.

El término patriota (palabra derivada del griego = 'compatriota'), está referido al sentimiento afectuoso que vincula a un individuo con su patria, a la que se siente ligado por unos determinados valores, cultura e historia. Es el equivalente colectivo al orgullo que siente una persona por pertenecer a una nación.

El concepto de patriotismo se identifica con el sentido de tribalismo. Se refiere a la posesión de una fuerte identidad cultural o étnica que separa a un individuo como un miembro de un grupo, del individuo miembro de otro grupo.

·         Nación

La nación (palabra derivada del latín natio,-ōnis ='lugar de nacimiento', 'pueblo, tribu'), está definida como un conjunto de los habitantes de un país regido por el mismo Gobierno en el territorio.

La palabra nación tiene dos acepciones: la nación política (en el ámbito político), es un sujeto político en el que reside la soberanía constituyente de un Estado.

Por otro lado la nación cultural es un concepto socio-ideológico más subjetivo y ambiguo que el anterior, se puede definir a grandes rasgos como una comunidad humana con ciertas características culturales comunes, a las que dota de un sentido ético-político.

En sentido laxo, nación se emplea con variados significados: Estadopaís, territorio o habitantes de ellos, etniapueblo y otros.

Este concepto ha sido definido de muchas maneras diferentes por los estudiosos en esta cuestión sin que se haya llegado a un consenso al respecto.

En otras palabras, las naciones hacen a la persona; las naciones son los constructos de las convicciones, fidelidades y solidaridades de las personas.

Una simple categoría de individuos (por ejemplo, los ocupantes de un territorio determinado o los hablantes de un lenguaje dado), llegan a ser una nación y cuando los miembros de la categoría se reconocen mutua y firmemente ciertos deberes y derechos en virtud de su común calidad de miembros.

Es ese reconocimiento del prójimo como individuo de su clase lo que los convierte en nación, y no los demás atributos comunes, cualesquiera que puedan ser, que distinguen a esa categoría de los no miembros de ella.

Para algunos autores no son las naciones las que crean el nacionalismo, sino a la inversa, es el nacionalismo quien inventa la nación.

El término nacionalista está asociado a una ideología y movimiento sociopolítico que surgió junto con el concepto de nación, propio de la Edad Contemporánea, en las circunstancias históricas de la llamada era de las Revoluciones.

El nacionalismo está más orientado hacia el desarrollo y el mantenimiento de una identidad nacional basada en características compartidas como la cultura, el idioma, la etnia, la religión, los objetivos políticos o la creencia en un ancestro común y busca preservar la cultura nacional.

A menudo también implica un sentimiento de orgullo por los logros de la nación, y está estrechamente relacionado con el concepto de patriotismo. En algunos casos, el nacionalismo se refirió a la creencia de que una nación debería poder controlar el gobierno y todos los medios de producción.

Como ideología, el nacionalismo pone a una determinada nación como el único referente identitario, dentro de una comunidad política

Parte de dos principios básicos con respecto a la relación entre la nación y el Estado:

·         El principio de la soberanía nacional: que mantendría que la nación es la única base legítima para el Estado.

·         El principio de nacionalidad: que mantendría que cada nación debe formar su propio Estado, y que las fronteras del Estado deberían coincidir con las de la nación.

El término nacionalismo se aplica tanto a las doctrinas políticas como a los movimientos nacionalistas: las acciones colectivas de movimientos sociales y políticos tendientes a lograr las reclamaciones nacionalistas.

En ocasiones también se llama nacionalismo al sentimiento de pertenencia a la nación propia, algo en principio identificable con el patriotismo, pero distinto si va más allá del sentimiento e incorpora contenido doctrinal o acción política en un sentido concreto.

Los conceptos que pueden tener en común son: la gente y el territorio, sin embargo algo en cada una de esas palabras tiene una impronta diferente.

·         País: está asociado a la gente en un TERRITORIO, que no necesariamente es de la misma nacionalidad ni pertenece a la misma cultura.

·         Patria: está asociada a gente unida por AFECTOS a su tierra, y ese solo concepto que involucra a los sentimientos unidos a la cultura, hace la diferencia.

·         Nación: está asociada a gente ORGANIZADA en un territorio, que no necesariamente pertenece a la misma cultura ni a una misma nacionalidad, pero que ha adoptado un sistema político que le permite convivir.

Si todo esto es realmente así, deberemos cuidarnos y expresarnos bien cuando existen expresiones tales como:

· ¡           ¡¡ Viva la Patria ¡!

·             Dios y la Patria os lo demanden

·             Saquemos adelante nuestro País

·          Defendamos los valores de la Nación: soberanía política, independencia económica y justicia social


Tal vez queremos decir lo mismo, …quizás no. Desde los inicios de nuestros días como país, siempre hubo dirigentes que confundieron patria con gobierno y compatriotas que no pensaban como ellos, como enemigos

Ya Mitre le había indicado a Sarmiento que a los caudillos federales no había que tratarlos como adversarios políticos sino como delincuentes armados, y por lo tanto la lucha no era política, entonces el poder de policía y la represión sería “más fácil y justificada”.

Esta mezquindad de pensamiento y sus propios intereses quizás llevó a grupos “acomodados” a imponer sus ideas por la fuerza de las armas.

La formación de la Liga Patriótica Argentina

La Liga Patriótica Argentina fue un grupo político no partidista argentino que promovía un nacionalismo de derecha (antisemitismo, fascismo clerical, nacionalismo y racismo).

La Liga incluía tanto organizaciones paramilitares, como círculos sociales formales, actuando como grupos de choque, hostigando mediante acciones violentas a las organizaciones sindicales y grupos de trabajadores en huelga.

Ofrecía mano de obra alternativa para reemplazar a los huelguistas (“rompe huelgas”), y desarrollando toda una acción social, educativa y de propaganda a favor de un pensamiento nacionalista y opuesto a las tendencias marxistas y anarquistas que se estaban extendiendo entre los trabajadores como consecuencia de la inmigración europea.

Su base de apoyo era transversal a los dos principales partidos políticos de la Argentina, contando entre sus filas a destacados dirigentes tanto de la Unión Cívica Radical como del Partido Autonomista Nacional y los partidos conservadores que tomaron el lugar de este último después de 1916.

Si bien su accionar data de las huelgas de finales de 1918, su aparición pública tuvo lugar durante la represión ocurrida en la llamada Semana Trágica de 1919, durante el gobierno de Hipólito Yrigoyen.

El primer nombre tuvo la organización fue el de Comisión Pro Defensores del Orden. Las primeras reuniones de la asociación se llevaron a cabo en La Confitería Paris, y días más tarde se trasladaron al edificio del Centro Naval, en la calles FloridaCórdoba, en la ciudad de Buenos Aires.

En el Centro Naval, los por entonces contraalmirantes Manuel Domecq García y Eduardo O'Connor repartieron armas automáticas a grupos de jóvenes de familias “reconocidas socialmente”, pero fue recién el 19 de enero, una vez concluida la huelga (que dejó un saldo de 700 muertos y 4.000 heridos), que la Liga Patriótica Argentina se constituyó oficialmente, bajo el lema Patria y Orden.

O’Connor dijo que Buenos Aires no sería otro Petrogrado (hoy San Petersburgo, Rusia) e invitaba a la “valiente muchachada” a atacar a los “rusos y catalanes en sus propios barrios si no se atreven a venir al centro”. Los jovencitos “patrióticos” partieron del centro naval con brazaletes con los colores argentinos y armas automáticas generosamente repartidas por Domecq, O’Connor y sus cómplices.

 

Domecq García ocupó la presidencia en forma provisional hasta que fue elegido Manuel Carlés como presidente y Pedro Cristophensen como vicepresidente.

¿Quién era Carlés?. Nacido en Rosario, Manuel Carlés era un alto dirigente de la Unión Cívica Radical. Además era profesor del Colegio Militar de la Nación y de la Escuela Superior de Guerra.

Su liderazgo estaba afianzado por aquellos vínculos que tenía con diversas facciones políticas y con oficiales del Ejército, a quienes conocía por haber sido sus alumnos.

Como diputado, durante las celebraciones del Centenario, Carlés había pronunciado un discurso en 1910, en el que prefiguraba el pensamiento nacionalista de la Liga:

“Si hay extranjeros que abusando de la condescendencia social ultrajan el hogar de la patria, hay caballeros patriotas capaces de presentar su vida en holocausto contra la barbarie para salvar la civilización.”

Los fines de la Liga eran:

“Estimular, sobre todo, el sentimiento de argentinidad tendiendo a vigorizar la libre personalidad de la Nación, cooperando con las autoridades en el mantenimiento del orden público y en la defensa de los habitantes, garantizando la tranquilidad de los hogares, únicamente cuando movimientos de carácter anárquico perturben la paz de la República. Inspirar en el pueblo el amor por el ejército y la marina.

Los miembros de la Liga se comprometen, bajo su fe y honor de argentinos, a cooperar por todos los medios a su alcance, e impedir:

1° La exposición pública de teorías subversivas contrarias al respeto debido a nuestra patria, a nuestra bandera y a nuestras instituciones.

2° Las conferencias públicas y en locales cerrados no permitidos sobre temas anarquistas y marxistas que entrañen un peligro para nuestra nacionalidad.

Se obligan igualmente a usar de todos los medios lícitos (¿??), para evitar que se usen en las manifestaciones públicas la bandera roja y todo símbolo que constituya un emblema hostil a nuestra fe, tradición y dignidad de argentinos.

Además buscaba luchar "Contra los indiferentes, los anormales, los envidiosos y haraganes; contra los inmorales, los agitadores sin oficio y los energúmenos sin ideas. Contra toda esa runfla sin Dios, Patria, ni Ley, la Liga Patriótica Argentina levanta su lábaro de Patria y Orden... No pertenecen a la Liga los cobardes y los tristes".

Como se desprende del texto, “iban por todo” sin importar demasiado las ideas de otros, las herramientas utilizadas o el calibre de sus armas.

La Liga funcionaba con una Junta Central y con brigadas. Las hubo de trabajadores, de estudiantes, de maestros, de mujeres, entre otras, las que trabajaban tratando de neutralizar las posibles influencias revolucionarias ya sea dictando conferencias que tenían como principal objetivo la difusión de preceptos de moral cívica o bien interviniendo en los conflictos como fuerza paramilitar.

La eficacia con que actuaban estas brigadas era reconocida por la institución:

"mil cuatrocientas […] esparcidas en toda la República, han impedido que el mal y los malos hagan de las suyas, las mismas mil cuatrocientas brigadas han conseguido que el bien y los buenos triunfen...". 

También llegaron a formar algunos sindicatos paralelos, pero éstos no llegaron a tener trascendencia.

Bajo el lema "Patria y Orden" se propusieron como fines exclusivos: Estimular "sobre todo el sentimiento de la argentinidad, manteniendo vivos y animados en todo momento en el espíritu de los conciudadanos […] el recuerdo del heroísmo y sacrificio generoso de los antepasados, que nos dieron la patria, inculcando […] la noción clara de las obligaciones que pesan sobre todos los argentinos de agradecimiento hacia aquellos antepasados..."

Carlés y otros voceros de la LPA denominaron a esta ideología como “humanitarismo práctico”, entre otras formas, la cual estaba caracterizada por sus raíces nativas, socialcatólicas, positivistas y claramente antimarxistas.

El Papa León XIII, un inspirador, ya decía en 1891:

 (…) poner íntegra y fielmente el trabajo que libre y equitativamente se ha contratado; no perjudicar de modo alguno al capital, ni hacer violencia personal contra sus amos; al tratar de defender sus propios derechos, abstenerse de la fuerza y no armar sediciones, ni asociarse con hombres malvados y pérfidos que falsamente les hagan concebir desmedidas esperanzas.

La rama femenina

Al margen de los hechos de violencia hacia los huelguistas, por los que se hizo famosa, la Liga también desarrolló inicialmente una labor de “asistencia social” hacia las trabajadoras, y cuyos propósitos estaban orientados, por un lado, a la “moralización” de las mismas, quienes debían evitar ser atraídas por ciertos pasatiempos fuera del horario de trabajo, como beber en los bares y coquetear en las plazas o tomar lecciones de tango.

Jorgelina Cano, presidente de la Comisión Central de Señoritas, decía:

“No es nuestro programa la obra filantrópica inspirada en el alivio transitorio del dolor ajeno o el socorro oportuno al afligente que lo reclama. Aspiramos a resolver el hondo problema con un criterio más humanitario, más eficaz y que mire muy adelante el porvenir. Buscamos la educación, de la clase trabajadora, buscamos enaltecerla con el ejemplo de nuestras virtudes, de nuestra actividad y de nuestro espíritu fraternal.

Por otro lado, el objetivo de estas escuelas era el de mejorar la posición de las trabajadoras a través de la enseñanza de habilidades elementales, tales como leer y escribir, o bien brindar instrucción primaria en aritmética, mecanografía, costura, bordado, etc. Todo ello sumado a los cursos de economía hogareña, cuidado de niños e higiene, preparaba a estas trabajadoras inmigrantes para ser “verdaderas señoras”. 

En cuanto a la formación en los valores, las liguistas buscaban inculcarlos en las trabajadoras inmigrantes en función de construir este mencionado perfil de ciudadano argentino: valores tales como nobleza en el trabajo, obediencia a la ley, paciencia, responsabilidades con la familia y el país, patriotismo, puntualidad, entre otros, eran considerados capitales.

Por otra parte se indicaba que el socialismo y el anarquismo no eran compatibles con las doctrinas de Dios y de la Patria, y que por tanto, resultaban peligrosos por su carácter disolvente.

Los ataques al 11

La ideología de la Liga se emparentaba con lo más reaccionario de la derecha católica argentina. Promovieron la xenofobia fomentando el odio y la desconfianza hacia los inmigrantes, particularmente aquellos provenientes de Rusia y los países del Este en los que veían a agentes soviéticos. Desconfiaban de los partidos políticos a los que veían como blandos frente al avance de las ideologías obreristas

La Liga preanuncia los que serán los elementos fundamentales del nacionalismo elitista argentino: autoritarismo, rechazo a la inmigración extranjera, antisemitismo, admiración por las fuerzas armadas, patriotismo fanatizado y anticomunismo.

Se hará famosa por sus actividades paramilitares, especialmente por sus ataques a barrios obreros, la quema de bibliotecas populares, sindicatos e imprentas, a las sedes sindicales, las bibliotecas obreras, a la sede de los periódicos socialistas y anarquistas para incendiarlo y destruirlo todo bajo la mirada cómplice de la policía y los bomberos.

La mantenían con importantes donaciones “las mejores familias”, cuyos jóvenes integraban (manejando los coches “de papá”),  los grupos de choque. El entrenamiento lo daban militares de alta graduación y el “auxilio espiritual”, algunos miembros de la jerarquía eclesiástica.

El barrio judío de Once en Buenos Aires fue atacado con saña por las bandas patrióticas que se dedicaban a la “caza del ruso”. Allí fueron incendiadas sinagogas y las bibliotecas Avangard y Paole Sión. Los terroristas de la Liga atacaban a los transeúntes, particularmente a los que vestían con algún elemento que determinara su  pertenencia a la colectividad.

La cobarde agresión no respetó ni edades ni sexos. Los “defensores de la familia y las buenas costumbres” golpeaban con cachiporras y las culatas de sus revólveres a ancianos y arrastraban de los pelos a mujeres y niños.

Tras conocer estos incidentes que tomaron por sorpresa a los vecinos del Once, en algunos barrios como en La Boca, los vecinos comenzaron a preocuparse y a ocuparse, anunciando a los chicos de la Liga, que si se animaban a atacar, no la pasarían nada bien.

Allí, en la barriada conocida como la “Tierra del Fuego” (porque estaba habitada por muchos anarquistas que habían pasado por el penal de Ushuaia), los estaban esperando. Hombres, mujeres y niños, armados con lo que tenían preparaban la defensa.

Desde las terrazas les tiraban agua hirviendo y piedras y los francotiradores abrían fuego contra los coches de la Liga. Cuenta el oficial de policía Romaríz, que:

Se nos hacía fuego desde varios lugares a la vez: desde lo alto de las azoteas, por las ventanas abiertas de las casas de madera, y aun desde los zaguanes. Estábamos bloqueados y en el más completo aislamiento, ya que nadie concurría en nuestro apoyo o protección. Me asaltó en esas difíciles circunstancias la idea de que de allí no saldríamos con vida. Pensé  que la revolución, que adjudicábamos  a un sector circunstancial de la población, tomaba las graves proporciones de una insurrección armada de todo el pueblo.”

Participación en la Semana Trágica

En diciembre de 1918 los empleados de los Talleres Metalúrgicos Vasena de la ciudad de Buenos Aires entraron en huelga pidiendo mejores condiciones laborales.

La huelga llevó a que la empresa contratara, por medio de la Asociación Nacional del Trabajo, obreros rompehuelgas para intentar seguir funcionando. El disturbio entre los obreros en huelga y los rompehuelgas terminó con cuatro muertos y, finalmente, la intervención de la policía, que disparó con armas largas contra la multitud.

Como consecuencia de ello se desató una huelga general con disturbios de mayor entidad, en donde las tensiones acumuladas estallaron. Fue en ese momento cuando, por primera vez, aparecieron grupos de particulares que colaboraban con las autoridades en la represión o, como decían ellos, en la defensa del orden.

Los voluntarios se inscribían en el Centro Naval o en las comisarías con el fin de formar parte estas guardias cívicas. Sería ese el nacimiento de lo que, poco después, tomaría oficial y públicamente el nombre de “Liga Patriótica Argentina”.

El fin de la Semana Trágica no terminó con el accionar de la Liga que continuó reuniéndose asiduamente. Apenas 15 días después de la formación oficial de la Liga, esta ya contaba con 9.800 miembros, 4.500 reclutados por los delegados vecinales (parroquias de San Juan Evangelista, Santa Lucía, Villa Devoto, San Carlos Sur y Villa Urquiza), y 5.300 adheridos directamente en la Secretaría General.

Por su parteel general Luis Dellepiane, jefe de la represión, afirmaría que los hechos podrían haberse evitado “haciendo desaparecer uno por uno a los cabecillas, sin ningún arresto legal”.

Escribía Osvaldo Bayer:

“Cuando muchos años después tratamos de que los terrenos donde había comenzado el drama –los de los establecimientos Vasena, que habían sido demolidos– pasaran a llamarse “Parque Mártires de la Semana Trágica”, justamente el dirigente Augusto Vandor se opuso y propuso llamarla “Plaza Martín Fierro”. Nombre que hoy lleva.

Claro, del pasado no se habla porque estaban involucrados Yrigoyen, los radicales, el ejército y personajes de la “guardia blanca” que luego pasaron a ser próceres: Manuel Carlés, el Perito Moreno, el cura Miguel D’Andrea e, infaltable, el estanciero Martínez de Hoz, hijo de aquel presidente de la Sociedad Rural que recibió de Roca 2.500.000 hectáreas de la tierra donde vivían antes los pampas y los ranqueles, bisabuelo del murciélago que luego fue ministro de Economía de la dictadura responsable de la desaparición de personas. Toda una estirpe familiar heredera del autollamado “liberalismo positivista” del roquismo.

Participación en los conflictos patagónicos

Cuando en noviembre de 1920 se desató la huelga general de peones rurales en la provincia de Santa Cruz, hecho popularmente conocido como la Patagonia Rebelde, la Liga se alistó para frenar el paro.

El 22 de febrero de 1921 se firma un acuerdo entre peones y la patronal que da fin a la primera de las huelgas.

Las tropas dirigidas por Héctor Benigno Varela retornan a Buenos Aires en mayo de ese año, pero lejos de cumplirse el convenio, la patronal comienza una serie de represalias contra los participantes de las huelgas con refuerzos parapoliciales integrados por miembros de la Liga.

De acuerdo con ese propósito, el 10 de julio de 1921, se reunieron en el Hotel Argentino de Río Gallegos un grupo considerable de personalidades de la ciudad, con el objetivo de llevar a la práctica la represión. Luego de un corto debate, se resolvió constituir una brigada local de la Liga.

La Liga tuvo una actuación destacada en el conflicto que finalizó en enero de 1922, con un saldo de 1.500 trabajadores muertos.

El 7 de enero arribó el vapor "Asturiano" a Río Gallegos, con Manuel Carlés a bordo para rendir homenaje y condecorar a Varela y sus hombres.

Golpe de estado de 1930

La crisis económica mundial de 1929 tuvo graves consecuencias en la Argentina. El desempleo y otros problemas provocaron gran malestar social y político que desembocó, en septiembre de 1930, en el primer golpe de estado de la historia argentina.

El golpe que derrocó a Hipólito Yrigoyen fue ejecutado por militares pero contó con la adhesión de políticos opositores (conservadores y radicales antipersonalistas), de algunos sectores del pueblo, entre los que se incluía la Liga Patriótica Argentina.

En la mañana del 6 de septiembre, José Félix Uriburu partió del Colegio Militar de la Nación al frente de un grupo de cadetes y de un batallón de artillería, intimando la entrega del gobierno. El presidente Yrigoyen renunció ante las autoridades militares de la ciudad de La Plata y luego fue detenido y enviado a la isla Martín García.

Según testimonios de la época:

“La Liga Republicana convocaba a la oposición frontal, el llamado Klan Radical trató de neutralizar a los opositores con la violencia, y ésta llamó al combate callejero a la Liga Patriótica Argentina. La violencia ganó la calle, los incidentes menudearon y el ambiente de crisis económica, política y social se tornó, para muchos, insoportable.

Los radicales llegaron, incluso, a hacer fraude electoral, utilizaron al ejército para las intervenciones federales y aparecieron contradiciendo ideales y banderas que habían difundido o agitado para fundar en esos signos una nueva legitimidad.

Esa legitimidad nunca había superado cierta innata precariedad. El propio yrigoyenismo contribuyó a herirla de muerte. Oficialismo y oposición fueron cómplices, a su manera, de la agonía de la Argentina de los partidos.

Los “famosos” de la Liga

La intolerancia no era patrimonio solo de los militares, sino también de los políticos, los sacerdotes, los profesionales de varias ramas o los hombres de ciencia, algunos de ellos utilizados como pantalla detrás de los cuales actuaban las “fuerzas de choque y adoctrinamiento”.

Entre los personajes más “ilustres” que pasaron por la Liga se encuentran nombres como los de:

Joaquín Samuel de Anchorena; Luis Dellepiane; Estanislao Zeballos; Luis Agote; Francisco P. Moreno; Miguel De Andrea; Ángel Gallardo; Jorge Mitre; Carlos Tornquist; Miguel Alfredo Martínez de Hoz; Federico Martínez de Hoz; Julio A. Roca (hijo); Leopoldo MeloLisandro de la Torre; Manuel María de Iriondo; Félix Bunge, Carlos M. Noel; Vicente Gallo; Ezequiel Pedro Paz; José A. Cortejarena; Celedonio Pereda; Saturnino UnzuéAntonio Lanusse y Pastor S. Obligado 

Algunos se justificaban diciendo que:

"la civilización nacional engendró la Liga Patriótica Argentina, que nació para reunir a todos los hombres sanos y enérgicos con el fin de colaborar con la autoridad para mantener el orden y vigorizar los sentimientos esenciales del alma nacional, que por lo eterno funda la patria"

¿Disolución?

Como vimos, la Liga fue impulsora del golpe militar encabezado por José Félix Uriburu contra la presidencia de Yrigoyen. Uriburu, con su gobierno de facto, había liquidado los tiempos políticos de la llamada Década Infame.

Con posterioridad al golpe de 1930 y el posterior regreso a la democracia con los gobiernos de la llamada Concordancia, la Liga Patriótica inicia un paulatino camino de desaparición. Su costado más visible, el de la confrontación callejera directa, fue abandonado por sus dirigentes y poco a poco también se fue diluyendo su acción social y cultural, así como fueron espaciándose sus congresos y otras reuniones públicas.

La principal explicación de este deterioro puede encontrarse en el éxodo de sus militantes, una vez afianzadas sus ideas nacionalistas, hacia otras formaciones políticas con contenidos políticos más extremos.

La década del ’30 fue testigo de una renovación dentro de la derecha nacionalista que, a diferencia de la Liga Patriótica, buscaba la incorporación de las masas a la vida política del país aunque bien compartían el punto de partida: la armonía entre clases y el mantenimiento del orden social.

Las ideas de Carlés, que pueden hacerse extensivas en gran medida al pensamiento de la Liga, estuvieron fuertemente influenciadas por un naturalismo de base religiosa, dentro de las líneas más progresistas del conservadurismo argentino.

Por otra parte, estaba imbuido por un fuerte patriotismo y una fe ilimitada en el progreso argentino, sustentado por la libre iniciativa privada (liberalismo económico), y por la educación, fundamental a su juicio.

Al mismo tiempo, y pese a considerar centrales las Fuerzas Armadas y la Iglesia Católica dentro de la cosmovisión jerárquica que tenía, adscribía plenamente a la democracia republicana y a la defensa de la Constitución Nacional.

Por el otro lado, y en consonancia con el auge de las ideas fascistas en Europa, también en Argentina, se va formando un grupo de jóvenes nacionalistas que se percibían a sí mismos como una “nueva generación”, una vanguardia literaria con nuevas propuestas estéticas, que buscaban diferenciarse de aquellos nacionalistas del centenario y que, a diferencia de la Liga, expresaban un desprecio por la democracia representativa y las instituciones de lo que llamaban “el liberalismo”.

Para esta nueva tendencia dentro del nacionalismo argentino, la cuestión inmigratoria ha dejado de ser una preocupación: el problema ya no se encuentra en el inmigrante como un factor disolvente de la sociedad y la nación argentina, sino que se encuentra en el propio sistema democrático que se busca reformar.

A los conservadores en general (incluyendo la Liga Patriótica), este “combate contra la democracia” les resulta totalmente ajeno desde lo ideológico, más allá de que, circunstancialmente, puedan tejerse alianzas entre los dos grupos, basados especialmente en el miedo que les produce un enemigo común, como lo era en ese momento el yrigoyenismo.

Los jóvenes aglutinados en el periódico La Nueva República publicado hasta 1931, “levantaron sus armas para enfrentar a la democracia y al liberalismo, hijos de la Revolución Francesa, la Ilustración y el mundo moderno, que fueron el basamento ideológico sobre el cual se construyó el Estado nacional.

El ataque ahora apunta directamente contra la soberanía popular, asociada a menudo con el “obrerismo bolchevizante”. De tal manera, se propone una lucha en dos frentes, por un lado, una tarea intelectual cuyo fin sea la desarticulación de los sofismas democráticos y liberales, y por el otro, una lucha política contra los adversarios de la nacionalidad y el orden, es decir, contra la izquierda.

Es a partir de este punto que comienza a gestarse lo que el autor italiano Loris Zanatta llama "El Mito de la Nación Católica" que se impondría como dogma a partir de la próxima interrupción del orden constitucional, la Revolución de 1943.

Esta nueva concepción nacionalista entraba en conflicto con la visión democrática liberal - conservadora de la Liga Patriótica y llevaba implícito el concepto (inspirado en el fascismo italiano), de “Tercera Posición”.

Este no sólo implicaba superar la dicotomía capitalismo – comunismo. La verdadera dualidad que había que superar era entre comunismo y democracia liberal.

En ese momento la doctrina de la Iglesia los señalaba como dos flagelos de igual gravedad. Argentina, con sus profundas raíces culturales católicas, decían, estaba en condiciones de dar a luz una nueva forma de estado católico superior a esas opciones.

Aunque en los primeros momentos del régimen militar de 1943, ex miembros y otros afines a la Liga participaron de puestos de gobierno, terminó imponiéndose la versión más dura del nacionalismo, lo que prácticamente vació de contenido a la agrupación, convertida cada vez más en un grupo minúsculo y sin ninguna injerencia real.

En 1969, 50 años después de que la Liga viera la luz, ésta contaba con apenas 560 miembros. En ese entonces, su presidente, Jorge Kern declaraba que la Liga era "una institución desvinculada de toda bandería política", pero asegurando que la Liga mantenía una inalterada admiración por su fundador, Manuel Carlés, quien era "un inolvidable patriota".

Con posterioridad a esa fecha, ya no se encuentran nuevas referencias a la Liga, a sus dirigentes ni a sus reuniones, con lo que debe presumirse su desaparición.

Luego de “desaparecida” la Década Infame (el anhelo más preciado por la Liga y la oligarquía), no volvieron a ser “solicitados sus servicios” y así pasaron a retiro, sin embargo, la burguesía, frente a otros momentos de ascenso obrero donde sintió peligrar su poder, no dejó de recurrir a bandas armadas de este tipo como la Alianza Libertadora Nacionalista (1943), la Guardia Restauradora Nacionalista (1960) o la Triple A (1974).

En las Notas sociales del diario La Nación del jueves 1 de diciembre de 2005 se publicó el siguiente anuncio:

“La Liga Patriótica Argentina, con el fin de reunir fondos para sus obras, ha organizado un encuentro que se realizará pasado mañana, a las 18.30, en el Quincho 1806, en los Cuarteles de Palermo del histórico Regimiento Patricios. El teniente coronel (R) doctor Ernesto D. Fernández Maguer ofrecerá una breve disertación sobre "Pasado, presente y proyectos de la Liga Patriótica Argentina". Al finalizar se servirá un vino de honor.

Esto llevó a error a algunas personas que pensaron que el mismo grupo había permanecido en actividad secreta durante 35 años. En realidad el Teniente Coronel Ernesto Fernández Maguer, un ex veterano de la Guerra de Malvinas, comenzó desde la misma finalización de la guerra una intensa tarea de difusión de la historia y de homenajes a los excombatientes y veteranos.

Al adoptar el nombre “Liga Patriótica Argentina”, le rinde tributo a aquel viejo proyecto nacionalista con el que se siente identificado, pero sin que haya una continuidad institucional entre ambas formaciones.

En la actualidad, la tarea principal de esa nueva Liga Patriótica es, justamente, la organización de homenajes a los veteranos de Malvinas.

Y así seguimos…

Bibliografía

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CEPEDA MATÍAS (2013). La Liga Patriótica y la construcción de nuevos ciudadanos: el “humanitarismo práctico”. XIV Jornadas. Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza. https://www.aacademica.org/000-010/751 https://ri.conicet.gov.ar

MELLADO, M.V. (2007). La Liga Patriótica Argentina: Una aproximación a las redes asociativas de los elencos políticos y culturales de Mendoza (1919-1930). Entrepasados. Revista de Historia.

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PIGNA, F. La Liga Patriótica, asesina. El Historiador. https://www.elhistoriador.com.ar/ la-liga-patriotica-asesina/