Matar gente por degüello no es una forma mas de hacerlo. Es una de las modalidades más crueles, más escandalosa, más “disciplinaria”, y cuando tiene público más pavorosa y tendiente a generar escarmiento (castigo ejemplarizador).
Se degüella para que
la sangre salga a borbollones (no a borbotones), salpique y asuste.
Nuestra historia está
llena de degolladores, algunos intolerantes como los de la “mazorca”, otros
seriales como Venancio Flores (el degollador de Cañada de Gómez), y muchos
otros autores intelectuales del degüello (… tal vez por no tener el valor parta
hacerlo personalmente), como Sarmiento que incitó a todos los “Coroneles de
Mitre” para que usaran la técnica como rutina contra los gauchos y soldados
enemigos.
Degollar muchas veces no terminaba ahí, se terminaba decapitando y clavando la cabeza en una pica “como escarmiento”, o tirando la cabeza en un lugar específico como un “mensaje”.
No se trata de sacar
las cosas de contexto, en ese mismo contexto había mucha gente “humanizada” que
no mataba ni mandaba a matar.
Buena parte de
nuestras historias están manchadas de sangre, ¡¡ pero estas …..!!