Ya pasó con la
wiphala y algo parecido ocurre con la Pachamama,
deidad de nuestros pueblos puneños y algunos países vecinos con quienes
compartimos parte del antiguo imperio Inca.
Cuando nos
“percibimos” indígenas, aunque no lo seamos, debemos por lo menos estudiar y
aprender sus usos y costumbres y no bastardearlos “folklorizándolos” (en el mal
sentido del término), y faltándoles el respeto.
Que el propio
Ministerio de Cultura de la Nación “invente” cosas e ignore otras, es por otra
parte mucho más grave.
A las tradiciones hay que estudiarlas y respetarlas, no bastardearlas.
Aquellas personas que siente una admiración infundada o ridícula por todas las cosas que “están de moda”, son denominadas esnob, y eso muchas veces las lleva a confundir los mensajes que expresan, particularmente si su actitud tiene difusión en algunos medios de comunicación masiva.
Hasta el Ministerio de Cultura y
Educación de la Nación, en su página Web oficial comete errores imperdonables
cuando, sin haberse tomado el “trabajo” de estudiar, asegura situaciones
absolutamente falsas que pretende difundir por esnobismo.
No está ni bien ni mal ser esnobista,
pero si adhieren por imitación y no por conciencia caen en una actitud que
demuestra ignorancia supina, es decir "procede de negligencia en aprender o inquirir lo que puede y debe
saberse".
La Pachamama, está a punto de ser
“folklorizada” (en el mal uso del término), ya que es posible ver imágenes de
estudiantes y profesores universitarios de “posición acomodada”, vestidos con
ropaje urbano y una vincha “de raíz nativa”, o políticos en busca de votos, cavando
un hoyo en el suelo y tirando allí todo lo que tiene a mano, imitando
burdamente el verdadero sentido del tributo a la Pachamama.
Origen de Pachamama
Para la historiografía y mitología
incaica, el espacio andino era concebido en
dos niveles diferentes: horizontal y vertical. En el plano horizontal, los
incas veían el mundo de manera dual: hanan y hurin (arriba
y abajo). Estas dos mitades eran divididas, a su vez, en otras dos, dando
origen a la cuatripartición. Esta división era entendida como
complementariedad, oposición y reciprocidad (sol-luna; invierno-verano;
hombre-mujer; tierra-agua).
A
nivel vertical, el espacio estaba dividido en tres planos:
1. Hanam Pacha
o mundo “de arriba”, celestial o supra terrenal, en otras palabras lo que se ve
pero no se puede controlar (sol, luna, estrellas), simbolizado por el cóndor y
el águila.
2. Kay Pacha
o mundo del presente y de aquí. Es el nombre del mundo terrenal (hombre, mujer,
agua, tierra), donde habitan y pasan sus vidas los seres humanos, simbolizado
por el hombre y el jaguar u hombre/jaguar.
3. Ucku Pacha o
mundo de abajo o mundo de los muertos, de los niños no nacidos y todo lo que
estaba debajo de la superficie de la tierra o del mar, representado por un
reptil.
La pachamama (o madre tierra), es una diosa que pertenece al Kay Pacha, junto con Mama wayra (o madre de los vientos), Mama nina (o madre del fuego y de la
luz), Mama sara (o madre de los
alimentos, particularmente papa, maíz y coca), entre otras.
Existen interesantes leyendas que
cuentan que el Dios del Cielo (Pacha-Kamac),
era el esposo de la Madre Tierra (Pacha-Mama),
que dieron a luz dos hijos mellizos: un varón llamado INCA (el sol) y una mujer llamada KILLA (la luna).
¿Qué representa la Pachamama?
Pachamama en quechua
y aimara (pacha: mundo, tierra, universo + mama: madre), es decir Madre Tierra, es
la fuente femenina de la que proviene todo el mundo material, el sustento de
toda la naturaleza y toda la realidad. Los orígenes de
este culto se remontan a la época preincaica.
Se trata, en definitiva, de una especie de divinidad o del centro de
la cosmovisión de
las etnias andinas, específicamente del Tawantinsuyu o imperio incaico.
El Collasuyu corresponde a la costa andina de la actual República Argentina, es decir parte de las provincias de Jujuy, Salta, Catamarca, La Rioja, San Juan y Mendoza, que compartimos con el norte de Chile, el sudoeste de Bolivia y una pequeña porción de Perú.
La Pachamama no
es únicamente el planeta tierra (la esfera terrestre), sino que abarca mucho
más. Es la naturaleza que
está en contacto permanente con el ser humano, con
quien incluso interactúa a través de diversos rituales. Es todo en su conjunto.
Para ellos la tierra no les pertenecía, sino que ellos pertenecían a la tierra.
Se entiende que
la Pachamama protege
a las personas y
les permite vivir gracias a todo lo que le aporta: agua, alimentos, etc. Los
hombres, por lo tanto, deben cuidar a la Pachamama y rendirle
tributo, cuidarla y alimentarla.
No está localizada en un lugar
particular, pero se la asocia en manantiales vertientes, o apachetas (cantos de piedra formando un volumen
al costado o encrucijada de caminos y lugar para rendimiento de culto).
Es una deidad inmediata y
cotidiana, que actúa por presencia, y con la cual se dialoga, ya sea pidiéndose
sustento o disculpándose por alguna falta cometida en contra de la tierra y por
todo lo que nos provee.
No es una deidad creadora sino
protectora y proveedora. Cobija a los seres humanos, posibilita la vida y
favorece la fecundidad, la fertilidad
y el buen parto de las mujeres.
A cambio de esta ayuda y
protección, los pastores de la Puna Meridional están obligados a ofrendarle
parte de lo que recibe, no solo en los momentos y sitios predeterminados por el
ritual, sino en todos los acontecimientos culturales significativos,
configurándose así una suerte de reciprocidad.
El culto a la Pachamama
Como todas las tradiciones de los pueblos pre
colombinos sufren algunos cambios con el paso del tiempo. Hasta nuestros días
se conservan creencias y rituales relacionados con la Pachamama,
practicadas todos los 1 de agosto por las comunidades quechuas, aimaras, y
otros grupos étnicos que han recibido la influencia de estos, en las áreas andinas
de Bolivia, Ecuador y Perú, en el norte de Chile y en el norte de Argentina.
En sus orígenes, los quechuas, los aimaras
y otras etnias de la región andina (particularmente en
la Puna), realizaban ofrendas en su honor, sacrificando, entre otras, camélidos para derramar su sangre.
·
Homenajes particulares
La ceremonia tradicional es un ritual que en Bolivia
es llamada Challa (pago
o tributo), que implica un acto de reciprocidad. Las ceremonias están a
cargo de personas ancianas o de mayor autoridad moral dentro de cada comunidad.
En el caso del pueblo aimara,
en Bolivia, esta persona recibe el nombre de yatiri (médico
o curandero).
Algunos estudiosos aseguran
que el ritual más importante es el challaco, deformación de los vocablos
quechuas ch'allay y ch'allakuy, que se refieren a la acción de
rociar con insistencia.
En el lenguaje de los
campesinos del sur de los Andes Centrales, la palabra challar se
usa como sinónimo de “dar de comer y beber a la tierra”.
El challaco, abarca una compleja serie de pasos rituales que comienzan
en las viviendas familiares la noche de la víspera, durante la cual se cocina
una comida especial, la tijtincha, que
es un alimento preparado a base de
carne seca, habas y maíz, las cuales se cocinan a fuego lento, entre 12 y 13
horas.
El 31 de julio es el día de la “llamada”, dedicado a sahumar las casas,
huertas y corrales para alejar a los malos espíritus. El 1 de agosto por
la mañana hay una intensa actividad, herrando caballos, marcando ganado y
señalando ovejas con lanas de colores.
En las casas, la ceremonia comienza bien temprano con el sahumado, que es la “limpieza” de las habitaciones. A primera hora, los
habitantes de cada casa agradecen y piden perdón a la Pachamama en un rezo compartido.
Luego recolectan la basura de las esquinas de
los cuartos la colocan en una pala con brasas y le agregan plantas de la zona
llamadas genéricamente koa (que
significa “la que se transforma en otra
cosa”: humo), tratándose de varias especies nativas de distintas familias
botánicas como la cha cha y la tola.
Un personaje central de la fiesta es el chachero (encargado de sahumar el ritual
quemando cha cha), el cual permanece de rodillas ahuyentando los malos
espíritus con humo.
Su trabajo requiere de cierta habilidad: no
debe producirse fuego porque se corta el humo. Si eso sucede, le cobran una
“multa”, consistente en tomar un vaso de licor “a fondo blanco”. Al tercer
error, lo cambian por otro.
La pala
humeando se pasa
detrás de los armarios y bajo la cama para limpiar lo negativo del año anterior
y conseguir protección, según el ciclo ancestral del calendario de cultivos
aborigen.
En las casas y
comercios se comienza por el frente las entradas y las puertas rociando con
vino y un clavel rojo y alcohol con un clavel blanco. Primero, con el clavel
rojo y el vino, se challa hacia abajo, echando gotitas al piso. Luego a la
pared o hacia arriba con el alcohol, usando el clavel blanco. Para la
abundancia, prosperidad y salud se pone en la entrada y en todas las orillas
del inmueble papel picado amarillo.
Así como el ceremonial comunitario en general se denomina challa, el hecho puntual de “darle de comer y beber a la tierra hasta
que quede satisfecha” al aire libre se llama corparchada.
Los asistentes a la corpachada deben lucir cordones blancos y negros de lana de llama, hilado hacia la izquierda (torsión en S del huso), llamado llojke o yoki, y se atan en los tobillos, en las muñecas y en el cuello, como amuletos para evitar el castigo de la Pachamama.
Al inicio de la
ceremonia se suelen tomar tres hojas de coca, se las sopla al viento y se les
pide a los apus (espíritus de las
montañas) algún deseo. Se le sacan los cabitos a las hojas y se ponen en la
boca (luego se guardan).
Luego se enuncia la
siguiente frase en quechua a quien está a nuestro lado (con otras tres
hojitas): jallpay kusunchis y el
compañero responde urpillay soncoyay.
Cada rezo es un deseo y un agradecimiento.
N. del R.: Lamentablemente no se ha podido conseguir la
traducción de estos rezos, que se replican en cuantos artículos se publican
periódicamente.
Luego se puede
enunciar un rezo de agradecimiento al espíritu del cielo, a la Pachamama, y a los elementos que
sostienen la vida: al fuego, al aire, al agua y a la tierra.
En un pozo no muy profundo, en un lugar determinado, al aire libre (si
es posible cerca de un manantial o fuente de agua), se realiza la ofrenda a fin
de hacer desaparecer los males de la tierra y además para agradecer, pedir y
bendecir los frutos que vendrán.
En el pozo se vuelcan
alimentos y bebidas consagrados especialmente: frutas, comidas tradicionales,
chicha, harina, jugos y miel.
Los “challadores” reparten ofrendas de comida
y un “servidor” de bebida reza en
quechua para comenzar a
arrojar en el pozo chorritos de bebidas alcohólicas, respetando siempre que el
primer sorbo de la bebida es para la Pachamama.
En la actualidad se
le ha sumado a la tradicional chicha de maíz otras bebidas como vino, cerveza,
whisky y fernet. De cada una de ellas deja caer chorritos con reverencia y
prueba un poco cada bebida.
En la corpachada
se puede incorporar al pozo un acullico (hojas de coca
mascadas), o solo la coca, la llicta. Esta es una masa semiblanda hecha a base de papas hervidas y
cenizas de ciertas hierbas, con sabor salado y coloración gris oscura. Se le da
forma de bollo pequeño y se mastica para hacer que el acullico de hojas de coca
recupere el sabor cuando lo ha perdido después de mucho mascarlo.
Otros bocados son de tijtincha,
locro, humita y papines. Más acá en el tiempo también se incorporó caña quemada
con ruda macho macerada en la bebida espirituosa.
Entre otros objetos
antiguamente se ofrecía mullu
(molusco llamado oro rojo de los Incas), y sobre todo el feto de la llama, que, según una creencia, aseguraba
la fertilidad de la tierra para que asegurara la cosecha.
Así a la tierra se le da de comer y de beber.
También se suele enterrar el llojke o yoki
que llevan como amuleto en tobillos, muñecas y cuello.
Algunos ofrendan
cigarrillos encendidos que clavan en la tierra para que la Pacha los fume: si se apagan rápido, la persona no tendrá un buen
año,
pero si se consumen solos (quedando una columna de ceniza), ese alguien estará
en comunión con la tierra.
Luego de las ofrendas
y el entierro se rompe un cántaro que contiene chicha y se tapa
el pozo que luego
se los cubre con tierra, piedras y flores, mientras se
pronuncian rezos en quechua.
El grupo familiar, sus parientes y amigos participan más tarde de una
comida ritual basada en el consumo de carne hervida (cabezas de llama u oveja),
maíz, habas secas y mote (forma de conservar el maíz, descascarado en agua y
sal).
La tarde se prolonga hasta el amanecer con cantos y bailes.
La Pachamama, más otras deidades
como Mallku (protector de las alturas), y Amaru (que aseguraba el agua de riego),
conforman la trilogía de la percepción aimara
sociedad-naturaleza y sus cultos son las formas más antiguas de celebración que
los aimaras realizan.
Estas celebraciones varían de acuerdo a la etnia y con el paso de los años, en los que se agregan elementos post coloniales, y en varios lugares andinos, como en la tierra de los huarpes de San Juan y norte de Mendoza, se adopta para el 1 de agosto la quema de jarilla o aguaribay.
Desde los inicios de invasión europea en estos territorios la celebración se lleva a cabo el primer día del mes de agosto, durante todo el mes, y en muchos lugares también el primer viernes de cada mes.
Adaptación post colonial
Cuando los primeros conquistadores españoles
llegaron a comienzos del siglo XVI, se encontraron con el culto a la Pachamama. No solo lo aceptaron, sino
que participaban de él, muy a pesar de algunos curas que intentaban imponer la
religión de un Dios único, desconocido para los indígenas.
Ellos ya veneraban a Viracocha (dios creador, el señor supremo de todo
el reino), a Inti, (el sol), y a Quilla (la luna), junto a la Pachamama.
Fueron esos conquistadores los primeros en dejar testimonio de las
celebraciones hacia las divinidades incaicas, que duraban días. Para los
indígenas, la tierra es la posesión más valiosa ya que cuidándola se conserva
su bien más preciado, que es el alimento.
Algunos viajeros describieron a la Pachamama
como la Venus incásica.
El culto a la Pachamama, se lo denomina Allpa Mamay o Ashpa Mamay,
en La Rioja o Santiago del Estero, y el Pueblo Atacama llama Apata
joiri.
Hoy es habitual que los quechuas, los aimaras y sus descendientes combinen el tradicional culto a la Pachamama con la religión católica, predominante en los países sudamericanos donde se asientan. Esto hace que los rituales y las ofrendas a la Madre Tierra se desarrollen de manera paralela a otras festividades y actos típicos del cristianismo.
A pesar de esto se
debe tener en cuenta que para los pueblos nativos la Pachamana encierra en si mismo el concepto de un dios y el concepto
de producción (todo en un mismo “paquete”, o sincretismo), situación que no
ocurre con el catolicismo, que “despega” a un dios de una producción
agrícola.
Otros sacerdotes más pragmáticos equipararon la figura de la Virgen María a la de la Pachamama, y hoy muchas familias son cristianas y “pachamamistas”.
En Bolivia, la Pachamama es identificada con la Virgen de Copacabana, en La Paz con la Virgen de Urkupiña, en Oruro con la Virgen del Socavón, y en Puno (Perú), la Pachamama es identificada con la Virgen de la Candelaria
Un antecedente artístico e
histórico de este sincretismo lo constituye la representación de la Virgen
Cerro del siglo
XVIII, en la que el Cerro Rico
de Potosí es antropomorfizado
adquiriendo la imagen de la Virgen.
Los cambios de costumbres pos
coloniales también influyeron en la corpachada,
ya que el vino, la cerveza, la ruda y el licor de caña no se conocían en
esta parte del mundo.
Otras madres tierras
Si bien otros pueblos nativos
(como los Mapuches), tienen sus rituales para la Madre Tierra el 1 de agosto de
cada año, no se debe confundir la Pachamama
Quechua o Aimara con la Ñuke Mapu,
que es un concepto mapuche más filosófico que divino o religioso.
Ñuke Mapu que significa literalmente Madre Tierra para este pueblo, a diferencia de lo que la Pachamama significa para los quechuas, no es una deidad pero sí es sumamente importante para su cultura.
Este concepto no
simboliza la tierra
geológica sino que es una representación del mundo mapuche en la cosmografía y simboliza a su
vez, la interrelación de los mapuches entre sí.
La forma en la que el pueblo se comunica con este “todo” es a través de los espíritus conocidos como Ngen que se encuentran en diferentes elementos de la naturaleza tales como los manantiales, los cerros y las vertientes; también los altares donde realizan sus rituales son un punto de conexión con la Ñuke Mapu.
Al comienzo de cada año el pueblo se reúne para pedir perdón por sus errores y prometer cuidar de la naturaleza y de la cultura a la que pertenecen de forma responsable. La Madre Tierra es la que recibe esas ofrendas y esas oraciones y consigue que todo se mantenga en equilibrio.
Los Mapuches creen que la vida es un estado cíclico donde el pasado y le presente cohabitan y donde el comienzo de cada año es un nuevo renace, por eso para ellos ese comienzo de año es como un volver a empezar y proponerse mantener ese equilibrio sagrado entre pueblo y naturaleza.
En el caso de los huarpes rinden su homenaje a la Pecne Tao.
¿Por qué el 1 de agosto?
La creencia popular indica que
la Pachamama tiene hambre a la salida
del invierno, y si no se la nutre con las ofrendas, o si se la ofende, no
accede a la protección de cultivos y ganados de la primavera que empieza. Por
ello, al sincretizarse las culturas, estas ceremonias se llevan a cabo el 1 de
agosto de cada año.
El 1 de agosto se corresponde con la línea en el Oeste (Camino de los Incas o Qhapaq Ñam), en la Cruz Incaica o Chacana, trazada en un ángulo de 45º respecto al Norte o solsticio de invierno). Es la fecha en que “se empiezan a ir los fríos” y hay que prepararse para las siembras de verano.
La Pachamama, dueña de las cosechas y del ganado, rectora de las estaciones y proveedora de vida, debe ser agasajada por el hombre como a ella le gusta. No cumplir con ella implicaría terremotos, sequías, inundaciones, heladas, incendios, granizo, huracanes, hambre, enfermedades y muerte.
Las clásicas ofrendas enterradas
van acompañadas actualmente por ferias artesanales, comidas de diferentes
comunidades coyas y festivales de música y danza.
Si bien no es un feriado nacional, el ritual es vivido como un día tanto o más importante que otras celebraciones post independentistas en esta parte del país. Anualmente las principales celebraciones por la Fiesta Nacional de la Pachamama de los Pueblos Andinos en Argentina se realizan en San Antonio de los Cobres y Tolar Grande (Salta), y Purmamarca, Tumbaya, Valle Grande (Jujuy), y en varias localidades de la Puna catamarqueña o riojana.
Se realizan ceremonias a la Pachamama
en ocasiones especiales (como iniciar un viaje), o al pasar por una apacheta.
El esnobismo argento
A través de los migrantes, la
celebración a la Pachamama se ha
hecho conocida en otros lugares, y se ha expandido a numerosas ciudades y
grandes metrópolis modernas
como Buenos Aires.
Los migrantes respetan a su
deidad aunque estén lejos de su tierra, pero el esnobismo porteño de Argentina
permite ver (desde los años
noventa), gente irreverente que vuelca al suelo un poco del
vino o de cerveza que está por beber “para
la Pachamama”.
Otros, un poco más
conscientes, cavan un pozo en el suelo e imitan irrespetuosamente (muchas veces
groseramente), a la ceremonia original.
¿De qué cultura me hablan?
La página Web oficial del Ministerio de Cultura de la
Nación (https://www.cultura.gob.ar/por-que-se-toma-cana-con-ruda-cada-primero-de-agosto_6220/), dice:
“Tomar caña con ruda el primer día de agosto es una costumbre que
no pierde adeptos. Se cree que cumplir con este ritual atrae la
salud y la suerte y aleja la envidia y los maleficios. Siete
sorbos, tres tragos, uno largo, un vaso entero, y siempre en ayunas. Pero,
¿de dónde surge y qué significa?”
“Esta costumbre, enraizada en el norte argentino (más
específicamente en las provincias de Misiones y Corrientes), se ha extendido
por todo el país. Es una tradición milenaria, que proviene de
los pueblos originarios de América que reconocían en la ruda múltiples
propiedades medicinales contra parásitos y malestares gastrointestinales,
además de su uso para calmar el ardor y la irritación de picaduras de bichos y
alimañas.
N. del R.: La
Pachamama no pertenece a las culturas guaraníes, y por otro lado no es una
costumbre milenaria (¿??) ya que la ruda es una planta originaria de países del
Mediterráneo, que ingresó al continente con los españoles, por lo que ningún
pueblo originario puede reconocer sus propiedades medicinales, que si conocían
bien los introductores.
“Como en agosto se producían grandes lluvias, que junto al frío
causaban muchas muertes en la población y en el ganado, crearon este remedio
natural donde se mezcla la caña con la ruda para superar
estos problemas”.
N. del R.: ¿Quién creó este “remedio popular”? ¿La muerte del ganado también “se cura” haciéndoles beber ruda y caña. Además, hay que contarles a los “genios” que llenan las páginas del Ministerio que Agosto, junto con Julio son los meses de menores lluvias en esa región, y que la temperatura media es del orden de los 17 ºC.
Originalmente se utilizaban licores fabricados con chañar,
patay, tunas o algarroba, a los que se les agregaba la contrayerba o hierbas
medicinales. Con la llegada de los europeos, los
componentes fueron mutando hasta conformar la receta que hoy conocemos.
N. del R.: Si aseguran que la
costumbre de beber caña con ruda proviene de los guaraníes, de Misiones y
Corrientes (¿??), es menester decirle al Ministerio que el chañar, el patay y
las tunas no crecen o se elaboran en esas provincias, y obviamente no son
costumbres heredadas de las etnias Ava o
Guaraníes.
Beber caña
con ruda es una tradición relativamente reciente, vaya uno a saber
inventada por quien, ya que esta planta, como dijimos, no es originaria de
América sino del Mediterráneo y el Este de Asia.
A pesar de que la tradición (¿??), dice ser típica del
noreste (¿??), del país, en los últimos años se extendió a todo el territorio
argentino, aunque más por esnobismo que por convicción de mejoras personales.
N. del R.: A la Pachamana
hay que darle de beber para homenajearla, no beberlo uno mismo para
“homenajearse”, y al país hay que conocerlo un poco mas allá de la Av. General
Paz.
El
aprovechamiento de la ignorancia supina
Algunos autores
bolivianos indican que el proceso de invención de la patria ancestral indígena
en varios países de nuestra América del Sur “se
ha basado en el pachamamismo, entendido como la construcción ideológica que
instrumentaliza elementos indígenas, resaltando exotismos y fabricando
otredades ficticias, con finalidades políticas y sociales ajenas a estos
pueblos”.
“El abuso del “esoterismo folclórico” por
parte del nacionalismo indigenista es una construcción política que responde
sobre todo al tipo de “tradiciones inventadas” por las élites nacionalistas como
justificación de la supuesta existencia e importancia de sus naciones”.
A las
tradiciones hay que estudiarlas y respetarlas, no bastardearlas.
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agosto? www.cultura.gob.ar ›
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