sábado, 16 de abril de 2016

Serrezuela. Testigo de combates y acuerdos de paz



Nací, pasé parte de mi infancia y de mi adultez en Cruz del Eje. Por mi oficio de agrónomo trabajé varios años en Paso Viejo, Tuclame y Serrezuela. En la vieja iglesia de Serrezuela bautizamos a Santiago, hijo de mis “hermanos” Terrera.
De viejo sigo pensando en esos pueblos chicos, llenos de historia y tan poco respetados por los que pasan rápidamente por la Ruta Nacional 38.

En esta afición por estudiar algunos rincones históricos olvidados, se me ocurrió recopilar datos que sirvan para “poner en valor” cada uno de los detalles de nuestro pasado.

Ojalá algún día pase por Serrezuela y me encuentre con un arco o un gran cartel que diga:
BIENVENIDO A SERREZUELA
TESTIGO DE COMBATES Y ACUERDOS DE PAZ

Para eso, serrezuelenses, municipio y gobierno provincial y nacional deben comprometerse con la historia de su pueblo.

El paraje

La localidad de Serrezuela (perteneciente al Departamento de Cruz del Eje en la Provincia de Córdoba), se sitúa muy cerca del límite con la Provincia de la Rioja (30°38′17″S - 65°23′06″O). 

Fitogeográficamente muestra vegetación de ambientes salinos pertenece a las llamadas sierras pampeanas, solapándose algunas zonas del oeste con algunas de las del noroeste argentino y algunas zonas del de la región del Cuyo. Esta región pese a su nombre, abarca zonas de penillanuras (donde se enclava Serrezuela con apenas 276 m s.n.m.), y mesetas.

Antropológicamente es parte de la cultura Olongasta. Esta etnia de aborígenes habitaron el sur de la provincia de La Rioja, el noroeste de la provincia de Córdoba, el norte de la provincia de San Luis, el sudeste de la provincia de San Juan y el sudoeste de la provincia de Santiago del Estero. Esto es, prácticamente vivían en torno al desierto de las Salinas Grandes.
Su filiación plantea algunas dudas, aunque la mayoría de las evidencias hacen que se les incluya entre los diaguitas (paziocas), de los cuales, junto a los ambargastas serían las parcialidades más meridionales y orientales.
Recibieron por parte de los conquistadores españoles el nombre de indamas, probable "españolización" de la palabra mundema que habría correspondido a una lengua mezclada de palabras comechingonas y paziocas (es decir cacanas).
Han dejado pocos relictos culturales, esto al parecer por su escaso número ya que su hábitat podía alimentar sólo a escasas poblaciones humanas. Se sabe que además de la caza y la recolección (especialmente de frutos de algarrobo).
Practicaban la agricultura (papa y maíz) y la ganadería de llamas, siendo por esto bastante sedentarios, sin embargo, no se hallan restos de sus viviendas, lo que hace suponer que no las construían de piedra ni de ningún otro material duradero, siendo probablemente de adobe techadas con ramas y fibras.
Debido a la zona árida que habitaban, es posible que hayan sido escasos en número y al entrar en contacto con los españoles, desaparecieron prontamente, no sin antes rechazar a los invasores.
Hoy Serrezuela cuenta con alrededor de 2.500 habitantes que deben poner todo su esfuerzo para que el resto del mundo sepa quiénes fueron y quiénes son los serrezuelenses.  
  • Su rol en la historia
Forma parte indivisible del paisaje de los llanos riojanos y por ello estrechamente ligada a los caudillos de esa provincia, que pasaron por este punto cada vez que debían defender sus ideales federales frente a los ejércitos unitarios.

No es casual que a pocos kilómetros de Serrezuela, ya sobre territorio riojano se erige el Monumento a los Caudillos (Chacho Peñaloza, Facundo Quiroga y Felipe Varela). 
Históricamente los pagos de Serrezuela fueron testigos fundamentales de los incesantes movimientos de tropas en las guerras civiles de nuestro país. Pero también fue punto de encuentro para la firma de tratados de paz.
En esta época Serrezuela fue testigo de varias etapas fundamentales, entre otras:
·  El paso de las tropas federales hacia Córdoba que culmina en La Tablada (1829)
·   El Combate de Serrezuela (1829)
·  El paso de las tropas federales desde Córdoba después de Oncativo (1830)
·   El Tratado de Serrezuela (1830)
·   Las idas y vueltas del Chacho Peñaloza luego de Las Playas (1863)

·         Rumbo a la Batalla de La Tablada
Las tropas de la Primera División del Ejército, comandadas por Juan Galo Lavalle (de quien San Martín dijo “es una lanza sin cabeza”), ocuparon la ciudad de Buenos Aires y persiguieron y fusilaron a su gobernador, el Coronel Dorrego. Esto desataría una de las etapas más tristes en la historia de la República Argentina, con guerras civiles que retrasaron la organización nacional por treinta años.
Luego, la Segunda División del Ejército, encabezada por el General José María Paz marchó sobre la provincia de Córdoba a comienzos de 1829. El gobernador cordobés, Juan Bautista Bustos, abandonó la capital y pidió un alto a las operaciones, a fin de poder recibir los refuerzos que venían de La Rioja, al mando del Comandante de Armas de esa provincia, General Facundo Quiroga. Pero Paz se adelantó y atacó a Bustos, derrotándolo en la batalla de San Roque, 50 km al oeste de la ciudad.
Bustos se trasladó a La Rioja para unirse a las tropas de auxilio de Quiroga, y Paz quedó a cargo del gobierno de Córdoba. Este envió mensajeros a los demás gobernadores de las provincias vecinas asegurando que no era su intención atacarles, y diciendo que se ocuparía solamente del gobierno de Córdoba.
Quiroga no creyó estas palabras y organizó una campaña contra Paz bajo su mando directo con tropas de su provincia y milicias cordobesas, estas últimas comandadas por Bustos.

·         El Combate de Serrezuela
En mayo de 1829 Juan Facundo Quiroga, secundado por el Chacho Peñaloza, penetró con sus fuerzas en territorio cordobés sorprendiendo a la Guarnición de Serrezuela que estaba comandada por el Coronel de Milicias Faustino Allende, Comandante de la Frontera Noroeste de la provincia de Córdoba. Allende fue vencido pero a pesar de ello logró esquivar el avance de Quiroga y se mantuvo como jefe de la vanguardia.
Las fuerzas de Quiroga ocuparon Serrezuela y fusilaron a un oficial unitario, al Juez de Paz y a dos vecinos del lugar, pero el caudillo riojano descartó un avance directo sobre la ciudad de Córdoba, pues para ello tendría que atravesar las sierras, terreno desventajoso para la caballería (fuerza principal de su ejército).
En vez de ello, optó por dar un largo rodeo y franquear las serranías para avanzar contra la ciudad de Córdoba desde el sur. A su paso reunió fuerzas enviadas por las provincias de San LuisMendozaSan Juan y Catamarca.
Faustino Allende envió a su primo, el General Paz, informes constantes sobre la posición y dirección del ejército federal, pero, aunque le informó correctamente del lugar en que éste estaba, no acertó sobre la dirección que seguía. Esto hizo equivocar a Paz sobre el camino que el caudillo riojano pretendía seguir, y así pudo tomar Córdoba.

Mientras esto sucedía, José María Paz sometía algunas rebeliones en la propia provincia de Córdoba. Su situación militar era comprometida, pues prácticamente todas las fronteras de Córdoba estaban bajo amenaza de invasión. No podía esperar auxilios desde Buenos Aires, pues esta se hallaba sitiada por fuerzas federales del Litoral y la situación de Lavalle era desesperada.
Solamente los gobiernos de las provincias de Tucumán y Salta simpatizaban con el nuevo gobierno cordobés, y habían ofrecido ya su ayuda militar a Paz. Este la aceptó finalmente y trazó planes de guerra para esperar a sus enemigos cuando decidieran atacarlo.
Optó por una estrategia defensiva pues consideró que no podía atacar en una dirección sin descuidar otros frentes. Consideraba que Córdoba podía sufrir una invasión desde Santa Fe, Santiago del Estero o las provincias del oeste.
En junio, mientras Quiroga realizaba su rodeo hacia el sur, Paz acuarteló sus fuerzas en Anisacate, a pocos kilómetros al sur de la ciudad de Córdoba.
Poco después llegaron los refuerzos desde Tucumán, conducidos en persona por el gobernador de esa provincia, Coronel Javier López. Todo culmina con el triunfo del General Paz en la Batalla de La Tablada, en Junio de 1829. A pesar de la derrota, Peñaloza, a cargo de una unidad de Caballería, se destaca por sus habilidades al enlazar cañones enemigos y arrastrarlos hasta sus filas.
A excepción de la división de tucumanos y de algunas otras fracciones de milicias cordobesas, las fuerzas unitarias incluían alrededor de 800 a 970 hombres de unidades veteranas.  Habían luchado en campañas regulares contra las tropas imperiales del Brasil y se sabían capaces. Poseían artillería y sus comandantes sabían dirigir maniobras tácticas.
Otra diferencia esencial era su comandante en jefe. El General Paz era un militar de carrera: experimentado y metódico. Demostraría a lo largo de su vida excelentes cualidades tácticas y estratégicas. Suele ser considerado como el único General argentino que jamás perdió una batalla.
A diferencia de las fuerzas de Paz, las fuerzas federales de Quiroga no constituían un ejército regular, sino que se trataba de milicianos, en su mayoría gauchos. Eran muy hábiles como jinetes pero no se les podía utilizar para ejecutar maniobras tácticas complejas, sólo para cargas de caballería. Además sus armas principales eran lanzas, sables y cuchillos, por lo cual precisaban llegar al combate cuerpo a cuerpo con el oponente para hacer sentir su valor en la lucha.
Por lo demás, eran hombres valientes al extremo y muy temerarios. Quiroga también disponía de 700 u 800 infantes, bien equipados y entrenados, pero decidió no usarlos en la batalla y los dejó guarneciendo Córdoba, lo que es considerado un error táctico decisivo.
·         Regreso después de la Batalla de Oncativo
Después de la victoria de Paz en la batalla de La Tablada contra el ejército federal, Quiroga se preparó para iniciar una segunda campaña contra el General unitario.
El panorama era poco alentador, y era de anticiparse una nueva acción bélica próxima a llegar. En una carta de Quiroga del 10 de enero de 1830, dirigida al General Paz dice:
 “Estamos convencidos en pelear una sola vez, para no pelear toda la vida. Es indispensable ya que triunfen unos u otros, de manera que el partido feliz obligue al desgraciado a enterrar sus armas para siempre”. También diría de forma amenazante: “Las Provincias serán despedazadas tal vez, pero jamás domadas”.
No es fácil explicarse por qué termina de reorganizar sus fuerzas dividiendo en dos grandes ejércitos: uno, mandado por él mismo, que penetraría al territorio de Córdoba por el sur, y otro, a las órdenes del General Villafañe, que tiene que hacerlo por el norte.
Esta dispersión de fuerzas, en un lugar donde las comunicaciones son precarias y las distancias inmensas, va a ser causante de muchos males para Facundo, en el momento en que necesite a todos sus efectivos reunidos, para lanzarlos a la acción. Comienza mal su campaña.
Por eso va a cumplirse en él un axioma militar que los hechos nunca desmienten: "Los errores cometidos en el comienzo de la guerra no se corrigen en el curso de las operaciones".
Al indicarle al General Villafañe lugar y fecha para que se le reúna con el ejército del Norte, Facundo no parece tener en cuenta la posible influencia de los elementos de la naturaleza, Y esto lo pierde sobre su nuevo campo de batalla.

Quiroga salió de Mendoza en los primeros días de enero de 1830, e invade Córdoba desde San Luis. Siguió por Salto (sobre el río Tercero), y Capilla de Rodríguez y se detuvo en Oncativo o Laguna Larga (unos 40 km al Sudoeste de la ciudad de Córdoba), esperando se hiciera sentir la operación secundaria que por el Norte de Córdoba debería realizar el General Benito Villafañe, con 1.400 hombres (1.200 catamarqueños y 200 riojanos).
Villafañe volvía de La Rioja, y rápidamente pasó a Catamarca, donde venció en Ancasti al Coronel Lobo, y repuso en el gobierno a Felipe Figueroa. De esta manera, con la crucial ayuda de Villafañe, Quiroga recuperó lo perdido en las secuelas de La Tablada. Inmediatamente de saber que Catamarca estaba nuevamente en manos federales, Facundo regresó a Córdoba junto con Aldao.
Por el norte avanzaba Villafañe al frente de riojanos y catamarqueños. Derrotó en Totoral Chico al Teniente Coronel Rafael Torres, y siguió camino hacia el sur. En ese momento, Quiroga cometió el enorme error de regresar al sur de la provincia, en vez de seguir hacia el norte en busca de Villafañe.
Paz salió el 18 de febrero de Anisacate (35 km O.N.O de Oncativo), con la intención de batir a Quiroga antes de la intervención de Villafañe.

El día 24, encontrándose muy cerca del enemigo, se presentaron al General Paz comisionados de Juan Manuel de Rosas en procura de un entendimiento.
Interesado que no perder tiempo, Paz impuso como condición previa que Quiroga iniciara la evacuación del territorio cordobés en el término de dos horas. Como no obtuviera respuesta prosiguió el avance.

En ese momento Paz contaba con 4.078 hombres (1.000 infantes, 70 artilleros y los restantes de caballería). Sobre los hombres de Quiroga no hay datos, pero se sabe que eran inferiores a los de Paz. Como Quiroga no esperó a Villafañe Paz sorprendió a Quiroga, venciéndolo por completo en la Batalla de Oncativo.

La Batalla de Oncativo o Laguna Larga se llevó a cabo el 25 de febrero de 1830. La lucha se inició con la carga de la división Lamadrid, que fue rechazada. Pedernera cargó entonces con el 2º de Caballería y los Lanceros Republicanos contra el flanco izquierdo federal, cuyas tropas retrocedieron en desorden.

Ante el ataque de los batallones unitarios  las tropas federales cedieron más terreno. La caballería federal fue puesta finalmente en retirada y la infantería se rindió. Luego de sucesivos intentos de rearmar sus tropas, Quiroga emprendió la huida.

La persecución de los vencidos federales se extendió hasta la puesta del sol, realizada por espacio de 30 km con la masa de la caballería a órdenes directas de Paz.
Según relata el propio Lamadrid, él y Pringles entraron en la línea federal acuchillando y lanceando a sus adversarios, hasta que los alcanzó Paz y les ordenó que cesaran sus acciones de persecución. El Coronel Juan Gualberto Echeverría, jefe de la vanguardia unitaria, debía continuarla con una agrupación hasta dispersar el último núcleo enemigo.
Capturó al General Aldao y se le encargó perseguir al fugitivo Quiroga. Echeverría siguió hacia Río Cuarto pero perdió la pista ya que no imaginó que Quiroga, con su ejército dispersado, huía hacia Buenos Aires. Su ejército se había dispersado.

Por otro lado la guarnición de Villafañe, sin haber realizado nada efectivo regresaba a La Rioja cuando fue alcanzada en Serrezuela por tropas de Paz con quienes el nombrado jefe federal firmó un tratado comprometiéndose a evacuar el territorio cordobés y a entregar sus tropas al gobierno de La Rioja.
·         Los tiempos de paz
José Benito Villafañe firmó el Tratado de Serrezuela con José María Paz, por el que obligaban a Gaspar Villafañe, gobernador de la Rioja, a dejar el mando y realizar nuevas elecciones. Además, el General debía entregar todas las armas a Lamadrid, que invadió la provincia de su odiado enemigo Quiroga. Paradójicamente en las nuevas elecciones fue electo gobernador Benito Villafañe.
Lamadrid desconoció entonces el tratado, ocupó La Rioja y también la gobernación destituyendo a Villafañe. Lamadrid hacía elegir gobernador a Domingo Eugenio Villafañe (lejano pariente suyo), que promulgó una ley que declaraba “fuera de la ley y privados del derecho a la vida a los Generales Quiroga y Villafañe”. Este emigró a Chile, estableciéndose en La Serena.
 ·         Idas y vueltas del Chacho Peñaloza
El vuelco que ha dado la situación, en favor de los unitarios y en contra de los federales, después de la derrota sufrida por Facundo en Oncativo, es de tal magnitud y está rodeado de tales circunstancias, que nadie llega a pensar, ni siquiera remotamente, en que el caudillo riojano pueda recuperarse, sin embargo, y a pesar que pasarían muchos años.

La Batalla de Caseros en 1852, en que triunfa Urquiza frente a Rosas, da inicio a una etapa importante de la vida nacional. Si bien Caseros está considerada como un punto bisagra de la historia, en realidad no fue la lucha que marcó el triunfo de los unitarios contra los federales, sino una interna entre federales por el poder político, y económico del momento.

Peñaloza se identifica con el federalismo “del interior” de Urquiza y partir de ese momento cuenta con su apoyo político, y se cartea permanentemente. En 1854 este lo nombra Comandante de Armas de La Rioja. Tenía 57 años cuando Urquiza lo nombra Coronel Mayor y luego General por Ley del Congreso. Llegar a General por esta vía no fue para cualquiera. Méritos le sobraban al Chacho.
En abril de 1863 Peñaloza convoca a una guerra nacional contra los “salvajes”, confiando en que Urquiza reaccionaría y tomaría el mando, pero esto no ocurre y a mediados del mes le escribe a Mitre una explícita declaración de guerra, lo que luego se llamará “El grito de Guaja”:
“Los gobernadores de estos pueblos, convertidos en verdugos de provincias, destierran y manda matar sin forma de juicio a ciudadanos respetables sin mas crimen que haber pertenecido al partido federal. Los hombres todos, no teniendo ya mas que perder que su existencia, quieren sacrificarla mas bien en el campo de batalla”.
Sus compañeros Navarro, Saa, Nazar y Gutiérrez no reaccionaron al levantamiento propuesto. Peñaloza está solo y marcha a San Francisco (San Luis), pero se entera que Sandes está invadiendo los llanos y Taboada está La Rioja.
Vuelve a sus pagos, y, en nombre de Urquiza, se enfrenta el 20 de mayo en Loma Blanca (La Rioja), con las fuerzas comandadas por Ambrosio Sandes, secundado por el My. Pablo Irrazabal y es derrotado. Sandes fusila a todos los prisioneros y los incinera dando lugar a la famosa “Carbonera de Sandes”. Peñaloza le quita la caballada y se va rumbo a Córdoba y Posse le pide ayuda a Paunero.
Urquiza no apoyó la revuelta, por el contrario la condenó en público. El entrerriano se apura a escribirle a Mitre que él no avala lo que los caudillos del oeste proponen, mientras mantiene ambiguas posturas con el Chacho y con el puntano Juan Saa.
Sarmiento le sugiere a Mitre: “No economice sangre de gauchos, es lo único que tienen de humanos”. Al Chacho le quedaban muy pocos meses de vida. Mitre simplifica las cosas para no exponerse políticamente y declara ladrones a los montoneros y no contendientes partidarios y autoriza matarlos en cuanto se los capturaba.
El Chacho ya no puede continuar luchando con tantas diferencias. Sus adversarios con formación militar, y provistos de armas modernas, mientras que sus montoneros solo con lanzas, sables y puñales.
En junio, unas semanas después de su derrota en Loma Blanca, entra por Serrezuela, y llega en Córdoba por el Valle de Punilla, pero el General Paunero lo derrota en Las Playas (actualmente los terrenos que ocupan las Fuerzas Armadas camino a La Calera), y fusila a todos los prisioneros.
Huye una vez mas a La Rioja y sigue un largo recorrido para agotar al adversario que lo persigue: Sandes desde Córdoba, Iseas desde San Luis y Arredondo desde San Juan.
Gente por estos pagos. Quien era quien
La historia se llena de nombres, pero, tanto de un lado como de otro, no todos tienen el mismo peso. Repasar quien era quien es hacer justicia.
·         Los federales que pasaron por Serrezuela
·  Juan Facundo Quiroga (1788-1835, nacido en La Rioja), era el hombre fuerte de esta provincia. Desde joven se incorporó a las milicias provinciales, donde comenzó a labrar su fama y poder como caudillo. En la luchas por el poder en su provincia Quiroga acrecentó su figura, y luego intervino en los conflictos surgidos entre unitarios y federales. La participación de Quiroga fue vital para el afianzamiento del Partido Federal en las provincias del interior argentino, desde Tucumán hasta San Juan, en la década de 1820. Por esta razón, al ser derrocado por el General Paz, el gobernador cordobés Bustos solicitó el apoyo del caudillo riojano.
· Juan Bautista Bustos (1779-1830, nacido en Córdoba) había comenzado su carrera como Capitán del cuerpo de Arribeños durante las invasiones inglesas a Buenos Aires (1807). Luego se incorporó como oficial en el Ejército del Norte, durante las guerras de Independencia, pero desde el motín de Arequito (1815) se dedicó a la actividad política y al gobierno de Córdoba. No había vuelto a participar en campañas militares hasta que Paz marchó contra él.
·  José Félix Aldao (1785-1845).  Fue un fraile mendocino que acompañó el cruce sanmartiniano de Los Andes como capellán, pero San Martín, por consejo Las Heras, lo motivó para que realizara una carrera militar. A los 56 años era uno de los más prestigiosos militares federales. Su capacidad como militar y su crueldad con los enemigos llegaron a ser legendarias. Fue jefe del Ejército Combinado de Cuyo cuando Lamadrid ocupó Mendoza y ejerció sólo como jefe de una parte de la caballería del General Pacheco en la batalla de Rodeo del Medio. Eficaz dirigente, hizo mucho por su provincia cuando fue gobernador
·    José Benito Villafañe (1790-1831, nacido en La Rioja), se enroló en las milicias provinciales y participó en el célebre cruce de la cordillera de los Andes hacia Chile, como parte del ejército sanmartiniano. De regreso a La Rioja, se involucró en las luchas por el poder, convirtiéndose en seguidor del caudillo Quiroga, quien lo protegió y le confió varios puestos de gobierno, además de nombrarlo General. Participó como segundo jefe del ejército provincial en la campaña contra el General Paz. Firma la paz con este en el Tratado de Serrezuela.
·   Ángel Vicente Peñaloza El Chacho, (1798-1863, nacido en La Rioja), era Capitán de las Milicias riojanas, y luchó bajo el mando de su comprovinciano Quiroga en las guerras civiles del noroeste, contra Lamadrid (en 1826). Por su valentía se ganó la confianza de Quiroga. En 1829, a los 31 años, Peñaloza pelea nuevamente bajo el mando de Quiroga en Serrezuela (en el límite con Córdoba), y en La Tablada (hoy al ingreso del Barrio Cerro de las Rosas en Córdoba), ocupando una de las  Divisiones de Caballería contra el General José María Paz.
·         Los unitarios que pasaron por Serrezuela
·   José María Paz (1791-1854, nacido en Córdoba) era una militar de carrera. A los 20 años se incorporó al Ejército del Norte, donde participó en las operaciones contra los realistas. Cuando esta fuerza militar se sublevó contra el gobierno nacional (motín de Arequito), Paz permaneció dos años inactivo. Fue uno de los jefes militares disgustado con el tratado de paz firmado por Dorrego, por lo cual se plegó a la revolución de los unitarios en Buenos Aires, sin embargo, decidió iniciar su campaña militar en su Córdoba natal. Firmó la paz en el Tratado de Serrezuela junto al General Villafañe.
·   Juan Esteban Pedernera (1796-1886, nacido en San Luis) perteneció al célebre Regimiento de Granaderos a Caballo creado por San Martín, cuerpo en el que hizo las campañas de Chile y Perú. Fue hecho prisionero por los realistas pero logró evadirse y en 1826 regresó a Argentina, a tiempo de participar en la Guerra contra Brasil. Se involucró en la revolución unitaria de 1828 bajo el mando de Lavalle y alcanzó el grado de Coronel de Caballería, antes de unirse al ejército de Paz. Fue responsable, junto a Pringles de perseguir a los federales que huían hacia La Rioja.
·    Román Antonio Deheza (1791-1870, nacido en Córdoba) luchó en el Ejército del Norte, en el Batallón de Auxiliares Argentinos, en el Ejército de los Andes y en el ejército de Bolívar. Combatió en casi todos los campos de batalla desde Cotagaita hasta Ayacucho, alcanzando el grado de Coronel. Luchó en la guerra contra Brasil, donde actuó como jefe de tropas y también como oficial de Estado Mayor. Plegado a la revolución de diciembre de 1828 bajo el mando de Lavalle, se unió al General Paz para su campaña en Córdoba. Después de la  victoria de La Tablada, fusiló a 30 oficiales del General vencido, Facundo Quiroga.

·    Javier López (1794-1836, nacido en Tucumán) era comerciante y fue nombrado coronel de caballería, una práctica muy común en las provincias argentinas durante la época. Participó en las luchas por el poder y en 1822 logró afianzarse como gobernador de Tucumán, hasta que fue derrocado por su comprovinciano Lamadrid en 1826. Refugiado en Buenos Aires, partió a la guerra contra Brasil, y al finalizar esta regresó a Tucumán, donde tomó de nuevo el poder. Se plegó a la revolución unitaria de 1828 en Buenos Aires e invadió la provincia de Catamarca antes de unirse al ejército del General Paz. Allí luchó junto a su antiguo enemigo Lamadrid. Luego se incorporó al ejército de Paz en Córdoba, y peleó a sus órdenes en La Tablada. Tuvo que soportar a Lamadrid en el mismo ejército, pero se negó a aceptar que se uniera a la división tucumana. Volvió a invadir Catamarca y volvió a poner en el poder a los unitarios, y desde allí atacaron La Rioja, ocupando brevemente la capital evacuada por el caudillo Facundo Quiroga. Apenas regresado a Tucumán, tuvo que intervenir por tercera vez en Catamarca, lo que le impidió luchar en la batalla de Oncativo.
·  Gregorio Aráoz de Lamadrid (1795-1857, nacido en Tucumán) fue soldado en el Ejército del Norte, donde se destacó por su valor y su arrojo que muchas veces traía más complicaciones que resultados prácticos. Desde 1819 se dedicó a luchar en las guerras civiles, y en 1825 derrocó por su cuenta al gobernador tucumano Javier López. Se enfrentó con temeridad y poca cautela al riojano Quiroga, en el marco de las luchas civiles en el noroeste argentino, y en 1828 se unió en Buenos Aires a la revolución unitaria. Poco después se unió a las fuerzas con que el General Paz marchaba hacia Córdoba.
·   Juan Pascual Pringles (1795-1831, nacido en San Luis) se enroló muy joven en las milicias de caballería de su terruño, y en 1819 se unió al Ejército de los Andes, en el Regimiento de Granaderos a Caballo. Hizo la campaña del Perú y se destacó en la acción del Chancay, donde fue derrotado y apresado.
Fue liberado cuando El Callao cayó en manos del ejército de San Martín. Fue parte de las fuerzas argentinas y chilenas que pasaron al mando de Bolívar y lucharon en Ayacucho (1824). Participo en la guerra contra Brasil como oficial de caballería, y se unió a la revolución unitaria en Buenos Aires. Combatió a órdenes de Lavalle y luego se unió al ejército del General Paz que marchaba hacia Córdoba.
·  Faustino Allende  (1786 -  1865, nacido en Córdoba), militar argentino, que participó en las guerras civiles argentinas, Generalmente en el bando del partido unitario. En 1820 acompañó a su primo, el coronel José María Paz, en una mal organizada revuelta contra el gobernador Juan Bautista Bustos. Derrotados, se exiliaron por unos meses en Santiago del Estero. Luego se reincorporó al ejército de Paz y luchó en victoria unitaria de La Tablada. Participó en la organización de la llamada Liga del Interior y luchó a órdenes de Paz en la batalla de Oncativo. Fue jefe de la división militar de la zona noroeste de la provincia, y uno de los más decididos en la campaña de "pacificación" de las sierras de Córdoba después de la batalla. Por su origen local evitó los excesos de crueldad en la represión. Tras la captura del General Paz, combatió en La Ciudadela a órdenes del General Lamadrid. Tras la derrota, se refugió en Sucre, Bolivia.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.