Nací, pasé parte de mi infancia y de mi adultez en Cruz del Eje. Por mi oficio de agrónomo trabajé varios años en Paso Viejo, Tuclame y Serrezuela. En la vieja iglesia de Serrezuela bautizamos a Santiago, hijo de mis “hermanos” Terrera.
De
viejo sigo pensando en esos pueblos chicos, llenos de historia y tan poco
respetados por los que pasan rápidamente por la Ruta Nacional 38.
En esta afición por estudiar algunos rincones históricos olvidados, se me ocurrió recopilar datos que sirvan para “poner en valor” cada uno de los detalles de nuestro pasado.
Ojalá algún día pase por Serrezuela y me encuentre con un arco o un gran cartel que diga:
BIENVENIDO A SERREZUELA
TESTIGO DE COMBATES Y ACUERDOS DE PAZ
Para
eso, serrezuelenses, municipio y gobierno provincial y nacional deben comprometerse
con la historia de su pueblo.
La localidad de Serrezuela
(perteneciente al Departamento de Cruz del Eje en la Provincia de Córdoba), se
sitúa muy cerca del límite con la Provincia de la Rioja (30°38′17″S - 65°23′06″O).
Fitogeográficamente muestra vegetación de ambientes salinos pertenece a las llamadas sierras pampeanas, solapándose algunas zonas del oeste con algunas de las del noroeste argentino y algunas zonas del de la región del Cuyo. Esta región pese a su nombre, abarca zonas de penillanuras (donde se enclava Serrezuela con apenas 276 m s.n.m.), y mesetas.
Fitogeográficamente muestra vegetación de ambientes salinos pertenece a las llamadas sierras pampeanas, solapándose algunas zonas del oeste con algunas de las del noroeste argentino y algunas zonas del de la región del Cuyo. Esta región pese a su nombre, abarca zonas de penillanuras (donde se enclava Serrezuela con apenas 276 m s.n.m.), y mesetas.
Antropológicamente
es parte de la cultura Olongasta. Esta etnia de aborígenes habitaron el sur de
la provincia de La Rioja, el noroeste de
la provincia de Córdoba, el norte de la provincia de San Luis, el sudeste de la provincia de San Juan y el sudoeste de la provincia de Santiago del Estero. Esto es, prácticamente
vivían en torno al desierto de las Salinas Grandes.
Su filiación plantea algunas dudas, aunque la
mayoría de las evidencias hacen que se les incluya entre los diaguitas (paziocas), de los cuales, junto
a los ambargastas serían las parcialidades más meridionales y
orientales.
Recibieron por parte de los conquistadores españoles el
nombre de indamas, probable "españolización" de la
palabra mundema que habría correspondido a una lengua mezclada
de palabras comechingonas y paziocas (es decir cacanas).
Han dejado pocos relictos culturales, esto al
parecer por su escaso número ya que su hábitat podía alimentar sólo a escasas
poblaciones humanas. Se sabe que además de la caza y la recolección
(especialmente de frutos de algarrobo).
Practicaban la agricultura (papa y maíz) y la ganadería de llamas, siendo por esto
bastante sedentarios, sin embargo, no se hallan restos de sus viviendas, lo que
hace suponer que no las construían de piedra ni de ningún otro material
duradero, siendo probablemente de adobe techadas con ramas y fibras.
Debido a la zona árida que habitaban, es
posible que hayan sido escasos en número y al entrar en contacto con los españoles,
desaparecieron prontamente, no sin antes rechazar a los invasores.
Hoy
Serrezuela cuenta con alrededor de 2.500 habitantes que deben poner todo su
esfuerzo para que el resto del mundo sepa quiénes fueron y quiénes son los
serrezuelenses.
- Su rol en la historia
No es casual
que a pocos kilómetros de Serrezuela, ya sobre territorio riojano se erige el
Monumento a los Caudillos (Chacho Peñaloza, Facundo Quiroga y Felipe Varela).
Históricamente
los pagos de Serrezuela
fueron testigos fundamentales de los incesantes movimientos de tropas en las
guerras civiles de nuestro país. Pero también fue punto de encuentro para la
firma de tratados de paz.
En esta época Serrezuela fue testigo de varias etapas fundamentales, entre otras:
· El paso de
las tropas federales hacia Córdoba que culmina en La Tablada (1829)
· El Combate
de Serrezuela (1829)
· El paso de
las tropas federales desde Córdoba después de Oncativo (1830)
· El Tratado
de Serrezuela (1830)
· Las idas y
vueltas del Chacho Peñaloza luego de Las Playas (1863)
·
Rumbo a la Batalla de La Tablada
Las tropas de la Primera División del Ejército, comandadas por Juan
Galo Lavalle (de quien San Martín dijo “es
una lanza sin cabeza”), ocuparon la ciudad de Buenos Aires y persiguieron y
fusilaron a su gobernador, el Coronel Dorrego. Esto desataría una de las etapas
más tristes en la historia de la República Argentina, con guerras civiles que retrasaron la organización nacional por
treinta años.
Luego, la Segunda División del Ejército, encabezada por el General José María Paz marchó sobre la provincia de Córdoba a comienzos de 1829. El
gobernador cordobés, Juan Bautista Bustos, abandonó la capital y pidió un alto a las operaciones, a fin de poder
recibir los refuerzos que venían de La Rioja, al mando del Comandante de Armas de esa provincia, General Facundo
Quiroga. Pero Paz se adelantó y atacó
a Bustos, derrotándolo en la batalla de San Roque, 50 km al oeste de la ciudad.
Bustos se trasladó a La Rioja para unirse a las tropas de auxilio de Quiroga, y Paz quedó a cargo
del gobierno de Córdoba. Este envió mensajeros a los demás gobernadores de las provincias
vecinas asegurando que no era su intención atacarles, y diciendo que se
ocuparía solamente del gobierno de Córdoba.
Quiroga no creyó estas palabras y organizó una campaña contra Paz bajo
su mando directo con tropas de su provincia y milicias cordobesas, estas últimas comandadas por Bustos.
·
El Combate de Serrezuela
En mayo de 1829 Juan Facundo Quiroga, secundado por el Chacho Peñaloza, penetró con sus fuerzas en territorio cordobés sorprendiendo a la Guarnición de Serrezuela que estaba comandada por el Coronel de Milicias Faustino Allende, Comandante de la Frontera Noroeste de la provincia de Córdoba. Allende
fue vencido pero a pesar de ello logró esquivar el avance de Quiroga y se mantuvo
como jefe de la vanguardia.
Las fuerzas de Quiroga ocuparon Serrezuela y fusilaron a un
oficial unitario, al Juez de Paz y
a dos vecinos del lugar, pero el caudillo riojano descartó un avance directo
sobre la ciudad de Córdoba, pues para ello tendría que atravesar las sierras, terreno desventajoso para la caballería (fuerza principal de su ejército).
En vez de ello, optó por dar un largo rodeo y franquear las serranías
para avanzar contra la ciudad de Córdoba desde el sur. A su paso
reunió fuerzas enviadas por las provincias de San Luis, Mendoza, San Juan y Catamarca.
Faustino Allende envió a
su primo, el General Paz, informes constantes sobre la posición y dirección del
ejército federal, pero, aunque le informó correctamente del lugar en que éste
estaba, no acertó sobre la dirección que seguía. Esto hizo equivocar a Paz
sobre el camino que el caudillo riojano pretendía seguir, y así pudo tomar
Córdoba.
Mientras esto sucedía, José María Paz sometía algunas rebeliones en la propia provincia de Córdoba. Su
situación militar era comprometida, pues prácticamente todas las fronteras de
Córdoba estaban bajo amenaza de invasión. No podía esperar auxilios desde Buenos
Aires, pues esta se hallaba sitiada
por fuerzas federales del Litoral y la situación de Lavalle era desesperada.
Solamente los gobiernos de las provincias de Tucumán y Salta simpatizaban con el nuevo gobierno cordobés, y habían ofrecido ya
su ayuda militar a Paz. Este la aceptó finalmente y trazó planes de guerra para
esperar a sus enemigos cuando decidieran atacarlo.
Optó por una estrategia defensiva pues consideró que no podía atacar en
una dirección sin descuidar otros frentes. Consideraba que Córdoba podía sufrir
una invasión desde Santa Fe, Santiago del Estero o las provincias del oeste.
En junio, mientras Quiroga realizaba su rodeo hacia el sur, Paz acuarteló
sus fuerzas en Anisacate, a
pocos kilómetros al sur de la ciudad de Córdoba.
Poco después llegaron los refuerzos desde Tucumán, conducidos en persona
por el gobernador de esa provincia, Coronel Javier
López. Todo culmina con el triunfo
del General Paz en la Batalla de La
Tablada, en Junio de 1829. A pesar de la
derrota, Peñaloza, a cargo de una unidad de Caballería, se destaca por sus
habilidades al enlazar cañones enemigos y arrastrarlos hasta sus filas.
A excepción de la
división de tucumanos y de algunas otras fracciones de milicias cordobesas, las
fuerzas unitarias incluían alrededor
de 800 a 970 hombres de unidades veteranas. Habían luchado en campañas regulares
contra las tropas imperiales del Brasil y se sabían capaces. Poseían artillería y sus comandantes sabían dirigir maniobras tácticas.
Otra diferencia
esencial era su comandante en jefe. El General Paz era un militar de carrera:
experimentado y metódico. Demostraría a lo largo de su vida excelentes
cualidades tácticas y estratégicas. Suele ser considerado como el único General
argentino que jamás perdió una batalla.
A diferencia de las fuerzas de Paz, las fuerzas federales de Quiroga no constituían un ejército regular,
sino que se trataba de milicianos, en su mayoría gauchos. Eran muy hábiles como
jinetes pero no se les podía utilizar para ejecutar maniobras tácticas
complejas, sólo para cargas de caballería. Además sus armas principales eran lanzas, sables y cuchillos,
por lo cual precisaban llegar al combate cuerpo a cuerpo con el oponente para
hacer sentir su valor en la lucha.
Por lo demás, eran hombres valientes al extremo y muy temerarios.
Quiroga también disponía de 700 u 800 infantes, bien equipados y entrenados,
pero decidió no usarlos en la batalla y los dejó guarneciendo Córdoba, lo que
es considerado un error táctico decisivo.
·
Regreso después de la Batalla de Oncativo
Después
de la victoria de Paz en la batalla de La Tablada contra el ejército federal,
Quiroga se preparó para iniciar una segunda campaña contra el General unitario.
El panorama era
poco alentador, y era de anticiparse una nueva acción bélica próxima a llegar.
En una carta de Quiroga del 10 de enero de 1830, dirigida al General Paz dice:
“Estamos
convencidos en pelear una sola vez, para no pelear toda la vida. Es
indispensable ya que triunfen unos u otros, de manera que el partido feliz
obligue al desgraciado a enterrar sus armas para siempre”. También diría de
forma amenazante: “Las Provincias serán
despedazadas tal vez, pero jamás domadas”.
No es fácil explicarse por qué
termina de reorganizar sus fuerzas dividiendo en dos grandes ejércitos: uno, mandado
por él mismo, que penetraría al territorio de Córdoba por el sur, y otro, a las
órdenes del General Villafañe, que tiene que hacerlo por el norte.
Esta dispersión de fuerzas, en un
lugar donde las comunicaciones son precarias y las distancias inmensas, va a
ser causante de muchos males para Facundo, en el momento en que necesite a
todos sus efectivos reunidos, para lanzarlos a la acción. Comienza mal su
campaña.
Por eso va a cumplirse en él un
axioma militar que los hechos nunca desmienten: "Los errores
cometidos en el comienzo de la guerra no se corrigen en el curso de las
operaciones".
Al indicarle al General Villafañe
lugar y fecha para que se le reúna con el ejército del Norte, Facundo no parece
tener en cuenta la posible influencia de los elementos de la naturaleza, Y esto
lo pierde sobre su nuevo campo de batalla.
Quiroga salió de Mendoza en los primeros días de enero de 1830, e invade Córdoba desde San Luis. Siguió por Salto (sobre el río Tercero), y Capilla de Rodríguez y se detuvo en Oncativo o Laguna Larga (unos 40 km al Sudoeste de la ciudad de Córdoba), esperando se hiciera sentir la operación secundaria que por el Norte de Córdoba debería realizar el General Benito Villafañe, con 1.400 hombres (1.200 catamarqueños y 200 riojanos).
Villafañe volvía de La Rioja, y rápidamente pasó a Catamarca, donde venció en Ancasti al Coronel Lobo, y
repuso en el gobierno a Felipe
Figueroa. De esta manera, con la
crucial ayuda de Villafañe, Quiroga recuperó lo perdido en las secuelas de La
Tablada. Inmediatamente de saber que Catamarca estaba nuevamente en manos
federales, Facundo regresó a Córdoba junto con Aldao.
Por el norte avanzaba Villafañe al frente de riojanos y catamarqueños. Derrotó
en Totoral Chico al Teniente Coronel Rafael Torres, y siguió camino hacia el
sur. En ese momento, Quiroga cometió el enorme error de regresar al sur de la
provincia, en vez de seguir hacia el norte en busca de Villafañe.
Paz
salió el 18 de febrero de Anisacate
(35 km O.N.O de Oncativo), con la intención de batir a Quiroga antes de la
intervención de Villafañe.
El
día 24, encontrándose muy cerca del enemigo, se presentaron al General Paz
comisionados de Juan Manuel de Rosas en procura de un entendimiento.
Interesado
que no perder tiempo, Paz impuso como condición previa que Quiroga iniciara la
evacuación del territorio cordobés en el término de dos horas. Como no
obtuviera respuesta prosiguió el avance.
En ese momento Paz contaba con 4.078 hombres (1.000 infantes, 70 artilleros y los restantes de caballería). Sobre los hombres de Quiroga no hay datos, pero se sabe que eran inferiores a los de Paz. Como Quiroga no esperó a Villafañe Paz sorprendió a Quiroga, venciéndolo por completo en la Batalla de Oncativo.
La
Batalla de Oncativo o Laguna Larga
se llevó a cabo el 25 de febrero de 1830.
La lucha se inició con la carga de la división Lamadrid, que fue rechazada. Pedernera
cargó entonces con el 2º de Caballería y los Lanceros Republicanos contra el
flanco izquierdo federal, cuyas tropas retrocedieron en desorden.
Ante
el ataque de los batallones unitarios
las tropas federales cedieron más terreno. La caballería federal fue
puesta finalmente en retirada y la infantería se rindió. Luego de sucesivos intentos de rearmar sus tropas, Quiroga
emprendió la huida.
La
persecución de los vencidos federales se extendió hasta la puesta del sol,
realizada por espacio de 30 km con la masa de la caballería a órdenes directas
de Paz.
Según
relata el propio Lamadrid, él y Pringles entraron en la línea federal acuchillando y lanceando a
sus adversarios, hasta que los alcanzó Paz y les ordenó que cesaran sus
acciones de persecución. El
Coronel Juan Gualberto Echeverría, jefe de la vanguardia unitaria, debía
continuarla con una agrupación hasta dispersar el último núcleo enemigo.
Capturó al General Aldao y se le encargó perseguir al fugitivo Quiroga. Echeverría siguió
hacia Río Cuarto pero perdió la pista ya que no imaginó que Quiroga, con su
ejército dispersado, huía hacia Buenos Aires. Su ejército se había dispersado.
Por
otro lado la guarnición de Villafañe, sin haber realizado nada efectivo
regresaba a La Rioja cuando fue alcanzada en Serrezuela por tropas de Paz con
quienes el nombrado jefe federal firmó un tratado comprometiéndose a evacuar el
territorio cordobés y a entregar sus tropas al gobierno de La Rioja.
·
Los tiempos de paz
José Benito Villafañe firmó el Tratado
de Serrezuela con José María Paz, por el que obligaban a Gaspar Villafañe, gobernador de la Rioja, a dejar el mando y realizar nuevas elecciones.
Además, el General debía entregar todas las armas a Lamadrid, que invadió la
provincia de su odiado enemigo Quiroga. Paradójicamente en las nuevas
elecciones fue electo gobernador Benito Villafañe.
Lamadrid desconoció entonces el tratado, ocupó La Rioja y también la
gobernación destituyendo a Villafañe. Lamadrid hacía elegir gobernador a Domingo
Eugenio Villafañe (lejano pariente suyo),
que promulgó una ley que declaraba “fuera
de la ley y privados del derecho a la vida a los Generales Quiroga y Villafañe”.
Este emigró a Chile, estableciéndose en La Serena.
·
Idas y vueltas del Chacho Peñaloza
El vuelco que ha dado la situación, en favor de los unitarios y en
contra de los federales, después de la derrota sufrida por Facundo en Oncativo,
es de tal magnitud y está rodeado de tales circunstancias, que nadie llega a
pensar, ni siquiera remotamente, en que el caudillo riojano pueda recuperarse,
sin embargo, y a pesar que pasarían muchos años.
Peñaloza se identifica con el federalismo “del interior” de Urquiza y partir de ese momento cuenta con su apoyo político, y se cartea permanentemente. En 1854 este lo nombra Comandante de Armas de La Rioja. Tenía 57 años cuando Urquiza lo nombra Coronel Mayor y luego General por Ley del Congreso. Llegar a General por esta vía no fue para cualquiera. Méritos le sobraban al Chacho.
En abril
de 1863 Peñaloza convoca a una guerra nacional contra los “salvajes”, confiando
en que Urquiza reaccionaría y tomaría el mando, pero esto no ocurre y a
mediados del mes le escribe a Mitre una explícita declaración de guerra, lo que
luego se llamará “El grito de Guaja”:
“Los gobernadores de estos pueblos,
convertidos en verdugos de provincias, destierran y manda matar sin forma de
juicio a ciudadanos respetables sin mas crimen que haber pertenecido al partido
federal. Los hombres todos, no teniendo ya mas que perder que su existencia,
quieren sacrificarla mas bien en el campo de batalla”.
Sus
compañeros Navarro, Saa, Nazar y Gutiérrez no reaccionaron al levantamiento
propuesto. Peñaloza está solo y marcha a San Francisco (San Luis), pero se
entera que Sandes está invadiendo los llanos y Taboada está La Rioja.
Vuelve
a sus pagos, y, en nombre de Urquiza, se enfrenta el 20 de mayo en Loma Blanca (La Rioja ), con las fuerzas
comandadas por Ambrosio Sandes, secundado por el My. Pablo Irrazabal y es
derrotado. Sandes fusila a todos los prisioneros y los incinera dando lugar a
la famosa “Carbonera de Sandes”. Peñaloza le quita la caballada y se va rumbo a
Córdoba y Posse le pide ayuda a Paunero.
Urquiza
no apoyó la revuelta, por el contrario la condenó en público. El entrerriano se
apura a escribirle a Mitre que él no avala lo que los caudillos del oeste
proponen, mientras mantiene ambiguas posturas con el Chacho y con el puntano
Juan Saa.
Sarmiento
le sugiere a Mitre: “No economice sangre
de gauchos, es lo único que tienen de humanos”. Al Chacho le quedaban muy
pocos meses de vida. Mitre simplifica las cosas para no exponerse políticamente
y declara ladrones a los montoneros y no contendientes partidarios y autoriza
matarlos en cuanto se los capturaba.
El
Chacho ya no puede continuar luchando con tantas diferencias. Sus adversarios
con formación militar, y provistos de armas modernas, mientras que sus
montoneros solo con lanzas, sables y puñales.
En
junio, unas semanas después de su derrota en Loma Blanca, entra por Serrezuela, y llega en Córdoba por el Valle de
Punilla, pero el General Paunero lo derrota en Las Playas (actualmente los terrenos que ocupan las Fuerzas Armadas
camino a La Calera), y fusila a todos los prisioneros.
Huye
una vez mas a La Rioja
y sigue un largo recorrido para agotar al adversario que lo persigue: Sandes
desde Córdoba, Iseas desde San Luis y Arredondo desde San Juan.
Gente por estos pagos. Quien
era quien
La historia se llena de nombres, pero, tanto de un lado como de otro, no
todos tienen el mismo peso. Repasar quien era quien es hacer justicia.
·
Los
federales que pasaron por Serrezuela
· Juan Facundo Quiroga (1788-1835, nacido en La Rioja), era el hombre fuerte de esta
provincia. Desde joven se incorporó a las milicias provinciales, donde comenzó
a labrar su fama y poder como caudillo. En la luchas por el poder en su provincia Quiroga acrecentó su figura,
y luego intervino en los conflictos surgidos entre unitarios y federales. La
participación de Quiroga fue vital para el afianzamiento del Partido Federal en
las provincias del interior argentino, desde Tucumán hasta San Juan, en la
década de 1820. Por esta razón, al ser derrocado por el General Paz, el
gobernador cordobés Bustos solicitó el apoyo del caudillo riojano.
· Juan
Bautista Bustos (1779-1830, nacido
en Córdoba) había comenzado su carrera como Capitán del cuerpo de Arribeños durante las invasiones inglesas a Buenos Aires (1807).
Luego se incorporó como oficial en el Ejército del Norte, durante las guerras
de Independencia, pero desde el motín de Arequito (1815) se dedicó a la
actividad política y al gobierno de Córdoba. No había vuelto a participar en
campañas militares hasta que Paz marchó contra él.
· José Félix Aldao (1785-1845). Fue un fraile
mendocino que acompañó el cruce sanmartiniano de Los Andes como capellán, pero
San Martín, por consejo Las Heras, lo motivó para que realizara una carrera
militar. A los 56 años era uno de los más prestigiosos militares federales. Su capacidad como militar y su crueldad
con los enemigos llegaron a ser legendarias. Fue jefe del Ejército Combinado de Cuyo cuando Lamadrid ocupó Mendoza y ejerció
sólo como jefe de una parte de la caballería del General Pacheco en la batalla de
Rodeo del Medio. Eficaz
dirigente, hizo mucho por su provincia cuando fue gobernador
· José
Benito Villafañe (1790-1831, nacido en
La Rioja), se enroló en las milicias provinciales y participó en el célebre
cruce de la cordillera de los Andes hacia Chile, como parte del ejército
sanmartiniano. De regreso a La Rioja, se involucró en las luchas por el poder,
convirtiéndose en seguidor del caudillo Quiroga, quien lo protegió y le confió
varios puestos de gobierno, además de nombrarlo General. Participó como segundo
jefe del ejército provincial en la campaña contra el General Paz. Firma la paz
con este en el Tratado de Serrezuela.
· Ángel
Vicente Peñaloza El Chacho, (1798-1863, nacido en La Rioja), era Capitán de
las Milicias riojanas, y luchó bajo el mando de su comprovinciano Quiroga en
las guerras
civiles del noroeste, contra Lamadrid
(en 1826). Por su valentía se ganó la confianza de Quiroga. En 1829, a los 31 años,
Peñaloza pelea nuevamente bajo el mando de Quiroga en Serrezuela (en el límite
con Córdoba), y en La Tablada (hoy al ingreso del Barrio Cerro de las Rosas en
Córdoba), ocupando una de las Divisiones
de Caballería contra el General José María Paz.
·
Los
unitarios que pasaron por Serrezuela
· José María Paz (1791-1854, nacido
en Córdoba) era una militar de carrera. A los 20 años se incorporó al Ejército del Norte, donde participó en las
operaciones contra los realistas. Cuando esta fuerza militar se sublevó contra el gobierno nacional (motín de Arequito), Paz
permaneció dos años inactivo. Fue uno de los jefes militares disgustado con el
tratado de paz firmado por Dorrego, por lo cual se plegó a la revolución de los
unitarios en Buenos Aires, sin embargo, decidió iniciar su campaña militar en
su Córdoba natal. Firmó la paz en el Tratado de Serrezuela junto al General
Villafañe.
· Juan Esteban Pedernera (1796-1886, nacido en San Luis) perteneció al
célebre Regimiento de
Granaderos a Caballo creado por San Martín, cuerpo en el que
hizo las campañas de Chile y Perú. Fue hecho prisionero por los realistas pero logró evadirse y en 1826 regresó a
Argentina, a tiempo de participar en la Guerra contra Brasil. Se involucró en
la revolución unitaria de 1828 bajo el mando de Lavalle y alcanzó el grado de
Coronel de Caballería, antes de unirse al ejército de Paz. Fue responsable,
junto a Pringles de perseguir a los federales que huían hacia La Rioja.
· Román Antonio Deheza (1791-1870, nacido en Córdoba) luchó en el Ejército
del Norte, en el Batallón de
Auxiliares Argentinos, en el Ejército de los Andes y en el ejército de
Bolívar. Combatió en casi todos los campos de batalla
desde Cotagaita hasta Ayacucho, alcanzando el
grado de Coronel. Luchó en la guerra contra Brasil, donde actuó como jefe de
tropas y también como oficial de Estado Mayor. Plegado a la revolución de diciembre de 1828 bajo
el mando de Lavalle, se unió al General Paz para su campaña en Córdoba. Después de la victoria de La Tablada, fusiló a 30 oficiales
del General vencido, Facundo Quiroga.
· Javier López (1794-1836, nacido
en Tucumán) era comerciante y fue nombrado coronel de caballería, una práctica
muy común en las provincias argentinas durante la época. Participó en las
luchas por el poder y en 1822 logró afianzarse como gobernador de Tucumán,
hasta que fue derrocado por su comprovinciano Lamadrid en 1826. Refugiado en
Buenos Aires, partió a la guerra contra Brasil, y al finalizar esta regresó a
Tucumán, donde tomó de nuevo el poder. Se plegó a la revolución unitaria de
1828 en Buenos Aires e invadió la provincia de Catamarca antes de unirse al
ejército del General Paz. Allí luchó junto a su antiguo enemigo Lamadrid. Luego
se incorporó al ejército de Paz en Córdoba, y peleó a sus órdenes en La Tablada. Tuvo que
soportar a Lamadrid en el mismo ejército, pero se negó a aceptar que se uniera
a la división tucumana. Volvió a invadir Catamarca y volvió a poner en el poder
a los unitarios, y desde allí atacaron La Rioja, ocupando brevemente la capital evacuada por el caudillo Facundo Quiroga. Apenas regresado a Tucumán, tuvo que intervenir
por tercera vez en Catamarca, lo que le impidió luchar en la batalla de Oncativo.
· Gregorio Aráoz de Lamadrid (1795-1857, nacido en Tucumán) fue soldado en el
Ejército del Norte, donde se destacó por su valor y su arrojo que muchas veces traía
más complicaciones que resultados prácticos. Desde 1819 se dedicó a luchar
en las guerras civiles, y en 1825 derrocó por su
cuenta al gobernador tucumano Javier López. Se enfrentó con temeridad y poca
cautela al riojano Quiroga, en el marco de las luchas civiles en el noroeste argentino,
y en 1828 se unió en Buenos
Aires a la revolución unitaria. Poco después se unió a las fuerzas con que el General
Paz marchaba hacia Córdoba.
· Juan Pascual Pringles (1795-1831, nacido en San Luis) se enroló muy joven en las milicias de
caballería de su terruño, y en 1819 se unió al Ejército
de los Andes, en el Regimiento de Granaderos a Caballo. Hizo la campaña del
Perú y se destacó en la acción del Chancay, donde fue derrotado y apresado.
Fue liberado
cuando El Callao cayó en manos del ejército de San Martín. Fue
parte de las fuerzas argentinas y chilenas que pasaron al mando de Bolívar y lucharon en Ayacucho (1824). Participo en la
guerra contra Brasil como oficial de caballería, y se unió a la revolución
unitaria en Buenos Aires. Combatió a órdenes de Lavalle y luego se unió al
ejército del General Paz que marchaba hacia Córdoba.
· Faustino
Allende (1786 - 1865,
nacido en Córdoba), militar argentino, que
participó en las guerras
civiles argentinas, Generalmente en el
bando del partido unitario. En 1820 acompañó a su primo, el coronel José María Paz, en una mal organizada revuelta contra el gobernador Juan Bautista Bustos. Derrotados, se exiliaron por unos meses en Santiago
del Estero. Luego se reincorporó al
ejército de Paz y luchó en victoria unitaria de La Tablada. Participó en la organización de la llamada Liga del Interior y
luchó a órdenes de Paz en la batalla de Oncativo. Fue jefe de la división militar de la zona noroeste de la provincia, y
uno de los más decididos en la campaña de "pacificación" de las sierras de Córdoba después de la batalla. Por su origen local evitó los excesos de
crueldad en la represión. Tras la captura del General Paz, combatió en La
Ciudadela a órdenes del General Lamadrid. Tras la derrota, se refugió en Sucre, Bolivia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.