Arbolito era el seudónimo popular de un jefe Ranquel llamado Nicasio Maciel, aliado a las tropas federales de Juan Manuel de Rosas. Se dice que el nombre popular le vino por una representación de este aborigen flaco, alto, huesudo y de abundante cabellera, que estando siempre de guardia, recortaba en el horizonte una imagen similar a la de un pino.
Pasó a la historia por haber vengado
la muerte de miles de sus pares, lanceando y degollando al responsable de tales
cacerías (el Coronel Federico
Rauch), en el combate de las Vizcacheras, en 1829.
Contexto histórico
A principios de 1829 el consejo de ministros del General Lavalle
inventó el sistema de las “clasificaciones”, o sea la “lista negra” de todos
los adversarios conocidos de esa situación, con el objetivo de asegurar o
desterrar a los federales más conspicuos.
Entretanto la reacción armada estallaba en casi toda la República
y los caudillos federales del interior se preparaban. La Legislatura de Córdoba le confirió al Gobernador Bustos
“facultades extraordinarias”, y éste se aprestó a defenderse del ataque que se
le anunciaba y era fácil prever.
El General Quiroga declaró públicamente que se dirigía a restaurar
las autoridades de Buenos Aires, y levantó una fuerte división en Cuyo. El Gobernador Ibarra se dio la mano con el de
Tucumán y formaron otro cuerpo de ejército para defenderse ambos.
El General López, gobernador de Santa Fe, le declaró al general
Lavalle que no le reconocía como gobernador de Buenos Aires y que cortaba con
él toda relación de provincia a provincia.
La lucha sobrevino desde luego. El Coronel Juan Manuel de Rosas, del
campo de Navarro se había dirigido a Santa Fe para informar al gobernador López
sobre la situación de Buenos Aires, asegurándole que el General Lavalle estaba
reducido en la ciudad, y que toda la campaña le era hostil.
En la campaña sur de Buenos Aires fuertes grupos de milicianos
armados, buscaban su incorporación en los puntos que indicaba Rosas desde Santa
Fe.
Lavalle era reconocido como jefe visible los unitarios que
circunscribían su política a “abrir camino con el sable” a la Constitución de
1826. El órgano oficial de los
unitarios de 1828 condensaba esa política escribiendo:
“… Al argumento de que si son
pocos los federales es falta de generosidad perseguirlos, y si son muchos, es
peligroso irritarlos. Nosotros decimos que, sean muchos o pocos, no es tiempo
de emplear la dulzura, sino el palo… sangre y fuego en el campo de batalla,
energía y firmeza en los papeles públicos… Palo, porque sólo el palo reduce a
los que hacen causa común con los salvajes. Palo, y de no los principios se quedan
escritos y la República sin Constitución”
Lavalle envió al General José María Paz, al frente de la Segunda
División del Ejército republicano, para que sofocase la resistencia de los
jefes en las provincias del interior.
Mientras tanto él iniciaba su cruzada en Córdoba dirigiéndose con
1.500 veteranos al encuentro de López y de Rosas, quienes engrosaban su
ejército con grupos numerosos de milicianos armados.
Era la guerra del viejo y astuto caudillo López, que no comprometía
su gente en combates serios, pero que hostigaba continuamente a su adversario,
presentándole por todos lados grupos de caballería bien montada, mientras él se
apoderaba de los recursos, y conseguía llevarlo más o menos debilitado hacia un
punto donde le caía entonces con todas sus fuerzas.
Los veteranos de Lavalle se veían por primera vez impotentes ante
la pericia y astucia de esos dos jefes de milicias que obtenían en las
dilatadas llanuras la ventaja singular de destruir su ejército regular, sin
aceptar combates, sin presentarlos tampoco y dueños de los recursos y de los
arbitrios de que aquél no podía echar mano.
Con todo, Lavalle comprendió la táctica especial de sus
adversarios. Ayudado de
algunos hacendados adictos a su causa pudo montar sus soldados en caballos
selectos y obligar a López y a Rosas a los combates de Las Palmitas y de Las
Vizcacheras. En este último muere del General Rauch a manos del jefe ranquel
Arbolito.
En esas épocas los aborígenes tenías luchas y alianzas permanentes con
las tropas unitarias y federales. Mientras que los ranqueles (rankülches),
aparecieron como aliados de los federales, los pampas cabalgaron
al lado de los unitarios.
Estos alineamientos no fueron automáticos, y las alianzas que formaron
las diversas nacionalidades, poco tuvieron que ver con la adhesión a los
principios centralistas o a los federales, sino que se explicaban por la
dinámica interna del pueblo mapuche.
¿Quién era Rauch?
Federico (Friedrich), Rauch, nacido en
Weinheim (en ese momento Prusia, actualmente Alemania), llega a la Argentina en
1819 invitado por Bernardino Rivadavia para extender la frontera de la
"civilización" sobre la "barbarie". Se trataba de un
mercenario que también había servido a las órdenes de Napoleón.
Llegó a las Provincias Unidas del Río de la
Plata y se incorporó
inmediatamente al ejército con el grado de Teniente Segundo. Al año siguiente recibió
el ascenso a Capitán y a Sargento Mayor en 1821. Fue trasladado al Regimiento
de Húsares de Buenos Aires o Húsares de Plata, en el que permaneció el resto de
su carrera militar y alcanzó el grado de Coronel, cuando solo tenía 33 años.
Fue contratado por el
gobernador Martín Rodríguez, para realizar campañas contra los indios que estaban
al sur de la frontera. Rauch (que en ese momento estaba del lado de Rosas),
adquiere fama por lograr la matanza de numerosos indios.
Su táctica era simple.
Atacaba por sorpresa y con gran violencia, asesinando a todo indio que se le
cruzara, sin importar sexo ni edad.
La oligarquía quedó
encantada con la rapidez y eficacia con que Rauch "limpiaba" las
tierras, es por eso que asciende rápidamente en la escala militar.
En 1926 el presidente
Rivadavia, tentado por la eficacia del genocida prusiano llegado hacía 7 años,
le asigna la tarea de eliminar a los Ranqueles de las pampas.
Rauch parte de inmediato
hacia el sur y en poco tiempo extiende la frontera de manera importante,
favoreciendo así a mas de 500 terratenientes que recibieron grandes porciones
de tierra arrebatadas a los Ranqueles de manera gratuita.
Armó
expediciones hacia Sierra de la Ventana, arrebató miles de cabezas de ganado,
destruyó los toldos e hizo prisioneros, habiendo arrebatado a las comunidades
de esa zona del Puelmapu (territorio mapuche y etnias relacionadas como
Tehuelches, Ranqueles y Pampas), mas de 70 mil kilómetros cuadrados.
Un relator
de la época escribía: "Persigue a
los derrotados hasta el exterminio en los vericuetos de la Sierra de la Ventana...",
Rivadavia lo llamaba "noble patriota”, y en reconocimiento le
envió una esquela que decía: “Deseando
presentar al Sr. Coronel Federico Rauch, una expresión especial de aprecio que
hace de sus distinguidos y relevantes servicios, le envió una espada en memoria
del honor con que ha usado la suya sosteniendo la causa pública”.
Rauch también se tomaba su tiempo para escribir una que otra frase
"patriotica" tales como:
- “Hoy 26 de enero, degollamos a 27 Ranqueles para ahorrar balas”.
- “Los Ranqueles no tienen salvación, porque no tienen sentido de la propiedad privada”.
- “El hombre libre no sirve”
- “Los Ranqueles son anarquistas, la teoría de la libertad hay que eliminarla”
Tres versiones de un mismo
hecho
Es sabido que la “historia la escriben los ganadores”, y esta se
transformó generalmente en la historia oficial, aunque el revisionismo
argentino se ha encargado de poner sobre el tapete “otras historias”.
Las tres versiones de la muerte del General Rauch tienen cosas en común:
el lugar (Las Vizcacheras), la fecha (28 de marzo de 1829), que Arbolito es el
responsable de la muerte, y casi nada mas.
Versión Oficial: lo matan nativos traicioneros
A los libros
llegó la versión oficial que luego fue reproducida por Fortuny en un dibujo
“mandado a hacer”.
Dicha
versión relata que en el Combate de Viscacheras (donde se deja ver que el
combate era una emboscada al ejército), Rauch, sable en mano y solo, sin ayuda
de su tropa trata de pelear con 13 nativos que lo bolearon, lancearon y luego
degollaron, sugiriendo que fue una emboscada, sin atribuir la muerte a nadie en
particular sino a todos los aborígenes traicioneros.
· Versión revisionista 1: lo mata Arbolito solo en una emboscada
Una
primera versión revisionista indica que Arbolito había estudiado las tácticas
de Rauch, y la costumbre de adelantarse al galope a sus hombres sable en mano.
Lo espera agazapado en una hondonada, y cuando Rauch pasa le bolea el caballo,
lo lancea y lo degüella.
Versión revisionista 2: lo mata Arbolito o un federal durante el combate
Versiones mas recientes indican que, en
Viscacheras se enfrentaron un contingente federal de aproximadamente 600
hombres y otro unitario, de número similar.
Las tropas
leales a Lavalle (el responsable de fusilar de Dorrego), eran comandadas por
Rauch (poco tiempo antes respondía a Rosas), quien marchaba al frente de sus
Húsares de Plata y contaba con otras unidades.
Del lado
federal, comandado por Paguitruz, alias Mariano Rosas (un Ranquel
criado por Juan Manuel de Rosas), participó Prudencio Arnold, quien más tarde escribió
sus memorias. Cuenta en su libro "Un soldado argentino", que Rauch, con
la ventaja de comandar tropas veteranas de la guerra del Brasil, les venía
pisando los talones,.
Los
federales llegaron a Las Vizcacheras casi al mismo tiempo que un nutrido
contingente de Ranqueles, que combatirían a su lado. Dice Arnold:
"en tales circunstancias el enemigo se
avistó. Sin tiempo que perder, formamos nuestra línea de combate de la manera
siguiente: los escuadrones Sosa y Lorea formaron nuestra ala derecha, llevando
de flanqueadores a los indios de Nicasio; los escuadrones Miranda y Blandengues
el ala izquierda y como flanqueadores a los indios de Mariano; el escuadrón
González y milicianos de la Guardia del Monte al centro, donde yo formé".
Rauch
arrolló el centro de los federales y se empeñó a fondo sin percibir que sus dos
alas eran derrotadas. Se distrajo y pronto se vio rodeado de efectivos a los
que supuso suyos.
"cuando estuvo dentro de nosotros, reconoció que eran sus enemigos
apercibiéndose recién del peligro que lo rodeaba. Trató de escapar
defendiéndose con bizarría, pero los perseguidores le salieron al encuentro,
cada vez en mayor número, deslizándose por los pajonales, hasta que el cabo de
Blandengues, Manuel Andrada le boleó el caballo y el indio Nicasio lo ultimó...
Así acabó su existencia el coronel Rauch, víctima de su propia torpeza”
La cabeza de Rauch fue arrojada en la puerta de la casa materna de Prudencio
Arnold (a quien Rauch había jurado
matar), y luego llevada en triunfo a la ciudad de Buenos Aires y arrojada en
una calle céntrica como un desafío.
La sociedad porteña, por otro lado, homenajeó de la manera más lujosa de
la época a los restos de Rauch, y para “consolidar su postura política”,
poblados y calles de nuestro país llevan el apellido del “heroico guerrero”.
Arbolito también tuvo sus homenajes, aunque muy recientemente: una escuela
de Azul y varias calles de pueblos y ciudades tomaron su nombre como
reivindicación histórica.
Una
banda argentina de folk-rock lleva el nombre de Arbolito como homenaje al jefe
Ranquel.
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