miércoles, 20 de julio de 2016

Los hermanos Pincheira. Chilenos realistas, sin honor ni disciplina.


Un día descubrí que a mis nietos les gusta, desde muy pequeños, la historia argentina.

Inspirado por ellos, que quieren que les cuente historias, se me ocurrió escribírselas para que sus padres se las lean a los mas pequeños y las puedan leer ellos dentro de poco tiempo.

Con esta historia de los hermanos Pincheira (que les gustó cuando se las conté), empiezo a dejar escrito, y con un vocabulario que espero sea el adecuado, y un nivel de detalles menor, estas cosas que nos pasaron a los argentinos.


Había una vez seis hermanos chilenos de apellido Pincheira (4 varones y 2 mujeres), que “trabajaban” para los realistas de Chile en contra de la independencia de ese país.

Se llamaban Antonio, Santos, Pablo, José Antonio, Rosario y Teresa. La jefatura la llevaba siempre el mayor de los hermanos varones, y a medida que morían lo reemplazaba el hermano siguiente.

Mientras los varones se dedicaban al combate y al pillaje, las mujeres eran las responsables de cuidar a las mujeres y niños que raptaban.

Eran asaltantes, cuatreros, raptores de mujeres y niños, y asesinos profesionales. Cuando San Martín llegó a Chile, y luego de la Batalla de Maipú, se vinieron a Argentina y estuvieron en Mendoza, Neuquén, La Pampa y Buenos Aires. No todos eran iguales. 

Antonio, el mayor, era un hombre valiente, feroz y astuto en las batallas. Llegó a ser cabo del bando de los realistas en la Batalla de Maipú. Como líder de esta banda, entrenaba a sus hombres e indios guerreros antes de cualquier asalto, usando tácticas militares. Durante 5 años comandó la banda hasta que falleció en un asalto en la ciudad de Linares (Chile).

Santos era el segundó, el más pacífico, y el de mejor carácter de los cuatro hermanos. Cuando su hermano mayor murió lo reemplazó por poco tiempo pues se ahogó en un rio de la cordillera, en una de las frecuentes visitas que hacía a los Pehuenches, sobre los que tenía mayor contacto y poder que sus hermanos.

Pablo fue el verdadero sucesor de Antonio y fue el más feroz y villano de los hermanos Pincheira. Era un tipo vulgar, cobarde, Vivió siempre al amparo de sus secuaces. Era el encargado de esconder el tesoro robado.

Cuando este llegaba a sus manos se hacía acompañar por uno o dos hombres a los cuales, a su regreso, Pablo los mataba para así ser el único en saber la ubicación del tesoro. Murió fusilado y con su muerte se perdió el secreto del tesoro de los hermanos Pincheira.

José Antonio fue el menor de los hermanos varones. Entró en la banda debido a la fuerte influencia de sus hermanos y de los secuaces de estos. Tenía la importante labor de evitar que las mujeres cautivas escaparan del campamento y de prohibir que los hombres de la banda no abusaran de ellas. Fue el que promovió la Tragedia del Chacay.

Rosario y Teresa, junto a José Antonio, eran las encargadas de mantener el orden de los campamentos.

Cuando los ejércitos patriotas ganaron en la Batalla de Maipú, muchos de los perdedores se organizaron como defensores del Rey de España, aunque en realidad eran salteadores organizados por los Pincheira. Lo que siempre llamó la atención fue que estos bandidos estaban protegidos por la iglesia católica, y en sus numerosos campamentos había sacerdotes que dictaban misa.

Además de los renegados y fugitivos que luchaban por los reyes de España, se le sumaron poderosos contingentes de Mapuches provenientes de algunas tribus.

También se sumaron mas tarde los Pehuenches, quienes aprovecharon la debilidad de los criollos que peleaban entre ellos en las guerras civiles, para restablecer su poder en la frontera entre Chile y Argentina.

Alianza con los Pehuenches

Desde que los Pincheira se aliaron con los caciques Pehuenches, estos les permitieron acampar en sus tierras a ambos lados de la cordillera de los Andes. De esa manera utilizaron su territorio como base del grupo de asaltantes.
Los Pehuenches formaron parte de las guerrillas realistas con muchos hombres, estimados en más de 2.000. No todas las tribus de los Pehuenches tastaban a favor de los Pinchiera.
En territorio mendocino tenían un asentamiento llamado “Atuel” cerca de Malargüe, zona donde están los llamados “Castillos de Pincheira”, terreno rocoso que les sirvió de refugio.
 Castillos de Pincheira – Malargüe  (Mendoza)
El gobierno chileno quería la paz en su territorio e intentó convencer a los Pincheira que dejaran sus fechorías y se integraran al ejército, además de ofrecer un tratado de paz a los jefes Pehuenches.
Estos caciques se reunieron y decidieron aceptar la propuesta, pero solo la cumplieron algunos.

El cacique Juan Neculmán siguió aliado a los Pincheira y fue el más fiel amigo participando en malones en el sur de Mendoza, desde Aguanda a Chacay.
En 1828 atacaron el Fuerte San Rafael, saqueando e incendiando las estancias cercanas. Arrearon 3.000 vacas, 5.000 caballos y mulas, y 6.000 ovejas. 
José Antonio Pincheira, por arreglos con el gobierno de Mendoza debía abandonar la provincia, custodiar la frontera sur y cumplir órdenes del gobernador, pero lejos de eso aprovechó que el Gobernador Corvalán había enviado sus tropas a luchar contra los unitarios de Córdoba, para avanzar sobre la capital de Mendoza, forzando al gobernador a firmar el tratado cinco días más tarde.
El Tratado de San Juan firmado con el Gobernador Corvalán decía que a cambio de la paz José Antonio Pincheira debía recibir ropa, ganado, dinero, el grado de Coronel y el cargo de Comandante General de la Frontera del Sur. El gobierno no cumplió con todas las obligaciones y entonces Pincheira juró venganza.
La tragedia del Chacay
El sur mendocino estaba dominado por los Pincheira. El General Corvalán, Gobernador de Mendoza, y su comitiva integrada, entre otros, por su consejeros, Juan Agustín Maza (Congresal a Tucumán por Mendoza en 1816), Pedro Molina, Felipe Videla, Juan lsidro Maza, oficiales y 30 soldados partieron rumbo al sur del territorio mendocino en busca de una alianza con los Pincheira para conseguir el apoyo contra las fuerzas unitarias del General Paz. 
En el viaje realizaron varias paradas. La primera fue en el fuerte de San Carlos, donde se reaprovisionaron. Siguieron hacia el fuerte de San Rafael, para marchar luego al encuentro de Pincheira, que se encontraba muy cerca del río Malargüe.
Corvalán y su grupo establecieron el campamento cerca de Malargüe, pero esa noche un malón robó parte del ganado que traían. Pocos días después recibieron un mensaje de los indios, diciendo que se habían equivocado y que lamentaban el incidente. 
Para calmar los ánimos, y como prueba de amistad,  los indios le rogaron al Gobernador y su grupo que pasaran a su campamento, con el fin de devolverle el ganado robado.
Esta situación creó dudas entre la gente del gobierno y alguien propuso no moverse del campamento de ningún modo ya que sospechaba de podrían caer en una trampa de los Pincheira y sus indios aliados. 
Efectivamente, detrás de todo esto estaba Pincheira, que quería, por venganza, eliminar al Gobernador y sus acompañantes.
Se decidió que gran parte del equipaje y del ganado volviera hacia el fuerte de San Rafael y solamente quedaran las tropas. Por la madrugada, los oficiales marcharon rumbo a las tribus del jefe nativo. A la cabeza de ellos cabalgaba el Gobernador seguido de Juan Agustín Maza, Felipe Videla y varios soldados.
Al llegar a la tribu, Juan Corvalán fue recibido por el cacique Coleto, quien le invitó a pasar revista a sus indios y contar su número. Ninguno de ellos, estaba con sus atuendos de guerra. 
Los visitantes se quedaron tranquilos, al observar que los indios los habían recibido muy bien. Parecía que nada malo les sucedería. 
De repente, y cuando estaban recorriendo la línea, un grupo de indios se dispersó, rodeándolos, y dejando a los oficiales en el centro del campo, formando un gran círculo. En ese momento el cacique Coleto dio la orden de cargar contra la comitiva. 
Allí se dieron cuenta de que habían sido traicionados y que sus muertes eran seguras. Rompiendo el tratado, el 11 de junio de 1830 los indígenas aliados de Pincheira (al mando de los caciques Coleto y Mulato), realizaron la matanza de El Chacay, cerca del fortín Malargüe.
El Gobernador y su comitiva (30 miembros, entre los que estaba Juan Agustín Maza), fueron finalmente ejecutados a lanzazos. El degüello y despojo de las víctimas duró toda la tarde. 

El final de los Pincheira
El gobierno de Chile estaba dispuesto a encontrar la paz y le encargó al General Manuel Bulnes que eliminara la banda de los Pincheira, ya que sería la única forma de lograrla.
Entonces Bulnes cruzó la Cordillera de los Andes hacia Neuquén con 1.000 hombres, y en una emboscada y ataque por sorpresa arrasó con la banda de los Pincheira en la Batalla de las Lagunas de Epulafquen. Antes había atrapado y fusilando a Pablo Pincheira y a sus compinches. 
A la banda solo le quedaban 200 hombres armados con fusiles, carabinas y escopetas mas 150 lanceros Pehuenches. La mayoría de los “pincheiristas” murieron en el ataque, entre ellos los caciques Neculmán y Coleto.
Los vencidos tuvieron 200 muertos y el ejército chileno logró rescatar a varios miles de mujeres y niños cautivos. El último de los Pincheira, José Antonio, logró huir, pero poco tiempo después se rindió ante el General Manuel Bulnes.
En agradecimiento por la protección y cuidado a las mujeres cautivas que les brindo José Antonio cuando era joven, estas le pidieron al General Bulnes el perdón para el y sus hermanas. José Antonio Pincheira murió de viejo.

…. Y colorín colorado, este cuento (que no es cuento), se ha terminado.




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