Un día descubrí que a mis nietos les gusta, desde muy pequeños, la historia argentina.
Inspirado por ellos, que
quieren que les cuente historias, se me ocurrió escribírselas para que sus
padres se las lean a los mas pequeños y las puedan leer ellos dentro de poco
tiempo.
Con esta historia de los
hermanos Pincheira (que les gustó cuando se las conté), empiezo a dejar
escrito, y con un vocabulario que espero sea el adecuado, y un nivel de
detalles menor, estas cosas que nos pasaron a los argentinos.
Había una vez seis hermanos chilenos
de apellido Pincheira (4 varones y 2 mujeres), que “trabajaban” para los
realistas de Chile en contra de la independencia de ese país.
Se llamaban Antonio, Santos, Pablo, José Antonio, Rosario y Teresa. La
jefatura la llevaba siempre el mayor de los hermanos varones, y a medida que
morían lo reemplazaba el hermano siguiente.
Mientras
los varones se dedicaban al combate y al pillaje, las mujeres eran las
responsables de cuidar a las mujeres y niños que raptaban.
Eran asaltantes, cuatreros, raptores
de mujeres y niños, y asesinos profesionales. Cuando San Martín llegó a Chile,
y luego de la Batalla de Maipú, se vinieron a Argentina y estuvieron en Mendoza,
Neuquén, La Pampa y Buenos Aires. No todos eran iguales.
Antonio, el mayor, era un hombre
valiente, feroz y astuto en las batallas. Llegó a ser cabo del bando de los
realistas en la Batalla de Maipú. Como líder de
esta banda, entrenaba a sus hombres e indios guerreros antes de cualquier
asalto, usando tácticas militares. Durante 5 años comandó la banda hasta que
falleció en un asalto en la ciudad de Linares (Chile).
Santos era
el segundó, el más pacífico, y el de mejor carácter de los cuatro hermanos.
Cuando su hermano mayor murió lo reemplazó por poco tiempo pues se ahogó en un
rio de la cordillera, en una de las frecuentes visitas que hacía a los
Pehuenches, sobre los que tenía mayor contacto y poder que sus hermanos.
Pablo fue
el verdadero sucesor de Antonio y fue el más feroz y villano de los hermanos
Pincheira. Era un tipo vulgar, cobarde, Vivió siempre al amparo de
sus secuaces. Era el encargado de esconder el tesoro robado.
Cuando este llegaba a sus manos se hacía acompañar
por uno o dos hombres a los cuales, a su regreso, Pablo los mataba para así ser
el único en saber la ubicación del tesoro. Murió fusilado y con su muerte se
perdió el secreto del tesoro de los hermanos Pincheira.
José Antonio fue el menor de los hermanos varones. Entró en la
banda debido a la fuerte influencia de sus hermanos y de los secuaces de estos.
Tenía la importante labor de evitar que las mujeres cautivas escaparan del
campamento y de prohibir que los hombres de la banda no abusaran de ellas. Fue
el que promovió la Tragedia del Chacay.
Rosario y Teresa, junto a José Antonio,
eran las encargadas de mantener el orden de los campamentos.
Cuando los ejércitos patriotas ganaron
en la Batalla de Maipú, muchos de los perdedores se organizaron como defensores
del Rey de España, aunque en realidad eran salteadores organizados por los
Pincheira. Lo que siempre llamó la atención fue que estos bandidos estaban
protegidos por la iglesia católica, y en sus numerosos campamentos había
sacerdotes que dictaban misa.
Además de
los renegados y fugitivos que luchaban por los reyes de España, se le sumaron
poderosos contingentes de Mapuches provenientes de algunas tribus.
También se
sumaron mas tarde los Pehuenches, quienes aprovecharon la debilidad de los
criollos que peleaban entre ellos en las guerras civiles, para restablecer su
poder en la frontera entre Chile y Argentina.
Alianza con los Pehuenches
Desde que los
Pincheira se aliaron con los caciques Pehuenches, estos les permitieron acampar en sus tierras a
ambos lados de la cordillera de los Andes. De esa manera utilizaron su territorio como base del grupo de asaltantes.
Los Pehuenches
formaron parte de las guerrillas realistas con muchos hombres, estimados en más
de 2.000. No todas las tribus de los Pehuenches tastaban a favor de los Pinchiera.
En territorio mendocino tenían un
asentamiento llamado “Atuel” cerca de Malargüe, zona donde están los llamados “Castillos de Pincheira”, terreno rocoso que les sirvió de refugio.
Castillos
de Pincheira – Malargüe (Mendoza)
El gobierno chileno quería la paz
en su territorio e intentó convencer a los Pincheira que dejaran sus fechorías
y se integraran al ejército, además de ofrecer un tratado de paz a los jefes
Pehuenches.
Estos caciques se reunieron y
decidieron aceptar la propuesta, pero solo la cumplieron algunos.
El
cacique Juan
Neculmán
siguió aliado a los Pincheira y
fue el más fiel amigo participando en malones en el sur de Mendoza, desde
Aguanda a Chacay.
En 1828 atacaron
el Fuerte San Rafael, saqueando
e incendiando las estancias cercanas. Arrearon 3.000 vacas,
5.000 caballos y mulas, y 6.000 ovejas.
José Antonio
Pincheira, por arreglos con el gobierno de Mendoza debía abandonar la provincia, custodiar la frontera sur y
cumplir órdenes del gobernador, pero lejos de eso aprovechó que el Gobernador
Corvalán había enviado sus tropas a luchar contra los unitarios de Córdoba,
para avanzar sobre la capital de Mendoza, forzando al gobernador a firmar el
tratado cinco días más tarde.
El Tratado de San
Juan firmado con el Gobernador Corvalán decía que a
cambio de la paz José Antonio Pincheira debía recibir ropa, ganado, dinero, el
grado de Coronel y el cargo de Comandante General de la Frontera del Sur. El
gobierno no cumplió con todas las obligaciones y entonces Pincheira juró
venganza.
La tragedia del Chacay
El sur mendocino estaba dominado por los Pincheira.
El General Corvalán, Gobernador de Mendoza, y su comitiva integrada, entre
otros, por su consejeros, Juan Agustín Maza (Congresal a Tucumán por Mendoza en
1816), Pedro Molina, Felipe Videla, Juan lsidro Maza,
oficiales y 30 soldados partieron rumbo al sur del territorio mendocino en
busca de una alianza con los Pincheira para conseguir el apoyo contra las
fuerzas unitarias del General Paz.
En el viaje realizaron varias paradas. La primera
fue en el fuerte de San Carlos, donde se reaprovisionaron. Siguieron hacia el
fuerte de San Rafael, para marchar luego al encuentro de Pincheira, que se
encontraba muy cerca del río Malargüe.
Corvalán y su grupo establecieron el campamento
cerca de Malargüe, pero esa noche un malón robó parte del ganado que
traían. Pocos días después recibieron un mensaje de los indios, diciendo
que se habían equivocado y que lamentaban el incidente.
Para calmar los ánimos, y como prueba de
amistad, los indios le rogaron al
Gobernador y su grupo que pasaran a su campamento, con el fin de devolverle el
ganado robado.
Esta situación creó dudas entre la gente del
gobierno y alguien propuso no moverse del campamento de ningún modo ya que
sospechaba de podrían caer en una trampa de los Pincheira y sus indios
aliados.
Efectivamente, detrás de todo esto estaba
Pincheira, que quería, por venganza, eliminar al Gobernador y sus acompañantes.
Se decidió que gran parte del equipaje y del ganado
volviera hacia el fuerte de San Rafael y solamente quedaran las tropas. Por la
madrugada, los oficiales marcharon rumbo a las tribus del jefe nativo. A la
cabeza de ellos cabalgaba el Gobernador seguido de Juan Agustín Maza, Felipe
Videla y varios soldados.
Al llegar a la tribu, Juan Corvalán fue recibido
por el cacique Coleto, quien le invitó a pasar revista a sus indios y contar su
número. Ninguno de ellos, estaba con sus atuendos de guerra.
Los visitantes se quedaron tranquilos, al observar
que los indios los habían recibido muy bien. Parecía que nada malo les
sucedería.
De repente, y cuando estaban recorriendo la línea,
un grupo de indios se dispersó, rodeándolos, y dejando a los oficiales en el
centro del campo, formando un gran círculo. En ese momento el cacique Coleto
dio la orden de cargar contra la comitiva.
Allí se dieron
cuenta de que habían sido traicionados y que sus muertes eran seguras.
Rompiendo el tratado, el 11 de junio de 1830 los indígenas
aliados de Pincheira (al mando de los caciques Coleto y Mulato), realizaron la matanza de El
Chacay, cerca del fortín Malargüe.
El Gobernador y su
comitiva (30 miembros, entre los que estaba Juan Agustín Maza), fueron
finalmente ejecutados a lanzazos. El degüello y despojo de las
víctimas duró toda la tarde.
El final de los Pincheira
El gobierno de
Chile estaba dispuesto a encontrar la paz y le encargó al General Manuel Bulnes
que eliminara la banda de los Pincheira, ya que sería la única forma de
lograrla.
Entonces Bulnes cruzó la Cordillera de los
Andes hacia Neuquén con 1.000 hombres, y en una emboscada y ataque por sorpresa
arrasó con la banda de los Pincheira en la Batalla de las
Lagunas de Epulafquen. Antes había atrapado y fusilando a Pablo Pincheira
y a sus compinches.
A la banda solo le
quedaban 200 hombres armados con fusiles, carabinas y escopetas mas
150 lanceros Pehuenches. La mayoría de los “pincheiristas” murieron en el
ataque, entre ellos los caciques Neculmán y Coleto.
Los vencidos
tuvieron 200 muertos y el ejército chileno logró rescatar a varios miles
de mujeres y niños cautivos. El último de los Pincheira, José Antonio, logró
huir, pero poco tiempo después se rindió ante el General Manuel Bulnes.
En agradecimiento
por la protección y cuidado a las mujeres cautivas que les brindo José Antonio
cuando era joven, estas le pidieron al General Bulnes el perdón para el y sus
hermanas. José Antonio Pincheira murió de viejo.
…. Y colorín
colorado, este cuento (que no es cuento), se ha terminado.
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