Lo importante de este combate, que duró solo 15 minutos, fue el resultado político de haber sido el bautismo de fuego con éxito del recientemente creado cuerpo de Granaderos a Caballo, sin embargo parece que el paso de tiempo logra meter a la misma en un laberinto de intrigas, propio de quienes quieren sacar de la misma otro rédito
Las imprecisiones que
aparecen con el tiempo son muchas: que a San Martín lo salvó Baigorria y no
Cabral; que Cabral no era Sargento; que cuando el caballo cae le aprieta al
Coronel la pierna derecha, sin embargo casi todos los cuadros lo pintan con la
pierna izquierda bajo el cuerpo del animal; que la batalla no la ganó él sino
Bermúdez; que Cabral era negro, zambo o indio; que Baigorria era criollo o
ranquel y que la famosa marcha que todos cantamos no muestra a los verdaderos
héroes.
Una cosa en revisionismo
histórico y otra es “farandulizar” la historia. Veamos de que se trata.
El
contexto
La ciudad de Montevideo (declarada por España como capital provisional del Virreinato del Río de la Plata), era la principal base naval española en el océano
Atlántico sur.
Por tierra estaba sitiada por el ejército de José Rondeau, al que luego se sumaría José
Gervasio Artigas, de tal modo
que los españoles tenían que hacer uso del Río de la Plata para abastecerse. Frecuentemente, las escuadrillas
realistas salía de Montevideo en dirección al Paraná, y sus hombres merodeaban las costas robando ganado.
A fines de enero de 1812 una expedición compuesta de once embarcaciones al
mando del corsario Rafael Ruiz, y las tropas de desembarco de Juan Antonio de Zabala,
que había salido de Montevideo con el propósito indicado, fue seguida
paralelamente por tierra por el Coronel José de
San Martín (que debía proteger desde Zárate hasta Santa Fe), al frente de 125 hombres del Regimiento de Granaderos a Caballo, recientemente creado por él. Al pasar por Rosario
se le adhirieron milicianos santafecinos.
Las fuerzas de San Martín se adelantaron, deteniéndose el 2 de febrero
cerca de la posta del Espinillo, situada a 21 km al norte
de Rosario. Tras cambiar los agotados caballos por unos
frescos, continuaron, al día siguiente, su recorrido
hasta el Convento de San Carlos, ingresando por el lado oeste del monasterio. San
Martín y buena parte de su tropa “vestía de paisano” (poncho y sombrero), para
no ser advertidos por el enemigo.
Al llegar las embarcaciones españolas a Rosario, el Comandante de Milicias
Celedonio Escalada reúne a su pequeña tropa (apenas 22 hombres de infantería y
30 jinetes armados con chuzas), para hacerle frente. Las naves continúan viaje
hacia el norte buscando un mejor lugar para el desembarco y “terminar con estos
pocos”.
Un paraguayo prisionero de los españoles logró escaparse antes del
desembarco y nadando llegó a las barrancas. De allí logró cruzarse con Escalada,
quien mas tarde le informaría a San Martín sobre el número de hombres y
armamento de los españoles.
San Martín, que se había adelantado, tras negociar la situación con el superior de los frailes franciscanos del convento, fray Pedro García, San Martín
ocultó a sus granaderos, de modo que la escuadrilla realista no pudiera
divisarlos.
Entre estos, poco mas de 100, se encontraban dos de los personajes
de esta historia. Se llamaban de la misma manera: Juan Bautista. Uno correntino
(Cabral), y el otro puntano (Baigorria), se conocieron unos meses antes, en un hospital donde eran tratados por lo que
habría sido gastroenteritis.
El desarrollo de la
batalla (¿?) o combate (¿?)
Vayamos poniendo la cosa en
orden. ¿Se trató de un combate o de una batalla? El diccionario es claro en
este sentido. Combate es una acción bélica en que intervienen fuerzas
militares de alguna importancia, y batalla es una serie de combates de una
fuerza armada contra otra, por lo que nuestra querida historia debe ser llamada
Combate de San Lorenzo.
Los realistas desembarcaron y avanzaron hacia el convento, suponiendo que
allí estaban depositados los principales bienes de la zona. Para su sorpresa,
fueron atacados por los granaderos a caballo y sable en mano.
El ataque de las tropas argentinas se realizó con un movimiento de pinzas
saliendo de la parte trasera del convento, una de ellas (la de la izquierda y
la primera en moverse), estaba encabezada por José de San Martín. La otra
estaba encabezada por el Capitán uruguayo Justo
Germán Bermúdez, quien
estaba secundado por el Teniente Manuel
Díaz Vélez.
El desembarco no se produjo frente del convento, como había previsto San
Martín, sino en dirección al centro de la actual ciudad. Por ello, la columna
de San Martín llegó antes de que la de Bermúdez completara el movimiento.
Por un momento, los españoles lograron defenderse.
La caída de San Martín
La metralla hirió al caballo de San Martín, que rodó y apretó una de las
piernas del coronel, inmovilizándolo. En algunas pinturas el caballo aparece
muerto y en otras solo herido.
A partir de este momento, y luego de mucho tiempo, aparecer trozos de
historia no muy bien hilvanados, ni siquiera en el parte de combate que hiciera
el propio San Martín.
Parte de las imprecisiones: caballo zaino o bayo; herido o muerto; rodó
hacia la izquierda o hacia la derecha; Cabral es herido por una bayoneta o una
bala de fuego; Baigorria lancea al enemigo montado o a pie.
A pesar de la caída (según las diferentes obra de los pintores), no se sabe
si cayó del lado derecho o del lado izquierdo, pero lo cierto es que los
médicos lo atendieron solo por un brazo dislocado, el hombro y una herida
cortante en el rostro. No se encuentran registros de daños ni contusiones en
alguna de sus piernas.
De mucha menor importancia es el pelaje del caballo que montaba, sin
embargo, algunos autores se “pelean” por si era un bayo o un zaino. Hasta dicen
que William
Parish Robertson (un testigo del combate), lo describe como bai, que en inglés quería decir zaino. En ningún diccionario actual
aparece esa palabra con esa traducción.
El salvataje
Aunque esta operación fue realizada por los dos amigos, que, a pesar que
eran tocayos, no son reconocidos ambos con la misma popularidad.
Una versión indica que un soldado enemigo iba a clavarle la bayoneta a San
Martín en el piso, cuando apareció Baigorria quien en ese preciso instante se interpuso,
mató al soldado realista y comenzó la protección de San Martín, mientras Cabral ayudó a San Martín a liberarse de la opresión
del cuerpo del caballo sobre su pierna, salvándole la vida.
Otra versión confirma que un
soldado realista, viendo al jefe patriota en situación crítica se adelantó a
sus líneas y le tiró un sablazo, esquivado por San Martín con un movimiento de
cabeza, recibiendo una herida en la mejilla. Además, otro soldado enemigo se
dispuso a ultimarlo con su bayoneta. En auxilio de su jefe,
apareció Baigorria, que, al galope y con su lanza acabó con la
amenaza que ceñía a San Martín.
Entre las tantas imprecisiones existe la creencia de que Baigorria murió en
la batalla de San Lorenzo, pero los registros muestran que sirvió en el Ejército
de los Andes hasta aproximadamente el año 1818.
Parece extraño que en un primer momento el propio San Martín no reconoció este
hecho ya que no consta en el parte. Tampoco aparece el hecho en los escritos de
John Parish Robertson, un “comerciante ingles que
estaba de paso” a quien San Martín le permite presenciar el combate ya que lo
conoció en Buenos Aires.
En realidad Parish Robertson era un habilidoso agente
inglés del Foreign Office (situación
que San Martín desconocía), quien informaba permanentemente el movimiento de
las tropas independentistas en escritos novelados.
Recién, luego de más de 50 años, se conocen detalles
sobre la caída del futuro Libertador y lo hecho por ambos Granaderos.
Parte del combate de San Lorenzo, suscrito por el coronel
José de San Martín al superior gobierno:
Exmo Señor:
Tengo el honor de decir a V. E. que en el día
3 de febrero los granaderos de mi mando en su primer ensayo han agregado un
nuevo triunfo á las armas de la patria.
Los enemigos en número de 250 hombres desembarcaron
a las 5 y media de la mañana en el puerto de S. Lorenzo, y se dirigieron sin
oposición al colegio S. Carlos conforme al plan que tenían meditado en dos
divisiones de a 60 hombres cada una, los ataques por derecha e izquierda,
hicieron no obstante una esforzada resistencia sostenida por los fuegos de los
buques, pero no capaz de contener el intrépido arrojo con que los granaderos
cargaron sobre ellos sable en mano: al punto se replegaron en fuga a las
bajadas dejando en el campo de batalla 40 muertos, 14 prisioneros de ellos, 12
heridos sin incluir los que se desplomaron, y llevaron consigo, que por los
regueros de sangre, que se ven en las barrancas considero mayor número.
Dos cañones, 40 fusiles, 4 bayonetas, y una bandera
que pongo en manos de V. E. y la arrancó con la vida al abanderado el
valiente oficial D. Hipolito Bouchard. De nuestra parte se han perdido 26 hombres, 6 muertos, y los demás
heridos, de este número son: el capitán D. Justo Bermúdez, y el teniente Manuel Díaz Vélez, que avanzándose con energía hasta el borde de la barranca cayó este
recomendable oficial en manos del enemigo.
El valor e intrepidez que han manifestado la
oficialidad y tropa de mi mando los hace acreedores a los respetos de la
patria, y atenciones de V. E.; cuento entre estos al esforzado y
benemérito párroco Dr. Julián Navarro, que se presentó con valor animando con
su voz, y suministrando los auxilios espirituales en el campo de batalla:
igualmente lo han contraído los oficiales voluntarios D. Vicente Mármol, y D.
Julián Corvera, que á la par de los míos permanecieron con denuedo en todos los
peligros.
Seguramente el valor e intrepidez de mis granaderos
hubieran terminado en este día de un solo golpe las invasiones de los enemigos
en las costas del Paraná, si la proximidad de las bajadas no hubiera protegido
su fuga, pero me arrojo a pronosticar sin temor que este escarmiento será un
principio para que los enemigos no vuelvan a inquietar a estos pacíficos
moradores.
Dios guarde a V. E. muchos años.
San Lorenzo febrero 3 de 1813.
Coronel José de
San Martín
Tanto el capitán Justo
Bermúdez como el teniente Manuel Díaz Vélez y el soldado Juan Bautista Cabral,
entre otros, morirían en esa heroica acción, por eso la mayoría son
conmemorados en la Historia Argentina.
¿Quién era Cabral?
El origen de Juan Bautista Cabral no está del todo comprobado, pero su
descendencia morena y esclava sí. Nació en 1789 en Saladas (Corrientes), a
fines del siglo XVIII. Su madre era la morena y esclava Carmen Robledo y la
identidad de su padre es la que está discutida. Algunos dicen que fue José
Jacinto Cabral (de origen guaraní), y otros que sería hijo natural y que, el
casamiento de su madre con el moreno Francisco Cabral fue lo que le dio el
apellido el cual, a su vez, provenía de su amo, Luis Cabral, de quien adopta el
apellido.
En 1812, con solo 23 años de edad, Juan
Bautista se incorpora, al segundo escuadrón del recién creado cuerpo de
Granaderos a Caballo, y es enviado a Buenos Aires.
En lo que sí hay mas coincidencia es
que el nacimiento de Cabral es anterior a la Ley de Libertad de Vientres. Estos
datos se corroboran en una carta de don Luis Cabral, su amo, a San Martín, donde
se refiere "A la situación de
nuestro negro Juan Bautista". En esta le pedía que lo destine a la infantería
porque en la caballería correría peligro.
Estas afirmaciones se basaban en que los
negros no se caracterizaban por ser buenos jinetes.
Existieron algunas controversias
respecto al cargo de Juan Bautista Cabral: ¿era soldado o sargento? La historia
es terminante: era un soldado raso del cuerpo de Granaderos. Y el propio San
Martín lo confirma cuando lo mandó a colocar sobre la puerta del cuartel del
Retiro un tablero en forma oval con la siguiente inscripción: “Al soldado Juan Bautista Cabral. Murió en
la acción de San Lorenzo, el 3 de febrero de 1813”.
Habría sido ascendido a Sargento post mortem.
En
noviembre de 1812, integrando el contingente de 72 correntinos, se embarca
hacia Buenos Aires hasta Santa Fe, continuando su itinerario a caballo. En diciembre,
ingresa al Hospital de Hombres de la Residencia de los Betlemitas y permanece
internado hasta enero, sin que se consigne en los registros del hospital el
carácter de su dolencia, aunque se cree que fue gastroenteritis junto con
muchos otros allegados, entre los que se encuentra su tocayo Juan Bautista
Baigorria, con quien hace una gran amistad.
Respecto a la acción en que Cabral le ayuda a San Martín a
sacar la pierna aprisionada por el cuerpo del caballo, y luego es herido de
muerte (¿bala de de arma de fuego o bayoneta?) por un soldado enemigo, se dijo
que profirió la frase “Muero contento.
¡Hemos batido al enemigo!”.
No obstante, varias revisiones sostienen que la exclamación
del valiente soldado fue dicha en guaraní y que fue San Martín quien lo tradujo
al español para incorporarlo al parte de batalla (aunque en el primero no se
hace referencia ni siquiera a su accidente).
Según otros autores la última expresión en vida de Cabral
fue bastante menos elegante, pero tal vez mas creible: “Muero contento, porque cagamos a esos mierdas”.
Si bien le quita épica al relato histórico, la Junta
Histórica de Rosario, considera que el valeroso granadero correntino
posiblemente haya muerto en el hospital improvisado en el comedor de los
frailes del histórico Convento de San Carlos.
¿Quién era
Baigorria?
Juan Bautista Baigorria, también conocido como el Granadero
Baigorria era puntano.
Siguiendo con las imprecisiones
históricas algunos autores lo quieren hacer pasar por indio ranquel, sin
embargo no fue así. Su madre se llamaba Josefa Mercadillo,
oriunda de Río Cuarto y su padre Juan Ángel, con ascendencia en Renca, de donde
su familia era oriunda.
Algunas versiones, indican que nació en El Chorrillo en 1764, sin embargo es poco probable ya que si fuese así hubiese ingresado al
cuerpo de Granaderos a los 48 años, situación poco creíble para un soldado de
la época. Las últimas investigaciones indican que nació en Renca en 1790, e
ingresa al cuerpo militar a los 23 años, en la Primera Compañía del Primer
Escuadrón.
Un autor llega a consignar “Juan Bautista, un
indio de estirpe ranquelina de 48 años”
Se sabe que Baigorria sirvió en el Ejército de
los Andes hasta, al menos, el año 1818, apareciendo en las revistas de tropas
junto al Regimiento. La suerte de este puntano, como la de tantos otros
anónimos se desconoce luego de esta fecha. Las especulaciones lo presentan
tanto en Perú como en su tierra natal.
Algunos
autores indican que Baigorria volvió a su patria con el último contingente en
1826, dos años después de Ayacucho, con la misión cumplida Un tiempo después se
establece en un paraje cercano a la actual Villa Dolores (Córdoba), llamado
“Bañado de Las Pajas” y fallece octogenario.
Una historia dentro de otra historia indica que en la
oportunidad de un desfile militar en San Luis, un oficial porteño, al ver el
busto del Granadero Baigorria preguntó quién
era.
La
respuesta de un subordinado puntano no se hizo esperar, y con gran orgullo le
explicó quién era Baigorria.
Antes
de retirarse de San Luis, aquel Coronel ordenó desmontar la escultura de su pedestal
porque “…nadie que no sea oficial de las
Fuerzas argentinas, puede tener un busto, y éste señor ha sido solo un
granadero”. Así fue como el busto despareció durante años hasta que,
llegado el momento oportuno, volvió a ser instalado. Esta vez, en la plazoleta
que lleva su nombre, frente al Cementerio San José.
Los fanáticos de la “puntaneidad” se quejan amargamente
ya que Baigorria no figura en la letra de la Marcha de San Lorenzo, sin embargo
debemos saber que esa marcha no estuvo destinada a honrar al Combate de San
Lorenzo.
La partitura fue compuesta
por el músico uruguayo Cayetano Alberto Silva, que por su admiración se la
dedicó al entonces Coronel Pablo Ricciheri como Marcha de Ricciheri.
Este era el Ministro de Guerra y
modernizador del Ejército
Argentino durante
la presidencia del General Julio
Argentino Roca. Ricciheri, agradecido por el homenaje le solicitó a Silva que le
cambiara el título por Marcha al General San Martín, en homenaje al Padre de la Patria.
Silva, intentando nuevamente homenajear a su jefe, sabiendo que
Ricciheri había nacido en la ciudad santafesina de San Lorenzo, volvió a
ofrecérsela con el nombre de Marcha de San Lorenzo.
Ricchieri conforme con el nombre sabe que la misma recordará al
escenario de la única contienda que el Libertador llevó a cabo en territorio
argentino, y significó además el bautismo de fuego de los Granaderos a Caballo.
Y así se aceptó.
El autor la compuso en violín. Se hicieron los arreglos correspondientes
para Banda Militar y fue estrenada el 28 de octubre 1902 (sin letra), en las
cercanías del Convento de San Carlos.
Seis años después de la versión instrumental, en 1907, el docente y
poeta mendocino Carlos Javier Benielli, amigo de Silva, ambos viviendo en
Venado Tuerto (Santa Fé), escribe la letra.
¿Quién era Bermúdez?
Justo Germán Bermúdez nació en 1773 en la
ciudad de Maldonado, entonces parte
de la provincia de Montevideo, Virreinato del Río
de la Plata (hoy República Oriental
del Uruguay).
En 1812 fue
incorporado al Regimiento de
Granaderos a Caballo en calidad de Teniente de la 1ª Compañía,
y luego fue ascendido a Capitán de la 2ª Compañía
Durante el Combate
de San Lorenzo San Martín le confió el ala derecha del ataque. El General le
ordenó que cuando llegaran al medio del campo de batalla iniciaran el ataque
simultáneamente, pero Bermúdez tardó en llegar al sitio y no llegó a
enfrentarse en el mismo momento que su jefe.
San Martín, en una
carta al General Miller, 14 años después, haría mención del error del Capitán
Bermúdez por abrir demasiado el flanco del ataque al enemigo: “Bravo oficial, pero novicio en la carrera”.
Herido San Martín
en el combate, Justo Bermúdez y Manuel Díaz Vélez tuvieron la misión de empujar
a los españoles hacia la barranca del río Paraná, lográndolo con éxito absoluto a costa de sus
propias vidas.
En el fragor del combate y al ver a San Martín caído debajo del caballo,
las tropas empiezan a dispersarse al no encontrar a quién seguir. Ahí Bermúdez
toma el mando y se pone al frente del ataque, mientras Cabral y Baigorria
ayudaban al Libertador.
El Capitán Bermúdez
fue herido por una bala de fusil en la rótula de la rodilla izquierda, que lo
dejó inmediatamente fuera de combate, y el Teniente Díaz Vélez fue herido, y se
despeñó por la barranca en la persecución.
Bermúdez sufrió la
amputación de su pierna malherida. En las siguientes dos semanas, la herida
se infectó y falleció 11
días después.
Algunos afirman
que (frustrado por no haber podido impedir el repliegue del enemigo), se
arrancó el torniquete para que la hemorragia lo matara.
Otros
historiadores establecieron que esta acción de dejarse morir representó el
honor de salvar su integridad como oficial y ser humano antes de recibir la
durísima reprimenda del coronel San Martín por haber ejecutado una orden de
ataque con retraso.
Historiadores
uruguayos postulan como hipótesis que si Bermúdez no hubiese tomado el mando,
el Combate de San Lorenzo hubiese sido un fracaso para las armas de la patria.
Otras “perlitas”
- La bandera del enemigo no era roja
La Marcha de San Lorenzo dice:
“Avanza el enemigo
a paso redoblado
al viento
desplegado
su rojo pabellón”.
Según el historiador Norberto Galasso, la bandera enemiga “debió ser roja y gualda (amarilla)”.
Hubiese sido roja si “usaran el pendón de
Castilla”.
· Los granaderos no enarbolaron la bandera argentina
La Marcha a la Bandera dice:
“Aquí está la
bandera que un día
en la batalla
trémolo triunfal
y llena de orgullo
y bizarría
a San Lorenzo se
dirigió inmortal.”
No obstante, si bien la presentación de la bandera nacional
fue el 27 de febrero de 1812, en Rosario, por parte de Manuel Belgrano,
su uso estaba desaprobado por el Triunvirato. Hay dudas entre los historiadores
sobre la fecha en que fue autorizada su utilización, pero para Vicente Fidel
López sólo a fines de 1814 o 1815 (aún antes de declararse la independencia en
Tucumán), se habría empezado a enarbolar bandera propia.
· No solo fueron Granaderos
San Martín preparó el combate acompañado de 120 a 125 granaderos, sin embargo en las
proximidades de Rosario, se suman unos cien milicianos santafesinos a las
órdenes de Celedonio Escalada. Esta participación de los milicianos
santafesinos se encuentra ratificada en el parte de guerra de los realistas. La
versión es sustentada por un propio error del Libertador al emitir el parte
militar, omitiendo la actuación de los santafesinos, pero se corrige en uno
posterior y valora “la actividad y celo
de los jefes milicianos”.
¿Qué pasó con Zabala?
Se ha dicho que Juan Antonio de Zabala, jefe de los
realistas, una vez derrotado, se presentó ante San Martín solicitándole
alimento para sus heridos. El Libertador lo convidó con un “un suculento desayuno”. Un año después, en Mendoza, Zabala
le ofrece a San Martín sus servicios, y éste acepta “ponerlo bajo sus auspicios acordándole una modesta pensión”.
Algunas
reflexiones
Ni el mismísimo San Martín
le dio un mérito extraordinario a este combate, salvo estar orgulloso salvo por
el bautismo de fuego de sus Cuerpo de Granaderos recién formado.
Como se dijo, recién empezaba
a perfilarse un país y el triunfo en San Lorenzo fue el mayor hecho político
que le permitió librar a la costa del Paraná de las depredación por parte de
los españoles.
¿Importa mucho si los que salvaron a San
Martín eran blancos, indios o mestizos. Si eran correntinos a puntanos?.
También participaron del combate hombres de otras provincias (Santiago del
Estero, La Rioja, Córdoba, Buenos Aires), y hasta uruguayos y franceses, con la
misma valentía.
¿Importa mucho si el caballo era bayo o zaino
y si le apretó la pierda derecha o izquierda?. De eso se hacen cargo los
dibujantes y pintores, que les resulta mas fácil imaginar cosas que nutrirse de
los hechos con la mayor fidelidad posible.
¿Importa mucho si la Marcha de San Lorenzo no
nombra a todos?. No están todos los que salvaron al Libertador, pero tampoco
están todos los que murieron dando la vida por la patria.
Los puntanos celan a los correntinos y los
uruguayos celan a ambos, mas aun cuando el autor de la música de la Marcha de
San Lorenzo fue escrita por un uruguayo.
Es válido que los
historiadores lleguen a la profundidad de los detalles, pero no lo es el hecho
que algunos de ellos, particularmente algunos periodistas “divulgadores de
historia”, tengan que denostar algunos actos con tal de darle algo de
“espectacularidad” al relato y “vender mas”.
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WIKIPEDIA.
Juan Bautista Baigorria.
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