Si a los que no somos profesionales de la historia nos dicen que Alfredo Palacios (el primer Diputado Socialista de América Latina), interactuó con Domingo Faustino Sarmiento y con Juan Domingo Perón, nos parecería que el calendario de la historia argentina está fallando, sin embargo no es así.
Esto ocurrió, y lo único que
demuestra es que nuestra historia como país es muy corta, ya que un hombre fue
capaz de conocer al 5º y al 26º Presidentes de los argentinos.
Si a los que no somos
profesionales de la historia nos dicen que Alfredo Palacios (el primer Diputado
Socialista de América Latina), interactuó con Domingo Faustino Sarmiento y con
Juan Domingo Perón, nos parecería que el calendario de la historia argentina
está fallando, sin embargo no es así.
Esto ocurrió, y lo único que
demuestra es que nuestra historia como país es muy corta, ya que un hombre fue
capaz de conocer al 5º y al 26º Presidentes de los argentinos.
Construyendo una simple
“línea de tiempo” podemos ver que cuando Sarmiento murió, Alfredo Palacios
tenía 8 años, y cuando Perón nació, Palacios tenía 17, y por muy poco (apenas 7
años), Sarmiento y Perón no fueron contemporáneos.
También nos deberíamos
preguntar que tenían en común estas tres personas: NADA
Un día en que Palacios
paseaba con un amiguito por la calle Cuyo en Buenos Aires rumbo a su casa, vio
venir a un hombre viejo y ensimismado. Lo reconoció en el acto, había sido un
Presidente de la Nación y un promotor de la educación nacional. Con sus 8 años
el niño Alfredo, lo interceptó y le dijo a Don Domingo: “yo señor, soy un niño que lee”.
El viejo se paró sin
entender al principio nada de lo que el niño le decía, pero cuando sus palabras
le repicaron en la cabeza, estiró un brazo como para acariciarle la cabeza y le
respondió: “bien hijo, así debe ser”.
Faltaban muchos años para
que Alfredo Palacios estudiase las obras de ese anciano que había sembrado el
país de escuelas y de sangre, y con el que jamás se hubiese puesto de acuerdo
ideológicamente.
También sabía ese niño que
en su casa no podía mencionarse la palabra Mitre. En una oportunidad en que
también lo había conocido se lo contó alborozado a su padre, quien, recordando
sus tiempos de soldado sometido y maltratado, le dio vuelta la cara de una
cachetada, al mismo tiempo que le decía “ese
nombre no se pronuncia en esta casa”.
Corría el año 1946. Pasaron
muchos años de luchas políticas, y Alfredo Palacios defendía “a capa y espada”
(nunca mejor dicho ya que se batía a duelo con frecuencia), los derechos de los
trabajadores.
Palacios y Perón mantuvieron un duro
enfrentamiento dado que el legislador socialista había sido el ideólogo de
muchas de las leyes laborales que el parlamento argentino aprobó con la llegada
del justicialismo que antes habían sido rechazadas al no tener el socialismo
quórum en el Congreso.
Fue entonces cuando
a Perón, ya en vísperas de elecciones (las primeras en las que después de su
triunfo, Perón asumirá en forma democrática el poder en la Argentina), se
le ocurrió ofrecerle la Vice Presidencia de la Nación a Palacios.
Alfredo Palacios jamás confío en el espíritu democrático de quien fuera tres veces Presidente argentino, pero, fue Antonio López (un dirigente sindical ex militante socialista, luego devenido en peronista), a quien Perón le confió la misión de convencer al socialista diciendo:
“López, Palacios es capaz de ponernos en el poder, él
llega a quien nosotros no llegamos, tiene en su mochila al electorado que está
en contra de nosotros. Sí, Palacios es capaz de ponemos en el poder”.
López intentó
persuadir a Palacios: “Doctor, los
hombres que rodeamos al Coronel Perón queremos mantener y profundizar las conquistas obreras por las que
usted luchó como nadie”. Uno de los precios que Palacios debía pagar era
renunciar al Partido Socialista y abrazar la causa peronista.
Esto no lo convenció
a Palacios y López arregló una entrevista entre Perón y Palacios en una casona
de Tigre.
Como fue su costumbre en los 30 años que fue factor decisivo en las decisiones de la Nación, con inteligencia y sagacidad se dirigió a Palacios:
“Doctor Palacios, los que estamos
con la causa nacional debemos estar juntos. Después de décadas de entrega
ahora estamos en condiciones de llevar adelante una política de emancipación.
Ahora el movimiento obrero está
participando de la causa nacional. Por eso he querido verlo, usted es
su mejor
representante político”.
Repitiendo las dudas
permanentes de sobre el verdadero espíritu democrático, respondió:
- “Coronel, yo no he venido en busca de candidaturas, vea usted la causa nacional requiere de tres columnas: independencia económica, justicia social y democracia. Sé que Uds. tienen claras las primeras dos, Coronel, si quiere que luchemos juntos lo que yo reclamo es democracia.
- “Estamos de acuerdo”, dijo Perón.
- “No estoy seguro, coronel, de que democracia signifique lo mismo para usted que para mí”,
contestó a sabiendas que el “estamos de
acuerdo”, era simplemente un forma de conquistarlo con la palabra y que Perón
había comprendido el mensaje.
Sin embargo,
Palacios aceptó el reto y le extendió a Perón una lista de personas cuya participación
en un futuro gobierno era incompatible
con la democracia y la
libertad, y por ende incompatible con él.
Para Palacios, el
resultado de las elecciones con el triunfo peronista fue un: “fraude, una estafa a la clase
trabajadora, una versión degradada y corrompida del fascismo”.
Esto le valió
la persecución y el exilio,
desde donde pudo ver cómo muchos de sus proyectos eran aprobados por un
gobierno que detestaba. Siempre
se negó a reconocer los avances sociales logrados por Perón.
Esa fue la única vez que Perón y Palacios se vieron
privadamente. La lista fue para el
Coronel del todo inaceptable, hecho que justificó la negativa final de Alfredo
Palacios.
Un momento, y solo eso, fue
lo que Alfredo Palacios compartió con Sarmiento y Perón, pero la línea corta de
nuestra de historia los une, aunque no hayan coincidido en nada.
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